Lurralde :inv. espac.

N. 6 (1983)

p. 271-284

ISSN 1697-3070

LURRALDE

¿GEOGRAFÍA DE LA POBLACIÓN, CAOS METODOLÓGICO?

 

Tomás VIDAL

Casi todos los llamados científicos sociales, -entre ellos los geógrafos-, han hecho alguna vez en su vida pinitos en materia poblacional. Mapas y diagramas de carácter demográfico «alegran» con mucha frecuencia los adustos textos, y he dicho «alegran» porque es. por desgracia. frecuente que dichas imágenes ilustren poco 0.10 que es peor. confundan. Cosas que escandalizarían a muchos científicos de otras ramas del saber las hacen alegremente y con profusión muchos científicos «humanos» .Por ejemplo, en el caso de los estudios de población. es más que normal que cotejando una docena de trabajos de diferentes autores nos encontremos con que los mapas y gráficos utilizados con idéntico fin presentan similitudes poco más que casuales. Veamos lo que sucede, p.e., con las socorridas pirámides de edades. Aunque parezca imposible, la imaginación, o la falta de imaginación. de muchos autores da lugar a que esta utilísima representación gráfica de la población se nos muestre con las más pintorescas formas. Habida cuenta de ello uno se pregunta si tiene sentido perder el tiempo en hacer estos dibujitos pues. como se dice, una imagen ha de valer más de mil palabras y si esta imagen es gratuita serán precisos varios miles de palabras para enmendarla. Concretando. una pirámide de edades ha de informarnos. fundamentalmente, por su forma y para que ésta nos transmita un mensaje claro e inequívoco es indispensable que siempre sea confeccionada con una misma metodología. Es evidente, p.e., que la forma de una pirámide variará hasta el infinito si variamos las escalas, especialmente la de los contingentes (abscisas) ensanchando o estrechando su base a gusto del consumidor. Aumentando la escala basal la pirámide de la población belga puede llegar a parecerse a la de una población subdesarrollada y actuando al contrario podríamos hacer pasar a la pirámide de la población de Méjico por la de una población malthusiana. Aunque parezca imposible cosas así pasan, basta revisar algunos de los libros de temática demográfica más usados por los estudiantes universitarios. Pero, no acaban aquí los problemas. El dimensionado de las escalas es libre, ningún principio absoluto lo limita. en cambio no existe libertad en otros aspectos en los que muchos autores se la toman. Así es frecuente que trabajen con grupos de edades de distinto contenido despreciando este hecho, olímpicamente, al ajustar las «barras» correspondientes a una única escala basal, de este modo proliferan las pirámides «con sombrero»--resultado de equiparar gráficamente el grupo de edades que en las estadísticas aparecen; p.e. , como «más de 65 años» a los restantes.

Otros disparate flagrante y usual es el de representar proporcionalmente los grupos de edades usando separadamente como cifras base los totales de varones y hembras con lo cual se da la extraña paradoja matemática de que la. suma de los porcentajes da 200 en vez de 100 (1).

Otro campo paradigmático de la anarquía metodológica es el de la cartografía poblacional. Aquí es todavía más difícil encontrar dos casos realmente comparables. La máxima variedad se da en los inevitables mapas de densidad de población, -los cuales, sea dicho de paso, son de utilidad discutible, pero algo muy similar pasa con los mapas de poblamiento o con los de estructura y/o dinámica demográfica (población activa, natalidad, migraciones, etc...)

En resumen, es prácticamente imposible interpretar un mapa de estos sin una atenta lectura previa de la leyenda e incluso si ésta es coherente e inteligible no siempre alcanzamos a obtener enseñanzas útiles e inequívocas.

¿Es mucho pedir que un mapa o un gráfico poblacional pueda ser «leído» por un tercero con las mismas garantías de eficacia con que un químico lee cualquier fórmula o un geólogo un mapa litológico? .La excusa de que lo humano es muy complejo y, por tanto, no sistematizable es una falacia como mínimo en el campo demográfico donde los fenómenos se mueven dentro de límites relativamente estrechos, mensurables y repetidamente mensurados.

Hecho este preámbulo pasemos a considerar lo que se puede hacer en algunos campos importantes de la Geografía de la Población en los cuales mi modesta experiencia ha sugerido una serie de soluciones que juzgo de interés.

LOS MAPAS DE POBLAMIENTO.

La representación de la población sobre un mapa es tarea compleja. Para empezar los hombres no son representables a las escalas cartográficas habituales. Concediendo que un individuo ocupa 0,25 m2, los habitantes de una ciudad de 1.000.000 de habitantes estarían representados en un mapa a escala 1: 1.000.000 por un cuadrado de 0,5 mm. de lado y toda la población de España por otro de poco más de 3 mm. En consecuencia hay que recurrir a artificios, concretamente a sobredimensionar el volumen de la población. Habitualmente se parte del principio de igualar cierto número de habitantes a cierta superficie: p.e. 1.000 habitantes igual a un punto de 1 mm. de diámetro. Ahora bien, esta equivalencia puede no ser operativa en según que casos, concretamente en según que escalas. Por otra parte, representar ciudades millonarias y pequeños pueblos a base de puntos es, como mínimo, un gran engorro. Para evitar esto se recurre a otro principio, p.e.: .X habitantes = X superficie o volumen representado por figuras geométricas bidimensionales o tridimensionales. Así se resuelve. en parte. el problema del engorro pero no el de las diferentes situaciones y escalas y, además, .surge una nueva dificultad: la percepción humana es muy imperfecta entre áreas y volúmenes, especialmente si estos últimos aparecen representados en perspectiva sobre una superficie plana. Concretamente, ningún ojo humano capta que una esfera de 2 cms3, es exactamente el doble de grande que otra de 1 cm3, ni siquiera logra captar que un cuadrado de 2 cm2 es el doble de otro de 1 cm2. Desgraciadamente la experiencia demuestra que el único método siempre operativo es el que se basa en la equivalencia población -volumen y aceptando esto sólo queda planteado el problema de la equivalencia a diferentes escalas. Normalmente cada autor adopta la equivalencia que más le conviene en función de la escala escogida y el tipo de población a representar. En consecuencia los distintos mapas realizados con este método son difícilmente comparables.

Nuestra experiencia (2) muestra que no es imposible establecer una normativa general operativa y ésta es como sigue.

Partiendo de la base de una escala de 1: 1.000.000 y de un territorio de poblamiento tan variado y complejo como Catalunya resulta operativo el siguiente método. incluso utilizando datos de base tan pormenorizados como los de las entidades de población del Nomenclator del INE de 1970 :

Diámetro esfera = 3√Pob/6 en mm

Lo que implica que un pueblo de 1.000 habitantes estará representado a la citada escala 1: 1.000.000 por una esfera de 16,66 mm. de diámetro. La población& dispersa puede representarse por puntos de 0,4 mm. equivalentes a 50 habitantes.

Si se acepta esta proporción, traspasarla a las diferentes escalas es muy simple, se trata únicamente de variar proporcionalmente el divisor corrector (c)

Escala Fórmula (diámetro)
1:2.000.000

Diámetro = 3√Pob/12 en mm

 

1:1.000.000

Diámetro = 3√Pob/6 en mm

 

1:500.000

Diámetro = 3√Pob/3 en mm

 

1:100.000

Diámetro = 3√Pob/0,6 en mm

 

Como puede verse se trata, simplemente de aplicar la fórmula:

Corrector de escala c = ((Escala deseada (E))/106) x 6

Este método se nos ha revelado operativo en todos los casos en que ha ido aplicado y, además es simple y fácil de recordar: el c = 6 para la escala: 1.000.000 es igual al número de ceros que siguen a la unidad o al exponente de 10.

Como el lector habrá ya intuido la fórmula para la determinación de los diámetros parte de la del volumen de la esfera eliminando, por su carácter de constante, los 4/3 de π

Diámetro= 2r

r=3√((Volumen=población)/4/3π)

Hablamos de diámetros y no de radios puesto que a efectos gráficos es más práctico (plantillas de dibujo, símbolos adhesivos, etc...)

En resumen, creemos que el método apuntado es el menos malo de los empleados y que difícilmente se puede superar. Invitamos, por tanto, a seguirlo, cuanto más lo utilicemos más posibilidades de comparación y, en consecuencia de enriquecimiento en el conocimiento de los fenómenos del doblamiento. Siendo optimistas cabe esperar que los geógrafos del año 2.000 podrán comparar sin problemas un mapa del poblamiento de Taiwan, otro de Brasil y otro de la comarca del Bierzo.

Es posible que los avances de la informática impongan una dictadura metodológica que acabe con el caos. El problema está en saber si este despotismo será «ilustrado".

LA PROBLEMÁTICA DE LAS UNIDADES DE ANÁLISIS.

Al hablar del poblamiento no nos hemos planteado el problema de cuales eran las entidades de población que debían ser consideradas cartográficamente. No es que el problema no exista pero el método es aplicable a cualquier tipo de entidad ya sea una gran ciudad, un barrio de ésta, o una casa aislada. En este caso el problema deriva principalmente de las fuentes estadísticas y/o de la precisión de las bases cartográficas. Por ejemplo, en España las entidades de población documentadas son las que aparecen en el Nomenclátor y no hay más remedio que darlas por buenas, máxime podemos agruparlas según nuestros criterios, nunca desagregarlas. El problema de las unidades de análisis se plantea con toda su agudeza en el caso de los mapas de densidades y en los estrictamente demográficos (p.e. los de natalidad).

En el primer caso nos encontramos con que las superficies oficialmente asignadas a las entidades de población son casi siempre meramente jurídicas. A las ciudades o pueblos les corresponden determinados términos municipales con grados de vinculación muy aleatorios. Algunas ciudades no caben en su término, algunos pueblos tienen inmensos términos que no usufructúan de facto. Todos sabemos que la imagen de un mapa de densidades cambia sensiblemente en función de la mayor o menor laxitud de las superficies consideradas. Un mapa de densidades de población de España, a nivel provincial, es muy distinto de otro a nivel municipal.

En primer lugar se nos plantea la necesidad de definir unas superficies óptimas para que la consideración de las densidades tenga sentido. Tan absurdo es dar, a priori, por buena la densidad de la provincia de Zaragoza, como la del municipio homónimo. La primera visión es equívoca por laxa, la segunda por estrecha. Los zaragozanos capitalinos disponen de facto de un espacio mucho más extenso que el de su término jurídico y, a la vez, lo comparten con los habitantes de otros lugares próximos, sin embargo no usufructúan de modo efectivo todo el territorio provincial.

Por otra parte, del mismo modo que no son comparables los mapas de densidades municipales y provinciales de un mismo país menos lo serán los de países distintos realizados con criterios distintos. En consecuencia es indispensable llegar a unos principios metodológicos que hagan que todos los mapas de densidad sean útiles y comparables.

El primer criterio elemental a seguir es que todas las áreas consideradas sean equivalentes o lo más semejantes posibles. Si situamos en un eje de coordenadas los valores de superficie y de población de los municipios de cualquier provincia española y dibujamos la nube de puntos correspondientes nos encontramos siempre con una informe nebulosa cruzada por rectas que representan las diferentes densidades de población de modo que sobre cualquiera de estas rectas aparecen puntos muy distantes entre sí. Es pues obvio que toda clasificación en función de estas rectas es absurda.

Pues bien, este absurdo es sistemáticamente perpetrado en el 99 % de los mapas de densidades de población donde aparecen con idéntico indicador un pueblo de 1.000 habitantes y 1 km2 de superficie y una ciudad de 1.000.000 de habitantes y 1.000 Km2 de término municipal.

En consecuencia. es indispensable partir de unidades superficiales semejantes para que el mapa de densidades tenga pies y cabeza. Como que las divisiones administrativas son normalmente muy heterogéneas hay que olvidarlas o manipularlas. La primera solución pasa por sustituirlas por una retícula de figuras geométricas de superficie homogénea. la segunda es la de agregar o dividir áreas administrativas hasta alcanzar unidades de superficie similar. Ambas soluciones son prolijas y quizás éste sea uno de los factores responsables de que se haya perseverado en los errores apuntados. De todos modos, sea cual sea la vía utilizada queda en pie el problema de la superficie óptima. Nosotros hemos optado por la de 100 Km2 -un cuadrado de 10 x 10 Km- que es una extensión abarcable a nivel diario por un individuo. Personalmente preferimos la vía de agrupación o subdivisión de unidades administrativas enmarcada en la consideración de la topografía y las vías de comunicación (3).

De pasada, queremos también dejar constancia de que el uso de áreas de superficie semejante es indispensable para que las «curvas de Lorenz» tengan validez aunque en este caso el número de áreas consideradas tenga también su importancia.

MÉTODO DE LA SÍNTESIS DEMOGRÁFICA,

Sintetizar los factores de la dinámica poblaciones en una única imagen cartográfica es una tarea tan ardua como necesaria. Una población crece o decrece en función de dos balances: el natural y el migratorio. El primero es la diferencia entre nacimientos (N) y defunciones (D); el segundo entre inmigrantes(I) y emigrantes (E) en consecuencia toda variación (CR) del contingente de población de un lugar obedece a la siguiente ecuación:

CR=N -DI - E

A la vista de esto parece claro que difícilmente encontraremos dos CR relativos (cr) iguales tanto en el valor final como en el de los factores que lo han producido. Sin embargo. tanto o más importante es conocer lo segundo que lo primero. Dos colectividades con idéntica tasa de cr pueden corresponder a situaciones muy distintas. Por ejemplo. una población subdesarrollada (A) puede tener el mismo cr que otra desarrollada (B) aún cuando sus ecuaciones sean profundamente discrepantes. Midiendo los factores en tasas (símbolos en minúscula) podemos encontrarnos con lo que sigue:

  n d i e cr
A 35 % o 20 % o 1 % o 6 % o 10 % o
B 13 % o 10 % o 11 % o 4 % o 10 % o

Si esto es así, un mapa que recoja únicamente los datos de cr nos dará una imagen equívoca e inoperante al representar con el mismo símbolo gráfico dos situaciones radicalmente distintas.

Lo ideal sería que dicho mapa pudiese representar, mediante algún método visual, la tipología de las ecuaciones pero esto es muy difícil y, en cualquier caso, poco operativo. Aún a costa de perder información cabe optar por una vía simplificad :

Si     n - d = ± cn     y    i - e = ± sm  ,        cr = ± cn ± sm

La ecuación ha quedado reducida a tres términos que es posible sintetizar en un solo indicador visual.

Hace unos veinte años, el geógrafo francés DUGRANT (1960) utilizó un método que clasificaba los tipos de crecimiento en función de la combinación de los signos de los factores cr, cn y sm dando a cada tipo de combinación un nombre significativo que era representado cartográficamente por un símbolo visual.

Existen sólo seis combinaciones pues, p.e. es imposible que cr sea ( + )si cn) y sm son ( - )

  cr cn sm
1 + + +
2 + + -
3 + - +
4 - + -
5 - - +
6 - - -

Este método. que puede verse aplicado en los Atlas regionales franceses, tiene algunos inconvenientes. El primero, el más grave, es que ignora la magnitud de los valores dando cabida en una misma categoría a poblaciones de factores cuantitativamente muy diversos aunque de igual signo.

Por ejemplo en Cataluña tendríamos que aplicando el "método Dugrant" aparecerían en el mapa de 1975 con idéntico símbolo poblaciones como las que siguen:

Tipo     cr cn sm
1 Urbana Baix Llobregat 58% o 17 % o 41 % o
1 Urbana Berguedà 5 % o 2 % o 3 % o
2 Urbana Barcelonès 11 % o 12 % o -1 % o
2 Rural Bages 2 % o 5 % o -3 % o
3 Urbana Priorat 10 % o -2 % o 12 % o
3 Urbana Pallars Jussà 16 % o -1 % o 17 % o
4 Rural Alt Penedès -1 % o 4 % o -5 % o
4 Rural Solsonès -10 % o 2 % o -12 % o
6 Rural Segarra -52 % o -1 % o -9 % o
6 Rural Pallars Sobirà % o -5 % o -47 % o

Es, pues, indispensable encontrar un método que considere, a la vez, los signos y los valores.

En España, OCAÑA (1979) perfeccionó el «método Dugrant» añadiendo a las definiciones literarias de éste una serie de apostillas, -en forma de números, letras y exponentes-, que miden las intensidades de las tasas de los tres factores. Este «método Ocaña» es, para mí, excesivamente críptico.  La interpretación de los mapas así realizados exige una continua y prolija lectura de una larga leyenda literaria lo que merma sensiblemente su eficacia. Por ejemplo, en. el mapa que representa la síntesis demográfica («dinámica demográfica» en terminología de la autora) de las provincias españolas, la provincia de Gerona aparece con una trama que la leyenda indica como «dinámica tipo crecimiento». Este calificativo es la traducción de la clasificación de Dugrant (croissance) que implica que los tres factores sean positivos. Sobre la trama en el mapa, aparecen los siguientes signos alfanuméricos: 22a1 cuya significación según leyenda es:

2 a = crecimiento real de predominio inmigratorio y esto, más los exponentes, significa:

22 crecimiento real de 1 a 1, 99 %

a1 crecimiento natural de 0,1 a 0,99 %

Parece que, puestos a «escribir» sobre el mapa, más vale renunciar a los cabalísticos símbolos alfanuméricos y «escribir», tout court, las tasas exactas. Por ejemplo poco se pierde y mucho se gana poniendo en vez de 22 a1, 1,5= 0,5 + 1 advirtiendo simplemente en la leyenda que el orden de los términos es siempre cr = cn±sm (en %) Un mapa debe ser una imagen inteligible como tal, no una tabla «espacializada» y todavía peor si ésta da datos crípticos

Para mi, existe una solución mejor y totalmente gráfico-cartográfica que es la que he utilizado en el Atlas Socio-economic de Catalunya (ASEC) hoja 1.06.01.

Las bases del método se inspiran en el diagrama isométrico utilizado, en muy diversos campos, para unificar en un sólo indicador visual situaciones definidas por tres factores o componentes. La diferencia básica estriba en que el diagrama isométrico sólo sirve para representar tres porcentajes que suman siempre 100. En el caso de mi método eso no es así y se parece más a los métodos que podríamos llamar «bipartitos» basados en un simple eje de coordenadas al que se puede añadir un tercer parámetro.

La explicación del método vamos a hacerla gráficamente basándonos en los datos de la tabla que sigue:

P cr (%) cn (%) sm (%)
a 3 0,5 2,5
b 2 1,5 0,5
c 1,5 2 -0,5
d 0,5 2 -1,5
e -1 0,5 -1,5
f -2,5 -1 -1,5
g -1,5 -1 -0,5
h 0,5 -1 1,5

 

En primer lugar representamos a las poblaciones a -h en un eje de coordenadas (gráfico nº 1) en base a los datos cr y cn y nos aparece una nube de puntos que define con claridad la diversidad de situaciones, y, al propio tiempo, la lectura de los valores de los factores 9 y ~ no plantea dificultad si nos remitimos a los respectivos ejes. De momento, los puntos aparecen autoclasificados fácilmente por cuadrantes y diferenciados por su posición en ellos. Falta, sin embargo un parámetro muy importante, el sm. En realidad, éste se da por añadidura. Trazando las líneas diagonales del siguiente gráfico (nº 2) aparece automáticamente el tercer parámetro. Con él los puntos quedan autoclasificados por sectores circulares y continúan diferenciados, en cuanto a sus valores, por su posición dentro de ellos. Ya hemos llegado a la clasificación de Dugrant pero de forma icónica con la ventaja de que se siguen visualizando los valores propios de cada punto.

Pero. todavía es posible aumentar el grado de autoclasificación sectorial. Es perfectamente factible trazar la línea que marca la frontera entre el predominio del sm sobre el cn o viceversa tal como indica el gráfico nº 3. De este modo se precisa algo tan importante como cual de los dos factores, -el natural o el migratorio-, es más importante en la dinámica demográfica.

Llegados a este punto queda ya sólo el problema de subclasificar los puntos por su posición en los sectores. Normalmente, en casos semejantes como el de los diagramas isométricos, se utilizan dos métodos: el analógico y el geométrico. En el primer caso se seleccionan los grupos de puntos más próximos sin tener demasiado en cuenta las fronteras cuantitativo -geométricas . En el segundo se acata ciegamente la dictadura de éstos. Gráficamente las dos opciones aparecen en los gráficos 7 y 8. Ambas opciones son defendibles. La primera, aparentemente arbitraria, tiene la ventaja de que permite evitar que queden «descolgados» aquellos puntos algo excepcionales y hace posible incorporar o excluir de cierta agrupación aquellos puntos que la lógica aconseja no someter a la dictadura de los parámetros exactos. La segunda opción, más exacta e impersonal, tiene como inconveniente principal su escasa operatividad pues su estricta aplicación conlleva o la excesiva esquematización o la excesiva profusión de categorías. En el ejemplo de los gráficos 7 y 8 es evidente que el encasillamiento geométrico es poco viable mientras que el analógico, sin duda subjetivo, es más operativo.

Una vez definidas las categorías, por uno u otro método, se procede a conceder a cada una de ellas un símbolo gráfico que se traslada al mapa. De este modo la leyenda es básicamente icónica, no literaria; su «lectura» es algo compleja pero clara e inequívoca.

Las nubes de puntos que pueden formarse al estudiar los cr de distintos territorios pueden ser extremadamente variadas, en consecuencia es casi imposible predeterminar una categorías standard. Lo más aconsejable es dar a cada sector circular un símbolo visual que pueda subdividirse en tonos o intensidades para distinguir dentro de él las subcategorías más destacadas. En el ASEC, que se imprime sólo a dos tintas, se dio a las categorías con + 9 un color más o menos intenso según el carácter más o menos progresivo de los factores. A las categorías con -9 se les otorgó el negro con distintas gradaciones.

Concluyendo, el presente método apura al máximo las posibilidades estadísticas, gráficas y cartográficas en la materia del análisis y representación de la dinámica demográfica a nivel espacial. Inevitablemente es complicado porque la realidad a la que se aplica es así. Como suele suceder en este campo metodológico, éste es, a mi juicio, el menos malo de los métodos posibles.

Figuras 1 a 6

Figura 7

Figura 8

BIBLIOGRAFÍA.

DUGRANT i CARRERE: La région mediterraneène. P. U .F. Paris, 1960.

OCAÑA. M.C.: «Dinámica demográfica de las provincias españolas» Revista de Geografía. Vols. XII y XIII (1968-69) Barcelona. 1979.

PICHERAL i SHULTZ: Atlas du Languédoc Roussllion. París,1969

VIDAL BENDITO, T. (director): Atlas Socio-economic de Catalunya. (ASEC) Barcelona 1980 (1ª parte) y 1983 (2ª parte)

 

NOTAS

(1) Sobre metodología referente a las pirámides de edades véase T. Vidal Bendito: .La población» en Enciclopedia Temática Planeta (Geografía General). Barcelona 1976 pp. 132-139.

(2) Véase el mapa 1.02.01 .la localización de la Población» del ASEC. (1980).

En este mapa se aplicó un método semejante al que aquí se explica el cual deriva de la experiencia adquirida en la compleja realización de dicho mapa.

{3) El mapa de densidades de población del ASEC {1980) fue realizado por términos municipales por especiales razones que allí se explicitan. No obstante. se advierte al lector de los problemas que esto suscita. Estos problemas se atenúan en parte gracias a los cartogramas complementarios que dan las densidades por razones altimétricas y zonas equiáreas y equidistantes a Barcelona.