Lurralde :inv. espac. N. 19 (1996) p. 255-295 ISSN 1697-3070

 

ESTUDIO DE LA POBLACIÓN GUIPUZCOANA:

SU EVOLUCIÓN 1900-1991 Y

 LOS CAMBIOS MÁS RECIENTES EN SU ESTRUCTURA

Recibido: 1996-06-12

Pello URKIDI ELORRIETA

UPV/EHU -

Escuela Universitaria de Formación del Profesorado

Campus de Ibaeta

20009 Donostia-San Sebastián

LABURPENA:

1900-1991 tartean Gipuzkoako biztanleriak izan duen eboluzioa aztertzen da, berezko hazkundea eta mugimendu migratorioak kontuan harturik. Eboluzio honek hirigintzako prozesuan izan duen eragina ere aipatzen da. Bigarren atal batean adin egitureetan gertatu diren aldaketa garrantzitsuenak aztertzen dira, 1960, 1975 eta 1991-ko adin piramideetan oinarriturik. Bukatzeko biztanleriak iharduera ekonomikoarekin daukan harremanaren analisia egiten da.

Hitz gakoak: biztanleriaren eboluzioa, berezko hazkundea, mugimendu migratorioak, hirigintzako prozesua, adin egitura, adin piramideak, iharduera ekonomikoak, Gipuzkoa.

ABSTRACT:

II is anlysed Ihe evolulion of Ihe populalion in Gipuzkoa belween 1900 and 1991 on Ihe basis of the nalural growlh and the migralory movemenls. laking inlo accounllhe effect of such evolulion in Ihe proCess of urbanizalion. In a second seClion. the mos1 importanl changes of its struclure according lo Ihe age are analysed. laking as a reference Ihe analysis of Ihe age pyramids in 1960.1975 and 1991. To conclude. the analysis of the conneclion belween populalion and economic aclivily is exposed.

Key words: evolution of Ihe population. natural growlh. migralory moVements. process of urbanizalion, slruclure according to Ihe age. populalion pyramids. economic aclivily, Guipuzcoa, Basque Country, Spain.

RESUMEN:

Se analiza la evolución de la población guipuzcoana entre 1900 y 1991 en base al crecimiento natural y los movimientos migratorios. viendo la incidencia que dicha evolución ha tenido en su proceso urbanizador. En un segundo apartado se analizan los cambios más importantes de su estructura por edades. tomando como referencia el análisis de las pirámides de edad de 1960. 1975 y 1991. Se concluye con el análisis de la relación de la población con la actividad económica.

Palabras clave: evolución de la población, crecimiento natural, movimientos migratorios, proceso de urbanización, estructura por edades, pirámides de población. actividad económica, Guipuzcoa, Pais Vasco.

 

 INTRODUCCIÓN

En este trabajo se realiza un análisis de la evolución de la población del territorio de Gipuzkoa entre 1900 y 1991. Para ello en una primera parte se analiza la evolución de su crecimiento natural o vegetativo en base a las tasas vitales básicas -la tasa de mortalidad y la de natalidad- situando dicha evolución dentro del contexto de la Comunidad Autónoma y del Estado. Sobre la evolución más reciente se realiza también una comparación con otros países europeos y desarrollados. Completando este apartado se analizan los movimientos migratorios, que fundamentalmente a partir de la mitad de la década de los cincuenta y unidos al fuerte proceso industrializador de Gipuzkoa tuvieron una fuerte influencia en su dinámica demográfica. Se termina esta primera parte con un análisis de la evolución de la población global así como del proceso de urbanización a que ha dado lugar.

En un segundo apartado se analizan los cambios más importantes que se han producido referidos a la estructura por edades, tomando como base las pirámides de edad de los años de 1960, 1975 y 1991. Finaliza esta segunda parte con un análisis de la relación de la población con la actividad económica.

2. EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE GIPUZKOA (1900-1990)

2.1 Introducción

El proceso de cambio que se da en la llamada transición demográfica supone fundamentalmente pasar de un equilibrio demográfico, caracterizado por unas tasas vitales (de mortalidad y de natalidad) altas, a otro equilibrio de crecimiento demográfico moderado y basado en unas tasas vitales bajas. Si en el llamado régimen demográfico antiguo dichas tasas vitales presentaban una evolución en forma de dientes de sierra o puntas (de repente un episodio de mortalidad -una epidemia, una hambruna, un conflicto bélico, etc. disparaba el número de defunciones lo que llevaba en los años sucesivos a compensar esa mortalidad alta con una natalidad también alta), una vez que se culmina el proceso de transición demográfica estos dientes de sierra desaparecen, siendo la evolución de las tasas como del propio crecimiento natural de la población más continuado.

Para que pueda darse este descenso se debe de lograr primero un descenso de la mortalidad catastrófica (especialmente la epidémica) y luego un descenso de la mortalidad ordinaria que tenían una influencia clara en la mortalidad infantil. En principio, una población no comienza a controlar y/o reducir su natalidad hasta que no ve que la mortalidad desciende, es decir, que las posibilidades de supervivencia de los recién nacidos aumentan. Es por ello que la clave para lograr un descenso de la mortalidad a finales del siglo pasado y comienzos del actual pasaba por conseguir un descenso de la mortalidad infantil.

Una vez que se pudo controlar ésta se incidirá notablemente en la tasa bruta de la mortalidad, y es cuando se podrá comenzar a pensar en la posibilidad de controlar la natalidad.

No hay que olvidar que los niños en aquella época (igual que en muchos países del llamado "Sur" de hoy en día) eran considerados fundamentales dentro de la economía familiar como mano de obra, tanto en la sociedad agrícola ayudando en las labores del campo como en las incipientes sociedades industriales y urbanas donde eran explotados como mano de obra barata. En el caso femenino habría que añadir la ayuda en los trabajos de la casa y el cuidado de los hermanos y hermanas.

Con los avances que poco a poco se van produciendo (escolarización obligatoria, prohibición de trabajar antes de una edad determinada, mejora en las condiciones de vida, descenso de la mortalidad infantil, etc.) se propiciará un cambio en su papel socioeconómico, pasando con el transcurso de los años de poder ser utilizados como mano de obra barata a considerarlos en algunos casos como "carga económica", Además la menor mortalidad infantil hará que con un número menor de hijos quede asegurado el reemplazo generacional. Esto es lo que irá favoreciendo el cambio de mentalidad hacia un mayor control de la natalidad, y lo que en definitiva favorece el cambio en las pautas de reproducción, por lo menos en un primer momento. A esto se le han unido hoy en día otras razones de tipo cultural y social, fundamentalmente basadas en la incorporación de la mujer al mundo laboral.

2.2 La evolución de las tasas vitales

2.2.1 La evolución de la mortalidad

Como se puede observar en la tabla 1 (tasa bruta de mortalidad) y en la tabla 2 (tasa de mortalidad infantil), en Gipuzkoa el punto de inflexión de las dos tasas se encuentra en el cambio de siglo. Ya anteriormente, entre el siglo XVIII y la mitad del siglo XIX se había producido un descenso en las dos tasas anteriores. Este descenso se explica fundamentalmente por las mejoras en las condiciones higiénicas y sanitarias tanto en los hábitos de las familias como en la arquitectura y urbanismo. Así mismo el País Vasco y en especial Gipuzkoa fueron pioneros en el Estado español en la educación de actitudes preventivas. Esto se había visto favorecido por el desarrollo de la mentalidad ilustrada y por una buena organización política y social de su sociedad y su territorio.

Tabla nº1 : Tasa brutas de mortalidad 1861-1990 (tasas quinquenales).

AÑOS GIPUZKOA CAPV ESPAÑA
1861-1865 23.8 25.0 29.7
1866-1870 23.5 25.4 31.8
1871-1875 - - -
1876-1880 - - -
1881-1885 - - -
1886-1890 23.4 26.5 31.0
1891-1895 22.8 27.8 30.5
1896-1900 22.4 25.7 28.7
1901-1905 20.4 23.2 25.8
1906-1910 18.7 20.5 24.0
1911-1915 17.2 18.1 22.1
1916-1920 19.3 21.2 23.4
1921-1925 16.4 17.0 20.3
1926-1930 14.4 15.0 18.1
1931-1935 13.1 13.1 16.4
1936-1940 12.8 13.9 17.9
1941-1945 12.5 12.3 14.4
1946-1950 10.3 10.2 11.6
1951-1955 9.4 9.3 9.9
1956-1960 9.1 9.2 9.3
1961-1965 8.1 7.8 8.8
1966-1970 7.4 7.5 8.7
1971-1975 7.2 7.2 8.6
1976-1980 6.4 6.7 8.0
1981-1985 6.9 6.7 7.7
1986-1990 .3 7.2 8.1

A comienzos de este siglo por lo tanto se retoma el descenso de la tasa de mortalidad. Y es en el primer tercio del siglo donde se produce el descenso más significativo tanto en Gipuzkoa como en el conjunto de la Comunidad Autónoma. Efectivamente el territorio guipuzcoano, que afrontaba el siglo con las tasas más bajas de toda la Comunidad, consigue bajar su tasa de mortalidad en cinco puntos, de cerca del 23 por mil al 17 por mil. La Comunidad Autónoma sufre un descenso todavía mayor, de unos 10 puntos entre el quinquenio de 1891/1895 (27,8 por mil) y el quinquenio de 1910/1915 (18, 1 por mil).

En este caso los valores altos de estos territorios se producen por razones totalmente diferentes. Mientras que en Álava los todavía valores altos de la mortalidad se sitúan en el contexto de un territorio sin industrializar, que conserva una sociedad basada en la agricultura y de carácter rural, el caso vizcaíno obedece a razones totalmente diferentes. Dichas razones están en el impacto negativo que produjo el primer proceso de industrialización, que también acarreó un proceso intensivo de urbanización que en la mayoría de las ocasiones no respetó unas condiciones de vida dignas. En este sentido el territorio de Gipuzkoa tendrá una evolución y un desarrollo más moderado y equilibrado.

Tras un quinquenio (1916/1920) de receso en el descenso este continuará en los años sucesivos, hasta situarse en los años anteriores a la guerra civil en una tasa del 13, 1 por mil. Dicho receso se explica porque en 1918 se produce todavía el último episodio de alta mortalidad debido a una epidemia de gripe, lo que hace subir el valor total del quinquenio.

El quinquenio correspondiente a la guerra civil supondrá un nuevo pequeño parón (aún y todo de menor importancia que para el conjunto de la Comunidad por lo que se puede deducir que la guerra tuvo una menor incidencia en el territorio guipuzcoano) en el ritmo de descenso, situándolo en e112,8 por mil.

A partir de aquí el descenso es continuado hasta situarse en el valor más bajo del siglo, 6,4 por mil en el quinquenio de 1976/1980. Ya en la década de los ochenta se inicia un ligero repunte al alza (que seguramente continuará algo en el futuro) fruto del aumento de efectivos en el grupo de mayores de 65 años.

Es decir, la primera condición para que se inicie la transición demográfica (el descenso de la mortalidad) se da en Gipuzkoa en el primer tercio del presente siglo. Aunque el ritmo de caída de la mortalidad es más moderado que el del resto de territorios históricos en esa época (partía de niveles más bajos) puede decirse que dicho descenso se produce con una intensidad muy grande, mayor que en el resto de países europeos más avanzados.

¿Pero cómo se puede explicar este descenso de la mortalidad? Si bien a veces parece mantenerse un cierto tópico sobre que la razón debe buscarse en los avances médico-científicos, no son fundamentalmente dichos avances los que nos explican el descenso de la mortalidad en esta época. Hay que tener en cuenta que en aquellos años la mayor parte de las causas de mortalidad se debían buscar en las enfermedades de tipo contagioso. Es por esto que cualquier iniciativa pública de carácter preventivo de cara a evitar el contacto con las fuentes de la enfermedad tuviera una rápida influencia.

Tabla nº 2: Tasa de mortalidad infantil. 1861-1990.

AÑOS GIPUZKOA CAPV ESPAÑA
1861-1865 136.6 139,9 192
1866-1870      
1871-1875      
1876-1880      
1881-1885      
1886-1890      
1891-1895      
1896-1900      
1901-1905 121,2 140 173,4
1906-1910 102,7 119,9 158,4
1911-1915 97,1 109,0 151,8
1916-1920 101,2 119,8 161,6
1921-1925 90,2 103,8 143,1
1926-1930 73,3 86,4 124,4
1931-1935 72,8 81,5 116,8
1936-1940 75,2 87,1 124,4
1941-1945 71,3 73,0 108,9
1946-1950 47,9 51,1 76,1
1951-1955 38,0 45,7 60,2
1956-1960 35,5 40,8 49,3
1961-1965 31,9 36,7 41,0
1966-1970 24,3 28,7 32,1
1971-1975 21,8 17,8 21,8
1976-1980 15,7 16,2 14,9
1981-1985 11,6 11,2  
1986-1990 8,1 9,1  

Fuente: Eustat : Movimiento Natural de la Población y Anuario estadístico vasco (varios años).

Las nuevas ideas en la arquitectura (como la llamada arquitectura higienista) y sobre todo la nueva arquitectura dirigida a la emergente burguesía comercial e industrial, pretenderá corregir anteriores defectos de diseño urbano o las contradicciones de intentar hacer servir el diseño de las ciudades medievales a la nueva realidad industrial. Buen ejemplo es el Ensanche de Cortázar de San Sebastián con un mayor ordenamiento en su trazado, una mayor anchura de sus calles, la incorporación de amplios patios de manzana interiores, etc. Todo esto favorecía una mejor ventilación de las casas y mayor entrada de luz.

Este tipo de actuaciones no se quedaron simplemente en cuestiones de diseño urbano, de morfología. Tras el fuerte impacto que ocasionó en la opinión publica la mortandad debida al cólera morbo de 1885 también se comenzó a mejorar notablemente la red de saneamiento de las ciudades. Esto ayudó a disminuir de manera importante la mortalidad de enfermedades de tipo infeccioso o que se transmiten por por el agua y/o la alimentación en mal estado (a veces simplemente porque se lavaban los alimentos con agua en mal estado o contaminada).

Pero tampoco hay que olvidar que en este tipo de enfermedades tienen gran incidencia también los hábitos alimenticios de la población, dentro del ámbito de las llamadas decisiones individuales. Aquí la labor de lo público es más difícil de desarrollar y de valorar pues a veces es muy costoso el cambio en los hábitos cotidianos, incluso cuando racionalmente se comprende su importancia. Es por ello que en este cambio de mentalidad, de cultura hacia hábitos más higiénicos y sanos (no sólo respecto a la propia persona sino sobre todo hacia los niños y su cuidado en los primeros años de vida) tuvo una gran importancia el desarrollo de la educación en el primer tercio del presente siglo. Como señalan las autoras Pérez Fuentes y Arbaiza Vilallonga en este sentido fue decisivo el papel que en la sociedad vasca en general tuvieron los médicos higienistas y las autoridades sanitarias como intermediarias entre la población y quienes decidían y organizaban la vida de la comunidad. Esta fue la clave en la difusión y extensión de nuevos hábitos, en el conocimiento y promoción de mejores técnicas higiénico-sanitarias. A todo ello contribuyó en gran medida la mejor asignación de recursos que el Concierto Económico permitía.

Otro de los factores importantes en la disminución de la mortalidad fue la lucha contra las enfermedades del aparato respiratorio, enfermedades que se transmitían principalmente a través del aire. Aunque este factor tuvo una mayor incidencia en Bizkaia pues es donde se dio un urbanismo más duro y salvaje, en algunos puntos de la Gipuzkoa del primer desarrollo industrial también tuvo su incidencia. El hacinamiento provocado por las altas densidades de población en una sociedad con cada vez un mayor grado de urbanización, y la localización de fábricas e industrias sin ningún criterio de planificación territorial favorecieron que la mortandad por este tipo de enfermedades todavía fuese importante durante algunos años.

Se puede decir por lo tanto que el tipo de urbanismo parejo a la primera industrialización generó más problemas a corto plazo en la calidad de vida de la población, siendo más grave el caso vizcaíno que el guipuzcoano. A largo plazo las mejoras que supondrá el nuevo desarrollo económico en la sociedad guipuzcoana (mejora de los salarios y por lo tanto del poder adquisitivo y de la alimentación, mejorando las defensas del organismo; mejora en las condiciones de la vivienda, etc.) se harán evidentes.

Siguiendo el análisis de las autoras citadas anteriormente señalar que el desarrollo del sistema sanitario (hospitales, dispensarios, etc.), en definitiva la estructura sanitaria que ayudará a resolver definitivamente la labor preventiva y profiláctica respecto a las enfermedades no se desarrollará hasta más tarde, entre los años 19371957. Ahora el mayor grado de urbanización y concentración de población debido al desarrollo industrial será un elemento que favorezca el proceso.

No será fundamentalmente hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando los avances científicos en el campo de la medicina gracias sobre todo al descubrimiento y difusión de los antibióticos -los dos más importantes datan de 1928 la penicilina, y de 1942 la estreptomicina- y las sulfamidas. Desde estos descubrimientos se conseguirá incidir no sólo en el nivel preventivo sino también en el curativo. Gipuzkoa, y el resto de territorios vascos, se verá favorecida de estos adelantos, compartiendo la dinámica del resto de países del entorno europeo.

En resumen, se puede decir que el descenso de la mortalidad (primer paso para que se inicie la transición demográfica) se da principalmente en el primer tercio de este siglo, confirmándose dicha tendencia tras la guerra civil. El pequeño repunte al alza que se da en la década de los ochenta es normal al aumentar el número de personas mayores de 65 años, es decir, con mayor riesgo de morir. Si bien el descenso de los últimos años puede explicarse por los avances científicos de la medicina, las razones del mayor descenso que se da en el primer tercio de este siglo se debe a razones de mejora de las condiciones de vida higiénico-sanitarias, las cuales se entienden mejor situándolas dentro del modelo socio-económico nacido del primer desarrollo industrial.

2.2.2 La evolución de la tasa de natalidad

El descenso de la tasa de natalidad (que queda reflejada en la tabla número 3) vuelve a darse antes en Gipuzkoa que en el resto de los territorios vascos y que en el conjunto del Estado como queda reflejado en la tasa media de la Comunidad y de España. Efectivamente ya a finales del siglo XIX Gipuzkoa afrontaba el cambio de siglo con valores cuatro puntos más bajos (de un 31, 7 por mil) que los de los dos territorios citados. Es así que el comienzo del siglo lo haga con una tasa relativamente baja para la época.

Anteriormente se ha señalado que una población cambia sus pautas de reproducción y de control de su natalidad cuando ve que las posibilidades de supervivencia de sus generaciones infantiles aumentan. Esto es lo que prepara el camino para que la población asuma un mayor control de la natalidad.

Tabla nº 3: Tasa brutas de natalidad 1861-1990

AÑOS GIPUZKOA CAPV ESPAÑA
1861-1865 35.6 35.9 38.6
1866-1870 32.7 33.5 37.4
1871-1875 - - -
1876-1880 - - -
1881-1885 - - -
1886-1890 31.7 35.4 35.9
1891-1895 32.1 35.7 35.5
1896-1900 30.7 34.1 34.8
1901-1905 31.4 34.5 35.0
1906-1910 31.1 33.0 33.0
1911-1915 29.2 30.9 30.5
1916-1920 27.1 29.2 28.7
1921-1925 27.5 29.3 29.9
1926-1930 25.5 27.0 28.9
1931-1935 22.3 22.6 27.0
1936-1940 15.7 15.7 21.6
1941-1945 19.5 18.3 21.7
1946-1950 21.8 20.3 21.3
1951-1955 20.6 20.1 20.4
1956-1960 25.2 25.9 21.6
1961-1965 25.0 24.9 21.5
1966-1970 22.0 21.9 20.4
1971-1975 19.5 19.9 19.4
1976-1980 15.7 16.5 17.1
1981-1985 11.1 11.6 13.1
1986-1990 8.4 8.4 10.6

Fuente: Eustat : Movimiento Natural de la Población y Anuario estadístico vasco (varios años).

Esto hace entender también de una manera más fácil que el descenso de la natalidad casi siempre se suele dar con un cierto retraso respecto a la mortalidad. Así ocurre también en el territorio guipuzcoano, que sufrirá una lenta bajada en los primeros 25 años de este siglo, pasando de130,7 por mil de 1900 a127,5 por mil del quinquenio 1921/25. Tan solo recordar que todavía en el quinquenio anterior, especialmente en el año 1918, una epidemia de gripe ocasionó una de los mayores episodios de muerte de este siglo y era lógico que la población tendiese a ralentizar el descenso en la natalidad para compensar el aumento de la mortalidad.

A partir de ahí se produce un descenso más claro, y en los siguientes diez años la tasa bruta de natalidad bajará 5 puntos situándose en un 22,3 por mil para el quinquenio 1931/1935. Para el siguiente quinquenio los valores son notablemente más bajos, de un 15, 7 por mil, pero aquí se hace patente la influencia que la guerra civil tuvo en una menor natalidad (separación de parejas en edad de procrear por estar en el frente o en el exilio, ambiente de incertidumbre ante el conflicto, situación de penuria en los años inmediatamente posteriores, etc.). Como señala Nadal (1984, pág. 259) cada vez se puede afirmar más que "las verdaderas víctimas de la contienda no fueron los que murieron a causa de ella, sino los que dejaron, o han dejado de nacer".

En resumen, en esta primera fase de la transición demográfica el descenso de la natalidad se produce con retraso respecto a la tasa de mortalidad y además con una intensidad menor, que se intentará explicar en las próximas líneas. El saldo positivo que se deriva de la relación de estas dos tasas es lo que propiciará un crecimiento natural importante de Gipuzkoa en el primer tercio del siglo.

Una vez que una población comprueba que durante unos años consecutivos la mortalidad ha descendido podrá iniciar el cambio de sus pautas de reproducción y el control de su natalidad, siempre que otros factores culturales, de educación, ideológicos o de creencias se lo permitan.

El alcance de unos determinados niveles de vida y el ver que ya no es necesario un alto número de nacimientos para lograr la reposición de la población al haber descendido enormemente la mortalidad (y especialmente la mortalidad infantil) permitirá que esa población se plantee la posibilidad de cambiar sus pautas de reproducción. Dentro del marco socioeconómico de aquella época esto se logró con el cambio que supuso el desarrollo industrial y el proceso de urbanización a que dio lugar. La ciudad permite otro grado de autonomía y propicia un marco de relaciones personales y sociales diferentes y más autónomas.

Pero a posteriori la población tiene que romper con las limitaciones que al cambio le ponen los códigos culturales e ideológicos de la época. En este sentido parece que a la sociedad vasca en general ya la guipuzcoana en particular les costó superar las concepciones tradicionalistas provenientes del mundo nacionalista y carlista, reacias a la aplicación del control de la natalidad. Sin olvidar también que la influencia de la iglesia en la sociedad vasca era todavía muy importante. Según las autoras Pérez Fuentes y Arbaiza Villalonga esto es lo que podría explicar el retraso que respecto al control de su fecundidad tuvo el país si lo comparamos con otras comunidades de España o Europa de parecido desarrollo.

La recuperación de la natalidad tras la guerra civil se puede considerar como normal reacción a la crisis sufrida en los nacimientos durante el conflicto bélico. A pesar de la tendencia al descenso que llevaba durante todo el siglo en el quinquenio de 1936/40 perdió de golpe cerca de 7 puntos. El volver poco a poco a valores parecidos a los años anteriores (19,5 por mil en el primer quinquenio de los años cuarenta y 21 ,8 en el segundo) entraba dentro de lo previsible tras el episodio bélico. Ya en el siguiente lustro, el primero de la década de los cincuenta, parecía que la evolución de la natalidad retomaría el camino del descenso al bajar más de un punto y situarse en el 20,6 por mil.

Pero la línea descendente que la natalidad venía dibujando desde el comienzo de siglo sufrirá un importante punto de inflexión en los próximos años, tomando valores cercanos a los de finales de los años veinte. Comenzamos a asistir al llamado "baby boom", que en nuestro territorio se da con retraso respecto al resto de los países europeos y occidentales. Así en el último quinquenio de los cincuenta y primero de los sesenta Gipuzkoa recupera una tasa de 25 nacimientos por mil habitantes y aunque en los dos siguientes lustros vuelve a descender todavía mantendrá valores del 22 por mil y de119,5 para el quinquenio de 1971/75.

Como puede observarse en la tabla 3 el nivel de crecimiento del territorio de Gipuzkoa o de la propia Comunidad Autónoma es sensiblemente superior al del Estado. Esto se explica porque si bien las zonas más dinámicas económicamente del territorio en aquellos años (especialmente País Vasco, Cataluña y Madrid pero también en Aragón, Baleares y todo el Levante desde Cataluña hasta Alicante y puntualmente Valladolid) pudieron vivir el "baby boom" otras muchas estaban sufriendo procesos de despoblación muy fuertes, que afectaban sobre todo a las generaciones o grupos de edad jóvenes, en edad de procrear. Al final lo que habrá será una nueva redistribución de los efectivos de la población dentro del Estado español, lo cual no supone que el crecimiento se de en todas las provincias.

Las causas de esta alta subida de la natalidad se explica por lo tanto por el fenómeno inmigratorio que se produce a partir de 1950 en Gipuzkoa, que con un desarrollo industrial importante se había convertido en un foco de atracción económica para otros territorios españoles de carácter rural, y por la recuperación económica que se da durante los años 1950-1970.

Más adelante se analizará el fenómeno inmigratorio en sí. Ahora sólo recordar que en el caso guipuzcoano casi la mitad del crecimiento de los años cincuenta y sesenta se deben a la inmigración. Como es natural, la población inmigrante, fundamentalmente joven y procedente de un mundo rural con unas pautas de reproducción en las que no había todavía un gran control de la natalidad, y que no se encuentra con estrecheces económicas fuertes que le obliguen a un mayor control tendrá una influencia decisiva en la natalidad de Gipuzkoa. Esto se traducirá por un modelo más dinámico de la nupcialidad (se adelanta la edad del matrimonio que si en los años previos a la década de los 50 se situaba entre los 25/27 años luego siempre alcanzará niveles superiores a 23,5 años) y de la natalidad (habrá mayor precocidad a la hora de tener el primer hijo).

Todo esto es lo que ayuda a que en Gipuzkoa, como en otras muchas zonas de Europa se viva, eso sí, con una década de retraso el conocido fenómeno del "baby boom".

2.3 El nuevo equilibrio demográfico

Como ya se ha apuntado anteriormente a partir de 1975 se produce un nuevo cambio en las pautas de reproducción, cambio que por otra parte ya se anunciaba anteriormente.

La tasa de mortalidad alcanzará los mínimos del siglo (6,4 por mil) para el quinquenio 1976/1980, aunque en los siguientes diez años sufra unos repuntes al alza al empezar a aumentar significativamente los grupos de edad mayores de 65 años. Para el año 1991 la tasa de mortalidad es de 8, 1 por mil sin variar apenas de la media de la C.A. P .V (7 ,9 por mil) aunque todavía se mantiene entre las más bajas de la Comunidad Europea cuya media es de 10, 1 por mil y más baja que la media del Estado que en ese año era del 8,6 por mil. Los valores de los países de la C.E. oscilan entre los más bajos de Holanda (8,6 por mil) e Irlanda (8,9 por mil) y los más altos de Dinamarca (11 ,6 por mil), Alemania (11 ,5 por mil) o Gran Bretaña (11 ,3 por mil).

Para lograr el nuevo equilibrio demográfico era necesario que la tasa bruta de natalidad retomase el descenso previo al "baby boom". Esto es lo que sucede en los 15 años que van de 1976 a 1990 aunque anteriormente ya se anunciaba. Lo característico de este proceso (sobre todo comparándolo con los países europeos del entorno) es el corto espacio de tiempo en el que se produce y la intensidad con la que se da. Si en el año 1976 la tasa bruta de natalidad era todavía de 19, 7 nacidos por mil habitantes para 1980, en tan solo 5 años ha bajado ya al 12,0 por mil. El valor medio del quinquenio 1976/1980 es 15, 7 por mil, descendiendo cerca del 50% para el quinquenio 1986/1990 (8,4 por mil).

En el año 1991 Gipuzkoa continuaba esa tendencia a la baja al situarse en el 7,9 por mil (prácticamente igual que la de la C.A.P.V. 7,7 por mil) pero más de dos puntos por debajo de la media española (9,9 por mil) y cuatro de la media de la Europa de los doce (11 ,6 por mil). De éstos destaca como valor más bajo el de Italia (9, 7 por mil), único país que no sobrepasa el 10 por mil junto a España, y los de Grecia (10, 1 por mil) y Alemania (10,5 por mil). Entre los valores altos Gran Bretaña, Holanda y Francia superan el 13,0 por mil siendo la excepción Irlanda que todavía tiene una tasa de natalidad de115,0 por mil.

De esta manera prácticamente quedan igualadas las dos tasas y puede decirse que culmina también la transición demográfica.

Este proceso, para algunos autores crisis para otros transición, lo que sí ha generado es un cambio drástico en las pautas de reproducción y consecuentemente en la propia estructura demográfica de Gipuzkoa, proceso que se analizará más adelante.

Tanto en demografía como en el resto de ciencias sociales se suele recurrir al concepto de causalidad múltiple a la hora de tratar de explicar los procesos de cambios sociales, huyendo de espíritus reduccionistas que con una o dos razones quieren explicar cambios más complejos. En los últimos años se ha considerado que la incorporación de la mujer al mercado laboral o a la actividad económica era la razón fundamental que explicaba el descenso de las tasas de fecundidad. Y es cierto que se ha producido una mayor tasa de actividad: si en 1970 de cada 100 mujeres que podían trabajar lo hacían 20,9, veinte años más tarde, en 1991 la tasa de actividad femenina habrá subido al 35,5%, con una tendencia mayor a conservar el trabajo tras el matrimonio o la maternidad. Tanto una mayor oferta de trabajo dentro del sector servicios así cómo un mercado de trabajo más flexible ayudarán a mantener esta tendencia ascendente.

Con ello se rompió la idea surgida de la cultura burguesa correspondiente a la primera transición demográfica según la cual la mujer debía quedarse en casa para ocuparse de la vida doméstica en su totalidad. Así tras su entrada (y cada vez mayor permanencia) en el mercado laboral, ya pesar de las dificultades que hoy en día todavía tiene la maternidad para la mujer que trabaja, la mujer está cambiando sus ciclos de fecundidad. No hay que olvidar que además a partir de 1979 se despenaliza el uso de los anticonceptivos con la consiguiente generalización en su uso, sobre todo entre las nuevas generaciones que van llegando a la edad de procrear.

A pesar de que no se puede negar la influencia de este cambio parece que los indicadores demográficos no reflejan una relación directa entre la participación de las mujeres en el mercado de trabajo y el descenso de la fecundidad, como algunos autores han empezado a subrayar ya hace algunos años (seguimos aquí el trabajo de Begoña Arregi especialmente interesante para el País Vasco y que se puede extender al caso guipuzcoano). Así aunque se da una mayor fecundidad entre las mujeres que no ejercen ningún tipo de actividad laboral respecto a las que tienen algún tipo de actividad, el descenso de la fecundidad es importante también en el primer grupo, pudiéndose afirmar que el descenso es generalizable y no hay una línea divisoria clara entre los dos grupos. Son resaltables las diferencias que se dan según la condición socioeconómica y la cohorte matrimonial, pero sigue siendo casi siempre más importante la generación de partida (edad del matrimonio) que el hecho de trabajar o no.

No hay que desdeñar tampoco otro de los factores frecuentemente citados como es el efecto negativo que la crisis económica está produciendo sobre todo en la nupcialidad. Además de bajar el número de matrimonios o tasa de nupcialidad (si en 1976 había 8 matrimonios por mil habitantes en 1981 había caído hasta la mitad, situándose en 4, 1 por mil; para 1993 se vuelve a dar una ligera recuperación que confirma posteriores análisis, quedándose en 4,5 por mil), se está retrasando la edad de contraerlo. Esto influye a la hora de retrasar también la posibilidad de tener el primer hijo. Aunque está creciendo el número de nacimientos entre parejas que cohabitan, todavía la gran mayoría de los nacimientos se dan dentro de matrimonios formalizados. Pero se puede observar que también en las familias con mayor desahogo económico se ha producido un descenso importante de la fecundidad.

Dentro de la influencia de la crisis económica no es de desdeñar el efecto de la emigración (recordar que a partir de 1975 los saldos migratorios comienzan a ser negativos). Aunque frecuentemente se han señalado otras razones, la emigración no ha sido suficientemente destacada. Como se puede apreciar en la tabla nº 8 y se analizará en estudiar la estructura por edades, la emigración producida entre 1975 y 1991 afecta de manera importante (a veces las pérdidas pueden llegar a las 7000 personas por intervalo de edad) a los grupos a los que durante esos años les hubiese correspondido tener una fecundidad más dinámica, como pueden ser los comprendidos entre los que tenían 25 y los 49 años en 1991.

Se comienzan a subrayar por lo tanto otro tipo de razones extraeconómicas (sociales y culturales) que pueden ayudar a entender mejor el proceso de descenso de la fecundidad y el cambio de las pautas de reproducción. Siguiendo el análisis de B. Arregi, dicha autora señala cómo las generaciones que impulsaron el "baby boom" reprodujeron las ideologías sobre la familia y comportamiento de sus padres, asumiendo sus modelos tradicionales de organización familiar, pero no la transmitieron a sus hijos. Estas nuevas generaciones, por el contrario, fueron socializadas en un espíritu de secularización de la sociedad muy fuerte (entre 1975 y 1985 se constata una gran caída de la práctica religiosa, se extiende y normaliza el uso de métodos contraceptivos, hay una creciente importancia del matrimonio civil, etc.), de mayor individualización y crítica de la autoridad, fuese civil o religiosa. Todo ello ayudado por un proceso de urbanización vertiginoso. Este proceso coincide además con las generaciones que reclaman mejores oportunidades (educativas, sociales, económicas, laborales, etc.) para las mujeres. Se comienzan a poner las bases para el desarrollo de modelos familiares alternativos.

Es dentro de este modelo de cambio más amplio que se entiende mejor el subrayar la importancia no sólo de la participación laboral femenina sino del proceso general de emancipación de la mujer. Para algunos autores dicho proceso significa la mayor revolución de este siglo, la llamada "revolución silenciosa" que está en la base del surgimiento de nuevos modelos familiares.

Se señalan a continuación algunas de las características en las nuevas pautas de nupcialidad y de fecundidad. Respecto a la nupcialidad la primera es que aumenta la edad en que se contrae el matrimonio. También se ha incrementado el número de parejas que cohabitan al margen del matrimonio (relaciones prematrimoniales, cohabitación sin papeles, parejas de divorciados o entre personas que han quedado viudas, etc.). A pesar de este aumento, y en esto también nos diferenciamos de otros países del entorno europeo, las tasas de cohabitación siguen siendo más bajas que las europeas. Es por ello también que si bien los nacimientos extramaritales han subido en los últimos años no suponen un porcentaje elevado del total, produciéndose la mayoría de los nacimientos dentro de matrimonios legalmente constituidos.

En cuanto a la fecundidad la principal característica es el corte del "baby boom" de los años sesenta con una reducción drástica de los nacimientos. Además se produce un retraso considerable a la hora de tener el primer hijo así como en los tramos de edad de mayor fecundidad. Si antes se daba la natalidad más importante en las mujeres menores de 25 años ahora pasará a darse entre las de más de 30 años. Volver a recordar que los principales cambios se han dado dentro de la fecundidad matrimonial pues el fenómeno de la cohabitación no alcanza aquí la importancia de otros países europeos. Es decir se produce una progresiva adopción de un modelo demográfico basado en el control consciente de la reproducción.

Los nuevos valores suponen una mayor aceptación social de la sexualidad sin ánimo reproductivo (de hecho la edad de tener el primer contacto sexual ha disminuido), la generalización en el uso de anticonceptivos más eficaces, el aumento de la independencia moral individual respecto a anteriores influencias religiosas e ideológicas, la mayor importancia de la pareja y de los proyectos como adultos, etc. Una consecuencia clara es que ha habido un cambio en los modelos familiares tendentes a estructuras más simétricas e igualitarias (aunque quede bastante camino que recorrer) y que consecuentemente también ha cambiado el anterior modelo reproductivo. La casuística de unidades familiares empieza a ser cada vez más variada.

Quizás el problema es más de ajuste entre generaciones que de fomentar políticas de natalidad como se propugna desde algunos sectores excesivamente alarmistas. Como señalan muchos autores (IKEI, B. Arregi por ejemplo) el caso del País Vasco y de Gipuzkoa en particular no es muy diferente a otros casos europeos salvo en que la disminución de nacimientos se ha dado de una manera más intensa y en un lapso de tiempo menor. Ha sido en los últimos años cuando han empezado a llegar las generaciones que comenzaban a retrasar su maternidad/paternidad.

Es bastante probable que como en el caso de Holanda, Dinamarca, Suecia, Gran Bretaña, Francia, etc. se produzca una recuperación de la fecundidad en los próximos años, a la par del cambio de siglo. Más difícil será llegar de nuevo y de una manera más estable a esos 2,1 hijos por mujer que aseguran la reposición generacional (en los años setenta estuvo en 3,2 y hoy en día ha bajado a 1,1), aunque en Suecia por ejemplo y en tan solo 5 años (período 1986-1990) se pasó de 1,5 a 2, 1 hijos por mujer.

Algunos autores y/o planificadores han hablado, quizás demasiado rápidamente, de crisis demográfica. Una visión más amplia en el tiempo puede relativizar más las cosas y comprender que se está dentro de un proceso más general y normal que ha ocurrido (cada país con sus peculiaridades) en toda Europa y que seguramente lleva hacia sociedades más equilibradas y maduras. No estamos ni mejor ni peor sino simplemente ante una situación diferente. Se puede decir que todavía hoy se están pagando las consecuencias urbanísticas, medioambientales -y por lo tanto sociales y económicas también- que el desarrollismo descontrolado sin ningún tipo de planificación nos dejó a partir de finales de los cincuenta hasta finales de los setenta. Es por ello indudable que un territorio dinámico económicamente y el hecho de ser capaces de generar riqueza y atraer la inversión ayudarán a recuperar el índice de reposición hacia el deseable 2,1 hijos por mujer, pero sobre todo darán la posibilidad de frenar la emigración que ya comienza a darse entre los más jóvenes, y cuyas pérdidas empiezan (a falta de una perspectiva mayor de años) a ser más importantes que la derivadas del crecimiento natural.

2.4. El crecimiento natural

De la relación de las dos tasas vitales analizadas anteriormente se deduce un crecimiento natural de la población negativo o positivo, que es el que queda reflejado en la tabla número 4.

Como refleja dicha tabla un crecimiento del 1% no se alcanza con cierta estabilidad hasta principios de siglo. Esto era ciertamente difícil con las condiciones de mortalidad del período anterior, aunque puntualmente se lograse. Se produce por lo tanto un período largo, que abarca el primer tercio de este siglo, en el que la población crece a un ritmo superior al1 %, sólo interrumpido en el quinquenio 1916-1920, coincidiendo con el último episodio importante de mortandad a causa de la epidemia de gripe de 1918.

Este crecimiento ininterrumpido se explica perfectamente por la evolución de las tasas vitales. El incremento positivo del crecimiento natural es fruto del rápido descenso de la mortalidad en las tres primeras décadas del siglo, en tanto que la natalidad también descendía pero mucho más lentamente.

El lógico descenso que se produce en los dos quinquenio siguientes (1936/40 y 1941/45) es consecuencia del episodio de la guerra civil. Tanto la mayor mortalidad (sobre todo en el primer quinquenio) como el descenso de la natalidad (tanto en periodo de guerra como en el siguiente lustro con una sociedad rota, dividida y con condiciones de vida duras, con parejas separadas por la muerte, la cárcel o el exilio, etc.).

Cuando la situación se estabiliza y se recupera en cierta manera la confianza se vuelve a los valores anteriores a la guerra civil, entorno al 1 %. Esta reacción es lógica y tiende a recuperar el desequilibrio anterior originado por la guerra. La recuperación además se debe casi exclusivamente a la población guipuzcoana, pues todavía no ha comenzado la recuperación económica y las aportaciones de la inmigración no son muy numerosas.

En los 15 años siguientes a 1955 se produce un crecimiento natural muy fuerte, el mayor de todo el siglo, con unos incrementos que incluso a veces supera el 1,5%.

Tabla nº 4. Crecimiento natural de la población: 1861-1990.

AÑOS GIPUZKOA CAPV ESPAÑA
1861-1865 1.2 1.1 0.9
1866-1870 0.9 0.8 0.6
1871-1875 - - -
1876-1880 - - -
1881-1885 - - -
1886-1890 0.8 0.9 0.5
1891-1895 0.9 0.8 0.5
1896-1900 0.8 0.8 0.5
1901-1905 1.1 1.1 0.9
1906-1910 1.2 1.3 0.9
1911-1915 1.2 1.3 0.8
1916-1920 0.7 0.8 0.5
1921-1925 1.1 1.2 1.0
1926-1930 1.1 1.2 1.1
1931-1935 0.9 0.9 1.1
1936-1940 0.3 0.2 0.4
1941-1945 0.7 0.6 0.7
1946-1950 1.1 1.0 1.0
1951-1955 1.1 1.1 1.1
1956-1960 1.6 1.7 1.2
1961-1965 1.7 1.7 1.3
1966-1970 1.5 1.4 1.2
1971-1975 1.2 1.3 1.1
1976-1980 0.9 1.0 0.9
1981-1985 0.4 0.4 0.5
1986-1990 0.1 0.3 0.3

Fuente: Eustat : Movimiento Natural de la Población y Anuario estadístico vasco (varios años).

Esto se explica por dos razones fundamentales. La primera es la bonanza económica de aquellos años tras un período duro y de estrecheces, que ayudará a que al principio la gente no se haga mayor problema de tener más o menos hijos. La segunda, y más importante, es la aportación de generaciones jóvenes de inmigrantes que comienzan a llegar en los años cincuenta y que aportarán un modelo de reproducción muy dinámico.

Después, y aunque el valor del quinquenio 1971/1975 es todavía del 1,2%, se inicia un fuerte descenso (0,9% en el siguiente lustro) hasta llegar a un crecimiento prácticamente cero para el quinquenio 1986/90. Dicho descenso se debe fundamentalmente al fuerte cambio en las pautas reproductoras ya comentado al que se le añade un saldo migratorio que comienza a ser negativo y un ligero repunte al alza de la tasa de mortalidad.

Este descenso ha continuado en los años sucesivos, de tal manera que el crecimiento natural ha llegado a ser negativo (-0,2%) en el año 1991. El mismo valor ofrece la C.A. p .V. , lo que contrasta con la media del Estado ( 1 ,3% ) y de la Europa de los doce (1,4%). Entre los valores más bajos destaca el negativo de Alemania (-1,0%) y los de Italia (0,2%) , Grecia (0,7%) y Dinamarca (0,9%). La mayoría de los países se sitúan entre el1 y el 3,5%, destacando con valores más altos Francia (4, 1%), Holanda (4,6%) e Irlanda que llega a tener un crecimiento vegetativo del 6,0%. El nuevo equilibrio demográfico se ha consumado igualándose las dos tasas vitales en los valores bajos, e incluso rebasado al superar la tasa de mortalidad a la de natalidad. Lo deseable, y más probable, es una futura recuperación de la natalidad en los próximos años, que sin alcanzar los valores espectaculares anteriores permitan una crecimiento natural positivo, aunque parece difícil alcanzar a corto o medio plazo el índice de reposición generacional de 2,1 hijos por mujer.

2.5. Los movimientos migratorios

Frecuentemente se piensa (especialmente en el caso de Gipuzkoa y Bizkaia) que los territorios de la Comunidad han sido tradicionalmente receptores de inmigrantes. Esta idea surge de la dinámica demográfica de este siglo y más concretamente por la gran ola inmigratoria de los años cincuenta y sesenta.

Una visión histórica de mayor amplitud ayuda a comprender que no ha ocurrido siempre así y que la emigración ha sido utilizada por la población vasca como mecanismo regulador l1e sus excedentes durante mucho tiempo. Así lo confirma por ejemplo el trabajo de S. Piquero sobre los siglos XVI a XVIII (ver bibliografía, cap. 7 y conclusiones especialmente). Quizás por esa inercia histórica cuando en la Gipuzkoa del último tercio del siglo XIX ya era manifiesta la primera industrialización se continuó expulsando población, como señala L. Castells (ver bibliografía, pág. 160).

La dinámica anterior sólo se invertirá con el cambio de siglo, al confirmarse el desarrollo industrial guipuzcoano, pasando en las cuatro primeras décadas a tener saldos migratorios positivos. El peso de la inmigración en el crecimiento total de la población irá tomando más importancia: si en la primera década, de los 30.834 nuevos habitantes se calcula que un 20% se debe a la emigración para la cuarta, de los 29.424 habitantes el 34% se debió a la inmigración. Esta dinámica se vio truncada por la guerra civil y la posguerra, descendiendo las aportaciones de la inmigración al crecimiento total al 25%.

Es a partir de los años sesenta cuando las estadísticas ofrecen datos reales de las altas y bajas residenciales como refleja la tabla número 5 de movimientos migratorios. Para entonces y favorecido por el proceso de industrialización que comienza a darse en la década de los cincuenta se produce un movimiento inmigratorio muy importante. Así, en esta década de los cincuenta, el 47% del crecimiento total de la población se debió a la inmigración, manteniéndose en porcentajes parecidos, el 42%, en la siguiente década de los sesenta.

Tabla nº 5: Saldos migratorios quinquenales 1962-1990.

AÑOS Inmigran. Emigrant. Saldo mig. Inmigran. Emigrant. Saldo mig
1962-65 41276 10465 +30811 150377 29491 +120886
1966-70 26257 17674 +8583 100613 43797 +56816
1971-75 23623 18569 +5054 103357 48810 +54547
1976-80 12125 28548 -16423 52053 80561 -28510
1981-85 9675 22399 -12724 40803 62290 -28049
1986-90 12617 28337 -18377 47637 85511 -37874

Fuente: INE: Anuario Estadístico (varios años). Instituto Nacional de Estadística. Madrid.

Esta trayectoria se mantendrá todavía en el primer quinquenio de los años setenta, que sigue ofreciendo un saldo migratorio todavía positivo para dar un vuelco en el quinquenio 1975/80. La grave crisis industrial y la alteración del clima político-social favorece el que a partir de esos años se frene de una manera importante la inmigración (aunque la sigue habiendo) y aumente la emigración, con lo que Gipuzkoa vuelve a la dinámica del siglo pasado con saldos migratorios negativos. Así es como para 1990, Gipuzkoa según Banesto (Anuario del... ver bibliografía estadística) había pasado a ser la quinta provincia del Estado por la importancia de su saldo migratorio negativo.

Una gran parte de las bajas residenciales, de los emigrantes registrados entre 1975/1990 proviene de los llamados movimientos de retorno. Es decir, los inmigrantes que vinieron desde los años cincuenta hasta mediados de los setenta y que una vez jubilados o afectados por la reconversión industrial en edad avanzada deciden volver a sus pueblos de origen, donde muchas veces o han conservado la casa familiar o han construido una propia. Más grave es la constatación de que en los últimos años crece la emigración juvenil, gente nacida y formada en el país pero que ante las negativas expectativas del mercado laboral deciden emigrar a otras zonas.

Tabla nº 6: Población inmigrante según su origen (Censo 1991).

Comun. Autón. Miles % Miles %
Andalucía 45804 7.5 9985 5.1
Aragón 7957 1.3 2880 1.5
Asturias 8392 1.4 2115 1.1
Baleares 442 0.1 147 0.1
Canarias 943 0.2 278 0.1
Cantabria 32422 5.3 3725 1.9
Castilla-León 249555 40.9 57322 29.3
Cast.-LaMancha 16506 2.7 4097 2.1
Cataluña 5853 1.0 1976 1.0
Comun. Valenc. 2970 0.5 853 0.4
Extremadura 76024 12.4 30397 15.5
Galicia 63176 10.3 16265 6.8
Madrid 12274 2.0 3858 2.0
Murcia 1324 0.2 389 0.2
Navarra 34711 5.7 21135 10.8
País Vasco - - 24456 12.5
Rioja (La) 25790 4.2 6255 3.2
Ceuta-Melilla 1012 0.2 218 0.1
Extranjero 25358 4.1 9089 4.6
TOTAL 610513 100.0 219896 100.0

Fuente: Eustat: Censo de población y viviendas 1991.

Estructura de la población. Gasteiz-Vitoria, Gobierno Vasco.

En la tabla 6 se recoge el origen de la población inmigrante según el último censo del año 1991 viendo de dónde procede la gente nacida fuera de la provincia. Según el último censo de 1991 de los 676.488 habitantes del territorio histórico 219.896 habían nacido fuera, lo que suponía el 32,5% del total. De estos 219.896, el mayor contingente, cercano al 30% proviene de la Comunidad Autónoma de Castilla-León (Salamanca, Burgos, Palencia, León, Valladolid, etc.). Otro porcentaje importante, el 15,5%, proviene de Extremadura. Con loS territorios históricos inmediatos también ha habido intercambios numerosos: un 10,8% de la población inmigrante viene de Navarra, un 8% lo es de Bizkaia, y un 4,6% nació en Álava.

A partir de ahí los porcentajes van decreciendo en importancia, pudiéndose destacar todavía el 6,8% de la población nacida en Galicia, el 5,1% de Andalucía y por ser del entorno inmediato el 3,2% de población riojana. Como curiosidad señalar que en 1991 el 4,6% de la población guipuzcoana era extranjera.

2.6 La evolución de la población

Antes de que la primera industrialización llegase al País Vasco se puede hablar de un equilibrio en la distribución de los tres territorios de la Comunidad. Según el censo de 1857 Bizkaia tenía 160.579 habitantes (38,8%), Gipuzkoa 156.493 hab. (37,8%) y Alava 96.398 hab. (23,3%). Este equilibrio en la distribución se verá roto tras la primera industrialización del país a partir especialmente de 1877 caracterizándose por el proceso de concentración de la población en Bilbao y el entorno de su ría. En 1900 la situación es bastante distinta: Bizkaia tiene ya 311.361 habitantes (51,6% del total), Gipuzkoa 195.850 (32,4%) y Alava 95.385 hab. (16%). Esto suponía que que el territorio vizcaíno había doblado su población, Gipuzkoa había crecido pero moderadamente, y Alava conseguía mantener su población con una pequeña bajada.

Tabla nº 7: Evolución de la población: 1900-1991.

  GIPUZKOA CAPV ESPAÑA
AÑOS Poblac. Ind.=100 Poblac. Ind.=100 Poblac. Ind.=100
1900 195850 100 603596 100 18594000 100
1910 226684 116 673788 112 19921000 107
1920 258557 132 766775 127 21303000 115
1930 302329 154 891710 148 23564000 127
1940 331753 169 955764 158 25878000 139
1950 374040 191 1061240 176 27977000 150
1960 478337 244 1371654 227 30431000 164
1970 631003 322 1878636 311 33824000 182
1981 692986 354 2134967 354 37746260 203
1991 676488 345 2104041 349 39136985 210

Fuente: Eustat (1982): Evolución de la población. Periodo 1900-1981; Censo de la población 1991, y Nadal, Jordi (1984): La población española, Edit. Ariel.

Cómo puede observarse en la tabla 7 a partir de 1900 la población de Gipuzkoa crece ininterrumpidamente hasta la década de los ochenta. El crecimiento en los 30 primeros años de este siglo es importante, incluso por encima de Bizkaia. Esto supuso crecer un 70% para el período 1900-1940, para entrar posteriormente en un receso como consecuencia de la guerra civil. Sin repetir los análisis anteriores sólo recordar que de este crecimiento entre 1900-1940, 135.903 habitantes, el 73% se debió al crecimiento natural y el resto a la inmigración.

El modelo de crecimiento sigue pautas diferentes en Gipuzkoa que en Bizkaia (en Álava no llegará hasta la década de los sesenta). Si en Bizkaia sigue concentrándose en su capital y en los municipios del entorno de la ría en Gipuzkoa el crecimiento será más homogéneo. Un desarrollo industrial de tipo más difuso y con un mayor predominio de la empresa familiar pequeña y mediana dio lugar a un crecimiento y localización de la población más equilibrado. Dicho crecimiento no se concentró solamente en Donostia y su entorno (Pasaia, Rentería y en menor medida Hernani ya tendrán incrementos importantes) y también verán crecer sus efectivos sensiblemente los municipios de Irún, Tolosa, Beasain y Ordizia, Modragón, Eibar, Bergara, Zarautz, y algo menos Azkoitia y Azpeitia.

El resto de municipios se mantienen o pierden población, en especial los 18 municipios que se pueden considerar claramente rurales, es decir, con menos de 2000 habitantes. De éstos la mayoría se localizaban en las comarcas de Tolosa y Goierri.

Como dato positivo resaltar que la abundancia de cabeceras comarcales de cierta importancia ayudó a que la distribución de la población pudiese darse de una manera más equilibrada. En Gipuzkoa era corriente pasar del caserío o pueblo de carácter rural a la cabecera comarcal más próxima mientras que en Bizkaia desde el principio fue la comarca del Gran Bilbao la que polarizó el crecimiento.

Pero va a ser en la segunda mitad del siglo, en concreto entre 1940 y 1981 cuando se produce el crecimiento más significativo. En ese período (algo menos tomando la referencia del padrón de 1975), el territorio guipuzcoano doblará su población, pasando de 331.753 habitantes en 1940 a 692.986 en 1981. Aunque el crecimiento es importante en todos los períodos intercensales hay que destacar el producido entre 1950 y 1970. En la primera década de este período, la de los años cuarenta, se produce un incremento de la población cercano al 21%, recuperando los ritmos anteriores a la guerra civil. De este crecimiento es todavía el crecimiento natural el más importante, pues con sus 31.719 personas aporta el 75% del crecimiento total.

Cuando en los años cincuenta se empieza a consolidar el nuevo desarrollo industrial y el auge económico del territorio histórico se hace evidente, Gipuzkoa vuelve a ser foco de atracción de la población rural, pero ahora de una manera más intensa, cobrando mayor relevancia el crecimiento debido a la inmigración. Entre 1950 y 1970 la población tiene un crecimiento de 256.963 habitantes de los cuales un 44% se deben a la inmigración y el restante 56% al crecimiento natural (en gran parte alimenlado por la pobación inmigrante joven).

En este período Donostia entra en un cierto grado de saturación con tasas de crecimiento más moderadas, y que en la década de los cuarenta se explican más por las anexiones de Alza y Astigarraga que por su propia dinámica. Además Donostia desvió la mayor parte de la población inmigrante o bien a la periferia de los barrios recientemente anexionados (caso de Alza) o a los municipios de su entorno. Es por ello que en general el comportamiento de los municipios de su entorno es más dinámico: algunos de los anteriormente citados (Pasaia, Hernani) doblan su población en apenas 25 años en tanto que Rentería la cuadruplica(!). A estos se añaden ahora los crecimientos importantes de núcleos como Andoain o el futuro Lasarte-Oria, y en menor medida Urnieta, Usúrbil, Lezo y Oiartzun.

En el resto de la provincia destacan los municipios del valle del Oria, en especial el triángulo Beasain-Ordizia-Lazkao, y Tolosa y algún municipio colindante como Ibarra. En el valle del Deba es de subrayar el crecimiento de Arrasate-Mondragón especialmente y el de Bergara y en el alto Deba, y los crecimientos de Placencia y Elgoibar, y sobre todo Eibar en el bajo Deba. En los municipios del bajo Bidasoa destaca el crecimiento espectacular de Irún favorecida por su condición de ciudad fronteriza y en menor medida el de Hondarribia. En el valle del Urola, aunque Azkoitia y Azpeitia crecen de una manera importante destacan los crecimientos de Legazpia, Zumárraga y Urretxu en el alto Urola y de Zumaia en su desembocadura. Entre los municipios costeros no señalados cabe citar los crecimientos de Zarautz y de Orio.

Aunque en 1981 se logre el mayor número de habitantes en este siglo, este techo de 692.986 habitantes va a durar a poco. Ya desde 1975 se había comenzado a constatar una inflexión en la tendencia de las dos variables que habían incidido en su crecimiento. Tanto el crecimiento natural (que todavía se mantendrá positivo durante varios años aunque en descenso) como el saldo migratorio (que desde 1976 comienza a ser negativo) sufren un receso importante en su anterior trayectoria. Esto es lo que va suponer que Gipuzkoa en el último período de 1981-1991 pierda 16.498 habitantes, siendo su población según el último censo de 1991 de 676.448 habitantes, no repitiendo las causas ya señaladas anteriormente al analizar cada variable.

Los cambios que se producen en este período tienen que ver más con una redistribución o relocalización de la población ya residente en el territorio histórico que con excepciones a la dinámica general que vive Gipuzkoa. La búsqueda de una mejor calidad de vida (en muchos casos unido a precios más asequibles para la vivienda) es la que explica los crecimientos positivos de municipios como Hondarribia, Oiartzun, Zarautz o Zumaia en esta década marcada por el estancamiento y la recesión.

2.7 El proceso de urbanización

Como es lógico, este crecimiento casi constante de población a lo largo del siglo se va a traducir en un aumento de su densidad y en un creciente proceso de urbanización de su población.

Así los 195.850 habitantes que a principios de siglo se asentaban en los 1997 km2. de su territorio suponían 98 hab./km2. El crecimiento de primer tercio del siglo se refleja en un aumento de la densidad que en 1930 era de 151 hab./km? Para 1960 (justo en la década anterior empiezan a llegar las primeras oleadas de inmigrantes) la densidad será de 240 hab./km? Aunque debido al crecimiento de las dos décadas posteriores en 1981 alcanzará su mayor densidad con 347 hab./km?, en el último censo de 1991 se refleja el descenso de población del último periodo, bajando su densidad a 339 hab./km? Este aumento tan importante en un periodo de tiempo tan corto refleja nuevamente la intensidad del proceso de crecimiento de la población guipuzcoana en esta etapa, así como de su magnitud.

Además hay que tener en cuenta que la densidad real es sensiblemente menor. Efectivamente, aunque no se caracteriza Gipuzkoa por la gran altura de sus montes sí se le considera un territorio de relieve montañoso. Es por ello que la superficie real sobre la que se asientan los núcleos de población daría lugar a densidades muy superiores llegando en algunos casos (por ejemplo Rentería, Pasaia o Eibar) a cifras mucho más altas. La urbanización descontrolada y la falta de una planificación territorial y económica de la llamada época del desarrollismo produjo unas consecuencias urbanísticas, sociales y medioambientales que todavía se están pagando hoy en día.

Tabla nº 8: Evolución de la población por comarcas: 1900-1991.

AÑOS 1900 1930 1950 1975 1991
COMARCAS POBLAC. % POBLAC. % POBLAC. % POBLAC. % POBLAC. %
BAJOBIDASOA 14257 7.3 23841 7.9 27319 7.3 61836 9,1 66800 9,9
BAJODEBA 19496 9.9 28346 9.4 34820 9.3 68066 10,0 59936 8,8
ALTODEBA 23797 12.2 31011 10.3 35720 9.5 66125 9.7 65109 9,6
DONOSTIA/SS 63748 32.5 122859 40.6 164544 44.0 308659 45.4 309926 45,8
GOIERRI 23189 11.B 31003 10.3 36637 9.8 70637 10,4 66559 9,8
TOLOSA 24435 12,5 30232 10.0 35039 9.4 45595 6,7 44996 6,6
UROLA-KOST. 27330 13,9 35054 11.6 39971 10,7 58828 8.6 63162 9.4
TOTAL 195850 100 302329 100 374040 100 679750 100 676488 100

Fuente: Eustat (1982): Evolución de la población 1900-1981 .Padrón Municipal1975 y Censo de población y viviendas 1991. Vitoria-Gasteiz, Gobierno Vasco.

Paralelamente a este proceso de densificación del territorio ha habido un proceso de urbanización de su población muy importante. Antes de que en los últimos años se haya empezado a hablar del País Vasco como una gran ciudad se destacaba el grado de urbanización del territorio guipuzcoano, poniéndole de ejemplo en cuanto a su jerarquización equilibrada. Ocupando los fondos de valle y desembocaduras que su rica red hidrográfica había abierto y aprovechando en parte la red villas y comunicaciones que ya se empezó a conformar en la Edad Media la población guipuzcoana iniciará a principios de siglo un importante proceso de urbanización que le llevará a duplicar su población urbana.

En la localización y estructuración del territorio guipuzcoano que se conoce hoy en día ha jugado un papel fundamental la red de comunicaciones que se desarrolla paralelamente al proceso de industrialización. Antes del desarrollo del transporte por carretera fue fundamental el ferrocarril y sobre todo la línea ferroviaria Madrid-Irún-París que consigue integrar las poblaciones del alto Urola -Legazpia, Zumárraga y Urretxu-y acercar con la complementeridad de otros transportes la Gipuzkoa más interior, y tras vertebrar casi todo el valle del Oria continúa por los municipios de Donostialdea hacia Irún. A ella se le sumó una red de ferrocarriles de vía estrecha (Bilbao-San Sebastián por la costa, Urola, Plazola, San Sebastián-Irún, etc.) gran parte de los cuales han desaparecido hoy en día.

Complementando, y hoy en día superando, esta red de ferrocarril se ha ido desarrollando una red de carreteras de indudable importancia en la estructuración del territorio destacando como ejes principales la N-I Madrid-Irún (desdoblada en autovía por casi todo el territorio guipuzcoano), la N-634 San Sebastián-Bilbao complementada a partir de los años setenta por la autopista A-8 y la reciente autovía San Sebastián-Pamplona. Esta red se complementa con la C-6213 que recorre el valle del Deba y la C-6317 que hace lo propio en el Urola y un eje transversal, la C-6322 Elorrio-Bergara-Zumárraga-Beasain. Son precisamente las poblaciones de los valles del Urola medio y del alto Deba las que quedaban con una peor accesibilidad aunque recientes actuaciones y futuros proyectos ayudarán a una mayor integración y una mejora de su accesibilidad.

Teniendo este mapa mental de la red de valles y comunicaciones del territorio guipuzcoano se puede entender mejor el desarrollo de los núcleos urbanos y su estructuración territorial.

Tabla n. 9: Municipios > 5.000 habitantes

AÑOS NºMunicip. %depoblac.
1900 8 46%
1910 10 53%
1920 12 58%
1930 15 68%
1940 17 73%
1950 17 73%
1960 21 80%
1970 28 85%
1981 31 91%
1991 31 89%

Fuente: Eustat (1982): Evolución de la población 1900-1981 y Censo de población y viviendas 1991. Vitoria-Gasteiz, Gobierno Vasco.

Considerando como más apropiado para el caso guipuzcoano la barrera de los 5.000 habitantes (es corriente la proximidad de dos núcleos de entre 5.000 y 10.000 habitantes que dan lugar a pequeñas conurbaciones, una accesibilidad grande, etc.), en la tabla nº 9 queda reflejado el número de municipios que igualan o superan esta cifra así cómo el porcentaje de población que agrupan respecto al total de Gipuzcoa a lo largo de este siglo.

A comienzos de siglo, de los 90 municipios que había en Gipuzkoa sólo 8 sobrepasaban los 5.000 habitantes (Azkoitia, Azpeitia, Eibar, Irún, Oñati, Donostia, Tolosa, Bergara) .Entre ellos agrupaban al 46% de la población total del territorio. Ya se ha señalado el primer tercio de este siglo como un periodo de crecimiento de la población y es en este periodo también cuando se va a producir el primer salto en la urbanización de la población, pasando en 1930 a doblarse prácticamente el número de municipios de más de 5.000 habitantes (15 en dicho año). La proporción de población que se puede considerar urbana también sufre un aumento considerable situándose en el 68% en 1930. Partiendo de los ocho municipios ya comentados, en la primera década se incorporan Hondarribia y Rentería, en la siguiente Hernani y Arrasate, en la de los treinta Beasain, Elgoibar y Pasaia. Es por lo tanto en este periodo cuando se produce el cambio más importante pues casi se duplica el número de municipios de más de 5.000 habitantes y la población urbana pasa del 46% al 68% del total.

Durante las dos siguientes décadas, y coincidiendo con un cierto receso en el crecimiento de la población respecto a las tres primeras décadas del siglo, los cambios no son importantes. Todavía en la década de los años treinta hay un pequeño crecimiento pasando los municipios a 17 (se incorporan Mutriku, Oiartzun y Zarautz pero se descuelga Beasain) y el porcentaje de población urbana subirá al 73%. Durante la siguiente década a la guerra civil no se producen cambios (se vuelve a incorporar Beasain pero sale Mutriku) y la proporción de población urbana es la misma.

Es con la segunda industrialización que comienza a finales de los años cincuenta que se produce un nuevo impulso en el proceso de urbanización del territorio guipuzcoano. En este periodo va a ser más importante el crecimiento cuantitativo del número de municipios (se pasa de los 17 municipios de 1950 a los 31 de 1991) que el crecimiento de la proporción de población urbana (del 73% de los cincuenta se llega al 91% de 1981 para bajar en la siguiente década al 89%). Dicho proceso se mantiene hasta la década de los años ochenta, produciéndose desde entonces un estancamiento (se mantiene el número de municipios en los noventa) e incluso una pequeña recesión en la proporción de población urbana.

Así, ya en 1960 se habían incorporado al grupo de municipios de más de 5.000 habitantes Andoain, Legazpia, Ordizia y Zumárraga. Con estas nuevas incorporaciones el porcentaje de población urbana llega al 80% del total. Es la siguiente década la más dinámica respecto a la inclusión de más municipios dentro de este grupo con siete nuevas incorporaciones (Aretxabaleta, Mutriku, Soraluze-Plasencia, Urnieta, Usúrbil, Urretxu y Zumaia). A pesar de ello la proporción de población urbana no crece excesivamente, situándose en el 85% del total. En la siguiente década se alcanzarán los 31 municipios de más de 5.000 habitantes con la incorporación de Lazkao, Lezo y Villabona consiguiéndose el máximo de población urbana al agrupar al 91 %. Como se ha mencionado anteriormente en la siguiente década dicha proporción desciende algo (89% en 1991 ). Aunque en números absolutos no hay variaciones durante este periodo sí que se han producido altas (se incorporan Deba y Lasarte) y bajas (desaparecen del grupo Soraluze-Placencia y Urnieta).

Respecto a la localización de los asentamientos y consiguiente estructura territorial ésta se produce en la zona costera y en el fondo de los valles transversales (Urumea, Oria, Urola y Deba), siguiendo las principales vías de comunicación. Partiendo a comienzos de siglo de una situación en la que todavía predominaba la llamada Gipuzkoa interior (salvo Donostia e Irún el resto de poblaciones superiores a 5.000 habitaQtes eran Azkoitia, Azpeitia, Eibar, Oñati, Tolosa y Bergara) con el proceso de industrialización irán ganando peso Donostia y los municipios de su entorno (algunos vinculados a la cuenca del Oria, otros a la del Urumea y hacia el este los municipios asentados alrededor de la ría de Pasaia/Oiartzun). En el primer impulso de la industrialización del primer tercio de siglo se incorporan Rentería, Hernani y Pasaia y poco después Oiartzun. A partir de los años sesenta Andoain, Urnieta, Usúrbil, Lezo y Lasarte.

En el Bidasoa a la fronteriza Irún se le une a comienzos de siglo Hondarribia, más debido al desarrollo de su sector pesquero y turístico que a una industrialización inexistente en aquella época. Siguiendo el eje costero y salvando el entorno de Donostia-San Sebastián ya mencionado, en 1940 se incorporan al grupo de núcleos urbanos Mutriku y Zarautz.

En el valle del Oria, a comienzos de siglo ya estaba la antigua capital, Tolosa. En el primer tercio se incorpora Beasain y ya a partir de 1960 Andoain, Ordizia (algo más tarde Lazkao que sin pertenecer al valle sí está funcional mente integrado en el eje Ordizia-Beasain), Usúrbil, Villabona y Lasarte.

El valle del Urola partía a principios de siglo con las poblaciones de Azpeitia y Azkoitia y no va a ser hasta la industrialización de los sesenta que se incorporen los municipios de Legazpia, Zumárraga, Urretxu y Zumaia.

En el Alto Deba a la Bergara de principios de siglo se le incorpora en el primer tercio de siglo Arrasate-Mondragón y ya en los años setenta Aretxabaleta. En el Bajo Deba a Eibar se le incorpora Elgoibar en la década de los treinta y más tarde en los setenta Soraluze-Placencia.

Es así que se puede decir que hay un crecimiento general de todo el territorio y de ésta manera se refleja en la tabla nº 8 que refleja la evolución de la población guipuzcoana por comarcas 1900-1991. Si bien en términos absolutos todas las comarcas han ganado en efectivos, el peso de cada una de ellas en términos relativos ha variado a lo largo del siglo. Sin poder hablar de fenómenos de macrocefalia tipo Vitoria-Gasteiz o de gran concentración como en el Gran Bilbao, el peso de la comarca de Donostialdea ha ido ganando en importancia (del 32,5% del total de la población guipuzcoana de principios de siglo al 45,8% del último censo), siendo junto a la comarca del Bajo Bidasoa (que pasa de representar el 7,3% de la población de Gipuzkoa a principios de siglo al 9,9% de 1991) las únicas que ganan en peso relativo a lo largo de este siglo.

El resto de comarcas a pesar de crecer en números absolutos descienden en peso relativo. En algunos casos no han sido pérdidas importantes (el Bajo Deba pasa de tener el 9,9% del total de Gipuzkoa al 8,8% en el año 1991 y el Alto Deba desciende del 12,2% al 9,6%, mientras que el Goierri pierde dos puntos, del 11,8% al 9,8%). En otros las pérdidas son más importantes como en el caso de Tolosaldea (de representar el 12,5% en 1900 pasa a casi la mitad, 6,6% en el último censo) y de Urola-kostaldea que de significar el 13,9% de la población guipuzcoana de principios de siglo a pasado al 9,4% del último censo de 1991.

3. ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN: LOS CAMBIOS MAS RECIENTES

En el análisis de la estructura de la población se van a señalar fundamentalmente cómo han influido las variables anteriormente analizadas en la población guipuzcoana, la evolución y los cambios que han propiciado. Para ello se analizarán los grandes grupos de edad y las pirámides de edad de tres momentos que nos ayudarán a comprender mejor la reciente evolución de la población de este territorio: 1960, todavía a las puertas del boom de esta década aunque ya comienza a dejarse sentir los primeros efectos de la emigración y de la recuperación de la tasa de natalidad; 1975, donde se pueden apreciar los efectos de la fuerte expansión demográfica desde los años sesenta y que marca el punto de inflexión de la dinámica demográfica; y 1991 con los datos del último censo disponible. Este análisis irá acompañado de otro tipos de índices. Se completa así una panorámica de treinta años.

En las pirámides de edad se refleja bastante bien la historia demográfica (y por lo tanto socio-económica) de un grupo social, permitiendo también el especular sobre las tendencias futuras aunque sea a corto plazo. Como base de comentarios más específicos pero que se repiten en las tres pirámides tomaremos como referencia la de los años sesenta, comentando los cambios si es el caso en las posteriores.

3.1. El rejuvenecimiento de los años sesenta

En general se puede hablar de un proceso de rejuvenecimiento de la población guipuzcoana, proceso que empieza en la década de los años cincuenta y que queda reflejado en la pirámide de 1960, confirmándose quince años más tarde en la de 1975. En este aspecto hay que subrayar lo ya adelantado anteriormente, y es que en estos años en Gipuzkoa y en general en todos los territorios del País Vasco peninsular se produce un proceso de mayor dinamismo demográfico que llevó a un fuerte rejuvenecimiento de su población en contra de la tendencia general de la población española. Como señala Jordi Nadal , desde 1930 el conjunto de la población española está sufriendo un proceso de estancamiento y envejecimiento. Dicho proceso no se ha dado en Gipuzkoa hasta más recientemente y precisamente por tener unas condiciones socio-económicas diferentes, que apoyadas en un importante proceso de industrialización favorecieron la inmigración y la recolocación de contingentes de población en su territorio.

En principio la forma de la pirámide de edad de 1960 nos indica una población dinámica, con una base de la pirámide ancha y que se va estrechando a medida que se avanza hacia los grupos de edad más altos. Ahora bien el perfil de disminución no es regular sino que se dibujan unos entrantes y salientes que nos anuncian distintos hechos demográficos a resaltar.

El primero se produce ya en el primer grupo de edad, entre los O y 4 años. El ensanchamiento de la pirámide es claro y refleja el fuerte aumento de la tasa de natalidad que se produce en el periodo 1956/1960 (del quinquenio anterior a éste sube casi 5 puntos como queda reflejado en la tabla nº 3). Aquí ya se dejaba notar tanto una mayor fecundidad de la población autóctona como las primeras aportaciones de la población inmigrante.

Siguiendo el análisis por grupos de edad llama la atención los entrantes que se producen en los grupos 15-19 y 20-24. Una mirada a la columna que nos indica los años de nacimiento de los grupos confirma rápidamente que dicho entrante se corresponde con la bajada de la natalidad debida a la guerra civil y su posguerra. Al final no hace más que reflejar los bajos valores de la natalidad en los quinquenios de 1936/40 y 1941/45 que se reflejaban en la tabla nº 3.

El siguiente suceso demográfico se produce justamente en los grupos de edad siguientes, correspondientes a los 25-29 y 30-34 años respectivamente. Dicho suceso se corresponde con un saliente, ¿pero qué es lo que refleja? .Parece claro que las primeras oleadas de inmigración de la década de los cincuenta, especialmente importante en su segundo quinquenio. Estos grupos de edad eran los que tenían entre 20 y 30 años en el segundo quinquenio de los cincuenta y cinco años menos en el anterior. Es en esas edades jóvenes donde se concentró la mayor parte de los movimientos migratorios que se dieron en esa época en el Estado español. Con un grado menor de intensidad éste mismo análisis se puede aplicar al intervalo de edad entre 35-39 años.

A continuación y hasta el final de la pirámide se produce una reducción más gradual y constante salvo en el primer grupo de edad, el correspondiente al intervalo entre 40-44 años. Este entrante es más agudo además para el grupo de hombres (si entre 35-39 suponía el 3,8% del total de la población, entre 40-44 años baja al 2,8%) que para el de las mujeres (3,7% y 3,2% respectivamente). Aunque con el transcurso de los años el índice de masculinidad o proporción entre sexos va igualándose (al comienzo suelen nacer más hombres que mujeres para igualarse la proporción hacia los 30 años más o menos ya continuación crecer la proporción de mujeres sobre hombres interrumpidamente hasta el final fruto de una mayor mortalidad masculina) una diferencia tan acusada y repentina nos indica otro nuevo suceso demográfico.

Efectivamente se puede relacionar dicho descenso con la mortandad y el exilio provocados por la guerra civil. Las personas que tenían entre 40 y 49 años en 1960 se corresponden con los que tenían entre 15 y 25 años en aquella época. Es a estos grupos, especialmente a los hombres a los que les tocó participar más activamente en la guerra civil. Los grupos sucesivos, los comprendidos entre 50 y 59 años, también se vieron afectados por la guerra civil pero en menor medida. Hay que destacar que al grupo de entre 40-44 años (se corresponde con los nacidos entre 1915 y 1920) le afectó de manera importante otro episodio demográfico destacable como fue la mortandad infantil provocada por la epidemia de gripe del año 1918 (ver la tabla nº 2 de mortalidad infantil), lo que ayuda a pronunciar más su descenso.

A partir de aquí la pirámide sigue un descenso gradual y regular hasta el final. Al tener los hombres una mortalidad mayor (en general la esperanza de vida es más alta para las mujeres que para los hombres) es normal que se produzca un mayor estrechamiento en el lado correspondiente a los varones.

No nos vamos a extender en otro comentario tan pormenorizado para la pirámide de 1975, pues muchos de los sucesos se repiten. Se comentan por lo tanto las cuestiones que supongan un cambio respecto a la anterior. Se puede hablar de una mayor uniformidad de la pirámide de 1975 al compararla con la de 1960. Tanto los entrantes como los salientes quedan más difuminados aunque todavía se mantenga alguno. En este sentido los cambios más fundamentales son los que de nuevo ha producido la inmigración. La magnitud de este proceso se aprecia en la tabla nº 8 al observar que todos los grupos de edad de entre 0 y 34 años de 1960 ganan efectivos de población en 1975 (en esta época tienen entre 15 y 49 años) siendo de destacar especialmente los intervalos de edad que van de 0 a 24 de 1960, es decir los que tienen entre 15 y 39 años en 1915. Por ejemplo los 25.943 hombres y 24.707 mujeres de entre 0-4 años de 1960 se convierten en 28.762 hombres y 28173 mujeres en 1975. A su vez los 15.881 hombres y 17.039 mujeres de entre 20-24 años de 1960 serán 21.128 y 20.491 respectivamente en 1975.

En general puede hablarse de una pirámide que refleja una dinámica demográfica joven (conserva una base amplia que se extiende a los cuatro primeros grupos de edad) pero que comienza a dar signos de una cierta estabilización. Posteriormente, al analizar los grandes grupos de edad confirmaremos este rejuvenecimiento.

Entre 1960 y 1975 se producen dos hechos demográficos destacables, aunque la ya mencionada inmigración está en la base de los dos. El primero sería el "baby boom" de los años sesenta que ya se anunciaba o intuía en la anterior pirámide de 1960, y que queda suficientemente reflejado en el ensanchamiento de los grupos de edad de entre 5-9 y 10-14 años. La inercia demográfica haría que todavía en el primer quinquenio de los años setenta fuese claramente expansivo desde el punto de vista de la natalidad, como se refleja en la importancia del grupo base de la pirámide de entre 0-4 años.

Por otra parte se puede apreciar cómo los entrantes y salientes de la pirámide de 1960 no se repiten 15 años más tarde, o por lo menos no lo hacen de una manera tan acusada. Así, los entrantes de los grupos de edad de entre 15 y 25 años de la pirámide de 1960 no se repiten con tanta claridad en sus intervalos correspondientes de 1975 (entre 30 y 39 años) debido a los importantes aportes que la inmigración realizó en dichos años. Precisamente el nuevo resalte que se produce en el intervalo entre 25-29 años (y que en 1960 no se producía en el grupo correspondiente de 10-14 años) se debe también a la inmigración más reciente.

Esta sería por lo tanto la novedad más importante de la pirámide de 1975, el reflejo de la importante inmigración que se produjo entre 1960 y 1975. No hay que olvidar que del total de crecimiento de la población guipuzcoana en la década de los sesenta un 42% se debió a la inmigración, y que todavía en el primer quinquenio de la siguiente Gipuzkoa ofrece un saldo migratorio positivo. La manifestación más evidente de este proceso es el crecimiento de la natalidad que se refleja en los grupos de edad de la base de la pirámide y en su consiguiente rejuvenecimiento. Otra manifestación, ésta a veces no tan evidente, son las aportaciones a los diferentes grupos de edad. Dichas aportaciones sirven para que queden disimulados algunos hechos demográficos anteriores que habían supuesto pérdidas de efectivos en diferentes grupos de población. En otros casos contribuyen a hacer crecer los efectivos de cada grupo.

3.2 El estancamiento actual

Si bien las dos pirámides anteriores puede decirse que son de un corte parecido, de tipo expansivo, el perfil de la pirámide de 1991 tiene una forma claramente regresiva, recogiendo perfectamente los sucesos demográficos va señalados al analizar las tasas vitales y los cambios en los saldos migratorios. El punto de inflexión referente queda situado en el año 1975.

Estos sucesos se reflejan fundamentalmente en los dos extremos de la pirámide. El estrechamiento por su base, una mayor proporción de personas mayores de 65 años, y el abombamiento de los grupos centrales (aunque muchos en realidad pierdan población) le hacen tomar ese perfil de tipo regresivo.

Por un lado se produce una constante disminución de los grupos de edad más jóvenes, entre O y 14 años, lo que lleva a que se produzca un fuerte estrechamiento en su base. Aquí queda de nuevo reflejado la intensidad tan fuerte con que se produce el descenso de la fecundidad.

Este descenso entre los grupos más jóvenes se ve contrastado por el fuerte aumento en los grupos de personas mayores de 65 años, aumento que supone un crecimiento importante en todos los intervalos de edad. Al analizar los grandes grupos de edad quedará mayor constancia de ello, por ahora sólo resaltar el que este aumento se refleja en un ensanchamiento de la pirámide en su cabecera.

Pero sin que estos análisis dejen de ser ciertos, la comparación en formas o porcentajes pueden encubrir aspectos importantes. Estos quedan al descubierto al comparar más detalladamente en términos absolutos las ganancias o pérdidas de cada grupo (en este caso más de lo segundo que de lo primero) respecto a 1975, como se puede hacer en la tabla nº 8. Aquí queda reflejada la importancia de la emigración, particularmente importante en los grupos de edad de entre 15-19 y 30-34 años de 1991. Así de los 34.785 hombres y 31.175 mujeres que en 1975 tenían entre 0 y 4 años, dieciséis años más tarde sólo quedan 30.431 hombres y 28.509 mujeres respectivamente en el intervalo correspondiente de 15-19 años. Es decir que en estos quince años ese grupo de edad ha perdido algo más de 7.000 de sus efectivos. Cuando se habla de descenso de la natalidad habría que recordar que los grupos que en 1975 tenían entre 10 y 24 años (es decir los que en 1991 se sitúan entre 25 y 39 años, los grupos más dinámicos respecto a la natalidad) han visto disminuir sus efectivos en 23.231 personas.

Las pérdidas en estos grupos de edad pueden explicarse por dos motivos. De un lado la emigración de gente joven debida a la búsqueda de empleo. Por otro los que en el transcurso de estos 16 años han desaparecido de sus grupos correspondientes al ser hijos/as de personas que o bien en búsqueda de empleo al quedarse en paro o bien por el ya comentado movimiento de retorno, deciden volver a sus lugares de origen (en este caso los padres emigrantes correspondientes a grupos de edad mayores tienen el doble efecto de arrastrar con ellos también a sus hijos, cómo lo tuvieron en los sesenta al traerlos).

Tomando como referencia los grupos de edad de 1975 (para compararlos con los de 1991 hay que sumarles quince años) en los grupos situados entre 25 y 49 años se producen pérdidas pero oscilando entre 5.000 y 6.000 personas.

A partir del grupo 50-54 y hasta los 60-64 años de 1975 las pérdidas vuelven a ser importantes: el primer grupo citado pierde 7.605 personas, el de los 55-59, 7.646 personas y el de 60-648.412. Aunque hay que señalar que en estos grupos empieza a dejarse sentir el efecto de la mortalidad, ésta de por sí sola no podría explicar los importantes descensos que se producen en dichos intervalos de edad. Se confirma en parte la anterior idea de lo que ha supuesto el proceso de reconversión industrial respecto al fenómeno de la emigración de retorno pues son estos grupos (Ios que en 1991 ya superan los 65 años) los que han vivido el proceso de jubilaciones anticipadas, incentivos para una jubilación anterior, etc.

Tabla nº 10: Población de Gipuzkoa por grandes grupos de edad.

AÑOS 1960 1975 1991
Grupos edad POBLAC. % POBLAC. % POBLAC. %
0-14 134847 28.3 192896 28.4 114336 16.9
15-64 308810 64,8 430740 63.4 476163 70,3
+ 65 32578 6.8 56114 8.2 85989 12.8
TOTAL 476235 100 679750 100 676488 100

Fuente: Censo de población y vivienda 1960 (INE), Censo de población y vivienda 1991 (EUSTAT), Series demográficas homogéneas 1970-1986 (EUSTAT).

Esto también se confirma si analizamos la evolución de los grandes grupos de edad, que quedan reflejados en la tabla nº 10. La delimitación de dichos grupos tiene una inspiración fundamentalmente económica: jóvenes (individuos sin cumplir los 15 años), adultos (entre 15 y 64 años) y viejos (los que han sobrepasado los 65 años). Aunque la propia tendencia de los últimos años (ampliación de la enseñanza obligatoria, retraso en la incorporación al mundo laboral, alargamiento voluntario del periodo de estudios, etc.) está llevando a la reconsideración de estos agrupamientos (fundamentalmente del grupo de los jóvenes que en muchas estadísticas empiezan a ser considerados entre O y 19 años) se ha preferido mantener la división tradicional ya que todavía es mayoritaria en la mayoría de estudios y estadísticas, favoreciéndose así las posibles comparaciones.

Si en 1960 se contaba con una población joven que suponía el 28,3% del total, esta proporción todavía se mantiene quince años más tarde situándose en el 28,4% (de cada 100 personas 28,4 son jóvenes). Recordar que aunque los porcentajes se mantengan parecidos, las cifras en números absolutos reflejan un aumento importante. El proceso de descenso de la fecundidad y de la emigración juvenil descritos anteriormente queda reflejado en el transcurso de los siguientes dieciséis años: la población joven desciende en 11 ,5 puntos pasando a suponer el 16,9% del total. A pesar del descenso y de que las tendencias no anuncian un cambio importante en los próximos años señalar que sigue siendo un porcentaje importante. Aun y todo empiezan a ser unos porcentajes más bajos tanto a nivel de la Comunidad (17, 1%), como de España (19,0%) y de la Europa de los doce (18, 1%). Entre los países de nuestro entorno hay situaciones diferentes, estando más cerca de Italia (16, 7%), Suiza (16,6%) o Alemania (16, 1 %) que de Suecia o Bélgica (18,2%), de Gran Bretaña o Finlandia (19, 1%), de Francia (20, 1%) o de Irlanda (26,7%). Japón tiene un porcentaje de gente joven del 18,5% mientras que en Canadá supone el 20,9% y en USA el 21,7%.

El grupo de adultos también parece que se mantiene en porcentajes parecidos entre 1960 (64,8%) y 1975 (63,4%), pero esa pequeña diferencia porcentual no refleja el aumento de alrededor de 121.930 personas que se produce en esos 15 años. El progresivo envejecimiento comienza a notarse ya en este grupo en 1991 pues ya supone el 70,3% del total de población. Ahora nos situamos en la media de la propia Comunidad (70,5%) pero algo más maduros que la media europea de los doce (67,4%).

El porcentaje de personas de mayores de 65 años es conocido también como índice de envejecimiento. Entre 1960 y 1975 crece en números absolutos como en porcentaje pasando de suponer el 6,8% al 8,2% respectivamente. Un análisis más

profundo se hará algo más tarde al observar otros indicadores. A nivel cuantitativo (tanto en porcentaje como los números absolutos) en índice de envejecimiento es sensiblemente mayor para 1991, pasando a suponer el 12,8% de la población. La media es parecida a la de España, algo más alta que la vasca (12,4%) e inferior a la de la Comunidad Europea (14,5%). Siguiendo los ejemplos anteriores Italia (14,7%), Suiza (15,0%) o Alemania (14,9%) son todavía más viejos, lo mismo que Suecia (17,7%), Bélgica (15, 10¡0), Gran Bretaña (15, 7%), Francia (14,2%) mientras que Finlandia ofrece cifras similares (13,5%) e Irlanda tiene un porcentaje menor (11,5%). Tanto Japón (11, 7%) como Canadá (11,50¡0) y USA (12,4%) ofrecen también porcentajes algo menores.

Tabla nº 11: Población de Gipuzkoa por grupos de edad: 1960, 1975 y 1991.

AÑOS 1960  1975  1991
Interv. Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres
0-4 25.943 24.707 34.785 31.175 14.224 13.456
5-9 21.521 21.008 32.908 30.747 18437 17.334
10-14 21.662 20.006 32.802 30.479 26.099 24.786
15-19 17.744 18.549 28.672 28.173 30.431 28.509
20-24 15.881 17.039 25.512 25.739 29.353 27.729
25-29 21.375 21.303 27.833 26.475 28.127 27.360
30-34 20.827 20.404 24.214 23.359 26.320 25.857
35-39 18.218 17.714 21.128 20.491 23.938 23.544
40-44 13.215 15.103 23.601 22.439 24.487 23.646
45-49 12.651 14.311 21.388 21.413 21.224 21.256
50-54 12.048 13.247 18.579 18.759 18.266 18.111
55-59 .9.930 11.280 13.719 15.116 20.213 20.536
60-64 7.714 9.492 11.151 14.029 17.436 18.861
65-69 5.466 7.441 9.377 12.726 13.604 16.129
70-74 3.772 5.720 6.830 9.568 8.524 12.665
75-79 2.460 3.506 3.648 6.008 6.067 10.701
+80 1378 2835 2.551 5.406 5.600 12.699
TOTAL 232.241 243.994 337.526 342.223 332.852 343.636

Fuente: Censo de población y vivienda 1960 (INE), Censo de población y vivienda 1991 (EUSTAT), Series demográficas homogéneas 1970-1986 (EUSTAT).

Tabla nº 12: Indicadores de estructura de la población.

Indices/Años 1960 1975 1991
Indicejuventud 431,9 343,7 133,0
Indicevejez 24,2 29,1 75,2
Indicelongevidad 31,2 31,4 45,1
Indicedependencia 54,2 57,8 42,1

Fuente: Censo de población y vivienda 1960 (INE), Censo de población y vivienda 1991 (EUSTAT), Series demográficas homogéneas 1970-1986 (EUSTAT).

Hoy en día y sobre todo de cara a la planificación de servicios educativos y sociales se calculan nuevos indicadores de la estructura de la población como los de la tabla nº 12. Todos vienen a confirmar con otras cifras los análisis anteriores. Así el índice de juventud nos indica que si en 1960 por cada 100 ancianos había 413,9 jóvenes en 1991 se reducía dicho índice a 133. Merece comentario especial el índice de longevidad (proporción de personas mayores de 75 años respecto al total de ancianos de más de 65 años de edad) pues permite hacer un análisis cualitativo más profundo. Así si en 1960 por cada 100 ancianos 31 ,2 eran mayores de 75 años, manteniéndose en cifras muy similares (31,4) en el año 1975. Esto nos indica que Gipuzkoa no estaba inmersa en el proceso de envejecimiento general del Estado señalado anteriormente fruto de una menor mortalidad y del aumento de la esperanza de vida que para 1975 se situaba en 69,9 años para los hombres y 76,4 para las mujeres. En 1990 la esperanza de vida sigue por encima de la media española y europea aumentando a 72,8 para los hombres y 81 ,5 para las mujeres. Esto se refleja en el índice de longevidad de 1991 que nos indica que la proporción ha subido a 45, 1 personas mayores de 75 años por cada 100 del grupo de ancianos. Evidentemente esto tiene sus repercusiones a la hora de planificar y asignar recursos sociales a este grupo de edad pues con la edad a medida que decrece la autonomía personal aumentan las necesidades sanitarias y asistenciales.

Otro índice contemplado en la tabla nº 12 es la tasa o índice de dependencia que tiene un significado más económico al relacionar el grupo de población potencialmente activa (personas entre 15 y 64 años) con los grupos de personas dependientes económicamente (jóvenes y mayores de 65 años). Si en 1960 había 54,2 personas dependientes por 100 potencialmente activas, en 1975 la tasa aumenta a 57 ,8 fruto del rejuvenecimiento de la población para bajar en 1991 a 42,1 pues el aumento de ancianos se ha visto compensado por la disminución de jóvenes. Esta tasa es necesario analizarla con cuidado pues no es lo mismo que la dependencia se deba a una proporción mayor de jóvenes o de ancianos, aunque la cifra global sea la misma.

Es evidente por lo tanto el proceso de envejecimiento que a lo largo del siglo ha sufrido y está sufriendo la población guipuzcoana. Pero sin querer quitarle importancia a dicho proceso es necesario subrayar que en alguna medida es un proceso general en el ámbito de los llamados países occidentales, que parece que nos conduce a un tipo de sociedades más maduras.

4. LA POBLACIÓN GUIPUZCOANA Y SU ACTIVIDAD ECONÓMICA

4.1. La relación de la población con la actividad económica

En este punto y siguiendo fundamentalmente las tablas nº 13 y 14 se analizan las tasas de actividad y en su caso de paro. El crecimiento cercano a las 200.000 personas en la población entre 1960 y 1991 supuso también un importante incremento de la población activa, es decir la que estando en edad de trabajar puede potencialmente hacerlo (estos conceptos así como otros ligados a la actividad económica -paro, persona ocupada, etc. suelen variar con el tiempo y las situaciones económicas). Si para 1975 (ver tabla nº 13) casi con el mismo incremento en la población total, la población activa pasa de 184.851 a 236.135 (+51.284) en 1991 con 285.9~4 activos la diferencia respecto a 1960 era de 101.113 personas activas más. Dicho de otra manera, el territorio que en 1975 era capaz de ofrecer casi pleno empleo a su población (el paro inexistente en 1960 -ni se contabilizaba en aquel tiempo en el que el franquismo casi prohibía su existencia- sólo suponía el 2,1% de la población activa en 1975) tenía que ofrecer dieciséis años más tarde unos 50.000 puestos de trabajo más para no tener una tasa de paro alta (en estas cifras está influyendo la estructura por edades de la población). Evidentemente las sucesivas crisis económicas no ayudaron a ello.

Tabla nº 13: Población en relación con la actividad económica, según el sexo (1960-1991 ).

  1960 1975 1991
- Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres
Total 476.235 232.241 243.994 679.750 337.526 342.223 676.488 332.852 343.636
Activos 184.851 145.409 39.442 236.135 183.776 52.358 285.964 186.000 99.964
Ocupados - - - 231.231 180.558 50.672 234.989 160.613 74.376
Parados - - - 4.903 3.217 1685 50.975 28.535 25.588
Inactivos 291.384 85.503 203.600 439.672 149.807 289.865 388.004 144.332 243.672
Apar1e - - - 3.942 3.942 - 2.520 2.520 -

Fuente: Censo de población y vivienda 1960 (INE); Series demográficas homogéneas 1970-1986 (EUSTAT) y Censo de población y viviendas 1991. Población activa.(EUSTAT).

Fruto de la progresiva incorporación de la mujer al trabajo y de la evolución de la estructura por edades la tasa de actividad ha tenido una evolución irregular. Así si de 1960 (38,8 % de la población activa) a 1975 (34, 7 %) pierde 4 puntos, para 1991 se recupera, alcanzando una tasa del 42,3 %. En estos cambios es fundamental el ya comentado aumento de la actividad femenina ya sea en cifras absolutas como en porcentajes: las 39.442 mujeres que se declaraban como activas en 1960 suponían el 16,2% mientras que las 52.358 de 1975 eran el 15,3%. El salto importante se da en el tramo siguiente pues a pesar de la crisis (en tiempos de crisis parece que la mujer tiende retirarse del mercado de trabajo tanto porque el tipo de actividad laboral que desarrolla sea más sensible a la crisis como porque realmente descienden sus posibilidades de trabajo) en 1991 incrementan la población activa en 47.606 personas (se sitúan ya prácticamente en 100.000 activas) siendo su tasa de actividad del 29, 1 %. Por contra los varones tienen una evolución diferente, tendente a perder peso: en 1960 con 145.409 activos suponen una tasa de actividad del 62,6% y aunque en 1975 han aumentado sus efectivos a 183.776 su tasa baja a 54,4%. Entre este último año y 1991 apenas ganan activos, situándose su tasa en el 55,9%.

La tasa de actividad es prácticamente la de la CAPV o de Francia {43%), algo más alta que la española {39%) y que países como Italia {42%) o Bélgica {41%) y muy parecida a la media de la Europa de los doce o de Luxemburgo {44%). Por contra está bastante alejada de países como Alemania {47%), Gran Bretaña, Portugal o Noruega {49%), y sobre todo de Estados Unidos, Finlandia, Canadá, Japón, Suiza o Dinamarca que llegan o incluso superan el 50% de tasa de actividad.

Respecto al paro del territorio guipuzcoano (ver también tablas 13 y 14) ya se ha comentado que en 1960 todavía no se registraba. La evolución es clara, pasándose de una tasa global muy baja, del 2,1% en 1975 a una del 17,8% según el censo de 1991. De los 4.903 parados de 1975 sólo el 20,9% se integran dentro de los que buscan el primer empleo, siendo el resto personas que ya habían trabajado. Para 1991 tanto unos como otros han hecho crecer la cifra del paro registrándose 50.975 parados, pero ahora los 21.237 nuevos parados en busca del primer empleo suponen ya el 41, 7% del total mientras que los 29.738 restantes han trabajado en alguna ocasión. Señalar también el distinto comportamiento del sector femenino de la población (29,1% de tasa de paro) respecto al masculino que tiene en 1991 el 13,6%. Tanto el problema del paro general como el llamado paro juvenil se vuelve a presentar con toda su crudeza, ayudándonos a comprender algunas de las razones de los cambios demográficos comentados en anteriores apartados.

Tabla nº 14: Tasas de actividad y paro según el sexo (1960-1991).

  1960  1975 1991
- Total H M Total H M Total H M
T. actv. 38.8 62.6 16.2 34.7 54,4 15,3 42.3 55,9 29,1
T. paro - - - 2.1 1,8 3,2 17.8 13,6 25.6

Fuente: Censo de población y vivienda 1960 (INE); Series demográficas homogéneas 1970-1986 (EUSTAT) y Censo de población y viviendas 1991. Población activa .(EUSTAT).

Comparativamente la tasa de paro guipuzcoano es casi igual a la de la CAPV (17,3%) pero un punto y medio superior a la de España (16,3%) y ostensiblemente más alta que la de la Comunidad Europea que se sitúa en 1991 en el 8, 7%. Si respecto a la tasa de actividad Gipuzkoa se movía en parámetros más o menos iguales al resto de países, no se puede decir lo mismo con la tasa de paro. A excepción de Irlanda y Turquía que tienen alrededor del 16,3% el resto de países del entorno europeo bajan del 10% de paro que tiene Italia. Otros más lejanos tienen unas tasas difícilmente alcanzables a corto o medio plazo como es el caso de Estados Unidos (6,6%) o Japón (2, 1%).

4.2. De una sociedad industrial a otra de servicios

En este apartado se analizará más detenidamente la relación de la población ocupada con los diferentes sectores económicos (tabla nº 15) y concretando algo más con las distintas ramas de actividad (tabla nº 16).

Tabla nº 15: Poblac. de 16 y más años ocupada por sectores económicos.

Años 1960  1975 1991
- Miles % Miles % Miles %
Primario 25.931 14.0 13.025 5,6 7.329 3.2
Construc. 12.532 6,8 19.255 8.3 17.057 7,3
Secund. 87.027 47.1 114.985 49.7 90.864 38,7
Terciario 54.532 29.5 81.149 35.1 119.739 50.8
Noespec. 4.829 2.6 2.812 1.3  
Total 184.851 100 231.231 100 234.989 100

Fuente: Censo de población y vivienda 1960 (INE); Series demográficas homogéneas 1970-1986 (EUSTAT) y Censo de población y viviendas 1991. Población activa.(EUSTAT).

Respecto al primer apartado, la población ocupada por grandes sectores, habría una lectura muy diferente si se suprime la columna correspondiente al año 1975. El introducirla permite apreciar mejor los cambios producidos en estos 30 años. Las cifras de 1960 se corresponden con el inicio del desarrollo industrial de los años sesenta. Todavía había un sector primario importante que con 25.931 trabajadores suponía el 14% de la población ocupada. La construcción (uno de los sectores más dinámicos en los momentos de crecimiento) todavía suponía el 6,8% de la población ocupada con sus 12.532 personas. La importancia del sector secundario ya era manifiesta pues sus 87.027 trabajadores suponían casi la mitad del empleo total guipuzcoano, el 47,1%. El sector terciario también tenía su peso y las 54.532 personas que ocupaba suponían el 29,5%. Todos estos sectores junto a las 4.829 personas que quedaban sin especificar bien su trabajo ocupaban a 184.851 personas en el territorio guipuzcoano en 1960.

De la evolución en loS siguientes 15 años los más sobresaliente es resaltar que todos los sectores económicos salvo el primario crecieron en la creación de empleo, siguiendo la tendencia general de loS países industrializados aunque con ciertas especificidades. La reducción del sector primario es muy importante (-12.906), casi de la mitad de sus efectivos ocupando a 13.025 personas en 1975 lo que supone el 5,6% del total de ocupados. La construcción por el contrario presenta un saldo positivo de +6.723 personas con lo que llega a emplear a 19.255 trabajadores (8,3% del total). El crecimiento mayor en números absolutos lo obtiene el sector secundario que con sus 27.958 nuevos trabajadores emplea en 1975 a 114.985 personas, lo que representa

casi la mitad de la población ocupada (49, 7%). Por fin, el sector servicios también tiene un crecimiento significativo, de +26.617 que suponen el 35, 1% del total de ocupados. Subrayar que el crecimiento tan fuerte del sector industrial no fue compensado con un crecimiento similar en el sector servicios (aunque realmente lo hubiese) 10 que más tarde será un handicap en la evolución de la economía guipuzcoana. Si a estas cifras les añadimos los ahora menos numerosos "no especificados" en 1975 Gipuzkoa ofrecía 46.380 nuevos puestos de trabajo lo que significaba un total de 231.231 ocupados.

Ya ha quedado suficientemente resaltado que del tramo 1975-1991 lo más significativo es la aparición de un fuerte paro estructural. El sector primario sigue siendo incapaz de generar empleo (las políticas agrarias y pesqueras marcadas por Europa desde el ingreso en la Comunidad no parecen que lo vayan a favorecer), es más, sigue descendiendo tanto en números absolutos (con -5.696 trabajadores se quedan en 7.329 trabajadores) como en porcentajes al suponer sólo el 3,2% de la población ocupada. En este periodo la construcción también pierde efectivos (-2198) situándose en 17.057 personas y representar el 7,3% de los ocupados. El impacto de la crisis vivida en estos años se hace mucho más evidente en el sector secundario: fruto del declive y reconversión de los llamados "sectores maduros" así como de la evolución de la economía internacional se pierden en dicho sector -24.121 puestos de trabajo (en 1991 la industria ocupaba por lo tanto a 90.864 trabajadores) y bajaba ostensiblemente su peso porcentual, suponiendo el 38, 7% del total ocupado. El cambio en la estructura del empleo se hace evidente al ver que teniendo casi 4.000 trabajadores más que en 1960 ahora sólo suponen el 38, 7% de los ocupados. Y es que el sector terciario, con un crecimiento de +38.590 trabajadores suma ya 119.739 trabajadores que significan el 50,8% del empleo total de Gipuzkoa. Aquí queda de manifiesto nuevamente la importancia de la evolución de la estructura por edades de la población y de la incorporación de la mujer al mundo laboral que han hecho que se produzca un importante aumento de nuevas personas insertadas en el mercado de trabajo. Porque a niveles globales las pérdidas que se producen en los tres primeros sectores son compensadas por la creación de puestos de trabajo en el sector terciario (Gipuzkoa tiene una población ocupada de 234.989 personas en 1991, es decir 6.575 personas más que en 1975), pero su población activa ha aumentado en prácticamente 50.000 personas quedando fijada en 285.964.

La comparación de la estructura de empleo por grandes sectores hace constatar algunas diferencias, con la salvedad de que en el siguiente análisis la construcción queda incluida en el sector secundario. Así la estructura de la población ocupada de Gipuzkoa es bastante parecida a la de la CAPV (3,2%/2,9%, 46%/43,6% y 50,8%/53,5% respectivamente} y algo diferente a la española con un sector primario que supone el 10% del total, un secundario que emplea alrededor del 32% de los ocupados y un sector terciario que significa un 58% del total. La media de la Europa de los doce comienza a ser diferente con cerca del 60% de la población ocupada en el sector terciario, un 34% en el sector secundario y un 6% en el primario. Salvo Grecia y Portugal (con cerca de un 50% de la población ocupada en el sector terciario} el resto de países superan (a veces ampliamente como Bélgica, Dinamarca, Francia, Luxemburgo, Holanda, Gran Bretaña, etc. otras se quedan a las puertas como Alemania, Austria o Irlanda} el 60% de la población empleada en el sector terciario. El sector primario salvo en los casos de Grecia, Portugal, Irlanda no supera el1 0% mientras que el sector secundario comienza a perder peso y en muchos países como Bélgica, Dinamarca, Holanda, Gran Bretaña, Noruega, etc. no llega a ocupar el 30% de la población activa. En el resto ronda el 30% del total o supera el 35% como en Alemania o Austria.

El análisis por ramas de actividad permite una mayor concreción que el más general por grandes sectores, y es lo que se refleja en la tabla nº 16. El sector primario no queda muy desagregado aunque siguiendo la clasificación detallada de 1991 se puede apreciar la bajada de efectivos dentro de los empleados en la producción agrícola principalmente, y en la pesca.

Fuente: Censo de población y vivienda 1960 (INE); Series demográficas homogéneas 1970-1986 (EUSTAT) y Censo de población y viviendas 1991. Población activa.(EUSTAT).

* Para 1975 y 1991 se recogen los datos según la Clasificación Nacional de Actividades Económicas vigente desde 1974. En 1960 no se contemplaban las mismas ramas por lo que el dígito 4 queda incluído en el nº 3 y el 8 en el nº 7 debiéndose hacer la comparación más cuidadosamente.

El sector secundario sí que queda más ampliamente desagregado viéndose que entre 1975 y 1991 el grupo 2 correspondiente a la extracción de minerales no energéticos y productos derivados más la industria química pierde más del 50% de su empleo, 11.691 trabajadores. Dentro de esta rama de actividad no todos los subsectores han tenido igual comportamiento, y así, mientras en la transformación de metales ha habido una importante pérdida de empleo, la industria química ha sido capaz de crear empleo. Esto es lo que les ha supuesto pasar de emplear al 9,5% de la población en 1975 a emplear el 4,4% en 1991. El grupo 1 correspondiente a la energía y el agua tiene un comportamiento favorable aunque en números absolutos no compense otras pérdidas.

El grupo 3, industria transformadora de los metales y mecánica de precisión, parece haber tenido una evolución al menos no tan desfavorable habiendo sufrido unas pérdidas de alrededor de 3000 empleos entre 1975 y 1991. La realidad ha sido más compleja, pues esta rama de la actividad llegó a agrupar 65.230 trabajadores según el censo de 1981. Estas pérdidas se dan principalmente en el subsector de productos metálicos y en menor medida en el resto de subsectores, siendo el de material electrónico el único que gana empleo de una manera clara. A pesar de ello sigue siendo la rama más importante de todas suponiendo el 22,5% del empleo total de Gipuzkoa con sus 52.835 trabajadores. Dentro de ella destaca, a pesar de las pérdidas, el subsector de los productos metálicos que con sus 25.352 empleados supone más de la mitad del empleo de dicha rama y el subsector más importante del territorio guipuzcoano.

En la siguiente rama de actividad la evolución negativa respecto al empleo también queda clara. Efectivamente el grupo 4 (otras industrias manufactureras que agrupa fundamentalmente a la alimentación, textil, cuero y calzado, artes gráficas, etc.) pierde algo más de 10.000 empleos entre 1975 y 1991. Aunque algún subsector ha mantenido una evolución positiva (alimentación, bebida y tabaco) y otros (textil, cuero, calzado) han tenido pequeñas pérdidas, la evolución negativa del resto de subsectores (madera y corcho, papel y artes gráficas, caucho y plásticos) han marcado la evolución general, que le ha llevado de representar el 15,5% de la población ocupada en 1975 al 10,9% en el último censo.

La construcción ha tenido también una evolución negativa perdiendo entre 1975 y 1991 más de 2.000 empleos. Aunque sin otra referencia parece una evolución no muy negativa, en realidad este sector sufrió una fuerte crisis que le hizo perder cerca de 8.000 puestos de trabajo entre 1975 y 1981 cuando daba trabajo a 11.112 personas. El gran impulso en la construcción de infraestructuras y equipamientos por parte de la administración autonómica en todos sus niveles ha permitido una notable recuperación del sector para el año 1991, recuperando del apenas 5% de ocupación en 1981 al 7,3%.

Con una evolución claramente positiva se reflejan todas las ramas de actividad relacionadas con los servicios. Importante ha sido la aportación del grupo 6 (comercio, restaurantes, hostelería y reparaciones), que ha generado algo más de 6.000 puestos de trabajo. No todos los subsectores han tenido un comportamiento igual, y así, mientras el comercio al por menor y los restaurantes y cafés han tenido un alza considerable y en menor medida también el comercio al por mayor, el resto de subsectores especialmente las reparaciones han tenido una evolución negativa. La rama de transportes y comunicaciones, grupo 7 ha tenido un comportamiento positivo (entre 1975 y 1981 había perdido alrededor de 1.000 puestos de trabajo, lo que significa que desde ese año hasta 1991 recupera más de 2.000), empleando a 14.474 personas según el último censo, el 6,2% de la población ocupada. En ella los subsectores más dinámicos han sido otros transportes terrestres y comunicaciones.

El epígrafe 8 es el referido a instituciones financieras, seguros, servicios a empresas y alquileres, que en general han tenido también una evolución positiva, pasando de representar el 3,4% de la población ocupada en 1975 al 5,7% en 1991 con sus 13.361 personas ocupadas. Dentro del grupo los subsectores más dinámicos han sido el de servicios a empresas, ya mayor distancia los seguros e instituciones financieras.

Por fin analizaremos la evolución del último epígrafe, el número 9, que bajo el nombre genérico de otros servicios agrupa por un lado los servicios del sector público (administración, educación, sanidad, saneamiento) y otros de carácter mixto o privado (asistencia social, servicios recreativos, personales, domésticos, etc.). Es la rama de actividad que ha tenido un mejor comportamiento respecto a la creación de empleo. Si al principio lo hizo tímidamente (entre 1975 y 1981 generó 5.000 nuevos puestos de trabajo) entre 1981 y 1991 su crecimiento ha sido muy importante, creando otros 25.000 nuevos puestos. Esto ha hecho que pase de representar el 11,8% del empleo en 1975 a llegar al 22,5% igualando así a la rama de industria transformadora de metales respecto a la población ocupada. Aunque las ganancias se apoyan en todos los subsectores el crecimiento tan espectacular (que ha ayudado a paliar los efectos de la pérdida de empleo en otros sectores) se debe fundamentalmente al crecimiento de los subsectores ligados a los servicios públicos citados en primer lugar. La consolidación y desarrollo del Estado del Bienestar, la cobertura de algunos déficits tradicionales tanto de la Comunidad Autónoma como de Gipuzkoa (por ejemplo en educación el desarrollo de la UPV/EHU) y el desarrollo del Estatuto de Autonomía y por lo tanto de su administración han favorecido que sean estos sectores los más dinámicos. Así entre los cuatro primeros subsectores llegan a crear 17.000 nuevos puestos de trabajo de los 25.000 correspondientes al periodo 1975-1991.

 

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