Lurralde :inv. espac. N. 4 (1981) p. 123-126 ISSN 1697-3070

 

LOCALIZACION DE LA POBLACION ACTIVA INDUSTRIAL EN EL PAIS VASCO

 

 

 

© Pablo BECERRA ITURGAIZ

 

 

 

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Para conocer con el mayor número de matices la localización del hecho industrial en el espacio geográfico vasco es imperativo que recabemos la información que nos aporta el estudio de dos importantes factores estrechamente vinculados entre sí: la ubicación y el tamaño de los establecimientos industriales y la localización de la mano de obra empleada en todas aquellas actividades relacionadas 'con el sector secundario. Es a este segundo concepto al que ahora le dedicaremos nuestra atención, marginando por el momento las repercusiones espaciales del primero.

Como base científica de dicho análisis he utilizado los datos relativos a este tema que, a nivel municipal, existen en los Bancos de Datos de las Diputaciones Provinciales respectivas y en el INSEE, organismo estadístico competente en el Estado Francés, correspondientes todo ellos al año 1975.

Ante la imposibilidad de expresar la mayor parte de los datos obtenidos en términos absolutos. dada la multiplicidad de fuentes consultadas, nos hemos visto obligados a transformarlos en cifras relativas, que, aunque desvirtúan en un cierto margen la situación real del tema que traten. por el contrario. nos permiten cotejar constantemente las diferentes situaciones que se planteen en cada uno de los municipios o comunas.

La primera característica que se percibe al introducirnos en el tema es el alto grado de concentración espacial que presenta la mano de obra industrial vasca. En efecto. es en Vizcaya y sobre todo en Guipúzcoa donde proliferan masivamente los municipios de clara vocación industrial (aquéllos que poseen un índice de actividad secundaria superior al 50%). situación que contrasta diametralmente con el laxo panorama que en este sentido registran el resto de las provincias. No obstante, es preciso efectuar algunas matizaciones sobre esta vinculación, dado que. a pesar de que en ambas provincias la actividad industrial está fuertemente arraigada. la localización de la población activa empleada en la misma responde en una y en otra a modelos divergentes.

 

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Por un lado, Vizcaya, condicionada excepcionalmente por los factores físicos, aglutina casi la totalidad de su potencial laboral industrial en una estrecha franja que sin solución de continuidad se extiende desde la cabecera del río Ibaizábal (Elorrio, Zaldíbar, Abadiano, etc...) hasta el extremo occidental de la margen izquierda de la ría bilbaína (Musques, Abanto y Ciervana, Santurce-Ortuella, etc...), sin olvidar los dos apéndices que se prolongan por el fondo de los valles de Cadagua (Valmaseda, Zalla, Güeñes, etc...) y del Nervión (Arrigorriaga, Arrancudiaga, MiravaIles, etc...) este último sobrepasando los límites provinciales y absorbiendo a los principales municipios alaveses drenados por dicho río (Oquendo, Llodio, Amurrio, etc...).

Por otro lado, Guipúzcoa presenta un particular modelo de localización, cuya característica estructural más importante es la elevada dispersión del activo industrial por casi toda la provincia. Efectivamente, salvo las dos localidades específica mente terciarias (San Sebastián y Fuenterrabía) y los escasos núcleos primarios (Guetaria, Aya, Regil, Beizama, Abalcisqueta, etc...) el resto de los municipios emplean en la industria porcentajes de población activa siempre superiores al 40%. Esta misma tesis se hace patente si sometemos el tema a un análisis comarcal. El A.A.M.M. de San Sebastián y las comarcas del Alto y Medio Deva (Mondragón, Vergara, Eibar; Elgoibar) se constituyen en las dos principales áreas industriales de la provincia, puesto que absorben el 30 y el 27% respectivamente del empleo secundario total. De segunda categoría podemos clasificar a las comarcas del Goierri y Oria Medio, que, en torno a los focos de Beasain y Tolosa aportan un 18%, y el Valle del Urola que centrado en Zumarraga y Azpeitia contribuyen en un 15%.

Este modelo de localización laboral se mantiene en general constreñido dentro de los límites provinciales, distinguiendo así eJ fenómeno guipuzcoano en comparación no sólo de los del resto del País Vasco sino también de los presentados por cualquier otra provincia del Estado. Sin embargo, en las últimas décadas y en función del crecimiento económico experimentado, estos grandes núcleos fabriles han ido incrementando paulatinamente su perímetro y en algunos casos han «colonizado» ciertas áreas de las provincias vecinas. Ejemplo válido de este proceso lo representa la comarca Navarra de la Barranca (Aisasua, EcharriAranaz, Araquil, etc...), beneficiada tanto por su proximidad a los centros fabriles del Goierri como por desempeñar un papel de primer orden como encrucijada de importantes vías de comunicación.

En las dos provincias más meridionales, el capital humano empleado en el sector secundario tiende preferentemente a polarizarse en torno a las grandes áreas metropolitanas de Vitoria, Pamplona y Logroño, y de manera especial en sus municipios marginales que, salvo en el caso especial de la capital alavesa, son los que albergan la mayoría de los barrios dormitorios y la infraestructura industrial. Este hecho explica que términos como los navarros de Huarte, Villaba, Ansoain, Galar, Elorz y Tiebas, y alaveses como Oyón, registren porcentajes de mano de obra industrial superiores a 60%. Exceptuando estos tres focos, sólo las localidades que, a tenor de una política indicativa, se han visto favorecidos por la instalación en sus proximidades de polígonos industriales, consiguen alcanzar considerables niveles relativos de empleo secundario.

 

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Dentro de este contexto, podemos incluir a Salvatierra, Villarreal y Alegría en Alava, y a Tafalla, Tudela, Aoiz, Sangüesa, Estella, Villatuerta, Oroz-Betelu, Lóngida, etc. en Navarra.

No obstante, el máximo grado de concentración laboral nos lo ofrece el País Vasco Continental, ya que sólo el litoral labortano emplea el 90,7% de la mano de obra industrial total. Esta aglomeración costera gira alrededor de los polígonos de Hendaya y Bayona, irradiando su influencia transformadora a las comunas próximas (Biriatou, Saint Martín de Irube, Urrugne, Ciboure, etc...). El resto del país participa de un profundo ambiente de ruralización y al mismo tiempo sufre las secuelas de una permanente hemorragia demográfica, factores ambos que ostaculizan la consecución de un mayor equilibrio en la distribución de la población activa por los distintos sectores económicos.

Otro aspecto que se deduce del análisis espacial de este contingente laboral es la peculiar especialización funcional que han adoptado cada una de las capitales provinciales. En este sentido, distinguiremos tres grupos claramente contrapuestos.

El primer grupo está representado por Vitoria, que, al albergar dentro de su término municipal la totalidad de las instalaciones industriales y sobre todo los barrios obreros de su área urbana se constituye la capital vasca que emplea el más alto porcentaje de mano de obra en actividades relacionadas con el sector secundario (59,4%). Este hecho, le confiere el carácter de ciudad eminentemente industrial como función especializada de la misma.

En el segundo, podemos englobar a Bilbao ya Pamplona, ciudades que presentan unos índices de actividad por sectores más equilibrados que en el caso anterior. Se trata de capitales que, al constituirse en sendos centros de importantes áreas metropolitanas y poseer municipios no excesivamente extensos, han tenido que recurrir a los términos colindantes para que sean éstos los que acojan gran parte de los polígonos industriales y los núcleos de residencia obrera. La desviación de estas competencias hacia el extrarradio metropolitano permite que el municipio central incremente su índice de actividad terciaria a expensas del porcentaje de actividad industrial (Bilbao: 47,1%; Pamplona:

44,5%). San Sebastián y Bayona quedan incluidos en el tercer grupo como capitales promotoras de la máxima especialización funcional aplicada a todos los municipios que constituyen sus respectivas áreas metropolitanas. Este afinamiento pone de relieve la dicotomía entre ciudades centrales, especifica mente utilizadas para acoger los barrios residenciales de clase media y para satisfacer la demanda de todo tipo de servicios y un amplio cinturón industrial que enmarca a la unidad anterior y que se extiende por los municipios marginales del conjunto urbano. Tal vez el mejor exponente de esta diversificación funcional sea el área metropolitana de San Sebastián, cuyo centro, que registra un índice de actividad industrial del 38,3%, está delimitado por una serie de núcleos periféricos que en casi todos los casos supera el 60% (Lezo: 63,6%; Rentería: 60,1%; Hernani: 64,7%; Usurbil: 71,0%; Urnieta: 73,0%; Pasajes: 45,5%).

 

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