Lurralde :inv. espac. N. 4 (1981) p. 93-95 ISSN 1697-3070

 

LA ACTIVIDAD AGROPECUARIA EN EL PAIS VASCO CONTINENTAL:

ANAOLOGÍA Y DIFERENCIAS CON LAS PROVINCIAS DE GUIPUZCOA Y  VIZCAYA 

 

© Alejandro CENDRERO IRAOLA

 

 

 

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Este breve estudio sobre algunos aspectos agropecuarios del País Vasco Continental surgió a raíz de la elaboración de los capítulos referentes a tal actividad. publicados en la Colección «Geografía de Euskal Herría» de la Editorial Haranburu, ya que tuve la oportunidad de acceder a una valiosa información referente a esta parte de nuestro País de la mano de Dominique Davant, ingeniero agrónomo. Posteriormente la redacción del apartado sobre agricultura y ganadería dentro de la serie «Los Vascos y su medio», de la misma editorial. puso de manifiesto esta comparación entre cinco provincias vascas incluidas dentro de un mismo medio bioclimático sobre el que distintas orientaciones económicas y políticas han configurado la diversidad. También quisiera con este pequeño artículo matizar las diferencias que se suscitan en las tres provincias norteñas. puesto que generalmente suelen considerarse como un bloque, por lo demás, escasamente conocido.

Antes de comenzar fijaremos la distinción en el País Vasco continental de cuatro espacios agrarios: la Costa, las Colinas, la Montaña y el Bajo-Adour, utilizada para sus estudios por la cooperativa Lur Berri. La división se ajusta con mayor adecuación a la realidad agropecuaria del País, que la tradicional diferenciación en tres provincias históricas, al basarse fundamentalmente en criterios económicos y físicos. Sin embargo. la Administración (INSEE) tan solo distingue tres espacios agropecuarios: Costa. Colinas y Montaña. La Costa comprende la totalidad del Laburdi costero (cantones de Hendaya. St. Jean de luz, Biarritz. Anglet y Bayona) más una porción del cantón de Ustariz. Las Colinas se extienden desde los cantones de Espelette, Hasparren, y Ustariz hasta Mauleón en Zuberoa, pasando por Labastide-Clairence, Iholdy y St. Palais. La Montaña abarca la Alta Zuberoa y la Alta Benabarra, esto es, los cantones de Tardets, Baigorry y St. Jean Pied de Port. El Bajo Adour se centra en el cantón de Bidache y está complementado con porciones de Labastide Clairence y Bayona, incluyendose esta división en el área de Colinas para la administración.

 

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A primera vista y en líneas generales resaltan las similitudes entre estas cinco provincias vascas. Idéntica dedicación ganadera, adecuada al medio geográfico; el caserío como eje ordenador del espacio agrario; gama de cultivos semejantes, las mismas dificultades para la mecanización por abundancia de parcelas en pendiente y la reducida dimensión de las explotaciones; y, en general, los problemas propios de una estructura agraria en crisis: éxodo rural, baja rentabilidad, especulación del suelo, desatención por parte de la Administración... etc. Sin embargo los contrastes, las diferencias en cuanto a la dedicación ganadera, y las variaciones de estructura agropecuaria no tardan en hacerse patentes.

En primer lugar prestamos atención a las desigualdades en cuanto a la extensión superficial de ambas partes del País, ya que estas condicionan las posibilidades del agro. Así, mientras las tres provincias continentales suman las 296.200 has. de superficie geográfica total, Guipúzcoa y Vizcaya alcanzan 420.300 has. La diferencia es por tanto notable ya que presenta un saldo positivo de 124.000 has. a favor de las dos provincias peninsulares. Por el contrario si examinamos los censos agrarios de 1970, para el País Vasco Continental, y 1969, en el caso de Guipúzcoa y Vizcaya (1), podemos apreciar como el porcentaje de tierra laborada respecto a la superficie total da u n resultado favorable a las tres provincias norteñas. En efecto estas contaban con 34.928 has. en cultivo, es decir el 11,7% mientras que Guipúzcoa y Vizcaya sumaban 43.700 has., el 10,3% sobre el total de has.

La estructura agraria de las cinco provincias se aproxima por un preocupante minifundismo, herencia de una configuración agraria tradicional. Sin embargo el fenómeno es más grave en las provincias peninsulares que en las continentales. En el año 19761as 120.000 has. de superficie agraria útil (S.A.U.) contabilizadas en el País Vasco Continental se repartían, entre el número total de explotaciones, en una media de 15 has. En Vizcaya para el mismo año las cifras eran de 5 a 7 has. por explotación. Sin embargo la media para las provincias norteñas no tiene en modo alguno carácter homogéneo y desciende a 8 has en la Costa, para aumentar hasta 16 en la Montaña. La estructura minifundista no se refiere únicamente a las escasas tierras de que dispone cada explotación, sino que además se extiende al número de cabezas de ganado. En el País Vasco Continental se registraban en 1976 entre 8 y 9 cabezas por explotación, sin grandes variaciones por área. En Guipúzcoa y Vizcaya, según M. Etxezarreta (2), el 88% de las explotaciones contaban con menos de 10 cabezas en el año 1975.

Los problemas relativos a la escasa rentabilidad de las explotaciones no son solo achacables a la desatención que padece el agro en la estruc-

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tura económica de las cinco provincias sino también derivan de la propia estructura minifundista planteada, que obstaculiza la planificación, hoy por hoy. escasamente desarrollada. La gestión de un reducido número de cabezas de vacuno se traduce en una baja productividad que apenas admite la comparación con las modernas explotaciones de la Europa Comunitaria. En 1976 Guipúzcoa y Vizcaya producían alrededor de 4.900 litros de leche por ha., el País Vasco Continental unos 5.000 litros, mientras que el Alto Bravante (Holanda) superaba los 18.000 litros por ha. y Bretaña (Francia) alcanzaba los 9.666 litros.

Por lo que se refiere a la Administración en ambas partes del País se sufre un mismo mal: la especulación del suelo agrícola en manos de la propiedad privada. Este provoca la escalada de unos precios desorbitados que impiden la ampliación de las explotaciones. estancando al capital agrario en la irrentabilidad. En este sentido el turismo ha constituido un factor negativo para el campo puesto que promociona la adquisición de tierras para la construcción de residencias secundarias. Todavía queda por realizar una diferenciación entre el suelo urbano industrial y el propiamente agrario en las cinco provincias a examen.

La baja rentabilidad de la actividad agropecuaria contribuye al éxodo rural y general, la dedicación a tiempo parcial y el envejecimiento de los jefes de las explotaciones, que, a su vez, actúan negativamente para la modernización del agro. Como en caso del minifundio, el éxodo rural es más preocupante en las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, donde la población activa empleada en el sector primario era del 5,7% y 4.4% en 1975, respectivamente. El País Vasco Continental conservaba un 13,7% ese mismo año. Por otro lado en las provincias peninsulares el descenso del número de explotaciones vuelve a ser mayor que en las continentales. Así en el periodo 1962-1972 Guipúzcoa y Vizcaya perdieron un 34% y un 26% de sus explotaciones, respectivamente. mientras que el descenso fue para el País Vasco Continental del 30,9%. pero en el doble de tiempo. 1955-1976. Nuevamente surgen diferencias en las provincias norteñas por áreas agrarias. En la Montaña solo disminuyeron las explotaciones en un 23%, revelándose como el área donde más se ha conservado el caserío hasta el momento, mientras que en el Bajo Adour las pérdidas alcanzaron el 41 %.

Las técnicas agropecuarias modernas han tardado más tiempo en extenderse en el País Vasco Continental que por las provincias peninsulares. Paradójicamente es aquella parte del País la que disfruta de un mayor número de tractores por ha. En 1970 mientras las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya contaban con 44 y 51 has por tractor, el País Vasco Continental reducía esta media a 8,3 has. (3). A primera vista puede parecer que en el último se da un sobreequipamiento, sin embargo hay que tener en cuenta que el tractor no solo se emplea en las tierras de

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labor sino también, en la landa, cuya explotación ha cobrado un nuevo impulso a partir de 1960, bajo la iniciativa de la cooperativa Lur Berri. El número más elevado de tractores se localiza en las Colinas y en el BajoAdour (Bidache-St. Palais), mientras el más bajo se da en la Montaña, siempre más atrasada.

La incorporación de las modernas técnicas han terminado por transformar los sistemas de cultivo tradicionales, siempre en mayor grado en el País Vasco Continental. La rotación de cultivos ha disminuido grandemente por efecto del monocultivo especializado y solo se mantiene en parcelas dedicadas a trigo o cebada. A la vez han desaparecido los cultivos asociados al maíz (alubias y calabazas) a consecuencia del empleo de desherbantes químicos. En las provincias peninsulares, por el contrario, se conservan tanto las rotaciones (maíz-nabo-forrajeras) como las asociaciones tradicionales, en mayor medida.

En ambas partes del País el empleo del estiércol como base del abonado ha sido revalorizado frente a los elevados precios que alcanzan los fertilizantes químicos y aprovechando la abundancia de abono orgánico disponible por la estabulación del ganado. De esta manera el agricultor-ganadero prefiere invertir su dinero en la adquisición de piensos compuestos y forrajes, que a la larga van a producirle abono ya la vez mejoran la alimentación del ganado.

Otra característica común importante es la elección de una gama de cultivos semejante, dedicados a la alimentación del ganado, y complementariamente la producción de hortalizas, a menor escala. Esta orientación semejante tiene sus variaciones tanto por provincias como por áreas agrícolas. En Guipúzcoa y Vizcaya destacan, en primer lugar, las plantas forrajeras (trébol, veza, alfalfa...) a continuación las hortalizas y, a mayor distancia, el maíz y las patatas. En las tres provincias continentales el maíz ocupa el primer puesto en la dedicación superficial, puesto que ha experimentado un gran desarrollo. Le siguen la cebada, el trigo y, a mucha distancia, la vid.

Las plantas forrajeras específicas distinguen, por tanto, a ambas partes del País. El papel muy secundario que representa en las tres provincias continentales es fácilmente explicable por la conservación de grandes extensiones de landas y praderas, que no han sido ocupadas como en las provincias peninsulares, por repoblaciones de insignis. A pesar de un cierto abonado de las praderas que, como tantas otras mejoras, comenzó a practicarse a partir de 1960, todavía se conservan técnicas tradicionales para el mantenimiento de los pastos, como el ramoneo o el incendio constituyendo un considerable desperdicio agrícola, dado su carácter extensivo. El mantenimiento de estas grandes extensiones de pastizal, todas ellas susceptibles de utilización agraria con mayores rendimientos forrajeros, ha sido favorecida por la conservación de la propiedad comunal (facerías y sindicatos de valle) que en las provincias peninsulares no tiene sino carácter residual.

Cabe llamar la atención también sobre la persistencia en el País Vasco Continental de cultivos tradicionales como el trigo o la vid. Esta también se halla presente en las dos provincias peninsulares, pero en el

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caso de las norteñas se asiste a un proteccionismo y desarrollo en sistema cooperativo, como veremos más adelante.

En 1976 se cultivaron en el País Vasco Continental 16.400 has de maíz. frente a l¡:1s 2.500 sembradas en Guipúzcoa y Vizcaya. Este contraste tan acentuado se hace todavía mayor si tenemos en cuenta las diferencias en extensión superficial, anteriormente aludidas. En ambas partes del País se viene observando un descenso de la tierra cultivada dedicada al maíz, aunque las pérdidas sean infinitamente superiores para las provincias peninsulares. La disminución ha sido del 50% para estas ya que en 1971 se contaron 5.000 has, mientras que en las provincias norteñas de las 18.400 has sembradas en 1970 se perdieron, en 1976, el 10,8%. En relación a la tierra laborada de 1970 la superficie dedicada al maíz representaba el 52,6% del total para el País Vasco Continental y solo un 11,4% para Guipúzcoa y Vizcaya.

El destino de este maíz es, en las provincias peninsulares, del autoconsumo en la propia explotación. En el País Vasco Continental la mayor parte de la producción conoce también el mismo destino, puesto que solo entra en los canales de comercialización el 38% de la cosecha total, en su mayoría procedente del Bajo Adour y de la porción septentrional de las Colinas que linda con aquel.

Falta por señalar otra diferencia para el cultivo del maíz entre las dos partes del País. En el País Vasco Continental una parte del maíz cultivado se destina a la multiplicación de semillas para la consecución de variedades híbridas destinadas a la venta. Se trata de un negocio altamente rentable, promocionado por Lur Berri, pero en manos de solo unos pocos propietarios y sin perspectivas de ampliación al depender directamente de una demanda controlada. En 1976 se registraban unas 1.300 has localizadas en torno a St. Palais. donde se asiste a una agricultura más avanzada. La producción de este tipo de maíz sumó en el mismo año 4.600 tn., de las cuales el 70% procedían de Lur Berri (3.200 tn).

El resto de los cereales no tiene ninguna Importancia en Guipúzcoa y .Vizcaya. pero no ocurre así en el País Vasco Continental. En 1976 se sembraron en esta parte del País 1.700 has de trigo. la mayoría ubicadas en las Colinas. y 1.400 has de cebada. En las provincias peninsulares únicamente se registraron. el mismo año. 10 has de trigo. localizadas en Vizcaya.

El cultivo de la vid en el País Vasco Continental sobrepasa el doble de las has. dedicadas al mismo en las provincias peninsulares. Así, en estas, solo se sumaban 40 has. en 1976, en continuo descenso, mientras que en las provincias norteñas se contabilizaron unas 100. aproximadamente, localizadas en torno a Irouleguy (Montaña-Benabarra). La viticultura de las provincias continentales se encuentra debidamente protegida por una denominación de origen (desde 1954) que. manteniendo un control de calidad. asegura la comercialización de los caldos, y se organiza en torno a la Cava Cooperativa de Irouleguy, fundada en 1943. Por el contrario las viñas localizadas en Guetaria (Guipúzcoa) y Baquio (Vizcaya) producen únicamente vinos denominados «de tierra» que, al

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no estar respaldados por una denominación de origen, tienen limitado su desarrollo y comercialización, sobre todo de cara al extranjero.

Respecto a la estructura ganadera, ambas partes del País tienen como especie más productiva al ganado vacuno, pero en las provincias continentales el ovino aún mantiene una importancia relativa, que aumenta a medida que nos acercamos al Pirineo. Este último aspecto, no compartido en absoluto por las provincias peninsulares, queda de manifiesto a primera vista por comparación de los censos ganaderos. Frente a 61.000 cabezas de vacuno en 1976, se contabilizaron 265.000 ovejas, las cuales representaron el 28,9% de la Cabaña total del País Vasco. La cabaña de ovino perteneciente al País Vasco Continental es de tal envergadura, en relación a lo exiguo de su territorio, que supera ampliamente a todas las demás provincias vascas por separado, si exceptuamos a Navarra.

El ganado vacuno alcanzaba en Guipúzcoa y Vizcaya las 129.607 cabezas en 1976, superando ampliamente a la cabaña continental. En ambos casos es predominante la dedicación cárnica sobre la lechera, aunque este último sector productivo revista mayor importancia en las provincias peninsulares. Las diferencias de producción son, lógicamente, proporcionales al número de cabezas que ambas partes poseen: 34.687 tn. de carne Guipúzcoa y Vizcaya, y 5.100 tm. el País Vasco Continental, en 1976. La leche producida en el mismo año por esta parte del País fue de únicamente 57.500 miles de litros, frente a los 287.355 miles de litros que aportaron Guipúzcoa y Vizcaya.

A diferencia de las provincias peninsulares, donde se aprecia de un tiempo a esta parte una disminución de la cabaña, parejo al de la tierra labrada, en el País Vasco Continental se experimenta un aumento, con balance favorable a las vacas lecheras. Respecto a 1970, en 1976 se registró un aumento de117% para las vacas lecheras y un 14% para las cabezas de dedicación cárnica.

Las razas de vacuno más abundantes en cada parte del País también varían. En las provincias peninsulares destacan las razas pardo-alpina y frisona, dedicándose esta última a la producción de leche, En el País Vasco Continental, por el contrario, se conserva la vieja raza pirenaica (borde des Pyrennes), de origen autóctono, mestizada, en este siglo para la mejora de la carne con la raza garonesa. Unicamente en los alerrededores de Bayona se encuentran vacas frisonas que no pueden competir en número con las anteriores.

En cuanto a la distribución del ganado vacuno vuelve a mostrarse la heterogeneidad que venimos contemplando para las distintas áreas del País Vasco Continental. El vacuno de dedicación lechera se concentra en la Costa, mientras que, el dirigido hacia la obtención de carne, lo hace en el resto del País con notables diferencias. En las Colinas se centra el mayor desarrollo de esta especie ganadera, ya que a ella se dedican el 90% de las explotaciones. En el Bajo Adour se localizan las mayores explotaciones por número de cabezas, mientras que en la Montaña se ubican las más pequeñas.

 

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En Guipúzcoa y Vizcaya se contaban en 1976 un total de 77.027 cabezas de ovino, revelando de esta manera la importancia secundaria que la gestión de estos rebaños reviste para la ganadería de estas dos provincias. Sin embargo, su producción cárnica es siempre superior a la de las provincias continentales, dado que estas basan su explotación en la producción de leche. Esta se encuentra monopolizada desde los años 50 por la Societé Roquefort para la confección de sus renombrados quesos, y asegura al ganado una ganancias estables y comodidad, al subir para la recogida a la propia explotación o a las majadas. Ningún intento similar se registra en las provincias peninsulares, si bien esto tiene la ventaja de que con la leche se pueden elaborar quesos del País. Sin embargo a partir de 1970 esta estructura comercial del País Vasco Continental ha comenzado a transformarse. La Societé Roquefort restringe el volumen de sus adquisiciones paulatinamente y comienza a cerrar las factorías que salpicaban la Montaña, para concentrar su disminuida actividad en Larceveau (Benabarra). De esta manera, de controlar el 82% de la producción ha pasado al 60%, haciendo frente a la crisis que padece. En la actualidad queda mayor proporción de leche para la elaboración de quesos del País, pero inevitablemente surgen problemas en cuanto a la comercialización y ha desaparecido la seguridad de los ingresos.

Por lo que respecta al ganado porcino, puede resumirse la situación señalando el retraso considerable que ha experimentado la introducción de la cría industrial en el País Vasco Continental tal respecto a las provincias peninsulares y que, esta especie ganadera en explotación moderna tiende a concentrarse en las Colinas.

Para terminar, desde el punto de vista de la rentabilidad, en el País Vasco Continental, según D. Davant, se colocan en los tres primeros puestos y, por este orden, el cultivo del maíz-semilla, la leche de oveja y la leche de vaca. En Guipúzcoa y Vizcaya, por el contrario, la dedicación más rentable es la del vacuno de leche y carne, ya continuación, las hortalizas.

A modo de conclusión, podemos destacar la homogeneidad que se manifiesta en la estructura agropecuaria de Guipúzcoa y Vizcaya frente a la disparidad del País Vasco Continental y los contrastes que de ella derivan. Allí coexisten una alta tecnificación (cultivo del maíz-semilla, elevado índice de mecanización...) junto con prácticas arcaicas extensivas (quema de la landa...). Atendiendo a la tipología agraria señalada al comienzo de este artículo puede resumirse la diferenciación de los cuatro espacios de la siguiente manera. Por un lado, está la Costa con unos rasgos muy próximos a las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya: desarrollo del cultivo de hortalizas y del vacuno dedicado a leche, intensificación de cultivos, estabulación permanente, extraordinario minifundismo e importancia de la dedicación a tiempo parcial. Por el otro, se encuentra el interior en el que :Se distinguen dos grupos: el Bajo Adour y Colinas, y Montaña. En este último se aprecia un estancamiento mayor tanto en los sistemas de cultivo, como en los tipos de explotación que se refleja en el ganado ovino situado en el primer plano económico. En contraste con este, las Colinas y el Bajo Adour disfrutan de una agricul-

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tura y una ganadería progresiva, capitalizada por la cooperativa Lur Berri y centrada en la producción de carne de vacuno, carne de cerdo y cereales forrajeros.

 

NOTAS(1) Los censos estadísticos que se manejarán a lo largo de este artículo pueden consultarse en «Geografia de Euskal-Herria» y en "Lo s Vascos y su medio", tomo II, publicados por la editorial Haranburu,

(2) ETXEZARRETA, M: El Caserío Vasco Fundación Iturriaga-Dañobeitia, Bilbao 1977. ron

(3) VARIOS: Situación y Perspectivas de la Economía Vasca. Caja Laboral Popular. 1980.

© ALEJANDRO CENDRERO IRAOLA, 1981 

 

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Localización de la tipología agrícola en el

País Vasco Continental

 

1 Costa / 2 Colinas / 3 Montaña

4 Bajo Adour