Lurralde :inv. espac. N. 19 (1996) p. 9-27 ISSN 1697-3070

LA MARGINAClON DEL SECTOR SECUNDARIO EN EL PLANEAMIENTO URBANO

 DEL SIGLO XIX. EL CASO DE SAN SEBASTIÁN

Recibido: 1995-9-1

Carlos LARRINAGA RODRíGUEZ1

 Universidad de Deusto

LABURPENA:

Artikulu honen bidez XIX-garren mendeko bigarren erdiko zabalgune legeetan eta hiri-plangintzan bigarren sektorea ez zela behar bezala kontutan hartu Espainian nabarerazi nahi dugu, Donostiako kasua adibide bezala hartzen.

Gako hitzak: Bigarren sektore, hiri-plangintza, Donostia, Euskadi, Espainia.

SUMMARY:

With this paper I'd like to enphasize that the suburban developement and planification laws hardly took into account the secondary sector during the second half of the XIXth century, taking the city of San Sebastián as example.

Key words: Secondary sector, urban planification, San Sebastián, Basque Country, Spain.

RESUMEN:

Mediante este artículo queremos resaltar lo poco que se tuvo en cuenta al sector secundario en las leyes de ensanche y planea miento urbano de la segunda mitad del siglo XIX en España, tomando como ejemplo el caso de San Sebastián.

Palabras clave: Sector secundario, planeamiento urbano, San Sebaslián, País Vasco, España.

 

I. INTRODUCCIÓN

Desde finales del siglo XVIII Europa venía sentando las bases de lo que había de ser un "régimen nuevo". Mientras en el terreno económico era Gran Bretaña la que estaba experimentando las transformaciones más importantes a consecuencia de la "Revolución Industrial"; en lo político, Francia rompía con el Antiguo Régimen de una manera drástica y violenta. Ambas revoluciones, la industrial y la francesa, podemos considerarlas como los dos acontecimientos más importantes que van a marcar la Edad Contemporánea. Si la primera supuso el fin de la economía de subsistencia y el desarrollo pleno del capitalismo, la segunda trajo consigo el triunfo del sistema liberal y el acceso al poder de la burguesía frente a la aristocracia. Ahora bien, aunque ambos fenómenos no se desarrollaron con la misma intensidad ni simultáneamente en todos los países europeos, ninguno de ellos permaneció impasible ante los mismos. En el caso español, por ejemplo, la vuelta de Fernando VII en 1814 supuso el fin de la experiencia constitucional de Cádiz y el retorno al absolutismo. Únicamente el Trienio Liberal (1820-1823) significó una mayor apertura, aunque quedó también abortado por las tropas del duque de Angulema, los Cien Mil Hijos de San Luis, en un momento marcado precisamente por el conservadurismo del canciller austriaco Metternich y el Congreso de Viena de 1815. Sólo la muerte del monarca en 1833 y el acceso al trono de su hija Isabel II valdrían para catapultar al liberalismo español al poder.

El XIX, pues, fue no sólo el siglo de la burguesía, sino también del liberalismo. El desarrollo industrial en Gran Bretaña y la nueva situación política del continente permitieron una intensificación de las relaciones económicas entre la mayor parte de los países europeos. Sin duda, la gran beneficiada de estas operaciones fue la burguesía, que, instalada en el poder, no sólo consiguió arrinconar a la aristocracia, sino que también empezó a imponer su "modus vivendi".

Era una burguesía que, como su mismo nombre indica, habitaba en las ciudades2. A pesar de que la mayor parte de la población seguía viviendo de la agricultura3, las ciudades europeas del XIX experimentaron un importante crecimiento4, Inglaterra, por ejemplo, entre 1550 y 1820, había aumentado su población en un 280 %, mientras que, en ese mismo lapso temporal, Francia, España, Alemania, Italia y los Países Bajos habían acrecentado la suya entre un 50 y un 80 por 1005. El desarrollo industrial inglés durante la segunda mitad del s.XVIII y comienzos del XIX, junto con las transformaciones agrícolas, había permitido semejante incremento poblacional. Siguiendo a Wrigley, "Londres fue siempre, con mucho, la mayor ciudad, pero sólo cuatro de las nueve que la seguían en 1600 aparecen en la lista de 1800. Manchester, Liverpool y Birmingham, nuevas todas ellas, eran, respectivamente, segunda, tercera y cuarta, en aquella fecha. Luego estaba Bristol, que ya aparecía en la lista anterior, pero la sexta y la séptima eran otras dos nuevas ciudades, Leeds y Sheffield; de modo que, cinco de las seis ciudades de mayor tamaño, después de Londres, en 1800 habían sido centros relativamente poco importantes dos siglos antes"6. En Francia, sin embargo, en la primera mitad del siglo XIX, el principal factor de crecimiento de las grandes ciudades siguió siendo el comercio, más que la actividad industrial7. Dejando de lado la capital, París, Marsella creció un 66 % entre 1820 y 1846, alcanzando los 183.181 habitantes, gracias al comercio internacional y marítimo. Lyon, con un crecimiento algo más lento, llegó a los 177.976 en 1846. Pese a ser la ciudad más industrial de Francia del momento y albergar la concentración obrera más importante, la actividad industrial era todavía muy artesanal y el capital seguía siendo predominantemente comercial. Con todo, fue en estas dos últimas ciudades, Lyon y Marsella, donde, en las décadas de los 30 y 40, se formularon los primeros proyectos contra los viejos barrios. Burdeos, ciudad comercial por excelencia, también experimentó un destacado crecimiento. Lille y Rouen seguían siendo plazas comerciales, aunque habían empezado ya a industrializarse. Con todo, algunas ciudades más modestas evolucionaron rápidamente gracias al desarrollo industrial. Fue el caso de Mulhouse, Saint-Quintin o Saint-Etienne8.

Las ciudades europeas, pues, en líneas generales, aumentaron considerablemente sus efectivos durante el siglo XIX. El nuevo desarrollo económico, desigual en los distintos países, hizo posible este progreso demográfico. En palabras de Roberto Segre, "el incremento de la población en las ciudades requiere la construcción de viviendas en gran escala que no puede resolverse a partir del crecimiento espontáneo y de la construcción tradicional artesanal, característica de los gremios medievales. La burguesía adinerada no posee recursos económicos similares a los de la nobleza que habita en las mansiones o castillos suburbanos. Por lo tanto, acepta la tipología de la vivienda colectiva o la vivienda individual -identificada con la propiedad de una parcela de terreno-, integrada dentro de una estructura unitaria de conjunto"9. Fue en ese momento cuando las grandes ciudades europeas empezaron a realizar sus ensanches, tomando como modelo el de París, aunque el primer antecedente lo podemos situar en Londres.

Napoleón III quiso hacer de París el centro del mundo10. Para ello, apenas asumido el poder en 1851, nombró como Prefecto de la ciudad al barón de Haussmann, autor de un plan de ensanche y embellecimiento que hizo fortuna en toda Europa.

La capital francesa estaba constituida por un sinfín de calles y callejuelas donde sus habitantes se apiñaban en condiciones muchas veces lamentables. En efecto, si en 1801 poseía 547.000 habitantes, llegaba al millón en 1846 y duplicaba esta cifra en 1870. Como puede observarse, el crecimiento de París durante estos años fue espectacular. Este incremento demográfico desbocado, las ansias de esplendor de Napoleón III y los acontecimientos revolucionarios de 1830 y 1848 marcaron la política urbanística desarrollada por Haussmann, en la prefectura entre 1851 y 1869. Así, siguiendo a Roberto Segre, los principales objetivos de su remodelación fueron los siguientes:

-Crear un organismo legal y financiero que posibilitara la ejecución de obras públicas en combinación con los intereses de los propietarios.

-Ocupar, mediante estas obras públicas, a un importante número de trabajadores urbanos, con el fin de poner freno a nuevas experiencias revolucionarias.

-Estructurar la ciudad por medio de un sistema vial a base de arterias de circunvalación y radiales para comunicar los diferentes barrios entre sí y las estaciones de ferrocarril con el centro. Además, se apostaba por las grandes avenidas rectilíneas, frente a las intrincadas callejuelas, para permitir, entre otras cosas, el acceso a la caballería ya los cañones en caso de revolución. Se tenía muy presente la toma del centro de la ciudad, mediante barricadas, por los revolucionarios en 1830 y 1848.

-Destruir buena parte de los edificios del casco histórico donde se agolpaba el proletariado para levantar edificios públicos, residencias, etc.

-Organizar la estructura administrativa y cuartelaria de la ciudad, tanto del ejército como de la policía.

-Actualizar la infraestructura técnica requerida en las ciudades modernas, es decir, traída de aguas y alcantarillado, iluminación, recogida de basuras, etc.

-Levantar los edificios públicos necesarios y realzarlos mediante el diseño de plazas o avenidas por medio de perspectivas abiertas.

-Dar una figuración homogénea al ámbito habitado por la burguesía, interrelacionando las distintas zonas comerciales, recreativas y administrativas.

-Desplazar a los suburbios industriales al proletariado.

-Dotar a la ciudad de espacios verdes, con plazas y parques, bien en los barrios, bien a escala metropolitana.

-Dictar unas normas urbanísticas de regularidad formal con el fin de dar una coherencia visual a todo el conjunto urbano.

Para Benévolo, "en realidad la urbanística cae profundamente en el ámbito del nuevo conservadurismo europeo. Napoleón III en Francia, los jóvenes tories orientados por Disraeli en Inglaterra, Bismarck en Alemania, advierten muy pronto la importancia que puede tener una política orgánica de trabajos públicos para la estabilidad política de sus respectivos países. Las reformas parciales, inclusive las elaboradas por la oposición de izquierda, pueden ser promovidas para evitar una presión demasiado fuerte sobre las instituciones que es preciso conservar"11, En la misma línea, afirma en otra de sus obras que "la ordenación de las ciudades se convierte en uno de los problemas centrales para los regímenes que surgen de las luchas de 1848 en los distintos países europeos"12.

Por consiguiente, junto al crecimiento demográfico que estaba experimentando Europa en estos anos, debemos tener presente la propia situación política por la que atravesaba.

El modelo parisino pronto se impuso en Europa. Entre 1859 y 1872, por ejemplo, los arquitectos C.F.L. Forster y M. Lohr realizaban el modelo de expansión urbana de Viena, la capital del Imperio Austro-Húngaro. En su proyecto se aprovechaba el espacio libre dejado por la demolición de las murallas, el conocido "Ring", y se creaba un anillo que rodeaba el casco histórico y servía para albergar grandes avenidas, espacios verdes, viviendas de lujo y edificios públicos. Ciudades como Turín (1852), Bari (1867), Bruselas (1867-71), Florencia (1864-77), Lyon o Londres, entre otras, también llevaron a cabo sus proyectos de ensanche en estos años.

II. LOS ENSANCHES EN ESPAÑA

Al igual que las europeas, las ciudades españolas también incrementaron su población durante este siglo y encontraron en el ensanche la fórmula ideal de ordenación de las "nuevas ciudades"13.

Aunque el desarrollo económico y el proceso industrializador fue en España mucho más moderado que en otros países europeos14, sí se puede decir que el XIX fue el siglo del triunfo definitivo de la burguesía y de los valores del nuevo orden económico liberal que representaba, es decir, la propiedad privada y el beneficio económico. "los ensanches, en tanto que solución propiciada por la sociedad burguesa, respondieron" a estos valores15. "la apropiación de la ciudad por la burguesía, tanto de la ciudad histórica como de la nueva, fruto de la expansión, la convirtió en objeto de negocio. La legislación lo corroboró en la letra de sus textos"16. Además, el escaso desarrollo industrial de la España de estos años explica que las primeras reformas urbanas estuvieran motivadas "más por exigencias de un mayor bienestar y comodidad de las nuevas clases sociales -la burguesía que por los problemas de alojamiento del proletariado industrial"17 En efecto, se dieron todo tipo de facilidades para la construcción de viviendas a los propietarios de los solares, prevaleciendo el derecho de la propiedad sobre cualquier otro.

Estos ensanches fueron concebidos realmente como "nuevas ciudades", tanto por su autonomía respecto de los cascos antiguos como por su significado. "Trazada bajo los preceptos de la higiene y la circulación, tras su uniformidad morfológica y arquitectónica, herencia del sistema proyectivo neoclásico, su trazado ortogonal de larguísima tradición histórica, a base de manzanas ordenadas en calles rectas de distintas anchuras, subyace la voluntad de afirmación de una nueva clase que impone su control de la ciudad y de la sociedad. Se trata de una ciudad básicamente residencial que, en consonancia con la organización social imperante, responde a las diferencias de clase, evidenciadas en la zonificación de la ciudad"18.

Barcelona fue la primera ciudad española que se planteó la realización de su ensanche. La capital catalana había iniciado su proceso de industrialización en el segundo tercio del s.XIX y conservaba aún sus murallas. Según las autoridades municipales de la época, el continuar como plaza fortificada significaba un freno a su crecimiento económico. Su demolición se convirtió, así, en su reivindicación prioritaria. Constituía un auténtico símbolo de progreso. ..En palabras de Benévolo, "el derribo de las murallas perimetrales, que ocurre en casi todas partes, se asocia a la ruptura con los vínculos del pasado, a la conquista del aire, de la luz, de la libertad de movimiento"19. En Barcelona, éste "se identificaba con el desarrollo no sólo espacial sino económico e industrial, pues sólo en las nuevas zonas de expansión podría desarrollarse la industria"20. En parecidos términos se expresaba el Real Decreto de 31 de Mayo de 1860: "El vuelo que han tomado allí la industria y el comercio, merced al genio emprendedor y enérgico de sus habitantes, y el gran movimiento consiguiente á los caminos de hierro que de ella parten, y á las importantes mejoras que van á ejecutarse en su puerto, preparan á la capital del Principado un brillante porvenir, cuya realización seria imposible si no se extendiera fuera del antiguo recinto de sus derruidas murallas para que pueda moverse y respirar con libertad y desahogo su creciente vecindario, exento de las trabas que hasta ahora le contenian con grave perjuicio de su salud, de su comodidad y del desarrollo de su riqueza"21,

En 1854, el mismo año en que el Gobierno autorizó que se echaran abajo las murallas, el urbanista Ildefonso Cerdá recibió el encargo de realizar el plano topográfico de los alrededores de la ciudad. Finalizado este trabajo, y ante la cada vez mayor necesidad real de un ensanche, las discrepancias entre la Administración Central y el Ayuntamiento fueron a más. Primero el Ayuntamiento encargó un proyecto a uno de sus arquitectos municipales y más tarde convocó un concurso público. De los catorce proyectos presentados, fue elegido el 20 de octubre de 1859 el de An1onio Rovira i Trias, arquitecto municipal. Ahora bien, un Real Decreto de 31 de mayo de 1860 invalidaba esta elección y refrendaba el de Cerdá. Mientras el proyecto de Rovira era más monumental, más arquitectónico, el de Cerdá era más ingenieril, menos imaginativo. Insistía más en la morfología, apostando en todo momento por la eficacia.

Abarcando un espacio considerablemente mayor que el de Rovira, entre el río Besós y Montjuich y entre la costa y Gracia, "el Ensanche barcelonés iba a crear una nueva trama urbana unificadora, de interrelación entre la vieja ciudad y las poblaciones del Llano. No fue, por tanto, una simple expansión, más o menos reglada urbanísticamente"22.

El trazado propuesto por Cerdá era ortogonal, con una gran uniformidad de conjunto, rota únicamente por dos grandes ejes diagonales y otro que formaba un ángulo oblicuo con los anteriores, asegurando así el rápido paso del ensanche y la conexión con la comarca circundante. Estos tres ejes eran el Meridiano, la Diagonal y el Paralelo, que se cruzaban en la Plaza de las Glorias. Se contemplaban cuatro anchuras para las calles, 20, 30, 50 y 100 metros y se posibilitaba la futura expansión de la trama urbana. Las plazas eran simples ensanchamientos de las propias calles y los bloques de viviendas muy uniformes. Además, Cerdá tuvo muy en cuenta la circulación rodada y de ahí la anchura de las calles. Ahora bien, el gran medio de transporte del momento era el ferrocarril. Así lo vio este ingeniero y lo integró perfectamente en su trazado.

Madrid, por su parte, se planteó la necesidad de una nueva planificación urbanística un poco más tarde. Por Real Decreto de 8 de abril de 1857 el Ministerio de Fomento acordó iniciar el estudio del futuro ensanche. Se constituyó una Junta facultativa, dirigida por Carlos Mª de Castro, que realizó una Memoria descriptiva del anteproyecto de ensanche de Madrid, el cual fue aprobado por Real Decreto de 19 de julio de 1860. Una vez en marcha, tuvo que promulgarse otro Real Decreto el 6 de abril de 1864 "dictando varias prescripciones referentes á la edificación en la Zona de ensanche de Madrid". Concretamente, en el preámbulo se señalaba lo siguiente:

"Desgraciadamente el alza que empezó á sentirse por aquella época en el precio de los terrenos, vino á dificultar las nuevas construcciones, y las reglas impuestas para que la elevación de las casas fuera solo de tres pisos y se destinara á jardín la mitad de su superficie, contribuyeron también indudablemente con otras causas á que las edificaciones no tuvieran todo el desarrollo que era de esperar, atendidas las urgentes necesidades de la población"23, A propósito de estos problemas, Javier Hernando apunta que "prevalecerá el «sagrado derecho" a la propiedad, por encima de cualquier otro, de modo que con escandalosa frecuencia los propietarios preferirán especular con el suelo en vez de construir, haciendo fracasar de este modo loS ensanches"24.

El proyecto de Castro era más conservador que el de Cerdá. Su trazado se basaba en la cuadrícula, yuxtapuesta al casco antiguo en dirección Norte y Este. El ancho de las calles era de 30 metros las principales y de 15 o 20 las secundarias. Teniendo muy presente la existencia de distintas clases sociales, se planteó el ensanche como un reflejo de esta situación, de suerte que optó por la zonificación del espacio urbano en lugar de elegir un trazado más igualitario. El resultado, según Bonet Correa, fue el siguiente: "espacios verdes (Retiro, depósito del Canal de Isabel II y manzanas sueltas en el interior de la trama), barrio fabril (Chamberí), barrios residenciales de lujo, aristocráticos y elegantes (a ambos lados de la Castellana), clase media (barrios de Salamanca y Argüelles), barrio obrero y menestral (sur de la calle de Alcalá, tras el Retiro), sector industrial (Embajadores y Puerta Toledo) y zona agrícola (ribera del Manzanares)"25. Castro, además, incluía numerosos edificios de servicios tales como mercados, asilos, hospitales, ...o cuarteles en la periferia, atendiendo a una posible ocupación rápida de la ciudad. Ahora bien, lo más negativo de su Plan fue la construcción de un foso en el lugar de la vieja cerca, con lo cual seguía pensando la ciudad de forma muy tradicional, como un núcleo cerrado. El ensanche no se integraba en la ciudad vieja, solamente se adosaba.

Bilbao fue otra de las primeras ciudades españolas en proponer su ensanche. Una vez finalizada la Primera Guerra Carlista y establecidas las aduanas en la costa, se inició en el País Vasco, especialmente en las provincias costeras, un período de recuperación económica. El despegue comercial y, después, industrial, interrumpido por la Segunda Guerra Carlista, hicieron que la capital vizcaína se planteara cada vez con más urgencia su ampliación urbanística, toda vez que la realización del Puerto de la Paz había fracasado. Finalmente, el 7 de Abril de 1861 el Gobierno autorizó la expansión. El ingeniero encargado de fijar los nuevos límites jurisdiccionales y realizar el Plan de ensanche fue Amado Lázaro, quien diseñó una nueva ciudad, literalmente hablando, en la otra orilla del río Nervión. Su proyecto26, sin embargo, no fue aprobado por el Ayuntamiento, por considerarlo inviable económicamente y por la gran anchura de sus calles y amplitud de sus plazas y jardines. Según Santiago de La Hoz, el problema radicó en que "el autor realizó un proyecto urbano, como si de una ciudad nueva se tratara, como posteriormente hizo Alzola, pero no tuvo en cuenta que parte de esos territorios, ya estaban urbanizados. De la misma manera, y siendo fiel a su cometido, realizó su proyecto sin tener en cuenta los intereses inmobiliarios que ya

existían detrás del proyecto urbano, es decir, la especulación y los intereses particulares acabaron con su obra"27 Por su parte, las poblaciones próximas a Bilbao afectadas también mostraron su disconformidad con el proyecto. Así las cosas, el Gobierno no aprobó los nuevos límites jurisdiccionales de la Villa hasta el 19 de diciembre de 1869. A partir de este momento, el Ayuntamiento encargó a un nuevo equipo formado por el arquitecto Severino Achúcarro y los ingenieros Pablo Alzola y Ernesto Hoffmeyer la realización de un nuevo Plan de ensanche que, aunque presentado en 1873, no fue aprobado hasta 1876. El nuevo Plan, sin embargo, estaba muy influenciado por el de Lázaro, organizándose el conjunto a partir de dos grandes avenidas que se unían en una gran plaza, la Plaza Elíptica. De esta forma, se conseguía una gran cruz que fragmentaba el ensanche en cuatro sectores. Además, se proyectó un gran eje central, la Gran Vía, que unía el Centro Histórico, a través del puente de El Arenal, con el extremo oeste del ensanche, con el punto de acceso a la dársena portuaria, en las proximidades del Asilo de San Marnés. Por lo demás, y teniendo en cuenta algunas de las cohstrucciones preexistentes y sujeto siempre a la especulación urbanística, se repitió el trazado en cuadrícula y se dio gran importancia a las comunicaciones tanto internas como externas, siguiendo el modelo de Cerdá28.

Las otras dos capitales vascas también contaron con sus respectivos planes de ensanche en fechas muy tempranas. Mientras Vitoria lo tuvo para 1865, en San Sebastián, por su parte, para 1862 ya estaba redactado, siendo una de las primeras ciudades españolas en llevarlo a cab029.

En España, sin embargo, los planes de ensanche se generalizaron a partir de los ochenta, aunque hubo ciudades que hicieron sus primeros proyectos en la década de los cincuenta. Por ejemplo, Santander, en 1853, ponía el germen de su futuro ensanche al empezar a urbanizar la zona de Maliaño, junto a la bahía. La misma Tarragona planteó en 1857 la unión de los dos núcleos de la ciudad, la Ciudad Alta y la Nueva Población, separados por la muralla. En este caso, su condición de plaza fortificada, hasta 1868, le impidió llevarlo a cabo, si bien ya se plantearon algunos aspectos de interés, como la creación de la Rambla Nova. Un año después, en 1858, Valencia contaba con su primer plan de ensanche, aunque fracasó, pues, por un lado, ni siquiera fue aprobado por el Gobierno; y, por otro, la burguesía valenciana apenas mostró interés por el proyecto. La capital del Turia hubo de esperar a 1884 para llevar a cabo un nuevo plan.

Poblaciones próximas a Barcelona que experimentaron un fuerte crecimiento demográfico como consecuencia de la expansión industrial también proyectaron sus propios ensanches. Fueron los casos, entre otros, de Sabadell, que, tras los intentos fallidos de 1847 y 1865, en 1886 disponía ya de su nuevo planeamiento, obra de Miquel Pascual i Tintoré; Vilanova i la Geltrú (Francesc Guma, 1876); Mataró (Agustín Babañes y Melchor Palau, 1878) o Tarrasa (Miquel Curet i Roura, 1878).

Fuera de Cataluña, otras ciudades como Gijón (1867) Cartagena (1887 y 1894), Alicante (1887) o Pamplona (1889) también llevaron a cabo sus propias planificaciones urbanas, como reflejo precisamente del proceso de modernización que se estaba produciendo en España durante la Restauración y que tenía en las ciudades precisamente su punta de lanza30.

III. EL ENSANCHE DE SAN SEBASTIAN

Como ya se ha dicho, San Sebastián fue una de las primeras ciudades españolas en planear su ensanche. El primer objetivo perseguido por el Ayuntamiento fue la autorizacióf1 pertinente para la demolición de sus murallas31. La Real Orden fue dictada en Madrid el 17 de marzo de 1862. Con ella la capital donostiarra dejaba de ser plaza de guerra. La Corporación municipal presidida por Eustasio Amilibia no perdió más tiempo y el 20 de julio de ese mismo año publicaba las Bases á que deberán arreglarse los planos que sean presentados para la ampliación de dicha ciudad, teniendo presente que es una población esencialmente mercantil, inspiradas en el concurso de ensanche convocado por la ciudad de Barcelona unos pocos años antes. San Sebastián, prácticamente destruida en 1813 y afectada, como el resto de Guipúzcoa, por la Primera Guerra Carlista durante el período de su recuperación, había recobrado en las dos décadas anteriores el pulso perdido. En este sentido, no es extraño que las propias Bases insistieran en el carácter mercantil de la ciudad.

Al contrario de lo que sucedió en Barcelona o Madrid, en opinión de Mª Jesús Calvo, "en San Sebastián, el ensanche se plantea como una ciudad total, donde el emplazamiento establece, además de la necesidad de contar con un espacio definido, la escala de la trama empleada y la unidad de su contenido"32. En las Bases se estipulaban tres tamaños de calles; se establecía la dirección de las mismas, preferentemente al Sur y al Este; se manifestaba la preocupación de comunicar la estación de ferrocarril con el nuevo centro; se insistía en la conexión con la ciudad vieja; se primaba el carácter armónico del nuevo planeamiento en función de la propia belleza del emplazamiento y se tenía muy en cuenta todo lo referido a las infraestructuras viarias.

El 23 de diciembre de 1862 la Comisión nombrada al efecto eligió como vencedor del concurso el proyecto titulado "Porvenir" del arquitecto Antonio Cortázar, quedando en segundo lugar el del vallisoletano Martín de Saracíbar. Ahora bien, el Ayuntamiento acordó que Cortázar realizara un nuevo proyecto incorporando algunos aspectos del de Saracíbar. Con todo, su aprobación tardó bastante en llegar. Pese a

que el 14 de mayo de 1864 la Junta Consultiva de Policía Urbana y Edificios Públicos, dependiente del Ministerio de Gobernación, daba su visto bueno, el proyecto no fue aprobado por el Ministerio hasta la Real Orden del 11 de octubre de ese mismo año, aunque no abarcaba toda la extensión planeada. Unos días más tarde, e119, otra Real Orden determinaba la creación de una Junta de Ensanche. Además, a la vez que se ratificaban los planos del ensanche, se encargó al propio Cortázar la elaboración de un proyecto de Ordenanzas municipales, el cual fue presentado el 29 de noviembre y aprobado oficialmente el 7 de octubre de 1865. En opinión de Mª Jesús Calvo, "su posterioridad, y sobre todo, el que fuese Cortázar su autor, explica que en el proyecto de ensanche estuvieran implícitos muchos de los artículos de las ordenanzas y del mismo modo, que éstas tuvieran en cuenta, aunque no de un modo explícito, las imposiciones de un plano de expansión ya legalizado"33.

Siguiendo al propio Antonio Cortázar ya Mª Jesús Calvo Sánchez34, debemos decir que los principios que estuvieron en la base de su proyecto fueron, por un lado, "las condiciones de salubridad, comodidad e higiene", muy en la línea de los urbanistas e higienistas de mediados del siglo pasado; y, por otro, en "las condiciones topográficas y ecológicas de la localidad". Levantada la vieja ciudad al pie del monte Urgull, no le quedaba más remedio que extenderse en el espacio comprendido entre la margen derecha del río Urumea y la Bahía de la Concha, concretamente en el vacío dejado por las antiguas murallas. Así, "la ciudad proyectada se basará en la sistematización de la infraestructura de servicios, en la ordenación ortogonal de las calles y el uso de nuevos recursos técnicos e ideas innovadoras en las condiciones higiénicas. Aparece también el principio de la especialización funcional, y, sobre todo, social de la ciudad; por un lado, la ciudad aristocrática, turística y de clases medias; por otro, la ciudad obrera, completado todo ello por el carácter suntuario que la ciudad necesitaba para acrecentar su prestigio. Sobre todo, Cortázar intentará que la realización de su proyecto sea sencilla y económica, atendiendo a que «San Sebastián no es ni podrá ser en mucho tiempo una gran población»"35.

Teniendo en cuenta la orientación de las calles del ensanche exigida por el Ayuntamiento y la existencia de la ciudad vieja, el primer reto de Cortázar fue la unión de ambas "ciudades". Descartadas las calles Narrica, Campanario y San Juan y ampliada, en cierto modo, la Plaza Vieja, optó por hacer de la calle Mayor el eje de unión de ambos ámbitos, prolongándola en línea recta hacia el Ensanche y determinando la dirección de las nuevas calles. A partir de aquí, diseñó un plano caracterizado por la ortogonalidad, a base de calles cortadas en ángulo recto, sin una diagonal, como en la Barcelona de Cerdá, que uniera los distintos sectores de la ciudad. Aunque sí tuvo en cuenta la forma curva de la bahía y la irregularidad de la orilla del Urumea. Con todo, propuso "una gran plaza en el centro, para desahogo y recreo", como respuesta a un deseo de integrar naturaleza y ciudad, muy característico del urbanismo decimonónico. En la base de su diseño urbanístico destacó como vía principal una gran avenida, de 35 metros de anchura, que, partiendo del puente de Santa Catalina, atravesaba el Ensanche de Oeste a Este hasta la playa de la Concha. Adornada con árboles, estaba llamada a ser el paseo de invierno.

La jerarquización fue otro de los rasgos característicos de su plano. Dividido en sectores o barrios, la anchura de las calles, además de permitir un mayor o menor flujo circulatorio, determinaba las posibilidades de edificación, teniendo en cuenta igualmente que el tamaño del solar dependía en buena medida de la clase social que estaba llamada a ocuparlo. En efecto, las calles de primer orden tenían un ancho de 15 a 20 metros. Con unas condiciones higiénicas más favorables y unos solares más amplios, pronto se convirtió en el sector ocupado por las clases más pudientes. Por contra, las calles de segunda, de 9 a 15 metros, y de tercer orden, menos de nueve, se reservaban a la población flotante veraniega ya los obreros respectivamente. De acuerdo, pues, con sus ideas, distinguía un primer grupo en el espacio inmediatamente al sur de la Parte Vieja, habitado por la clase más rica de la ciudad; un segundo frente a la bahía, con casas ajardinadas frente a la playa, para los veraneantes; y un tercero en el barrio de San Martín y Amara, en la parte más meridional del Ensanche, para obreros y artesanos.

Su proyecto se completaba con una atención especial al alcantarillado y las obras de saneamiento; con un diseño de áreas de servicio tales como mercados, lavadero o iglesia; y con una mención especial a la naturaleza, aunque ésta no ocupaba un espacio realmente importante dentro del Ensanche.

Según Calvo Sánchez, el Ensanche de San Sebastián resultó limitado no sólo por su carácter físico, sino también porque, a diferencia de Cerdá, Cortázar no era un reformador, sino "el exponente claro de los ideales de la burguesía decimonónica, sobre todo de los propietarios de los solares urbanos, que en realidad, no constituía más que una parte de la población urbana de San Sebastián", En este sentido, "el proyecto de Cortázar responde a las preocupaciones fundamentales de la oligarquía urbana donostiarra, compartidas por la burguesía en general: la belleza de la ciudad, aspecto propiciatorio del desarrollo de una importante fuente de ingresos, el turismo, y sobre todo, la higiene y la salubridad, la insolación y la ventilación de los edificios, y las viviendas, con vistas a reducir la mortalidad y, al mismo tiempo, con claros fines propagandísticos que favorecieran su primer propósito", En definitiva, "el ensanche estaba concebido, pues, para y en función de un grupo social, la burgesía, las clases acomodadas"36,

IV. SAN SEBASTIAN, CIUDAD TERCIARIA

, A lo largo de su historia, la capital donostiarra se había caracterizado, sobre todo, por ser un emporio comercial de primera magnitud. Su posición estratégica, próxima a la frontera francesa, y el disfrute de su propio puerto y del de Pasajes habían contribuido muy positivamente a ello. De hecho, el XVIII, por ejemplo, había sido el siglo de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas37, No obstante, San Sebastián empezó el siglo XIX marcada por los trágicos acontecimientos de 1813, aunque en las décadas de los cuarenta y los cincuenta mostraba ya signos de recuperación38.

Pero San Sebastián no había sido sólo una plaza comercial importante, sino también militar. El Castillo de la Mota y las fortificaciones que la englobaban eran los símbolos máximos de este carácter militar. Aunque tras la Guerra de la Independencia, y demostrada su obsolescencia, la ciudad apostó decididamente por el aspecto meramente comercial.

Con todo, a mediados del XIX, esta capital se fue convirtiendo en una ciudad fundamentalmente terciaria, aunque no únicamente. Si hasta entonces su economía se había basado principalmente en el comercio, ahora pasó a convertirse en una ciudad de predominio del terciario, en el sentido amplio de la palabra. En 1845, por prescripción médica, la Reina Isabel II, aquejada de unas afecciones de piel, iniciaba el denominado Veraneo Real. Si Napoleón III hizo de Biarritz la capital del turismo francés; Isabel II, primero, y la reina María Cristina, después, hicieron lo propio de San Sebastián en España. A ella no sólo acudía la Corte en pleno, sino también numerosas personalidades del mundo de la política, la economía, las artes, las ciencias y las letras. La temporada de baños empezó a organizarse entre los meses de junio y septiembre, suponiendo importantes beneficios para la ciudad.

De la misma manera, la ciudad experimentó una mejora muy considerable en el campo de las comunicaciones. Para 1844 se inauguraba la Nacional-1 , que atravesaba por San Sebastián, cosa que no hacía el viejo Camino Real, que pasaba por Hernani, Ventas de Astigarraga, Oyarzun e Irún. Veinte años más tarde, en 1864, en una fase de expansión del ferrocarril gracias a las leyes progresistas de 1855 y 1856, llegaba el tren a esta capital. Paralelamente, aumentó el tráfico comercial por su puerto y en la segunda mitad del siglo se iniciaron las obras de mejora del de Pasajes, toda vez que el de San Sebastián resultaba pequeño para el volumen de operaciones que se realizaban.

Por otro lado, en 1854 los progresistas ponían fin a la contienda que desde hacía unas décadas habían mantenido San Sebastián y Tolosa por la capitalidad de la Provincia. Efectivamente, la primera de ellas fue elegida como capital definitiva de Guipúzcoa, instalándose en ella igualmente la Diputación y los distintos servicios provinciales. De esta forma, poco a poco fue consolidándose un cuerpo de funcionarios con sede fija en ella. Así se reforzaba el carácter de ciudad de servicios que iba tomando San Sebastián.

Todos estos aspectos fueron tenidos muy en cuenta a la hora de realizar el proyecto de ensanche de la ciudad, más aún cuando eran elementos que iban definiendo poco a poco su carácter. Así, en el título de las propias Bases de 20 de julio de 1862 se hacía hincapié en que era "una población esencialmente mercantil" y, en consecuencia, los planos que se presentaran debían contemplar esta característica. Antonio Cortázar entendió bien el mensaje de la superioridad y así lo hizo constar en su Memoria de anteproyecto. Decía textualmente el arquitecto donostiarra:

"Otro de los puntos esencialísimos del programa es el enlace mas cómodo y natural del puerto con la estación de la vía férrea del Norte. Y es tan importante este enlace, cuanto se liga estrechamente con la economía de los transportes, con el menor deterioro de las mercancías, con la facilidad de la circulación, con la comodidad del vecindario, con todos los intereses en fin que ha de crear necesariamente, en un próximo porvenir, el gran desarrollo á que está llamado el comercio de San Sebastián.

"Afortunadamente para realizar en buenas condiciones este enlace, para establecer esta vía especial é importantísima, el terreno se presta perfectamente. Podría pues arrancar desde un punto cualquiera de los muelles, y siguiendo la dirección de la rampa de defensa de la batería de San Felipe y al contacto del murallón situado entre la avanzada derecha y la casa de peaje del glasis saldría á la actual plaza de toros con una curva de 300 metros de radio, para desde este punto dirigirse á la estación. No se nos oculta que este trazado se desvía algún tanto del marcado en los planos de ensanche publicado por el Ilustre Ayuntamiento, pero creemos con sinceridad que esta variación, lejos de perjudicar las condiciones del programa, las mejora visiblemente. En efecto, con este trazado se regulariza las forma del terreno; las obras que exige la construcción de una línea férrea, consolidarían por necesidad el murallón de que hemos hablado; no se interrumpiría para nada el tránsito público que ahora se verifica en su totalidad por la carretera adosada á dicho muro; la vía férrea quedaría independiente del actual camino; podría tener una rasante muy suave desde los muelles á la estación, pasando frente á la Aduana y á las grandes lonjas ó depósitos de mercancías; y por último, ni su ejecución, ni su explotación, causarían la menor molestia al vecindario.

"Tambien podría establecerse otro trazado que indicamos en el plano como variante del primero, marcado con tinta de color azul, que, partiendo desde los muelles y pasando por el contacto de la Aduana y los grandes depósitos, seguiría en línea recta hasta la parte meridional de la nueva poblacion, para desde allí dirijirse al otro estremo de la estacion del ferro-carríl. Este trazado tendría la ventaja de evitar la curva que en el primero se propone; dejaría regularizadas todas las manzanas de casas y se vería correr en línea recta y en toda su estension la via y los trenes sin riesgo ni molestia para el vecindario. Además serviría para separar la parte de poblacion destinada á los bañistas del resto de la poblacion"39.

Como puede deducirse a tenor de lo expuesto por Cortázar, el aspecto comercial primaba sobre cualquier otro. Por ello pretendía enlazar por vía férrea la Estación del Norte con el puerto, sin reparar en el impacto que semejante obra hubiera tenido de haberse llevado a cabo. Pero para reforzar aún más el carácter mercantil de San Sebastián, apostaba por ubicar en el lugar dejado por las murallas, en las proximidades de la Parte Vieja y junto al puerto, en los actuales Jardines de Alderdi-Eder, el edificio de la Aduana y la Lonja40. Estaba clara la decidida apuesta que Cortázar hacía por potenciar al máximo uno de los elementos considerado imprescindible para la actividad económica de la ciudad. Sin embargo, como ya se ha apuntado, el limitado Puerto donostiarra no respondió a las necesidades generadas por el considerable aumento del tráfico comercial. De ahí que la burguesía guipuzcoana, liderada por la donostiarra, se volcara en las obras de mejora del puerto de Pasajes.

Desde el punto de vista económico, Antonio Cortázar no sólo tuvo en cuenta el importante desarrollo de las infraestructuras y el crecimiento comercial de la ciudad, sino también su conversión en capital turística. En efecto, al hablar de los distintos barrios y los "grupos" que habían de habitar el ensanche, decía lo siguiente: "El segundo grupo, ó sea el de la poblacion flotante y de bañistas, se halla situado frente á la bahía, con vistas á la playa, y arenal destinado á baños. La primera línea de casas de este grupo será deliciosa para la estacion de verano, si bien estará muy azotada en invierno por los vientos del Norte y Noroeste. Esta línea de casas tendrá cada una un jardincito por la parte de la fachada testera ó á la que dá á Oriente y Mediodía, cuyos jardines, á la vez que sirvan de entretenimíento á los bañistas, evitarán los vientos del Noroeste á las casas del centro del grupo"41.

Fue tal la importancia del turismo que éste llegó a influir decisivamente en la propia urbanización de la ciudad, resultando algunas modificaciones al Plano de Ensanche presentado por Cortázar. "El desarrollo del turismo y los altos beneficios que empezaba a dejar en la ciudad, impulsaron la idea de fomentarlo: la necesidad de cumplir ciertos requisitos para constituirse definitivamente como ciudad de veraneo estaba ya configurada. Urbanísticamente, la ciudad debía ser bella, y poseer abundanciade jardines, de parques, de lugares de esparcimiento y de recreo. De este modo, tres de las reformas más importantes -la aparición del Boulevard, el Paseo de Santa Catalina y el Parque de Alderdi-Eder-, porque dieron origen a ámbitos muy característicos de San Sebastián, tuvieron como motor impulsor estas metas"42.

En última instancia, pues, se primó lo estético frente a lo práctico. La ciudad debía dar una imagen agradable a los turistas. Cortázar había primado lo mercantil sobre lo turístico. En este segundo momento, empero, buscaron combinar ambos aspectos. Para ello creemos que es fundamental contar con algo que estamos insistiendo a lo largo del trabajo, las pocas posibilidades que ofrecía el puerto de San Sebastián y la proximidad del de Pasajes, convertido en pocas décadas en el puerto de Guipúzcoa. De ahí que no llegara a construirse la vía férrea que debía unir la Estación del Norte con los muelles y no construyeran las lonjas en Alderdi-Eder, que pasaría a convertirse en uno de los espacios verdes más bellos de la ciudad, llegando incluso a estar presidido, unos años más tarde, por el Casino.

V. EL SECUNDARIO, UN SECTOR MARGINADO EN EL PLANEAMIENTO URBANO

Aunque no podemos considerar a San Sebastián como una ciudad propiamente industrial, sí podemos decir que durante la segunda mitad del s. XIX, igual que el resto de la Provincia, experimentó un crecimiento industrial considerable. El traslado de aduanas del interior a la costa favoreció positivamente este proceso de industrialización. Menos espectacular que en Vizcaya, en Guipúzcoa se dio de una manera más equilibrada, afectando prácticamente a todos los valles43. San Sebastián no fue una excepción. O mejor dicho, el área periférica o complementaria de San Sebastián, en el sentido amplio de la palabra. Area que, en nuestro entender, incluiría el corredor San Sebastián-Pasajes-Rentería, el Bajo Urumea (Hemani) y el Bajo Oria (Andoain-UrnietaOria-Lasarte-Orio)44. Además de su buen emplazamiento, el desarrollo de las vías de comunicación y de los transportes (ferrocarril, puerto de Pasajes, Nacional-1 y frontera de Irún), el crecimiento demográfico sostenido (la bolsa de población más importante de Guipúzcoa) y la concentración del grupo burgués más activo de la provincia hicieron del área de San Sebastián no sólo un núcleo idóneo para el asentamiento de todo tipo de industrias y negocios, sino también un polo de atracción de capital foráneo, especialmente catalán y francés. Además, la burguesía propiamente donostiarra invirtió tanto en empresas de los alrededores del centro de la ciudad, en la periferia inmediata (barrios de Gros, Ategorrieta y El Antiguo, principalmente), como en la periferia próxima o área complementaria. Es posible que en estos momentos se estuviera dando el paso de una burguesía comercial a otra industrial, o, cuando menos, mixta. Con todo, no podemos clasificar a San Sebastián como ciudad industrial, pero sí ciudad con industria. Una industria posiblemente más importante que la meramente local, que la destinada a cubrir únicamente las necesidades de sus ciudadano", tal como parecen demostrarlo empresas como las de Kutz, Brunet, Lizarriturry o Rezola45.

La industrialización española fue un fenómeno fundamentalmente urbano, aunque con numerosas diferencias entre sí. Como bien han señalado autores como Nicolás Sánchez-Albornoz, Gabriel Tortella o Jordi Nadal46 el desarrollo industrial español se centró, en principio, en unas provincias muy concretas, generando lo que el primero de ellos definió como una "economía dual", Pese a ello, y como consecuencia de la propia demanda generada por los habitantes de las ciudades, en la mayoría de éstas se instalaron pequeñas fábricas y talleres llamados a satisfacer las necesidades básicas de estas poblaciones. Fue en las ciudades del denominado modelo del interior donde se dio este fenómeno. Vitoria, Pamplona o Salamanca, entre otras muchas, respondieron a dicho modelo. Se oponían a ciudades de gran actividad industrial y económica, como eran los casos de Barcelona, Bilbao o Sabadell. Ahora bien, entre medias hubo un grupo de ciudades que, sin pertenecer al segundo grupo citado, tampoco respondían al primer modelo. Eran ciudades que, si bien el sector terciario ostentaba la primacía, consiguieron generar una industria con mayor capacidad que la meramente local. Según nuestro parecer, San Sebastián debió responder a este modelo intermedio.

Como consecuencia del aumento demográfico que experimentaron las ciudades españolas durante la segunda mitad del siglo pasado y ante el planteamiento de los primeros ensanches por los núcleos más importantes del país, el Ministerio de Gobernación, presidido entonces por Antonio Cánovas del Castillo, promulgaba el 29 de junio de 18641a primera Ley de ensanche de poblaciones de España47. Si tenemos en cuenta que las obras de ensanche y embellecimiento de París se desarrollaron entre 1851 y 1869 y que fue en la década de los sesenta cuando las principales ciudades europeas se plantearon sus ampliaciones, la Ley de 1864 fue a todas luces oportuna. España, en este sentido, no iba rezagada respecto de los demás países de su entorno. Más aún, si el "Proyecto de Ley General para Reforma, Saneamiento, Ensanche y otras Mejoras de las Poblaciones", presentado en las Cortes a finales del año 1861 por el Ministro de la Gobernación José Posada Herrera, se hubiera aprobado, "hubiese constituido -según Bassolsuno de los primeros códigos o texto orgánico urbanístico del mundo contemporáneo"48. Tampoco debemos olvidar, como ya señaló el profesor Tortella hace unos años49, que las leyes de los progresistas del Bienio 1854-1856 contribuyeron decididamente al crecimiento económico del país y al mismo dinamismo de las ciudades. Esta Ley, sin embargo, no trataba los detalles, se centraba en los aspectos más generales. "La Ley de Ensanche de 1864 a la postre no venía a proporcionar ninguna base sólida de actuación; la única ventaja que ofrecía era la indeterminación y elasticidad de sus normas"50. Se insistía en que debía ser el Gobierno el que aprobara las solicitudes de ensanche; se estipulaban los mecanismos de financiación de los Ayuntamientos para poder llevar a cabo dichas obras; se determinaba la creación de una Junta de ensanche, encargada de supervisar estos proyectos y su correcta realización; y se reglamentaba la participación de las empresas o particulares en el lugar propuesto para la ampliación. No se fijaba, pues, la anchura de las calles, la altura de las casas, la distribución de los espacios libres y zonas ajardinadas, la sectorialización de la ciudad o los sistemas de infraestructura, por ejemplo. Eran las propias propuestas de ensanche, examinadas por la Junta y aprobadas en última instancia por el Gobierno; las que debían contemplar todos estos aspectos. En definitiva, a juicio de Bassols, la Ley de 1864 se trataba de "una normativa de carácter urbanístico en la que los temas propiamente urbanísticos (planeamiento, limitaciones y cargas de la propiedad urbana, reparcelación ...) quedan totalmente marginados, para dar paso a una simple medida de carácter fiscal o financiero para promover el desarrollo de la edificación, con independencia de su ordenada localización, en las zonas de influencia de las grandes poblaciones; en la intención de sus redactores, más que una Ley de carácter urbanístico, se trataba de una Ley de fomento de la vivienda"51.

La escasa presencia de la burguesía industrial, el fracaso de la revolución industrial en España (Nadal) y la conversión de la mayor parte de las ciudades españolas en pequeños centros administrativos y núcleos de compra-venta y redistribución de productos hicieron que el terciario se convirtiera en el sector predominante de la mayoría de estas poblaciones. De esta forma, los ensanches respondieron en su tipología a estos mismos presupuestos. El sector terciario, en principio, no planteaba problemas tan graves como los generados por el secundario, por ejemplo. Bastaba una buena red de infraestructuras y mercados para solventar cualquier contratiempo. Con la industria no sucedía lo mismo. Al ser un sector contaminante, planteaba una problemática mucho más amplia. En este sentido, ni la Ley del 64, completada con el Reglamento de 25 de abril de 1867, ni la posterior del 22 de diciembre de 1876 52 supieron dar una respuesta a este apartado. No se estableció una amplia y auténtica zonificación sectorial de la ciudad, de suerte que la actividad industrial quedara perfectamente regulada desde el punto de vista del planeamiento urbano. Cada ciudad, pues, hubo de aplicar su propia fórmula, buscar sus leyes particulares para solucionar el problema. Si bien es cierto que, normalmente, estos establecimientos se ubicaron fuera de los ensanches (por la mayor baratura del suelo, por la proximidad a los grandes ejes de comunicación, por no poderse instalar en estas "ciudades nuevas", etc.), nos encontramos con casos donde el caos urbanístico fue evidente (Rentería o los barrios de Gros y El Antiguo en San Sebastián53, toda vez que no existía una normativa concreta dentro de la Ley de ensanches que regulara esto.

Para el caso que nos ocupa, en la base décima de 1862 54 se decía lo siguiente: "Los artefactos, fábricas, depósitos, ó cualesquier establecimientos peligrosos, ó molestos, no podrán situarse dentro del perímetro marcado en la base 1 g, á no ser en el barrio de la Amara, comprendido e-n la zona mas meridional de dicho perímetro". Bajo este punto de vista, en el extremo del ensanche sí podían asentarse este tipo de establecimientos. Amara y San Martín habían sido tradicionalmente dos barrios extramurales habitados por las capas más bajas de la sociedad y dedicados, fundamentalmente, a algunas actividades artesanales e, incluso, industriales (fábrica de curtidos de José Ramón Marticorena e Hijos, por ejemplo). Era la zona que Cortázar definía como "tercer grupo", "destinado á la clase artesana y obrera"55, Según las Bases, pues, no importaba que en este espacio, habitado y constituyente del ensanche, se levantaran fábricas, pese a su carácter molesto o peligroso. La idea, sin embargo, no fue recogida por Cortázar, quien hizo de San Martín un barrio destinado a la clase obrera, pero no un barrio industrial56, Preservó al ensanche de toda actividad industrial, lo cual no fue óbice para que sí se llegaran a instalar pequeños talleres. Insistiendo en nuestro argumento, qué duda cabe que, a falta de una legislación específica, se pudo haber dado esta mala combinación en una de las partes del ensanche. No fue así y, de hecho, los Marticorena, entre otros, se vieron obligados a retirar su empresa del barrio de San Martín por estar en terrenos incluidos en el perímetro establecido57.

Como ya se ha comentado, cada ciudad arbitró sus propias normas al respecto. La primera herramienta utilizada por el Ayuntamiento de San Sebastián fue el Reglamento aprobado el 13 de noviembre de 1873 sobre máquinas y generadores de vapor58, donde se decía textualmente que "toda industria considerada insalubre será prohibida dentro del casco de la poblacion". Además, se clasificaban los generadores en cuatro categorías, a saber:

"1ª. Aquellos en que el producto de su capacidad multiplicada por el número de atmósferas pasa de 15 (caballos de fuerza). Estos deberan colocarse fuera de toda casa habitada ó taller.

"2ª. Cuando pasa de 7 y no llega á 15. Los de esta categoría pueden establecerse en el interior de un taller. siempre que este no forme parte de casa habitada ó fabrica de varios pisos.

"3ª. Si pasan de 3 y no llegan á 7. Estos generadores podrán montarse en un taller que no forme parte casa habitada aun cuando sea fabrica de varios pisos.

"4ª. Los que no pasen de 3. Estos pueden colocarse en un taller aun cuando forme parte de casa habitada."

Si bien este Reglamento no constituía un instrumento de planeamiento, sí marcaba unas mínimas pautas a seguir a la hora de instalar los generadores de vapor y, por ende, las empresas. Es cierto que no fijaban unos puntos determinados para el sector secundario, pero consideramos que tampoco era ésta su misión. No obstante, la gran mayoría de las fábricas movidas por vapor existentes en 1873 se encontraban en la parte rural de la ciudad59, es decir, en la periferia, aunque no podemos hablar de zonificación alguna.

Esta normas se acompañaron además del "Reglamento de Policía Urbana"60, aprobado el 25 de junio de 1874 61. Estructurado en capítulos, se daba cuenta de las actividades molestas o peligrosas, donde se incluían todas las industriales, generadas en la ciudad. En el artículo 102 del Capítulo 22 ("De la salubridad y limpieza") se prohibía "tener dentro de la Ciudad ganado de cerda, fábricas de velas de sebo, resinas y fósforos; depósitos de pieles frescas ó sin curar; tenerías, hierros y astas", por ser considerados nocivos contra la salud. Dentro del Capítulo 42, "De la seguridad de las personas y propiedades", el capítulo 532 no permitía "establecer dentro de la Ciudad, fábricas ni obradores de fuegos artificiales, ni de pólvora, fulminantes y fósforos ú otras análogas". En el 602 se hacía también hincapié en la peligrosidad de las materias inflamables.

Partiendo de la base de que la industria era algo contaminante y antiestético y teniendo en cuenta que este "Reglamento" insistía en cuestiones tales como el examen y venta de alimentos, la salubridad y limpieza, la comodidad y el ornato, la seguridad o las características de los establecimientos públicos, cabe deducir únicamente que el sector secundario se veía relegado a otras áreas de la ciudad, fuera del perímetro del ensanche. Aunque el "Reglamento" tampoco indicaba dónde debían instalarse.

Finalizada la Segunda Guerra Carlista, en la década de los ochenta, las solicitudes de máquinas de vapor y el número de empresas nuevas fueron a más, de suerte que para 1890 se presentaba un "Proyecto de Reglamento industrial para la Ciudad de San Sebastián"62, aprobado definitivamente el 31 de enero de 1891 por el Gobernador Acuña bajo el título de Ordenanzas sobre instalación y funcionamiento de industrias y generadores de vapor (Tipografía Pozo; San Sebastián 1891 ).

Precisamente, el Título Primero de estas Ordenanzas estaba dedicado al "Establecimiento de industrias". En el Artículo 1 Q se dividían los edificios industriales en tres clases:

"1º. Los peligrosos por explosión y los insalubres de 1ª clase.

"2º. Los peligrosos por riesgo de incendio é insalubres de 2§ clase, y los que producen graves molestias por fuertes ruidos y trepidaciones.

"3º. Los insalubres de 3§ clase y los que careciendo de todo peligro é insalubridad, pueden sin embargo ocasionar alguna molestia."

La ubicación, pues, de aquéllos variaba en función de su clasificación, a saber:

"1º. Los establecimientos industriales de la 1 ~ clase solo podrán instalarse á una distancia de un kilómetro del límite del ensanche y cien metros de todo edificio habitado en la parte rural.

"Una vez instalado un establecimiento industrial en estas condiciones con la autorización competente, no se podrá exijir ninguna reforma ó innovación por causa de haberse edificado con posterioridad alguna casa ó habitación dentro del rádio de los cien metros.

"2º. Los establecimientos industriales de la 2@ clase no se podrán instalar en casas habitadas, sino en edificios aislados de toda habitación por un espacio de seis metros.

"3º, Los establecimientos industriales de la 3!! clase podrán instalarse en las plantas bajas ó en uno de los pisos de casa habitada, pero las máquinas ó transmisiones que se empleen no podrán apoyarse sobre los muros medianeros, sino que deberán separarse de estos, cincuenta centímetros por lo menos para evitar las trepidaciones."

Estas Ordenanzas, pese a que eran más claras y específicas a la hora de determinar dónde debían situarse las empresas e industrias, no entraban en la delimitación de áreas o espacios reservados al sector secundario, más aún si tenemos en cuenta el crecimiento poblacional que experimentaba la ciudad durante estos años y, por lo tanto, la presión que éste iba a ejercer sobre el suelo urbano.

ESTADISTICA DE POBLACION ENTRE 1857 y 1900

Año

Habitantes

1857

15.911

1868

16.127

1872

18.113

1875

18.403

1877

19.232

1880

20.823

1888

26.856

1892

30.027

1895

32.609

1900

35.583

FUENTE: ANABITARTE, Baldomero: Gestión del municipio d~ San Sebastián en el siglo XIX.Imprenta F. Jornet; San Sebastián 1903 (para el año 1857) y AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIAN: Libro de presupuestos, 1901.San Sebastián 1901 (para los demás años).

VI. CONCLUSIONES

La escasa fuerza de la industrialización española de la segunda mitad del s.XIX y lo reducido de la burguesía realmente industrial hicieron que el número de ciudades propiamente industriales fuera muy pequeño, sobre todo en relación con otros territorios tales como Inglaterra, Bélgica o determinadas regiones alemanas. Fue la burguesía comercial la que siguió dominando la mayor parte de las ciudades y. por lo tanto, la que impuso sus nuevos criterios de organización del espacio urbano 63. Se buscó la belleza estética y el racionalismo. El ensanche debía ser una expresión de su poder político y económico. Y en función de esto debía realizarse su planificación. Aunque ésta dejara fuera al sector secundario. Únicamente importaba que las fábricas estuvieran fuera del centro, donde no molestaran, pero no se indicaba dónde, no se especificaban áreas concretas.

Nos llama la atención el hecho de que los redactores de las leyes de ensanche de 1864 y 1876 no tuvieran en cuenta este aspecto, toda vez que conocían I.os casos de las ciudades industriales como Manchester o Liverpool, por ejemplo. Si bien es verdad que en España ese grado de industrialización era prácticamente impensable, que, como ha señalado Chueca Goitia, "el retraso industrial del siglo XIX evitó el nacimiento de las «ciudades carbón», desarrolladas de la noche a la mañana en la Europa industrial y los Estados Unidos"64, no hubiera estado de más por parte del legislativo haber tenido en cuenta tales tipos, sobre todo si consideramos que en estas décadas determinadas poblaciones del cinturón barcelonés, de la margen izquierda del Nervión o Rentería, en nuestro propio caso, se convirtieron en auténticos núcleos industriales. Castro, para Madrid, sí reservó unos espacios para los obreros y menestrales y para la instalación de talleres y fábricas, aunque, como ha señalado Bonet Correa, "su capítulo al respecto es bastante paternalista, de hombre que ignora la lucha de clases y los problemas de la ciudad moderna industrial"65. En Barcelona, por su parte, fueron los pueblos de la periferia inmediata los que albergaron la mayor parte de los establecimientos .industriales66. En este sentido, "Cerdá logró una ciudad territorial, una comarcalización de su núcleo urbano. Mediante la meridiana y las dos diagonales su concepción es abierta, integrando funcionalmente los barrios periféricos, dando la posibilidad de crecimiento virtual a la ciudad en una banda continua. Su acción fue la de descentralizar verdaderamente el plano de la vieja Barcelona"67. Aunque ya en sus Ordenanzas Municipales de 1856 se apuntaron unas zonas reservadas a las instalaciones industriales, toda vez que "la industrialización de tipo manufacturero se había desarrollado en el interior del recinto urbano, habiéndose llegado a una situación de saturación que hacía peligrar la salubridad de la habitación humana"68.

De esta guisa, ante la falta de directrices generales, los ayuntamientos, como ya se ha dicho, fijaron sus propias normas. Normas que, como ha quedado demostrado en el caso de San Sebastián, no fueron encaminadas a la planificación del sector secundario, sino a su alejamiento del centro, por ser algo antiestético y contrario a los intereses de la burguesía del terciario, sobre todo en un momento de claro auge turístico. Esto hizo que en barrios periféricos como Gros, El Antiguo o Eguía y Atocha, los más industrializados, convivieran distintos usos del suelo, a veces incluso contradictorios69. Es cierto que había unas Ordenanzas, pero ante la cada vez mayor presión demográfica, esos barrios fueron objeto de instalación de más y más viviendas, con los consiguientes perjuicios. El hecho de no reservar suelo para actividades industriales hizo que se dieran este tipo de convivencias poco deseables, convirtiendo determinadas zonas de esos mismos barrios en áreas degradadas y marginadas. Aunque esto no fue un obstáculo para que éstas cohabitaran con otros espacios de mayor calidad, como la línea de chalets de la playa de Gros o determinadas villas de Ondarreta, en El Antiguo.

Como conclusión, podemos decir que la planificación urbana del sector secundario fue algo tardío, propio de este siglo, habiéndose perdido una buena oportunidad durante el siglo XIX para incorporar los modelos indicados, especialmente el inglés o, en su caso, el más cercano de las Ordenanzas municipales de Barcelona del año 1856.

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NOTAS

1. Becario del Programa de Formación de Personal Investigador del Gobierno Vasco.

2. Resulta de gran interés por su contenido y por la bibliografía que aporta el libro de PINOl, Jeanluc: Le monde des vil/es au XIXe siécle.Hachette; Paris 1991. Otras obras a tener en cuenta pueden ser también las siguientes: SICA, Paolo: His(oria del Urbanismo.Instituto de Estudios de la Administración local; Madrid 1981; FRASER, D. y SUTCLIFFE, A. (Edits): The Pursuit of Urban History.Arnold; london 1983; HOlTON, R.J.: Cities, capitalism and civilization.Allen and Unwin; london 1986; VAN DER WONDE, A.D., DE VRIES, Jan y HAYANI, A.: Urbanization in History.Clarendon Press; Oxlord 1990 y RODGER, R. (Edit.): European Urban History.leicester University; leicester and london 1993. Puede coonsultarse igualmente el artículo de RUEDA, J.C.: "Historia social, historia urbana. Aproximación a un modelo de trabajo: la modernización de Madrid en el contexto finisecular (1890-1914)", Bul/etin d'Histoire Contemporaine de J'Espagne, 21, juin 1995.

3. Según E.A. Wrigley, exceptuando Inglaterra, en otras partes de Europa "en 1800, entre un 60 y un 80 por 100 de la fuerza de trabajo masculina adulta trabajaba todavía la tierra" (Cambio, continuidad y azar. Carácter de la Revolución industrial inglesa.Crítica; Barcelona 1993, pág.23).

4. Para los antecedentes, véase DE VRIES, Jan: La urbanización de Europa, 1500-1800.Crítica; Barcelona 1987 (Londres 1984).

5. lb ídem, pág.24.

6. WRIGLEY, E.A.: Cambio, ..., pág.26. Este autor también trata este aspecto en Gentes, ciudades y riqueza.Crítica; Barcelona 1992 (Oxford 1987).

7. En esta idea han insistido FOHLEN, Claude: "La revolución industrial en Francia, 1700-1914", en CIPOLLA, Carlo M.: Histotia económica de Europa (4). El nacimiento de las sociedades industriales.Ariel; Barcelona 1982 y CAYEZ, Pierre: "Aspectos del desarrollo industrial de Francia en el siglo XIX según algunos trabajos recientes", en VV AA: La revolución industrial.Crítica; Barcelona 1988. De carácter más general serían los estudios de L. Bergeron, F. Caron y P. Leon.

8. Véase, entre otros, RONCAYOLO, Marcel: "Logiques urbaines" y "La production de la ville", en DUBY, George (Dtor.): Histoire de la France urbaine, T. IV.Editions du Seuil; Paris 1980-85, y La ville et ses territoires.Gallimard; Paris 1990 (1. edic. 1979); PINOL, J.L.: Le monde de vil/es ...; VVAA: Vil/es et societés urbaines au XIXe siécle.Paris 1992 y HOHENBERG, P. y LEES, L.H.: La formation de I'Europe urbaine, 10001950.Presses Universitaires de France; Paris 1992 (Harvard University Press 1985).

9. SEGRE, Roberto: Historia de la arquitectura y del urbanismo.Instituto de Estudios de Administración Local; Madríd 1985, págs.31-33.

10. PINKENEY. David H.: NapoJeon III and the RebuiJding of Paris.Princeton University; Princeton (New York) 1972. De gran interés resulta el libro de LOYER. FranC{ois: Paris, XJXe siecle. L 'immmeubJe eJ J8 rue.Hazan; Paris 1987.

11. BENEVOLO, Leonardo: Orígenes del urbanismo moderno.-.Celeste Ediciones; Madrid 1992 (Roma-Bari 1963), pág.147.

12. IDEM: La cíudad europea.Critica; Barcelona 1993, pág.178.

13. Para una visión general, consúltense GARCIA DELGADO, J.L.(Edit.): Las cíudades en la modernlzacíón de España. Los decenios interseculares.Siglo XXI; Madrid 1992; BONAMUSA, Francesc y SERRALLONGA, Joan (Edits.): La sociedad urbana en la España contemporánea {Ponencja~ del 2. Congreso de la AsociaciÓn).Asociación de Historia Contemporánea; Barcelona 1994 (Los resúmenes de las comunicaciones de este Congreso están recogidas en soporte informático) y RUEDA, J.C: "Historia soocial, historia urbana ...".

14. "En nuestro país se producirá durante el siglo XIX un incremento demográfico sensible y un grado de concentración urbana en cierto modo estable con un proceso de industrialización débil y de iniciación tardía" (BASSOLS, M.: Génesis y evolución del derecho urbanístico español (1812-1956).Montecorvo; Madrid 1973, pág.56).

15. Véase el caso de Valencia, estudiado por PONS, A. y SERNA, J.. La ciudad extensa. La burguesra comercia/-financiera en /a Va/encia de mediados del X/X.Diputación de Valencia; Valencia 1992.

16. HERNANDO, Javier: Arquitectura en Espana, 1770-1900.Cátedra; Madrid 1989, pág.459. 17. BASSOLS, M.: Génesis ..., pág.59. 18. tbidem, pág.459.

19. BENEVOLO, Leonardo: La ciudad europea, págs.187-190.

Al respecto, Javier Hernando afirma que "el derribo de las murallas fue saludado en todas aquellas poblaciones en las que se llevó a cabo como un signo de modernidad y de progreso, ya que era un requisito imprescindible para la expansión" (Arquitectura ..., pág.458).

Sobre este tema puede consultarse igualmente SETA, C. de y LE GOFF, J. (Edits.): La ciudad y las murallas.Cátedra; Madrid 1991.

En el caso de San Sebastián el Alcalde Eustasio Amilibia interpretó la autorización del derribo de las murallas como un auténtico motivo de alegría para el crecimiento de la ciudad. Aunque debemos tener en cuenta que su recinto fortificado ya había demostrado sus carencias durante la Guerra de la Independencia.

20. HERNANDO, Javier: Arquitectura ..., pág.458.

21. Colección Legislativa de España (CLE), año 1860 (Fomento).

22. GABRIEL, Pere: "Espacio urbano y articulación política popular en Barcelona, 1890-1920", en GARCIA DELGADO, J.L. (Edit.): Las ciudades ..., pág.61.

Resulta de gran interés la bibliografía aportada por este autor que viene a completar, de alguna manera, la referida por Javier Hemando (Op. cit.). Por nuestra parte, y sin ánimo de ser exhaustivos, queremos mencionar únicamente: GALERA, M., ROCA, F. y TARRAGO, S.: Atlas de Barcelona. Segles XVI-XX.Col-legi Oficial d'Arquitectes de Catalunya; Barcelona 1982; CERDA, Ildefonso: Ensanche de la ciudad de Barcelona.Instituto de la Administración Local; Madrid 1991; LABORATORI D'URBANISME: Treballs sobre Cerda: el seu eixample a Barcelona.MOPT y Ayuntamiento de Barcelona; Madrid 1992; BUSQUETS, Joan: Barcelona.Mapfre; Madrid 1992 y CARRERAS, CarIes: Geografía urbana de Barcelona.OikosTau; Barcelona 1993.

23. CLE, año 1864 (Gobernación)

24. HERNANDO, Javier: Arquitectura ..., pág.459.

25. BONET CORREA, A.: El Plan Castro. Estudio preliminar.Colegio Oficial de Arquitectos de

Madrid; Madrid 1978, pág.XXVII.

26. LAZARO, Amado. Memoria descriptiva sobre el proyecto de ensanche de la villa de Bilbao, con estudio preliminar de Paloma Rodríguez-Escudero. Gobierno Vasco; Vitoria 1988.

27. DE LA HOZ SAN MIGUEL, Santiago: "Un frustrado proyecto de urbanización para el Bilbao del siglo XIX: Amado Lázaro y su obra para la Villa", en III Jornadas de estudios hist6ricos locales de Vasconia.Sociedad de Estudios Vascos -Eusko Ikaskuntza; San Sebastián 1993, pág.206. Sobre este aspecto véase también BASURTO FERRO, Nieves: "El Plan «Lázaro», el veto a una utopía urbana", en KOBIE. Bellas Altes, nº lV .-Diputación Foral de Vizcaya; Bilbao 1987.

Sobre Bilbao en general, sobresalen los trabajos de GARCIA MERINO, L.V.: La formación de una ciudad industrial. El despegue urbano de Bilbao.IV AP; Oñate 1987 y "La consolidación de Bilbao como ciudad industrial", en GARCIA DELGADO, J.L.(Edit): Las ciudades ...

28. Véase. ALZOLA, P., ACHUCARRO, S. Y HOFFMEYER/ E.: Memoria del Proyecto de Ensanche de Bilbao. 1876, con Introducción de J. Cenicacelaya e I. Saloña.Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Vizcaya; Bilbao 1988 y BASURTO FERRO, Nieves: "El primer ensanche de Bilbao. Oportunismo y vacío legal", en III Jornadas ...

29. El Ensanche de San Sebastián será tratado indivídualmente en el siguiente apartado.

30. GARCIA DELGADO, J.L. (Edit): Las ciudades ...

31. "Estas tristes reflexiones, las repetidas destrucciones de los arrabales y del campo, las inmensas pérdidas de 1813 que nadie ha resarcido, los intereses del comercio con las vías férreas, el aumento de población y el convencimiento de que esta Ciudad no tenía ningún porvenir, si no se le daba el ensanche que necesitaba, quitándole la traba de unos muros que ya no eran útiles, eran, como hechos dicho antes, las razones poderosas que promovieron las gestiones para el derribo de las fortificaciones" (ANABITARTE, Baldomero. Gestión del municipio de San Sebastián en el siglo XIX.Imprenta de Francisco Jornet; San Sebastián 1903, págs.209-210).

32. CALVO SANCHEZ, Mi Jesús. Crecimiento y estructura urbana de San Sebastián.Grupo Dr. Camino de Historia donostiarra; San Sebastián 1983, pág.61.

33. CALVO SANCHEZ, M" Jesús: Crecimiento ..., pág.66.

34. CORTAZAR, Antonio: Memoria descriptiva del Proyecto de Ensanche de San Sebastián presentado al concurso con el lema «Porvenir».Imprenta de Ignacio Ramón Baroja; San Sebastián 1864 e IBIDEM, págs.57-77.

35. Ibidem, pág.67.

36. CALVO SANCHEZ, M. Jesús: Crecimiento ..., págs.75-76.

37. Para los aspectos comerciales de San Sebastián durante el s. XVIII consúltense las obras de GARATE, Montserrat: El proceso de desarrollo econ6mico en Guipúzcoa.Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Guipúzcoa; San Sebastián 1976; La Real Compañia Guipuzcoana de Caracas.Grupo Dr. Camino de Historia donostiarra; San Sebastián 1990 y Comercio ultramarino e l/ustración. La Real Compañia de La Habana.Real Sociedad Bascongada de los Amigos del Pais; San Sebastián 1994, entre otras. Puede consultarse también MjGUEL, Isabel: El comercio hispanoamericano a través de Pasajes-San Sebastián (1778-1795).Grupo Dr. Camino de Historia donostiarra; San Sebastián 1990.

38. GARATE, M.: El proceso... y APARICIO, Celia: Poder municipal, economia y sociedad en la ciudad de San Sebastián (1813-1855).-lnstituto Dr. Camino de Historia donostiarra; San Sebastián 1991.

39. CORTAZAR. Antonio: Memoria descriptiva págs.9-10.

40. "La Aduana que para un pueblo mercantil es uno de los edificios mas importantes. debe hallarse en contacto con los muelles y con la línea del ferro-carril que una el puerto á la estación.

"Así se harian con la mayor comodidad posible el reconocimiento y transporte de las mercancías. sin pérdida de tiempo y trabajo y sin ocasionar al comercio nuevos é inútiles gastos de acarreo. Situado este edificio. según proponemos. en un punto preferente. pudiera servir también para el Gobiemo de provincia. para la Estación telegráfica. Oficinas de estadística y de mas dependencias del Gobierno, conciliando la comodidad de todos con el embellecimiento de la población.

"Así como la Aduana. la Lonja ó depósito de mercancías tiene su lugar marcado por las necesidades del comercio. y creemos que no podría destinarse otro mejor que el señalado en el plano. Damos tanta importancia á este edificio para el porvenir de San Sebastián que si bien en el programa no se pide mas que una sola lonja. nosotros hemos reservado local para dos. por si se creyese oportuno realizar esta idea." (CORTAZAR. Antonio: Memoria descriptiva ..., págs.16-17).

41, CORTAZAR, Antonio: Memoria descriptiva"" págs,12-13, 42, CALVO SANCHEZ, Mi Jesús: Crecimiento ".. pág,80,

43. CATALAN, Jordi: "Capitales modestos y dinamismo industrial: orígenes del sistema de fábrica en los valles guipuzcoanos, 1841-1918", en NADAL, J. y CARRERAS, A. (Dtors.): Pautas regionales de la industrialización española (siglos XIX y XX).Ariel; Bercelona 199d.

44. Pese a ser un área todavía poco estudiada, contamos con algunos trabajos de gran interés, especialmente los de BARCENILLA, Miguel Angel: "La industrialización de una localidad guipuzcoana. El ejemplo de Rentería, 1845-1905", Estudios de Historia loca~ Bilbao 1987; "La industrialización guipuzcoana: El ejemplo de Rentería, 1845-1905", Bilduma, no1; Rentería 1987; O La primera industrialización de la comarca de Rentería, 1845-1905.Tesís de Doctorado inédita de la Universidad del País Vasco; Lejona (Vízcaya) 1992 (obra consultada por cortesía del autor).

Para el caso de Andoain, véase BENGOECHEA, J.: "La incorporación de Andoain al moderno proceso de índustrialización. Apuntes de una evolución: 1850-1925., Ley¡;aur, no1; Andoain 1990. Puede consultarse igualmente GARATE, Montserrat: El proceso ...; un trabajo más reciente, GARATE, M. y MARTIN RUDI, J.: Cien años de vida econ6míca de San Sebastián (1887-1987).Instituto Dr. Camino de Historia donostiarra; San Sebastián 1995 y LUENGO, F.: "El proceso de modernización económica de Guipúzcoa a través de la formación de sociedades mercantiles, 1886-1923", en IIº. Congreso Mundial Vasco, t. V .-Gobierno Vasco; Vitoria 1988.

45. Vánse los artículos publicados durante 1881 por el ingeniero Nicolás Bustinduy, director de la Escuela de Artes y Oficios de San Sebastián, durante el mes de abril en los periódicos Diario de San Sebastíán y El Urumea.

No obstante, en el Anuario del Comercio, de la Industria, de la Magistratura y de la Adminístracion, publicado por el editor Bailly en 1881, se citaba la poca importancia de la industria donostiarra y la destacada actividad, por contra, de su comercio (recogido de Díario de San Sebastíán, 5-marzo-1881).

46. SANCHEZ-ALBORNOZ, N.: España hace un siglo: una economía dual.Alianza; Madrid 1988 (1. edic. 1968); Jalones en la modemización de España.Ariel; Barcelona 1975; O La modernización econ6mica de España, 1830-1930.Alianza; Madríd 1985; TORTELLA CASARES, G.: Los orígenes del capítalismo en España.Tecnos; Madrid 1975 (1. edic. 1973); NADAL, J: El fracaso de la revolución industrial en España.Ariel; Barcelona 1973 y Moler, tejer y fundir. Estudios de historia índustrial.Ariel; Barcelona 1992.

47. CLE, año 1864 (Gobemación).

48. BASSOLS, M.: Génesis ..., pág.186. Sobre este proyecto, léanse págs.186-227. f

49. TORTELLA, Gabriel: Los orígenes ... 50. BASSOLS, M.: Génesí$ ..., pág.267. 51. BASSOLS, M.: Génesís .:., pág.247.

52. CLE, año 1876 (Fomento).

Sobre esta Ley apunta Bassols que "no tuvo como propósito abordar un nuevo planteamiento del régimen público urbanístico de los ensanches, sino una finalidad más concreta: revisar la estructura y composición de las Juntas de Ensanche y sus relaciones con los ayuntamientos. (Ibidem, pág.305).

53. BARCENILLA, Miguel Ángel: "Protestas contra la contaminación: Rentería 1867-1904., Mundaiz, no25; San Sebastián 1983 y ALVAREZ ENPARANTZA, José Luis: Antigua.Instituto Dr. Camino de Historia donostiarra; San Sebastián 1992.

54. Bases de 20 de Julio de 1862, recogidas en CORTAZAR, Antonio: Memoria descriptiva ..., págs.1-3. 55. Ibidem, pág.13.

56. En enero de 1881, recogiendo la proposición hecha al Ayuntamiento por el concejal Acha, el Diario de San Sebastián se expresaba en los siguientes términos:

"Redúcese la moción á que se estudie el proyecto de modificacion del plano de ensanche de la Ciudad, en sentido de que se destine á la construccion de pequeños hoteles y villas, aislados unos de otros, y rodeados de verjas y jardines, el vasto espacio comprendido entre las calles de Urbieta y del Príncipe y el muro de encauzamiento del rio Urumea; 6 lo que es igual, que no se consientan, en aquella parte, casas de vecindad, como en el resto de la zona urbana.

"Si ha de darse á San Sebastian el carácter de una poblacion balnearia digna de competir con sus rivales; si nuestras aspiraciones no se limitan, como no deben limitarse, á vivir la existencia precaria que nos ofrece la colonia veraniega bourgeoíse que frecuenta nuestra playa, sino que debemos procurar atraer la aristocracia de la sangre y del dinero; preciso se hace que nos pongamos en condiciones de proporcionarles las grandes comodidades, el desahogo y la independencia de que disfrutan en Biarritz, Arcachon, Trouville y otros puntos.

"Si á esta consideracion se añade la no menos atendible de convenir nuestra Ciudad en una estacion invernal, en donde vengan á buscar refugio esas opulentas familias inglesas y rusas, que pasean su spleen por otras regiones, no todas más risueñas y templadas que la nuestra, se acabará de comprender la necesidad de que, sin más dilaciones, se acometa la fructuosa tarea de implantar una innovacion que se nos está imponiendo con la fuerza incontrastable de la evidencia" (párrafos extraídos de "El ensanche por Amara", Diario de San Sebastián,28-enero-1881).

Como puede verse, la zona meridional del ensanche todavia no estaba plenamente definida en la década de los ochenta, aunque sí se veía claro que no podia reservarse para emplazamiento industrial, pese a las solicitudes e instalaciones que se habían dado durante la Segunda Guerra Carlista (Archivo Histórico Municipal de San Sebastián, Sec.B, Neg.9, Ser. II, Lib.370, Exp.2).

57. AHMSS, Sec.D, Neg.3, Ser.IV, Lib.1774, Exp.2. 58. AHMSS, Sec.B, Neg.9, Ser.lI, Lib.370, Exp.2.

58 AHMSS Sec. B, Neg. 9, SEer II, Lib. 370, Exp. 2

59. AHMSS, Sec.B, Neg.9, Ser.11, Lib.370, Exp.2.

60. Cabe pensar en una reminiscencia del carácter de la policía urbana del Antiguo Régimen, encargada no sólo de la seguridad de las poblaciones y sus habitantes, sino también de la salubridad, comodidad y ornato de aquéllas (BASSOLS, M.: Génesis ..., cap. 111).

61. AHMSS, Sec.A,Neg.10,Ser.I,Lib.69,Exp.3.

62. Para estos aspectos consúltese AHMSS, Sec.B,Neg.9,Ser.11,Lib. 370,Exp.10.

63. PONS, A. y SERNA, J.: La ciudad extensa

64. CHUECA GOITIA, F .: Breve historia del urbanismo.Alianza; Madrid 1968, pág.176. 65. BONET CORREA, A.. Plan Castro, pág.XXVIlI. 66. GABRIEL, Pere: "Espacio urbano ..."

67. BONET CORREA. A.: Plan Castro, pág.XXXV. 68. BASSOLS, M.: Génesis ..., pág.96.

69. Muy interesante al respecto el articulo "El barrio de Gros", aparecido en El Urumea, 13-enero