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LOS ESTUDIOS DE GEOGRAFIA URBANA
SOBRE EUSKAL HERRIA
Dr. ENRIQUE
CLEMENTE
CUBILLAS
Antes de entrar directamente en el análisis del tema que
el título indica, conviene,
por razones de claridad expositiva, señalar con precisión
cuáles van a ser los
límites cronológicos, espaciales y temáticos de la
ponencia.
En cuanto a la primera delimitación, la producción
científica de los geógrafos
sobre el espacio urbano vasco, que se ha seleccionado como
base documental
del presente estudio, comienza en los últimos años de la
década de los cuarenta
con algunas publicaciones aisladas, pero que tienen un
indudable carácter pionero;
y se extiende, en progresivo aumento, hasta la actualidad.
Tanto la amplitud de
este período de tiempo, ligeramente superior a los treinta
años, como el ritmo
cuantitativamente creciente y la tendencia a la
diversificación temática y metodológica
de las investigaciones; nos invitan a ordenar el texto de
la ponencia, una
vez establecidos los presupuestos básicos de nuestro
método de análisis, en tres
apartados correspondientes a otras tantas etapas
cronológicas, en las que distinguiremos,
para individualizarlas en su valoración crítica y para
explicitar sus relaciones
de continuidad, las primeras aportaciones geográficas al
tema urbano anteriores
a 1960, aquellas que se producen en la década siguiente y,
por ultimo, las más
recientes, desde 1970 hasta nuestros días.
En segundo lugar, las 85 referencias bibliográficas
seleccionadas, sin ninguna
pretensión, desde luego, de exhaustividad, incluyen no
sólo obras publicadas;
sino también investigaciones inéditas (tesis, tesinas y
comunicaciones a
Congresos) de origen universitario. Dichas referencias,
ordenadas por orden alfabético
de sus autores en el doble listado del apéndice, recogen
títulos de interés
geográficos dedicados al estudio de distintos aspectos o
espacios urbanos de las
cuatro provincias de Alava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra;
sin importar, por el
momento, su procedencia científica o editorial que puede
ser, en muchos casos, exterior
a la propia región vasconavarra. Esta delimitación territorial supone,
por un lado, prescindir de los estudios urbanos referidos a las tres
provincias del País Vasco continental, en territorio francés; y, por otro
lado, supone también la inclusión de Navarra en el conjunto del País
Vasco peninsular. En el primer caso, la decisión adoptada se justifica
sencillamente por nuestro desconocimiento del tema y de su bibliografía
principal, y, en el segundo caso, existen razones científicas de peso que
obligan a incluir a Navarra dentro del conjunto vasco en el presente
contexto temático, sin que ello suponga, en modo alguno, una toma de
postura sobre
el actual conflicto autonómico ni sobre los límites de la
nacionalidad vasca. Las razonas
científicas aludidas, que se entenderán mejor a lo largo
de la ponencia, se basan
en la influencia decisiva que ha tenido la
institucionalización universitaria de la
Geografía en Navarra para el desarrollo de los estudios
urbanos sobre las provincias
vascas, y también en el hecho de que los geógrafos más
cualificados en estos
temas, a la hora de definir la red urbana regional,
incluyen siempre a Navarra,
junto con Álava, Guipúzcoa y Vizcaya, cuando señalan los
límites espaciales y
funcionales del denominado «Sistema urbano vasco»
(1).
En tercer lugar, para completar la delimitación exacta del
texto de la ponencia,
es necesario señalar previamente el significado temático
de las 85 referencias
elegidas como apoyo informativo de la reflexión crítica
que se pretende con el
análisis posterior. En el primer listado del apéndice
bibliográfico, se han reunido
59 títulos considerados como específicamente geográficos,
porque sus autores se
definen a si mismos como geógrafos, porque sus contenidos
coinciden con el
método de análisis espacial que caracteriza a la ciencia
geográfica, o porque su elaboración
científica o su publicación se ha realizado en centros de
investigación, en
editoriales, o en revistas de carácter geográfico. En
cambio, el segundo listado,
con un número menor de referencias, en total, 26, recoge,
a efectos comparativos
y relacionantes, aportaciones interesantes sobre el tema
urbano vasco firmadas por
otros especialistas como son los historiadores,
sociólogos, juristas, economistas y
arquitectos. Con esta segunda recopilación bibliográfica,
más breve, se intenta, sobre
todo, dejar constancia de la inevitable dimensión
interdisciplinar de la investigación
urbana y, por este motivo, se han seleccionado aquellos
títulos cuyos contenidos
son más afines al análisis espacial y que, por tanto,
mejor pueden completar
científicamente las aportaciones de los geógrafos.
En consecuencia con estos criterios de selección temática,
se ha prescindido
expresamente, en la presente ponencia, de toda referencia
a los diversos informes
urbanísticos realizados por entidades públicas o privadas
con vistas al planeamiento
o a la ordenación del territorio, así como también se han
excluido las distintas
publicaciones referidas a la caracterización y actividades
del movimiento
ciudadano o de los movimientos sociales urbanos.
1. EL TARDÍO Y LENTO PROCESO DE INSTITUCIONALIZACION
DE LA GEOGRAFÍA VASCA
Una vez delimitado el tema de la ponencia y en el momento
de establecer los
presupuestos básicos de nuestro análisis posterior,
resulta obligado recurrir a la valoración
inicial de un conjunto de factores, cuyo estudio pertenece
a la sociología
de la ciencia, para poder entender el nivel de desarrollo
y el grado de progreso alcanzado,
en los últimos años, por la ciencia geográfica vasca, en
general, y por su
especialización urbana en particular.
En el contexto organizativo de este Primer Encuentro de
geógrafos catalanes
y vascos, que es el que nos brinda la ocasión de revisar
críticamente nuestro
propio quehacer científico; supone una especial
satisfacción personal y, al mismo
tiempo, un justo reconocimiento del nivel intelectual
alcanzado por los colegas catalanes,
el hecho de poder fundamentar nuestro planteamiento
inicial en algunas
aportaciones metodológicas elaboradas por geógrafos de la
Universidad Central
de Barcelona y que, por su indiscutible carácter pionero y
su evidente coherencia y
rigor metodológicos, son perfectamente aplicables a la
evolución reciente de la
Geografía en Euskal Herria.
Dichas aportaciones, por el mismo orden con que vamos a
hacer uso de ellas,
se refieren, por una parte, a los estudios sobre teoría,
sociología e historia de la
ciencia geográfica, firmados por Capel Sáez y algunos de
sus colaboradores (2); y,
por otra parte, se refieren también al esquema básico de
interpretación propuesto
por Vilá Valentí para comprender, tanto el crecimiento
cuantitativo de la Geografía
española, como su desarrollo cualitativo y su creciente
complejidad y diversificación
temática, conceptual y de intencionalidad social, durante
los últimos años
(3).
En primer lugar, los análisis de sociología de la ciencia
iniciados por Capel
proporcionan un eficaz modelo teórico para entender el
proceso evolutivo de la
Geografía vasca, al demostrar objetivamente la importancia
decisiva que, en cualquier
tiempo y lugar, ha tenido para el desarrollo histórico de
la ciencia geográfica,
la institucionalización de dicha disciplina y la
constitución de una comunidad
científica de geógrafos con unos intereses corporativos
determinados y con
unas estrategias de acción propias, que responden siempre
a las relaciones de poder
que mantienen entre sí los miembros de dicha comunidad
científica y al grado de
aceptación social que sean capaces de obtener por su
trabajo. Este mismo autor,
además, gracias a la abundante y precisa documentación en
que basa sus inteligentes
razonamientos de sociología histórica referidos a la
formalización científica y a
la implantación pública de la Geografía europea
contemporánea desde la segunda
mitad del siglo XIX; ha podido probar, con evidente
exactitud, que los dos procesos
complementarios de institucionalización universitaria de
la disciplina y de formación
de una comunidad científica de geógrafos, son consecuencia
directa del
incremento de las necesidades docentes en los niveles
inferiores de la enseñanza.
Es decir, de la urgencia de preparar maestros y profesores
especializados en unos
conocimientos geográficos que, por distintas razones
ideológicas relacionadas con
el afán imperialista o con el espíritu nacionalista de la época según los
casos, son considerados como altamente educativos y favorecedores de la
integración social de las generaciones más jóvenes y que, por este
motivo, van a recibir un decidido apoyo político para su inclusión
definitiva en los planes de estudios.
Toda esta serie interrelacionada de causas de orden
histórico y sociológico
son de directa aplicación a la circunstancia específica de
la Geografía vasca y, más
en concreto, a la evolución, dentro de ella, de la
temática urbana. De hecho, la escasa
participación geográfica en el desarrollo de la cultura y
de la ciencia contemporánea
en Euskal Herria se explica muy bien por la ausencia de
esos mismos factores
de institucionalización que han propiciado en el resto de
Europa, desde el pasado
siglo, el despegue de nuestra ciencia. La tesis general
que se pretende defender
en las páginas siguientes puede resumirse así: la falta de
reconocimiento
público y el desinterés social que padece la ciencia
geográfica en el País Vasco se
debe fundamentalmente al retraso y a la precariedad de su
institucionalización universitaria
y este factor determinante es el que explica, a su vez, la
relativa situación
de subdesarrollo de nuestra disciplina y su actual penuria
científica en comparación
con otras regiones y nacionalidades peninsulares y, por
tanto, también en relación
con el conjunto del Estado.
Durante todo el período de posguerra que estamos
considerando, y hasta
hace muy pocos años, la institucionalización universitaria
de la Geografía vasca no
ha sido materialmente posible por la simple razón de que
en Euskal Herria no ha
existido una verdadera Universidad. Y entendemos por
verdadera Universidad,
en este caso, una institución docente de estudios
superiores, de carácter público,
dependiente del Estado, compuesta por la totalidad de las
Facultades y Escuelas
técnicas en que se subdivide actualmente la organización
universitaria española, y
con una competencia de gestión unificada para todo el
territorio regional.
A diferencia de otras regiones peninsulares o de otras
nacionalidades, como
la catalana o la gallega, este modelo de universidad no ha
existido en Euskal Herria
durante muchos años. La llamada hoy Universidad del País
Vasco, que reúne,
en buena medida, estas condiciones enunciadas, es de
creación demasiado reciente.
Hasta entonces, sólo existían algunas Facultades o
Escuelas Técnicas aisladas, y
dependientes académicamente de otros distritos
universitarios del Estado, o algunas
Universidades privadas de fundación eclesiástica y que,
evidentemente, no
cumplen los requisitos antes citados. Como han reconocido
distintos autores, en el
caso vasco, debido a esta prolongada ausencia de una
verdadera institución universitaria,
el alto nivel de crecimiento económico y de desarrollo
material alcanzado
no se ha traducido, paradójicamente, en un grado
suficiente y comparable de
progreso científico y cultural (4).
Los efectos negativos para toda la cultura vasca que se
derivan de esta incompleta
dotación universitaria autóctona han tenido, y siguen
teniendo en la actualidad,
una particular incidencia en el desarraigo institucional y
en el bloqueo
científico de la Geografía. No se debe olvidar que, si
prescindimos, por ahora, de
la Universidad de Navarra, fundada en 1952, y a la que nos
referiremos con detalle
más adelante; no existe todavía en Euskal Herria ninguna
Facultad ni Sección
universitarias de Geografía, en contraste notorio con la
creciente implantación de
esta disciplina en el resto de las Universidades del
Estado. Incluso, los estudios
correspondientes a las antiguas Facultades de Filosofía y
Letras son de muy reciente
y tardía introducción en la Universidad vasca, tanto en la
estatal como en la
privada de Deusto, de fundación anterior. Además, cuando
estos estudios se han
introducido, sus promotores han pensado enseguida en la
Historia como especialidad
académica autónoma y no en la Geografía que, de este modo,
se ha convertido
institucionalmente en una enseñanza secundaria y
dependiente del complemento
informativo y cultural que requiere la preparación
científica de los futuros
historiadores. Estamos queriendo decir, sencillamente,
que, en la actualidad, en
Euskal Herria sólo se explican las asignaturas generales e
introductorias de la
Geografía universitaria, correspondientes al primer ciclo
de la licenciatura en Historia.
Este hecho, evidentemente, supone una institucionalización
académica de
nuestra disciplina muy insuficiente y parcial que
dificulta su reconocimiento social
y su mismo desarrollo científico.
Las consecuencias de esta situación tan precaria son
múltiples y negativamente
complementarias. Entre ellas, destaca, quizás como la más
importante, la
inexistencia actual de una auténtica comunidad científica
de geógrafos vascos integrados
en una organización autóctona y con un programa común de
investigación
espacial coherente y progresivo al servicio de las
necesidades sociales de Euskal
Herria en materia territorial. Como tendremos ocasión de
comprobar enseguida al
concretar el análisis en las investigaciones de Geografía
Urbana, la bibliografía
geográfica de tema vasco tiene, en buena medida, un origen
excesivamente disperso
y espontáneo, con aportaciones individuales y aisladas,
procedentes, en muchos
casos, de centros de estudio exteriores al País Vasco. Por
otra parte, los colegas
que investigan sobre temas espaciales dentro del propio
País se encuentran,
con mucha frecuencia, desconectados e incomunicados con
los organismos geográficos
más dinámicos del resto del Estado y donde se producen,
gracias a un
apoyo institucional más sólido, las innovaciones temáticas
y metodológicas de
mayor interés científico.
Si a todas estas dificultades reales se añade el obstáculo
supletorio que supone
el desinterés editorial autóctono por las cuestiones
específicamente geográficas,
estaremos en condiciones de poder entender la
desproporción cuantitativa y
cualitativa existente entre las publicaciones geográficas
sobre el espacio vasco y las
referidas a otros espacios peninsulares. Algunos ejemplos
pueden servir para calcular
mejor estas notables diferencias de producción
bibliográfica e investigadora.
En la actualidad, y a pesar de los encomiables esfuerzos
de algunas individualidades
concretas, la Geografía vasca, en conjunto, no es capaz de
ofrecer un índice de
trabajos científicos publicados o de investigaciones
inéditas sobre su propio territorio,
comparable al que recientemente ha presentado la «Revista
de Geografía»
de la Universidad Central de Barcelona sobre Cataluña (5).
Esta misma desproporción
se observa también si establecemos la comparación a escala
estatal, La revisión
de los índices decenales de la revista «Estudios
Geográficos) sirve también
para confirmar la minoritaria presencia del tema vasco
entre las páginas de este
importantísimo órgano de expresión científica de la
Geografía española.
En relación con el análisis precedente, a nadie le deben
extrañar estas carencias.
Baste recordar que, en los años cuarenta, cuando se funda
el Instituto Juan
Sebastián Elcano y cuando empieza a publicarse la revista
«Estudios Geográficos
» en Euskal Herria no existe Universidad. Y esta misma
situación se mantiene,
en la década de los sesenta, cuando se inicia el proceso
de descentralización
de la enseñanza universitaria de la Geografía en España
con la creación de nuevos
Departamentos de esta disciplina en las llamadas
Universidades de provincias. Dicha
descentralización, tan decisiva para la implantación
institucional y para el
mismo progreso científico de la espacialidad geográfica en
todo el ámbito peninsular,
no puede afectar, por razones obvias, a todo un País que
carece de Universidad.
Más tarde, cuando los nuevos Departamentos de Geografía
empiezan a organizar
sus propios cauces de difusión científica con revistas
especializadas en la
temática geográfica regional como es el caso de la
«Revista de Geografía» de Barcelona
ya citada o de otras que podrían citarse, en Euskal Herria
no existen todavía
Facultades de Filosofía y Letras y, cuando empiezan a
existir por iniciativa
privada o estatal, no disponen de Secciones de Geografía
ni de Departamentos específicos
con profesorado competente. Por todos estos motivos, no es
ninguna casualidad
que, entre las obras de Geografía vasca más prestigiosas y
difundidas, se
encuentren aquellas que han sido elaboradas, en distintas
fechas, fuera de las fronteras
del Estado y por autores extranjeros, como es el caso de
los conocidos e importantes
estudios de Lefebvre y Hazera (6).
Por otra parte, los perjuicios que se derivan de las
graves dificultades que la
Geografía encuentra para su institucionalización en Euskal
Herria, no afectan únicamente
al propio progreso interno de la disciplina, ni se limitan
sólo a impedir la
formación de una comunidad científica de geógrafos capaz
de defender corporativamente
sus intereses profesionales. En realidad, dichos
perjuicios trascienden los
estrechos límites que definen el quehacer geográfico y
llegan a afectar el desarrollo
de toda la cultura vasca de forma negativa. Es evidente
que las carencias geográficas
analizadas no perjudican solamente los intereses privados
de los geógrafos;
sino que perjudican, principalmente, los intereses
colectivos de toda la sociedad
vasca, al producir una serie de vacíos muy notables en su
común patrimonio cultural.
Estos vacíos culturales de origen geográfico se traducen
en un desconocimiento
científico del propio espacio que puede llegar a
dificultar la necesaria identificación comunitaria del Pueblo Vasco con su territorio
de existencia como una
de las condiciones básicas para la definición y la defensa
de su misma nacionalidad.
En este sentido, las relaciones históricas entre
nacionalismo y Geografía en
Euskal Herria resultan atípicas en comparación con el
proceso de desarrollo de
esta ciencia en otras partes de Europa. Efectivamente, las
Geografías de muchas
naciones europeas han encontrado históricamente, desde el
siglo pasado en especial,
un suficiente apoyo político para su institucionalización
universitaria por motivos
ideológicos que tienen mucho que ver con la eficacia
pedagógica que las distintas
sociedades reconocen a la ciencia del espacio como
educadora del espíritu
nacional en las nuevas generaciones de ciudadanos. Los
contenidos ideológicos y
hasta políticos en esta línea, más o menos explícitos, de
muchos programas docentes
de la Geografía escolar son observables tanto en los
manuales franceses o alemanes
clásicos como en los textos españoles de postguerra. Del
mismo modo, la
carga nacionalista de los escritos de Vidal de la Blache
ha sido advertida por algunos
estudiosos de su obra (7).
Paradójicamente, en Euskal Herria, a pesar de su arraigado
sentimiento nacionalista
desde finales del siglo XIX, este fenómeno, común a muchos
países europeos,
apenas se ha dejado sentir. Ni el creciente espíritu
nacionalista ha sido capaz,
a lo largo de este siglo, de impulsar decididamente el
desarrollo de la ciencia
geográfica, con la única excepción de algunos trabajos de
Geomorfología de los
años cincuenta elaborados en Francia y técnicamente muy
valiosos, pero cuyo
transfondo ideológico está teñido de determinismo
(8); ni
los vigentes planteamientos
autonomistas, herederos de la evolución del nacionalismo
histórico y políticamente
dominantes en la actualidad, cuentan hoy con un claro
apoyo científico
de la Geografía, como consecuencia de la misma
insuficiencia teórica y conceptual
de esta disciplina y de su escasa implantación
institucional, a la hora de justificar la
racionalidad de determinadas pretensiones territoriales
para la nacionalidad vasca
o a la hora de establecer los criterios básicos de la
política de ordenación espacial.
Es precisamente ahora, en el momento de hacer frente a las
primeras responsabilidades
de autogobierno, cuando la sociedad vasca y sus
representantes sociales
empiezan a considerar como un grave defecto las
tradicionales carencias geográficas
de su cultura autóctona y la despreocupación por las
cuestiones relativas a
la territorial en la que debe basarse la afirmación de su
propia nacionalidad diferenciada.
El problema no es nuevo y los estudiosos del pasado lo han
detectado en
distintas épocas de la historia vasca. Según Elorza, la
ideología sabiniana, cuando pretende definir el código integral de la identidad
colectiva de los vascos, olvida
la alusión expresa al patrimonio cultural que supone una
territorialidad propia, común
y bien delimitada. Para Sabino Arana, el inspirador del
nacionalismo vasco
contemporáneo, solamente la raza, la lengua, las
instituciones y leyes, el carácter y
las costumbres, y la personalidad histórica, jerarquizados
por este orden, constituyen
los cinco componentes básicos de la nacionalidad
(9). Este
planteamiento
del primer nacionalismo vasco de finales del siglo XIX
continua y reproduce una
antigua tradición de Caro Baroja ha observado muy
agudamente en los más remotos
testimonios escritos que aluden a los Vascos. En ellos,
siempre se habla antes
de la colectividad que de su territorio, se habla primero
del Pueblo y, sólo mucho
más tarde, del País. Los geógrafos e historiadores griegos
y romanos no se referirán
nunca a Vasconia como territorio, cuyas primeras
referencias sólo se encuentran
en algunos escritos latinos muy tardíos y en cronicones
medievales; sólo
citarán a los Vascones. La nacionalidad vasca, por tanto,
se fundamenta mucho
más en razones históricas y culturales del grupo que en
motivos geográficos referentes
a su situación territorial y a la ocupación de un espacio
propio (10).
En el presente, esta falta de sentido geográfico que
caracteriza a la evolución
histórica de la cultura vasca, se manifiesta en la misma
indefinición de los límites
de su territorialidad y de su área espacial de
implantación y de influencia. A diferencia
de lo que ocurre en otras nacionalidades históricas
peninsulares, la comunidad
vasca no dispone hoy de un espacio propio de localización
y de existencia
cuyos límites estén definitivamente establecidos y sean
aceptados por todos. Euskal
Herria no dispone, por ahora, de un mapa geográfico único
que defina espacialmente
su territorio específico de una forma segura. No existe al
respecto, y
desde ningún punto de vista, un mínimo acuerdo sobre esta
cuestión, tan elemental,
a cuyo esclarecimiento podría contribuir la Geografía con
indudable eficacia
(11).
Sin embargo, y a pesar de la existencia real de todos
estos inconvenientes
analizados para el desarrollo de la ciencia geográfica,
como consecuencia de su tardía
y lenta institucionalización en Euskal Herria; en los
últimos años, se empiezan
a advertir algunos síntomas claros de recuperación capaces
de superar, si la tendencia
se mantiene y evoluciona positivamente, las graves
consecuencias que, para
la propia promoción de la Geografía y de la Cultura vascas
en general, ha tenido
la anterior precariedad institucional y científica de
nuestra disciplina. La prueba
más actual de dicha recuperación está precisamente en la
celebración de este Primer
Encuentro y en el creciente dinamismo del organismo que lo
ha hecho posible.
La labor realizada por INGEBA. desde su fundación nos
permite imaginar
el futuro de la Geografía vasca con fundado optimismo y
nos invita a una valoración
crítica de su reciente pasado para poder entender su
situación presente.
Como el propio título de la ponencia indica y después de
haber establecido
los presupuestos metodológicos generales, a partir de este
momento nos vamos a
referir ya con exclusividad a las aportaciones de la
Geografía Urbana vasca, siguiendo,
en el análisis, el orden cronológico, subdividido en tres
etapas, al que nos
referíamos al principio. En cada una de estas etapas
establecidas a partir de los
años finales de la década de los cuarenta y separadas por
los años 1960 y 1970,
aplicaremos, como método de trabajo, a la bibliografía
geográfica vasca de tema
urbano, reunida en el listado del apéndice, la misma
estrategia de interpretación
científica que ha esbozado Vilá Valentí para el estudio de
la evolución de la Geografía
española, tal como ya hemos indicado con anterioridad. Se
trata de valorar
los contenidos de las investigaciones elaboradas en cada
uno de los tres períodos
cronológicos atendiendo a los indicadores que ha
individualizado dicho autor y
que, en síntesis, se refieren al aumento cuantitativo de
las publicaciones y de los
trabajos inéditos, por una parte, y al proceso de
diversificación cualitativa, por
otra, entendido este último proceso como una triple
tendencia hacia la renovación
temática, conceptual-metodológica, y de intencionalidad
social, del quehacer geográfico.
2. LAS PRIMERAS PUBLICACIONES, ANTERIORES A 1960
Este primer período cronológico se extiende realmente
desde 1948, fecha en
la que se publica el primer estudio relacionado con la
metodología y con la temática
de la Geografía Urbana, hasta 1956, año en el que aparece
el ultimo trabajo
anterior a 1960. Las referencias recogidas en la
bibliografía final, y fechadas
entre esos años, son solamente seis
(1, 11, 12, 43, 50, 58).
Aunque todas ellas han sido
publicadas y, por tanto, han tenido una cierta difusión,
su corto número sólo supone,
en términos relativos, algo más de un 10% del total de
títulos específicamente
geográficos seleccionados en el primer listado del
apéndice.
Este dato cuantitativo, tan bajo, no debe extrañar, sin
embargo, si se tiene
en cuenta la situación incipiente de toda la Geografía en
esas fechas de postguerra,
no sólo en Euskadi, sino en todo el Estado español. A
pesar de que, desde 1940,
existe el Instituto Juan Sebastián Elcano, como organismo
geográfico especializado
dentro del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, y a pesar de que,
inmediatamente, va a empezar a publicarse la revista
«Estudios Geográficos»; sin
embargo, no se ha producido todavía una verdadera
descentralización regional de
la enseñanza universitaria de la Geografía en España y, en
la práctica, casi las únicas
cátedras de esta especialidad, dotadas y cubiertas por sus
titulares, son las de
Madrid y Barcelona (12). De hecho, el acceso del profesor
Casas Torres a la cátedra de Geografía de la Universidad de Zaragoza, en 1944, y
su intenso trabajo
posterior —hasta 1966 en que se traslada a Madrid— en
favor del desarrollo
científico de la investigación geográfica y de la
institucionalización universitaria
de esta disciplina; van a ejercer una notable influencia
en la elaboración de los primeros
trabajos de Geografía Urbana sobre el espacio vasco del
período de
postguerra. En este sentido, tanto la creación, por parte
de Casas Torres, de la
Sección del Instituto Elcano del C.S.I.C. y del
Departamento de Geografía Aplicada,
dependiente del mismo, en Zaragoza; como su activa
participación en las
«Reuniones de Estudios Geográficos», que empiezan a
celebrarse en los años cuarenta
apoyadas por J.M. Albareda, o la fundación y dirección de
la revista «Geographica
» desde 1954, constituyen un conjunto de acciones de
evidente transcendencia
para el progreso de la Geografía española, que se
materializa enseguida en
una producción científica pionera en su tiempo, y que va a
estimular y orientar,
quizás por razones de proximidad geográfica, las primeras
investigaciones sobre el
espacio urbano vasco. En realidad, de las seis referencias
biblio gráficas
mera etapa, dos están firmadas por el propio Casas Torres
(11, 1 2 )
de esta priuna
tercera pertenece
a un asiduo colaborador suyo de entonces
(1),
y una cuarta publicación recoge
el texto de una tesis doctoral dirigida por dicho profesor
(43).
Todos estos hechos demuestran de forma notoria que, aún
reconociendo la
importante labor organizativa e institucional de Casas
Torres en pro de la implantación
y del desarrollo de la Geografía universitaria; su
verdadera eficacia científica,
sin embargo, y la que realmente va a posibilitar el
comienzo de la Geografía
Urbana en Euskal Herria, radica en su magisterio y en su
capacidad investigadora.
Gracias a la influencia directa de este profesor, las
publicaciones de esta primera
época, a pesar de su corta extensión cuantitativa, tienen
un gran valor cualitativo,
no sólo por lo que suponen de precedente y de ejemplo a
seguir; sino, sobre
todo, porque en sus breves páginas se insinúan ya unas
notas características y una
serie de orientaciones metodológicas y temáticas, que se
van a convertir en un condicionamiento
constante para la posterior evolución de la Geografía
Urbana en
Euskadi.
Una primera característica que llama la atención, y que se
va a mantener e
incrementar en las etapas siguientes, es el origen
geográfico sudoriental e interior
de la primitiva producción bibliográfica sobre tema urbano
vasco. Con la única
excepción del trabajo de Ortega sobre Bilbao
(50)
—por otro lado, el menos
importante
y el más olvidado hoy—, el resto de las publicaciones de
este período están
editadas en Zaragoza o Pamplona y temáticamente se
refieren también, salvo en el
caso de la tesis sobre San Sebastián de Gordejuela
(43),
a áreas espaciales del País
Vasco interior y meridional, en concreto a Navarra;
provincia ésta que, durante
algún tiempo, acapara, dentro de Euskal Herria, el mayor
interés científico de los
geógrafos (13).
También resulta curioso señalar, en relación con esta
primera característica,
la coincidencia existente, en cuanto a la procedencia
geográfica y la dirección espacial
dominantes, entre el propio proceso de urbanización
histórica del solar
vasco y los estudios e investigaciones que analizan dicho
espacio urbanizado. Aunque
en la actualidad, y desde la Revolución Industrial, el
predominio del hábitat
urbano y el grado de concentración demográfica son muy
superiores en las áreas
litorales del País Vasco septentrional y, a partir de
ellas, se prolongan las influencias
urbanizadoras, de forma más atenuada, hacia el interior
alavés y navarro en
dirección meridional; en las épocas históricas iniciales
del proceso urbano medieval,
como bien han demostrado Caro Baroja y otros autores, la
situación del poblamiento
era exactamente la contraria y los primeros impulsos
urbanizadores de
las villas vascas se producen en la zona sudoriental, en
la actual Navarra, extendiéndose
más tarde hacia el nordeste y hacia la periferia marítima
con mucha menos
intensidad (14). De este modo, la localización inicial y
el primer avance de la
colonización urbana vasca se corresponden espacialmente
con la primera procedencia
y con la posterior expansión territorial de las
investigaciones geográficas
sobre los problemas que plantea el poblamiento urbano.
Dichas investigaciones, en segundo lugar, destacan
fundamentalmente por
las innovaciones metodológicas y temáticas que aportan
algunas de ellas en relación
con la orientación geográfica predominante, en esos años,
en España. Desde
este punto de vista, la primera obra publicada dentro de
este período, en 1948,
por Casas Torres y Abascal Garayoa sobre «Mercados
geográficos y ferias de
Navarra»
(12), resulta
particularmente importante, ya que su método de análisis espacial
—inspirado en la teoría deductiva y en la nueva
conceptualización que inaugura
W. Christaller en 1933, al estudiar los «lugares
centrales» del Sur de Alemania—
incorpora técnicas de investigación geográfica, como la
encuesta directa o la
contabilización estadística, que suponen una evidente
novedad frente a las concepciones
historicistas y descriptivas de razonamiento inductivo
características de la
tradición vidaliana.
Más adelante, cuando la influencia de los profesores de la
Universidad de
Navarra se empiece a notar en el desarrollo de la
Geografía Urbana vasca, se
comprenderá hasta qué punto tiene un valor pionero y una
gran transcendencia
posterior este breve pero extraordinario estudio
geográfico, que intenta delimitar
la comarcalización interna del espacio provincial navarro
con criterios de carácter
funcional y jerárquico referidos a la distinta extensión
de las áreas de influencia
terciaria de las cabeceras comarcales, superando los
vestigios de determinismo subyacentes
en el procedimiento entonces vigente de delimitación de
las comarcas en
función de la existencia de determinados accidentes
físicos del paisaje considerados
así, sin demasiado rigor científico, como auténticas
fronteras limitadoras de la
intercomunicación humana y económica.
No hay que olvidar tampoco que, aunque el análisis
espacial de Casas Torres
y Abascal Garayoa se basa en la conocida aportación
teórica del modelo de Christaller,
existe, al mismo tiempo, una fuente de inspiración para
sus investigaciones
más empírica y más próxima geográficamente. Se trata de
los estudios sobre «división
territorial), que había publicado la Generalitat de
Catalunya entre 1933 y
1937, coincidiendo en las fechas con la aparición pública
de la obra original de
Christaller. Una vez más, es justo y gratificante poder
constatar la beneficiosa
influencia catalana en los primeros estudios de Geografía
Aplicada que tratan de
establecer los presupuestos científicos de una futura
ordenación del territorio navarro.
Los autores del trabajo que comentamos supieron entender
muy bien el alto
valor de la experiencia geográfica catalana en este campo
como consecuencia directa
de la arraigada tradición histórica y administrativa que
las comarcas tienen
en Catalunya como unidades de organización espacial
(15).
Sin embargo, la introducción de estas nuevas tendencias
del análisis geográfico,
observables en la investigación de Casas Torres y de su
colaborador sobre
la dimensión económica y funcional del espacio navarro, no
supone, en ningún
caso, una ruptura definitiva con la metodología
posibilista y descriptiva imperante,
en esos años, por la influencia más generalizada de la
escuela geográfica
francesa. La intención científica de este maestro de
geógrafos, demostrada ampliamente
a través de su largo magisterio y de toda su producción
bibliográfica, es inequívocamente
integradora. No se plantea nunca una negación del pasado
ni un rechazo
de la tradición; sino, más bien, una apertura a nuevos
planteamientos que
pueden ser enriquecedores y actualizadores de los métodos
más clásicos de la ciencia-
geográfica. De hecho, las publicaciones de este primer
período en conjunto,
constituyen un buen testimonio del compromiso de síntesis
y de integración que se
busca entre distintos métodos de investigación espacial.
En la misma obra aludida
sobre los mercados y ferias de Navarra, ni el empleo de la
encuesta ni la frecuencia
de la contabilización estadística implican un recurso
excesivo a la expresión matemática
o al lenguaje abstracto de los modelos teóricos, cuya
conceptualización pudiera
extrañar a los lectores o dificultar la intelección del
texto. Por otra parte, el
colaborador de Casas Torres en dicha obra publica, en
1956, (1)
un estudio de
Demografía Urbana referido a Pamplona que responde
fielmente a los presupuestos
más ortodoxos de la metodología clásica. Y lo mismo ocurre
con la citada tesis
de Geografía Urbana de San Sebastián realizada por Laura
Gordejuela, y dirigida
en Zaragoza por el propio Casas Torres
(43) .
Su contenido y su método reproducen con exactitud el mismo esquema de análisis que había
iniciado Blanchard, en
1911, en su trabajo sobre Grenoble (16). De todas formas,
la temprana fecha de
publicación de esta tesis, en 1911, y su mismo desarrollo
temático, la convierten
en una aportación pionera que se adelanta a otros muchos
trabajos posteriores del
mismo estilo, tanto en el País Vasco como en el resto de
España, y que supone una
novedad en su tiempo ya que se trata de la primera obra
geográfica de conjunto
sobre el paisaje y la funcionalidad de una ciudad
concreta, cuando lo normal y casi
exclusivo, en esos años, era la elaboración de síntesis
regionales o comarcales siguiendo
el modelo impuesto por la mayoría de los discípulos de
Vidal de la Blache.
Por otra parte, también hay que tener en cuenta que,
dentro de este primer
período cronológico, en 1952, se publica el estudio
geográfico de Leoncio Urabayen
sobre la capital navarra
(58)
y cuyo mismo título —«Biografía de
Pamplona»— es muy indicativo de la tendencia metodológica,
descriptiva e historicista,
con la que intenta definir la personalidad y la vida de la
ciudad a través de
su situación y emplazamiento y a través de los avatares de
su pasado como condicionantes
básicos de su actual morfología y de su edificación
material, sin salirse
en absoluto de las normas establecidas por la tradición
geográfica francesa.
Por último, esta duplicidad metodológica y conceptual
analizada, que no deriva,
por el momento, en ningún enfrentamiento científico, sino
que mantiene una
pacífica convivencia bastante estimulante; se corresponde,
al mismo tiempo, con
una doble preferencia temática en el análisis urbano que
se va a mantener en los
períodos siguientes, hasta llegar a constituir el
contenido clásico de los primeros
programas oficiales de Geografía Urbana en la enseñanza
universitaria española.
En este sentido, la aportación geográfica al tema urbano
de este primer período
también resulta pionera y ejemplar. Efectivamente, las dos
corrientes metodológicas
existentes —la que recoge la tradición francesa de
Blanchard y la que empieza
a introducir las innovaciones alemanas de Christaller— se
van a especializar, cada
una de ellas en sus investigaciones, en uno de los dos
grandes temas de estudio
contenidos hoy en los programas universitarios de
Geografía Urbana.
A los seguidores más fieles de la herencia geográfica
vidaliana, les va a interesar
primordialmente el estudio monográfico de cada ciudad
concreta, a la que
consideran como un espacio con entidad propia y con
autonomía de desarrollo, sin
valorar apenas su interdependencia con la región
circundante o con los otros
núcleos urbanos. En realidad, consideran a cada ciudad
como una región geográfica
bien delimitada. Dentro de esta línea se sitúan, con
absoluta propiedad, los
trabajos firmados por Urabayen sobre Pamplona, en 1952
(58),
y por Gordejuela
sobre San Sebastián, en 1955
(43).
En cambio, la nueva tendencia del análisis urbano,
que empieza a introducir muy prudentemente Casas Torres,
prefiere estudiar
la intercomunicación funcional de múltiples ciudades en el
interior de una región y
su expresión espacial en una jerarquía de tamaños y en una
diferente extensión territorial
de sus áreas de influencia comercial y terciaria. Se
apunta ya, por tanto,
una estrategia científica de investigación urbana que, a partir de estas
primeras insinuaciones, va a dar mucho juego en los años posteriores,
contribuyendo a la renovación temática y metodológica de la Geografía
Urbana. Los ejemplos evidentes de esta tendencia están en las dos obras
firmadas por Casas Torres en 1948 y 1954 (11, 12). En ellas, ya no se
considera cada ciudad aislada o por separado, no se estudia la ciudad
internamente como una región en sí misma. Lo que se valora, sobre todo,
son las múltiples y complejas relaciones de las ciudades entre sí y con
su propio entorno. Del concepto de la ciudad «como» región se pasa al
nuevo concepto de la ciudad «en» la región. No interesa ya tanto el
análisis de la morfología y de la estructura internas de cada núcleo
urbano; ahora importa mucho más la organización conjunta del espacio que
establecen todas las ciudades articulando su propio territorio, e
integrándose de forma complementaria a través de su localización, de su
tamaño y de su rango jerárquico y funcional, en una red o en un sistema
urbanos.
En resumen, estas primeras aportaciones a la Geografía
Urbana vasca de
posguerra, aunque no son realmente importantes por la
abundancia de sus contenidos
ni por la formulación definitiva y madura que logran sus
planteamientos,
hoy muy superados en muchos aspectos; sí van a suponer, en
cambio, un precedente
válido y un estímulo eficaz tanto para un futuro apoyo
institucional más
sólido de la Geografía en Euskal Herria, como para el
incremento cuantitativo de
una investigación espacial posterior, más diversificada
temáticamente, más receptiva
conceptualmente y más abierta a las influencias de las
nuevas orientaciones
metodológicas. Los dos períodos cronológicos siguientes,
cuyo enjuiciamiento
crítico abordamos a continuación, confirman plenamente
este pronóstico.
3. LA ESCASA PRODUCCION BIBLIOGRAFICA DE
LOS AÑOS SESENTA
A pesar de que durante esta década las publicaciones
aumentan en número
respecto al período anterior; sin embargo, en conjunto, la
aportación geográfica a
los estudios urbanos sobre Euskal Herria resulta
cuantitativamente muy reducida.
El listado del apéndice recoge once títulos publicados en
estas fechas, lo que equivale
solamente a un 18,5% del total de las referencias
seleccionadas. Además,
salvo las dos únicas excepciones de los pequeños libros de
García de Amézaga sobre
Vitoria
(31) y de García Manrique
sobre Eibar (32),
que suman 303 y 208
páginas respectivamente; el resto de los trabajos son
artículos de revista o comunicaciones
a Congresos, obligatoriamente breves en ambos casos.
Los motivos de esta penuria bibliográfica y de la minoritaria presencia
del tema urbano vasco en la investigación geográfica de estos años han
sido ya aducidos con anterioridad. El País Vasco no dispone todavía de
Universidad y carece, por tanto, de la infraestructura mínima para
organizar las bases de un desarrollo científico autónomo. Si bien es
verdad que, desde 1952, está funcionando activamente en Pamplona, por
iniciativa privada de un instituto religioso, lo que más
tarde se denominará Universidad de Navarra; hay que tener
también en cuenta
que la creación de la Facultad de Filosofía y Letras, y la
llegada de los primeros
catedráticos de Geografía a dicho centro de enseñanza
superior, se retrasará todavía
unos años. De hecho, los frutos de la gestión y del
magisterio de estos primeros
profesores de Navarra sólo empezarán a recogerse una vez
finalizada la década
de los sesenta.
El apoyo institucional sigue estando en los organismos
docentes e investigadores
creados por Casas Torres en Zaragoza y en el estímulo
directo de su labor
directiva y de su testimonio científico. La mayoría de los
autores de este período
están vinculados al Departamento de Geografía de Zaragoza
y son discípulos del
citado profesor. Este es el caso de Ferrer Regales, de
García Manrique, de García
de Amézaga y de Bielza de Ory. En este aspecto se mantiene
una evidente continuidad
respecto a la etapa precedente, anterior a 1960.
La misma continuidad, pero con algunas características
nuevas que conviene
resaltar, se advierte, al mismo tiempo, en lo referente al
método de análisis y al
contenido temático de los estudios urbanos. Aunque aparece
ahora, por primera
vez, el nombre de Ferrer Regales, que, en la etapa
siguiente, tendrá un evidente
protagonismo en la Geografía Urbana de Euskal Herria por
la abundancia de su
producción científica y por su decidida aceptación de la
corriente metodológica y
conceptual anglosajona, de la que se va a convertir en el
máximo representante español;
en estas primeras obras suyas, que ahora comentamos,
referidas a la villa de
Beasain
(23) y a la Comarca del
Gran Bilbao (24),
se mantiene todavía muy fiel a
las preferencias temáticas y a los métodos más usuales de
la tradición clásica de la
Geografía posibilista. Lo mismo sucede con la inmensa
mayoría de sus colegas,
cuyos trabajos se dedican a estudiar las características
sociales y demográficas de
ciertas colectividades urbanas —Terán en el Gran Bilbao
(57),
Bielza en Estella
(7),
López de Juan en Vitoria
(46)—,
o a analizar internamente la morfología, la estructura,
la población y la funcionalidad económica de cada ciudad
elegida, siguiendo,
con muy pocas variantes, el mismo procedimiento analítico
y el mismo orden expositivo
heredado de la escuela geográfica francesa. Este es el
caso del segundo
trabajo de Bielza sobre Estella
(5)
de los de García de Amézaga y
López de Juan
sobre Vitoria
(31, 45),
del de García Manrique sobre Eibar
(32)
o del de Taltavull
sobre Hernani
(56).
Dentro de este predominio temático y conceptual de tipo
clásico, la tendencia más innovadora que había iniciado
Casas Torres en 1948 y
1954 (11 y
12) sólo está representada
por el tercer trabajo de Bielza, publicado
dentro del mismo año de 1968, sobre la «jerarquía urbana
de las ciudades navarras
» (6).
Este hecho demuestra que la renovación metodológica del análisis urbano
esbozada tímidamente en el período anterior al intentar,
de forma muy prudente,
la aplicación empírica del modelo teórico y deductivo de
Christaller; es todavía
una tendencia muy minoritaria que no se introducirá
abiertamente en la investigación
geográfica sobre el espacio urbano vasco, ni alcanzará su
madurez y su
desarrollo científico hasta la década de los años setenta.
En otro orden de cosas, lo que sí empieza a observarse es
la existencia de una
mayor cobertura espacial dentro del territorio de Euskal-Herria
en la elección de
los núcleos urbanos que se pretende estudiar
geográficamente. Quizás haya que
buscar la explicación de este avance, indudablemente muy
positivo aunque sea aún
insuficiente, en el hecho de que empiezan a aparecer
publicaciones geográficas sobre
temas urbanos vascos en órganos de difusión muy
prestigiosos a escala estatal.
En los años sesenta, junto al notorio predominio de
Zaragoza como centro impulsor
de todo el desarrollo de la ciencia geográfica en el País
Vasco, se pueden encontrar
ya algunos trabajos editados en la revista «Estudios
Geográficos», como
los de López de Juan
(45)
y Taltavuh
(56),
o incluidos en las comunicaciones a
Congresos nacionales o internacionales de la especialidad,
como los de Bielza (6),
Ferrer (24)
y Terán
(57).
(17). Lo cierto es que, paralelamente a este proceso de
diversificación editorial, se produce también una mayor
extensión espacial de la investigación
urbana dentro del territorio vasco. Los núcleos urbanos
seleccionados
para su estudio no pertenecen sólo o principalmente a
Navarra, ahora la elección
temática es más equilibrada. También Alava y Guipúzcoa
cuentan con tres estudios,
como Navarra, y Vizcaya con dos.
Sin embargo, esta mejor distribución espacial de las
preferencias temáticas
de la investigación en Geografía Urbana, no pueden
hacernos olvidar la situación
general de carencia en que vive nuestra disciplina durante
los años sesenta, con
una producción bibliográfica realmente muy escasa. Es
precisamente en esta
década cuando se inicia el proceso de descentralización
regional de la enseñanza
de la Geografía en España y cuando los nuevos
Departamentos universitarios de
esta disciplina empiezan a establecer los fundamentos y
las bases de su tarea investigadora
sobre el espacio de cada región. En estas fechas, la
influencia en Euskal
Herria de dicho proceso es muy marginal como puede
comprobarse si se consulta
la bibliografía sobre las ciudades españolas publicada por
Capel, en 1970, como
apéndice a la traducción del manual de Geografía Urbana de
J. Beaujeu-Garnier
y G. Chabot (18). La pro porción numérica de títulos
referentes al espacio
urbano vasco es realmente baja y no resiste la comparación
con otras regiones
y nacionalidades del Estado. El hecho es todavía más
sorprendente si se tiene
en cuenta que precisamente en esas fechas las provincias
marítimas del País Vasco,
y muy en especial el área de Bilbao, experimentan un
proceso de urbanización acelerado
y repentino que sólo es comparable al experimentado por
Madrid y Barcelona. El problema es que no sirven prácticamente para nada
los estímulos y las urgencias
que transmite la propia realidad espacial, en continuo y
precipitado cambio,
por falta de un mínimo apoyo institucional para el
desarrollo de la ciencia que
podría racionalizar y ordenar la creciente situación de
caos territorial y social. En
comparación con lo que ocurre en las otras dos áreas
urbanas más conflictivas
—Madrid y Barcelona— donde empiezan a aparecer los
primeros estudios especializados
que abordan el análisis del triple proceso
interdependiente de industrialización,
urbanización e inmigración, a escala muy local y concreta,
estudiando la
Geografía Social de los barrios y suburbios de reciente
creación espontánea, o los
mecanismos de producción de suelo marginal y la invasión
urbana de las periferias
rurales; la penuria bibliográfica de Bilbao y de otras
ciudades vascas sobre estos
temas llama todavía más poderosamente la atención de
cualquier observador.
Incluso, en relación con el propio País Vasco, no deja de
extrañar que sea precisamente
la aglomeración urbana del Gran Bilbao la que menos
despierte el interés
de la investigación geográfica en esos años, a pesar de
constituir el espacio realmente
más atractivo. para un científico social como el geógrafo,
que debe estar
atento a aquellos paisajes materiales y sociales más
dinámicos y con mayor capacidad
de transformación y de cambio. Indudablemente, el peso de
la debilidad institucional
de la Geografía vasca es todavía muy fuerte y la
influencia que irradía el
foco difusor de Zaragoza no es suficiente para
contrarrestarlo y se diluye con facilidad
en la superficie territorial de Eukal Herria, a pesar de
no ser ésta demasiado
extensa. Desde luego, aunque no de forma totalmente
satisfactoria, los espacios urbanos
de Navarra, Alava y Guipúzcoa, por su proximidad
geográfica, se benefician
más que los de Vizcaya del impulso científico de la
Universidad aragonesa en
los años sesenta. La situación sólo evolucionará al final
de esta década cuando empiezan
a entrar en juego los nuevos factores que se analizan en
el apartado siguiente.
4. EL DESPEGUE DE LOS AÑOS SETENTA
A partir de 1970, el incremento cuantitativo de los
trabajos de Geografía
Urbana sobre Euskal Herria, tanto en lo que se refiere a
estudios publicados como
a investigaciones inéditas de origen universitario -tesis
y tesinas-, justifica sobradamente,
en comparación con la bibliografía mucho más escasa de los
dos períodos
anteriores, la expresión que encabeza este apartado. De
los 59 títulos estrictamente
geográficos que se han seleccionado en el primer apéndice,
42 de ellos, es
decir, algo más del 71% del total, pertenecen a esta
última etapa cronológica. Al
mismo tiempo, también hay que tener en cuenta que dichas
referencias, más numerosas
que en años anteriores, no sólo aluden a breves artículos
de revistas especializadas
o a textos cortos de comunicaciones científicas. Entre
ellas, se contabilizan
ocho tesis doctorales
(2 4, 15, 41, 48, 49, 54, 59)
y once tesinas de licenciatura
(3, 10, 13,
14, 20, 21, 22, 38, 39, 51, 55)
lo que implica, sin duda, un
esfuerzo individual y colectivo
de investigación geográfica sobre los problemas urbanos de
Euskal Herria a pesar
de que, en conjunto, hayan tenido muy poca difusión fuera
del ámbito académico
donde se han elaborado, ya que solamente una tesis y una
tesina, ambas del mismo
autor, han sido publicadas íntegramente
(54, 55).
El resto de las tesis y tesinas permanecen
inéditas y únicamente algunas cuentan con breves resúmenes
publicados
en forma de artículo o folleto. Por último, los restantes
títulos fechados en esta
etapa más reciente están constituidos por trabajos
publicados de la siguiente
forma: siete comunicaciones a Congresos
(8, 9, 16, 18, 33, 35),
doce artículos de revista
(17, 19, 25, 26, 27, 30, 36, 37, 38, 40, 42, 44),
dos textos de divulgación cultural incluidos
en una enciclopedia geográfica
(52, 53),
cuatro pequeños libros, de los cuales
sólo uno supera las doscientas páginas
(29, 34, 54, 55)
entre los que se encuentran la tesis y la tesina editadas que se han
citado ya.
El aumento del interés geográfico por el tema urbano vasco
que demuestran
los datos precedentes, y que constituye también una
manifestación concreta de un
desarrollo general y más amplio de toda nuestra disciplina
en los años setenta, es
consecuencia directa de la aparición de algunos factores
nuevos que, aunque de
forma muy incompleta y bastante tardía, van a estimular
una cierta institucionalización
universitaria y cultural de la Geografía en la sociedad
vasca. El hecho más
importante, en este sentido, es, sin duda, el referente al
funcionamiento de una
Sección de Geografía en la Universidad de Navarra y la
presencia muy activa en
ella, desde la década anterior, de dos importantes
catedráticos y de otros profesores
más jóvenes de reconocido prestigio. La labor docente e
investigadora de dicha
Sección empieza a cristalizar durante los años setenta.
Tres de las ocho tesis
doctorales y cinco de las once tesinas de licenciatura,
entre ellas las dos publicadas,
se han realizado precisamente en Navarra
(2, 4, 10, 21, 22, 51, 54, 55).
El mismo origen
tienen los abundantes estudios firmados por Ferrer y
Precedo que se convierten,
en este período, en los dos especialistas más cualificados
sobre el tema (25, 26, 27,
28,
29, 30, 52, 53, 54, 55).
En total, de las cuarenta y dos referencias comentadas, diecisiete
pertenecen a autores vinculados a la Universidad de
Navarra y, más en
concreto, al magisterio del profesor Ferrer. En este
sentido, el Departamento de
Pamplona hereda y sustituye, de forma ampliada, la
anterior influencia inicial de
Zaragoza y son precisamente discípulos de Casas Torres los
que van a continuar
su anterior labor geográfica sobre Euskal Herria con un
protagonismo mucho más
marcado que el de su maestro. De hecho, desde 1970, sólo
se han podido contabilizar
cuatro títulos procedentes, de alguna manera, del área de
influencia geográfica
aragonesa. Con la única excepción del resumen de la tesina
de Garmendia
(38) sobre
Villafranca de Ordicia publicado en la revista Lurralde, los otros tres
están
fechados al comienzo de la década y se refieren a una
tesis doctoral inédita (48)
Y a dos comunicaciones presentadas en los Congresos
Internacionales de Estudios
Pirenaicos
(8, 33).
Aunque de una forma más secundaria y temporalmente
posterior, la institucionalización
universitaria inicial de la Geografía vasca se debe
también a la inclusión
de esta disciplina en los programas de estudio de las
nuevas Facultades de Letras
de Deusto —en los campus de Bilbao y de San Sebastián— y
de Vitoria; a pesar
de que dicha inclusión se produce con demasiada
dependencia respecto al predominio
académico de la Historia. Pero, sobre todo, hay que
advertir que la creciente difusión cultural y la mayor aceptación social y
pública de la ciencia geográfica
en Euskal Herria, tiene mucho que ver con la fundación de
INGEBA.
y con la periódica publicación de su órgano de expresión
científica —Lurralde—,
cada vez más ajustado en sus contenidos temáticos a su
lema de «Investigación y
Espacio», con artículos de mejor calidad geográfica y con
una mayor difusión editorial.
La historia de INGEBA. y de Lurralde es todavía muy
corta; pero, sin
embargo, doce de los cuarenta y dos títulos de Geografía
Urbana vasca seleccionados
han aparecido en las páginas de dicha revista o han sido
elaboradas por
geógrafos directamente vinculados al citado organismo
(2, 17, 19, 36, 37, 39, 40,
41, 42,
4, 59)
De todas formas, y sin dejar de reconocer la positiva
influencia ejercida por
los factores citados para la implantación institucional y
para el arraigo social de la
Geografía vasca, es evidente que ambos procesos son
todavía muy parciales e insuficientes.
Las peculiares características de la Universidad de
Navarra, por su condición
de entidad privada, por su misma localización concreta, y
por su propia opción
ideológica, le impiden, en la actualidad, convertirse en
el verdadero soporte
de una completa institucionalización universitaria y
científica de toda la Geografía
vasca. Lo mismo, aunque en otro sentido diferente, le
ocurre a INGEBA.,
puesto que sus mismas limitaciones presupuestarias, la
carencia de un personal investigador
suficiente y su explicable precariedad organizativa, son,
hoy por hoy,
incapaces de emprender, con total eficacia, la gran tarea
de impulsar el desarrollo
metodológico y temático de la ciencia geográfica para
poder estimular, así, un
mayor reconocimiento público y social de esta disciplina
en favor de una progresiva
profesionalización de los geógrafos, no sólo en la
docencia, sino como verdaderos
expertos en la ordenación del territorio. La meritoria
labor de
INGEBA. no puede tener, en las actuales
circunstancias, más que un carácter
de suplencia, desde luego imprescindible, de otras
actividades de mayor peso que
solamente pueden ser realizadas con pleno éxito por otro
tipo de instituciones de
más entidad, que todavía no existen en Euskal Herria.
Las carencias institucionales que dificultan el progreso
de la Geografía
vasca, aunque en menor medida que en fechas anteriores,
siguen existiendo en
nuestros días. La mejor prueba de ello está en la
dependencia extraregional que
aún padece la investigación geográfica sobre el espacio
vasco. A pesar de la notable
influencia, ya comentada, de la Universidad de Navarra y
de INGEBA.;
cinco de las ocho tesis doctorales han sido elaboradas y
defendidas en otras universidades
del Estado, en Barcelona, Zaragoza, Valladolid, Salamanca
y Madrid
(41, 48, 49, 15, 59),
y lo mismo ocurre con seis de las once tesinas de licenciatura, que
han sido leídas públicamente en Salamanca, tres de ellas,
en Barcelona, en Zaragoza,
y en Montpellier
(3, 14, 20, 39, 38, 13).
Esta dispersión de la investigación urbana
vasca, desde su mismo origen, se ha producido de forma
inevitable por falta
de apoyo institucional autóctono de base; de tal manera
que los pocos geógrafos
interesados por el análisis espacial de Euskal Herria se
han visto obligados, en muchos
casos, a recurrir a otras universidades del Estado, lejos
del propio territorio
cuyos problemas estudian, en busca de orientación y de
ayuda para realizar sus investigaciones
y para poder exponer sus conclusiones.
En otro orden de cosas, y a diferencia de lo que ocurría
en las dos etapas
precedentes, durante la última década, cambia radicalmente
la tendencia en lo que
se refiere a la elección de áreas urbanas concretas para
su estudio. La anterior preferencia
por los espacios más meridionales e interiores de Navarra,
sin duda por la
proximidad al núcleo difusor de Zaragoza, tan influyente
en esas fechas; va a desaparecer
a favor de Vizcaya y de Guipúzcoa. Desde 1970, de los
cuarenta y dos
títulos reseñados en el apéndice bibliográfico, catorce se
refieren a temas o espacios
urbanos de Vizcaya, once a Guipúzcoa, ocho a Navarra, y
sólo dos a Alava.
Los siete restantes son de carácter general, con
referencia a todo el espacio urbano
vasco, pero en los que destacan las alusiones al
importante núcleo bilbaíno. Esta
nueva distribución intraregional de la temática geográfica
se corresponde mucho
mejor que la de años pasados con las propias urgencias de
la misma realidad espacial.
Es evidente que la mayor intensidad de la colonización
urbana, y el ritmo
más acelerado de transformación territorial y social en
función de ella, tienen lugar
en las provincias litorales más industrializadas y con
mayor atractivo inmigratorio.
No puede extrañar, por tanto, que las preferencias de los
investigadores se proyecten
sobre estas áreas urbanas más dinámicas y con mayor
velocidad de cambio. Al
mismo tiempo, y quizás por estos motivos aludidos, la
abundancia reciente de trabajos
sobre Bilbao se debe concretamente al creciente interés
que demuestran por
este espacio urbano, tanto los especialistas más
cualificados de la Universidad de
Navarra —Ferrer y Precedo— con una cantidad de
publicaciones realmente apreciables,
como otros geógrafos —García Merino y Clemente—, de origen
bilbaíno,
pero que ejercen su profesión fuera del País Vasco. La
práctica totalidad de estos
estudios sobre la aglomeración del Gran Bilbao, publicados
unos e inéditos otros,
se deben a estos cuatro autores, sobre todo, a los dos
primeros (13, 14, 15, l6,
17 , 19,
20, 25, 34, 35, 36, 37, 52, 55).
Esta relativa proliferación de estudios de Geografía Urbana
sobre la comarca del Gran Bilbao coincide también con el
incremento reciente
de otras aportaciones científicas sobre este mismo
espacio, tan conflictivo y
dinámico, firmadas por otros especialistas dentro del
ámbito interdisciplinar del
tema urbanístico. Se trata de diversos análisis, de
indudable interés, realizados por
sociólogos, historiadores, arquitectos y juristas,
principalmente. Una selección de
estos trabajos se recoge en el segundo listado del
apéndice bibliográfico (60,
63, 68,
69, 73, 74, 76, 78, 79, 81)
En lo que al número de títulos se refiere, el segundo
lugar en importancia
cuantitativa, después de Vizcaya, lo ocupa la provincia de
Guipúzcoa, con once
estudios de Geografía Urbana(2,
3, 33, 38, 39, 41, 42, 44. 48, 49, 53),
como corresponde
a la importancia real del proceso de urbanización en este
territorio litoral. En este
caso, la temática desarrollada no se polariza tanto como
en Vizcaya en la comarca
de la capital provincial. De hecho, en Guipúzcoa, tampoco
ha sido tan aglomerada
ni polarizada su urbanización, y esta mayor dispersión de
los núcleos y el
mayor equilibrio de la red urbana se observa en la misma
bibliografía geográfica.
Si bien seis estudios hacen referencia a San Sebastián y
su área de influencia; tres
se ocupan de la urbanización del Valle del Deva, uno de
Villafranca de Ordizia, e
incluso existe un breve análisis general que aplica el
modelo Rank-Size al crecimiento
más proporcionado de las ciudades guipuzcoanas.
En tercer lugar, Navarra, aunque ha perdido su
protagonismo anterior, sigue
contanto, en esta década, con ocho aportaciones de
Geografía Urbana. En su
mayoría, son tesis y, sobre todo, tesinas elaboradas en la
propia Universidad de
Navarra, cuya temática se ocupa preferentemente del
estudio de determinados
problemas urbanos de Pamplona; aunque también existe un
intento más general de
síntesis, como el de la tesis de Precedo, que aborda la
totalidad de la red urbana
provincial. Sin embargo, la mayor dedicación de este
último autor y de Ferrer al
tema bilbaíno ha debido influir. sin duda. en la relativa
disminución cuantitativa.
respecto a años anteriores, de la bibliografía geográfica
sobre el espacio urbano navarro
(4, 8, 9, 10, 21, 22, 51, 54)
Por último y como si la respuesta científica y geográfica
estuviera en correspondencia
directa con el propio nivel de urbanización de la
provincia en relación
con las otras tres y en correspondencia también con la
reciente y tímida implantación
universitaria de la Geografía en su territorio; Alava, en
la década de los setenta,
es la provincia de Euskal Herria que dispone de menos
estudios geográficos
de tema urbano. Solamente dos
(47, 59):
uno muy reciente, consistente en una tesis
doctoral sobre Vitoria -de la que sólo se ha publicado un
breve resumen-, y que
actualiza otros trabajos anteriores en el mismo sentido,
insistiendo en el veloz despegue
demográfico de esta capital; y otro anterior, de 1974,
dedicado al municipio
de Llodio, cuyo intenso proceso de industrialización y de
urbanización es dependiente
de la influencia directa de la capital vizcaína a través
del eje dinamizador
del Nervión.
En resumen, y a pesar de que, aunque en mayor o menor
proporción, todas
las provincias vascas y sus principales núcleos urbanos
cuentan ya con algunos estudios
geográficos; sin embargo, quedan todavía muchas lagunas
espaciales y temáticas
y mucho camino por recorrer. Siguen faltando monografías
de base y estamos
aún muy lejos de poder elaborar síntesis generales de
verdadero valor científico
sobre la cuestión urbana vasca. Es verdad, desde luego,
que hemos podido
contabilizar algunos estudios generales; por lo menos
siete sobre el tema (18,
26, 27,
28, 29, 30, 40)
pero lo que ocurre es que todos
ellos abordan determinados aspectos
parciales del problema global o son síntesis muy
elementales de divulgación informativa
que precisamente por falta de apoyo monográfico, corren el
riesgo de caer
en generalizaciones deformadoras de una realidad mucho más
compleja y que no
acepta con facilidad abstracciones muy simplificadoras.
La única forma de evitar, en la actualidad, unas
interpretaciones generales
demasiado simplistas o unos planteamientos evasivos y
acríticos de los problemas
reales y concretos, pasa por el reconocimiento de las
carencias temáticas y espaciales
que padece la bibliografía geográfica de tema urbano a
escala monográfica. San
Sebastián y Vitoria, por ejemplo, disponen de estudios
urbanos desde hace algunos
años y cada una de estas capitales cuenta además hoy con
una tesis reciente e
interesante que actualizan los análisis anteriores y dan
continuidad metodológica y
temática al proceso de investigación geográfica. Pero no
es éste el caso de las otras
dos capitales provinciales —Bilbao y Pamplona—, cuya
problemática espacial sólo
se ha empezado a tratar científicamente con concreción
suficiente. En cuanto a
Pamplona, a pesar de contar con dos tesis muy recientes
—la de Precedo sobre la
red urbana de Navarra, cuya cabecera ostenta dicha ciudad,
y la de Beriain sobre
la evolución demográfica de esta capital—, no dispone
todavía, sin embargo, de
una monografía completa sobre su geografía urbana que
actualice y renueve los
planteamientos, ya muy superados por el paso del tiempo,
de la obra pionera de
Urabayen. A la aglomeración del Gran Bilbao le ocurre lo
mismo, pero de forma
más acusada aún en razón de su mayor tamaño poblacional y
espacial y de su
mayor complejidad funcional. Cuenta con algunas
aportaciones parciales de indudable
interés, ya citadas, pero carece de una verdadera obra de
conjunto y, con carácter
previo, se echa también de menos una serie de estudios
monográficos que individualicen,
para su análisis espacial, determinadas subunidades
intraurbanas con
personalidad geográfica propia, tales como el propio
término municipal y su
compleja periferia urbana, el conjunto de municipios
conurbanos de la «margen izquierda),
o de la «margen derecha» del bajo Nervión, la «banlieue»
oriental y el
valle del Ibaizabal, etc... En lo que se refiere a
Guipúzcoa, por otra parte, cuyo
proceso de urbanización se caracteriza por su dispersión
en las antiguas villas encerradas
en sus valles transversales; se dispone actualmente de
estudios detallados
sobre el área metropolitana de San Sebastián y sobre los
distintos núcleos emplazados
en el Valle del Deva, pero el resto de los valles
industriales y urbanos no
cuenta, hasta la fecha, con estudios geográficos
equivalentes.
Por fin, para terminar este cuarto apartado siguiendo el
planteamiento previsto
al principio, sólo faltan algunas reflexiones finales
sobre la metodología, la
temática y la intencionalidad social que caracterizan a
los actuales y más recientes
estudios de Geografía urbana sobre el espacio vasco.
Lo primero que hay que constatar, en este sentido, es que
la revisión de las
obras recogidas en el apéndice bibliográfico, con fecha
posterior a 1970, demuestra
con claridad que siguen existiendo las dos tendencias
conceptuales que ya
se apuntaban desde los últimos años de la década de los
cuarenta, aunque ahora se
perciben más evolucionadas y con formulaciones
metodológicas más explícitas.
Por un lado, y sin que ello suponga en ningún caso un mero
mimetismo o una
simple repetición de los presupuestos tradicionales,
algunas obras, en su consideración
metodológica, responden, en general, a los planteamientos
clásicos de estilo
inductivo, historicista y descriptivo heredados de la
escuela geográfica vidaliana.
Por otro lado, tampoco faltan los exponentes de las nuevas
tendencias introducidas
inicialmente y de forma embrionaria por Casas Torres. El
cuantitativismo deductivo,
basado en el uso de modelos teóricos y en el empleo de un
complicado
aparato estadístico con formulación matemática, está
representado por la producción
bibliográfica de origen navarro publicada por Ferrer y
Precedo.
Además, ambas concepciones metodológicas se corresponden,
al mismo
tiempo, como ocurría también con anterioridad, con una
doble preferencia temática,
cada vez más clara en cuanto opción diferenciada, y con
una diferente intencionalidad
social, más o menos comprometida y más o menos explícita,
en la
actividad científica de los geógrafos que trabajan sobre
el espacio urbano vasco.
La tendencia deductiva, de inspiración anglosajona, que
los geógrafos de
Navarra, en lo que se refiere a la continuidad de la
temática urbana vasca, heredan,
de alguna forma más o menos indirecta, de las intuiciones
pioneras de Casas
Torres; es apreciable en algunos trabajos de Ferrer y
Precedo y en el artículo de
Juaristi. Su metodología abstracta, apoyada en modelos
teóricos, se expresa a través
del análisis matemático y de una simbología gráfica y
cartográfica muy desarrollada.
De esta forma, realizan un meritorio trabajo de
laboratorio, sin una
mínima concreción espacial de observación directa del
terreno, porque su interés
temático se dirige al estudio global y generalizado de las
múltiples interrelaciones
que conforman las redes y sistemas urbanos de la región,
tal y como las descubre el
análisis factorial. Su base teórica e intelectual está
directamente emparentada con
las tesis estructuralistas y su conceptualización supone
una adaptación al análisis
espacial de la terminología sistémica. Desde la
perspectiva del compromiso sociopolítico,
la pretensión implícita, o rara vez declarada, de estos
autores es la de obviar
cualquier interés ideológico para poder defender la plena
objetividad de su
método científico, de cuya neutralidad absoluta parecen
estar plenamente convencidos.
Claro está que dichas pretensiones de neutralidad social
de la ciencia no son
compartidas ni aceptadas por otros geógrafos urbanos que
implícitamente —ya
que la guerra nunca es abiertamente declarada y se elude
el debate en profundidad
hasta la fecha—, les acusan de que su metodología
mecanicista y aparentemente
aséptica esconde una ideología subyacente defensora del
«statu que» en materia
urbanística, que, para defender sus posiciones, necesita
evadirse de la problemática
concreta de los espacios reales y encastillarse en un alto
grado de abstracción
teórica y generalizante.
Por otra parte, frente a esta primera opción conceptual,
temática y social, la
continuación y el desarrollo de las tendencias más
clásicas del posibilismo humanista
de origen francés se manifiestan en múltiples trabajos, de
distintos autores, y
de formas muy peculiares y diversas. A diferencia de la
anterior, esta corriente está
menos definida y resulta mucho más difícil su tipificación
en pocas palabras. No
está tan polarizada en una única Universidad ni se
concreta en los trabajos firmados
por unas mismas personas determinadas. De hecho, entre los
representantes de
esta tendencia más abierta y diversa, existe bastante
eclecticismo en muchos casos,
en gran parte debido a una carencia básica de
formalización teórica y conceptual
que todavía padece, de forma notoria, la joven Geografía
Urbana vasca. Dicho
eclecticismo, que habría que definirlo como ambigüedad y
confusión metodológicas,
se manifiesta, no sólo en la imprecisión con que se usan
muchos conceptos y
métodos de análisis; sino también en la frecuencia con la
que en una misma obra, y
en sus distintos capítulos o apartados, se recurre a
métodos de análisis diferentes,
se pierde la continuidad y la coherencia metodológicas del
discurso, se desordena
la temática, o, incluso, se expresan intenciones y
denuncias sociales contradictorias.
En cualquier caso, esta tendencia, tan confusa por ahora y que presenta
todavía evidentes síntomas de inmadurez —muy comprensibles, por otra
parte, en el contexto de la incipiente Geografía Urbana vasca— en
conjunto, reproduce los
planteamientos clásicos que ha transmitido la tradición
geográfica francesa desde
comienzos del presente siglo y a partir de la obra
clásica, ya citada, de Blanchard.
Sus preferencias temáticas, dentro de un método inductivo
que concede gran importancia
a la descripción histórica, se proyectan sobre la
evolución del espacio
aislado de cada ciudad a través del estudio minucioso de
su morfología y estructura
urbanas. Sin embargo, conviene insistir en que dicha
concepción geográfica
del hecho urbano evoluciona notablemente, durante la
década de los setenta, en la
bibliografía sobre tema vasco y va introduciendo
determinadas innovaciones muy
importantes que rompen con la simple imitación repetitiva
del esquema clásico.
Aunque, en muchos autores, estas innovaciones son todavía
muy parciales,
poco asimiladas y no muy personalizadas, no por eso dejan
de tener importancia,
ya que, no sólo afectan a un cambio creciente en las
preferencias metodológicas o
en las opciones temáticas, sino también a un nuevo
planteamiento de la finalidad
social, y hasta política, de la investigación geográfica
en materia urbana.
La principal de estas innovaciones radica en el mayor
protagonismo explicativo
del crecimiento urbano que se le atribuye a la causalidad
de origen humano y
social. Esto supone una superación decidida de los
residuos de determinismo físico
de la tradición alemana y que permanecían en la concepción
de la ciudad que manifiestan
los estudios franceses, de tanta influencia en nuestras
latitudes, cuando insisten
demasiado en el análisis pormenorizado de la influencia de
la situación y del
emplazamiento en el crecimiento físico de cada ciudad, en
su morfología y hasta
en su estructura y en su complejidad funcional. En
contraste con esta temática, anteriormente
tan absorbente, la organización interna de cada ciudad se
empieza a
abordar como un producto social, como la materialización
sobre el espacio de unos
intereses determinados defendidos por una clase dominante
que es la que dirige la
producción del suelo urbano. El estudio de dicha
producción social y económica
del suelo de cada ciudad y de sus mecanismos y factores es
ahora el tema dominante.
La determinación de los precios de dicho suelo como
determinantes de la
asignación de sus usos funcionales específicos, los
mecanismos de zonificación interna
como procesos de marginación y de segregación social, la
materialidad del
espacio urbano como exponente geográfico de la dialéctica
desigual entre clases
sociales de distinto poder económico, social y político,
las insuficiencias dotacionales
y su peculiar distribución espacial como manifestación de
la crisis urbana capitalista
y de su incapacidad para asegurar la reproducción de la
fuerza de trabajo, la
creciente conflictividad ciudadana canalizada por los
movimientos sociales urbanos
como motor de cambio; en suma, todos estos temas
constituyen otras tantas
estrategias complementarias de análisis espacial que se
emplean cada vez más para
buscar la explicación del actual fenómeno urbano.
Por todo lo dicho, no es difícil entender cómo la
intencionalidad social y la
carga ideológica y política de esta tendencia geográfica,
aunque rara vez se explicita
con claridad, es completamente opuesta a la anterior. En
los autores y textos
representantes de esta corriente de investigación urbana
existe siempre un cierto
compromiso de denuncia científica de la situación material
y social de nuestras ciudades
y una decidida opción por un cambio profundo del actual
modelo de urbanización. En el caso concreto de la Geografía Urbana
vasca, estas posiciones no
han derivado todavía, sin embargo, en unos planteamientos
generalizados de tipo
revolucionario o de carácter «radical». Sí es verdad que,
junto a las herencias
clásicas evolucionadas de la tradición vidaliana, se
advierte, a través de sus frecuentes
citas, la creciente influencia de otros autores más de
moda como Lacoste y
Harvey, frente al progresivo olvido de Berry. También es
cierto que son evidentes
las influencias ideológicas y conceptuales de la moderna
sociología urbana marxista,
de procedencia francesa, a través de especialistas como
Lefebvre, Topalov o
Castells; y que estos nuevos planteamientos geográficos
sintonizan abiertamente
con los más recientes escritos de algunos sociológos
vascos sobre tema urbano,
como Arpal y Pérez Agote
(60, 78)
. Sin embargo, y en conjunto, no
puede afirmarse
que la ideología urbana marxista sea una constante
explícita, madura y bien formulada
en la producción bibliográfica de los geógrafos que
estudian la ciudad. Existen,
desde luego, determinadas influencias, pero su grado de
penetración es todavía
bastante débil y no ha profundizado lo suficiente. Lo que
sí se advierte ya, en
muchos jóvenes geógrafos que trabajan sobre el fenómeno
urbano vasco, es una
desconfianza cada vez mayor en los planteamientos de un
cuantitativismo
abstracto y descomprometido con los problemas reales del
espacio que, además,
pretende una objetividad científica absoluta y una
neutralidad social y política de
la ciencia geográfica, que muchos de ellos juzgan
imposible y engañosa. Por eso,
recuerdan con frecuencia la conocida frase de Harvey
cuando afirma que «toda
pretensión de carecer de ideología es ya una pretensión
ideológican. Quizás, el mejor
final para esta revisión crítica de la más reciente
producción bibliográfica sobre
Geografía Urbana de Euskal Herria, en el contexto de este
Primer Encuentro de
geográfos catalanes y vascos; sea la sugerencia, a modo de
invitación, de que estos
diálogos científicos se continúen con periodicidad fija
para que en ellos pueda iniciarse
un amplio, profundo y sincero debate sobre todas estas
cuestiones conceptuales,
temáticas y sociopolíticas que preocupan hoy a los
profesionales de la Geografía
y que, aunque siguen estando pendientes, no suponen
todavía un motivo definitivo
de ruptura ni de aislamiento mutuo entre los partidarios,
más o menos convencidos,
de unas y otras opciones.
CONCLUSIONES
1. La precariedad actual de la Geografía vasca, en
general, y de la Geografía
Urbana, en particular, es consecuencia directa de su falta
de institucionalización
universitaria completa y puntual. Por diversas razones,
cuyo análisis no es
ahora oportuno, Euskal Herria ha carecido durante muchos
años de una verdadera
Universidad propia. La presencia de una Sección específica
de Geografía en
la Universidad de Navarra, por las mismas peculiaridades
de esta institución, no
puede solucionar el problema. Tampoco es suficiente la
tímida implantación de las
Geografías generales del Primer Ciclo de la Licenciatura
en las Facultades de Letras
de Deusto —en Bilbao y San Sebastián—, o de Vitoria;
siempre al servicio
exclusivo de los intereses educativos de los futuros
historiadores. La Geografía
institucionalmente no puede desarrollarse como ciencia
autónoma con tanta dependencia
académica de la Historia porque le impide manifestar su
vocación interdisciplinar
y su capacidad de colaborar activamente en la ordenación
del territorio.
La labor meritoria e insustituible de INGEBA., aunque
sigue siendo el
principal motivo de esperanza, no puede superar, por sus
propias limitaciones
estructurales, su actual función de suplencia y tiene que
generar necesariamente
otras iniciativas de implantación institucional y de
reconocimiento social de
nuestra ciencia de mucha más envergadura. La
Administración Pública, con el
nuevo régimen autonómico, tiene una gran responsabilidad
en este sentido ante la
opinión pública vasca.
2. Esta precariedad, en lo que respecta a la Geografía
Urbana, se manifiesta
de diversas formas, todas ellas negativamente
complementarias :
— Escasa y tardía producción bibliográfica e
investigadora, tanto en comparación
con otras regiones y nacionalidades del Estado, que no han
padecido
unos condicionamientos tan negativos ; como en relación
con el
mismo proceso, tan acelerado y conflictivo, de
urbanización en el País
Vasco. La urgencia de la realidad no ha sido capaz de
estimular suficientemente
su investigación científica por falta de soporte
institucional.
— Esta escasa y tardía producción bibliográfica e
investigadora, además, con
la única excepción de la procedente de Navarra, es de
origen muy individual
y disperso, con frecuencia exterior a Euskal Herria, sin
atenerse tampoco
a un proyecto común y autóctono, internamente coherente y
progresivo.
— En buena medida, muchos de los trabajos elaborados y de
los estudios publicados
carecen de fundamentación teórica y de rigor conceptual y,
en
ellos, sobra espontaneidad, improvisación y empirismo.
Desde el punto de vista temático, existen muchas
cuestiones y demasiados
espacios sin estudiar con una mínima concreción. Sin
embargo y a pesar
de esta ausencia de monografías de base, se ensayan
imprudentemente determinados
intentos de síntesis generales, que acaban degenerando en
generalizaciones
simplistas sin valor científico. Este es un problema común
a
muchas de las manifestaciones escritas de toda la
Geografía vasca, y se
advierte también en su especialización urbana. Si se
exceptúa el caso de
Navarra, con una institucionalización más antigua y más
arraigada de la
Geografía en las Universidades de Zaragoza y Pamplona y
donde algunas
importantes tesis regionales o comarcales han servido de
soporte monográfico
a las investigaciones posteriores y a determinadas
generalizaciones
de una cierta validez geográfica (19); en el resto de
Euskal Herria, la
general despreocupación por la Geografía que ha demostrado
la cultura
vasca ha producido desfases metodológicos cualitativamente
insalvables.
Los espacios de Alava, Guipuzcoa y Vizcaya, en efecto,
apenas disponen
de estudios comarcales o regionales de carácter
monográfico, son territorios
muy poco analizados geográficamente. Con un salto
excesivamente
brusco, se pasa de la concepción erudita y ecléctica de la
Geografía General
de Carreras Candi, representativa de la mentalidad
geográfica de comienzos
de siglo, a una temática demasiado especializada, sin
ningún tipo
de obras intermedias que favorezcan una mínima continuidad
metodológica
y una evolución de los contenidos temáticos sin
sobresaltos. Las negativas
consecuencias de esa ruptura histórica, sobre todo la
carencia de
síntesis intermedias de proyección regional y de
orientación posibilista, se
advierten ahora en la abundancia de vaguedades y simplezas
que contienen
muchas de las obras generales de Geografía vasca, que se
editan pensando
en el mercado que supone una burguesía muy poco exigente
con la
calidad científica de los libros que adquiere, y cuyo
único fin parece ser el
enriquecimiento del negocio editorial.
3. Las consecuencias más graves de dicha precariedad
geográfica, aunque
afectan a la propia comunidad incipiente de geógrafos
vascos, dificultando su profesionalización;
perjudican también, en gran medida, a toda la cultura y a
toda la
sociedad de Euskal Herria, que padece todavía una
inexplicable indefinición territorial
que impide la identificación colectiva del hombre vasco
con su propio medio
geográfico y que facilita la generalización del caos y de
la anarquía urbanísticas
por la falta de coherencia teórica y científica en la
mayoría de los planes de ordenación
territorial.
(19) Nos referimos a algunas tesis doctorales ya clásicas
referidas a Navarra, como, por
ejemplo, las siguientes: FLORISTAN SAMAMES, A.
«La Ribera Tudelana de
Navarra». Inst.
«Príncipe de Viana». C.S.I.C. Zaragoza, 1911; MENSUA
FERNANDEZ, S. «La
Navarra Media
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Diputación Foral de Navarra y
C.S.I.C. Zaragoza, 1960; TORRES
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«La
Navarra
Húmeda del Noroeste.
Estudio geográfico de la ganadería,,.
«Patronato
Alonso de Herrera». C.S.I.C. Madrid, 1971.
4. A pesar de este panorama actual tan sombrío, en los
últimos años, se empiezan
a advertir síntomas muy positivos que anuncian un
despertar esperanzador
de la Geografía vasca, que se sacude de las anteriores
inercias que la tenían anquilosada.
El comienzo de la institucionalización universitaria de
dicha ciencia, aunque
éste sea todavía un proceso muy incompleto; la
planificación reciente de
proyectos autóctonos de coordinación y de expresión
geográficas, como es el caso
de INGEBA. y de su revista Lurralde, aun contando con
sus evidentes limitaciones
; y el incremento cuantitativo y el desarrollo cualitativo
de la producción bibliográfica
y de la actividad investigadora, constituyen todos ellos
factores de evidente
progreso, y motivos racionales de optimismo.
5. Dicho progreso supone, naturalmente, la duplicidad, y
hasta la variedad
de métodos de análisis, de temáticas diferentes y de
opciones sociopolíticas, a las
que antes se aludía. Se trata de una situación de crisis,
en su significado de modificación
y de cambio, que hay que asimilar colectivamente mediante
un debate sin
ningún tipo de exclusiones ni de dogmatismos. La ocasión
para ello es todavía
muy oportuna y propicia ya que, en general, las posiciones
no están todavía definitivamente
tomadas y, desde luego, no son inamovibles. Aún es posible
la convivencia
y la buena vecindad en la joven comunidad científica de
geógrafos vascos
y, si todos los profesionales de esta ciencia estamos
dispuestos a un diálogo mutuo
y respetuoso, seremos capaces de ofrecer un valioso
testimonio de servicio intelectual
a nuestra sociedad y una contribución inapreciable al
desarrollo integral de la
cultura de Euskal Herria.
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San Sebastián y su área
periférica. Tesis
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El modelo urbano y la
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Crecimiento económico y
transformaciones de la industria en el
Valle del Deva (Guipúzcoa). La organización de un espacio
geográfico a partir de sus
estructuras industriales.
Tesis doctoral inédita.
Universidad de Valladolid, 1976. Una
pequeña parte de esta investigación ha sido publicada con
el título de Las
transformaciones
derivadas de un proceso de descongestión industrial: la
organización del espacio en
Eibar y su comarca,
en «Ciudad e Industria». IV
Coloquio Español de Geografía.Oviedo, 1977, pp. 397-412.
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Vitoria: transformación
y cambio de un
espacio
urbano.
Rev. Lurralde n.º 5. San
Sebastián, 1982, pp. 307-313. Este artículo
constituye un breve resumen de la Tesis doctoral del autor
titulada:
Vitoria: estudio
geográfico
de la ciudad española de
mayor evolución entre 1910 y 1975.
Universidad
Complutense de Madrid, 1980.
2.º Otros estudios de interés para la Geografía Urbana
60. ARPAL, J. y MINONDO, A.
El Bilbao de la
industrialización: una ciudad para una
élite.
Rev. SAIOAK, n.º 2. San Sebastián, 1975, pp. 30-68.
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Grupo Dr.
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pp.
NOTAS
(1) Consultar, por ejemplo, las
publicaciones de M. FERRER REGALES y A. PRECEDO LEDO, (26, 27, 30).
(2) CAPEL SAEZ, H.
Institucionalización de
la Geografía y estrategias de la comunidad científica
de geógrafos,
I y II. Rev. «Geo-crítica» n.º 8 y
9. Barcelona, marzo y mayo de 1977. Del
mismo autor:
Filosofía y ciencia en
la Geografía contemporánea. Una introducción a la Geografía.
Ed.
Barcanova. Barcelona, 1981. SANCHEZ, Francisca.
El acceso al profesorado
en la Geografía española
(1940-1979).
Rev. «Geo-crítica» n.º 32.
Barcelona, marzo de 1981, pp. 5-8.
(3) VILA VALENTÍ, J.
Perspectivas de la
Geografía en España y Portugal: Enseñanza, investigación
y problemas profesionales. I
Coloquio Ibérico de Geografía. Ed.
Universidad de Salamanca,
1981, pp. 15-22.
(4) AZAOLA, J.M.
Vasconia y su destino.
Tomo I. Vol. I
1º. La regionalización
de España.Ed. Revista de Occidente. Madrid, 1972, pp. 23-30.
(5) VILA VALENTÍ, J. y BATALLÉ, D.
Tesis de licenciatura y
Tesis de doctorado
presentadas
en el departamento de Geografía de la Universidad de
Barcelona (1967-1978),
en «Revista de Geografía
». Departamento de Geografía de la Universidad de
Barcelona. Vols. XII-XIII. Enero-diciembre
de 1978 y 1979, pp. 93-104 y 133-154.
(6) LEFEBVRE,
Th. Les modes de vie
dans les Pyrénées Atlantiques Orientales.
Ed. Armand
Colin. París, 1933. HAZERA, J.
La région de Bilbao et
son arriére-pays Etude géomorphologique.
Real
Sociedad Vascongada de Amigos del País. San Sebastián,
1968.
(7) NICOLAS, Georges.
Paul Vidal de la Blache
entre
la Filosofía francesa y
la Geografía
alemana. Rev. «Geo-crítica», n,º 35. Barcelona, septiembre
de 1981.
(8) Pueden consultarse algunos de los trabajos de Pierre LAMARE o de Jean SERMET. Citamos
algunos de los más significativos en este sentido, a
título de ejemplo: De P. LAMARE,
Milieu phiysique et condition humaine en Pays Busque.
Munibe, T. VI. San
Sebastián, 1954, pp. 70-
81, De J. SERMET,
La personalité et les
limites géographiques du Pays Basque
Espagnol. Annales du
Midi, n.º 34, en homenaje al Prof. Galabert. Año 1956, pp.
339-374.
(9) ELORZA, Antonio.
Ideologías del
Nacionalismo Vasco. Ed.
Haramburu. San Sebastián,
1978, p. 131.
(10) CARO BAROJA, J.
Introducción a la
Historia social y económica del Pueblo Vasco.
«Estudios
Vascos VI». Ed. Txertoa. San Sebastián, 1974, pp. 9-21.
(11) CLEMENTE, Enrique.
País Vasco, País
Vasconavarro, en «La
Región y la Geografía
Española». Asociación de Geógrafos Españoles. Valladolid,
1980, pp. 127-141
(12) Algunos datos y comentarios interesantes sobre la
reciente historia de la Geografía
universitaria en España, pueden consultarse en los
siguientes números de la Revista «Geo-crítica»:
n.º 1.
La Geografía española
tras la guerra civil.
De H. Capel Saez. Barcelona, enero de
1976.
n.º 32.
El acceso al profesorado
en la Geografía española (1940-1979).
De Francisca
Sánchez. Barcelona. marzo de 1981.
(13) Casas Torres y Abascal Garayoa lo indican
expresamente al afirmar, en 1948: «Por
otra parte, en el laboratorio de Geografía de la
Universidad de Zaragoza hace tiempo que se trabaja
en temas navarros: las tesis doctorales en preparación y
los trabajos que en él se elaboran han
dado lugar a numerosas excursiones por tierras y campos de
Navarra, y la Institución “Príncipe de
Viana” ha facilitado, en muchas ocasiones, los vehículos y
los medios necesarios para su realización
» (12, pag, 18).
(14) Los datos generales referentes al proceso histórico
de urbanización del País Vasco
pueden consultarse en algunas obras incluidas en el
apéndice bibliográfico. (66, 67, 70, 72).
(15) Los propios autores reconocen
(12, pag 11) que se
inspiran directamente, para su delimitación
comarcal de Navarra, en el método de trabajo empleado por
Pau Vila en Cataluña. (GENERALITAT
DE CATALUNYA:
«División Territorial,
Estudis i projectes;
Nomenclator de
Municipis. Barcelona, 1933. GENERALITAT DE CATALUNYA,
CONSELLERIA DE
ECONOMIA:
«La Divisió Territorial
de Catalunya».
Barcelona, 1937). La originalidad metodológica
del geógrafo catalán citado es indudable, sobre todo, si
se tiene en cuenta que sus estudios
son exactamente contemporáneos de la primera edición
alemana de la obra clásica de W. Christaller
(«Die Zentralen Orté in Süddentschland»
Jena, 1933). Además, no hay que
olvidar que la divulgación
europea de esta obra sólo tiene lugar más tarde con las
sucesivas traducciones al inglés,
—microfilmada la de 1957 y editada la de 1966—, realizadas
por C.W. Baskin.
(16) BLANCHARD, R.
«Grenoble, étude de
Geographie Urbaine».
París, 1911.
(17) La incorporación de este último geógrafo a la
investigación urbana sobre el País
Vasco, aunque no va a tener continuidad ni es comparable
con la decisiva influencia de Casas Torres,
sí tiene, en cambio, un indudable valor testimonial. Se
trata del otro maestro indiscutible de la
Geografía española de postguerra, como lo demuestra el
actual reconocimiento público que, en
estricta justicia, se está haciendo de su gigantesca labor
científica. No hay que olvidar, tampoco,
que, además del trabajo que aquí se cita, el profesor
Terán tuvo una participación muy activa en el
asesoramiento geográfico de la primera información
urbanística del Gran Bilbao, a finales de los
años cuarenta, y que algunas de las síntesis más lúcidas
de la Geografía del País Vasco, incluidas
en los manuales generales de Geografía de España, son obra
suya.
(18) BEAUJEU-GARNIER, J. y CHABOT,
G. «Tratado de Geografía
Urbana». Ed. Vicens-
Vives. Barcelona, 1970, pp. 565-576.
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