ITINERARIO Nº 4

EL ALTO PIRINEO NAVARRO

Guillermo MEAZA RODRIGUEZ

Universidad del País Vasco

 

3.1.Informe preliminar

La zona de estudio está enclavada en el sector oriental del Pirineo Navarro, alli donde el cordal montañoso vigoriza formas y cotas altitudinales hasta sobrepasar los 2400 metros, jalonado de valles transversales de disposición norte-sur -Salazar, Roncal-. Un territorio de reducida extensión, pero de gran originalidad, que tiene mucho que ver con su carácter de espacio interferencial, en la confluencia de gradientes de diverso signo: umbrias suletinas y solanas navarras; oceanicidad vascopirenaica y continentalidad altoaragonesa; ambiente montano, subalpino y alpino {figs. 7 y 8).

En este sector de la Cordillera Pirenaica, potentes bancos de calizas y formaciones fiyschoides supracretácicas y cenozoicas solapan, en discordancia manifiesta, el zócalo paleozoico subyacente. Tras la sobreelevación orogénica alpina, la zona se ve sometida al modelado glaciar, primero, y al periglaciar después, sistema éste último todavia funcional en las cotas más elevadas, con característicos procesos de gelifracción, solifluxión y crioturbación. La morfologia de los antiguos valles glaciares, con sus correspondientes aparatos morrénicos, es reconocible en algunos enclaves, aunque los procesos erosivos y depoicionales posteriores han desdibujado en buena medida las formas iniciales. Tal es el caso del Valle de Belagoa, hasta cierto punto atipico en razón de la disimetria litológica de sus flancos.

Figura n. 7: Mapa del Alto Pirineo Navarro

Figura n. 8. Bloque diagrama integrado del Alto Pirineo Navarro

[No incorporado en la versión electrónica]

 

Con todo, quizá lo más destacable del área de estudio desde el punto de vista geológico-geomorfológico sea la espectacularidad del complejo kárstico de Larra, labrado en las "calizas de los cañones" turonenses. Un paisaje modelado por la acción conjunta de factores estructurales -horst y graben-, litológicos -litofacies de diversa competenciay erosivos -lamiares y lapiaces-. Por otra parte, la práctica totalidad de las precipitaciones, que llegan a superar los 2500 mm. anuales, se infiltra en el endokarst a través de una afamada red de galerías y simas -complejo de la Piedra de San Martín, entre otros, y escurre hacia la vertiente francesa siguiendo la inclinación del zócalo subyacente.

El esquema climático de un territorio en el que confluyen influencias ambientales oceánicas, mediterráneas, continentales y de altitud puede en buena medida perfilarse, tomando como referencia los datos suministrados por un par de observatorios meteorológicos, uno en el fondo de valle -Urzainki, a 728 metros de altitud-, y otro en la montaña -refugio de Belagoa, a 1428 metros-. En el primero de ellos, destaca el elevado índice de continentalidad; la gelidez invernal, con intensas heladas consecuentes a efectos de inversión térmica; el notable caldeamiento veraniego; y un índice de aridez estival bastante marcado, que sugiere adscripción submediterránea. Llama la atención la fuerte pluviometria extraestival -a lo cual no es ajena la configuración topográfica local-, que compensa con creces el déficit precipitacional del verano.

En el observatorio del refugio de Belagoa los datos configuran un panorama climático, lógicamente, diferente: índice de continentalidad no muy acusado; gelidez ambiental que alcanza a buena parte del año, siendo los veranos frescos; prácticamente nula incidencia de la aridez estival; fuerte pluviometria anual, con asiduidad de fenÓmenos tormentosos, -rasgo muy caracteristico de la alta montaña-, especialmente en los meses veraniegos.

En razón de todo ello, el tapiz vegetal del Alto Pirineo Navarro puede esquematizarse en un perfil cliserial en el que salta a la vista la disimetría entre vertientes a solana ya umbria. Las umbrias del piso montano -entre 700 y 1600 metros-, encaradas a los flujos oceánicos, acogen al hayedo y al hayedo-abetal (Fagus sylvatica, Abies alba). Las fachadas meridionales, entre 1200 y 1800 metros, en el denominado "piso montano seco", están ocupadas por pinares de pino albar con boj (Pinus sylvestris, Buxus sempervirens), perfectamente adaptados a la continentalidad de las solanas.

Los bosques del piso subalpino son dominio exclusivo de los pinares de pino negro de montaña (Pinus uncinata). Al encontrarse en el limite occidental de área presentan aspecto más bien abierto, y están acompañados en las umbrías más innivadas del rododendro (Rhododendron ferrugineum), y de la gayuba (Arctostaphyllos uva-ursl) en las solanas y terrenos más descarnados e inestables. Asciende desde 1700 a los 2300 metros en un caso, y desde los 1800 a los 2400 en el otro, siempre como cotas aproximadas. Contacta en su base con el pinar de pino albar en banda de hibridación, y con el hayedo-abetal en un espacio ecotónico de gran interés geobotánico. En este mismo piso subalpino, las parcelas deforestadas están tapizadas de cervunales, o bien de pastos duros de afinidad oromediterránea, según los casos.

Por último, el piso culminal, por encima de los 2300-2400 metros, afectando a una muy exigua porción del territorio, se reviste en los islotes más estables y de suelo más profundo de un tipico césped alpino, y de pastizal de afinidad oromediterránea en los más descarnados.

Tal es, a grandes rasgos, la estructuración espacial de las principales formaciones vegetales que tapizarian, en su óptimo climático, los pisos montano, subalpino y alpino del Alto Pirineo Navarro. Sin embargo, este esquema fitogeográfico ha sido profundamente modificado por una dilatada historia de improntas antrópicas. En efecto, la vegetación primitiva sólo mantiene sus caracteres genuinos en contados enclaves, por lo que la vegetación actual, en mayor o menor grado tributaria de la explotación humana del territorio, constituye un muestrario de series regresivas y etapas de sustitución. Las modalidades e intensidad de tal agresión tienen muy poco que ver en este caso con la explotación agricola, que sólo se concreta en los fondos de valle y ciertas parcelas de "artica" -cultivos cerealísticos itinerantes de las solanas-.

Por contra, el pastoreo tradicional y la explotación forestal han determinado una drástica reducción de las formaciones primarias. Fue la actividad ganadera quien dibujó en líneas generales el esbozo de tal fase regresiva a lo largo de varios milenios en los que rebaños de ovejas, caballos y vacas accedían a los pastizales de altura. Pero el deterioro principal se debe a la creciente extracción maderera, que alcanza hasta los bosques más inaccesibles, mediante maquinaria pesada que, además, destroza los suelos.

A la explotación forestal, en fin, se ha venido a sumar en los últimos tiempos la turistico-recreativa, que hace proliferar pistas de acceso, complejos residenciales y deportivos de alta montaña, que causan grave deterioro ambiental. El celo del Servicio de Montes del Gobierno de Navarra en la salvaguarda efectiva del patrimonio forestal y, sobre todo, la declaración de Reservas Naturales e Integrales en el marco del futuro Parque Nacional Pirenaico de Navarra -proyecto fuertemente contestado en los valles a los que afecta-, debieran constituir la base sobre la que asentar la protección integral de los recursos naturales de estas tierras.

Las formaciones vegetales antedichas son, asi, sustituidas por series regresivas, que podemos resumir en los siguientes términos: los pastos alpinos más deteriorados ceden paso al calvero integral, en franca situación de rexistasia; los pastos oromediterráneos sufren un proceso paralelo, puesto que ya de por si ocupan geotopos inestables; los cervunales subalpinos tienden a empobrecerse y, si el deterioro progresa, aparecen los primeros sintomas de rexistasia en la fragilidad de los suelos que los soportan, llegando por fin a presentar facies de pastos oromediterráneos progresivamente indigentes; los pinares de pino negro de montaña con rododendro dan paso al matorral subalpino típico y, posteriormente, a un cervunal más o menos empobrecido; los que en solanas y enclaves y poco propicios sopornan un pinar ralo con gayuba, derivan hacia pastos oromediterráneos; los pinares de pino albar con boj pasan a bujedos; los hayedos y hayedo-abetales, conforme pierden efectivos arbóreos, se convienen en prebezales y helechales, según los casos.

4.2.Trabajos de campo

4.2.1.El piso alpino

Desde el refugio de montaña de Belagoa, una senda bien señalizada nos conduce, atravesando Eskilzarra y Ukerdi, al cresterío de la Mesa de los 3 Reyes, denominación que apunta al carácter fronterizo entre dominios navarros, franceses y aragoneses. Su pico culminal -el más alto de Euskal Herriase eleva a 2444 metros de altitud. Estamos en una atalaya desde la que, como era de esperar, se abarca una extraordinaria panorámica del conjunto de la zona. Antes de proceder a un breve repaso del informe preliminar, ubiquémosla en el mapa-guía (fig.7, punto 1), estableciendo los principales puntos de referencia: al norte el Anie, con 2504 metros, en territorio bearnés; al oeste, el valle de Belagoa, Lakora y, al fondo, el Ori; al sur, los Alanos ansotanos y la peña Ezkaurre; al este, los cordales y picos del Pirineo Aragonés Occidental.

Habida cuenta de que no puede hablarse con propiedad de piso alpino más que a partir de los 2.300-2.400 metros, está claro que aquí esta circunstancia sólo afecta a un área de mínima entidad territorial. Sin embargo, es el único enclave de carácter alpino de Euskal Herria, y presenta un extraordinario interés ecológico y biogeográfico. Observemos que se trata de una estructura piramidal labrada en el flysch con tramos calcáreos, con caídas a extraplomo y pedrizas hacia el sur, este y nordeste. En las vertientes de perfil más tendido, podemos detectar parcelas en las que se desarrollan suelos bastante profundos, probablemente relícticos del paleoclima atlántico. Tales suelos se ven actualmente sometidos a intensa crioturbación y solifluxión bajo un clima menos benigno y presentan tendencia a la acidez, debido al intenso lavado de bases.

A causa del extremado rigor climático, con períodos de inactividad vegetal por frío superiores a 8 meses, fuertes oscilaciones térmicas diarias, vientos persistentes y violentos, no es posible la instalación de especies de porte arbóreo ni arbustivo, por lo que estamos en pleno piso supraforestal. Por su parte, la mayor parte de las plantas del tapiz herbáceo pervive en un ambiente tan hostil gracias a lo duradero de la cubierta protectora de nieve. Aunque no podemos acceder al estudio de las especies que colonizan fisuras, cantiles y ventisqueros del espolón rocoso, sí que lo haremos en lo que se refiere al césped alpino que tapiza los suelos mejor desarrollados .

Fijémonos en que el césped llega a cubrir la totalidad de tales teselas, con un protagonismo muy marcado de la gramínea Elyna myosuroides. Bien adaptada a la extremosidad ambiental domina, junto con ciertos cárices duros, el listado florístico, al que se suman pioneras como el tomillo (Thymus nervosus) y algunas papilonáceas del género Oxytropis, entre otros. Por su parte, especies de afinidad oromediterránea, como la jarilla (Helianthemum canum), la rosácea Oryas octopetala o la margarita azul (Aster alpinus), colonizan los enclaves más descarnados. He aquí el listado de especies fundamentales: Elyna myosuroides, Poa sp., Helictotrichum montanum, Anthyllis pyrenaica, Carex rupestris, Helianthemum canum, Antennaria dioica, Oxytropis sp., Oraba aizioides, Gentiana verna, Minuartia verna, Potentilla nivalis, Silene acaulis, Oryas octopetala, Thymus nervosus, Galium pyrenaicum, Saxifraga aizioides, Aster alpinus.

4.2.2.El piso subalpino

Ascendiendo el puerto de Belagoa, una vez atravesado el túnel e inmediatamente antes del lazo que describe el trazado de la carretera, a mano derecha, un angosto portillo labrado en la roca caliza nos conduce al corazón del complejo kárstico de Larra. Estamos en el marco espacial en el que desarrollaremos la segunda etapa de la salida: una depresión rampante que asciende hacia la zona de la Contienda, al pié del pico de Arias. Ubiquémoslo en el mapa-guía (fig.7 , punto 2), a unos 1650 metros de altitud.

Tras cotejar en el informe preliminar los datos fundamentales del dispositivo clim ático, fisiográfico, geológico, geomorfológico y edáfico, atendamos a la gran variedad de microambientes que se hacen patentes en este laberinto kárstico. Observemos cómo al lado de umbrías innivadas buena parte del año, aparecen solanas caldeadas, con oscilación térmica diaria y estacional muy contrastada; cómo junto a resaltes rocosos expuestos a la intemperie, el terreno se acribilla de dolinas, sumideros y grietas abrigadas; cómo contorneando depresiones y llanos -"campas"en las que se acumula un suelo bastante desarrollado, aparecen los lamiares y lapiaces de las "calizas de los cañones", prácticamente desprovistos de perfil edáfico.

Pero aunque lo mineral predomine sobre lo vegetal, centremos nuestra atención en el peculiar tapiz vegetal de pastizales, cervunales y matorrales y, sobre todo, de pinares de pino negro de montaña (Pinus uncinata). Esta resistente conífera, genuina colonizadora del piso subalpino y único representante arbóreo que puede escalar hasta tan altas cotas, presenta caracteres estrechamente ligados a los del complejo kárstico. En efecto, se instala en los resaltes más inaccesibles y en los suelos raquíticos de las fisuras, y crece con la lentitud correspondiente a un ambiente hostil. Aquellos individuos que superan con éxito la etapa de retoño, han de hacer frente a circunstancias mesológicas extremadas: fuertes heladas e inversiones térmicas; frecuentes tormentas acompañadas de granizo y aparato eléctrico -pinos calcinados-, que se presentan con especial virulencia durante el verano; vientos huracanados que disponen las copas en bandera; inestabilidad del terreno que provoca acodamiento y traza tortuosa del fuste; sobrepeso de nieve, generador de serias mutilaciones; pérdida constante de suelo, etc.

A todo ello ha de sumarse la explotación antrópica que, mediante el pastoreo, el fuego y la explotación forestal, ha reducido notablemente su área potencial. De ahí que, hoy por hoy, el pinar de pino negro de montaña se nos muestre con aspecto de formación vegetal rala, a lo que, sin duda, también contribuye el encontrarse en el límite occidental de área. La puesta en funcionamiento del cercano complejo de deportes de invierno de Arette-Piedra de San Martín supuso lo que esperamos sea el último ataque masivo. Por ello ha sido de lo más oportuna la declaración de la zona de Larra-Ukerdi como área de Reserva Integral, en el marco del futuro Parque Nacional Pirenaico.

Pero observemos cómo al principio del sendero, en la parte más angosta del pasillo que nos conduce hacia los pastizales de la Contienda, el pinar presenta aspecto bien diferente según se emplace en las laderas orientadas a umbría o a solana. Si nos acercamos suficientemente a cada una de ellas, descubriremos que el primero posee un sotobosque protagonizado por el rododendro y el arándano, mientras que en el segundo dominan la gayuba y el enebro enano. El pinar de pino negro con rododendro (Rhododendron ferrugineum) se instala en repisas, depresiones y umbrías innivadas, y presenta aspecto relativamente denso sólo en contados enclaves, pues lo más frecuente es toparse con un matorral subalpino típico prácticamente carente de arbolado. Los suelos sobre los que prospera van desde rendzinas típicas a tierras pardas calizas en los mejor constituidos, en todo caso tendentes a la acidez. Los estratos superiores son exclusivos de la conífera, que en cotas más bajas puede contactar con el abedul (Betula Pubescens), serbal de cazadores (Sorbus aucuparia), y representantes del hayedo-abetal del piso montano húmedo. En el estrato arbustivo domina la azalea de montaña, el rododendro, especie que también se encuentra aquí en el límite occidental de área. El estrato herbáceo se cubre de una alfombra de nivícolas, musgos, arándanos (Vaccinium myrtillus y Vaccinium uliginosum), e indicadoras acidófilas como la brecina ( Calluna vulgaris) y el helecho Blechnum spicant.

Confeccionemos un sencillo inventario.

 

INVENTARIO DEL PINAR DE PINO NEGRO DE MONTAÑA CON RODODENDRO

 COMPLEJO KARSTICO DE LARRA (1650 m.)

ARBOREO

Pinus uncinata 2, arbustivo1, herbáceo 1

 

ARBUSTIVO

Rhododendron ferrugineum 3, herbáceo 1

 

HERBÁCEO

Vaccinium myrtillus 3

Vaccinium uliginosum 2

Tapiz muscinal 2

Melampyrum pratense 1

Calluna vulgaris 1

Potentilla erecta 1

Blechnum spicant 1

Veronica officinalis 1

Por lo que respecta al pinar de pino negro con gayuba (Arctostaphyllos uvaursl), anotamos algunas peculiaridades diferenciales respecto a su homónimo con rododendro. En primer lugar, lo vemos acantonado en las solanas menos innivadas, en los resaltes batidos por el viento y en los ambientes petranos de suelo más esquelético. En segundo lugar, presenta escasa densidad en el estrato superior, lo que le otorga un aspecto francamente ralo. En tercer lugar, las etapas de sustitución se suceden con gran celeridad, pues son tributarios de intensa explotación natural. Y, en cuarto lugar, es extraordinaria la abundancia de especies de filiación pionera, relíctica y endémica en el estrato inferior, lo que confirma el gran interés ecológico y geográfico de los ambientes difíciles e inestables.

El suelo es del tipo protorendzina, muy inicial por tanto, y con tendencia a la sequedad fisiológica. Apenas puede hablarse de estrato arbóreo e, incluso, arbustivo, compuesto de muy contados pies de pino negro de montaña. En el estrato herbáceo, que prácticamente carece de tapiz muscinal, la cortedad de efectivos queda compensada por la alta riqueza florística. Sobresalen algunas matas de las fisurícolas curronera (Amelanchier ovalis), cotoneaster ( Cotoneaster integerrimus) y sauce enano (Salix pyrenaica), a las que se unen rupícolas como el serbal enano (Sorbus chamaemespilus), una rosa (Rosa pendulina) y, en los geotopos más soleados y abrigados, la sabina (Juniperus sabina). LLama poderosamente la atención el carácter tapizante, pionero y protector de la gayuba y del enebro enano (Juniperus alpina), acompañados de gramíneas punzantes (Festuca gautieri, Festuca scoparia) y otras especies de afinidad oromediterránea, que dominan las etapas de sustitución.

El inventario que, seguidamente, elaboraremos nos permitirá cotejar con más precisión ambos tipos de pinares de pino negro de montaña.

INVENTARIO DEL PINAR DE PINO NEGRO DE MONTAÑA CON GAYUBA

COMPLEJO KARSTICO DE LARRA (1650 m.)

ARBOREO

Pinus uncinata 1, arbustivo 1

 

HERBÁCEO

Arctostaphyllos uva-ursi 2

Juniperus alpina 2

Juniperus sabina 1

Amelanchier ovalis 1

Rosa pendulina 1

Festuca gautieri 1

Sorbus chamaemespilus 1

Salix pyrenaica 1

Cotoneaster integerrimus 1

Anthyllis pyrenaica 1

Aster alpinus 1

Laserpitium latifolium 1

Teucrium pyrenaicum 1

Dianthus monspessulanus 1

Siguiendo hacia arriba, el corredor se va haciendo progresivamente más amplio, hasta desembocar en una extensa pradera que asciende hacia las vertientes empinadas del pico Arias. Nos hallamos en plena campa de la Contienda -señalemos su ubicación en el mapa (fig. 7, punto 3)-, a unos 1700 metros de altitud, cuya denominación hace referencia al antiguo contencioso navarro-bearnés sobre derechos de pastizaje, anualmente rememorado en el famoso "tributo de las 3 vacas". El paisaje kárstico de lapiaces y dolinas es sustituído por una rampa de perfil tendido, apenas moteada por resaltes calizos aislados.

No es, entonces, de extrañar que el primitivo pinar haya sido históricamente eliminado, para dar lugar a uno de los pastizal es de diente más concurridos por los rebaños de ovejas. Estamos ante un buen ejemplo de piso subalpino alpinizado -deforestado-, en razón de sus excelentes suelos relícticos que, seguramente, se originaron bajo circunstancias climáticas más benignas que las actuales. En líneas generales, el enclave es de pendiente moderada, con lo que el ritmo de la explotación natural se ralentiza, y la alfombra vegetal presenta aspecto de cervunal. Largamente cubiertas por la nieve, muchas plantas prosperan aquín debido a su carácter nivícola y eclosionan muy avanzada la primavera.

La nómina florística está encabezada por gramíneas del género Festuca, especialmente las de grupo F. rubra. Su adscripción acidófila se extiende a gran parte de los demás táxones, dado el intenso lavado de bases -las precipitaciones rondan los 2000 litros anuales-. El pastoreo intensivo determina, por otro lado, un proceso de nitrificación que está presente en la caracterización de muchas especies. En uno u otro sentido, destacan el regaliz alpino (Trifolium alpinum) y el cervuno (Nardus stricta), que da nombre a la formación. Es de subrayar, asimismo, el importante número de especies de carácter relíctico, endémico o en el límite corológico de área. Anotemos ellistado de especies principales: Festuca gr. rubra, Alchemilla sp., Trifolium alpinum, Hieracium sp., Thymus praecox, Carex sp., Nardus stricta, Silene acaulis, Galium saxatile, Viola biflora, Gentiana verna, Polygala alpestris, Linum catharticum, Antennaria dioica, Achillea millefolium, Lotus corniculatus, Potentilla erecta, Calluna vulgaris, Plantago alpina, Ranunculus sp., Primula farinosa, Vaccinium myrtillus, veronica montana, Erica vagans, Erinus alpinus.

Conviene prestar atención, por otra parte, a un fenómeno de indudable interés biogeográfico y paisajístico. Nos referimos al desencadenado por el relajamiento de la presión pastoril en zonas poco accesibles y de mayor pendiente, que están siendo testigos de una evolución progresiva de la vegetación: en primera instancia, el cervuno ahoga al regaliz alpino; posteriormente el cervunal pierde terreno en favor de la landa acidófila de brecina (Calluna vulgaris), brezo (Erica vagans), y arándano (Vaccinium myrtillus). De ahí que podamos comprobar cómo los pastos de diente más productivos están siendo relegados, casi exclusivamente, a collados y vaguadas de topografía suave.

Pero fijémonos, también, que en los lugares donde se producen bruscas rupturas de pendiente o aflora la roca subyacente, los procesos periglaciares de gelifracción, solifluxión y crioturbación -acelerados por sobrepastoreo y apertura poco juiciosa de pistas han desencadenado crisis rexistásicas irreversibles. En tales casos el cervunal se empobrece, se fragmenta y va siendo progresivamente dominado por pioneras y pastos duros de afinidad oromediterránea. El grado de cobertura es escaso -incluso hay parcelas de calvero-, en tanto que el de riqueza florística alto.

El ganado caballar y la oveja rasa apetecen esporádicamente las matas hirsutas de grarníneas (Festuca gautien) y cárices duros (Carex rupestris), largamente dominadoras del panorama florístico. Abundan las especies de alto interés indicador, fisurícolas, rupícolas, glareícolas-, especialistas en la colonización pionera de enclaves difíciles. Son plantas en su mayoría heliófilas que, al igual que el área de cervunales, reciben con frecuencia la mojadura de nieblas y rocíos. Una precipitación horizontal que, en la temporada estival, resulta en extremo vital para cubrir las necesidades de agua de un ganado que en el karst de Larra no dispone de escorrentía superficial. Por otra parte, muchas de las especies que aquí pueden reconocerse son endémicas, relícticas, o se encuentran en el límite de área, bien como táxones pirenaicos, mediterráneos o ibero-atlánticos. Veamos la composición florística aproximada: Festuca gautieri=scoparia, Carex rupestris, Globularia repens, Thymelaea nivalis, Asperula sp., Saxifraga sp., Ranunculus sp., Koeleria vallesiana, Agrostis tenuis, Silene acaulis, Thymus praecox, Serratula nudicaulis, Arenaria sp., Oxytropis pyrenaica, Astragalus sempervirens, Carduus carlinifolius, Androsace villosa, Bromus erectus, Gypsophila repens, Geranium cinereum, Medicago suffruticosa, Sideritis hyssopifolia, Aster alpinus, Senecio pyrenaicus.

4.2.3.El piso montano

Abandonamos el karst subalpino de Larra, para reconocer, como tercera etapa de la salida, los dominios del piso montano. Retornarnos, entonces, la carretera para descender el puerto hasta el mirador enclavado junto a una instalación militar -1.350 m.-. Lo localizamos en el mapa-guía (fig.7, punto 4), fijando las principales referencias espaciales que destacan en la soberbia panorámica: al nordeste, las laderas desnudas de Lakora, recorridas por la carretera del puerto y, al fondo, la línea principal de cumbres; al suroeste, el valle glaciar de Belagoa, cuyo fondo plano se reviste de prados de siega con alguna cabaña aislada; al este-sudeste el enclave al que nos dirigimos, el Rincón de Belagoa, avenado por torrenteras y revestido en sus laderas de un tapiz vegetal muy contrastado entre solanas y umbrías.

Proseguimos el descenso hasta que, dejadas atrás las últimas curvas de herradura, llegamos a las rampas iniciales del puerto, flanqueadas, a mano izquierda, por bosques de pino. He aquí el lugar seleccionado -ubiquémoslo en el mapa (fig. 7, punto 5), a unos 1200 m. de altitudpara caracterizar el denominado "piso montano seco". Las trincheras de la carretera nos permiten apreciar el predominio de materiales carbonatados, tapizados de suelos pardos forestales. Observemos que, poco más al este, esta misma ladera a solana presenta una pendiente mucho más pronunciada, incluso subvertical donde afloran las bancadas de calizas compactas de Lapazarra, de problem ático recubrimiento vegetal. En todo caso, éste está protagonizado por un pinar de pino albar (Pinus sylvestris), genuíno colonizador de los carasoles del piso monta~o seco, y apetente de ambiente continentalizado, alternante con matorrales de la serle regresiva.

Desde aquí mismo podemos apreciar que, al otro lado de la planicie aluvial, la umbría del Rincón de Belagoa presenta una cubierta vegetal de aspecto bien diferente: es el hayedo-abetal de la umbría del piso montano húmedo. Se trata, sin duda, de un fenómeno biogeográfico digno de consideración más detenida, que trataremos de poner de manifiesto evaluando las circunstancias mesológicas de una y otra formación, y confeccionando los inventarios correspondientes

Empecemos, entonces con el estudio del pinar de pino albar. Ha de señalarse que se nos puede hacer difícil discernir si se trata de formaciones naturales, subespontáneas o antiguas plantaciones pues esta conífera, de buena calidad maderera, -pino Roncal se le Ilamaha sido claramente favorecida por el hombre en toda la comarca. Advertimos que en las parcelas mejor constituídas el estrato arbóreo es bastante denso, integrado casi exclusivamente por el pino albar, con la sintomática presencia de algún haya (Fagus sylvatica) aislada en las vaguadas y algún roble peloso (Quercus humilis) en las zonas más soleadas. Los fustes rojizos de la conífera presentan copa bastante alta pues, en razón de su carácter heliófilo, autoelimina las ramas bajas poco iluminadas. Es muy importante observar cómo la colaboración de las micorrizas le permite prosperar en terrenos muy difíciles -caídas de Lapazarradonde, de primeras, gana terreno al roble peloso, lo que le confiere carácter de especie pionera.

En el estrato arbustivo, junto a pies jóvenes de pino, aparece el coprotagonista de esta formación vegetal: el boj (Buxus sempervirens). Este no sólo recubre amplias parcelas del sotobosque del pinar sino que, además, tras eventual tala, se adueña por completo de la serie regresiva. Pino y boj comparten, por tanto, parecida capacidad de colonizar los espacios degradados por explotación natural o antrópica. En tales circunstancias, se les suma la morrionera ( Viburnum lantana), el espino albar ( Crataegus monogyna), el aligustre (Ligustrum vulgare) y el enebro (Junniperus communis), entre otros.

El estrato herbáceo se cubre de musgo en las parcelas más nemorales, y se enrarece en enclaves pedregosos, erosionados y venteados. A este nivel, son de destacar especies de diversa significación ecológica: la hepática (Hepatica nobilis), el heléboro fétido (Helleborus foetidus), acidófilas como la verónica (Veronica officinaiis); o nemorales como la primavera (Primula veris).

Es de gran interés cotejar el inventario que seguidamente elaboraremos con el correspondiente al del quejigal estudiado en la zona transicional alavesa pues, como se ha apuntado repetidamente, el pinar de pino albar ocupa en muchas ocasiones la jurisdicción del robledal de roble peloso; y éste prospera en ambientes parejos al del quejigal subatlántico-submediterráneo.

INVENTARIO DEL PINAR DE PINO ALBAR CON BOJ

SOLANA DE LAPAZARRA (1200 m.)

ARBÓREO

Pinus sylvestris 3, arbustivo 1, herbáceo 1

Quercus humilis 1, arbustivo 1

Fagus sylvatica 1, herbáceo 1

 

ARBUSTIVO

Buxus sempervirens 3

Ilex aquifolium 1

Viburnum lantana 1

Lonicera xylosteum 1

Crataegus monogyna 1

Ligustrum vulgare 1

Coronilla emerus 1

Juniperus communis 1, herbáceo 1

 

HERBÁCEO

Tapiz muscinal 2

Hepatica nobilis 1

Primula veris 1

Veronica officinalis 1

Vicia sepium 1

Helleborus foetidus 1

Euphorbia amygdaloides 1

Lathyrus montanus 1

Viola gr. riviviana 1

Fragaria vesca 1

Bujedos-espinales y landas calcícolas de estructura y composición florística muy similar a los estudiados en el ámbito de las Montañas meridionales de Alava oriental, motean ampliamente las parcelas aclaradas del pinar.

Finalizado reconocimiento del piso montano a solana, terminamos de desandar el puerto, con lo que llegamos al fondo de valle. Nada más cruzar el río, cuyo aforo encontraremos habitualmente mermado a resultas de la configuración geológica que en su momento hemos señalado, llegamos a un amplio aparcamiento rodeado de denso arbolado. Desde este punto arranca una senda que remonta el Rincón de Belagoa, atravesando en varias ocasiones el cauce pedregoso del río. Advertimos niveles de terrazas, en las que se entremezclan cantos rodados y material fino, en buena parte arrasadas por las pulsaciones torrenciales. Las antiguas huertas de la terraza central han sido sustituIdas por cultivos forrajeros y prados de siega, y están moteadas de cabañas y establos.

Según vamos ganando altura, podemos observar con claridad que este antiguo valle glaciar del Rincón de Belagoa cierra su flanco meridional mediante una rampa labrada en el fiysch supracretácico, cuya morfología es claramente discorde con la del flanco norte, cortada a pico en las calizas de Lapazarra. Ello nos permite reflexionar sobre el modelado diferencial del aparato glaciar sobre litologías de diversa competencia.

Alcanzado el punto de ruptura de pendiente, la planicie fiuvio-torrencial de cantos rodados contacta con la cabecera del valle, colapsada de bloques calizos de tamaño métrico. Abandonamos el cauce principal y, a mano derecha, nos internamos hacia la umbría -"paco" o -paquiza", en terminología localdel Txamantxoia, magníficamente revestida de hayedo-abetal. Localicemos este enclave de piso montano húmedo en el mapa-guía (fig.7, punto 6), a unos 1250 metros de altitud, teniendo enfrente y a la izquierda la solana de Lapazarra, cuya vegetación de pinar y matorral venimos de analizar.

Esta afamada "Selva de Artaparreta", junto con el "Monte de la Cuestión-Lizardoya" de la selva de Irati, está considerada como el último reducto de hayedo-abetal que ha llegado prácticamente virgen hasta nuestros días. Observamos que se trata de una formación asentada sobre materiales del fiysh supracretácico, en su mayor parte carbonatados, con pendientes de moderadas a fuertes y clara exposición a umbría. Este encaramiento a los húmedos flujos septentrionales posee gran trascendencia en la estructura y dinámica del complejo forestal. El tapiz vegetal prospera obteniendo nutrientes de un suelo profundo de tipo pardo forestal, cuyo horizonte húmico tiende a una ligera acidificación por lavado y acumulación de hojarasca. Antes de abordar la mesología, estructura y dinámica de esta comunidad vegetal, a manera de introducción, no estará de más transcribir un breve extracto de la descripción con que Luis Villar inicia el estudio del bosque de Artaparreta:

El máximo forestal del Pirineo Occidental está representado por un hayedoabetal salpicado de olmos de montaña y tejos... Ningún otro bosque mejor que éste para comprender el flujo de la energía a través del ciclo de la materia (suelo-seres vivos-suelo); es decir, para "sumergirse" en el ecosistema forestal. La idea de sistema integrado, donde todo se aprovecha, donde cada cosa está en su sitio y tiene su misión dentro de una red compleja, aflora cuando se disfruta de la luz tamizada por las frondosas; al comprobar que un tronco hueco alberga el nido del pito negro y al ver que ramajes y troncos en putrefacción son el mejor abono para la regeneración del bosque... La armonía de conjunto proviene, igualmente, de la ausencia de cualquier erosión, cáncer tan extendido en nuestra montaña.

En este bosque opulento, el dosel arbóreo alcanza tal magnitud altimétrica que parece conveniente desdoblarlo en dos. El arbóreo superior está integrado monoespecíficamente por el abeto blanco o pinabete (Abies alba), con un nivel de cobertura variable según circunstancias mesológicas. Con ejemplares que, en ocasiones, alcanzan los 50 metros de altura, esta conífera encuentra en la Selva de Irati el limite occidental de área, por rehuir la excesiva humedad del ambiente oceánico. Requiere, sin embargo, constante humedad edáfica, por lo vemos concentrada en las hondonadas más frescas. Parece seguro que antaño abundaba en todos estos bosques, pero una explotación selectiva para fabricación de mástiles y diversas obras públicas, entre otros usos, determinó su recesión.

Bajo las pirámides de los abetos, el piso arbóreo inferior es jurisdicción casi exclusiva del haya (Fagus sylvatica). Estamos ante la representante emblemática del piso montano húmedo, entendiéndolo sobre todo como humedad atmosférica, pues rehuye el encharcamiento. Puede alcanzar los 40 metros, aunque lo habitual es que estabilice su crecimiento en unos 30. En ocasiones está acompañada de algunos "golpes" de abeto, tejo (Taxus baccata), arce (Acer opalus), tilo (Tilia platyphylos) y olmo de montaña ( Ulmus glabra).

Certificamos que los estratos intermedios apenas tienen representación, a causa de la intensa sombra que proyecta el tupido dosel superior, con la excepción de pies jóvenes de las dos especies superiores en claros del bosque provocados por la caída de individuos abatidos por la vejez o la tempestad. En ocasiones, estos "zacardales" presentan gran densidad, estableciéndose la competencia por alcanzar cuanto antes la luz cenital. Algunos mostajos (Sorbus aria), serbal de cazadores (Sorbus aucuparia) y acebos (llex aquifolium) son capaces de prosperar en tan sombrío ambiente, mientras que en roturas y lindes de arroyos lo hacen sauces (Salix caprea) y saúcos (Sambucus racemosa).

El estrato herbáceo, sumido en un microclima húmedo y sombrío, es bastante discontinuo pero rico en especies. Se halla casi en su totalidad cubierto por la hojarasca, que cumple una importante función recicladora en el esquema metabólico de la formación. La diversidad de teselas mesológicas determina que predominen unas u otras especies: nemorales como la acederilla ( Oxalis acetosella); eutrófilas como la dentaria (Cardamine heptaphylla), la escila (Scilla lilio-hyacinthus) yel lirio (Lilium martagon); acidófilas como el arándano ( Vaccinium myrtillus). Bajo los piés de abeto, el tapiz muscinal puede alcanzar gran cobertura y lo vemos salpicado de pírolas (Pyrola sp.). Detectamos, frente al escaso protagonismo de las gramíneas, la presencia ubícua de plántulas de haya y abeto, varios tipos de helechos higrófilos, como el Athyrium filixfemina o el Blechnum spicant; fontinales como la búgula (Ajuga reptans); megaforbios como la amapola amarilla (Meconopsis cambrica) y la valeriana ( Valeriana pyrenaica).

Para finalizar, abordemos la confección del generoso inventario, de manera que podamos cotejarlo con el obtenido en el pinar del piso montano seco de la solana y, también, con otros tipos de hayedo analizados en itinerarios anteriores.

INVENTARIO DEL HAYEDO-ABETAL

SELVA DE ARTAPARRETA-UMBRIA DE TXAMANTXOIA (1250 m.)

 

ARBÓREO

Abies alba 1, arbustivo 1, herbáceo 1

Taxus baccata 1, arbustivo 1, herbáceo 1

Tilia platyphillos 1

Acer opalus 1

Ulmus glabra 1

 

ARBUSTIVO

Sorbus aria 1

Sorbus aucuparia 1

Ilex aquifolium 1

Salix caprea 1

Sambucus racemosa 1

 

HERBÁCEO

Tapiz muscinal 3

Cardamine heptaphylla 2

Lilium martagon 1

Scilla lilio-hyacinthus 1

 Oxalis acetosella 1

Hepatica nobilis 1

Valeriana pyrenaica 1

Meconopsis cambrica 1

Pyrola sp. 1

Ajuga reptans 1

Blechnum spicant 1

Athyrium filix-femina 1

Vaccinium myrtillus 1

Atropa bella-donna 1

Helleborus viridis 1

Sanicula europea 1

Lathraea clandestina 1

El regreso al punto de partida lo efectuaremos, sin rebajar en exceso la cota altimétrica, por esta misma ladera de umbría, con el fin de observar y analizar dos cuestiones de interés: la serie dinámica del hayedo-abetal, configurada en etapas de sustitución de prebrezales y pastizales montanos de estructura y composición florística prácticamente idénticas a las estudiadas en salidas anteriores; y la mesología y singular composición florística de los frecuentes enclaves de humedal-turbera que delatan los problemas de drenaje de ciertos sectores de la facies flysch. Detectamos como especies más ubícuas: Caltha palustris, Ranunculus bulbosus, Cardamine raphanifolia, Chrysosplenium oppositifolium, Parnassia palustris, Viola palustris, Epilobium alsinifolium, Mentha longifolia, Tussilago farfara, Molinia coerulea, Carex sp., Scirpus caespitosus, Juncus sp., Selaginella selaginioides, Myosotis sp., Sphagnum sp., Erica tetralix, Anagallis tenella, Hypericum elodes, Drosera rotundifolia.

 

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