Lurralde :inv. espac. N. 17 (1994) p. 259-262 ISSN 1697-3070

SAN PEDRO, PASAJES (1643/1727):

UNA MUESTRA DE MORTALIDAD.

Y CAUSAS ATIPICAS DE LA DE SUS PARROQUIANOS

Recibido: 1994-07-20

Mikel NISTAL

Instituto Geográfico Vasco

c/Prim, 28 -San Sebastián

 

LABURPENA

Pasaiako San Pedro eliz nagusiak. itsas bizimoduan dagozkion hilkortasunaren arrazioak azaltzen ditu. Bai Indietako Konboiak eta baita Ingalaterraren aurkako Korso Janak ere. elizkideen hilkor1asunean antzematen dira. Artikulu honek urte horien ar1ean lortu zituzten baloreak erakusten ditu.

RESUMEN

La parroquia de San Pedro, en Pasajes, expone unas causas de mortalidad centradas en la vida marina. Tanto los convoyes de Indias como las labores de corso frente a Inglaterra se dejan sentir en la mortalidad de sus parroquianos. Este artículo muestra los valores que alcanzaron entre dichos años.

ABSTRACT

San Pedro Parrish, Pasajes, shows strange mortalities. The origin of the mortalily must to be find in the ocean. The inhabitants of Pasajes usually had worked in the Royal Convoys to America and had fight against England like corsairs. This paper explains the mortalily levels in the 17th and 18th centuries.

 

El carácter multifuncional detentado por los edificios religiosos los convirtió en cementerios hasta el siglo diecinueve. En Trento se señaló la necesidad de contar por parte parroquial con estadísticas de los sacramentos concedidos en cada parroquia; en este Concilio algunos cánones incidieron en esta conveniencia de registro de sucesos -de corte religioso-. Para España, el Sínodo de Talavera, instaurado por el Cardenal Cisneros en 1498, expondrá la obligatoriedad de contar con libros de bautismo. Con posterioridad el Concilio Provincial de Sevilla, en 1512, y el Sínodo del arzobispado de Valencia, en 1548, volverán a centrarse en esta cuestión. Desde dentro de la Iglesia Católica se comienza a ver como necesario contar con referencias de sacramentos, aunque pueda sonar extraño constatar lo tardío de la obligatoriedad en el ritual romano de los entierros, a partir de 1614.

En el área donostiarra, donde queda inmersa Pasajes de San Pedro, los libros de finados darán comienzo a sus anotaciones en el siglo XVII. Sin embargo, sólo se hace mención en su interior a todos aquellos individuos, varones y hembras, que superan la edad de catorce años, ya que los que no sobrepasan este umbral, -los considerados párvulos- no aparecían reflejados en los libros, merced a los condicionantes sociales hacia la infancia, que no serán trastocados hasta el pasado siglo. La facilidad con la que se sucedían las pérdidas infantiles queda integrada dentro de la visión del momento. Las muertes neonatales, los partos mal llevados a término, el precario ambiente de crecimiento y la abundancia de expósitos se conjugaban en un panorama difícilmente comprensible para nuestra visión de fines del siglo XX. San Marcial de Alza inaugura sus series estadísticas en 1607, San Pedro de Pasajes en 1.643, San Sebastián el Antiguo en 1647, San Pedro de Igueldo en 1648, San Vicente en 1649 y Santa María de Astigarraga en 1743 (1).

San Pedro de Pasajes (2) muestra unas causas de mortalidad que son en cierta medida específicas. Para los siglos XVII y XVIII se cuenta con dos libros, por lo que se poseen datos desde 1643 a 1727. Los libros de finados poseen, en primer lugar, la particularidad ya señalada de anotar sólo a los mayores de edad (3). En segundo, la de ser reflejo de las ceremonias y sacramentos efectuados en el seno de la parroquia. Dentro del ámbito fúnebre no debe ser olvidado el carácter multifuncional de los edificios religiosos, lugares de enterramiento hasta el siglo XIX, y por ello, el carácter de facto de dichos libros como actas de enterramiento. En los libros parroquiales de finados se hace mención a dos hechos diferentes, que a menudo se han equiparado, lo cual no es aconsejable. Son dos situaciones diferentes el enterramiento verificado en el edificio parroquial y el oficio de sepultura o funeral que se realiza en memoria de un parroquiano fallecido en tierras lejanas. lncluso, en ocasiones también se resaltan de esta forma, mediante asiento, cabos de año y aniversarios. Para conocer de forma más veraz la situación de la mortalidad en una determinada localidad o en el ámbito de una parroquia se ha de discernir uno de otro hecho. Generalmente, empero, los valores de funerales u oficios y enterramientos son muy parejos, salvo causas excepcionales, que en las parroquias costeras se manifiestan en forma de naufragios en la pesca o en el servicio en la marina.

Pasajes de San Pedro, en estos ochenta años aparece como un caso excepcional. San Marcial de Alza, para las mismas fechas, cuenta con anotaciones de catástrofes o muestra de la actividad de individuos en el comercio con América, sobre todo en Caracas. San Vicente, de manera parecida, deja traslucir dos fases, estando la primera vinculada a los convoyes reales al Caribe y la segunda a la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas. San Pedro poseyó un neto matiz militar; por un lado numerosos parroquianos se embarcaron en la Marina Real, y por otro pertenecían a las flotas de comercio que operaban con el nuevo continente. Dentro del primero de los grupos se incluye la práctica del corso, bien documentada, sobre Inglaterra.

Para el siglo XVII Pasajes de San Pedro deja ver unas curvas de mortalidad parejas a las de las parroquias de San Sebastián, con máximos en los quinquenios 1676 / 80 y 1691 / 95.Para los pocos años del siguiente siglo que se poseen, los valores expresan niveles equivalentes, incluido el acusado descenso a partir de 1721. La comparación entre los asientos anotados en los libros de finados y los enterramientos que tuvieron lugar en el edificio parroquial expresan el mayor grado de particularidad de Pasajes de San Pedro, que es, sin duda, el reducido porcentaje que han supuesto en esos años los enterramientos en la parroquia sobre los funerales efectuados en el templo, debido al ingente número de parroquianos muertos en otros lugares, con un nivel que en 1726 / 27 es del 33 por ciento, o del 38, entre 1706 y 1710.

El resto de las parroquias con vinculación marinera, como Alza o San Vicente, quedan como anecdóticas en sus inscripciones de fallecimientos, con sus respectivos funerales, sobre el número de enterramientos que sucedieron en el interior del templo, incluyendo la destacada relación entre Alza y Astigarraga, que se traducía en un relevante número de traslados fúnebres a la parroquia de la vega del Urumea. San Pedro de Pasajes es, por tanto, un reflejo excepcional.

 

NOTAS

1. Los libros de Santa Maria fueron quemados en 1.813, por lo que se desconoce la fecha de comienzo de anotaciones en el libro de finados.

2. ARCHIVO HISTÓRICO DIOCESANO, SAN SEBASTIÁN, libros de finados, parroquia de San Pedro, Pasajes:

1/ f.643-1.671.

2/ 1.672-1.727.

s/n 1.836-1.839.

4/1.887-1.932.

3. San Marcial de Alza y San Sebastián el Antiguo las anotan en 1 .787, Santa María de Astigarraga en 1.819, San Pedro de Igueldo en 1.819, Santa María en 1.832 y San Vicente en 1.839. Estas dos últimas parroquias lo realizan en libros separados, creados únicamente para inscribir anotaciones de menores.