Lurralde inves. esp.

23 (2000)

p. 191-299

ISSN 1697-3070

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LA CIUDAD INFORMAL

EL PROCESO DE CONSTRUCCIÓN Y LAS TENTATIVAS DE

DEMOLICIÓN DEL BARRIO DE SAGÜÉS, EN SAN SEBASTIÁN

 -

© Mikel Nistal

Instituto Geográfico Vasco

Prim 28 entresuelo

20006 San Sebastián

 

Laburpena

Hiri informala: Donostiako Sagües auzoa eraikitzeko prozesua eta eraisteko ahaleginak

Donostiako Sagues auzoa ustez legez kanpo sortu zen mende honetako hogeiko urteetan. Lur pribatuetan kokatu izanak, promotore nagusi bat izateak –Sagüés abizenekoa– eta zabalguneetatik kanpo egoteak langileak bizitzeko etxeak eraikitzea ahalbidetu zuen; etxeok eraikuntzako ordenantzetan garaiei eta solairu kopuruei buruz zehaztutakoak betez jaso ziren. Matxinbarrena eta Diaz Tolosanaren Gros-Kursaal-Ategorrietako Zabaltze Plana (1924) onartzearen ondorioz hainbat ahalegin egin ziren auzoa aldatu eta eraisteko, eta asmo horiek 1936tik 1952ra bitarte betetzear egon ziren hainbatetan.

Gako-hitzak: Donostia,  Sagües, Sagues, birmoldaketa, birgaitzea, eraispena.

 

Resumen El barrio donostiarra de Sagüés apareció en los años veinte de este siglo en condiciones de pretendida ilegalidad. Su asentamiento sobre terrenos privados, con un promotor básico —apellidado Sagüés— y fuera de las zonas de ensanche posibilitó la construcción de edificios para vivienda obrera, siguiendo las especificaciones de las ordenanzas de edificación en alturas y número de plantas. La aprobación del "Plan de Ensanche de Gros - Kursaal – Ategorrieta" de Machimbarrena y Díaz Tolosana (1924) impulsó diversas tentativas de transformación y demolición, que estuvieron a punto de materializarse en varias ocasiones entre 1936 y 1952.

Palabras clave: Donostia, San Sebastián, Sagüés, Sagues, remodelación, rehabilitación, demolición.

 

Abstract: Sagüés, a neighborhood at San Sebastián, had built in the 20´s. The builders had been private investors —named Sagüés— and had housing over private lands: worker´s houses. The municipal government had based in the municipal construction laws ("ensanches laws" and "Gros - Kursaal – Ategorrieta Plan"—by Machimbarrena and Díaz Tolosana, 1924—) to demolish Sagüés, a problematic neighborhood beetween 1936 and 1952: politics and investing interests.

No están incluidas:

·                 222 notas pie pág.

·                 25 tablas

·                 20 ilustraciones

1.- INTRODUCCIÓN. LOCALIZACIÓN DE SAGÜÉS

"Ese poco afortunado barrio", como ha sido denominado en ocasiones, se erigió básicamente en los años 1923 y 1924 en un punto entonces límite de la ciudad de San Sebastián: el extremo oriental de la playa de Gros o de la Zurriola, en su límite con el monte Ulía.

En el gráfico nº1 puede observarse la localización del barrio de Sagüés. Emplazado en el barrio de Gros, cuenta como límites: al norte, el monte Ulía en su borde marino hacia la punta Mompás; al este, con este mismo monte en el área de Manteo y ciudad - jardín de Ategorrieta; al sur, con el ensanche de Gros; y, al oeste, con la nueva playa de la Zurriola y el mar Cantábrico. Las vías más relevantes que confluyen hacia el barrio son la Avenida de Navarra —que actúa como límite meridional—, la Avenida de la Zurriola —que ejerce, tras ser límite septentrional de Gros, como vector comunicativo con la margen izquierda del río Urumea— y la calle Zabaleta —medio de entrada al corazón de Gros—.

Gráfico n. 1

Sagüés está compuesto por edificios cuyos portales están situados en cuatro vías: el paseo José Miguel de Barandiarán (frente a la playa, al oeste) y la Avenida de Navarra (al sur) como viales perimetrales y las calles san Blas y Zemoria, como viales internos del propio barrio. En el gráfico nº 2 pueden apreciarse de manera clara los portales existentes en estos cuatro viales —todos con acceso rodado—. En este plano se pueden apreciar tres circunstancias derivadas de las fincas catastrales y la forma de los edificios en ellas situados:

gráfico nº 2

La existencia de un gran solar con un edificio con forma de C en su planta. Este gran edificio es el Instituto de Enseñanza Media Xabier Zubiri, construido en los años setenta sobre el solar en el que se levantó desde finales del siglo XIX el Matadero Municipal de San Sebastián. Este edificio, de planta baja y dos más en altura cuenta con canchas polideportivas anexas.

La presencia de edificaciones en hilera. Estos edificios alineados en el paseo J.M. Barandiarán y en la calle san Blas suponen la mayor parte de las 422 viviendas (24.741m² útiles de vivienda en total, con una media de 58,63 m² útiles por vivienda) que han conseguido licencia en esta barriada. Estos edificios, destinados en el momento de su construcción a vivienda obrera en alquiler —en pleno extrarradio urbano, junto a un elemento desagradable (matadero) y con unas condiciones poco propicias de humedad, orientación, exposición a vientos y calidad constructiva— fueron objeto de unas especiales circunstancias de diversa índole (administrativas, políticas, urbanísticas) durante su erección por promotores privados, mediante créditos hipotecarios de la Caja de Ahorros Municipal, así como en momentos posteriores.

La construcción de una iglesia y colegio anexo. Por último, la iglesia (convento) y colegio —hoy ikastola— del Corazón de María (avda. Navarra 1-3 y Zemoria, 1) constituyó durante mucho tiempo el único punto de equipamiento (educativo) no sólo de Sagüés, sino de este segmento de Gros, está directamente vinculado a la relevancia del gran vial que, desde el Plan de Ensanche de Gros – Kursaal - Ategorrieta, se daría a la avenida de Navarra.

En las siguientes páginas se intentarán exponer los procesos que condujeron a los intentos de construcción en esta zona de un cementerio (fallido), del matadero municipal de ganado mayor (ejecutado), la erección de bloques de vivienda obrera en alquiler —fuera de ensanche y con reticencias desde el Ayuntamiento por posible vulneración de las ordenanzas municipales de edificación en cuanto a alturas (a cornisa y total) y número de plantas, debido a su promoción privada en terrenos asimismo privados—, los Planes de Ensanche de Kursaal y Gros – Kursaal - Ategorrieta, que preveían manzanas en ciudad - jardín, los intentos de demolición —más basados en cuestiones políticas que urbanísticas— encabezados por el ingeniero municipal Juan Machimbarrena, ulteriores modificaciones no ejecutadas del citado Plan de Ensanche —de los años cincuenta— y, por último, las condiciones actuales del barrio de Sagüés, según el Plan General de Ordenación Urbana de San Sebastián (Texto Refundido de 1995).

2.- EL PROCESO DE ENSANCHE: DERRIBO DE MURALLAS, EL PLAN CORTÁZAR Y SUS MODIFICACIONES

La burguesía donostiarra, mercantil en lo económico y liberal en lo político, fue la impulsora del crecimiento de la ciudad allende las murallas tras su derribo. El poder gobernante en la ciudad que -desde 1854- ostentaba la capitalidad de la provincia no era del mismo tipo que el que en su inicio dirigió el esfuerzo de reconstrucción del recinto intramural tras el incendio de 1813. Este nuevo segmento director de la población fue el que culminó esta reconstrucción, siguiendo las estrictas ordenanzas establecidas por Ugartemendía, ya que la compra-venta de fincas favoreció a los que disponían de liquidez y les ayudó a incrementar constantemente su capital. Esta nueva burguesía en formación era opuesta, por tanto, a los antiguos propietarios que vendieron solares y edificios, se endeudaron por préstamos y quebraron. Surgieron durante esos años los nuevos apellidos que rigieron la ciudad hasta el primer cuarto del siglo XX: Goicoa, Bermingham, Collado, Brunet, Queheille, Laffitte, etc.

Una Real Orden de 17 de marzo de 1862 concedió la autorización para el derribo de las murallas, lo que supondría que la ciudad dejara de ser plaza militar. Pocos meses después -el 20 de julio- se aprobaron las bases que rigieron el concurso para la expansión de la ciudad. Este crecimiento urbano se planteaba mediante la modalidad de ensanche, denotando una preocupación especulativa, una forma cómoda de parcelación del territorio. El ensanche decimonónico precisaba de la aprobación de la superioridad -el jefe político de la provincia o gobernador provincial, el Ministerio de la Gobernación- y significaba establecer un procedimiento propio, independiente del presupuesto y la organización municipales. El presupuesto de un ensanche se basaba en la asignación por la superioridad durante un número determinado de años (en San Sebastián fueron 25 y 10 años) de la totalidad de las contribuciones urbanas y de todos los recargos especiales que recayeran sobre las fincas urbanas contenidas en el perímetro del plan de ensanche. Las Juntas o Comisiones de Ensanche estaban compuestas por concejales y por vocales de los vecinos, es decir, de los propietarios y líderes mercantiles de la ciudad.

En el caso de San Sebastián, y siendo analizados los ensanches de Madrid y Barcelona, se adoptó un esquema novedoso en relación con el expuesto por estas dos ciudades: la delimitación de un perímetro para el ensanche, ya que en esas dos grandes ciudades los planes debidos a Castro y Cerdà fueron concebidos como prolongables indefinidamente por el territorio. El marco espacial en el que se situaba San Sebastián hizo que fuera un ensanche limitado, concebido como una ciudad única en sí misma, en cierta medida asumiendo de forma inconsciente los parámetros que rigieron el urbanismo medieval, en el que la muralla separaba la ciudad de lo no urbano: en el ensanche sería la línea del plano la que hiciera esta separación, lo que tendría especiales circunstancias en la gestión urbana y que se expondrán posteriormente para el barrio de Sagüés.

El concurso, al que acudieron doce proyectos, fue ganado por Antonio Cortázar el 11 de octubre de 1864 con una cuantía de 12.000 reales de vellón, en una mesa compuesta básicamente por propietarios urbanos con intereses en industria y comercio. Además del ganador proyecto "Porvenir", el denominado "Valladolid" -de Martín Saracíbar- recibió un accésit de 6.000 rv. El Ayuntamiento decidió incorporar algunos elementos del segundo en el primero, lo que supondría un serio contratiempo al ego profesional del ganador. La numeración de las manzanas del proyecto se muestra en el gráfico nº 3, según la disposición actual del centro de San Sebastián. La Junta de Ensanche fue creada mediante una R.O. de 29 de junio de 1864: estuvo compuesta por dos concejales, tres propietarios del nuevo ensanche -incluidos los barrios extramurales de santa Catalina y san Martín, existentes e incorporados al ensanche como "a eliminar"-, un abogado y un médico (ambos además propietarios) y un arquitecto: proporción que se mantendría a lo largo de su existencia. La presidencia era ejercida por el alcalde.

La nueva ciudad planteada por Cortázar se regiría por unas ordenanzas, un conjunto de reglas con vistas a armonizar intereses privados y públicos para la gestión constructiva del nuevo ensanche, ya que la ciudad vieja poseía sus propias ordenanzas -debidas a Ugartemendía- y no se tomaría en consideración el resto del término municipal -entendido como "fuera de ensanche"- hasta 1889. Las ordenanzas fueron aprobadas el 21 de junio de 1865. La comparación sobre la ciudad vertical prevista por el arquitecto con las determinaciones del ensanche de Madrid pueden apreciarse en las tablas 1, 2 y 3.

Cortázar dividió las calles de la nueva ciudad en tres órdenes en función de la anchura, a las que les correspondía un determinado número de plantas a construir como máximo, con unas dimensiones mínimas de altura para cada planta, entendidas como distancia libre entre suelo y techo. Esta posibilidad de producción de espacio construido se asentaba en unas parcelas incluidas en manzanas con patio abierto. No se podía ocupar la totalidad del solar ya que se señalaban un porcentaje que debía quedar libre y una profundidad máxima para cada edificio (fondo edificable en plano de unos 20 metros). Las ordenanzas establecieron además la obligatoriedad de las alineaciones y de las rasantes, los vuelos permitidos en los edificios y los mecanismos de concesión de licencias de construcción y habitabilidad. Sobre las cubiertas no eran permitidas construcciones y se prohibían las buhardillas vivideras. Los sótanos contaban con ventilación mediante la apertura de huecos en la fachada al quedar el nivel del patio a un nivel inferior a la rasante de acera en vía pública.

Esta diferenciación de vías se plasmó en una separación zonal de la ciudad en razón de las funciones a desarrollar por cada una de ellas. Esta segregación horizontal -matizada, ya que en cada una de las zonas existiría a su vez una notoria segregación vertical- contemplaba en un espacio ordenado ortogonalmente un área aristocrática y de clases medias, otra obrera y otra estacional o de población flotante. El primer grupo se localizaría en el centro, cerca de la ciudad vieja, sobre arenas secas y asentadas, conformando manzanas grandes, de solares amplios con frente a calles anchas y con viviendas espaciosas. El segundo se situaría en el extremo meridional, sobre los terrenos entonces pantanosos de la Amara, con muelles y astilleros -que no verían nunca la luz-, con una plaza de ganado, mercado y matadero (existiría con posterioridad allí uno de ganado menor). Las manzanas eran de dimensiones menores que las del primer grupo, lo mismo que la anchura de las vías y el tamaño de los solares. La tercera de las categorías estaría situada en la bahía de la Concha, conformando hotelitos y viviendas de comunidad centrados en la población veraniega, entre el cerro de san Bartolomé y la playa.

El primero de los cambios experimentados por el ensanche Cortázar se debió a la inclusión de un espacio ajardinado o boulevard como nexo entre las dos ciudades -la vieja y la nueva-. La R.O. de 11 de octubre de 1864 conformó un perímetro de ensanche comprendido entre la ciudad vieja al norte y la gran avenida central al sur. Este nuevo elemento -que ya apareció en el proyecto con accésit de Saracíbar- sustituyó al espacio que ampliaba la Plaza Vieja, existente con anterioridad. Esta plaza estaba conformada por la aduana y dependencias gubernativas por un lado y un teatro por el otro. Entre el teatro y el río estaban previstos una manzana residencial y un mercado. El nuevo boulevard dividió a la ciudad en dos bandos: a favor y en contra de la alameda, teniendo este segundo grupo como su adalid al marqués de Rocaverde, quien no hacía sino manifestar su condición de indignado promotor de dos de los edificios contenidos en la manzana nº1, que desaparecía por esta modificación en la planta del ensanche. El segundo cambio significó la eliminación de dos manzanas -entre la aduana y la nueva gran avenida- que posibilitaron la aparición de los jardines de Alderdi - Eder, mediante convenio con el estado gracias al cual se liberaron -para paseo, eliminando las manzanas 6 y 7- esos terrenos empleados como campo de maniobras militares; esta función castrense se trasladó a los arenales de Ondarreta.

El ensanche estaba destinado por y para la burguesía mercantil e industrial de San Sebastián. La ocupación de los solares y el comienzo de las obras -ambos procesos bien rápidos- significaron la adopción de un patrón residencial aristocrático y burgués dejando de lado otro tipo de segmentos residenciales que tendieron, sin excepción, a ir a mansardas y buhardillas (sotabancos, espacios bajo cubierta), en gran número carentes de permiso de habitabilidad y fuera de las ordenanzas de Cortázar para el ensanche, ya que el artículo 25 exponía: "se prohiben absolutamente las buhardillas vivideras los altillos, cualesquiera que sean sus condiciones. Tampoco se consentirá la construcción de habitaciones más bajas que el nivel de la calle", modificado posteriormente con "excepto en las casas que se construyan al frente de la bahía, donde se permitirán la cocinas subterráneas". Una muestra de desbordamiento de la estas ordenanzas lo constituyeron los espacios bajo cubierta -con huecos a patio general de manzana- que sirvieron de vivienda obrera sobre todo a partir del acuerdo de 25 de octubre de 1866 que determinaron que para un uso residencial de esas plantas las "bohardillas vivideras tengan cuando menos desde el suelo hasta la menor altura de la declinación del tejado unos 4 o 5 m; que todo el techo esté forrado de bovedilla, que las luces sean directas en cada pieza, que deberán tener su cocina (fuera) con chimenea fuera del tejado y su excusado correspondiente". El 3 de mayo de 1882 se volvieron a permitir estas buhardillas con la redacción de "a condición de retirarlas de la vertical de la casa", y la conversión de buhardillas en mansardas, ya que se había autorizado este hecho en un caso anterior, pese a vulnerar los artículos 24, 25, 26 y 27 de las ordenanzas. No obstante, se trataría de un proceso licencia a licencia -con base en precedentes- en el que destacó el polémico caso de los números 3 y 5 de la calle Hernani, en el que actuó Antonio Cortázar como autor de un dictamen mediador entre los dos litigantes -el promotor y el Ayuntamiento (éste se basaba en los dictámenes del arquitecto Nemesio Barrio)-, siendo nombrado para cumplir con este cometido por el juez del partido. Cortázar falló a favor del promotor y en contra de sus propias ordenanzas.

El último cuarto del siglo XIX significó la definitiva consolidación del área del ensanche iniciado por Cortázar, destacando por un lado la eliminación de las últimas islas de propiedad privada existentes en este área de desarrollo, la aparición de un esfuerzo privado que añadió nuevos terrenos a lo expuesto en 1864 por el proyecto ganador y las modificaciones puntuales que, gracias al arquitecto municipal José Goicoa, sirvieron para constituir el actual centro de la ciudad. El crecimiento de San Sebastián mediante el ensanche Cortázar se pudo llevar a cabo mediante la espectacular gestión desarrollada por el Ayuntamiento gracias a que gran parte de los terrenos sobre los cuales se iba a ejecutar eran de dominio público -del municipio y del estado- merced a las condiciones militares que rigieron la vida de San Sebastián. Las marismas estaban sin privatizar y los terrenos entre el cerro de san Bartolomé y la ciudad amurallada en su mayor parte eran de titularidad pública. El mayor número de solares privados estuvo localizado en el barrio de san Martín y en parte de la colina que sería derribada para permitir la prolongación de las calles Easo y san Bartolomé, donde los propietarios trataron de imponer sus pretensiones en las permutas que intentaba llevar a cabo el Ayuntamiento: estos propietarios veían en este mecanismo administrativo una limitación del derecho connatural a construir en su propiedad. Existía además cierto número de parcelas en litigio sobre su titularidad (pública o privada) en el área en el que actualmente se levanta la catedral del Buen Pastor. Con todo este mecanismo de gestión este ensanche "se planteó más como un proceso de apropiación de terrenos públicos, que como el paso a públicos de terrenos privatizados previamente". He aquí el aspecto más relevante de diferencia con Gros, el ensanche que aparecerá posteriormente en la margen derecha del Urumea.

El Ensanche Meridional significó dar mayor extensión a lo previsto por Cortázar reduciendo el ancho del río y permitiendo la aparición de una calle paralela al cauce fluvial, con un conjunto de edificios tipo hotel para la colonia estacional que pasaba la temporada de invierno en la ciudad. Asimismo significaba incrementar la anchura de las calles -de 10m a 12m y, con posterioridad, a 14m-, eliminar los muelles previstos, aumentar la superficie edificable y situar edificios públicos, como juzgados, cárcel, museo, escuelas e instituto, si bien el más significativo fue la nueva iglesia. Se eliminó la plaza circular prevista por Cortázar y se planeó la instalación -una calle más hacia el sur y otra más hacia la bahía, quedando frente a la calle mayor y la basílica de santa María del Coro- de una plaza porticada en cuyo interior se situó -rompiendo la retícula- la nueva iglesia que en un principio se pretendía localizar entre el cerro de san Bartolomé y la playa, lo que no se pudo efectuar por los litigios abiertos con los propietarios privados de los solares existentes en ese barrio. Durante estos años se presentaron diversos proyectos (1876, 1881, 1883, 1885) con propuestas como situar en esta parte meridional de la ciudad -la Amara- una plaza flanqueada por juzgado, cárcel, lavadero y matadero, prontamente eliminados.

El Ensanche Meridional sufrió después diversas modificaciones puntuales como la inclusión del puente de María Cristina -con apertura de la circular plaza de Bilbao- o la instalación de la estación del ferrocarril a Elgoibar: la estación y las vías ocuparon las manzanas 67 y 69 del ensanche, en principio en alquiler y, más tarde, en propiedad de la compañía ferroviaria. No obstante, el proceso de parcelación y subasta de los solares siguió sin problemas hasta llegar al límite sur, donde aparecieron disfuncionalidades a la hora de aplicar las ordenanzas de edificación, que afectaron en unas ocasiones a la totalidad del edificio y en otras únicamente intervino sobre la fachada, que daba a calle de ensanche. Este aspecto es importante en la plaza Easo y en la calle Autonomía, donde además se estimaba con diferente criterio por partes privada y municipal el orden de las calles: función de asumir el criterio de anchura entre solares o del espacio libre frente a fachada, incluyendo en esta categoría las vías del ferrocarril.

El mecanismo gestor de espacio de ensanche por parte municipal fue siempre igual: venta mediante subasta de los solares en cada una de las manzanas y posterior construcción de los edificios según las especificaciones contenidas en las ordenanzas de edificación. Empero, la corporación intentó la realización de una "manzana modelo", con ciertas características específicas que se señalaron de manera explícita en las condiciones de subasta y escritura pública de compraventa. Estas determinaciones de la manzana número 30 (delimitada por las calles Bergara, Arrasate, Getaria y san Marcial) supusieron asimismo una rebaja en el precio: en cada solar se levantaría un único edificio (condición primera), con una disposición en planta de una única vivienda por piso (condición segunda), no se permitirían las buhardillas vivideras (condición tercera), existiría simetría entre las fachadas a calle y a patio de manzana (condición cuarta), debían presentar una altura de cornisa inferior a 16 metros (4 plantas) y estaría como mayor novedad de gestión la propiedad mancomunada del patio de manzana para todos los solares, con vistas a ser aprovechado de forma conjunta, si bien quedó en manos del Ayuntamiento hasta 1902 tras un largo proceso judicial para su enajenación. Esta manzana estuvo llena de irregularidades por parte de los promotores que construyeron (Fermín Ripalda, Hotel Ariño, Caja de Ahorros Municipal; otros dejaron el solar sin desarrollar) ya que levantaron un piso más (el cuarto) que el permitido para el tercer orden y no respetaron la simetría de fachadas (más alta a patio). Al final se enajenó el patio general de manzana -que no se había vendido- entre los diferentes solares de la misma y se vio la imposibilidad de regular estas condiciones de los edificios en escritura, ya que lo correcto hubiera sido señalarlas en el mecanismo administrativo de ordenanzas.

El Ensanche de san Martín fue cronológicamente el efectuado en último lugar. La permuta de terrenos y solares por parcelas en el nuevo ensanche y el pago en metálico a parte de los propietarios supusieron el grueso de las dificultades por las compensaciones de desarrollo en esta zona, según la R.O. de 8 de enero de 1894, que ratificó otra R.O. anterior. Los edificios situados en este barrio se rigieron en su erección por criterios militares en cuanto a facilidad de derribo en caso de asedio. En este enclave se situó el primer cementerio de la ciudad -san Martín-, cuyo muro perimetral todavía permanecía, si bien sin uso. Los propietarios, siguiendo su derecho podían construir en sus fincas, pero las alineaciones resultantes no tendrían por qué estar de acuerdo con el esquema propuesto en el ensanche. El mecanismo expropiatorio no podía seguirse por el coste para el erario municipal y la expansión del primer ensanche aconsejaba un rápido proceso: no en vano las parcelas de hoteles frente a la playa fueron ocupadas antes de finalizar la década de 1870. El acuerdo de 1891 aceleró el proceso, quedando a cargo del Ayuntamiento la realización de las vías y el establecimiento de los solares, de acuerdo con las alineaciones del plan de Cortázar. Con este último empujón se dio por finalizado el esfuerzo de gestión municipal necesario para la expansión de una ciudad que dio inicio en el concurso de ensanche de 1862.

El ensanche oriental fue un ejemplo de iniciativa privada, que también se manifestaría ulteriormente en la margen oriental de la ciudad, en Gros. En esta parte de San Sebastián, ganada a la desembocadura del río Urumea y al mar, se produjeron circunstancias de diversa índole. En primer lugar un particular -Ramón Berasategui- presentó un proyecto para encauzar el tramo final del río desde el puente de santa Catalina, urbanizando el borde este de la ciudad vieja y la margen derecha del río -arenales de Gros-: cedería terrenos al Ayuntamiento para paseo y edificios públicos y levantaría un nuevo puente a cambio de la concesión de lo ganado al mar y río para edificar solares. La concesión fue otorgada por R.O. el 31 de octubre de 1873. El proyecto contó con la opinión desfavorable del Ayuntamiento, si bien el gobierno de la Primera República le dio el visto bueno. Al poco surgieron problemas con los muros en el Paseo de la República Argentina, que se estropearon sin haber sido terminados. Después la concesión pasó al Marqués de Salamanca en 1882, con nuevos problemas: los procesos de desecación y alcantarillado en el área cercana a la iglesia de san Vicente y al cuartel de san Telmo, lugar en el que estaban situados los edificios de la lonja de pescado y el viejo matadero, que perdían sus tradicionales aliviaderos de desechos con salida al mar. No obstante, el plano desarrollaba manzanas excesivamente grandes, carentes de articulación con la ciudad vieja al oeste y con el ensanche de Cortázar al sur, con una difícil salida comercial de los solares. Un nuevo trazado de alineaciones fue presentado en 1886 y un tercero en 1889 -definitivo, aprobado el 24 de abril por el pleno municipal-, por la Sociedad Inmobiliaria de San Sebastián, que tenía la gestión del proyecto al hacerse hecho a su vez cargo de la concesión el Banco General de Madrid en 1887.

Para el año 1900 los terrenos de este ensanche quedaron definitivamente fijados al acometerse diversas modificaciones para permeabilizar este nuevo espacio urbano con la ciudad vieja e incorporar aspectos de mejora comercial de los solares resultantes, dignificando el nuevo enclave residencial. En el primer aspecto se ampliaron las calles Aldamar y san Juan en el sentido longitudinal y las calles 31 de Agosto y san Vicente en el sentido transversal. En el segundo aspecto el mantenimiento de viejos edificios degradados -aledaños a la vieja muralla- no resultaba de agrado a la promotora, la cual logró el traslado del matadero y lonja, la creación de los nuevos edificios de mercado de la Brecha y Pescadería y la expropiación de las casas situadas frente al cuartel de san Telmo y adosadas a la muralla. Esta actuación permitió la apertura de los viales anteriormente señalados, la venta de los nuevos solares que se formaron por parte de la Sociedad Inmobiliaria de San Sebastián y la desaparición de ésta, dejando además sin ejecutar la parte correspondiente a los arenales de Gros, en la margen opuesta del río donde había intervenido.

Los últimos ensanches -san Martín y Oriental- se desarrollaron con base en unas nuevas ordenanzas de edificación, aprobadas en pleno el 13 de marzo de 1889, que creaban un nuevo orden de vías y rebajaban en una el número de alturas a desarrollar en la mayor parte de las calles, consideradas ahora como de tercer orden. Las nuevas ordenanzas municipales intentaban que en el nuevo espacio de desarrollo de ensanche -con unas vías de menor anchura- no se repitiese lo observado por los técnicos municipales en el área comprendida entre el Boulevard y la Avenida: aprovechamiento intensivo de las posibilidades ofrecidas por las ordenanzas para edificar en altura, con el precedente de las viviendas en buhardilla. La higiene era el leit-motiv de intervención sobre la altura de las casas en búsqueda de luz y aire. Empero, fue una reducción teórica, modificada por el transcurrir del tiempo en la aplicación efectiva que tuvieron las ordenanzas en lo que respecta a espacios bajo cubierta ya que a pesar de estar imposibilitadas las mansardas en la mayor parte de las calles de la nueva ciudad -anchura de vía entre 10 y 14 metros- la utilización residencial del espacio bajo cubierta fue común, con el mantenimiento de una altura mínima de las piezas y siempre que disfrutara de iluminación. El artículo 17 prohibía cualquier "construcción que pueda ser utilizable para vivienda cualquiera que sea la forma que a la cubierta se le haya dado" permitiendo elementos ornamentales tales como cúpulas, torres, etc. La excepción se exponía en el párrafo primero del artículo adicional: por cuestiones estéticas podía aprobarse el empleo de una cuarta planta vividera para no desentonar de los edificios vecinos, lo que dejaría a la vista muros medianeros. La novedad se centraba en que hasta entonces no se regulaba la simetría del edificio y en el espacio bajo cubierta, mientras que carecía de huecos al exterior en la fachada a calle en la fachada a patio sí los poseía, y era un piso habitable más. El artículo 20 expresamente reseñaba la obligatoriedad de la simetría, "considerándose éste [el patio] a todos los efectos como vía pública" y el artículo 18 insistía en el celo por la limitación con "la máxima altura que puede darse a la cumbre de la cubierta será la que resulte del encuentro a los diez metros de la fachada de la vertical trazada en este punto y una recta a 25º de inclinación trazada desde la cornisa". Con ello se pasaba de regular la calle a regular los edificios en ella contenidos. Si bien en teoría bajaba una altura en la utilización del solar, dependiendo de su altura podría llegar a emplearse una gran parte de esta planta bajo cubierta hasta culminar con un proceso análogo al ofrecido en anteriores ordenanzas: la excepciones encadenadas convertidas en criterio general, como puede apreciarse en los expedientes de construcción (informes de Barrio y Goicoa, arquitectos municipales). A pesar de todo los propietarios de los solares con desarrollo previsto intentaron un cambio a su favor: que se permitiera en las calles san Marcial y Arrasate levantar mansardas, ya que al existir edificios en esquina con mayor altura la diferencia apreciable de 7m entre obras debidas a ambas ordenanzas "constituye un defecto muy notable, bajo el punto de vista de la estética", esperando que con esta permisividad municipal "quedaría corregido aquel defecto, ganando con ello el embellecimiento de la Población". La tablas números 4 y 5 muestran la comparación estas nuevas ordenanzas y las primeras debidas a Cortázar.

El artículo 21 se dedicaba a la obligación de tomar el orden de la vía en la que tuviera mayor longitud de fachada, para las casas en esquina, "corriendo de nivel la cornisa por toda la finca sin banqueo de ninguna clase", diferente de la redacción de 1865 que limitaba la longitud de la fachada con menor orden a 15m, momento en el cual el orden menor regiría la altura del edificio. Además se consignaba en 8m la anchura mínima de cada solar, cuando ésta era de 7,50m en las antiguas ordenanzas. Otra incorporación fue la necesidad de emplear la piedra sillería en la totalidad de la planta baja, hasta el primer piso.

Estas ordenanzas supusieron una gran novedad, ya que incluían el espacio no contenido ni en el ensanche ni en la ciudad vieja -reconstruida con el plan y las ordenanzas de Ugartemendía-. La incorporación de las CONSTRUCCIONES DE FUERA DEL ENSANCHE significaba una asunción del espacio municipal, sobrepasando los extremos del plano de ensanche urbano. Los edificios a levantar fuera de éste quedaban sujetos a la misma tramitación administrativa que la seguida para los edificios construidos dentro del perímetro del plan y se regían por el Reglamento de Caminos Vecinales (artículo 3). La altura de las casas estaba en relación con la anchura e importancia de las calles -lo mismo que las del ensanche- estando permitido el uso de un orden superior si se seguía una línea de retranqueo respecto a la vía de 3,10m (artículo 6): al borde de los caminos vecinales debían retirarse las construcciones al menos 1,67m. La altura máxima quedaba señalada en 16m -equiparable al orden 3º-, con al menos 3,10m como altura de la planta baja y 2,90m para el resto de plantas en altura (artículo 7).

Las ordenanzas de 13 de marzo de 1889 habían comenzado su tramitación tres años antes por un escrito de la Sociedad Provincial de Arquitectos ante la necesidad de clarificación por las numerosas alteraciones sufridas por las ordenanzas iniciales de 1865, modificando "aquellos puntos que la práctica ha demostrado eran deficientes". La Sociedad de Arquitectos y Maestros de Obras señaló ciertas observaciones ya que veía con gravedad ciertas disposiciones que darían lugar a un mayor "coste en la edificación", lo que junto a un sinnúmero de impuestos "obligan al constructor [a] reducir el número de habitaciones, aumentando como es consiguiente el precio de los alquileres; haciéndose imposible que familias de condición modesta puedan alquilar habitaciones dispuestas ó construidas al tenor de dichas ordenanzas; y ante el temor de que la Construcción de casas sufra en San Sebastián una completa y justificada paralización", pidieron una prórroga -también solicitada por constructores y propietarios- para examen y exposición de observaciones.

Adolfo Morales de los Ríos (representante de la Sociedad Inmobiliaria de San Sebastián) pidió en un escrito del 2 de enero de 1889 unas condiciones especiales para el ensanche oriental: que el Paseo de Salamanca gozara de condiciones extraordinarias por tener al frente el mar y mayor permiso para instalar elementos decorativos sobre cornisa "que coronen agradablemente las fachadas". Otras peticiones hacían referencia a la cubrición acristalada del patio de manzana hasta el primer piso, la posibilidad de construcción de mansarda "siempre que el codo o quiebro de dicha cubierta no pase del límite de alturas fijado" o el aumento de los vuelos permitidos, dentro de un esquema basado en que "con esta disposición cree el firmante que ganaría grandemente el aspecto por lo demás rígido y cuartelario que de todos puntos caracteriza a nuestro pueblo". Al año siguiente, una vez fueron aprobadas las nuevas ordenanzas -el 3 de octubre- el mismo representante de la compañía promotora del ensanche oriental protestó por los nuevos órdenes de clasificación de las calles arguyendo que la anchura vial se hizo siguiendo la concesión y que traería como consecuencia paralizar las obras de nueva planta, comenzadas dos años atrás, "por la disminución de pisos en las edificaciones y la pérdida de intereses que ésta determina". Los pisos altos tenían precios bajos, que no se podrían poner en las plantas 2ª y 3ª, "porque el que tal hiciere no podría encontrar remuneración de sus capitales".

En la sesión plenaria de 19 de junio de 1900 se aprobaron nuevas ordenanzas, que ahora también contenían a Gros, si bien no eran comunes para ambos ensanches. Este barrio estaba en proceso de construcción y levante, con ciertas características definitorias: la propiedad privada de la mayor parte de los terrenos y la iniciativa -también privada, mediante concesión municipal- de ganar terrenos a la playa y al mar, con un devenir complicado. Este es el guión de lo que será tratado en el siguiente epígrafe.

3.- LA MARGEN DERECHA DEL URUMEA: LA URBANIZACIÓN DE GROS

El ensanche Cortázar significó la apropiación de un área de desarrollo urbanístico, tanto de promoción de solares como de alquiler de edificios. Con ello se gestionaba un espacio por medio de la subasta municipal de terrenos a promotores, que construyeron directamente o vendieron a otros. Finalmente se ocupó el espacio edificado con una segregación vertical clara -matizada por otra segregación horizontal- donde los primeros pisos alojaban a los propietarios, siendo sus inquilinos los que ocupaban -además de las plantas bajas y sótanos, de negocio- los demás pisos altos, cuyo número a menudo se dividía en dos en las plantas 3ª y 4ª. Las matizaciones horizontal y temporal tienen su base en los hoteles estacionales y en la disminución a partir de 1890 en la superficie de las viviendas, que solo dejaría solares con viviendas mayores en ciertas vías, sobre todo en esquinas (Urbieta, Easo o Prim). El resto del término municipal no existía más que de forma testimonial y no fue sino a partir del último lustro del siglo pasado cuando entró en juego la margen derecha del río: el barrio de Gros, hasta entonces con muy pocos edificios -la mayoría talleres-. No obstante, al poco de aprobarse el ensanche de Cortázar dio inicio el carácter centrífugo de los elementos no deseados, que irán a la no-ciudad: al espacio no planeado mediante ensanche y prácticamente sin habitar que eran los arenales de Gros. Se intentó situar en lo que sería el barrio de Gros equipamientos de interacción social no deseada en el ensanche Cortázar: un cementerio, un hospital y un matadero, que afectarán a los terrenos donde se erigirá el barrio de Sagüés.

3.1.- Las interacciones sociales no deseadas

Los terrenos de arenales y marismas que componían la mayor parte del área llana en el término municipal de San Sebastián: Antiguo, Amara y Gros, tuvieron en este último enclave como centro de interés municipal por ubicar elementos que se percibían como no deseables en cercanía en un área de expansión urbana (y económica). Para ello Gros reunía ciertas características:

  • propiedad privada (única, además) en una inmensa proporción (José Gros)
  • mayor asentamiento como terreno por ser arenas estabilizadas y parte baja de ladera de colinas
  • cercanía relativa a la ciudad antigua y al espacio de crecimiento, lo cual no dificultaba los desplazamientos necesarios

La propiedad de los terrenos de José Gros provino de la venta municipal de estos arenales de la margen derecha de la desembocadura del río Urumea -a partir del puente de santa Catalina- con vistas a su completo asentamiento por medio de la fijación de las dunas y el plantado de vegetación. Además significó la posibilidad de venta de materiales (arenas y depósitos de aluvión) como materia prima para el relleno de los nuevos solares y viales en la ciudad entonces en expansión: los ensanches. La venta por parte del Ayuntamiento de San Sebastián a José Gros tuvo lugar en 1849 y fue base para un largo contencioso tanto con él como con sus herederos (Tomás Gros y Juan Iribas) que culminó en el convenio firmado en 1891 entre el Ayuntamiento y estos propietarios. La base de la reclamación municipal radicaba en la nulidad de los acuerdos, ya que podían haber estar comprendidos en las leyes de desamortización, según el Ayuntamiento.

La primera tentativa de asentamiento de un servicio urbano fue la del cementerio. El cementerio de San Sebastián era desde la epidemia de cólera de mediados de los cincuenta el situado en el cerro de san Bartolomé por quedar desbordado el existente hasta entonces en el barrio de san Martín, inaugurado en diciembre de 1813. En 1867, cuando ya se había aprobado el ensanche de Cortázar hasta la Avenida de la Libertad, el Ayuntamiento intentó hallar una localización que no interfiriera con los intereses inmobiliarios generales del ensanche y de la colonia de veraneantes frente a la playa, colindantes con el viejo cementerio y cercanos al nuevo. Todos estos intereses aconsejaban el traslado de un área comenzada a ser vista como no deseable dentro del ideal higienista y sanitario que esgrimían autoridades municipales, médicos y arquitectos. La corporación municipal intentó encontrar un lugar amplio, distanciado de zonas habitadas, en consonancia con las necesidades de la creciente población ciudadana prevista y que contuviera una distancia mínima entre sepulturas, que debían tener además una profundidad mínima determinada; además debería estar cercado con un alto muro, que lo separaría de los campos circundantes. El mecanismo previsto era el de compra, descartándose la expropiación.

El Ayuntamiento centró sus expectativas primero en los pertenecidos del caserío Merquezábal -en Puyo- el 17 de enero de 1866. Los propietarios (hermanos Antonio y Manuela Barcáiztegui), no obstante haber sido ellos los promotores, se resistieron, consiguiendo que no viera la luz el proyecto de cementerio desarrollado para este enclave por Eleuterio de Escoriaza. José Gros envió un ofrecimiento escrito el 22 de agosto de 1867 para situar el nuevo cementerio de la ciudad en los arenales de la Ulía, en un pinar al borde del mar: terrenos que cedería de forma gratuita. En lo que será con posterioridad el barrio de Gros se situaba el convento franciscano de Atocha, reconvertido en hospital militar -con su cementerio castrense, afectado por las mareas, sin muros y con entradas de animales- en primera instancia y en Misericordia después. Como consecuencia del ofrecimiento el 13 de noviembre dos expertos, miembros de la Junta de Sanidad -Manuel Maturana y Faustino Urdangarín-, presentaron un informe sobre las condiciones del terreno, haciendo hincapié en la naturaleza arenosa del terreno y las obras que era preciso efectuar para garantizar la mejor función del enclave. El terreno ofrecido por José Gros y analizado por los médicos -actuando como peritos municipales- se situaba al principio de la Avenida de Navarra, cercano al actual área de Sagüés, ya que se encontraba limitado al norte por los pertenecidos del marquesado de San Millán y por los de caseríos como Cemoriya; por el oeste lindaba con el mar. Empero, pocos años después el propio José Gros retiró el ofrecimiento del terreno para ubicación del cementerio general de la ciudad. El 10 de marzo de 1874 expuso en carta sus razones, mostrando sin ambages su interés urbanizador en la margen derecha del Urumea, "comprendiendo yo el gran partido que podría sacar de los terrenos que poseo por aquella parte" con vistas a urbanizar la línea de costa, en primer lugar para la colonia veraniega y, en segundo, para el resto de habitantes de la ciudad. Con el deseo de desarrollar urbanísticamente por él mismo la margen derecha del río de la misma forma en que lo estaba haciendo el Ayuntamiento en la izquierda, claramente la erección de un cementerio "destruiría por completo tan risueño porvenir (...) porque la vecindad de los muertos no solo no agrada, sino que perjudica á los vivos". José Gros terminaba su carta proponiendo ubicaciones alternativas, como Mundaiz, teniendo en cuenta que "acercarse demasiado á un Barrio ya existente, estorbaría la formación de otro nuevo comenzado ya". El 7 de abril de 1875 se efectuó la elección definitiva: Polloe.

El segundo de los servicios urbanos con proceso de asentamiento fue el hospital, que llegaría a construirse y permanecería en funcionamiento hasta el verano de 1960 -momento en que sus funciones fueron asumidas por el Hospital Provincial, entonces recientemente inaugurado en la Ciudad Sanitaria- y que, tras ser demolido, significó el ensanchamiento de la Avenida de Navarra y la creación de un parque.

La necesidad de disponer de un nuevo hospital fue señalada por una carta de la Junta de Beneficencia al Ayuntamiento -con fecha de 18 de junio de 1874- haciendo notar dos requisitos: que fuera independiente respecto de la Misericordia y que estuviera lo suficientemente aislado como para permitir la erección de departamentos de infecciosos. La antigua Misericordia se hallaba situada en el barrio de san Martín, en el ensanche de la ciudad de San Sebastián, en expansión en ese instante. El Ayuntamiento propuso seguir un plan que no pudo llevarse a término por dificultades de la hacienda municipal y por carencia de permiso de la autoridad superior: solicitud de permiso al gobierno para autorizar la enajenación de edificio de Misericordia y terrenos con vistas a destinar el dinero conseguido por ello a la nueva edificación. En 1877 se volvió sobre el asunto, haciendo notar el Ayuntamiento la mayor necesidad del pabellón de contagiosos, lo que condujo a que al año siguiente se presentara un proyecto -desarrollado por José Goicoa-. El emplazamiento previsto por el Ayuntamiento y por la Junta de Beneficiencia fue un pinar situado en la parte baja de la ladera del monte Ulía, propiedad de José Gros, quien se negó en redondo a la venta del terreno para instalar en él el pabellón de infecciosos. Esta dependencia sanitaria tenía un presupuesto para su levantamiento de 77.294 pesetas y fue declarada de utilidad pública, pero la protesta tanto de Gros como de otros vecinos paralizó el trámite, no llegando a desarrollarse el procedimiento expropiatorio.

Las gestiones para la adquisición de terrenos prosiguieron y en las cercanías de la primera opción elegida surgió la posibilidad de compra de terrenos de los pertenecidos del caserío Manteo (casa del Almirante Okendo), emplazamiento elegido por Goicoa y aprobado por Ayuntamiento y Beneficiencia. En este enclave se pretendía estuviera el Hospital, manteniendo la idea de la separación en funciones y localización con el Pabellón de Infecciosos, que se pretendía construir todavía en los pinares de José Gros. El alto presupuesto de 333.836 pesetas hizo que se estudiase una ampliación del hospital todavía existente en la Misericordia de san Martín, encargada al arquitecto Manuel de Echave, porque el Ayuntamiento era reacio a hacerse cargo de ese monto y porque la Beneficencia carecía de fondos. La aprobación vino el 28 de julio de 1880 con unas ligeras modificaciones: se suprimieron los pabellones extremos de las alas laterales y se prolongaron los dos pabellones de las fachadas principales, logrando que en un ala aislada se abriera el departamento de contagiosos.

El nuevo hospital -denominado desde entonces de Manteo (por el emplazamiento) o de san Antonio Abad- se construyó en una zona elevada, abierta a los vientos y cercano al mar, tras compra de los terrenos necesarios mediante la apertura de un expediente de expropiación. En 1882 Goicoa -una vez desechado el pabellón de contagiosos en el pinar- presentó un nuevo proyecto -con ligeras variantes sobre el anterior- que elevaron el presupuesto hasta las 576.102 pesetas, exceso que sería sufragado por el Ayuntamiento ante la imposibilidad de asunción por parte de la Junta de Beneficencia. La disposición del hospital según el proyecto definitivo adoptado por Goicoa fue el de pabellones paralelos alargados, distribuidos interiormente en torno a un espacio rectangular ocupado por los servicios. Las obras comenzaron en febrero de 1883 y el edificio se entregó el 4 de diciembre de 1886. Los terrenos del nuevo hospital y la apertura del camino de acceso alcanzaron una superficie de 18.682,29 m² y un coste de 31.807,67 pesetas.

El tercero de los servicios urbanos -y segundo en ser construido- fue el matadero municipal. Este matadero es básico para tratar de esclarecer lo sucedido en esta parte del barrio de Gros ya que duraría en funcionamiento una decena de años más que el vecino hospital de Manteo. El 11 de enero de 1972 el alcalde autorizó la apertura del nuevo establecimiento matadero (general frigorífico) en Martutene, lo que significó la clausura del obsoleto matadero, llamado de Cemoriya.

En 1815 el miembro de la Junta de Sanidad Manuel Sogorzal solicitó al Ayuntamiento de San Sebastián el adecentamiento de un lugar con vistas a establecer en él las labores de matadero, de la misma manera en que se hacía con anterioridad al incendio de la ciudad, dos años antes. Pedía "remover matadería del parage [sic] en que actualmente existe á otro en que con menos riesgo de la salud pública se haga la matanza del Ganado de la Provisión y tenga su desaguadero hacia la Mar". Con tal fin se construyó un edificio provisional en el mismo emplazamiento de antes del incendio, con un presupuesto de 8.580 rv. La ubicación de este equipamiento se mantuvo hasta el desarrollo urbanístico del ensanche oriental que obligó a la sustitución de matadero, mercado y pescadería allí existentes por los nuevos edificios de pescadería y mercado que se efectuaron con la eliminación de las casas adosadas a la antigua muralla y la apertura de las calles san Juan y Aldamar.

Sin embargo, la cuestión de ubicar un equipamiento de la índole de un matadero general de la ciudad llevaba ya varios años en estudio por parte de las diversas comisiones municipales así como de los técnicos. La labor urbanizadora en el nuevo ensanche oriental supuso la necesidad imperiosa de poner fin a las limitaciones de espacio y a la interacción no deseada con un elemento de claras consecuencias negativas para sus inmediaciones, sobre todo la actividad residencial burguesa de ensanche. En la sesión plenaria de 17 de noviembre de 1884 el arquitecto municipal José Goicoa expuso un informe que señalaba estas dificultades e hizo ver las dificultades de elección de emplazamiento una vez que no se encontraban terrenos con idoneidad suficiente, salvo los cercanos al monte Ulía, que precisaban de un estudio más exhaustivo. Goicoa calificaba a los mataderos como "establecimientos insalubres" e insistía en la insuficiencia manifiesta del matadero de La Brecha, que el ensanche situaba dentro de la ciudad y que había resultado idóneo en su momento por facilidad de salida de aguas y exposición a vientos. El arquitecto había examinado varias localizaciones posibles:

Aguas arriba en el río Urumea. Era una posibilidad de interés pero con interferencias con el ensanche: "San Sebastián ha de mantener el renombre que ha adquirido y pretende como debe hacerlo ser población de invierno por esa parte debe dirigir sus esfuerzos para la construcción de casas de recreo, parques &... y un establecimiento de esta clase podría ser una rémora para la prosecución de aquel plan tantas veces iniciado".

En el Antiguo, que estaba lejos de la población, pero con el inconveniente de estar afectado por la dirección de los vientos dominantes.

En los cerros que rodeaban a la ciudad, en los que "no deben en mi concepto colocarse edificios de este género".

En el monte Ulía -en un área colindante con el futuro emplazamiento- al que calificó de punto fresco y aireado, si bien señalaba dificultades, por lo que era preciso realizar un estudio exhaustivo y al que identificó como "al extremo del camino construido para las canteras de las obras de la Zurriola hay una ensenada que tal vez diera la superficie necesaria". En cuanto a las dificultades, resaltaba el difícil acceso, los peñascos enormes que lo rodeaban, las "vertientes rápidas de la montaña" y la necesidad de acceder mediante la creación de veredas y escaleras.

Al año siguiente se trató del ofrecimiento de unos terrenos vecinos a estos últimos, en la ladera de Ulía. El propietario era Manuel Ruiz de Eguino y Vergara, quien estaba dispuesto a su venta al Ayuntamiento mediante un precio de 5 pesetas el metro cuadrado. A finales de ese año la Junta de Sanidad examinó el lugar y emitió un largo informe -24 de noviembre de 1885- acerca del problema de los mataderos y la ubicación prevista. Los terrenos de Eguino -casería Semoroya o Cemoriya- se localizaban al S.O. del monte Ulía, "a pocos metros de distancia de la línea de plea-mar [sic] correspondiente a la ensenada de la Zurriola por su lado oriental", a seis metros de altura sobre el nivel del mar. El suelo y el subsuelo resultaban arenosos, de la misma constitución que los terrenos vecinos, careciéndose de un manantial cercano. La superficie de la parcela era desigual y su figura irregular. El terreno ofrecido se consideraba amplio y suficiente. A unos 100 m de distancia existían tres o cuatro caseríos y a unos 1.500 metros en línea recta se encontraba la ciudad. Se estudiaba exhaustivamente la interacción ciudad ( matadero por la influencia de bacterias y microbios: se consideraba acertada la elección. En la cercanía del emplazamiento se hallaba el hospital de Manteo, con su departamento de infecciosos -lo que motivaría la mayor parte de las reticencias y argumentos en contra-: la distancia entre ambos equipamientos era de 160m en línea recta, si bien el hospital se asentaba en un plano más elevado que el matadero. La influencia del segundo sobre el primero se minimizaba por esta diferencia de cota, por la disposición interior del hospital y por lo accidentado del terreno intermedio; empero se recomendaba que en los patios de Manteo no fueran de tierra suelta sino pavimentados.

La existencia del pabellón de contagiosos del hospital de Manteo fue el argumento que se señaló tanto en la comisión el 7 de abril de 1886 -propuso el traslado de este bloque por la segura incidencia de los microorganismos del hospital sobre el matadero- como en un escrito de los cortadores de la ciudad del 18 del mes siguiente. Estos se oponían también a la ubicación en Ulía por el calor del verano -acrecentado por las arenas-, por la ventilación insuficiente que tendría esa localización y por el traslado de lo sacrificado hasta la ciudad a través de una zona arenosa, que podría incidir sobre el estado de la carne que llegara a San Sebastián. En julio Goicoa presentó un segundo proyecto -modificando otro desarrollado un año atrás y que se muestra en los gráficos números 4 y 5- que se basaba en cuatro pilares:

  •  Mantenimiento del pabellón de sacrificio de cerdos en su ubicación de Arroca. Este matadero era vecino del lavadero del caserío Arroca, en la zona de Amara. Tenía unas dimensiones en planta única de 23m x 9,5m y estuvo en principio en alquiler a los herederos de Agustín Anabitarte.
  •  Necesidad de un matadero de ovino y vacuno por la expansión del ensanche oriental (que lo había rodeado) y por lo exiguo del espacio en él existente.
  •  Reducción del coste, con varios puntos a resaltar:
  •  Empleo de materiales más sencillos y útiles
  •  Eliminación de las viviendas de administrador e inspector (antes previstas por la lejanía de la ciudad)
  •  Carencia de establos, que podrían quedar sin uso (como aconteció en Bilbao) por no haber costumbre en la zona de emplearlos antes del sacrificio.
  •  Posibilidad de empleo de una fórmula flexible, con pabellones a adosar conforme se precisaran.

Goicoa fue consciente del previsto incremento del valor de los terrenos colindantes al nuevo matadero a pesar de que la función en ellos contenida no fuera agradable. Sostenía que "no contribuirá ciertamente á que se construyan chalets y palacios, pero sí tabernas y casas en que se instalen industrias que puedan vivir con la proximidad del matadero", por lo que solicitaba al Ayuntamiento que se hiciera cargo de los terrenos vecinos para previsibles ampliaciones y completar el proyecto, con contactos con los señores Sangarren, Eguino y Gros. Los costes más destacados eran: los muros -indispensables para "evitar las invasiones del mar"-, las acometidas de agua -que podrían aprovechar la cañería del hospital de Manteo y de la residencias de las Oblatas- y creación de un aljibe, las alcantarillas de salida al mar -de 300m en marea baja- y el camino de acceso -que podría aprovechar el de las canteras-.

Los carniceros siguieron en sus trece: oposición al lugar elegido por el Ayuntamiento. Pidieron en un escrito -4 de agosto de 1886- que se les ofreciera reparación de daños y perjuicios si se construía el nuevo matadero de la ciudad en el Antiguo. Los cortadores querían la Zurriola (la antigua, en el ensanche oriental) y para ello sugerían terrenos del castillo, en un lugar denominado Bardocas. Los arquitectos municipales a raíz de esta petición efectuaron un informe en el que señalaron la idoneidad de varios enclaves. Así, en este escrito del 2 de septiembre, estimaban a Bardocas como una ubicación excelente, con economía en su construcción, pero con dos graves inconvenientes: su titularidad militar y su internamiento en el mar, que exigiría costosos muros de salvaguarda frente al oleaje. Un sitio cercano lo constituían las últimas manzanas del ensanche oriental, frente al cuartel de san Telmo, pero lo elevado del coste de los solares necesarios le confería una gran dificultad de realización además de precisar un fuerte desembolso accesorio para realizar muros de protección frente al mar: en conjunto esta opción saldría más onerosa que la adquisición de los arenales del Antiguo -estimada en unas 51.000 pesetas-. Esta última posibilidad se asentaba en los pertenecidos del caserío Arrocachiqui, al pie del Monte Frío, en el extremo final del canal de saneamiento de los juncales del Antiguo y no lejos de la cárcel entonces en construcción; contaba con la oposición -además de la anteriormente expresada por los carniceros- de la Comisión de Obras (Arancegui y Reina) que veía perjudicial la salida de las aguas del matadero a la playa de baños y, con ello, a la ciudad. En la sesión plenaria del 24 de noviembre el alcalde señaló otra posibilidad: las orillas del Urumea. A pesar de mantener la discusión se aceptó el acuerdo con Ruiz de Eguino y se compraron los terrenos de Cemotiya.

El año 1887 dio inicio con la inexistencia de una localización adecuada para matadero a orillas del río Urumea mientras los vecinos propietarios de las nuevas construcciones del ensanche oriental arreciaron en sus protestas por el mantenimiento en su ubicación primigenia del viejo matadero de la Brecha. En la sesión plenaria del 9 de febrero en la que se discutieron estos puntos se mostró que Mundáriz [Mundáiz] poseía cierta idoneidad para soportar el matadero, pero a la vez se era consciente de las dificultades que habría -por oponerse sin duda a la construcción en las cercanías de sus propiedades- debidas a los propietarios Lasala y marqués de san Felices, a la mayor distancia -respecto del centro urbano del momento- frente a Cemoriya y a la necesidad de construir un camino de acceso. Además el concejal Laffitte señaló su intención de hacerse un chalet en esa zona y la decisión de construir en esa área el matadero elevaría el coste del terreno y le saldría más caro levantar ese edificio que pretendía. La elección más adecuada era Manteo (Cemoriya) y así se aprobó. Apenas diecinueve días más tarde de este pleno los carniceros volvieron a señalar su oposición a cualquier ubicación que no fuera Bardocas. A Cemoriya lo llamaban insalubre e infeccioso, rodeado de arenas movedizas que le daban mayor calor, lo que se notaría en la descomposición de sebo, tripería y desperdicios; la arena suelta impediría el oreo de las reses sacrificadas y la necesidad de aguas no se solventaba por las carencias del lugar. Las salidas, además, se verían dificultadas por cegamientos de la canalización debidos a la arena por la acometida del mar en la Zurriola. El mismo gremio volvió a la carga con un recurso de reposición el 26 de marzo de 1887 al sentirse agraviado y que aplazó unos tres meses las subastas de las obras hasta resolviera el Gobernador Civil.

La construcción de estos dos elementos de equipamiento expone una pauta centrífuga que aleja estas construcciones del centro de actividad social en el que antes se desarrollaban: es la especialización funcional del territorio inmediato al ensanche en función de las necesidades de los rectores del mismo. Las pautas de actuación higienista de finales de siglo eran incompatibles con las disfuncionalidades que mostraban estas labores en el centro de la ciudad de San Sebastián. El matadero antiguo además de estar rodeado de construcciones y carecer de aireación y salida de sus residuos estaba asentado en el punto más destacado de la vida social de la época: el extremo occidental del nuevo Boulevard, frente al solar donde se levantará el teatro Victoria Eugenia. Otro aspecto básico del matadero -que será con posterioridad tratado en un estudio de nuevas ubicaciones en 1925- es el traslado de las reses. Así, los animales que iban a ser sacrificados debían atravesar la totalidad del ensanche de San Sebastián en el caso de proceder del sur o del oeste -e, incluso del este, ya que no se había construido el puente del Kursaal y debían emplear el de santa Catalina-. Por todos estos aspectos la urgencia del Ayuntamiento era obvia: extraer el matadero del centro -carácter burgués, comercial y administrativo- y asentarlo en un enclave que además no afectara directa o indirectamente a la ciudad -carácter residencial, estacional y balneario-. En el caso del hospital la circunstancia era similar, con el mayor peso del componente inmobiliario, al estar localizado en el mismo edificio de la Misericordia, en el aún sin desarrollar (por problemas de reparcelaciones) ensanche de san Martín. La novedad que suponían los hospitales en el siglo XIX y su carácter asistencial -de asilo- a los que acudían todos aquellos que no podían sufragar un tratamiento en su propio domicilio se sumaba a la falta de espacio -absoluta (dimensiones del inmueble) y relativa (epidemias como las de cólera o tifus que existieron en esos años en la ciudad, junto con la guerra civil)-. Los nuevos descubrimientos médicos desembocaron en una cierta comprensión de la labor de los microorganismos y la necesidad de aislamiento, llevado a sus últimas consecuencias con temor, como ocurría con los nuevos pabellones de infecciosos. Hospital y matadero actuaron desde entonces como límites de un nuevo espacio en creación -el ensanche de Gros- y originarían problemas por la cercanía de solares ya desarrollados y de fincas a desarrollar en el futuro.

3.2.- El primer Gros: asentamiento informal y plan de ensanche de Goicoa

En la margen derecha del río Urumea había en la segunda mitad del siglo pasado unos cuantos edificios residenciales y algunos talleres y almacenes. La vía de acceso principal al barrio la constituía el puente de santa Catalina, el único puente que ponía en comunicación ambas márgenes fluviales y que recibía este nombre por el barrio extramural anteriomente allí situado, con la iglesia y hospital varias veces destruidos por los asedios militares. Este puente era de madera y fue sustituido por uno de piedra -con diseño de Antonio Cortázar- en 1872 gracias a fondos de la Diputación Provincial, por lo que se aseguraba contra posibles incendios o desastres naturales el tránsito hacia Pasajes e Irún. Su sección era de 12m, con 7m para el tráfico rodado.

La venta de los arenosos terrenos de esta margen por parte municipal a José Gros para fijar las arenas y hacer aprovechable el área trajeron, como se ha señalado, un largo trámite judicial sobre la valía de los acuerdos de compraventa. Los primeros edificios residenciales que se construyeron en el nuevo barrio estuvieron destinados al segmento obrero de población que no podía costearse los alquileres en las nuevas residencias del ensanche e, incluso, de la parte vieja de la ciudad. Después recibirían la demanda de las clases medias. No obstante, en el último cuarto del siglo pasado los pocas construcciones en él levantadas pertenecían al grupo de talleres, fábricas, almacenes y barracas, tales como Múgica, Lembicicoa, etc, situadas en los primeros solares que aparecían una vez se hubiera sobrepasado el puente de santa Catalina. El resto eran arenas y terrenos de labor. Las arenas, además del uso como relleno en los solares de los ensanches, tuvieron un importante uso como complemento edáfico para la labor agrícola de los caseríos de la comarca lo que con posterioridad, una vez dio comienzo la edificación en ensanche, trajo ciertos problemas por la contradicción entre construcción de edificios, extracción de arenas y mantenimiento de la playa. Los terrenos de labor pertenecían a caseríos, sitos la mayor parte en el área de Ategorrieta - Ulía, en las cercanías del nuevo hospital de Manteo. Finalmente, y con carácter testimonial, existía alguna casa de campo. La vía pública básica -y casi la única- era la carretera que, desde el puente, se dirigía hacia Pasajes: la actual calle Miracruz.

Los trámites para conseguir la autorización municipal para urbanizar mediante plan de ensanche en Gros dieron inicio en el año 1881. Esta urbanización se desarrolló en tres etapas, claramente visibles al observar el trazado del viario en este barrio de San Sebastián: el primer Gros -con solares ordenados en manzanas trapezoidales-, el ensanche del Kursaal -con una estructura viaria y de manzanas que prolonga el esquema del ensanche Cortázar- y el de Gros-Ategorrieta.-que a su vez continúa con la estructura de la línea de costa del primer ensanche de Gros- El ensanche de este barrio no culminó hasta finales de los años setenta de este siglo, con la demolición de la Plaza de Toros del Chofre y la urbanización de esa área tras derruir el cerro allí existente.

El Ayuntamiento fue consciente de la necesidad de poner en el mercado nuevos solares (en este caso al otro lado del río del lugar por donde crecía la ciudad), con una mayor laxitud en sus especificaciones de gestión, tanto por el contencioso sobre la titularidad sobre los terrenos como por el segmento al cual destinar las construcciones a erigir allí. Así la sesión plenaria del 7 de febrero de 1881 trató en dos de sus puntos esta posibilidad, preparando las bases para el desarrollo de un concurso que Goicoa, como receptor del encargo, presentó el 5 de enero de 1886 con la denominación "Proyecto de Ensanche Oriental" y con la premisa de que "las calles tendrán una anchura mínima de 10m y se dividirán en tres órdenes". No obstante, los intereses de los propietarios -Tomás Gros y Juan Iribas, como herederos de José Gros- se mostraron en oposición por la cercanía del ensanche al hospital recientemente inaugurado de Manteo y tratarían de solventar ciertos puntos que no les parecían idóneos, como la situación de los caminos, las huertas, las vías a desarrollar y el emplazamiento de edificios públicos.

El concurso para el nuevo ensanche tuvo lugar el 18 de diciembre de 1888 aunque solo acudió un proyecto -denominado "Ichaso-Aurrian"-, debido al arquitecto Luis Aladrén, coautor en 1882 junto a Adolfo Morales de los Ríos del Casino de San Sebastián, actual Ayuntamiento. Aladrén acudió al concurso con los únicos plano, memoria y bases para un proyecto de ordenanzas presentados para el concurso de Gros. La Comisión de Obras le otorgó un accésit de 1.000 pesetas el 17 de mayo de 1889 por encontrar ciertas deficiencias que había de solventar, como la Gran Vía propuesta, la rotonda que aparecía inserta en la plaza cuadrada, la inexistencia de hotelitos al borde del mar con jardines en su vertiente meridional o los derribos de edificios existentes que había que realizar para desarrollar el plan. La misma Comisión añadía el carácter previsto para el barrio, ya que "hay que tener presente que no se trata del ensanche de una ciudad, que ya la de San Sebastián tiene el suyo, sino de un barrio que aun cuando va adquiriendo cada día mayor importancia, no puede nunca pretenderse que sea superior a la Ciudad. Así, pues, en la construcción de los edificios debe haber alguna mayor libertad que en la Ciudad".

La zona urbanizada en el plano de Aladrén (ver gráfico nº 6) quedaba separada del mar por un muro de costa -nuevo- que terminaba en otro muro recientemente levantado como protección del matadero de Cemoriya. Como ejes viarios contaba con dos calles rectoras, bifurcadas al atravesar el puente de santa Catalina: a la derecha la carretera a Pasajes y a la izquierda una avenida ajardinada que conducía hasta otra vía perpendicular, aproximadamente a la mitad del área de ensanche. Las manzanas y la nueva avenida planeada discurrían paralelas al muro de costa. La topografía anterior mantendría un elemento testimonial, una meseta, precisamente donde se levantaría la plaza de toros del Chofre. Los edificios existentes se reducirían con este plan a la primera manzana una vez sobrepasado el puente: el resto sería eliminado. Los equipamientos públicos previstos eran un gran jardín en plaza circular, un mercado tangente con la meseta a mantener y una iglesia, alejada del centro del ensanche (y, como se recalcará por parte municipal, también de las primeras manzanas del mismo, las primeras en ser ocupadas). Los patios tendrían un mínimo del 10% de la superficie del solar, una vez deducida la parte del patio común de manzana (artículo 5º). El número de pisos no podía superar el de cuatro, quedando a disposición de la propiedad el disponer de entreplanta o mansarda, pudiendo incrementar libremente la altura de las plantas a partir de su altura mínima, con vistas a una mayor libertad compositiva, quedando sin señalar alturas máxima a cornisa o a cumbrera, como se expone en la tabla número 7.

Las deficiencias del plano propuesto en afecciones sobre edificaciones existentes, tales como carecer de articulación viaria, no situar un área destinada a edificar hotelitos con jardín para la colonia estacional en la orilla del mar y no ubicar adecuadamente a los edificios públicos señalados -en especial la lejanía de la iglesia- significaron se diera inicio otra vez la tramitación para la realización del ensanche en Gros mediante la fórmula de concurso de plano de ensanche. Este hecho fue acelerado por medio de la firma de un convenio entre los herederos de José Gros -Tomás Gros y Juan Iribas- y el Ayuntamiento de San Sebastián, con vistas a transformar el área de dunas en una "hermosa planicie a orillas del mar". La Comisión de Obras del 8 de mayo de 1891 dio su aprobación del convenio de desarrollo y la sesión plenaria municipal del 22 de junio le dio la validez definitiva. Gracias a este acuerdo se pretendía poner un orden racional mediante la fórmula de ensanche a esta margen del Urumea que se estaba desarrollando por medio del levantamiento de construcciones sin orden alguno, básicamente a causa de la implantación de pequeñas industrias. Además esta zona de San Sebastián había facilitado a los Ensanches Cortázar y Oriental 900.000 m3 de arenas en los cinco años previos a la firma del convenio.

El "Proyecto de bases para la urbanización del barrio llamado de Gros" -como fue denominado en el pleno del 22 de junio de 1891- significó el compromiso de Gros e Iribas de realización de un muro de protección frente a las embestidas del mar desde el puente de santa Catalina (finca de Bermejillo, en actual paseo de Colón nº 2) a Ulía (matadero de Cemoriya) en un plazo máximo de cuatro años (base segunda del acuerdo), la cesión de los terrenos necesarios para la apertura de viales y edificios públicos -salvo la iglesia- mediante un precio de 2 pesetas el metro cuadrado (base tercera) y la facilitación gratuita de los materiales para los rellenos por parte de los propietarios (base sexta). Con 770m de longitud, las obras del muro dieron comienzo el 16 de julio de ese mismo año, sirviendo de base para la configuración de un "hermoso paseo en toda la línea de la playa con una anchura de 18,00m [que] será uno de los grandes atractivos que presente este barrio". En este paseo se levantaron hoteles de veraneantes con jardines en sus fachadas al sur, sirviendo de base para la alineación el resto de las manzanas. Con esta orientación se protegía a estas edificaciones y a la totalidad del barrio de los vientos del NO. El paseo se asentaba aproximadamente sobre la misma alineación del muro de costa desarrollado por Aladrén en el proyecto que no fue aprobado. El plano de Goicoa (ver gráfico nº8) ofrecía tres elementos claves:

* ubicación de edificios públicos

* mantenimiento de construcciones existentes, regularizando manzanas y reduciendo el número de demoliciones

* construcción de unas nuevas manzanas de edificios entre medianerías a levantar en el futuro.

En el primer aspecto ubicaba escuelas e iglesia en un área más cercana al puente que la elección de Aladrén. Al dejar Goicoa como viales principales la calle Miracruz -carretera a Pasajes- y el nuevo paseo marítimo, desarrolló unas calles a partir de estos elementos que eran perpendiculares al muro de costa, ya que desde el puente hasta esta calle de la iglesia se mantenían -si bien regularizándolas- las construcciones ya erigidas. Esta calle (actual calle Padre Larroca) "llevará portadas en sus lados de modo que formará un agradable paseo para la estación de invierno, facilitará el acceso a la Iglesia y escuela, y será el centro de reunión y de refugio en los días lluviosos, tan frecuentes en esta costa". Las construcciones previas a la firma del acuerdo se reducían a la caseta de aduanas (sobre el jardín colindante con el edifico La Equitativa), el chalet de Bermejillo (solar de paseo Colón nº 2), casa de José Gros (calle Miracruz nº 2 y plaza de Euskadi) y pocos edificios más (talleres y almacenes, sobre todo) entre la calle Miracruz y la vía férrea a Irún, y las calles Iparraguirre, Nueva y Dunas; Goicoa asimismo dibujó un plano con la consignación de los edificios que debían subsistir. Cuando se aprobó la ley reguladora del acuerdo -7 de junio de 1894- adelantaron 30.000 pts. los señores Gros e Iribas, 15.000 ptas. Urcola y Cía. y 25.983,55 pts. Ramón Elorrio y José Gamboa para el derribo de edificios como la fábrica Lembicicoa, con vistas a regularizar alineaciones, levantar el muro y construir la iglesia. Por último, los nuevos edificios consistían en dos manzanas de casas medianeras con patio central -separadas del mar por las línea de hoteles de veraneantes frente al mar- que debían llegar hasta el matadero de Cemoriya y el hospital de Manteo. Estas dos manzanas limitaban con la colina del Chofre y el área rural de Ategorrieta, que se mantenía en su integridad, así como el camino de acceso al hospital desde la actual calle Gloria.

El programa concurso de planos fue aprobado el sesión el 16 de mayo de 1893. El ganador -que sería Goicoa- recibiría un premio de 500 pesetas (punto 3º de las bases). La escala sería de 1:2.000 (punto 6º). La memoria debería incluir ordenanzas por anchura de las calles (punto 10º): el primer orden con calles de más de 15 metros de latitud, el segundo con una anchura entre 12m y 15m y el tercero con menos de 12m. La altura máxima a desarrollar sería de 20m para el orden primero, quedando comprendida la cornisa en esta altura; con un número máximo de pisos de cuatro. Para el segundo orden la altura no podía exceder los 17m con tres pisos y, para, el tercero la altura llegaría como máximo a los 15m, si bien "sólo se consentirán calles de tercer orden en aquellos puntos en que por respetar las construcciones existentes fuesen de absoluta necesidad. En general ninguna calle nueva tendrá menos de 10m de ancho" (base 12). La decisión municipal, favorable a lo propuesto por Goicoa, fue tomada en pleno el 16 de octubre de 1894. Las ordenanzas (ver gráfico nº9 y tabla nº8) eran distintas de las aprobadas cinco años atrás para el ensanche Cortázar por la "conveniencia de atenuar para aquel barrio el rigor de algunas disposiciones que se aplican al resto de la Ciudad" y se añadieron como artículo específico de Ordenanzas de Edificación en Gros con el número 93. A este artículo le seguían las disposiciones sobre "Construcciones fuera del Ensanche y dentro del límite jurisdiccional de esta ciudad", que se mantenían sin modificación alguna. Deben reseñarse dos puntos: el octavo (que hacía mención a las arcadas a construir en la calle Padre Larroca) y el noveno (referido a las villas u hotelitos frente al muro de costa). En el primer caso los edificios deberían seguir las pautas de altura, decoración y construcción que determinara el ayuntamiento, siguiendo lo acontecido con las plazas de Guipúzcoa y del Buen Pastor. Este aspecto fue base para una fuerte controversia con los propietarios de los solares, que consiguieron su total anulación al cabo de bastantes años de contencioso. En el segundo (manzanas entre paseo Colón y calle Zabaleta) se repetía lo establecido para la calle Zubieta y paseo de la Concha: villas con retirada de la línea de solar (10m en fachada sur para jardín y 5m en fachada norte, con posibilidad de levantar terraza), excepto en las dos primeras manzanas (esquina con calle Miracruz y antigua calle de la Rampa). Las ordenanzas también impedían levantar sobre cornisa más elementos que los ornamentales, obligaban al empleo de sillería hasta el primer piso (a no ser que se retranqueara 2m el edificio, con lo cual solo sería obligatorio hasta el zócalo) y permitían construir "viviendas aisladas y jardines, que no podrían cerrarse con tapias o tablas" y fábricas y almacenes, cuyas condiciones se fijarían más adelante, no estando obligados al empleo de piedra sillería.

El plan de ensanche de Gros se fue desarrollando de forma progresiva, si bien su ritmo no era tan alto como el que se seguía en el ensanche Cortázar. El tipo de edificio empleado fue la casa medianera en solares regulares de tipo generalmente ortogonal en manzanas con patio abierto. Se completó el espacio comprendido entre el puente de santa Catalina y la Gran Vía, con ciertos problemas puntuales, que hicieron referencia a la calle padre Larroca y la negativa de los propietarios de los solares de construirlos conforme a las especificaciones municipales obligaban o el mantenimiento de algunos almacenes y talleres en solares que serían desarrollados conforme se fueran trasladando esas industrias. Sobre este ensanche intervendrían tres modificaciones: el ensanche de Kursaal, -que lo encerraría dejándolo sin acceso directo al mar-, el ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta -que lo prolongaría, regularizándolo, hacia el este- y la construcción de edificios destinados a vivienda obrera, colindantes con la vía férrea y la Misericordia, por un lado, y con el matadero de Cemoriya (Sagüés), por otro.

3.3.- El plan de ensanche del Kursaal: la ocupación intensiva de la margen derecha del Urumea

El trámite del ensanche del Kursaal -como tal ensanche- dio comienzo en 1909 con la concesión del Ayuntamiento de 12.000 m² de terreno a un tal Mr. Vogel para construir y explotar en la margen derecha del río Urumea un Kursaal marítimo con arreglo a ciertas bases como la construcción de un puente y un muro de encauzamiento. No obstante, este proceso era heredero de la concesión que el Ayuntamiento en el siglo pasado realizara a Berasategui, la cual finalmente, tras estar en manos del marqués de Salamanca, pasaría a la Sociedad Inmobiliaria de San Sebastián. Este ensanche oriental sobre la margen derecha del río nunca se llevó a efecto y una vez se hubo finalizado la labor de venta de los solares en el ensanche oriental de la margen izquierda por parte de la Sociedad Inmobiliaria de San Sebastián esta compañía dejó de existir y, por tanto, de llevar a efecto la prolongación de la labor urbanizadora por la margen opuesta del río. Como resultado de esta situación, algunos propietarios del ensanche intentaron pasara a ellos la concesión, intento que no fructificó. La concesión volvió por caducidad a manos municipales tras la publicación de una R.O. de 7 de abril de 1907.

En 1895 (antes de su desaparición) la Sociedad Inmobiliaria de San Sebastián presentó planos modificados de su concesión, centrados en la margen derecha. En concreto, su intención era hacer valer su derecho como concesionario, recordando el plano del ingeniero Lagasca para Berasategui -que comprendía ambas márgenes- y exponer dos nuevos planos, que incluían una plaza circular en la nueva área a urbanizar (ver gráfico nº 10). Estos planos contenían un nuevo puente -prolongación del Boulevard- y significaban la colmatación urbana de la totalidad de la superficie de arenas de la Zurriola según la bajamar, lo que originaba que el matadero de Cemoriya ya no estuviera en la línea de costa. Este nuevo ensanche partía del muro de costa de Goicoa junto al puente de santa Catalina para internarse en el mar siguiendo de forma paralela el muro izquierdo (Pº República Argentina), final de la desembocadura del Urumea. En cuanto al viario, significaba yuxtaponer la prolongación del Boulevard hacia el nuevo ensanche hasta una intersección con la Gran Vía -situada por Goicoa-, resuelta mediante una plaza circular. Desde esta glorieta hasta el monte Ulía se proseguía con la alineación del muro de costa de Gros. Desde la plaza circular hasta el río se adoptaban manzanas trapezoidales por la dificultad de combinar ambas estructuras viarias. El destino era la construcción de hotelitos de veraneantes.

Pero esta margen del río no se urbanizó y el ayuntamiento pensó en ejecutar por sus medios este ensanche dando inicio con las obras del muro, que se ejecutaría utilizando la línea de pleamar -no la de bajamar, como se proyectó anteriormente- con la intención de ganar seguridad en los terrenos ganados frente a los embates marinos. El 22 de noviembre de 1909 Vicente Asuero -actuando como representante de un tal Mr. Vogel, de Londres- se comprometió mediante concesión del ensanche de 120.000 m² y un Kursaal marítimo a dos cosas: la construcción de un nuevo puente, como prolongación del eje viario del Boulevard, y de un muro de encauzamiento desde el puente de santa Catalina hasta el Kursaal; para ello adjuntaba a la memoria propositiva un proyecto básico de puente y el compromiso de costear hasta un máximo de 500.000 pesetas para este fin, sobre un total estimado de obras de 1.200.000 pesetas. En principio esta declaración de intenciones fue considerada de manera positiva por los técnicos municipales. Alday y el ingeniero de obras señalaron en informe el 13 de diciembre de 1909 que gracias a esta propuesta "se consiguen, pues, dos beneficios grandes: tener un nuevo edificio de recreo, y obtener en breve plazo y con pequeños desembolsos gran cantidad de terrenos, que desde luego, es de esperar, tendrán bastante valor, porque, como decimos [sic] anteriormente, el Kursaal hará crecer rápidamente las edificaciones en aquel barrio contribuyendo al mismo fin el puente que proponen construir, por dar mayor facilidad de acceso". También declararon idóneo el emplazamiento del edificio Kursaal, que de acuerdo con el artículo 23 de las ordenanzas estaba inserto como edificio único (carácter público) en una manzana específica, en vía de primer orden. Hicieron notar ciertas reticencias ante el material planteado en la construcción del puente (el hormigón armado) e indicaron una sección de 10m para calzada y 4m de acera, quedando su conservación en manos del concesionario durante 5 años.

El año 1910 cambió por completo el desarrollo previsto de este área. El 20 de mayo de ese año se retiró la propuesta de Vogel como resultado de ciertos problemas sobre las condiciones de concesión. El 16 de julio se presentó otra propuesta, debida a Léon Malleville, Constant Guillet y M.M. Oger d'Elbok, con unas miras más amplias que convencieron rápidamente a la corporación municipal. Se proponía levantar no sólo un Kursaal sino vitalizar la playa de la Zurriola y el barrio de Gros, "barrio triste, silencioso y apenas visitado por falta de actividad humana, construyendo al propio tiempo que la Kursaal alegres villas, preciosos chalets y grandes hoteles que den vida, animación y alegría á ese Barrio que en breve plazo puede llegar á ser el más encantador de San Sebastián". La pretensión de este grupo empresarial era la constitución de un barrio aristocrático por medio de un desembolso de 10 millones de pesetas (4 millones para el muro, puente y Kursaal, 6 millones como pago de los terrenos de ensanche y construcción de chalets, villas y grandes hoteles: "refugio y recreo al turista adinerado"), enlazando con la concesión de Vogel (29/12/1909 y 6/04/1910) y previendo la cesión en venta de todos los terrenos enajenables o vendibles. A partir de aquí la tramitación siguió un ritmo rápido. El letrado municipal le confirió su simpatía, al igual que los técnicos, quienes señalaron la obligatoriedad de diseño previo de un nuevo plano de ensanche. En agosto el pleno del día 3 acordó señalar el precio de 50 pts./ m² para el terreno enajenable y el del día 31 la aprobó las "Bases definitivas para la concesión definitiva de aprovechamiento de terrenos aguas abajo del Puente de Santa Catalina" que entre otros conceptos incluía un depósito provisional de 50.000 pts. en metálico y la excepción del requisito de subasta y concurso público. En total se ganaba al mar una superficie de 222.148 m² (el Ayuntamiento de San Sebastián participaría con 111.074 m²). El 18 de marzo de 1911 la concesión pasó a una nueva compañía, la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián -presidida en su consejo de administración por Rodrigo Figueroa, duque de Tovar- dando comienzo a las obras.

La construcción del muro fue problemática por diversas circunstancias. Primeramente se desarrolló en dos fases: desde el puente de santa Catalina hasta el futuro puente del Kursaal y desde éste hasta el punto exterior. La primera se completó en 1912 y la segunda no se replanteó hasta 1914, modificándose dos años después con la prolongación hasta Cemoriya. En primera instancia el muro se adentraba aún más en el mar; en un segundo proyecto esto se modificó. El problema se trasladó a la playa, que significó se produjeran fuertes movimientos de arena en una primera fase y una gran dificultad para su formación en la segunda. El segundo tipo de dificultades vino determinado por la Primera Guerra Mundial, que significó la carencia de suministros auxiliares y con ello la renovación del contrato hasta 1916, prórroga que estaba prevista en el artículo 35 del contrato, ya que no se contaba con material de draga o grúas. La Guerra Europea significó además un cambio en el accionariado de la Sociedad, que tenía su sede social en la sede del Banco Guipuzcoano. El capital francés se retiró y fue sustituido por capital español en 1917 -sobre todo donostiarra- encabezado por Miguel Imaz, quien había sido contratista de la primera fase del muro. El tercer grupo de contratiempos se derivó de la muerte del ingeniero jefe de las obras (el francés E. Bartissol), lo que llevó a la finalización de las obras del muro en 1917.

En primera instancia se planeó realizar un área urbana con manzanas muy irregulares y calles de 12 y 20 metros de anchura sobre el terreno ganado al mar. La presentación del plano general (25 de marzo de 1915) contemplaba 230.000 m² en ese ensanche con la idea de procurar "solucionar el problema de las casas baratas". con alquileres mínimos de 300 pesetas anuales. El fin de la reforma consistía en regularizar las manzanas de casas "dando mayor superficie a los solares vendibles", que pasaban de 37.916,50 m² a 38.336 m². El nuevo ensanche se regiría por las ordenanzas generales de la ciudad, con calles cuya anchura era de 12m y de 15m. Además se indicaba la retirada de la fachada de los edificios de la línea de solar y la obligatoriedad de dejar como jardín el 50% de la superficie de la finca.

Los grandes temporales que se sucedieron en el invierno 1915-1916 afectaron -mediante derribos- al muro de costa y a la nueva playa -por carencia de aporte de arenas- y se tradujeron en conflictos por la extracción de arenas que realizaban de manera tradicional los caseros labradores que, a raíz del problema, debieron efectuar esta labor extractiva no de la playa de la Zurriola sino de la desembocadura del río Urumea. Por todo este cúmulo de problemas y por la finalización de los plazos concertados en el primer convenio se firmó un segundo el 27 de septiembre de 1916. En este acuerdo se adoptaba la conocida como "solución Bartissol" para el muro de costa, con los siguientes puntos destacados:

  • (nº7).- un plazo máximo de tres años para la finalización del Kursaal y del puente
  • (nº11).- un período de diez años de mantenimiento del puente a cargo del concesionario
  • (nº14).- un límite de seis meses para que el ayuntamiento formara un nuevo plan general del nuevo ensanche, con vistas a su aprobación a la mayor brevedad
  • (nº15).- el plano de ensanche se elaboraría oyendo las peticiones debidas a la Sociedad del Kursaal: 60.700 m² de superficie máxima edificable, además de los 12.000 m² del Kursaal (nº15-a) con tipología edificatoria de villas, chalets y grandes hoteles (nº15-b)
  • (nº17).- se consiguen en el nuevo ensanche siete parcelas

El resultado de la firma de este convenio fue la eliminación de la antigua línea de costa (las "protestas y notas relativas a la supresión de la playa de Gros y ciertas servidumbres", como las denominó un demandante) y la creación de un centro de ocio, espectáculos y juego, en competencia sobre los ya existentes. A pesar de la controversia en enero de 1917 se vendieron los primeros solares. El alcalde accidental Navas escribió a Ministerio de Fomento la respuesta a las alegaciones de "La Perla del Océano" y del marqués de Camarasa y consortes en los siguientes términos:

En cuanto a la pérdida de vistas de los hoteles sitos en el paseo de Colón, les replicó con "quedará compensado con exceso por el mayor valor que han de adquirir esos edificios al encontrarse situados en el centro de uno de los barrios mejores de la Ciudad".

En cuanto a la supresión de la playa y al empobrecimiento de San Sebastián, les refutó con "lo que no creemos, puesto que los visitantes no acuden hoy a la Ciudad por los atractivos que pueda ofrecer esta playa, que hoy día sólo proporciona á los bañistas molestias y peligros, mientras que una barriada moderna, elegante y extensa constituirá siempre una positiva riqueza".

En cuanto a una disminución de la superficie edificable, no había lugar "porque no dejando apenas espacio a la edificación no existiría ya motivo para que el municipio efectuara grandes dispendios sin verdadera utilidad práctica para la Ciudad".

En 1920 se firmó otro contrato, ya que el anterior acuerdo finalizaba en este año. Significó una ligera variante, con reuniones entre letrados de ambas partes. Esta modificación fue la que se siguió para levantar el nuevo edificio del Kursaal y dar forma al actual barrio: supuso una modificación enorme sobre los presupuestos anteriores de ensanche. El Kursaal se desarrolló de igual manera que otros ensanches de la ciudad: levantamiento de un muro perimetral, desecación mediante rellenos de los terrenos ganados y, finalmente, construcción de edificios, pero con la salvedad -a partir de este convenio de 1920- de significar el aprovechamiento intensivo de los terrenos ganados. Se sustituyó la tipología edificatoria, se concentró toda la actividad constructiva en una zona denominada "primera fase" y se incluyó en las ordenanzas de edificación generales de la ciudad. En cuanto a los solares, se intercambiaban 2.000 m² con el Ayuntamiento (con una opción de compra de esta superficie a 118 pts./ m²), se veía que la altura pretendida a los suntuosos edificios -entre medianerías, ya que no serían villas- sería excesiva para la anchura de las calles y la Sociedad se mostró conforme en "uniformar [sic] las construcciones con arreglo a las Ordenanzas Municipales, aplicables ya, según no muy antiguo acuerdo del Ayuntamiento a todas las edificaciones del barrio de Gros y propone la modificación del artículo 13 de las Ordenanzas de Edificación a fin de que las casas del ensanche que tengan 22m de fondo puedan tener en su extensión la altura correspondiente a las calles de 1er. orden, si lindan por uno de sus lados con calles de orden inferior". El proyecto de contrato contenía, entre otros, los siguientes puntos:

  • (nº3).- En el solar K -triangular, entrante al mar-se levantarían el edificio Kursaal y un gran hotel u otra edificación urbana (aspecto novedoso).
  • (nº5).- El puente estaría finalizado en 1920.
  • (nº6).- El Kursaal estaría terminado a los tres años de la recepción provisional del muro, en la primera zona del ensanche (de R.M. Lilí a Gran Vía).
  • (nº7).- Los muros tendrían una garantía de 10 años.
  • (nº8).- Una vez finalizado el período de garantía el Ayuntamiento tendría que hacerse cargo de los gastos.
  • (nº9).- El puente tendría una garantía de 10 años.
  • (nº12.- La Sociedad construiría una nueva carretera a Mompás, como primera fase de una comunicación con Pasajes por la costa.
  • (nº15).- El plano del nuevo ensanche se realizó de mutuo acuerdo, ampliándose las calles y disminuyendo la superficie de solares (de 72.700 m² a 70.700 m²). Las calles eran de 35m, 20m y 15m de anchura. Las edificaciones seguirían las Ordenanzas de Edificación en perfiles, alturas, etc., salvo la modificación reseñada de solares en esquina por el fondo de solar en 22m.
  • (nº16).- La totalidad de la superficie edificable era propiedad de la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián: los pagos de compraventa de solares, hasta la recepción provisional, se depositarían en los bancos de San Sebastián y Guipuzcoano, con notificación al Ayuntamiento.

La Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián construiría además los colectores y alcantarillado del ensanche, tendría el monopolio de la concesión de establecimientos similares al Kursaal durante 30 años y conseguiría que no fuera gravada con impuestos que no fueran de consumo. El nuevo plano (será mostrado en el gráfico nº15, en el plan de Machimbarrena del año 1924), tras acuerdo de ambas partes, dividió el ensanche en una primera zona hasta la Gran Vía y una segunda desde esta calle hasta la punta de Mompás. La nueva estructura urbana carecía de articulación con el ensanche de Gros cuyas calles, anteriormente perpendiculares a la vieja línea de costa, quedaban cegadas en su perspectiva hacia el mar. Las nuevas manzanas proyectadas prolongaban las alineaciones desarrolladas en el ensanche Cortázar actuaban como un tapón frente al primitivo ensanche de Gros, debido a Goicoa. Por otro lado la prolongación del Boulevard, que estaba constituida por el nuevo puente y por la avda. de la Zurriola, finalizaba en la intersección con la Gran Vía, en una perspectiva visual cerrada que significaba asimismo la culminación de la primera fase del nuevo ensanche. Más adelante se prolongaría esta avenida, a costa de parte de tres de las manzanas orientales (no urbanizadas, lo que sería futura playa, anterior a la actual), hasta finalizar en una rotonda de intersección con la avda. de Navarra, en las inmediaciones del matadero de Cemoriya.

El puente del Kursaal se abrió provisionalmente al tránsito en 1920, tras unas obras iniciadas tres años atrás. Fue inaugurado en agosto de 1921 tras la realización de modificaciones en barandado y ornamentación y entregado entonces por la empresa concesionaria al Ayuntamiento. En 1920 dieron inicio las ventas de terrenos, frente al Kursaal y al río, y se dio comienzo al desarrollo intensivo de este nuevo ensanche.

4.- EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA OBRERA EN SAN SEBASTIÁN: LA CONSTRUCCIÓN DEL BARRIO DE SAGÜÉS

4.1.- Las ordenanzas de edificación de 1900 y 1917

La construcción del barrio de Sagüés estuvo directamente vinculada a las posibilidades de edificación que se permitían sobre los terrenos en los cuales se asentó. De la misma manera, las condiciones de alturas y número de pisos que se levantaron en esos edificios estaban regidas por los contenidos de la ordenanzas de edificación. En epígrafes anteriores se han expuesto las ordenanzas que rigieron las construcciones en los ensanches del centro de la ciudad (Cortázar y sus ampliaciones) y en Gros. Las nuevas ordenanzas de edificación que vieron la luz en 1900 siguieron relegando en compartimentos estancos los contenidos para cada zona de ensanche. Hasta 1917 no se elaboraron unas ordenanzas conjuntas para San Sebastián, es decir, para todas aquellas partes de la ciudad gestionadas mediante el sistema de ensanche (Cortázar y Gros). A estas nuevas ordenanzas integradoras se les sumarían ciertas condiciones de modificación con vistas a incrementar la superficie edificable por solar mediante la configuración de un perfil con "piso económico", es decir, el incremento en una planta más en el número de plantas a edificar sobre cornisa, dentro del mecanismo económico común en la época de alquiler de espacio residencial. Estas viviendas, con alquiler tasado -teóricamente- por el ayuntamiento inundaron desde entonces los ensanches de la ciudad hasta finales de la década de los sesenta del presente siglo en virtud de unas especiales medidas a favor de viviendas baratas que afectaron los ámbitos local y nacional merced a esta modificación de ordenanzas y a la configuración de la ley de viviendas baratas de la dictadura de Primo de Rivera.

Estas últimas ordenanzas decimonónicas dieron comienzo a sus trabajos previos en 1899 por medio del acuerdo plenario del 11 de julio que encargaba a la Comisión de Obras propusiera a los arquitectos desarrollaran un nuevo cuerpo articulado. Elizalde, Cortázar y Goicoa vieron una interpretación dudosa en algunos puntos, lo que conducía a ambigüedad e infracciones. La Comisión encargada señaló en la reunión de estudio que "en estas ordenanzas se establece [sic] de modo sencillo y claro las alturas que deben tener los edificios en las calles de los distintos órdenes y mediante la adopción de perfiles dentro de los cuales debe quedar inscrita la construcción, se definen claramente los contornos de los edificios en sus parámetros y cubiertas, evitándose la ambigüedad que en las vigentes reinaba en esta materia. Esto ha de contribuir seguramente a que cabiendo la mejora de los pisos altos, se construyan habitaciones para los obreros en condiciones de higiene, asunto que ha preocupado hondamente á la Comisión". Esta preocupación se hacía extensible al uso residencial de los sótanos con la prescripción de "reglas para que los pisos que estén bajo la rasante no puedan ser habitados". En Gros se respetaban las actuales ordenanzas -debidas a Goicoa, de seis años atrás- para no menoscabar derechos adquiridos. Los contenidos se exponen de manera esquemática en la tabla nº9 y el gráfico nº11 (solo Gros). En estas ordenanzas se eliminaba por completo la posibilidad de uso residencial de los espacios bajo cubierta, que había dado inicio en el articulado anterior aprobado en 1899. Las nuevas ordenanzas continuaban la característica de ordenación formal del edificio, considerado como un elemento único compuesto de sótano, plantas en altura y planta de cubierta. En este apartado era donde se mostraba mayor celo: no se permitía en ningún caso el uso residencial de mansardas o buhardillas al tener de alto 2,20m (inferior a los 2,90m mínimos para los últimos pisos). Para el ensanche de Gros se introdujeron dos hechos nuevos con respecto a 1894: la altura máxima a cornisa y la imposibilidad de empleo de áticos, buhardillas o mansardas.

Los artículos 97 y sucesivos se dedicaban a las construcciones de fuera de los ensanches. Según estos artículos el arquitecto municipal señalaría alineación y rasante de los edificios según la importancia del camino u otra contingencia (art. 97), se permitiría la construcción de edificios acogidos al perfil de segundo orden con una retirada de la línea de fachada de 7m como mínimo respecto al eje del camino (art. 98) y se señalaban alturas de edificios y pisos según lo establecido en los órdenes 2º y 3º para todo edificio que se erigiera a una distancia inferior a los 10m del eje de cualquier camino, atemperando las alturas de los pisos; si la distancia al eje del camino fuera mayor a los 10m sería considerada como "casa de campo" (art. 99).

El 19 de junio de 1900 se aprobaron en pleno, empezando al poco tiempo los problemas, derivados de la obligación de emplear en los números impares de la calle Prim (que contaban también con fachada al paseo del Urumea) el perfil de 2º orden. A esta controversia le siguió la intención de los propietarios de edificios de incrementar el rendimiento del capital invertido mediante el aumento de las alturas permitidas para cada solar de ensanche. Cinco años más tarde la Comisión de Obras debatió la reforma del articulado para suplir deficiencias y adaptarlo a necesidades presentes y futuras. Con esta base se invitó a los arquitectos de la ciudad a que mejoraran las condiciones ornamentales de los edificios y de los patios, "cuyo aspecto actual, sea dicho de paso, deja bastante que desear". En la misma sesión se debatió la situación de la Parte Vieja, con vistas a incrementar la anchura de sus calles en caso de situación de emergencia y de las zonas de fuera de ensanche, que empezaban a manifestar la presión constructiva. Este informe de la Comisión de Obras, cuya intención "no ha sido el prurito de innovación el que nos ha movido á semejante empresa ni obramos tampoco impulsados por un afán inmoderado de modernismo ú originalidad", fue aprobado en pleno el 17 de enero de 1905.

La presión para incrementar el uso del suelo también afectó a las construcciones de fuera de ensanche. La Junta General del Centro General de los Gremios de Construcciones de San Sebastián señaló en un escrito de 1907 que la situación permitida en el área rural, con tres pisos y altura máxima de 14,80m, "es perjudicial a los propietarios, altos precios en sus compras, antes de las restricciones, perjuicios que trascienden a las clases menos acomodadas de la ciudad porque tratándose de construir casas económicas, si se disminuye el número de pisos es forzoso elevar las rentas que han de pagarse". Para ellos las medidas de esta limitación "establecen un gravamen y vulnera [sic] derechos sin establecer en parte alguna ni indemnizaciones ni compensación y que, atento solo a razones de ornato restringe el sagrado derecho de propiedad". En el siguiente pleno, de 21 de mayo, se denegaron las pretensiones de los gremios, aduciendo el precedente (malo) de la calle de la Fuente de la Salud, donde se habían construido casas más elevadas de lo permitido por las ordenanzas además de crearse una calle particular que no tenía la anchura reglamentaria.

El interés de maximizar el capital invertido en suelo urbano de Gros se manifestó a continuación -y de forma clara- mediante el escrito con fecha 9 de diciembre de 1910 remitido al consistorio por Gros e Iribas, firmantes del convenio de desarrollo del barrio de Gros en 1894. Estos peticionarios pretendían fueran aplicadas las ordenanzas generales del ensanche Cortázar en Gros, que se regía por las suyas propias. Como resultado de este cambio se produciría una reclasificación de las calles de barrio, que en numerosos tramos cambiarían de orden, lo que a su vez conllevaría una mayor altura de edificación y un número superior de plantas a edificar en cada solar. Gros e Iribas protestaban ante a las a su juicio restricciones contenidas en las ordenanzas. Indicaban "se sirva hacerlas desaparecer, equiparando la construcción con las de la población, y aplicar a aquel barrio la clasificación de calles y alturas de los edificios de la Ciudad", acompañado de "juzgamos que cumplidos ya hoy día no existe razón para que aquella continúe subsistiendo". Resaltaban de forma explícita para asegurar sus bases que "todos ellos unánimemente entienden que la actual limitación coarta el progreso y desarrollo del barrio toda vez que no existiendo la debida correlación entre el precio que alcanza el solar y la elevación de la edificación, esta diferencia retrae la construcción con gran perjuicio de él y beneficio de otros extremos de la población que libres de las trabas que en aquel existen van desarrollándose con completa libertad. Una vez desaparecida esa limitación es indudable que tras de sí se presentará un activo movimiento de edificación reportando un beneficio general que se extenderá a todas las clases sociales y en especial a la obrera, que aparte del trabajo, podrá proporcionarse habitaciones al alcance de sus medios económicos, logrando a su vez vaya disminuyendo el hacinamiento de familias en locales reducidos y antihigiénicos". Hacían notar su interés en conseguir alojamiento para la clase obrera de San Sebastián -que ellos ofrecerían en alquiler-, motivo que se seguirá utilizando al menos durante otras dos décadas más.

Estos solicitantes hicieron notar que no querían privilegios sino la unificación de las ordenanzas. Además de esta modificación de órdenes señalaron la necesidad de eliminar el carácter industrial que a su juicio se le había otorgado al barrio con motivo de la firma de 1894 a pesar de la pretensión de que fuera un barrio modelo con calles anchas y edificios bajos. En relación con esta petición, que modificaría los parámetros de desarrollo de Gros, el arquitecto municipal Juan Alday realizó un informe de fecha 10 de febrero de 1913 que estaba acompañado de un cuadro explicativo sobre las consecuencias que tendría sobre las vías que estaban abiertas en ese barrio (ver tabla nº 10). Alday continuaba su informe con la constatación de que en calles menores de 10m los edificios, que podían tener 11m de altura, con la nueva clasificación podrían levantarse hasta los 14,80m, "formándose de este modo callejones estrechos en que la relación del ancho de las calles á la altura de las casas distará mucho de ser la que la higiene preconiza". La Comisión de Obras tomó en consideración el informe del arquitecto municipal el 10 de febrero y pidió se aceptara lo propugnado por los herederos de Gros e Iribas, salvo en las vías de tercer orden, ya que había calles con 6 y 6,5m de ancho "sobre las cuales convendría adoptar una solución que esté en armonía con el espíritu de salubridad é higiene que es la característica de estos tiempos de lucha contra la tuberculosis y otras enfermedades que viven y prosperan donde no hay luz ni aire". Una nueva redacción de ordenanzas, en 1917, reflejaría estos cambios.

La Comisión de Obras remarcó la necesidad de mantenimiento de las ordenanzas para las manzanas entre Pº de Colón y calle Zabaleta, con su zona de jardín bien delimitado, así como las especificaciones formales de la calle Padre Larroca, vía con arcadas. Asimismo se proponía proseguir con las rasantes de los patios en su nivel existente con vistas a evitar las filtraciones marinas. Para las calles de tercer orden la Comisión no señaló ninguna apreciación ya que convenía se adoptara un estudio más detallado de las modificaciones que supondría la incorporación de nuevos parámetros de altura. La reforma se entendía como aplicable "desde la fachada oeste de las casas del Sr. Gros en la plaza Vasconia hasta el límite de los números pares de la calle Miracruz y la parte posterior de ese trozo de barrio, en la línea que va a lo largo de la carretera que se dirige a Atocha, y la línea del Ferrocarril del Norte, hasta llegar al encuentro de la casa llamada de la Torre; esto es, todo lo que se encuentra á la mano derecha de esta última calle, hasta dicha carretera y ferrocarril". La sesión plenaria de 19 de febrero acordó la aprobación de la modificación en Gros (vías de órdenes 1º y 2º), con un resultado de 13 votos favorables y 10 negativos.

Otros puntos de conflicto entre propietarios y Ayuntamiento sucedieron en la plaza Easo (números 3 a 7) y la villa Alonso Martínez, en Atocha. En el primero la controversia se derivaba de la consideración de espacio libre con más de 20 metros frente a la fachada (el resto del edificio estaba fuera de ensanche). En el segundo el conflicto se derivaba de la intención de pasar de 14,80 a 18 los metros de altura del edificio por contar con espacio superior a los 20m libres frente a fachada. Este perfil estaba reglamentado específicamente para Miraconcha, por las condiciones topográficas, pero en el resto de San Sebastián solo se permitía el tercer orden en estas construcciones fuera de ensanche, con independencia del espacio libre que hubiera frente a la fachada. Alday hizo ver que no era equitativo, con inconvenientes en la aplicación práctica de la medida, ya que lo estipulado en las ordenanzas era la igualdad con los ensanches, pero rebajada en un orden. La Comisión de Obras estipuló en 11 los metros a cornisa y 13,70 los metros a cresta de edificio en todos aquellas casas que se levantaran en calles de anchura inferior a 10 metros.

Las nuevas ordenanzas aprobadas el 10 de enero de 1917 integraron en un conjunto único los ensanches Cortázar y Gros y la Parte Vieja. En el caso de Gros se aplicaba el acuerdo anteriormente señalado de adecuación a las características de los edificios del centro de la ciudad, salvo en vías de tercer orden. En la tabla nº10 y en el gráfico nº12 se exponen los valores de estas nuevas ordenanzas y la diferencia -en cuanto a incremento- que significaba la posibilidad de realización de una planta más. Aún más neta era la posibilidad de utilización residencial de los espacios bajo cubierta, que pasaban de ser espacios sin uso o desvanes (recordemos las medidas de 2,20m de alto a 4,70m de la línea de fachada) a una planta de vivienda más con características de mansarda, ático o bajo cubierta, según el diseño que quisiera darse al edificio. Esta intensificación en la posibilidad de uso del suelo se manifestó tanto en levantes (incorporación de nuevas plantas a edificios construidos con anterioridad para aprovechar la mayor posibilidad en alturas) como en edificios de nueva construcción, en especial en el ensanche de Gros, ya que el Ensanche Cortázar estaba ya prácticamente colmatado. Asimismo estaba directamente vinculado con las circunstancias aducidas por la propiedad inmobiliaria de carencia de relación entre oferta y demanda de viviendas en alquiler. Este déficit -pretendido o real- era esgrimido a favor y en contra vinculado con la situación de crisis que afectó a la capital guipuzcoana con la finalización de la Guerra Europea. Asimismo, como se señalará a continuación, significó un precedente para la adopción dos años más tarde de los "perfiles con viviendas económicas". Además de las ya nombradas no existían más novedades en estas ordenanzas en lo que respecta a alturas y número de plantas. En ellas se indicaban las alturas mínimas que habían de tener las construcciones -algo que también se contemplaba en 1900-, vuelos en edificio según orden de vía, muros medianeros, etc. Se establecía la posibilidad de retranquear la alineación del edificio con vistas a obtener un orden edificatorio mayor y de construcción en los patios de la planta baja, bajo autorización municipal para las manzanas ya terminadas y bajo acuerdo entre propiedades en las demás; en las casas que estuvieran todavía en construcción la obra de cubrimiento del patio podía efectuarse a la vez que el resto del edificio. En estas ordenanzas además se seguían estableciendo condiciones específicas para ciertas zonas, conjuntos urbanos o situaciones de confluencia de órdenes.

Las construcciones de fuera del ensanche fueron tratadas en el artículo 76, centrado únicamente en Miraconcha, con problemas por la determinación de las alturas a adoptar en este enclave en ladera. Por el contrario, no se hacía ninguna otra referencia ni general ni particular a otro tipo de construcciones de fuera de ensanche, pudiéndose entender una continuación con lo señalado en las ordenanzas de 1900 respecto al orden a adoptar en función de la distancia de la línea de fachada al eje de la calle, carretera o camino. Esta indefinición es fundamental para entender el proceso constructivo de Sagüés ya que en la mayor parte de los edificios allí levantados los informes de los técnicos municipales hicieron referencia a la vinculación del ancho de vía con el orden a aplicar a los edificios, sobre todo a los edificios de la calle san Blas, entonces camino carretil tras el matadero de Cemoriya. A esta indeterminación se le sumó la inclusión de los terrenos situados al este de la Gran Vía dentro del ensanche Kursaal (luego Gros - Kursaal-Ategorrieta), a los cuales se les aplicarían las ordenanzas de ciudad - jardín. Un grupo especial -las "casas baratas" (unifamiliares)- entraban en el artículo 81, contando con S+B(3m)+1(2,70m)+bc(2,70m), siempre fuera de ensanche. No sería hasta 1917, en el fragor bélico, cuando surgiría un nuevo grupo de viviendas -las económicas-, siempre sobre cornisa y sobre la anterior planta de cubierta que estaba regida por cualquiera de los órdenes de las ordenanzas. Con ello se intensificaba aún más el uso del suelo mediante la creación de una planta más, con retranqueo que únicamente se producirá frente a fachada a calle, con un número de viviendas elevado -por las reducidas dimensiones de las viviendas o, como entonces se denominaban, habitaciones- que llegaría a igualar el número total de viviendas que existía en esa casa con anterioridad a la reforma.

4.2.- Las viviendas económicas

En 1963 Oriol Bohígas escribió su espanto ante la profusión de levantes en el ensanche Cortázar que intensificaban el uso del suelo urbano. Reflejó sus impresiones como "nos alarma que de vez en cuando, menos mal que no es demasiado frecuente, que en pleno antiguo ensanche aparezca algún edificio a mayor altura o, lo que es mucho peor, algún intento de ampliar por medio de los llamados <levantes>, casas antiguas. Esto es muy grave, porque podría romper la justa proporción o escala que hoy tiene San Sebastián (...) porque en Barcelona, con esta estúpida manía de levante de pisos, tenemos prácticamente crucificado el ensanche (...) y lo hemos crucificado, a mi modo de ver, casi sin ninguna posibilidad de redención". Estas observaciones se realizaron mediante paseos por la ciudad, por lo que únicamente reflejaban el lado más chocante de unos levantes que han sido notoriamente frecuentes en los ensanches de San Sebastián. El gran espaldarazo se produjo en 1919, casi como un regalo navideño a los propietarios de edificios.

Para comprender el mecanismo que intervino en la modificación permisiva de las ordenanzas de edificación -medidas inicialmente coyunturales que se transformaron en definitivas con el paso del tiempo y con condicionados claros de precio tasado inicial que fueron obviados conforme transcurrían los años- debemos echar un vistazo a la situación de los alquileres de las viviendas, a la situación económica general de la ciudad y al panorama demográfico experimentado en esos años por San Sebastián. En este último aspecto, y tal como se muestra en la tabla nº11, la población de la ciudad se incrementó de 1910 a 1915 el 13,22%, de1915 a 1920 el 14,99% y de 1910 a 1920 el 31,98%. Este crecimiento se asentó en las nuevas viviendas en altura (en especial en las "viviendas económicas", en las habitaciones vacías que se abrían al mercado tanto en la ciudad vieja como en los ensanches y, sobre todo, en la actividad constructiva que se llevaba a cabo en esos años sobre todo en Gros. En una proporción muy reducida pasó a edificios fuera de ensanche o asentamientos informales o ilegales. Una manera común en el segmento bajo del mercado fue la modalidad de vivienda compartida, con varias familias habitando una vivienda.

San Sebastián, en gran medida una ciudad de período estival contaba con un importante porcentaje de viviendas -de segmento alto del mercado- en alquiler. Esta renta veraniega se caracterizaba por sus precios elevados, quedando el resto del año inutilizadas ya que los altos precios del verano compensaban la falta de alquiler para el resto del año. Una circunstancia similar acontecía con numerosos locales comerciales, vinculados con las vacaciones. Con el final de la Primera Guerra Mundial llegó una fuerte crisis para la ciudad. Por un lado se creó la "liga de inquilinos" para defenderse de los abusos de los acaparadores de viviendas, cuya principal intención era lograr que las viviendas fueran destinadas en alquiler para los donostiarras, no para los foráneos. Este anhelo estaba muy vinculado al declive que desde 1918 experimentó San Sebastián como lugar de veraneo de las clases adineradas. Tras la finalización de la Gran Guerra la vecina Biarritz fue la gran beneficiada en perjuicio de San Sebastián al copar el mercado de veraneantes que antes acudía a la capital guipuzcoana merced a la devaluación del franco como consecuencia inmediata del conflicto bélico y la incipiente posguerra.

El concejal Andrés Irazoqui fue el mayor impulsor de la creación de este nuevo perfil. El 5 de noviembre de 1919 propuso la modificación de las ordenanzas en su artículo 11 (perfiles y alturas) como consecuencia de un informe redactado por él y presentado a la Comisión de Obras de la cual formaba parte. Este primer informe se derivaba de las condiciones de hacinamiento de la numerosa clase trabajadora, según lo observado en ciertas visitas que tuvo que realizar con motivo de su condición de concejal: uso de espacios bajo cubierta, subarrendamientos de habitaciones que alojaban a una familia en contradicción con las cubicaciones señaladas en las ordenanzas, etc. El mismo concejal presentó un segundo informe el día 22 del mismo mes -esta vez encargado por la Comisión de Obras- para establecer un cálculo aproximado de lo que supondría la adopción de medidas como la creación de un piso más en los edificios de la ciudad con el fin de solventar la presión sobre la superficie residencial del segmento bajo del mercado. Según sus cálculos en las 1.088 casas de la ciudad podrían levantarse dos viviendas que, proporcionalmente a los alquileres abonados y al coste de construcción podrían llegar a las 35 pesetas mensuales por 90 m".

Pocos días más tarde -el 9 de diciembre- A. Irazoqui, J. Alday e I. Gurruchaga presentaron un nuevo estudio que trataba del incremento de la población y la paralización que se había observado en la construcción en San Sebastián. Para este equipo redactor este tema lo deberían resolver los ensanches o bien crear barracones provisionales en terrenos municipales. En esos años existían viviendas en las últimas plantas, sin la comodidad e higiene necesarias para su ocupación, pero que en las que estaba alojado un gran número de familias. Estos comisionados creían que la construcción de segundos pisos de cubiertas podría ayudar a mitigar el problema, lo cual precisaba de una autorización reglamentaria, un máximo de renta para que fueran ocupadas, un plazo en su ejecución y puesta en el mercado y de alicientes para los propietarios en forma de concesión de préstamos bonificados y reducción de impuestos. Todo ello en su opinión ayudaría a que el perfil de las casas "no perjudique las condiciones que actualmente reúnen en las calles de la población, así como el aspecto estético que han de tener las mismas": Las condiciones para construir estos nuevos pisos eran:

"La autorización se concedera unicamente á [sic] las casas situadas en las calles de 2º, 3º y 4º orden.

Se sujetarán las alturas y muros verticales á los perfiles que se acompañan en el adjunto plano.

Para que se autorice la construcción del piso de cubierta es preciso modificar el actual de cubierta sujetándolo á las Ordenanzas de Edificación.

El maximum de renta que podrán tener estas habitaciones serán de 50,00 Ptas al mes para una vivienda de 110 metros cuadrados de superficie aumentándose esta renta proporcionalmente á su superficie.

Las habitaciones reunirán las cubicaciones exigidas por las Ordenanzas y cada familia dispondrá cuando menos de una cocina, retrete y dos dormitorios con ventilación directa.

Durante un plazo de diez años á contar desde la ejecución de las obras regirán las rentas señaladas en el artículo anterior, pasado el cual el propietario quedará libre de observar esta prescripción reglamentaria.

Los derechos por elevación de pisos serán de 10 Ptas por concepto de licencia de construcción y otras tantas por reconocimiento para los propietarios que terminen las obras en el plazo de tres años á contar desde la aprobación de este Reglamento".

El proceso iba rápido: tres días después la misma Comisión añadió la imposibilidad de subarriendo de estas nuevas viviendas por importes proporcionalmente superiores a los que se fijara por la corporación. La aprobación se produjo en el pleno del 24 de diciembre de 1919, donde se incorporaron algunas enmiendas:

"Que el perfil del nuevo piso se modifique, en forma que el muro paralelo a la fachada que corresponde á la principal se sitúe sobre los pies derechos de la primera crujía, cuando ésta sea de un ancho mínimo de cuatro metros".

"Que en la crujía correspondiente al patio general, el perfil se ajuste al determinado por una línea recta, trazada desde la altura máxima correspondiente á la fachada y el punto de intersección de una vertical de tres metros de altura, trazada á los dos metros de la fachada, con la recta horizontal que limita el nuevo piso".

Como consecuencia de esta modificación del artículo 11 de las ordenanzas de 1917 se permitió la realización de un segundo piso sobre cornisa o bajo cubierta en las calles de los órdenes 2º, 3º y 4º. Estas construcciones no fueron permitidas en el orden 1º por la posibilidad de ser vistos desde la vía pública y porque los edificios que se abrían a estas vías pertenecían al segmento residencial más elevado dentro de los edificios entre medianerías. Las modificaciones se pueden observar en el gráfico nº13 y en la tabla nº12.

Como se ha escrito más arriba, las presiones de la propiedad para incrementar el uso del suelo mediante el aumento del número de plantas con posibilidad de construcción en los solares urbanos se hicieron patentes en las manzanas sitas entre la calle Prim y el paseo del Árbol de Guernica. El 2 de enero de 1920 los propietarios reiteraron en un escrito su petición de primera categoría para esos edificios en la calle Prim. Aducían que les perjudicaba la desproporción de órdenes en ambas fachadas ya que debían retirar 10m la fachada al río del límite de la finca con el paseo. Para ellos esos edificios deberían tener condiciones simétricas -en su carácter máximo- en ambas fachadas. Alday les refutaría sus argumentos en un informe que pasaría a Comisión basándose en la modificación experimentada por esas manzanas: paso de chalés a casas entre medianeras que culminaba con la construcción del Hotel Hispano Americano (en ciernes), con un perfil de primer orden, según le correspondía por el artículo 70 de las ordenanzas. La propuesta de la Comisión fue aplicar de manera general las ordenanzas en cuanto aprobar la posibilidad de construir levantes económicos para los números impares de la calle Prim.

Estas presiones de la propiedad continuaron en dos facetas: la carencia de aplicación de los criterios restrictivos en los levantes económicos y la intención de eliminar las limitaciones de altura en ciertas áreas de la ciudad. En cuanto al primero de los aspectos el consistorio donostiarra señaló condiciones obligatorias para que las obras de levante fueran consideradas como económicas. Entre ellas destacaban la obligatoriedad de residencia en un período superior a los diez años de todos los operarios que participaran en ellas -con independencia del gremio al que pertenecieran-, con obligación de aportar documentalmente los contratistas fe de ello al Ayuntamiento en el instante de terminar la obra. La finalidad era aportar trabajo a los obreros locales, por un lado, y poder beneficiarse los promotores de la obra de los beneficios fiscales añadidos, por otro. El 21 de octubre de 1921 se constató el cobro de alquileres superiores a las 50 pesetas mensuales en todos los casos analizados salvo una excepción. Recordemos que esta cantidad era la señalada por el Ayuntamiento como referencia por una vivienda de 90 m², debiendo quedar modificada esta renta de manera proporcional a la modificación de la superficie alquilada. Los propietarios parece que asintieron. Una segunda investigación determinó cantidades de 60, 75, 115, 125, 175 y hasta 200 pesetas de renta mensual, lo que provocó se debatiera en el Ayuntamiento la aplicación de una medida enérgica: la devolución de lo cobrado en exceso o, por el contrario, el derribo del piso levantado; para esta posibilidad se pidió opinión al letrado municipal. Empero, era común que los propietarios exigieran a sus inquilinos que dieran datos falsos sobre la mensualidad abonada a esta investigación municipal declarando una cantidad menor, por temor a las represalias de los propietarios. Por si esta situación fuera poco, se constataba además que en los levantados patios del ensanche Cortázar había viviendas. El Ayuntamiento estaba a la espera de las noticias provenientes de Madrid sobre la aprobación del Ensanche de Amara, que era considerado como una paso fundamental para solucionar el problema de las casas baratas. Para ello suponían que las gestiones con los propietarios de los terrenos donde se iba a levantar el nuevo ensanche darían facilidades. Además quería fuera aplicado el mecanismo empleado en la capital vizcaína por la Caja de Ahorros de Bilbao, pero la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián señaló que para ella era imposible realizar préstamos al 3% de interés ya que sus casas eran las de mayor renta.

El segundo punto de presión fue el interés esgrimido por los propietarios de los chalés de la Avenida de Francia de levantar sus construcciones y la lucha por parte de los propietarios de los solares en Gros: el ensanche del Kursaal y las casas de la calle Padre Larroca. En la avenida de Francia la presión estaba relacionada con el segmento del mercado al cual se dedicó durante este siglo la Caja de Ahorros Municipal: el más alto de la ciudad. En un escrito presentado el 20 de febrero de 1924 los propietarios de estas casas propusieron la reforma de las ordenanzas, que imposibilitaban la construcción en esa parte de la ciudad, vinculada a los convenios de compraventa con la Compañía del Ferrocarril del Norte. El tipo edificatorio señalado era chalés pareados compuestos de sótano, entreplanta, dos pisos de vivienda y mansarda, con jardines verjados hacia el paseo del río. La proposición estaba "basada en la estética, en la utilidad general del vecindario, base del principio de justicia".

Las respuestas municipales sobre la limitación de pisos y la reducción de la superficie edificable se basaban en el beneficio a la estética, además de constituir un sacrificio considerable para el Ayuntamiento ya que esas condiciones influían en el menor valor de los terrenos y, por tanto, reducían el número de proposiciones de compra en las subastas. Estas limitaciones estaban incluidas tanto en las ordenanzas de edificación como en los documentos de compraventa; por el contrario en otras zonas de la ciudad (Miraconcha o faldas de Ulía) el Ayuntamiento explicaba carecer de atribuciones de limitación. Por ende, se esperaba por la corporación que el desarrollo de los ensanches proyectados -básicamente Gros - Ategorrieta - Kursaal y el futuro de Amara- solucionaran el problema de la vivienda.

En Gros el reciente convenio con la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián trajo ciertos problemas por la conversión de un ensanche con tipología unifamiliar a una barriada con edificios entre medianeras. Los vecinos de Gros, ante la pérdida de perspectiva del litoral marino y por el encajonamiento de las calles del primer ensanche una vez dieron inicio las obras de construcción de los nuevos edificios del ensanche del Kursaal, expusieron como argumento los contenidos de un dictamen de las Reales Academias de San Fernando y de Medicina que abogaba por una altura de casas inferior a la anchura de las calles. Las razones del Ayuntamiento para desestimar en el pleno del 30 de mayo de 1924 esta petición tomaban como base la firma previa del convenio -que podía ser vulnerado en sus contenidos- y la modificación que podría suponer sobre lo ya edificado en esos años -construido según el anterior proyecto de urbanización- "y herir en general intereses económicos de importancia sin manifiesto provecho de la estética e higiene, que están suficientemente garantizadas por las ordenanzas de edificación que rigen en San Sebastián".

El último gran tema de controversia sobre limitaciones tuvo lugar en la calle Padre Larroca, en Gros. Esta calle desde el plan de ensanche de Goicoa de 1894 se concebía como una vía flanqueada por dos galerías de soportales que pondría en comunicación la iglesia parroquial del barrio (san Ignacio, obra del propio Goicoa) con la calle Miracruz. Con este fin las diversas redacciones de las ordenanzas municipales de edificación reflejaron el carácter unitario de la calle, con características formales equivalentes a las determinadas para las plazas de Guipúzcoa o del Buen Pastor en el ensanche Cortázar. Hoy la calle es una más del barrio y no existen arcadas. Las reclamaciones más destacadas -que desembocaron en la eliminación de las restricciones de alturas y forma- dieron inicio en 1921. Debido a las especificaciones a cumplir en la construcción de esta calle la mayor parte de los solares permanecían en la década de los veinte todavía sin desarrollar en espera por parte de la propiedad -que llegó a crear una asociación para defender sus intereses- de eliminación de las restricciones: construir de acuerdo a la anchura de la vía, a pesar de la necesidad -expuesta por ellos- de viviendas, ya que no se desarrollaban los solares por carencia de rentabilidad. El escrito, de 10 de enero de 1921, estaba firmado por Isabel Erquicia (viuda de Tomás Gros) y Alberto Machimbarrena y abogaba por la eliminación del tipo acordado por el consistorio "pues aparte de conveniencias particulares (comunes a todos los propietarios) hay a nuestro juicio razones poderosas de interés general". El 15 de febrero pidieron se modificaran las ordenanzas de edificación. En la tabla nº13 se ofrecen las diferencias entre ambas posturas.

Alday señaló en un informe el 28 de junio que el convenio entre el Ayuntamiento y los Sres. Gros e Iribas que afectaba a los terrenos entre la calle Miracruz y la Playa de la Zurriola tenía unas reglas claras y unas ordenanzas, posteriormente modificadas al ser contenida esta parte de la ciudad en las ordenanzas generales de los ensanches, con ciertas cláusulas como las arcadas en la calle Padre Larroca y con un tipo de fachada aprobado por el consistorio. La composición S+B+E+1º+2º+m sería -siguiendo a las ordenanzas- S+B+1º+2º+3º+4º+piso de cubiertas, es decir, de segundo orden, al contar la calle con 15m de anchura. La presión se hizo notar también a la calle Zabaleta.

Juan Machimbarrena, ingeniero municipal, recibió un solar en herencia en esta calle y pretendía desarrollarlo -de manera rápida- de acuerdo al máximo aprovechamiento. En esta controversia actuó como propietario y el 18 de marzo de 1927 entremezcló su condición de redactor del plan de ensanche de Gros - Kursaal - Ategorrieta con la de propietario de un solar en favor de la eliminación de las -para él- restrictivas condiciones de edificación debido a las nuevas alineaciones y rasantes del plan recientemente aprobado. La Comisión de Ensanche pidió el 13 de agosto que se modificara el Plan con vistas a incorporar un paseo cubierto mediante arcos en la calle padre Larroca. Además existía un problema añadido por la construcción previa de algunas casas con arcos y acordes con las disposiciones tipológicas que, si fueran modificadas en favor de los propietarios de los solares no desarrollados, significaría pagar indemnizaciones a sus propietarios. En el pleno del 28 de septiembre se modificó el perfil permitiendo fuera incorporado el "piso económico", siempre bajo respeto a las condiciones de este tipo de viviendas. La intención era contentar a la propiedad y facilitar el levantamiento de los numerosos solares aún vacíos. No obstante, a los propietarios no les seguía agradando la aplicación del modelo establecido por el Ayuntamiento y centraría sus protestas en la existencia de entreplantas, contenidas en las arcadas de una calle por la que discurría una línea de tranvía (entre las calles Miracruz y san Francisco) y a la que deseaban incorporar marquesinas. Las razones esgrimidas por Machimbarrena el 2 de diciembre fueron técnicas (las arcadas eran antihigiénicas, carecían de luz, estaban afectadas por la lluvia y rompían la estética en la manzana, con modificaciones tanto en forma como en orden de calle), jurídicas (solamente podrían ejecutarse mediante indemnización a los propietarios por ser una servidumbre grave y onerosa), de orden moral y de conveniencia municipal (pérdidas del erario por la carencia de ingresos por tasas de licencia e impuestos). El mismo día otros propietarios escribieron que para "los dueños de los solares, la calle Padre Larroca bien podría llamarse la de los tristes destinos", las 14 peticiones de licencia desestimadas -en un momento de crisis profunda como la que experimentaba San Sebastián- afectaban al erario municipal y protestaban por los posibles pagos de indemnización a Iturrizaga y viuda de Kutz, propietarios de edificios sujetos al plan de Goicoa. Finalmente otros propietarios, vecinos y constructores se sumaron a esta campaña y apelaron tres días después en términos similares. Alday respondió negativamente a estas apelaciones el día 22 y el letrado municipal el día 27, indicando que los proyectos presentados habían sido devueltos por presentar deficiencias

El alcalde señaló el 5 de enero de 1928 que si los propietarios no habían construido era por querer lucrarse: el ingeniero municipal había comprado las otras partes de la herencia por poco dinero y en las escrituras de compraventa de solares de la calle Padre Larroca había dos tipos de precio en metros cuadrados, dependiendo de la decisión municipal en modificar o no las ordenanzas (precios con arcadas y sin ellas, posteriores a la aprobación del proyecto de ensanche de Gros -Kursaal - Ategorrieta de 1924). Consideraba "poco afortunada [la] reclamación bajo el aspecto moral del Sr. Machimbarrena, ya que precisamente es bajo este aspecto en el que más alto brilla el criterio municipal". Los propietarios de los números impares de esta calle volvieron a insistir en sus protestas ante el modelo elegido por los técnicos municipales el 4 de septiembre de 1930 y lo hicieron contra las entreplantas, en especial con su deficiente iluminación al estar en las arcadas (el tipo municipal, estéticamente gótico, originaba unos ventanales con menor superficie, que pasaban a ser libres a partir de la segunda planta). Pretendían que esa libertad compositiva abarcara a la totalidad de la fachada, que la segunda planta estuviera a 9,50m, que todos los pisos contaran con la misma altura y que se permitiera una marquesina a 9m de altura -a costa de los propietarios- con diseño municipal a lo largo de las fachadas. El final se resolvió mediante apelación al Tribunal Supremo tras entablar un recurso contencioso-administrativo los propietarios contra las determinaciones de las ordenanzas en la calle y el 18 de marzo de 1933 se aprobó eliminar las restricciones municipales a los edificios que se levantaran: sólo se seguirían las ordenanzas municipales de edificación de la ciudad, en cuanto configuración de órdenes en función de la anchura de la calle. No obstante, la brecha seguiría abierta, en este caso por parte de los propietarios que habían construido según las especificaciones municipales.

El Directorio Militar aprobó el 19 de febrero de 1924 un Real Decreto con vistas a promover la habitación barata para las clases de modesto sueldo o jornal. Su finalidad era dar facilidades "a construcciones ya en uso, repartiendo así, aun por los barrios céntricos y de edificaciones ricas, en general de mejor comunicación y que ofrecen más facilidades para la vida, una parte de la población humilde, que puesta en contacto con las clases privilegiadas y disfrutando de parte de sus comodidades y ventajas, humanizará las recíprocas relaciones con la vivienda que desarrollará el amor al prójimo, fundamental precepto cristiano e indudable esencia de toda democracia. ¿Acaso ha sido causa de acritud social el olvido de ello y la separación y alejamiento de clases establecidas en las modernas grandes urbes y no sea indiscreto intento para remediar este mal, el que con fin a un tiempo económico y social, propone el Directorio". En San Sebastián daría como resultado solo el estudio de la prosecución de las medidas en pro de la instalación de viviendas bajo cubierta en las vías de orden 2º, 3º y 4º, dentro de los ensanches. Los edificios de orden 1º no estaban sujetos a esta posibilidad, pero en 1920 habían quedado subdivididos en dos tipos, según fuera el espacio que se abriera ante su fachada: entre 20m y 100m o superior a los 100m. Tal y como se muestra en el gráfico nº14, solo afectaba al retranqueo del ático o mansarda.

El crecimiento de la población en San Sebastián, que era relevante en esos años, y el R.D. del Directorio Militar hicieron que la Ponencia de Asuntos de Obras de 12 de agosto de 1924 estudiara prolongar la duración del período permisivo para el perfil económico -en los mismo términos que en 1919- para la apertura de un nuevo período, mediante pago de 10 pts. como derecho de construcción, e igual cantidad para el derecho de reconocimiento. Estas cantidades se mantendrían durante los tres primeros años de vigor de la medida ya que a partir de ese plazo se cobrarían las tasas normales. En la misma sesión se pidió cobrar tras la expiración del anterior plazo de bonificación de tasas en los levantes de viviendas económicas. Durante el año 1924 se realizó un especial seguimiento de las construcciones de fuera de ensanche ya que, como mostraremos en el siguiente epígrafe, se produjo la coincidencia temporal de la presentación de las solicitudes de construcción de edificios junto al matadero de Cemoriya -el barrio de Sagüés- y de la aprobación del Plan de Ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta. Como se ha indicado anteriormente las ordenanzas de 1917 incrementaron el vacío sobre las construcciones de fuera de ensanche, básicamente centradas en el alquiler al segmento obrero de la población. Así, tras una consulta de la Caja de Ahorros Municipal sobre un solar de su propiedad entre la calle san Bartolomé y la cuesta Aldapeta se indicó que estaba fuera de ensanche y, por tanto, le correspondía un perfil de 4º categoría. Esta circunstancia se había derivado de la intención del concejal Elizalde de limitar las alturas de los edificios construidos fuera de ensanche por medio de la aplicación del tercer orden (composición de s+b+3+bc y altura máxima de 18m) además de efectuar un proyecto de urbanización para Eguía. Estos dos asuntos se debatieron en Comisión el 24 de abril pasando al de pleno cuatro días después, el cual estuvo conforme con la petición, si bien indicó que debía pasar previamente por Comisión de Obras con el fin de ser el orden a emplear el 4º. El mismo pleno señaló que antes que el barrio de Eguía debía ser tratada la situación del barrio del Antiguo. Estas modificaciones sobre construcciones fuera de ensanche se aprobaron en el pleno del 3 de mayo y como resultado de esta modificación algunos propietarios de Ategorrieta y Falda de Ulía protestaron el 20 de agosto ante la limitación de alturas que se señalaba para esa zona; su deseo era crear un ensanche en esta parte cercana al hospital de Manteo, para la cual se preveía una ciudad - jardín, tal y como refrendó la Comisión de Obras el 6 de octubre.

Las casas económicas fueron un punto destacado de construcción y debate municipal durante dos décadas más. Como derivación de un escrito signado por el Gobernador Civil, una vez fue publicado el R.D. sobre casas baratas, el alcalde contestó a la máxima autoridad provincial el 27 de octubre de 1924: se había señalado un plazo de 6 meses para que los Ayuntamientos con más de 20.000 habitantes concedieran licencia gratuita para obras de ampliación o elevación "con arreglo a condiciones de distribución, renta y demás que se determinen", pero en la ciudad no se presentó o tramitó solicitud alguna (si bien en San Sebastián seguían en vigor la ordenanzas de viviendas económicas que iban a expirar en 1925 y que serían prorrogadas). Estas condiciones eran: tener cierta superficie (más de 70 m²) y altura (más de 2,65m), disponer de ventilación directa, contar con doble techumbre y ser alquiladas por un período mínimo de cinco años con una renta mensual inalterable de 40 pesetas. El arquitecto municipal Alday presentó un informe sobre la denegación cursada a una petición de licencia de levante retranqueado en una vía de segundo orden que no iba a ser de vivienda económica y que quedaba, por consiguiente, fuera de las ordenanzas que expirarían en 1925 al tener esta inclusión de perfil económico una vigencia de cinco años.

Las viviendas económicas volvieron a salir a la palestra política municipal en el año 1928, cuando en la sesión plenaria del 7 de febrero la concejal Srta. Resines expuso su intención de aprobar una superficie mínima de 6 m² para cada habitante y la obligación de dedicar dos de las viviendas resultantes de cada edificio de nueva promoción para la modalidad de alquiler tasado a obreros. Según se señaló desde 1919 a 1921 se había concedido aprobación a 391 viviendas con renta limitada a 50 pts., si bien 196 no cumplían este apartado. Como el segundo período estaba en estas viviendas a punto de expirar (finalizaría en 1929) a partir de ese momento los alquileres en ellas dejarían de estar regulados, entrando en el segmento libre. Era un momento importante de crisis en el sector de la construcción en la ciudad, debida según esta concejal al exceso de producción y que contrastaría con la explicación aducida por el letrado municipal Amilibia cuatro días más parte: "el problema de la vivienda, no [ha aparecido] solo por el exceso de edificios". En la misma sesión otra concejal -la Srta. Olóriz- ahondó aún más en la medida presentada por su compañera de corporación al pedir que la propuesta no incidiera únicamente sobre las edificaciones nuevas sino a la totalidad del parque residencial: afectaría a las plantas superiores en un proceso equivalente al de los alquileres tasados de 50 pts. mensuales para las viviendas económicas y significaría reservar en los pisos superiores dos de cada de tres viviendas en alquiler mensual de 50 pts. o de cada cuatro viviendas, dos con esa misma renta y otras dos con 35 pts. al mes. En el pleno se aprobó pasara a estudio dentro de la Comisión de Obras. Finalmente no sería tomada ninguna medida en tal sentido.

En el pleno celebrado el 28 de octubre de 1931 se aprobó una nueva "Ordenanza para la construcción de pisos económicos" tras la finalización del anterior período dos años atrás. En esta ordenanza, a partir de la aprobación -que abarcaría un plazo de dos años- se permitiría en los edificios de los órdenes 2º, 3º y 4º levantar pisos para viviendas económicas con condiciones tales como establecer retranqueos (a la fachada a calle de 4m y a fachada a patio general de manzana de 3m), precisar el señalamiento de intersección de una vertical de 3m de altura con la recta horizontal que limitaba el nuevo piso, señalar tarifas de alquiler mensual de 50 pts. por 110m² y aplicar tasas de licencia con las mismas condiciones de bonificación del anterior período de autorización, siendo necesaria la justificación mediante la presentación del contrato de alquiler. Además la Diputación Foral de Guipúzcoa eximiría de impuestos de renta durante 10 años a todas las construcciones que se levantaran en Guipúzcoa y que hubieran sido solicitadas hasta seis meses después del 15 de agosto de 1934. La "Ordenanza para la construcción de pisos económicos" tenía los siguientes puntos:

"La autorización se concederá únicamente por 2 años á las casas situadas en calles de 2º, 3º y 4º orden, á partir de esta fecha.

El perfil del nuevo piso se modificará en forma que el muro paralelo á la fachada que corresponde á la principal se sitúe sobre los pies derechos de la primera crujía, cuando ésta sea de un ancho mínimo de 4 metros.

En la crujía correspondiente al patio general, el perfil se ajustará al determinado por una línea recta, trazada desde la altura máxima correspondiente á la fachada y el punto de intersección de una vertical de 3 metros de altura, trazada á los dos metros de la fachada con la recta horizontal que limita el nuevo piso.

Para que se autorice la construcción del piso de cubierta, será preciso modificar el actual de cubierta sujetándolo á las Ordenanzas de Edificación.

El máximum de renta que podrán tener esas habitaciones será de CINCUENTA PESETAS (50 ptas) al mes para una vivienda de 110 m² de superficie, aumentándose ésta proporcionalmente á la superficie.

Los pisos ó habitaciones objeto de esta autorización no podrán subarrendarse por mayor valor ó renta del que le corresponde según la condición precedente.

Las habitaciones reunirán las cubicaciones exigidas por las Ordenanzas, y cada familia dispondrá, cuando menos, de una cocina, retrete, y dos dormitorios con ventilación directa.

Durante un plazo de cinco años, á contar desde la ejecución de las obras, rejirán [sic] las rentas señaladas en el artº 5º, pasado el cual el propietario quedará libre de observar esta prescripción reglamentaria.

Los derechos por elevación de pisos serán los vigentes por elevación y reconocimiento de los mismos.

Las diferencias que hubiere entre propietarios é inquilinos sometidos por los interesados á la resolución de la autoridad judicial.

Todos aquellos propietarios á quienes les sea concedida la oportuna autorización para la elevación de pisos con destino á viviendas económicas, quedan expresamente obligados á justificar con el correspondiente contrato de alquiler firmado por el propietario y el inquilino el cumplimiento de la obligación en que se hallan de efectuar el arrendamiento en la condiciones de precio que el Ayuntamiento impone, depositando en la Comisión de Obras el contrato mencionado á los fines de justificación que se persiguen".

A raíz de estas medidas se produjo un número crecido de solicitudes de permisos de construcción de casas fuera o dentro de ensanche, si bien con falta de alguno de los requisitos establecidas por las Ordenanzas de Edificación. Esta situación llegó hasta la Comisión de Obras, la cual aprobó que "debía de reducirse, siquiera por algún tiempo, el rigor de las repetidas ordenanzas en orden á determinadas construcciones". El letrado asesor de obras y aguas y el arquitecto municipal fueron de esa opinión y apreciaron que "en las circunstancias actuales extraordinarias de crisis constructiva que existe en San Sebastián no hay inconvenientes en añadir (...) una disposición transitoria que sirva para resolver todos los indicados casos en un plazo" equivalente a las medidas de la Diputación Foral. En el mes de abril de 1934 la Cámara Oficial de Propietarios y la Federación Patronal de Guipúzcoa presentaron ante el Ayuntamiento una instancia solicitando se reanudara la posibilidad de construir viviendas económicas ya que el anterior período -de dos años- había finalizado. Para los suscribientes del escrito sin este requisito "los propietarios de fincas urbanas muchas veces no se deciden a construir un piso más por no compensarles las rentas los gastos que se les originan, pero ésto [sic] no ocurre si se les permite la elevación de dos pisos, ya que entonces los gastos se aminoran y los beneficios que se obtienen los compensan"."Tales construcciones alivian la profunda crisis que atraviesa la industria de la construcción, principalmente en aquellos gremios que más personal obrero ocupan, y ésta [sic] razón es digna de tenerse en cuenta, pues alivia la crisis de trabajo"."Dichos pisos económicos permiten a gentes de posición modesta el habitar en sitios céntricos con las consiguientes ventajas que ello supone, además de que pasado el período álgido de sobra de pisos vacíos, comienza a notarse la falta de ellos principalmente de rentas prudenciales". Para Alday, quien veía con buenos ojos estas medidas de renta tasada, no era menos importante el asunto de las porterías, que en muchos casos se encontraban en sótanos y cuyo traslado a esos levantes podía ser fundamental. La misma petición (autorización de construcción de pisos sobre perfil, por parte de los mismos agentes) se produjo en abril de 1935, tras expirar el plazo anterior el 6 de marzo. A raíz de ello se aprobó una nueva prórroga -de doce meses- en el pleno del día 30.

Este continuo encadenamiento de prórrogas se pretendió cortado hasta la llegada de la Guerra Civil. No obstante, antes de producirse una nueva apertura de plazo de permiso aconteció que las condiciones técnicas posibilitaron la reducción del espacio libre entre suelo y techo en cada planta. La actividad bélica -que tanto incidirá en Gros y, en especial, en Sagüés, como se expondrá en el epígrafe siguiente- se evidenció en lo debatido en el pleno del primero de diciembre de 1937. En esta sesión uno de los puntos se centraba en los pisos económicos, ya que "dadas igualmente las especiales circunstancias porque atraviesa en estos momentos la Ciudad, pudiera á su vez compaginar los intereses de propietarios, inquilinos y obreros en general, fomentando la construcción de los pisos de las características apuntadas, cuya falta de existencia viene notándose grandemente en perjuicio evidente de la clase menesterosa". Se pidió que hasta se aprobaran las nuevas ordenanzas de edificación para construir pisos económicos sobre el perfil reglamentario en el casco se hiciera igual que en el anterior período de autorización; era básico, además, promover el paso de las porterías de los sótanos a los pisos económicos, sobre cornisa.

En la década de los cuarenta se produjeron los últimos grandes debates sobre la incorporación del perfil económico por medio de las ordenanzas de 1943 (aprobadas en dos sesiones: 17 de junio y 16 de septiembre), y 1944, para culminar con las ordenanzas de 1951. Entre finales de 1943 y principios de 1944 diversas entidades como el Colegio Oficial de Arquitectos Vasco Navarro, la Cámara de la Propiedad, la Cámara Oficial de Inquilinos, la Federación Patronal de Guipúzcoa y el Sindicato Provincial de la Construcción presentaron sendos escritos a favor de la reanudación y/o permanencia de las medidas autorizadoras de la construcción de viviendas económicas sobre el perfil reglamentario en términos muy similares a las de las dos décadas previas: situación difícil de la actividad constructiva, carencia de alojamiento para una población creciente, maximización del capital invertido por los promotores, etc. Los Constructores y Propietarios de Solares expusieron en un escrito del 23 de noviembre de 1943 sus argumentos: "porque a causa de del aumento de la población de San Sebastián, así como por la enorme crisis que atraviesa la construcción de edificios destinados a viviendas por las grandes dificultades y elevados precios motivados por la prolongada guerra actual, es indudablemente uno de los problemas más graves el de la escasez de viviendas, acompañado por la crisis de trabajo en el ramo de la construcción y que se prolonga en todas las industrias derivadas". Abogaban por la construcción de viviendas económicas sumada a la exención temporal de contribuciones e impuestos. Para ello solicitaban una nueva puesta en vigor del acuerdo de autorizar la elevación de pisos económicos, "al menos en zonas o barrios en que por su popularidad o por tenerlos ya construidos la mayoría de los edificios (...) constituyendo con ello un defecto estético mucho más grave que el de completar con pisos económicos toda la manzana". Con este razonamiento solicitaban se obligara a los propietarios de las últimas fincas no elevadas a realizar esta modalidad de obra. Finalizaban con "ello traería consigo un aumento de viviendas, con las ventajas subsiguientes para los inquilinos, un aliciente de gran importancia para propietarios y constructores, un indudable incremento de trabajo para muchos obreros y, asimismo un aumento importante de los ingresos del Estado y Ayuntamiento por contribuciones y servicios".

En la Comisión de Obras del 12 de febrero de 1944 se acordó pedir autorización en tal sentido a la Fiscalía de la Vivienda tras la realización de un informe del arquitecto municipal ocho días atrás en el que hablaba del hacinamiento de la población por el menor número de pisos existente. Para Alday podría autorizarse el perfil económico como mal menor, si bien debido a los problemas económicos y a la escasez de materiales "no se llegaría a la habilitación del número de viviendas necesario para albergar la población que pudiéramos considerar que se encuentra sin albergue y su ejecución sería lenta y no simultánea. (...) La solución de este interesante problema se encuentra en la construcción de viviendas protegidas en gran número por entidades oficiales y particulares, apoyadas por el Estado, ya que su construcción sería mucho más rápida, por la mayor facilidad para la adquisición de los materiales, rapidez en la ejecución de las obras al hacer simultáneamente y de nueva planta gran número de edificaciones": el número de pisos económicos levantados en la capital guipuzcoana entre 1936 y 1943 fue de 41. La Fiscalía de la Vivienda apoyó las tesis del arquitecto municipal en su respuesta del día 19. Además señaló la comprobación directa de la situación, efectuada por el organismo el mes anterior, donde se pudieron ver moradores en más o menos estrecho hacinamiento (con y sin subarriendo): en total eran 9.620 personas (2.655 familias) por lo que se calculaba precisarían en San Sebastián 240 viviendas con renta mensual de 50 pesetas, 500 viviendas entre 50 y 125 pesetas, 500 viviendas entre 125 y 250 pesetas y, por último, 200 viviendas entre 250 y 500 pesetas.

El 20 de septiembre de 1944 se aprobó en pleno la modificación de las ordenanzas de edificación, hecho derivado tanto de la situación de postguerra como por la presión establecida por diversos agentes desde noviembre del año anterior. Los constructores y propietarios de solares señalaron que con los nuevos parámetros constructivos las medidas contenidas en las ordenanzas quedaban desfasadas y, como consecuencia, pedían fueran modificadas para permitir un piso más en cada orden de vía. Así, los 2,80m entre suelo y cielo de cada piso se convertían en 2,94m si se incluía el forjado (distancia entre suelo y suelo), lo que originaba ciertas disfunciones con respecto a los anteriores 3,10m entre suelo y techo:

Con la reforma de septiembre de 1944 se modificaron en esta dirección diversos artículos, como los números 19 y 20 (ver tabla nº16). En la reforma las cubiertas mantenían la inclinación máxima del 15% (sin uso de desván), el artículo 164 señalaba una altura superior a 1,20m en buhardillas para poder permitir el uso residencial y el artículo 165 autorizaba la construcción de pisos económicos "en aquellas casas situadas en las manzanas de los ensanches donde existen otros y si a juicio del Excmo. Ayuntamiento la estética del conjunto permite esta mayor elevación. No se permitirán estos pisos económicos en la zona de la Parte Vieja de la Ciudad". Las condiciones más destacadas para estos pisos eran:

(a).- En fachada a calle se asentarían sobre los pies derechos de la primera crujía, siempre con más de 3,50m

(b).- En fachada a patio calle se asentarían sobre los pies derechos de la primera crujía, siempre con más de 3,00m

(d.-) La renta mensual máxima a aplicar era de 50 pts./110 m². No se permitiría el subarriendo por una cantidad superior

(h).- Los derechos por elevación serían los vigentes por elevación y reconocimiento

(i).- Las diferencias entre propietarios e inquilinos pasarían al ámbito judicial

(j).- Los propietarios deberían justificar la aplicación mediante la presentación del contrato de alquiler

(k).- las porterías debían instalarse en la planta alta.

Se logró un piso más en cada orden de vía, pero en junio del año siguiente el arquitecto municipal constató errores en las medidas. Se vio una contradicción entre las posibilidades de aprovechamiento y los límites dentro de los cuales debían regirse las construcciones. Así, antes se hicieron cálculos a partir de 2,80m de altura libre de piso junto a un espesor de forjado de 0,14m; sin embargo, lo común en crujías corrientes era 0,20m (en el caso de emplear madera este espesor era de 0,23m). La consecuencia fue una rectificación de alturas (ver tabla nº17), bajando la altura de la planta baja en los órdenes tercero y quinto y elevando la altura a cornisa en los órdenes tercero, cuarto y quinto. Se consolidaba, por tanto, el aprovechamiento de una planta más que se había aprobado en 1944.

La última modificación en estos parámetros con anterioridad al Plan Especial del Área Romántica (1980) fue la acontecida en las "Ordenanzas Municipales" aprobadas el 28 de junio de 1951, consecuencia del Plan General. Eran concebidas como un cuerpo vivo y años más tarde fueron asumidas en su integridad por el Plan General de 1962, que estaría más de 30 años en vigor. Estas ordenanzas mantenían las categorías de calles pero subieron en 0,20m la altura de los pisos sobre cornisa (pasó de 3,00m a 3,20m) y bajaron en 0,10m la altura libre de los pisos intermedios hasta cornisa (pasó de 2,80m a 2,70m). Los demás aspectos permanecían inalterados: los retranqueos eran de 2,00m en ambas fachadas (se especificaba la simetría del edificio) excepto en el primer orden, que proseguía con la anterior distancia de 1,25m (2,00m a partir de un vuelo de 0,70m), el número de pisos permanecía invariable para cada orden, e igual circunstancia acontecía con altura libre de Planta Baja. Las viviendas abuhardilladas no cambiaban la altura mínima de los paramentos verticales (que permanecía en 1,20m) y los pisos económicos eran autorizados "en aquellas casas situadas en las manzanas de los ensanches donde existen otros y si a juicio del Excmo. Ayuntamiento, la estética del conjunto permite esta mayor elevación", pero nunca lo sería en los órdenes 1º, 2º y 5º, así como en la Parte Vieja. Las condiciones que debían reunir eran:

  • perfil de retranqueo a crujía de fachada a calle de 3,50m
  • perfil de retranqueo a crujía de fachada a patio de 3,00m
  • renta mensual de 50 pts/110 m²
  • imposibilidad de subarriendo proporcional por una cantidad mayor de la indicada
  • un plazo de cinco años a partir del cual el propietario quedará libre de observar el punto "d"
  • pago de derechos vigentes por elevación y reconocimiento de los mismos
  • las diferencias entre propietarios e inquilinos serán resueltas por la autoridad judicial
  • los propietarios deben presentar justificación por medio de la presentación del contrato de alquiler, formado por ambas partes
  • traslado de las porterías a las plantas altas.

Este panorama que se acaba de mostrar era el cual se ha de inscribir la construcción de viviendas obreras entre los años 1920 y 1924 en las inmediaciones del matadero de Cemoriya. Los intentos de derribo de la barriada de Sagüés -a finales de la década de los treinta- hasta el debate del Plan General del año 1950, cuyas medidas en él propuestas para esta parte de la ciudad nunca serían llevadas a cabo, constituyen el grueso del contenido de la quinta parte del presente estudio.

4.3.- La construcción de casas en el barrio de Cemoriya (Sagüés)

Con la instalación del matadero de Cemoriya y la construcción del hospital de san Antonio Abad el área posteriormente conocida como Sagüés vio modificado el panorama rural que hasta entonces detentaba. Los pocos caseríos -colindantes con el nuevo matadero- que existían en esta zona de la falda de Ulía siguieron desempeñando sus funciones y se mantendrían hasta el momento actual, con solo dos eliminaciones: uno derribado para la realización de un espacio ajardinado en la calle Zemoria, junto a la casa de cultura y otro -caserío Alejandría, vinculado a la casa solar de Okendo- para la construcción de un vial. Por ello en este barrio se superponen edificios ya existentes cuando se levantó el matadero y los nuevos, básicamente centrados en la década de los veinte de este siglo. Algunos de los edificios existentes con anterioridad a las promociones de los años 1922 a 1925 eran Nik-Onena, Eguino, Nik-Nai o Vista-Eder. En la tabla nº18 se expone de manera sintética la actividad constructiva en el barrio, que se muestra en su totalidad en la tabla nº19, por calles.

Las 40 licencias que existen en las dependencias del Ayuntamiento de San Sebastián hasta diciembre de 1998 reflejan unos valores de casi 11 viviendas por cada licencia solicitada, con una superficie útil media de 59 m². La actividad constructiva se centró en tres años: 1922, 1923 y 1924, fechas en las cuales dieron comienzo las obras. Entre sí estos años ofrecen ciertas diferencias: los dos primeros años ostentan una octava parte del número de licencias, si bien las viviendas de 1923 tenían una superficie útil media menor que 1922 (y se desarrollaron en promociones mayores). El año 1924 casi supone un tercio del total en número de licencias, en número de viviendas y en superficie útil total construida de viviendas. Antes del inicio de la Guerra Civil se culminó la manzana del convento de Corazón de María y en 1953 se completó el último solar que no fue desarrollado durante la construcción de los años veinte. En el momento de redacción del presente estudio dos obras están a punto de finalizar y una de ellas está en trámites de conseguir la licencia de habitabilidad.

Las circunstancias por las cuales pasó la construcción de los edificios fueron diversas. Así en 1913 el levantamiento de san Blas nº1 (promovido por la Sociedad de Carniceros, expediente 324-1) se desarrolló sin ningún tipo de inconveniente (planta baja, tres plantas de vivienda en altura y una más amansardada: 17 viviendas con 87 m² útiles de media) exceptuando la necesidad de separación del muro que circundaba al matadero. Con posterioridad en los años veinte primero se construyeron los edificios nº14 y siguientes del paseo J.M. Barandiarán y los números 20 y siguientes de la calle san Blas. En esta misma calle los portales 10 a 16 se edificaron en 1924. El destino obrero de sus arrendatarios fue esgrimido de forma explícita en las memorias de construcción por los solicitantes de licencia y por los redactores de los informes municipales, quienes las llamaron "viviendas económicas" en expedientes como el 324-5 (san Blas nº20). La angostura de los viales fue esgrimida en contra por los técnicos municipales en Pº Barandiarán números 16 y 18 (expedientes 327-8 y 327-9), y relacionado con ello está el cambio de perfil en Pº Barandiarán nº22 (expediente 327-11) que de primer orden con b+E+5+a iniciales pasó al segundo orden con ss+E+4+2a, esquema que fue el construido. No obstante, en el mismo año de 1923 se sucedieron apreciaciones municipales dispares como afirmar la inclusión de la casa a construir en el Ensanche Kursaal y conceder licencia con perfil de primer orden en Pº Barandiarán nº20 (expediente 327-10) o asegurar que da a un vial estrecho el edificio Pº Barandiarán 16 y conceder licencia con segundo orden. Durante el año 1924 se indicó que el perfil a adoptar en esta zona debía ser el de 4º orden (b+2+m) por angostura del vial separador entre la casa a construir y el matadero en diversas ocasiones: san Blas números 10, 12-14, 16, 26 y 28 (expedientes 324-4, 327-8, 324-8 y 324-9, respectivamente) y Pº Barandiarán nº26 (expediente 327-13) mientras que algunos de los edificios presentaban perfil con piso económico. Las reticencias municipales siempre hicieron mención a la obligación de uso del perfil de 4º orden por angostura de los viales frente a los edificios, a la inclusión en el ensanche del Kursaal (excepto en el caso de las dudas en la titularidad del solar -que el Ayuntamiento creía propio- en Pº Barandiarán nº8, expediente 2434-18) o en su situación fuera de ensanche, con necesidad de acatar el perfil de 4º orden en Pº Barandiarán nº30 (expediente 327-14), único ejemplo en el que esto sucede. Empero, a pesar de las indicaciones de los técnicos municipales sobre el perfil a adoptar, la composición más común fue b+4+2a (ver tabla nº19).

Estas circunstancias -ciertamente erráticas- en cuanto a la tramitación municipal de la época se pueden ejemplificar en los casos de Av. Navarra nº1 (convento, iglesia y escuelas de Corazón de María, expediente 335-1 del año 1923) y Pº Barandiarán nº28 (expediente 2434-18, del año 1925). En el primero de estos ejemplos en la Comisión Municipal permanente del 2 de julio de 1926 (año en el que se dio la licencia de construcción) el Sr. Ibánez señaló que "no hay más remedio que confesar que un Ensanche no se realiza marcando calles y plazas con el tira líneas, sino uniendo al estudio técnico el económico que demuestre la posibilidad de la ejecución de lo trazado". En el segundo el arquitecto Alday manifestó el 13 de febrero de 1925 la necesidad de "adoptarse el mismo criterio que para las construcciones que se levanten en esta zona de Ensanche, destinada a ciudad - jardín y que se sometió a la consideración de la Comisión de Obras". La confluencia de los ámbitos de ensanche Kursaal y Gros - Kursaal - Ategorrieta con la construcción de edificios en la falda de Ulía, colindantes con el matadero de Cemoriya, es el tema del siguiente epígrafe.

5.- EL ENSANCHE GROS - KURSAAL - ATEGORRIETA: EL PLAN MACHIMBARRENA Y SU SOLAPAMIENTO CON EL BARRIO DE SAGÜÉS

5.1.- El concurso de urbanización

Una vez se firmó el convenio entre la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián y el Ayuntamiento para el desarrollo del Ensanche Gros - Kursaal el primitivo barrio de Gros quedó encerrado, sin posibilidad de comunicación directa con la línea de costa. Este convenio desarrollaba el espacio comprendido entre la desembocadura del río Urumea y la nueva calle conocida como Gran Vía y dejaba para una segunda fase el espacio entre esta calle y la zona de Cemoriya. Como resultado del previsible próximo relleno del espacio comprendido en esta primera fase el Ayuntamiento de la ciudad planteó un definitivo estadio de desarrollo de la totalidad de Gros que se manifestó en la convocatoria de un "Concurso de Proyectos de Urbanización de la zona de la Playa de la Zurriola, río Urumea, calle Beneficencia, ferrocarril del Norte, límite con la villa de Alza y carretera del monte Ulía", cuyas bases fueron aprobadas en el pleno del día 27 de noviembre de 1918. A este concurso concurrió un equipo formado por los ingenieros Teóbulo Mancebo de la Guerra y Domingo Muguruza Otaño y el arquitecto Pedro Muguruza Otaño. Su proyecto fue calificado por el Ayuntamiento como no aceptable porque el trazado de las manzanas no había sido desarrollado de modo satisfactorio, sus rasantes no eran adecuadas -con trincheras grandes en la parte rural- y tuvo la consideración de ser económicamente muy caro. Recibió un accésit consistente en una gratificación de 8.000 pesetas en otoño de 1919.

Como resultado de esta ausencia de plan se convocó un segundo concurso, cuyas bases fueron aprobadas en el pleno del 28 de enero de 1920 y al que concurrieron cinco equipos: Juan Carlos de Guerra y Emiliano Amann, Pedro Muguruza, Juan Machimbarrena y Luis Díaz Tolosana, Escario y Eduardo Lagarde y Teódulo Mancebo. El segundo grupo -que sería a la postre el ganador del concurso- señalaba en su memoria que "la guerra europea entre las diversas conmociones que ha producido y no una de las más importantes ha sido la de la escasez y carestía de viviendas", además de falta de materiales y mano de obra, por lo que "se han perdido por decirlo de una manera gráfica varias cosechas de construcción". Estas afirmaciones entroncaban directamente con las expresadas en el estudio de la vivienda económica en San Sebastián en esos mismos años y que dieron como resultado la posibilidad de levantes económicos sobre el perfil establecido por las ordenanzas de edificación. La memoria del proyecto incidía en los elevadísimos precios de los alquileres y en el malestar subsiguiente en todas las clases sociales, con gente modesta viviendo en pésimas condiciones de higiene: hacinamiento "rompiendo toda clase de leyes naturales y constituyendo un enorme peligro para su propia salubridad y aun para la general de la población". La simultaneidad en su desarrollo de los ensanches del Antiguo y de Gros - Kursaal - Ategorrieta, junto con la tramitación del ensanche de Amara, serían básicos -para este equipo- en la superación de ese problema en San Sebastián, ya que no "cabe duda de que la aprobación y realización de estos hechos contribuirá de una manera directa a solucionar aquellos inconvenientes pues al aumentar de modo considerable el número de solares edificables la ley económica de la oferta y la demanda tenderá por el pronto a equilibrarse de una manera más satisfactoria para todos". Como medio regulaban el espacio del ensanche por medio de vías amplias, "siguiendo el criterio de corregir viejos defectos y convencidos de que a mayor anchura de las calles corresponde una mayor importancia y valor de las fincas con ellas lindantes, proponemos para todas las calles, excepto para la nueva avenida y paseo de Ronda, un ancho mínimo de 15m entre fachadas".

El ámbito espacial de este concurso de proyectos de urbanización comprendía los límites más arriba mostrados, que eran el río al oeste, el mar -y playa- y monte Ulía al norte, la vía férrea al sur y el límite municipal de Alza (el municipio sería anexionado tras la guerra civil) y el monte Ulía al este, incidiendo básicamente sobre el espacio conocido como Ategorrieta, que no fue completado en el proyecto de Goicoa de 1894. Aún así era concebido más como una reforma interior y superación de los problemas de imbricación de los dos planes de ensanche que como un ensanche de nuevo cuño. El que sería el equipo ganador, por ello, también incluía al área de Cemoriya, si bien con cierto matiz al esperar desapareciera esa interacción social no deseada en una nueva zona residencial al señalar que "no abordamos el problema del matadero por estimar que de igual modo que este es un asunto de carácter general y que no sólo afecta al Barrio de Gros y Ategorrieta, sino a toda la ciudad. Creemos desaparecerá pronto del lugar que actualmente ocupa por ser actualmente escaso y poco moderno y además por oponerse su carácter al que ha de alcanzar seguramente por su valor e importancia esa zona del ensanche". En este proyecto los patios generales de manzana estaban concebidos como prolongación de la vía pública e incluían jardines centrales: su acceso al interior estaría dispuesto mediante aberturas que ocuparían en arco la totalidad de la planta baja, en fachadas opuestas. Los edificios, al contar las calles con 15m de anchura, se levantarían con una composición b+4+a (con 2,75m de retranqueo sobre línea de fachada) y 18,50m de altura; en la Nueva Avenida la cornisa se levantaría a 22,50m de altura sobre el nivel de la calle, de 25m de anchura.

La valoración municipal del concurso aconteció el 8 de noviembre de 1921 por parte de los técnicos Alday y Moreno, siendo sancionada en el pleno del 1 de febrero del año siguiente, que desechó a dos de los cinco aspirantes. Alday y Moreno estimaron positivamente en Amann el trazado en planta y criticaron tanto su carácter de anteproyecto como la realización antieconómica para las arcas municipales: sería un dispendio excesivo. Calificaron al trabajo de Machimbarrena como más económico que el de Amann, así como de mayor adecuación las necesidades del ensanche. El pleno declaró además que el proyecto de Escario era el más estudioso con las soluciones de los problemas propuestos. El equipo ganador -compuesto por el ingeniero de obras municipales del Ayuntamiento de San Sebastián Juan Machimbarrena y por el arquitecto Luis Díaz Tolosana- dividió el área objeto de concurso en tres zonas de ensanche, atendiendo a las indicaciones municipales en tal sentido: la primera era la comprendida por la ley de 7/06/1894 (plan Goicoa) y la primera zona urbanizada del Kursaal (hasta la Gran Vía), la segunda era la segunda zona (sin desarrollar) del Kursaal y el ensanche en casas de vecindad y la tercera el resto. Un R.D. de 8 de agosto de 1924 aprobó el proyecto.

Sin embargo en 1925 este proyecto de urbanización recibió una modificación que afecto incluso a la numeración de las manzanas, siendo aprobado en pleno del 8 de julio. Además de la explicación de las 22 cambios introducidos en el proyecto modificado se incluía "también en la reforma la urbanización de la caótica barriada recién erigida en las inmediaciones del Matadero. En esa barriada en las manzanas rayadas podrá construirse con arreglo á las ordenanzas de edificación correspondientes sujetándose el resto á las condiciones de ciudad - jardín como toda la zona así delimitada en el proyecto primitivo": la altura máxima señalada era de 4º orden con un tipo arquitectónico de chalet. En el gráfico nº15 se ofrecen la nueva ordenación del espacio Gros - Ategorrieta y el ensanche del Kursaal. Este último contaba con aprobación en las manzanas números 1 a 7, con la 6bis transformada mediante convenio en zona municipal ajardinada. La manzana nº7 -lindante con la Gran Vía- actuaba como límite de urbanización y de ensanche aprobado; las demás manzanas -números 9 a 13, que llegaban hasta el matadero de Cemoriya- estaban carentes del proceso de urbanización necesario, comenzando por un nuevo muro de costa que culminaría en lo que hoy son la plaza del padre Claret y el comienzo del paseo Luis Pedro Peña Santiago. Estas últimas manzanas, además, tendrían unas alineaciones irregulares en esta zona, creando un espacio residencial vecino del matadero -al sur- limitado por un muro de costa curvo que culminaría en un paseo hasta Mompás, según estipulaba el convenio firmado con la Sociedad concesionaria. Entre las manzanas números 10 y 11 estaba prevista la finalización de la nueva gran avenida (futura avenida de Navarra) que sería el límite oriental de ensanche en casa de vecindad del nuevo concurso de urbanización y que era perpendicular a la calle Zabaleta y al paseo de Colón y paralela a la Gran Vía. Al este de la nueva gran avenida, en la falda del monte Ulía, el ensanche estaría basado en la tipología de vivienda unifamiliar aislada con ordenanzas de ciudad - jardín, hasta el límite municipal con Alza.

En el proyecto de Machimbarrena y Díaz Tolosana se ocupó todo el espacio desde la Gran Vía hasta la nueva gran avenida propuesta; la Gran Vía era la calle que actuó como límite de aplicación del ensanche de Goicoa y por ello la numeración de las manzanas de este plan de urbanización da inicio en la manzana comprendida entre Zabaleta, Colón, Gran Vía y Berminghan. Este espacio contaba con una circunstancia limitadora: la topografía, por medio de la colina del Chofre, donde estaba radicada la plaza de toros y en cuyas cercanías se asentaban diversas industrias y talleres. Posteriores modificaciones del plano situarían dos manzanas abiertas sobre estos terrenos de la plaza de toros (números 27 y 33) y contemplarían la apertura de nuevos viales o la modificación de los previstos entre las manzanas 32 y 32bis, 39 y 39bis o la unión de las número 43 y 44. La eliminación de la topografía original no se culminó hasta mediados de los años setenta y la última manzana no se terminó hasta 1998, con la eliminación del antiguo mercado. Para esta nueva zona de Ategorrieta se continuaba básicamente con la estructura ortogonal planeada en su momento por Goicoa, excepto en el área comprendida entre la Gran Vía y la nueva gran avenida, que combinaba esta estructura con otra basada en la prolongación de la calle Miracruz.

El desarrollo del ensanche fue medianamente rápido, no tanto en la construcción sino en la urbanización del área y la construcción de las infraestructuras, necesarias no sólo en el área de nuevo desarrollo previsto sino incluso en la parte primera de Gros. En esta zona algunos de los hotelitos de la calle Zabaleta, frente al antiguo muro de costa, fueron derribados y en sus solares levantados nuevos edificios. En otras se procedió a la apertura de viales, en algunos casos privados, como la calle Carquizano, entre la Gran Vía y la nueva gran avenida. Entre esas dos calles permanecía la plaza de toros, cuyo derribo previo era necesario para el desarrollo edificatorio y estaba ligado a la construcción de un nuevo coso que lo sustituyera -en principio a ubicar en Amara- al ser el punto fuerte del veraneo donostiarra. El barrio comenzó a construirse en una amalgama de segmentos de mercado residencial y de tipología edificatoria: nivel alto de la demanda con edificios nobles y viviendas amplias y desahogadas en el nuevo ensanche del Kursaal y un segmento obrero, con edificios de menor calidad y viviendas de menor superficie en las cercanías de la vía férrea. Las acometidas de servicios eran prácticamente inexistentes, con carencias en traída de aguas y alcantarillado para fecales y pluviales. Precisamente ligado a este punto está el proyecto de urbanización del barrio de Cemoriya, de 1928 -ya estipulado en el plan de Machimbarrena- como muestra de las carencias detentadas por este sector urbano cuyo estado fue debatido en pleno el 25 de octubre de 1927: se habló de realizar una reforma mediante la "urbanización de la caótica barriada recién erigida en las inmediaciones del Matadero" y se estipulaba la obligatoriedad del esquema constructivo b+1+bc en los edificios que se levantaran en la falda del monte Ulía. En 1933 estas ordenanzas de ciudad - jardín fueron también aplicadas a las manzanas números 11, 12 y 13 del ensanche Kursaal -frente al matadero-, a lo que el Presidente de la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián se opuso.

El ensanche recibió la sanción aprobatoria de un Real Decreto Ley de fecha del 25 de marzo de 1928 pero a los tres años recibió una modificación de interés, debatida en diversos puntos tratados en el pleno del 6 de febrero de 1931. Quizás la más evidente fuera la prolongación de la avenida de la Zurriola -esgrimida por el ingeniero Machimbarrena-, que en el primer diseño del ensanche del Kursaal terminaba en la confluencia con la Gran Vía. A raíz de este cambio esta avenida se prolongaba hasta su unión con la avenida del Kursaal (actual avenida de Navarra) mediante el establecimiento de una glorieta frente al convento del Corazón de María y significaba transformar las manzanas número 9 y 10. Estas manzanas del nuevo sector quedaron afectadas por la prolongación del vial y redujeron el tamaño del solar edificable, en especial de la nº9. Además ciertos errores apreciados en la concesión a favor de la ganancia de terrenos al mar y su urbanización -definidos como muy considerables- fueron subsanados y se aprobó la expropiación de terrenos y construcciones -para el movimiento de tierras- en el área de Jai Alai. En Gros se rectificaba la calle Pinares, se reformaba la zona contigua a la parroquia de san Ignacio y se abría la calle Carquizano. Un tema de los tratados entonces estuvo pasando trámites entre comisiones y plenos, en un proceso casi sin fin. Se trataba de la supresión en parte los jardines de las manzanas 23 y 27 (sobre las que se asentaba la plaza de toros del Chofre), que quedarían edificables con un fondo perimetral de 20m, poseedoras de doble fachada obligada y exigencia de ajardinamiento interior.

La calle padre Larroca vivió sus últimos momentos de controversia al ser anulada la obligación de construir con arcadas en el lado izquierdo de dicha calle el 18 de marzo de 1933, como se ha expuesto más arriba. Esta anulación significaba retrotraerse a lo estipulado en el ensanche de 1924 -con unas ordenanzas que no obligaban al empleo de fachadas obligadas y a una composición con arcadas- a pesar de que el Ayuntamiento intentara esta obligación en 1927 y el R.D.L. de 25 de abril de 1928 que aprobaba el ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta signara la obligatoriedad de soportales en uno de los lados de la calle.

5.2.- El proyecto de urbanización del barrio de Cemoriya

Como se ha expuesto en el subepígrafe precedente, una consecuencia de la aprobación del plan de Machimbarrena era la realización de planes de urbanización de las nuevas áreas a desarrollar, en especial acometer los servicios básicos que, para el área de Cemoriya, eran prioritarios por carecer de alcantarillado moderno y de un servicio de traída de aguas acorde con una zona residencial al contar únicamente con una prolongación de los servicios pensados en principio solo para el hospital de Manteo. El acceso al matadero de Cemoriya era la calle del matadero (que hoy corresponde al primer tramo de la calle Zemoria), desde lo que se transformaría en avenida de Navarra hasta las casas de los matarifes y de Eguino, punto desde el que parte la calle san Blas). Las casas de Sagüés tendrían por acceso el espacio comprendido entre el final del muro de costa y la ladera de Ulía o el matadero, además de un callejón sin salida que discurriría hacia el interior. Este era el esquema existente antes de la redacción del proyecto de urbanización y saneamiento del barrio de Cemoriya, aprobado por Real Orden de 16 de marzo de 1929, y cuyas reclamaciones al mismo fueron desestimadas en sesión plenaria del 1 de abril del mismo año.

La necesidad de superar la inexistencia de infraestructura en las zonas de nuevo desarrollo del ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta fue, sin duda, más evidente en el matadero de Cemoriya. Prácticamente de manera simultánea a la aprobación de la modificación y ampliación del ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta se empezó a buscar en el seno de la corporación una ubicación idónea para el matadero municipal, retomando el proceso de búsqueda de localización que tantos problemas causó a finales del siglo anterior. En el año 1925 se planteó modificar los mataderos existentes, lo cual era considerado como una obra costosa e insuficiente ya que "no pueden estar separadas las distintas matanzas que impiden la buena inspección sanitaria, aumenta el personal y hace difícil la buena recaudación de los tributos. No es posible dejar el matadero actual rodeado de casas y con fachada a una gran vía del nuevo ensanche del Kursaal, máxime si consideramos que estos Establecimiento se hallan clasificados entre los denominados insalubres". Por ello se estudió el emplazamiento de un nuevo matadero central que sustituyera a los tres entonces existentes. Este estudio se debía al trabajo común de varios técnicos municipales -a iniciativa del arquitecto Alday- con dos lugares para el estudio:

Barrio del Antiguo, frente al asilo Matía. Poseía la ventaja innegable de su alejamiento de la población, es decir, del casco urbano. Contaba con buenos accesos: por carretera, la existencia de servicio por la línea del tranvía de Tolosa y la vecindad con la línea del ferrocarril de la costa. Presentaban fácil solución tanto el desagüe como la traída de aguas ya que se esperaba realizar pronto el ensanche del Antiguo. Como defecto se apreciaba su alejamiento de la línea del Ferrocarril del Norte, por donde venía la mayor parte del ganado sacrificado en la ciudad, si bien se planteaba la creación de una línea de tranvía urbano que llegara hasta los andenes de la estación de esta compañía ferroviaria.

Caño de Anoeta. Este lugar comenzaba a partir de la línea del ferrocarril de la frontera (hoy zona deportiva de Anoeta). Se encontraba fuera del ensanche proyectado para el barrio de Amara y se encontraría servido por la futura carretera de ronda y por el nombrado ferrocarril de la frontera además de las también líneas férreas a Hernani, a Pamplona y Vascongados. En cuanto al ferrocarril del Norte, se planteaba la instalación de un ramal de prolongación de la línea muerta existente que, a través del puente de hierro, llegara al matadero. Las carreteras, los colectores y las tuberías del agua y del gas debían instalarse asimismo para el nuevo ensanche que, con las obras del encauzamiento del río Urumea sin duda pronto habrían de iniciarse.

El presupuesto contemplaba tres apartados. El primero, con la construcción del frigorífico y de horno crematorio, alcanzaba los 2.500.000 pts. El segundo, con los terrenos a 20 pts/ m², significaría un desembolso de 600.000 pts. por los 30.000 m² necesarios. El tercero contemplaba la venta de los terrenos de los mataderos existentes: en Cemoriya eran 4.000 m² y, descontando lo necesario para nuevos viales, podían venderse a 150 pts./ m² (que era el precio de los terrenos colindantes), significando el ingreso en las arcas municipales de 600.000 pts. Por el matadero de aves del Castillo se podían conseguir 15.000 pts. Además había que incluir los 500 m² del matadero de aves y corderos de Arroca, lo que a su vez daría una entrada de 75.000 pts. más. Estas cantidades no incluían el valor de los edificios, que podrían usarse para otros cometidos municipales. Por último, la venta del material podía suponer unas 50.000 pts. ("mal vendido", según se señala en el informe). Como resultado de los cálculos de los técnicos se llegó a la cantidad de 2.260.000 pts. que faltarían, tras las ventas referidas, para desarrollar el nuevo matadero: a tres años significarían 700.000 pts. en cada ejercicio presupuestario. Los ingresos del nuevo recinto, que tendría dimensión para llegar a servir hasta los 150.000 habitantes, se estipulaban en 105.000 pts./ año por sacrificio de 13.000 reses vacunas mayores y menores: entonces por paleaje se pagaban 4 pts. por cada res sacrificada (lo que sumaba unas 52.000 pts. al año), que era considerada como una cantidad menor a la que se abonaba en otros mataderos.

Este informe, firmado por el concejal Eizaguirre el 10 de febrero de 1925, pasó a pleno dos días más tarde, donde se tomó en consideración y se decidió pasara a estudio de la Comisión de Hacienda, la cual a su vez asesoraría la Comisión de Gobernación. A pesar de todo este interés el matadero de Cemoriya permaneció en uso hasta principios de los años setenta.

Una vez se aprobó por el Ministerio de Gobernación el proyecto de ensanche de Gros - Kursaal - Ategorrieta empezó a transcurrir el plazo de 4 meses que había sido estipulado en el apartado B de su primer artículo para la presentación del Proyecto de Urbanización del Barrio de Cemoriya con todos los documentos exigidos por el Reglamento de Obras, Servicios y Bienes Municipales de 14 de julio de 1924. El Ayuntamiento solicitó una prórroga de seis meses para la cumplimentación efectiva de todos los requisitos y la plasmación de los diversos proyectos de construcción de un hospital acorde con las necesidades de la ciudad, en un área con limitadas condiciones sanitarias en ese momento, la modificación de algunas vías -sobre todo en aspectos de rasante y anchura- y las previsiones de expropiaciones de casas. Además se contemplaba la adopción de un alcantarillado similar y equivalente al del resto del casco urbano. La memoria estaba firmada por el ingeniero de obras municipales Gumersindo Bureben (15/11/1928). Además incluía planos (ver gráfico nº 16), presupuesto general y cuadros de terrenos y edificios a expropiar.

Como se ha señalado más arriba, el ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta tuvo diversas modificaciones en la urbanización -aprobadas en 1927- que contaron con la sanción gubernativa correspondiente por medio de un Real Decreto en 1928; sin embargo, aún se estaba a la espera de una comunicación ministerial sobre el trazado a seguir por la autovía Madrid - Irún que se esperaba discurriera por esta parte oriental de San Sebastián, en especial a través del barrio de Cemoriya, por medio del cual enlazaría con la entonces avenida Alfonso XIII (antes del Kursaal, ahora de la Zurriola) para desembocar en el Boulevard. El proyecto de urbanización contemplaba modificaciones de las vías públicas, cambios en las manzanas, configuración de una ciudad - jardín en la ladera del monte Ulía, y realización de obras de saneamiento. En cuanto a las vías públicas las medidas eran las siguientes:

El hospital de san Antonio Abad (Manteo) se convertiría en el Hospital Civil, un conjunto hospitalario moderno sobre una manzana única al integrar las antiguas manzanas 29 y 30 y eliminar la calle que las separaba (calle B).

Se configuraba una nueva calle (el paseo de ronda, con 12m de anchura) que se proyectaba respetando el existente matadero de Cemoriya -el cual se asentaría en una única manzana (la número 65)- en su primer tramo y terminaría discurriendo tras el Hospital Civil para culminar en una plaza circular dispuesta en la avenida de Navarra. Este paseo de ronda separaría las nuevas construcciones de Sagüés del matadero.

Se creaba una nueva plaza (plaza del matadero, de 30m x 66m) frente a la puerta principal del mismo, al final de las calles del matadero (de 12m de ancho, hoy tramo inicial de la calle Zemoria) y san Francisco (también de 12m de anchura), eliminando el caserío allí construido.

Se aprovechaba la calle san Blas como base de constitución de un nuevo vial (calle nº1), con 15 m de anchura, lo que significaba la demolición de varios de los edificios allí levantados.

En cuanto a las manzanas, se establecía una diferencia entre las numeradas como 11, 11bis, 20 y 66 y las demás. Esas cuatro manzanas estarían obligadas a seguir las ordenanzas de edificación del ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta -es decir, las comunes de los ensanches de San Sebastián- mientras que las demás emplearían las especificaciones para ese ámbito (con b+2+bc, unifamiliares y rodeadas de jardines) salvo las manzanas nº30 (destinada al Hospital Civil) y nº65 (al Matadero General de la Ciudad).

El presupuesto total consignado ascendía a 2.614.860 pesetas, de la cuales el 78% correspondía a las expropiaciones para edificios públicos y viales (este apartado por sí solo significaba el 76% del total): estas magnitudes se muestran en las tablas números 20, 21 y 22. Sin embargo existía una mala apreciación en la suma de las partidas, con un error que se expone en cursiva en la tabla nº22 ya que en las valoraciones para viales solo se tomó en cuantía la valoración de edificios a expropiar para derribo olvidándose de las valoraciones de los solares a expropiar (53.390 pesetas): el presupuesto del anejo nº1 debería ascender a 2.094.510 pesetas en esta partida en vez de las 2.041.120 reseñadas y por ello se debería alcanzar un total en el proyecto de urbanización del barrio de Cemoriya de 2.668.250 pesetas.

Este proyecto de urbanización y saneamiento del barrio de Cemoriya contó con alegaciones en contra presentadas por diversos propietarios -cinco en concreto- a las cuales el letrado municipal Francisco Javier Pradera respondió en dictamen el 15 de marzo de 1929. Básicamente los argumentos esgrimidos se centraron en la valoración económica de solares y edificios:

Sebastián Casado Tabuenca. Estimaba baja la valoración de "Nic-Nay" y "Cemoriya", además de pretender fueran expropiados por separado los patios.

Petra Garmendia. Gestionaba en "Nic-Onena" y "Nic-Onena Berri" (propiedad suya y de sus hijos) un bar-restaurant y pretendía fuera valorada de nuevo la propiedad, con vistas a incrementar el valor.

María Loinaz Cunsansoro, viuda de Manterola. Expresaba su disconformidad con la tasación de su propiedad "Vista-Eder".

Herederos de Don Manuel Odriozola Irizar. Señalaba la desaprobación de la tasación calculada a su propiedad.

José Cruz Arruti y Consortes. Indicaban su desacuerdo general con la ubicación del futuro nuevo Hospital en el emplazamiento asignado en el plano, afectando a la ciudad - jardín del Monte Ulía al estar incluidos esos terrenos en las nuevas ordenanzas de ciudad - jardín que señalan la obligatoriedad de construcciones de tipo chalet.

Excma. Sra. Marquesa de San Millán. Combatía al proyecto porque alteraba anteriores alineaciones fijadas con arreglo al Plano de Ensanche aprobado el 8 de agosto de 1924. Además no aceptaba la valoración de los inmuebles a expropiar.

Los seis recursos fueron desestimados. Para denegar cambios en las valoraciones el letrado municipal Pradera señaló el seguimiento de la declaración de la renta en los cálculos aritméticos. Para desestimar lo esgrimido por los recurrentes quinto y sexto exponía la definición de edificio público -junto a la posibilidad de exención de obligatoriedad de las ordenanzas municipales de edificación- y el seguimiento del imperativo legal de presentación del plan de urbanización y saneamiento (consignado en el Real Decreto que aprobaba el Plan de Ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta) con vistas a crear salubridad en las vías.

El último paso administrativo fue la presentación a la Comisión de Sanidad Local del Real Consejo de Sanidad. Este organismo trató el Plan de Urbanización y Saneamiento del Barrio de Cemoriya en una reunión celebrada el 4 de mayo de 1929 presentando un dictamen relativo al mismo que fue aprobado por unanimidad. En este organismo se entendió su concepción, no como un ensanche nuevo, sino como "la modificación de un barrio enclavado dentro de un ensanche, aprobado ya y del que se desglosó ese barrio cuyas condiciones de salubridad eran y son deplorables, precisando, por ello, proceder al trazado de nuevas vías e imponer ciertas normas de urbanización". Se mencionaba expresamente el sacrificio que supondría la expropiación de las casas numeradas como 2, 3, 4, 5, 7, 8, 9, 10 y 11 de la calle principal que -siguiendo a la memoria del proyecto- era "una verdadera necesidad requerida por las más elementales reglas de anidad [sic] e higiene pública". La ponencia hizo notar que el trazado de las manzanas 11 y 11bis había prescindido del patio común de manzana y que la pendiente del final de la calle san Francisco y de un tramo de la calle nº2 excedían el 10%, si bien con las dificultades de orden técnico y económico (ladera del monte) y la consideración de terrenos ya construidos en parte (manzana nº11) entendió que "podía estar indicado dar por bueno el trazado y organización" al estar situado en dicha manzana el convento con iglesia anexa, si bien la manzana nº11bis debería contener patio central de manzana. Finalmente estimó fundada otra alegación, presentada por la marquesa de san Millán (propietaria de la casa natal del Almirante Okendo, "gloria de Donostia"), con la intención de "que dicho edificio sea conservado como reliquia histórica, reclamación que pasan por alto el Letrado Municipal y la Comisión de Ensanche en sus respectivos informes, no obstante lo dispuesto en el artículo 101 del aludido Reglamento y ser relativamente fácil el sustituir el patio central proyectado en la manzana 20 por otro abierto (como previene el artículo 6º) dentro del cual queda situada la referida casa, que poco antes o después ha de declararse edificio histórico". El gobernador trasladó el dictamen al consistorio donostiarra, siendo debatido en la comisión permanente de tres días después, donde se acordó su traslado a la Comisión de Ensanches. La casa solar de Okendo pasó diez años más tarde a manos municipales.

5.3.- Los intentos de demolición de Sagüés

Los edificios de vivienda obrera que rodeaban al matadero de Cemoriya tendrían en los años treinta fuertes problemas: primero de déficits urbanísticos y después de limpieza ideológica -por la guerra civil- ejemplificada en el papel desempeñado por Juan Machimbarrena en 1936 y 1937. Para el ingeniero de obras municipales y autor del plan de ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta su visión de la zona se aprecia en las siguientes líneas: "<ese poco afortunado barrio> se erigió entre 1923 y 1925. El principal promotor fue Francisco Sagüés, mediante préstamos de la Caja de Ahorros Municipal. Sin plan de ordenación de trazado o de edificaciones, de absoluta propiedad privada, el Ayuntamiento o no supo no quiso oponerse: el <slogan> de aquel entonces consistía en decir que los terrenos eran particulares y que en ellos no tenía jurisdicción alguna el Municipio. Fue un bache administrativo de serias consecuencias y de larga duración, pues a su amparo se perpetraron verdaderos y graves lesiones al urbanismo de la ciudad".

Gracias al plan de urbanización y saneamiento del barrio de Cemoriya se solventaron déficits urbanos como los servicios básicos, si bien las ampliaciones o creaciones de vías rodadas no se llevaron a cabo por la falta de presupuesto municipal para enfrentarse al alto valor que alcanzaban las expropiaciones previstas. Una segunda consecuencia derivada de dicho plan fue la aplicación de ordenanzas generales de edificación a las manzanas números 11 y 66 (aquí, frente a la intención municipal de aplicar 4º orden a los edificios éstos se levantaron con 2º orden, a excepción del período 1925-1928, donde no permitió: este solar impedido de construir sería edificado en los años 50), mientras que las manzanas números 67 y 68 -en la calle san Blas- deberían seguir ordenanzas de ciudad - jardín, estando prevista la demolición de casi todas las construidas en ella. Como consecuencia del déficit viario en Cemoriya el 15 de septiembre de 1934 los vecinos de Sagüés pidieron en escrito remitido al Ayuntamiento que se analizaran y eliminaran las dificultades que soportaban, con origen las malas condiciones que presentaba el vial de acceso al barrio (entre el matadero y el muro de costa, actual plaza del padre Claret): barro, carencia de iluminación, etc. Estos terrenos con problemas pertenecían a la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián y a los herederos de R. Berasategui.

No obstante, sería la guerra civil -y, más en concreto, la entrada de las tropas franquistas en San Sebastián en septiembre de 1936, con un censo de habitantes efectuado el día 13- la causa de la intención municipal de demolición del barrio de Sagüés en su integridad, encabezada por el ingeniero municipal Machimbarrena, quien a finales de ese año presentó un escrito para que desaparecieran las 17 casas de inquilinato, cuatro de ellas propiedad entonces de la Caja de Ahorros Municipal. Para este funcionario lo básico era llegar a la demolición del barrio ya que "de todos modos, sea cual fuere el destino de estos terrenos, es cosa secundaria, en relación con el interés principal del problema, la demolición del barrio erigido sobre ellos, motivo constante de sonrojo para el buen nombre de la administración municipal".

En los meses de febrero y marzo de 1937 se sucedieron los escritos oficiales -municipales y castrenses- para dar comienzo a la demolición del barrio. Con fecha del 13 de febrero de 1937 una carta remitida por el Gobernador Militar de Guipúzcoa al Coronel Gobernador Militar calificaba a Sagüés como barrio sin finalidad, que sufría desprendimientos de tierras y que tenía un trazado arbitrario de urbanización, además de contar con una mala localización y un empleo de deficientes materiales de edificación; en el aspecto económico incidía en que no se abonaban las rentas a los propietarios de los inmuebles: el estado de las casas era de claro deterioro. En este escrito de información se señalaban tanto las condiciones de habitación como el espectro político de sus habitantes ya que "en sus primeros tiempos el barrio fue habitado por los obreros que fueron viniendo a San Sebastián y gentes modestas que al terminar las nuevas construcciones fueron a ellas quedando los peores en el barrio. Este núcleo se vio aumentado poco a poco por todos los elementos indeseables que en San Sebastián entraban tanto en relación con la moralidad como a sus ideas políticas y sociales; este dato se confirma claramente con ver que a consecuencia de la salida de gentes de mal vivir y marxistas provocada por la próxima entrada en San Sebastián de las fuerzas del Ejército Nacional, quedó reducido el número de vecinos de este barrio a su 1/5 o sean [sic] 417. (...) Con estos antecedentes no es de extrañar que este barrio fuera motivo de no poca preocupación para las autoridades especialmente para la gubernativa por ser centro de reunión de todos los elementos indeseables y que tenían cierta impunidad pues por su situación podían fácilmente ganar el monte Ulía". El remitente del informe era consciente de la posibilidad de solventar sin mayores complicaciones la demolición del barrio por la eliminación del estado previo de carencia de viviendas en San Sebastián ya que por la guerra había disminuido la población y existían en la ciudad numerosas casas vacías de renta análoga a las de Sagüés. Definía a estas viviendas de sustitución -a ocupar- como casas adecuadas, alegres e higiénicas, "contribuyendo con esto a que el obrero se aficione a la casa alejándose de la taberna y demás centros de reunión, con lo que beneficiando a la nación serán ellos los primeros beneficiados".

Solo cinco días más tarde (el 16 de febrero) el Gobernador General de Guipúzcoa y Vizcaya, aprovechando gran parte del material de la carta anteriormente mostrada, remarcó en un escrito el carácter ideológico de la limpieza a desarrollar en esta zona de la ciudad al indicar que el barrio de Sagüés era un "refugio habitual no solo [sic] de los elementos extremistas, sino del hampa local que ha encontrado en él fácil y seguro cobijo" que dio como resultado una "peligrosa mescolanza de gentes mal avenidas con una vida normal y de otras, tradicionalmente sustentadoras de las más subversivas y demoledoras teorías sociales y políticas". En cuanto a la situación del barrio, hacía especial mención a las posibilidades de salida que ofrecía, al poseer varios accesos, estar rodeado de escarpaduras y contar con la cercanía de un punto -barrio de Trincherpe, en Pasajes, flanco oriental del monte Ulía- que ofrecía las mismas condiciones sociales y naturales del barrio objeto de denuesto. La necesidad de proceder a la limpieza ideológica era perentoria, debido a que "el barrio que se trata de derribar es un producto típico del medio en que florecían las actividades del Frente Popular y campo abonado para la fructificación de toda idea disolvente y maniobra ilícita".

El 29 de marzo de 1937 otro escrito -en esta ocasión del alcalde de San Sebastián, redactado por José María de Angulo- volvió a emplear conceptos expresados más arriba, iluminándolos en su redacción con conceptos políticos y sociales: "Sagüés era últimamente lugar geométrico de suciedad, fealdad y hamponería. Sus recovecos sórdidos constituían refugio propicio a toda la gama del hampa maleante y en los últimos tiempos campeaba en ellos la subversión en sus matices más agudos e infrarrojos [sic]". Incidía en los términos ya mostrados en la comunicación de salida por parte de sus moradores hacia lugares equivalentes al ganar las laderas del monte Ulía y culminaba con una mixtura de bases urbanísticas, políticas y sanitarias ya que "en cuanto al aspecto social, los argumentos tendientes [sic] á propugnar la demolición del barrio de Sagüés, no escasean tampoco. Y esa demolición, como otras que pudieran enfocarse de grupos de viviendas sitos en torno a la Ciudad, no siendo planteados como soluciones de venganza, de represalia á la actitud de la mayoría de sus habitantes en relación con la presente lucha sino por el deseo que en futuro [sic] las clases modestas, las gentes trabajadoras cuenten con viviendas claras, alegres y sobre todo higiénicas que contribuyan á limpiar sus cerebros de ideas malsanas". El área de San Sebastián, según esta comunicación, era "en todo tiempo campo abonado á la subversión y al delito".

El informe del alcalde era muy completo e incluía una exhaustivo desglosamiento de los moradores de Gros y Sagüés, ya que se efectuó un censo el mismo día en que entraron las tropas franquistas en la capital guipuzcoana. Según este recuento el 31 de diciembre de 1935 había en Sagüés 2.273 vecinos, que quedaron en 417 el 13 de septiembre de 1936. Para las mismas fechas la reducción de habitantes fue de 14.925 a 6.818 en la totalidad del barrio de Gros. Mientras en Sagüés abandonó el barrio el 81% de sus habitantes en Gros el porcentaje de salida fue el 54. Debido a esta bajada de población consideraba la alcaldía podía darse un fuerte impulso al derribo de la barriada y al traslado de los moradores a viviendas de alquiler sitas en otras partes de San Sebastián: "ante las circunstancias expuestas se comprenden los motivos de oportunidad que aconsejan la demolición rápida de la barriada sin esperar al término de la lucha en curso, ya que una eliminación, una depuración que liquide los presentes sucesos, ha de ser incompleta sino [sic] se hace extensiva al albergue imposibilitando un retorno al anterior estado de cosas. Precisa en una palabra la destrucción de Sagüés del mismo modo que la guerra á ciertos insectos obliga a la extirpación de sus madrigueras impidiendo con ello absolutamente un posible regreso de sus anteriores ocupantes". Esta extirpación del cáncer social por él propugnada sería efectuada mediante la evacuación por transporte de la barriada -aprovechando el traslado por huida de una parte destacada de la población- ya que existían aproximadamente unas 5.000 habitaciones (viviendas) abandonadas de todas las categorías de alquiler, con lo que muchas serían de una renta igual a la que se abonaba en el barrio de Sagüés. Otro problema incorporado era el de la indemnización a los propietarios ya que de las 17 casas 4 estaban en manos de la Caja de Ahorros Municipal por impagos hipotecarios y el resto estaba en manos de propietarios modestos cuyas fincas permanecían hipotecadas y no estaban al corriente en las cuotas por ausencia de ingresos de rentas. Todo redundaba en el "demérito de la construcción, carentes de conservación", aumentando el desprestigio de la barriada. La valoración en que se estimaba la compra de las propiedades ascendía a 1.478.690 pesetas. Asimismo señalaba que existían informes favorables a la medida de derribo, debidos al Gobernador General - Coronel Gobernador Militar, con vistas a solicitar aportación económica al Estado para afrontar estas medidas drásticas aprovechando una suma del acuerdo de aportación del municipio a la causa nacional -con fecha 7 de octubre de 1936- consistente en un millón de pesetas de gravamen procedente de la hacienda municipal. "La España que nace ha de extirpar inexorablemente cuanto predisponga á reavivar focos hoy extinguidos y San Sebastián, rico y bello florón del poder hispano, hoy depurado hasta la exaltación en sus fervores patrióticos, no se remozará de modo pleno, si física, materialmente, no es despojada de cuanto pueda ligarla al horrible pasado, cuya sola memoria aconseja resolver sin demora este problema".

El ingeniero de obras municipales Juan Machimbarrena participó en este proceso en varias de sus fases. En un informe del 15 de abril informó de la existencia de 17 casas en el barrio, cuyo coste de expropiación ascendía a 1.478.690 pesetas. Añadía que para esa zona existía un plano de ensanche aprobado en el que se destinaba esta área a ciudad - jardín; no obstante, no se señalaban las cargas que pudieran existir de cada finca. Al técnico le constaba que al alcalde José Múgica acogió el tema con calor: no habría problema con el retorno de los habitantes y serviría de ayuda al problema de la vivienda. Las soluciones estudiadas por él para sustituir la barriada, una vez demolida totalmente, eran:

  • convertirla en ciudad - jardín, conforme al proyecto de ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta (redactado por él), según se manifestaba en el plano de ordenación correspondiente
  • proyectar la creación de una playa en Gros, presentado al Ayuntamiento. Proponía la construcción de una gran piscina y solarium, con dependencias anejas, en los terrenos de Sagüés y Matadero. Toda esta instalación estaría situada al borde de la playa, resolviéndose el acceso salvando el desnivel mediante una escalinata.

En la tabla nº23 (fechada el 29 de enero de 1937) Machimbarrena contraponía los habitantes del área de Sagüés y de Gros, antes y después de la entrada de las tropas franquistas. En la tabla nº24 (fechada el 23 de noviembre del año anterior) consignaba fincas, propietario, superficie de parcela, estado del edificio y valoración económica, con vistas a su expropiación para demoler el barrio. Este aspecto estaba a su vez derivado del censo efectuado el 13 de septiembre y se acompañaba del plano que se muestra en el gráfico nº17: valoración de las fincas en el barrio de Sagüés (también con fecha de 23 de noviembre de 1936). La determinación del funcionario estaba clara desde el levantamiento militar: derribar el barrio -ya definitivamente denominado de Sagüés- elaborando los cuadros y planos necesarios para efectuar rápidamente el proceso de sustitución urbana que con posterioridad expuso en el libro que, sobre el urbanismo del futuro en la capital guipuzcoana, propuso al consistorio y publicó en 1945. Empero, Machimbarrena propugnaba la aplicación de las ordenanzas de ciudad - jardín a la totalidad de Sagüés, obviando las determinaciones en tal sentido derivados del plan de urbanización y saneamiento de Cemoriya (ordenanzas comunes de ensanche en las manzanas nº11 y nº67 y edificios públicos en las nº30 y nº65). Pretendía, en definitiva, que se aplicaran los contenidos del ensanche proyectado por él en 1924, tal y como fueron concebidos entonces. Otra cuestión añadida fue el error en la suma de la valoración de los inmuebles: la expropiación supondría 1.395.690 pts. en vez de las 1.478.690 pts. reseñadas.

El problema seguía siendo candente ya que cinco días después (el 19 de abril) el alcalde Múgica remitió una carta a Valladolid -al Gobernador General del Estado Español [sic]- explicando de nuevo, según su criterio, las situaciones urbanística y política de la ciudad y, en particular, de Gros y Sagüés:. en el calor de la posguerra los ensanches de Gros - Kursaal - Ategorrieta sirvieron de albergue a gente humilde, al margen de toda ordenación urbana. Repitiendo literalmente los términos y expresiones ya mostrados en párrafos anteriores suplicaba la demolición en los llamados barrios de Sagüés, Cemoriya y casa Altuna-Enea, con facilidades -sobre todo en medidas económicas- otorgadas para ello:

Gráfico n. 17

Facultad para evacuar sus habitantes a pisos requisados o desocupados "de condiciones análogas á los que actualmente ocupan". Instaba a la participación en tal sentido de Juntas y Organismos varios, para proceder a la obligación de dar facilidades en traslado y realojo: medios de transporte y cesión de inmuebles propios o requisados.

"Llevar a efecto inmediatamente la demolición de los mismos" tras deshabitar esos edificios en Sagüés.

"Indemnización a los propietarios hasta que se restablezca la normalidad en España de una canon equivalente á la renta que de hecho actualmente perciben".

Estudio del Ayuntamiento para compensar a los propietarios cuando España se normalizara, teniendo presente la orden del Boletín Oficial de 11 de abril de 1937 sobre viviendas higiénicas y socialmente deficientes (sobre todo en lo que hace mención a sus habitantes, por vagos y maleantes), estando en estrecho contacto con la Fiscalía de la Vivienda

Los propietarios de inmuebles en Sagüés se quejaron de la valoración de las casas efectuada por el Ayuntamiento, sobre todo porque no se contabilizaron los créditos tras hacerse cargo de las hipotecas que las gravaban. Como ejemplo podemos observar las cartas remitidas al alcalde por el Conde de Grá (comandante del ejército y propietario del inmueble san Blas nº9, con fecha 30/04/37), Eceiza, (propietario de las fincas san Blas números 3 y 11, con fecha 8/05/37), Inchausti (dueño de la casa san Blas nº5, con fecha 11/05/37), Aguirre, Landa, Garay y Urrutia (propietarios de J.M. Barandiarán nº22, con fecha 11/05/37), José Apalategui (con fecha 15/05/37) y Benito Vitoria (dueño de san Blas nº8, 15/05/37). El censo efectuado por la Policía Municipal el 26 de junio de 1937 aprovechaba para ello las hojas de detenidos en calabozos de la inspección del propio cuerpo. Este censo exhaustivo contenía preguntas sobre la situación del alquiler (precio y posible impago). Así resulta que la mayoría de los inquilinos declaró una renta mensual contenida entre 36 pts. y 50 pts., con frecuentes casos de rentas que alcanzaban las 60 pts., 100 pts., 120 pts., etc. Muchos inquilinos no abonaban su cuota.

Por último, el debate sobre la capacidad presupuestaria del Ayuntamiento para asumir el coste de expropiaciones y derribos fue el proceso final de este proceso. La subcomisión reunida el 6 de junio de 1937 trató el cumplimiento de los cuatro puntos esgrimidos por el alcalde ante la Administración Central de la España Nacional, en Valladolid. En ella se constató el cumplimiento únicamente de los apartados a, b y c., se consideró que según el negociado municipal de estadística el barrio de Sagüés había quedado deshabitado en sus dos terceras partes, que las casas de la Caja de Ahorros Municipal fueron ganadas por esta entidad mediante subasta por vencimiento de créditos hipotecarios y se veía con temor la derogación del Concierto de las Provincias Vascongadas por las repercusiones fiscales que traería sobre la gestión municipal y su incidencia en la capacidad presupuestaria a la hora de afrontar esta expropiación y demolición de Sagüés. La subcomisión entendió que este importante desembolso para la operación de Sagüés no resultaba asumible por las arcas municipales en ese esfuerzo de guerra: era un gravamen de tal cuantía que la ciudad de San Sebastián no lo podría soportar. El interés social, higiénico y urbano del proyecto Sagüés precisaría la suspensión y/o el aplazamiento de obras y proyectos municipales, que recogían recursos y fuentes económicas. Como aspecto favorable se entendió en la reunión la buena disposición manifestada por la Fiscalía de la Vivienda, tendente a dificultar "seriamente que se vuelva a ocupar la parte deshabitada del Barrio de Sagüés, y como el peligro que puede ofrecer el mismo en sus aspectos social, higiénico y urbano, es precisamente el de su total habitabilidad, que en todo caso ahora se vería seriamente reducido en el social, merced a la nueva y favorable situación creada por la existencia de un estado de autoridad, antes totalmente ausente en las esferas de la gobernación del Estado, y por las condiciones que han permitido formar un clima político y social de mayor benignidad". Como conclusión los integrantes de la subcomisión esperaban que se redujeran las pretensiones de los propietarios, los cuales meditarían sobre la situación que en ese instante se abría en el país y los esfuerzos a realizar en pos de una nueva etapa.

Sagüés, por tanto, no fue demolido y se ha mantenido hasta la actualidad. En 1939 se produjo un hecho destacado: la marquesa de san Millán cedió al Ayuntamiento la casa solar del almirante Okendo, una donación firmada el 2 de enero de ese año retomando lo expuesto por el Gobierno Civil en la aprobación del plan de urbanización y saneamiento del barrio de Cemoriya. Este barrio, ya conocido desde los años 30 como Sagüés, sin embargo no quedó englobado dentro de los límites del ensanche Gros - Ategorrieta según se expuso en su momento en 1941 y que eran: calle Iztueta, vías del ferrocarril, avda. del Gral. Primo de Rivera (hoy de la Zurriola), avda. de Navarra, paseo de Colón y avda. de Francia. En esta década de los cuarenta se efectuó la permuta de terrenos de los talleres de los herederos de Ramón Múgica, sitos hasta entonces en la calle Nueva (primer Gros) por otros terrenos vecinos del campo de fútbol de Atocha, se abrieron totalmente, asimismo, tanto esta calle como la de José María Soroa y las denominadas en el ensanche como J, K y N, todas limítrofes con la plaza de toros.

El barrio de Gros seguía sin culminarse debido al mantenimiento de la colina en la cual se levantaba la plaza de toros del Chofre. El desarrollo de este sector del ensanche no podría llevarse a cabo si no se eliminara el recinto taurino y, a su vez, el mantenimiento del coso era considerado fundamental para el desenvolvimiento de la actividad turística veraniega. La solución únicamente podría llegar mediante la fórmula del traslado, construyendo una nueva plaza de toros en la ciudad siempre que la localización no se entrecruzara con el desarrollo urbanístico de los ensanches: Amara, cuyo comienzo estaba cercano, y el Antiguo, que le seguiría a continuación.

En este desarrollo -restringido- de la posguerra, con fuertes restricciones en los materiales de construcción (en especial del hierro para forjados) se planteó desde instancias municipales el derribo de la plaza de toros del Chofre, ubicando este elemento de equipamiento en otra zona de la ciudad para que quedara expedito el área final -aún sin urbanizar- del ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta. En un momento determinado, incluso, se debatió la posibilidad de construir un nuevo coso en el barrio de Sagüés: en concreto, en la sesión del 23 de abril de 1945 la Comisión de Ensanches se trató un informe de Antonio Elósegui sobre el particular. En los debates previos se había hablado sobre el emplazamiento más adecuado, tanto desde el punto de vista urbanístico como el económico, por lo que hacía referencia a la posibilidad de levantamiento del nuevo ruedo en el ensanche de Amara si bien consideraba más adecuada en cuanto a sus terrenos la zona de Sagüés y viejo matadero municipal "porque se logran varios objetivos muy ventajosos para la ciudad, mientras que en Amara no se logra ninguno, y se emplean terrenos que pueden servir para otros fines de más utilidad y rendimiento". El firmante del escrito a consideración aconsejaba localizar en Gros - Sagüés la nueva Plaza de Toros de San Sebastián "por el solo hecho de que se lograría la desaparición de ese inmundo barrio de Sagüés y el hermoseamiento de tan vistosa zona. Desaparecería también el viejo Matadero que no reúne las condiciones requeridas, como lo demuestran las numerosas tentativas que vienen haciendo desde hace muchos años los Sres. Concejales y los técnicos para lograr su desaparición a otro adecuado emplazamiento. En este asunto aparecen vinculados intereses públicos como son los del Ayuntamiento, Beneficencia y Caja de Ahorros Municipal. Debe, pues, ser objeto de cierta preferencia la mejor defensa de estos intereses y ello se conseguiría construyendo la nueva Plaza de Toros en la zona de Gros-Sagúés, por las siguientes razones:

Se lograría una aspiración unánimemente sentida desde hace muchos años, consistente en que la Junta de Beneficencia, explote para sus necesidades, el saneado negocio de las corridas de toros, como sucede en Pamplona y en otras Capitales, con lo que los benéficos establecimientos tendrían una mayor protección.

Desaparecerían: ese inmundo barrio de Sagüés y viejo Matadero, hermoseando esa zona que debe ser predilecta por su proximidad al mar y al campo, facilitando fácil realización de problemas posteriores de expansión reglada.

Que no habría dificultades en materia económica para acometer estos problemas porque la Caja de Ahorros y otras entidades que tienen tantísimo interés por la solución del problema hallarían medios cómodos y ventajosos para financiar las operaciones.

El nuevo emplazamiento sería vital para el mayor negocio de la explotación de la plaza de toros porque el público acudiría en mayor numero por ser más grato en verano estar en una Plaza de Toros a orillas del Mar que en la llanura árida de Amara".

De forma simultánea a estos debates sobre la conveniencia de traslado de la plaza de toros el ingeniero de obras municipales Juan Machimbarrena publicó su libro "Urbanismo aplicado: San Sebastián, presente y futuro", editado por la Revista de Obras Públicas, en Madrid. En esta obra, (que deja traslucir una visión aristocrática derivada de su condición de técnico superior) expuso tanto los logros urbanísticos de la ciudad de San Sebastián como las propuestas y proyectos aportados por él al consistorio -los aprobados y los rechazados- además de las sugerencias que, en materia de prospectiva urbana, exponían el futuro de la capital guipuzcoana. Algunas de estas intenciones de porvenir estarían contenidas en el "Plan General de Ordenación Urbana de San Sebastián" de 1951, en el -derivado del anterior- "Proyecto de rectificación y ampliación del ensanche Gros - Ategorrieta" (del mismo año) y en el "Plan General de Ordenación Urbana de San Sebastián" de 1962. En esta obra Machimbarrena expuso tres propuestas para el área de Sagüés, que se ofrecen en los gráficos 18a, 18b y 18c: el punto IX se centraba en la creación de una playa en Gros -con un presupuesto subvencionable de 9.500.000 pts.-, el punto X significaba la reforma del barrio de Sagüés y Matadero -con 8.500.000 pts. de cuantía- y el punto XI señalaba la creación de un paseo y mirador en Mompás -un desembolso de 1.500.000 pts.-. En las imágenes que acompañan a estos textos desaparece por completo el barrio de Sagüés, permanece la manzana del Corazón de María y el resto de las manzanas de esta área son de edificios medianeros -similares a los del resto del ensanche de Gros-: es decir, que no siguen las ordenanzas de ciudad - jardín a pesar de ser Machimbarrena el máximo impulsor de estas ordenanzas para la falda de Ulía. En el solar del matadero se ubicaría una piscina con solarium y club social. Otro elemento novedoso era la inclusión desde el Corazón de María del inicio del vial rodado que terminaría en la punta de Mompás.

El Plan General de San Sebastián de 1950 proponía el derribo de la barriada de Sagüés en la línea formal de lo propugnado por Machimbarrena en su libro de 1945. Este Plan General se derivaba claramente de los esquemas ideológicos y profesionales del clima de posguerra, representado por Pedro Muguruza Otaño -quien participó en el concurso de Gros - Kursaal - Ategorrieta de 1924- y Pedro Bidagor Lasarte, los cuales tras finalizar la guerra civil entendían que el arquitecto debía transformarse de profesional liberal en correa de transmisión de las especificaciones de un jefe, construyendo la ciudad falangista. El planeamiento territorial existente con anterioridad era el Plan Provincial de Guipúzcoa -de 1941- cuyo resultado fue más bien un conjunto de estudios previos a la ordenación y materialización de un planteamiento metodológico que traspasaba los límites de lo urbano -dentro de una estructura jerárquica que proseguía la concepción del planeamiento provincial debida a Bidagor- que un documento de ordenación. Este Plan General abarcaba la totalidad del término municipal de San Sebastián, sobrepasando la anterior concepción de planes de extensión. En 1951 el Ayuntamiento organizó una exposición para dar a conocer este Plan General a los habitantes de la ciudad y publicó un catálogo de la misma -en formato de libro- que recogía tanto los paneles de cuadros explicativos y premisas metodológicas como las realizaciones previstas (que se mostraban en ilustraciones y en maquetas). El Plano de Ordenación existente en el Ayuntamiento cuenta con sello del Ministerio de Gobernación de fecha 13 de septiembre de 1952 y, como derivación del mismo, se redactaron unas nuevas ordenanzas de edificación para la ciudad. San Sebastián era concebida como un "cuerpo vivo" donde las normas ordenancistas debían ser activas: la ciudad quedaba dividida en zonas.

Este Plan General ejemplificaba la teoría de la analogía orgánica desarrollada por los equipos liderados por Pedro Bidagor donde se equiparaba a las diversas partes de la ciudad como componentes de un cuerpo vital, por lo que las funciones de las mismas eran equivalentes. En el caso de San Sebastián se identificó su forma urbana con la de una paloma en vuelo: el corazón estaba en el Buen Pastor y la cabeza era el monte Urgull. Este desarrollo hasta el límite de la analogía orgánica "que pudiera pensarse juego o divertimento, se plantea como método de trabajo y procedimiento de investigación de la estructura urbana, en forma que hoy produce no poco estupor" -junto a otros- fue llevado al XXI Congreso Internacional de la Vivienda y el Urbanismo que se celebró en Lisboa en 1952. Para el barrio de Gros se redactó el "Proyecto de Rectificación y Ampliación del Ensanche Gros - Ategorrieta", con fecha de 19 de mayo de 1951 (abril de 1951 para la recopilación de las transformaciones), que incluía los contenidos del Plan General. En el gráfico nº19 se muestra el plano de ordenación propuesto para Gros que apareció tanto en la exposición del Plan General como en el propio proyecto de rectificación y ampliación. Las mayores transformaciones afectaban a las áreas de Manteo y Sagüés: en este barrio daba inicio otro acceso a Ulía, para lo cual era necesario se trazara de nuevo "la construcción de los bloques allí erigidos, ajustándolos en la medida necesaria, para que esa reedificación pueda efectuarse de acuerdo con las normas que para dichos casos especifican las ordenanzas".

Este proyecto de rectificación afectaba a tres sectores (vías, viviendas y edificios públicos y espacios libres) e incluía un preámbulo cuyos contenidos eran de interés:

  • la apertura de una autopista sobre los montes Ulía y Jaizkibel (nuevo acceso turístico directo a la ciudad desde la frontera, con un viaducto sobre la bocana del puerto de Pasajes)
  • la formación de una nueva playa de Gros, con necesidad de adoptar "medidas de reserva convenientes que permitan a la vista de los resultados obtenidos, las más adecuadas disposiciones de trazado".
  • la adopción en plano de las nuevas concepciones del urbanismo: aislamiento de tráficos peatonal y rodado, trazados de manzana urbana, composiciones arquitectónicas de calles y plazas, etc.

En la modificación de la ordenación en el área de Sagüés estos solares contendrían "un grupo de construcciones con gran aprovechamiento de altura, por entender que el lugar escogido para la ubicación de los mismos es indicadísimo para ello. En efecto, el estudio general del Plan ha tocado asimismo la posibilidad de que en el término municipal puedan enclavarse edificios de gran volumen: más, precisamente, en aquellos lugares en que la erección de los mismos, sea elemento de composición interesante que armonice de modo agradable dentro del marco elegido, sin perturbar su ambiente urbanístico-sanitario. Pero, además, el aumento de valor experimentado por el solar donde se ubican las futuras construcciones, cuyo rendimiento económico se acrecienta notablemente al uso del amplio volumen otorgado, lo empleamos para compensar a sus propietarios -la Sociedad del Gran Kursaal- a quienes, por razones de interés general, se les priva en cambio del empleo y disfrute de otros terrenos -también de su pertenencia- que por su situación estimamos inadecuados para edificar". Por consiguiente, el cambio de volúmenes experimentado en las manzanas de la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián se derivaba de la creación de una nueva playa -aproximadamente similar a la que existiría hasta la construcción de la actual playa de la Zurriola- en Gros: el muro de costa desaparecía en su trazado existente entre la calle Ramón y Cajal y la plaza del padre Claret, con un "compás de espera que obligatoriamente exige la conclusión del proyecto en realización, dando tiempo a conocer exactamente el trazado que definitivamente adquieren las líneas de mareas". Los restos de solar edificable de las manzanas nº8, nº9 y nº10 de esta sociedad (por la prolongación de la avda. de la Zurriola) pasaron a considerarse playa merced a que no habían sido urbanizados. Los derechos volumétricos de estos solares, a su vez, pasaron a engrosar las posibilidades de edificación de las otras tres manzanas de la Sociedad Inmobiliaria y del Gran Kursaal Marítimo de San Sebastián -numeradas como 11, 12 y 13, frente al matadero de Cemoriya y barriada de Sagüés- que tenían desde 1933 ordenanzas de ciudad - jardín: a estas manzanas se les concedía desde entonces un régimen especial, similar al previsto para el ensanche de Amara. Esta variación volumétrica se muestra en el gráfico nº20 por medio de la ilustración que sobre la nueva playa se incluyó tanto en la exposición del Plan General como en el catálogo de la misma, donde sobresalen en la perspectiva de forma harto evidente los bloques de planta baja y 13 pisos en altura que flanqueaban este conjunto inmobiliario que tenía planta baja y 11 pisos en altura en el resto de sus construcciones.

Tras las nuevas manzanas de "construcciones de altura tipo rascacielos" de Sagüés ya no existiría la manzana nº65 (matadero de Cemoriya) -que se suponía ya trasladado-, lo que significaba se completase la manzana nº11 (Corazón de María) y se crease una plazoleta entre esta manzana y la regularizada nº66 (casas de Sagüés). Las manzanas números 63, 67 y 68 desaparecían por completo, lo mismo que las 11, 11bis, 29-30 y 35-36 -es decir, los terrenos del hospital de Manteo y los que circundaban la casa de Okendo- por la configuración de un gran parque como pulmón del barrio. En la falda de Ulía se proyectaba la edificación en ladera de una "ciudad - jardín intensiva" de trazado ajustado a las curvas de nivel, "con su centro cívico, que servirá de transición entre la zona densa inmediata al núcleo urbano, y la parte alta del monte, de más liberal aprovechamiento del terreno". La llegada del nuevo acceso de la frontera -con un ancho de 24m- creaba en su unión con la avda. de Navarra una gran plaza en la que convergía, además de estas vías, otra avenida (nueva) con inicio en la calle Miracruz (de 40m de anchura, 16 de ellos de calzada para tráfico rodado). Esta plaza estaba flanqueada por el nuevo parque y una nueva parroquia que complementaría a la de san Ignacio, en la parte primera del ensanche de Gros. Entre las diversas modificaciones del viario sobresalía la que afectaba a la Gran Vía, que se transformaba en una calle de 24m de ancho, con 4m de acera izquierda y 8m de acera derecha. Este último lado tenía incrementos de volumen edificatorio en cada solar como contraprestación.

A pesar de la espectacularidad de estas medidas y de haberse mostrado en una exposición, ninguna fue llevada a cabo. El muro de costa existente entre Sagüés y la Gran Vía, donde se había formado una pequeña playa (que se quería mejorar en el proyecto que acabamos de exponer) quedó muy maltrecho por los embates de los temporales del invierno 1950-1951, que llegaron a causar incluso inundaciones en esa área. Esta circunstancia impulsó al Ministerio de Obras Públicas a rediseñar el trazado del muro, situándolo más tierra adentro y abandonando -por seguridad- parte del terreno ganado al mar. La urbanización culminó en 1955 con la finalización de un espigón, creándose la playa que ha permanecido hasta los años noventa en Gros y dando comienzo las labores de construcción de los edificios del final de la avda. de la Zurriola, del paseo de Colón y de la calle Zabaleta.

El Plan General de 1962 estuvo en vigor hasta la aprobación del nuevo Plan General de los años noventa (texto refundido de 1995). Este documento de 1962 era una derivación de los procesos legales de la década precedente que significaron la entrada en vigor de la Ley de Bases de Régimen Local, del proyecto de Ley de Urbanismo de 1951, de la Ley de Urbanismo de 1953, de la Ley de 15 julio de 1954 de Viviendas de Renta Limitada y de la Ley sobre Régimen del Suelo y Ordenación Urbana de 1956. El Plan General de 1962 era, además, una clara herencia de los planes de extensión decimonónicos y, a diferencia de los planes anteriores (básicamente autárquicos), preveía la configuración de una gran ciudad cabecera de una comarca altamente urbanizada. En 1954 la Dirección General de Arquitectura designó como representante en Guipúzcoa a Luis Astiazarán, como especialista a Pedro Bidagor y como director de oficina técnica a Félix Llanos. Pedro Bidagor presionó ante el Ayuntamiento para impulsar los trabajos de un plan y, como resultado, se encargó en el pleno del 31 de enero de 1958 al arquitecto jefe municipal José Luis Arizmendi y al ingeniero de obras municipales la realización del mismo. La memoria del avance -aprobada en pleno del 31 de marzo de 1959- recibió numerosas críticas cuando fue expuesto y careció de tramitación posterior. El resultado fue la constitución de un nuevo equipo -muy vinculado a Pedro Bidagor, en el que destacaba el arquitecto Félix Llanos- cuyo documento fue aprobado definitivamente el 6 de septiembre de 1962: proseguía las líneas básicas esbozadas en 1950, nuclearizaba el suelo en reserva urbana ("nuevos poblados", categoría en la que se situaba a Sagüés) y validaba de forma automática las ordenanzas de edificación en ese momento en vigor para la ciudad. Este Plan General, que en principio era vinculante de forma jerárquica, no fue seguido en los posteriores planes parciales que ejecutaron las áreas de desarrollo (polígonos). En Sagüés no se realizó ninguna modificación, si bien la margen derecha de la avda. de Navarra estaba previsto que tuviera un desarrollo de ejecución urbanística en el segundo quinquenio de vigencia del Plan General. No sería hasta los primeros años noventa cuando, de forma paralela a los trabajos de redacción del actual Plan General de Ordenación Urbana, se planteara la realización de un estudio urbanístico de esta zona de la ciudad y se incluyera a Sagüés dentro de la categoría de ensanches, pasos que culminarán con la realización de un Plan Especial de Reforma Interior que solvente las disfuncionalidades del barrio.

6.- CONCLUSIÓN: SITUACIÓN DEL BARRIO DE SAGÜÉS EN EL NUEVO URBANISMO

A lo largo de estas páginas hemos tratado de mostrar la articulación del espacio desempeñada por los estamentos rectores de la ciudad de San Sebastián desde la segunda mitad del siglo pasado. La urbanización de la ciudad se ejecutó mediante la configuración de ensanches: la solarización del espacio resultante tras la creación de vías públicas. En estos solares se levantaron edificios siguiendo unas pautas configuradas en las ordenanzas de edificación, con fuertes presiones por parte de los propietarios de solares y edificios para aumentar el perfil (es decir, el número de pisos) permitido, que culminarán en la posibilidad de adopción del perfil económico en los edificios. En el ensanche de San Sebastián se produjo una confluencia entre la segregación vertical del espacio residencial (o categorización social en función de las escaleras a subir hasta la vivienda) y la horizontal (o categorización social en función de la localización del edificio frente al centro de actividad socioeconómica, calidad de los materiales de construcción empleados y tamaño de la vivienda). Como resultado de la nueva organización espacial las anteriores actividades que coincidían en la ciudad vieja fueron trasladadas a la periferia. Conforme se iba ampliando la mancha urbana merced a la creación de sucesivos ensanches se podía producir un contacto directo con las actividades consideradas no deseadas, rebajando los niveles de categoría -social y económica- inherentes a los terrenos de sus inmediaciones. Así en el área oriental de la playa de la Zurriola se intentó construir el cementerio de la ciudad y se levantaron el hospital y el matadero, expulsados desde el ensanche Cortázar. En Sagüés se construirían edificios para viviendas de alquiler para población obrera en un espacio fuera de ensanche -vecino del matadero municipal- según las condiciones establecidas para ello por las ordenanzas municipales de edificación.

El ensanche Gros - Kursaal, firmado entre la sociedad concesionaria y el Ayuntamiento, afectaba a los terrenos existentes (y los a ganar al mar) delante del matadero de Cemoriya, pero no a los contenidos entre este equipamiento y la falda de Ulía. De manera simultánea a la edificación del grueso de las casas del barrio de Sagüés se tramitó -y luego aprobó en 1924- el ensanche Gros - Kursaal - Ategorrieta, que asumió en principio esos límites como configuradores del área de ensanche para, en una modificación acontecida en el año siguiente, contener también en su interior el área de Sagüés, ahora bajo tipología y ordenanzas de ciudad - jardín. Esta modificación de límites estuvo muy vinculada a la función personalista desempeñada por el ingeniero de obras municipales Juan Machimbarrena, quien vio con sorpresa primero y con rabia después la construcción de edificios colindantes con el ensanche por él proyectado (y aprobado por el Ayuntamiento). No obstante, la ausencia de programa económico - financiero y plan de etapas de ese plan fue básico para que no se procediera a la ejecución del plano previsto: sin compra, expropiación, reparcelación o permuta de las propiedades era inoperativo: es buena muestra lo acontecido con el convento del Corazón de María. Si bien se afirmaba por parte del consistorio y de Juan Machimbarrena tomar como base la alegalidad (e incluso la ilegalidad) de las construcciones por haber sido edificadas fuera de ensanche (cosa que no sucedía al haberse seguido en su diseño y tramitación las especificaciones de las ordenanzas de edificación en este sentido y llegaban a incluir "piso económico" sobre cornisa) las razones del discurso explicativo y actuación del ingeniero de obras municipales fueron otras. La primera fue el prurito social basado en una primacía en los niveles de jerarquía -vinculada a su titulación-, que se aprecia, por ejemplo, en la redacción de su libro de 1945. La segunda fue un matiz profesional derivado de su implicación en el planeamiento urbano donostiarra (varios proyectos de ensanche como Gros - Kursaal - Ategorrieta, Amara o Eguía), que no podía soportar la degradación o modificación de su obra por la construcción de edificios no contemplados originalmente por él. La tercera se debía a un componente político que chocaba con la habitación obrera de Sagüés. El resultado más evidente de la combinación de estos tres factores fue la intención de derribo de este barrio, así como los pasos efectuados para ello, algunos de ellos al poco de entrar las tropas franquistas en San Sebastián.

La voluntad de eliminación del barrio no se materializó ni en las casas obreras -por la necesidad de compra o expropiación- ni en el matadero municipal de Cemoriya, que seguiría en funcionamiento hasta la década de los setenta. El Plan General de 1950 y la modificación de trazados en Gros de 1951 preveían la eliminación tanto del matadero como de la mitad de los edificios del barrio de Sagüés, a lo que se unía a un conjunto inmobiliario de contraprestación económica a la Sociedad del Kursaal, levantando grandes bloques en altura frente al mar: ninguna de estas actuaciones fue desarrollada. El Plan General de 1962 incluyó al barrio en la zona I.V (Ategorrieta - Ulía), "reserva urbana" de edificación aislada "A", con uso meramente residencial que previamente al desarrollo precisaba la redacción de un Plan Parcial que lo ejecutara. Sagüés pasó a suelo urbano el 7 de mayo de 1987 de forma definitiva cuando el Ayuntamiento aprobó la "Delimitación parcial de suelo urbano", redactada un año antes.

El "AVANCE DEL PLAN GENERAL DE ORDENACIÓN URBANA" de 1991 contenía a Sagüés en el "Área de Intervención Urbanística GR.03.-SAGÜÉS", donde se preveía la rehabilitación integral con derribos y realojos con el fin de recualificar tanto la trama urbana como las condiciones de habitabilidad de las viviendas. Este texto planteaba el derribo y la sustitución de hasta 75 viviendas. El "ESTUDIO SOCIOURBANÍSTICO DE SAGÜÉS" (de marzo de 1993, dirigido por el arquitecto Eugenio Larrinaga) estudió la titularidad de las viviendas del barrio: 290 eran de propiedad privada y 204 estaban en tenencia en alquiler o vacías en el momento de realizar el estudio. En Sagüés no existían edificios afectados por la Ley 7/90 del Patrimonio Cultural Vasco. Cada una de las viviendas del barrio tenía 4 personas o menos -según este estudio- con una edad media de 45,85 años y de segmento social "medio-bajo" en más del 55% (los ingresos eran iguales o inferiores a 3,5 veces el salario mínimo interprofesional). Los habitantes empadronados eran 1.050. La tabla nº25 resume aunados los resultados de la investigación sobre las viviendas del barrio.

En los gráficos números 21 y 22 se muestra la situación de los edificios situados en el paseo José Miguel Barandiarán y la calle san Blas. En ambos gráficos se marcan tanto la altura a cornisa como la altura total del edificio en la actualidad, según fueron diseñados estos parámetros en el proyecto que fue presentado al Ayuntamiento de San Sebastián. La razón de que aparezcan los portales en orden creciente de derecha a izquierda es la de adecuarse a la localización de los mismos y poderse comparar si se observara desde la plaza del padre Claret, con la playa de la Zurriola a la espalda.

El "PLAN GENERAL DE ORDENACIÓN URBANA DE SAN SEBASTIÁN", texto refundido de 1995, contiene a Sagüés en el área de intervención urbanística AIU-GR.03. SAGÜÉS, en la que se señalan 459 viviendas consolidadas, con 17 viviendas proyectadas en la UE.GR.031 y 6 viviendas en el resto del área. En su interior se distinguen tres ámbitos:

  • parcelas a.200: residenciales de ensanche (comunes)
  • parcela g.000: instituto Xabier Zubiri
  • parcela g.000: Corazón de María, catalogado en grado II, donde se autoriza un nuevo perfil de cubierta, manteniendo la cornisa, elevando el cuerpo edificado que da al mar (no ocupado por la iglesia): una planta de ático adicional.

Las parcelas a.200 se rigen a partir de este Plan con las ordenanzas establecidas para manzanas residenciales de ensanche comunes (es decir, uno de los dos tipos de manzana existentes en el centro y en Gros; el otro son las manzanas a.210, residenciales de ensanches antiguos), cuyas especificaciones se muestran en el gráfico nº23. En estas manzanas se aplican las ordenanzas establecidas para este tipo de edificios de ensanche, basadas en el orden de la vía en el tramo de manzana en el cual está inserto el edificio. Con ello, prácticamente a los setenta años de haber sido edificado el grueso de los edificios del barrio, Sagüés queda contenido dentro de lo señalado para los ensanches de San Sebastián, a la espera de la redacción de un Plan Especial de Reforma Interior.

7.- FUENTES

AYUNTAMIENTO DE SAN SEBASTIÁN:

Archivo Histórico:

D: Obras

D/1: Ordenanzas de Edificación

D/3: Ensanches de la Ciudad

D/10: Edificios Públicos

D/11: Edificios Particulares

Archivo Administrativo:

Licencias de Obra Mayor

Negociado de Patrimonio:

Inventario de Bienes Municipales

Negociado de Urbanismo:

Licencias de Obra Mayor: 1991-98

Plan General de Ordenación Urbana, 1962

Plan Especial del Area R, 1978, 1980

Estudio Sociourbanístico de Sagüés. 1993

Plan General de Ordenación Urbana, texto refundido de 1995

8.- REFERENCIAS

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ANABITARTE, Baldomero: "Gestión municipal de San Sebastián, 1894-1900". Dr. Camino. San Sebastián. 1974.

ANABITARTE, Baldomero: "Gestión municipal de San Sebastián, 1901-1925". Dr. Camino. San Sebastián. 1971.

APARICIO, Celia: "Poder municipal, economía y sociedad en la ciudad de San Sebastián, 1813-1855". Dr. Camino. San Sebastián.

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CALVO, Mª Jesús: "Crecimiento y estructura urbana de San Sebastián". Dr. Camino. San Sebastián. 1983.

GÁRATE, Montserrat: "Cambios urbanos y transformación económica en la Sociedad donostiarra durante la primera mitad del siglo XIX". En "Boletín de la RSBAP", año 42, cuaderno 3-4, 1986, pp. 439-450.

GÁRATE, Montserrat & MARTÍN RUDÍ: "Cien años de vida económica de San Sebastián: 1887-1987". Dr. Camino. San Sebastián.1987.

GRANDÍO, Yasmina: "Urbanismo y arquitectura ecléctica en San Sebastián". Dr. Camino. San Sebastián.

LARRAÑAGA BILBAO, L.: "Historia de unos ensanches": En "Boletín de Información Municipal" nº 17". San Sebastián. 1963.

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"Plan General de Ordenación Urbana de San Sebastián, 1950. Catálogo de la Exposición". Excmo. Ayuntamiento de San Sebastián. San Sebastián. 1951.

RODRÍGUEZ SORONDO, Mº Carmen: "Arquitectura pública en la ciudad de San Sebastián". Dr. Camino. San Sebastián. 1985.

TERÁN, Fernando de: "Planeamiento urbano en la España contemporánea(1900/1980)". Alianza Universidad Textos. Madrid. 1982.

©Mikel Nistal, 2000