Nicolas de SoraluceGuipuzcoa

Lezo. Gipuzkoa (Album siglo XIX).

Vista de Lezo (Gipuzkoa. Album s. XIX)

IDIOMA CARACTER Y COSTUMBRES.

Idioma. El vascuence es el que se habla desde la niñez en toda la provincia, si bien generalmente comprenden /15/ y hablan el castellano con preferencia siempre en la parte mas culta de las sociedades de los pueblos. El vascuence es la lengua que con mas derecho puede reclamar en España los fueros de antigüedad y universalidad, valga por lo que valga. Pero puede decirse que cada vez en mas desuso hasta en el mismo país vascongado; cada vez tambien mas reducido y estrechado por el castellano y francés; debilitándose en dialectos con notables diferencias entre sí, aunque facilmente se comprende que todos participan de la savia de un mismo tronco; por todas estas causales y sobre todo por las de indiferencia y abandono, mas parece estar predestinada á alcanzar un fin poco plausible; no por su falta de mérito de construccion y estructura, por mas que algunos por ser aquella pospositiva respecto del castellano, sin diferencia de artículos ni de géneros para masculinos y femeninos, y las terminaciones del verbo que tienen embebido el artículo ya de singular ó plural y la relacion á la primera, segunda ó tercera persona, y porque todo esto viene á constituir el revés de los principios que sirven de regla al castellano, digan lo contrario. A ilustres filólogos ha llamado y llama la atencion este idioma.

Carácter. Por lo general es laborioso, probo, afable, sumiso, atento al forastero, dócil á la menor insinuacion de la autoridad, puntual en el cumplimiento de sus prácticas religiosas á que da el ejemplo la autoridad privándose de las diversiones públicas durante los ejercicios divinos de los días festivos, y amante de sus tradiciones: tenáz y algunas veces hasta la terquedad en sostener cuando se persuade de una cosa con ó sin justicia. A pesar de los desastrosos efectos de la última guerra civil y las consecuencias funestas que de ella se siguen, nada viene á justificar mejor en apoyo de cuanto precede, como las diferentes estadísticas de criminalidad que con posterioridad se han levantado en todas las provincias /16/ de España. En lo general los guipuzcoanos y demas vascongados son opuestos al servicio de las armas en tiempo de paz, si esceptuamos al de los miqueletes ó celadores de la provincia para que mas bien sobran que faltan; pero en tiempo de guerra no se oponen, por esa costumbre en que por siglos ha seguido, y que mas que ninguna otra provincia, como fronteriza de Francia, ha tenido frecuentes guerras y alarmas, prestando servicios importantes segun el fuero, y aun en escala superior á lo que podia prometerse de su territorio y poblacion, como se ve de la historia: en anteriores siglos como en las guerras del presente, especialmente en la última, en que no obstante las crecidas bajas, á su terminacion, existían ocho numerosos batallones, que hartas puebas dieron de que su dócil carácter sabían trocar en fiereza entre el humo de la pólvora y las bayonetas.

Costumbres. Sea por el buen porte físico, su indisputable agilidad ó herencia de costumbres, es el caso que estas son de agilidad y fuerza en las mas de ellas. El juego de pelota al largo ó trinquete en que continuamente de tales ó cuales pueblos se presentan sobresalientes, el de la barra, las carreras, ejercicios y otras diversiones que tan bien se adaptan para el invierno, las conducciones de considerables cargas en hombros y distancias dadas, los cortes de haclla y sierra en maderas ( 1 ), en el mar el manejo de las embarcaciones menores con remos (2) y otras costumbres semejantes en que suele haber frecuentes apuestas, prueban lo que dejamos dicho.

(1) Algunos trabajadores franceses recien llegados que se ocupaban en las faenas del ferro-carril del Norte, se han llevado solemnes chascos en la alta Ouipúzcoa. Sabemos de algunas apuestas de cortes de maderas en que perdieron los recien llegados.

(2)Los premios de las regatas ó carreras de lanchas á remos, generalmente se han llevado los guipúzcoanos en Bayona de Francia. Y si destinaran para las mujeres, de seguro que las de Pasajes con sus remos tampoco quedarian atrás.

/17/ Son tambien aficionados á los toritos ó bueyes á soga que acostumbran en algunos pueblos (1), sueltos en otros de mas consideracion y de formales corridas en San Sehastían y Tolosa en las fiestas de sus respectivos patronos; así que á los bailes de ezpata-dantza ó bailes de espadas, el favorito zortzico y otros al son del tamboril, el bordon-dantza ó baile de ciertas evoluciones con palos cortos, en Tolosa y algunos otros pueblos en conmemoracion, dícese, de los triunfos de los antepasados. Pero sobre todo, lo que constituye la principal diversion del pueblo guipuzcoano, y bien puede decirse del país vascongado, son sus romerías de verano. Además de otras muchas de aquella estacion, las que se celebran el 24 de junio en Tolosa, la del 31 de julio en San Ignacio de Loyola, en Azpeitia, la del 8 de setiembre en Arrate, la del primer domingo de octubre en Aránzazu; la mas concurrida de todas es la del Santo Cristo de Lezo el 14 de setiembre, especialmente el año último con motivo do la reciente apertura del ferro-carril desde Beasain á San Sebastian. Haremos una ligera descripcion de esta última de que las demás son imitacion con diferencias de localidad y afluencia menor de gentes.

LA ROMERÍA DE LEZO es sin duda objeto de devocion, á la vez que de paseo y recreo tambien como las de su género. Desde el dia anterior por la tarde se nota en San Sebastian una considerable concurrencia, especialmente de la parte de mar, de los llamados costarres (2). El dia 14 de setiembre se ve ir la gente en diferentes direcciones hácia el templo del Santo Cristo, que diez veces mas grande que fuera no daría cabida á la vez á tanta afluencia. Cúmplese por fin la promesa; se terminan las funciones religiosas, y el descenso de aquella marea principia

(1) Aunque ésta y la del cecenssusco se perdiera, poco se perdería.

(2) Los de las costas inmediatas hasta Bermeo, inclusive, que vienen en lanchas á esta romería.

/18/ en su mayor parte en direcciones á los mas inmediatos pueblos de Rentería y Pasajes, para reforzar, ante todo, sus ya debilitados estómagos que á tanto número en solo el pueblo de Lezo no fuera posible satisfacer. Una vez bien provistos de lo que se desproveyera de los utensilios culinarios y tras un buen reposo á tal plenitud estomacal de partes sólidas y líquidas, principiase á sentir el efecto gastro-báquico, la agitacion, el movimiento y la danza al son de cualquier instrumento, ora sea la dulzaina, como su buen nombre, ú otro que chirríe hasta un grado capaz de herir el oido que no oye. Poco despues una buena parte se dirige á San Sebastian. Unos porque es la primera vez que concurren á la romería y es indispensable visitar, recorrer y danzar en el pueblo mas histórico é importante de Guipúzcoa; otros porque gustan y cada año repiten con mas empeño esta romería; los costarres porque es sabido que disfrutando de esos dos ó tres dias hayan de regresar por el mar, y todos, en fin, porque quieren participar de la alegrísima animacion en que se ven las calles de San Sebastian en pelotones de mayor ó menor número mezclados y derramados acá y acullá, sin cuidarse de los melindres de la etiqueta que ni les importa conocer; al son del tamboril, pandero, flauta, guitarra ó violín con algunos de estos instrumentos en alegre mezcolanza, en concierto ó desconcierto, ó ya con cada uno de ellos separadamente con tal que produzca sonido ó ruido bastante á escitar, que bien poco necesitan, á las parejas de ambos sexos para bailar, brincar y correr con sus manos entrelazadas formando evoluciones y á veces tal movimiento, cual si encontradas olas de la embravecida mar hicieran e hocar las popas de los buques á los descompasados gritos del u-ju-ju-ju por aquellos en quienes se reconoce no haber sufrido mucho de la bronquitis, á juzgar de sus metales de voz y la fuerza de pulmones de cada uno.

/19/ Entretanto la Plaza Nueva, cual dique lleno de buques flotando y en agitado é incesante movimiento por la impetuosidad del viento, así tambien, durante las primeras horas de la noche es contínuo el bailar, merced á las diferentes tocatas de las músicas de la capital que obsequian á los huéspedes, alternando y casi sin interrupcion con el tamboril. Esceptúanse de esta última parte á los vascongados franceses y navarros, como una parte de esta provincia, que despues de cumplir con la promesa, regresan silenciosamente á sus casas sin participar de todo esto que principalmente constituye la animacion de la romería de Lezo.

Pero suena la hora de las diez y media; se presentan en la plaza los alguaciles; hacen señas de retirarse á sus casas; enmudece el tamboril; apáganse las luces del gas, con que por obsequio á la concurrencia se ilumina en mayor escala; terminase la funcion, principia y se despeja en un instante la plaza, y pocos momentos des pues, á tanto bullicio y alegría reemplaza el mas profundo silencio.

¿Qué es lo que ocurre, diria probablemente el estranjero que estuviese ageno de nuestro carácter y costumbres, al observar poco antes aquella franqueza y modales que parecían rayar en otra cosa, con el contraste que forma, al parecer, la sumision á la sola indicacion de retiro, hecha por los alguaciles, sin que de Baco los vapores condensados en muchos estómagos (en no escasas dósis) ni las seductoras miradas de algunas Venus hayan sido capaces de alterar ni dejar ingrato recuerdo por fin de fiesta? Tales son, pues, las costumbres del país vascongado, y el respeto á la autoridad. Si se nos ha escurrido la pluma un poco mas de lo que pensábamos, séanos disculpable, siquiera en gracia de la buena voluntad que os ha guiado.