Lurralde inves. esp.

21 (1998)

p. 11-21

ISSN 1697-3070

 

 

LA BIODIVERSIDAD A DEBATE*

 

Recibido: 1997-06-05

 

Jose Manuel RUBIO RECIO

Catedrático de Geografía Física Universidad de Sevilla

 

RESUMEN

La pérdida de Biodiversidad, en todos sus niveles –hábitats, comunidades, poblaciones, especies y patrimonios genéticos– se consideró el inicio, de desenvolvimiento rápido, de una crisis de consecuencias imprevisibles, pero indudablemente catastróficas, aunque las predicciones puedan considerarse solo como hipotéticas. Un gran conjunto de científicos de las ciencias de la vida abogan por su verosimilitud.

 

 

* Para 1994 un comité de geógrafos argentinos propuso la celebración de un Congreso Hispano-argentino, a base de talleres y mesas de trabajo, al que yo aportaría un panel sobre Biodiversidad. E1 evento se retrasó y se frustró. Y como creo que el tema sigue teniendo actualidad, amén de que se habla poco de él, con una breve presentación y comentario, expongo dicho panel

 

“La pérdida de Biodiversidad constituye hoy día el proceso principal de cambio ambiental. Y con el agravante de que es el único proceso irreversible”. (E. O

Wilson 1989.) Aunque el análisis de la Biodiversidad era algo que se hacía desde décadas, en ningún caso se le asignó trascendencia con el rango que hoy tiene. Simplemente era un carácter de los ecosistemas, que se ponía en relación con la estabilidad de los mismos, (Margalef, R. 1980.); o con su mayor captación de energía, (Odum, H. T. y Odum, E. C. 1981.); o ligando ambas cuestiones, (Odum, E. P. 1975.); o con la productividad, (Krebs,Ch. J. 1985.); o se analizaba su variación por razones latitudinales, altitudinales o de diversidad de nichos, formulando hipótesis sobre su génesis, (Pianka, F. R. 1982.)

Se mantuvo durante años el principio biocenótico de Thieneman, que dice: cuando las condiciones de medio son favorables se encuentran muchas especies y cada una de ellas está representada por un pequeño número de individuos. Cuando las condiciones son desfavorables, no se encuentran más que unas pocas especies, pero cada una de ellas está representada por una enorme cantidad de individuos. En este caso el índice de diversidad es pequeño, mientras que en el primero es grande

Hoy podemos matizar más a partir de la Teoría de la Biodiversidad de la Energía-Estabilidad-Area, que en síntesis nos dice: cuanta mas energía solar, mayor es la diversidad; cuanto más estable es el clima, mayor es la diversidad; y cuanto mayor es el área, mayor es la diversidad. (Wilson, E. O. 1994.) En cualquier caso, en la misma década en la que aparecían la mayoría de los libros antes citados, se producía un cambio cualitativo en cuanto que el ritmo acelerado de pérdida o extinción de especies, a nivel global, pero sobre todo en el intertrópico –sede reconocida de la máxima biodiversidad– se consideró un problema tan grave como el del cambio climático o la destrucción de la capa de ozono. Y de ahí su protagonismo en la Conferencia de Rio de Janeiro en 1992

La pérdida de Biodiversidad, en todos sus niveles –hábitats, comunidades, poblaciones, especies y patrimonios genéticos– se consideró el inicio, de desenvolvimiento rápido, de una crisis de consecuencias imprevisibles, pero indudablemente catastróficas, aunque las predicciones puedan considerarse solo como hipotéticas. Un gran conjunto de científicos de las ciencias de la vida abogan por su verosimilitud

Augurar males es, casi siempre, motivo de que le etiqueten a uno de catastrofista

Todos preferimos pensar que no va a pasar nada y que seguiremos siendo los reyes de la Naturaleza, capaces de salir adelante ante cualquier emergencia. Y se nos dice que la Historia de la humanidad así lo demuestra

Lo que no se analiza son los costes que han tenido nuestros éxitos y las crisis, por entonces regionales, que se produjeron. Aunque hubiera más causas, dado que no debemos simplificar, ¿Por qué se extinguieron civilizaciones como la de los Mayas o la de Mesopotamia o incluso la del Imperio Romano?. ¿Qué papel desempeñó en ellas el mal comportamiento ecológico? ¿No fue una crisis ecológica la que se combinó con otras circunstancias para que se produjera su desintegración? Véase al respecto la obra de Hughes, J. D. (1981.)

Países como China o la India, en las épocas anteriores a la generalización de la medicina moderna y la posibilidad de abastecimiento mundial de alimentos o ayudas, en caso de malas cosechas, habían llegado a su techo poblacional, en función de unos recursos, que habían sido crecientes, pero que no solo estaban también en su techo, si no que se hallaban a merced de que se produjeran años de cosecha normal, buena o muy buena o mala o muy mala, lo que ocurría con una cíclica irregularidad

De esta suerte, el ciclo malo, con diferentes intensidades, se traducía en hambrunas y las consiguientes pandemias. La dinámica de la población, en su representación gráfica, adoptaba el clásico diseño de grandes dientes de sierra, propio de cualquier especie animal herbívora, que adapta su población a la abundancia o escasez del recurso trófico

Es precisamente, si no modificamos la tendencia, a esa caída brusca de diente de sierra, a la que estamos abocados en función de nuestro crecimiento y los numerosos frentes de alteración y/o cambio, que englobamos bajo el epígrafe de crisis ambiental: destrucción de la capa de ozono, contaminación del aire y efecto invernadero, que nos avocan a un cambio climático; desertización por prácticas inadecuadas de origen antrópico; destrucción de parte de la biota por los efectos de la lluvia ácida; aceleración de los ciclos biogeoquímicos, como puede ser el del nitrógeno, por ejemplo; y pérdida acelerada del patrimonio biológico que englobamos bajo el nombre de Biodiversidad. Y todo ello para producir, entre otras cosas, mayor volumen de alimentos para una especie que crece exponencialmente. Quien no vea que tienen que existir techos, pienso que está ciego

Pero retornemos a nuestra Biodiversidad. Conviene recordar que esa palabra tiene un contenido semántico muy amplio, que se extiende desde la existencia de un diverso patrimonio genético, R un también diverso patrimonio específico o de especies

Mas lo que me interesa destacar ahora es que alguna de esas especies presentan a su vez una gran diversidad intraespecífica

Nos puede valer como ejemplo el saber que solo en la India se t han conocido 30.000 variedades de arroz. (Medina, S. 1.993.). Y finalmente ello supone la existencia de una diversidad de hábitats

Si a mayor abundamiento introducimos en este espectro a nuestra especie, aparte de los caracteres anteriores, tendríamos también que considerar la existencia de una diversidad cultural, que también está sufriendo una merma substanciosa. Las minorías étnicas, más o menos ancladas en sus pasados, son poseedoras de acerbos culturales asombrosos, mantenidos las más de las veces por simple tradición oral y generadas a lo largo de un puro empirismo milenario. Pues bien, esas minorías están siendo barridas física y sobre todo mentalmente por los fenómenos ligados a la llamada globalización. La tecnología de las comunicaciones, en su sentido mas amplio, está permitiendo la penetración a cualquier lugar del mundo lo más banal de la cultura del llamado mundo desarrollado, destruyendo toda clase de tradiciones y valores, que son los soportes espirituales de cualquier pueblo, siendo muy pocos los que tienen capacidad de reaccionar

Se me ocurre que estamos metidos en un proceso que considero imparable, a la par que difícil, cuando no, imposible de controlar. Hemos abierto una caja de Pandora como la que en fábula cinematográfica creó Walt Disney en el “sketch” de su película Fantasía, animando la música del Aprendiz de brujo de Dukas

Un importante sector del mundo científico afín a las ciencias biológicas, en consenso con otros de las ciencias de la Tierra, apuntan que el acelerado proceso de pérdida de Biodiversidad no tiene equivalente previo en la Historia de la Tierra, en cuanto  a la velocidad con la que se está produciendo. E. O. Wilson (1.989.) nos dice que el ritmo actual de extinción es del orden de 4.000 a 6.000 especies por año, lo que le hace 10.000 veces superior a la tasa natural de extinción de base que existía antes de la aparición del hombre

Y si ese ritmo lo comparamos con el de las grandes crisis como la del Pérmico –la mayor de las detectadas en el registro paleontológico– o la del Cretácico –simbolizada en la desaparición de los dinosaurios y que en realidad fueron solo una mínima parte de las especies extinguidas entonces–, resulta también que la velocidad o rapidez de la que estamos provocando es muchísimo mayor. Si aquellas, por lo que se sabe, se desarrollaron a lo largo de bastantes miles o millones de años, en la nuestra no vamos a alcanzar, si se mantiene el ritmo reseñado, ni el final del siglo XXI, ya que la destrucción directa desencadenará, al avanzar, una mucho mayor indirecta, al ir cayendo las llamadas especies clave

En función de lo antedicho se pueden suscitar muchas preguntas. Por ejemplo y en primer lugar: ¿Por qué es importante la Biodiversidad? Después y justificado este punto ¿Qué problemas nos plantea corregir la tendencia de su disminución actual? Pero, de antemano, hemos de reconocer que arrancamos para cualquier análisis sobre estos temas con un lastre importante: “el estudio de la Biodiversidad se halla todavía en mantillas” (Wilson, E. O. 1989.). Este mismo autor esplicita años después –en 1994– la situación, cuando nos dice que en el reino de la medida física, la biología evolutiva se encuentra muy por detrás del resto de las ciencias naturales. Algunos números son cruciales para nuestra comprensión ordinaria del universo. ¿Cuál es el diámetro medio de la Tierra? Es 12.742 Km. ¿Cuántas estrellas hay en la Via Lactea, una galaxia espiral ordinaria? Aproximadamente 1011, cien mil millones. ¿Cuántos genes hay en un virus pequeño? Hay 10 (en el fago IX164). ¿Cuál es la masa de un electrón? Es 9,1 x 10-28 gramos. ¿Y cuántas especies de organismos hay en la Tierra? No lo sabemos, ni siquiera al nivel del orden de magnitud más cercano. El número podría acercarse a los 10 millones o ser mucho mas alto, de hasta 100 millones

Cada año continúan apareciendo gran número de nuevas especies. Y de las que ya se han descubierto, un 99 % se conocen sólo por un nombre científico, un puñado de especímenes en un museo y unas cuantas líneas de descripción anatómica en las revistas científicas. Es un mito decir que los científicos descorchan champán cuando se descubre una nueva especie. Nuestros museos están inundados de nuevas especies

No tenemos tiempo de describir más que una pequeña fracción de las que nos llegan en abundancia cada año

Bien es verdad que la gran mayoría desconocida pertenece a los grupos inferiores, pero que no por ello dejan de ser importantísimos para la vida en la Tierra

Piénsese que sólo las especies conocidas de insectos son 750.000, lo que las sitúa en claras dominadoras. Y la inmensa diversidad combinada de insectos y plantas con flores no es ninguna casualidad. Los dos imperios están unidos por complicadas simbiosis

Los insectos consumen todas y cada una de las partes anatómicas de las plantas, mientras viven sobre ellas en cada rincón y grieta. Una gran fracción de las especies vegetales dependen de los insectos para la polinización y la reproducción. En último término, les deben su misma existencia, porque los insectos remueven el suelo alrededor de sus raíces y descomponen el tejido muerto en los nutrientes necesarios para el crecimiento continuado

“Tan importantes son los insectos y otros artrópodos terrestres que, si todos desaparecieran, probablemente la humanidad no podría durar más que unos pocos meses”. (Wilson, E. O. 1994.).  Comentábamos antes lo mucho que no sabemos. Redactando este artículo, coincidimos en la fecha en las que se celebra en Nueva York la Conferencia de Jefes de estado para revisar y poner al día los acuerdos de Rio 92, que parecen no haberse cumplido. Pues bien, la cifra de la velocidad de pérdida de la diversidad biológica que dábamos líneas atrás, en boca de E.O. Wilson, ya se ha quedado corta. En la actualidad, el ritmo reconocido de extinción de especies se eleva a 17.000 por año y el de destrucción de hábitats de selva a 125.000 Km2. por año

Es esta circunstancia la que nos debe motivar a detener el proceso destructivo que estamos causando, porque lo que sabemos, aunque sea poco, –ahora lo esbozaremos– nos permite extrapolar y juzgar o estimar lo que puede suponer la pérdida del patrimonio diversidad de vida de la Tierra

Durante siglos el hombre ha ido acumulando saberes terapéuticos que se apoyaban en propiedades de algunas plantas o animales. A veces se utilizan directamente para la producción de medicinas o drogas, o como materia prima para su síntesis

Se estima que más de un 40% de los fármacos que se utilizan contienen alguna droga de origen natural: plantas superiores suministran el 62%, microbios el 32% y otros animales el 3%. ( Allen, R. 1980.). Hasta la revolución científica que se inició en el siglo pasado, los conocimientos terapéuticos eran empíricos, como empíricos son los saberes curativos, apoyados en vegetales o animales, de la medicina de cualquier pueblo primitivo. Mas lo que es evidente es que lo hoy conocido e investigado en el inmenso mundo de las especies vegetales y animales es menos de una millonésima parte de lo que queda por investigar y que, en una gran parte, además, no está ni siquiera inventariado por la Botánica y la Zoología. Y no digamos desde la Farmacología aplicada a la Medicina. ¿Podemos ignorar esa realidad y seguir aniquilando especies?

Incluso en este tema de los fármacos se da la circunstancia que cuando el científico descubre el principio activo interesante para su aplicación –alcaloide, compuesto o producto químico - existente en cualquier especie animal o vegetal– podríamos pensar que se pudiera realizar su síntesis vía laboratorio con facilidad

Evidentemente que puede hacerse, pero en un porcentaje grande de casos la Naturaleza lo hace más eficazmente y, sobre todo, con costes infinitamente más bajos. (Ehrlich, P. R. y Ehrlich, A. H. 1987.)

En este campo, aunque el conocimiento científico avanza, no es menos cierto que lo hace con mucha más lentitud que el ritmo actual de extinción. Y no es factible que el primero acelere; hay que frenar al segundo

Pasemos a otro campo. La mayoría de nuestros alimentos proceden de plantas o animales domesticados, que tuvieron y tienen antecesores silvestres. A lo largo de su historia el hombre ha utilizado poco menos del uno por mil del total de plantas censadas

Con carácter comercial sólo se han cultivado unas 150 y el número de las fundamentales para nuestra alimentación es aún menor: no mas de 20. Arroz, trigo, maíz y algún otro cereal; legumbres; tubérculos; caña de azúcar y remolacha; y alguna fruta, juntamente con café y te

La diversidad de especies cultivadas era mucho mayor antes sobre todo en el mundo tropical; y no sólo en cuanto a especies, sino en cuanto a variedades de cada una de ellas. Ya citábamos antes que sólo en la India se conocieron 30.000 variedades de arroz. Variedades que suponen diversidad genética, lo que también es potencial de variabilidad. Algo que antes empíricamente y más recientemente con consciencia científica hemos venido utilizando para nuestro beneficio. El ejemplo del arroz es uno entre otros muchos, como pudieran ser los de la patata, las alubias o las manzanas, entre otros

Pero la globalización de costumbres, técnica y economía está dando al traste con esta riqueza, reduciéndola a niveles ínfimos. Baste como ejemplo señalar que las variedades comerciales de arroz no llegan a media docena y los millares de variedades restantes se están perdiendo, sin que nadie rastree el proceso. Todas sus peculiares propiedades, que hoy no valoramos, no dejan de ser un potencial del que pudiéramos tener necesidad en el futuro. Los cultivos altamente productivos, resultado de la ingeniería genética –los híbridos como los del maíz o múltiples frutales– están igualmente arrinconando hasta su desaparición a patrones y variedades que otrora formaron parte de nuestro parimonio cultural y agrícola. Y a ello, y a otras pérdidas, contribuyen también unas prácticas de cultivo, que en honor a la productividad, suprimen linderos de seto vivo, que son refugio último de flora y fauna antes generalizada

Con la mentalidad actual de productivismo a ultranza y el aumento de la población humana, es lógico que cualquier gobierno o pueblo acepte semillas de cultivos que dupliquen o tripliquen rendimientos por Ha. y sean más fácilmente comercializables

Pero ese beneficio puede entrañar, aparte de lo ya expuesto, peligros como el que cualquiera de esas nuevas variedades, utilizada como monocultivo extensivo, sea vulnerable a cualquier plaga. Ese fue el caso del maíz sembrado en USA en 1970 y al que una roya atacó de forma explosiva destruyendo casi la mitad de la cosecha nacional

(Ehrlich, P. R. y Ehrlich, A. H. 1987.)

Dos ya fallecidos científicos de la primera mitad de nuestro siglo, fueron conscientes de la necesidad de buscar en la Naturaleza, si no la totalidad sí el máximun de los patrones silvestres y cultivados de plantas usadas por el hombre, precisamente para intentar rescatar y que no se perdieran potenciales aún silvestres o cultivados por minorías marginales en remotos o aislados lugares. Uno fue el ruso N. Vavilov (1951) sacrificado por el “sistema” y hoy ya vindicado, aunque siempre lo fuera por la comunidad internacional - (Golubev, G. 1988.) y otro, un equipo de la universidad de Berkeley, California, con el que colaboró el conocido botánico, afincado en el Perú, A

Weberbauer. (Goosped T.H. 1944.). Vavilov y su escuela supieron, investigaron y valoraron la diversidad genética; pero en aquellos tiempos el peligro de pérdida no se veía generalizado

La primera reducción en la diversidad útil y utilizada de muchos cultivos se produjo con nuestra colonización de América, si bien es cierto que no se tenía consciencia de ello. Aunque trajimos de allí cultivos tan valiosos como la patata, el maíz o las habichuelas, impusimos cultivos europeos y generalizamos sistemas de alimentación, en perjuicio –incluso con prohibiciones de uso y consumo– de cultivos de allá, que se fueron perdiendo. Fue como lo que ocurre con la globalización actual, pero a escalas regionales y con efectos menores

Con los procesos de olvido y destrucción actuales, la materia prima genética necesaria para el desarrollo de cultivos potencialmente útiles, va perdiéndose por exterminio de las poblaciones de los propios cultivos o de sus parientes silvestres

Son centenas y centenas las especies vegetales suceptibles de ser objeto de cultivo altamente productivo. Wilson, E.O. (1989) cita una especie espectacular que puede servir de ejemplo. Se trata de una judía alada, Psophocarpus tetragonolobus, que crece en Nueva Guinea y que ha sido calificada de supermercado monoespecífico: la planta entera (raíces, semillas, hojas, tallos y flores) es comestible, y de su jugo puede prepararse una bebida parecida al café. Crece rápidamente, alcanzando una altura de 4,5 m. en pocas semanas, y tiene un valor nutritivo igual al de la soja

En Mexico, recientemente, se ha descubierto un pariente silvestre del maíz que es perenne; es decir, que vive como planta año tras año, a diferencia de las variedades al uso que son anuales. Piensen lo que supondría trasladar esta propiedad a las de cultivo

Ejemplos similares podemos encontrar en el mundo animal, pero prefiero pasar a otro tipo de consideraciones, en defensa de la conservación de la Biodiversidad

Partiríamos de nuevo de una pregunta, que nos llevará a otras: ¿Qué derecho tienen a existir las especies que nos acompañan en la “nave Tierra”? Pensamos que el mero hecho de que sean el resultado armónico de un proceso natural de inmensa antigüedad, del que nosotros formamos parte, ya los hace acreedores de él. ¿O seguimos pensando que nosotros somos la única forma de vida importante –los reyes de la Naturaleza– y podemos decidir, como señores de horca y cuchillo, sobre la eliminación de otros habitantes del planeta? ¿No deberíamos tener un comportamiento ético, además de los utilitarios que hemos apuntado? ¿No deberíamos desarrollar una moral que rebasase la que tenemos, de carácter interespecífico, y que incorporase a la Naturaleza? Etica y moral de la especie humana hacia el medio natural –en nuestro caso el biológico– convergen en afirmar el derecho a su existencia continuada o a que, al menos, actuemos con respeto a la comunidad biológica

En cualquier caso el desarrollo de esta mentalidad podría no tener justificación por sí misma. Pero es que resulta inevitable ligarla a la utilitaria, que nos alerta sobre las consecuencias catastróficas que conlleva la pérdida de biodiversidad que, además, en cascada, provocaría muerte y desaparición de otras especies y de ecosistemas completos, incluyendo en ellos y ellas a nuestra propia especie

Es lo que nos puede pasar y lo que, en último término, debe hacernos meditar, porque la vida y la Tierra seguirán su curso, como lo siguieron tras la extinción del periodo Pérmico o de la del Cretácico. En realidad, no hay una Etica o una Moral hacia la Tierra como ente; la hay, o debería haberla, hacia ella como morada nuestra

Morada a la que estamos sustrayendo o modificando partes. ¿Cuántas podemos sustraer o en qué medida podemos seguir provocando modificaciones, para que pueda continuar siendo habitable y en su inevitable cambio no nos arrastre? No sabemos donde están los techos o los umbrales a los que podemos llegar, pero sí sabemos qué es lo que puede ocurrir y no queremos llegar al límite, que traería consecuencias bruscas –de diente de sierra–; debemos frenar, detenernos antes, corregir la tendencia, que consideramos peligrosa. Pero que quede claro que seremos sólo nosotros y las especies que arrastremos en nuestra posible caída las que perderán. La Tierra no perderá nada, seguirá su curso. La ONG que se titula Amigos de la Tierra debería ser consciente de que es amiga solo de la Tierra que habitamos los humanos. En realidad es una asociación de amigos de la especie humana, sin que con ello quiera hacerles la más mínima crítica. La Tierra no necesita amigos. Necesita hijos conscientes de que no son mayores de edad, que dependen total y absolutamente de que ella siga siendo como cuando les concibió. Jamas nos va a reprochar nuestras actuaciones. Al fin y al cabo somos un infinitésimo de las criaturas que ha visto nacer en su seno

Nuestra Moral o nuestra Etica hacia ella no dejan de ser actitudes que invocamos con la mentalidad más o menos egoísta de asegurar nuestra supervivencia como especie

Y dejo en libertad al amable lector de que piense lo que quisiera en cuanto a la importancia, papel e inteligencia del que Macfarlane Burnet, S. (1973.) llamó El Mamífero Dominante

En último término y como nos recuerda T.E. Lovejoy (1992), aunque hayamos aprendido a gestionar otros aspectos del medio ambiente global, aunque la población alcance un nivel estable, aunque llegue un tiempo en el que las crisis medioambientales pasen a la historia, aunque la mayor parte de los residuos se hayan eliminado, a excepción de los de mayor duración, aunque los ciclos globales hayan vuelto a modos más normales, la mejor medida de nuestra gestión del medio ambiente global será la cantidad de biodiversidad biológica que haya sobrevivido.

 

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BIBLIOGRAFÍA

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