Lurralde inves. esp.

24 (2001)

p.21-44

ISSN 1697-3070

ALGUNAS INICIATIVAS SIGNIFICATIVAS ENCAMINADAS AL DESARROLLO DEL TURISMO RURAL Y DEL ECOTURISMO EN UNA COMARCA

DESFAVORECIDA DEL PAIS VASCO:

LA MONTAÑA ALAVESA (1)

 

 Recibido: 2001-09-03

Aceptado: 2001-10-08

 

©M. C. PORCAL GONZALO

©F. ARMENTIA PINEDO

Departamento de Geografía

Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea.

C/ Tomás y Valiente, s/n,

01006- Vitoria-Gasteiz

 

Laburpena: 80.aren hamarkadaren bukaeraz geroztik eta Europar Batasunaren barnean, Turismoa erabili da nekazal esparruen garapenean-horrela bada, landak eta mendiak beragertzen zaizkigu gaur egungo beharrak eta nahiak asetzeko paisai paregabe bezala. Lan honek, Euskalerrian, nekazal esparrubatean eragina izan duten ekintza batzuk astertu nahiditu: Arabako Mendialdean hain zuzen ere. Horretarako, lehendabizi, herrialde honek gaur egun dituen arazo nagusiak azaltzen dira, noraino dagoen baztertuta ikusi ahal izateko. Ildo beretik, garapen honekin lotutako programak kontutan izanik hartutako erabaki adierazgarrien artean, bi azaltzen dira, beste helburuen artean, turismo era berriak indartzeko: landa etxeen indasketa eta Izki, esparru naturala izendatzea.

 

Resumen: Aproximadamente desde finales de la década de 1980, y en el seno de la Unión Europea, el turismo se ha adoptado como estrategia de desarrollo rural apoyada institucionalmente, de suerte que el campo y la montaña han resurgido como escenarios privilegiados donde desarrollar nuevas modalidades turísticas acordes con las motivaciones actuales de una población esencialmente urbana. Este trabajo pretende indagar en las consecuencias que algunas de esas intervenciones han tenido en una zona fuertemente rural del País Vasco: la Montaña Alavesa. Para ello, en primer lugar, se ponen de relieve los principales problemas que aquejan en nuestros días a esta comarca con el afán de averiguar hasta qué punto sigue siendo una zona desafavorecida o marginal. A continuación, teniendo presentes los programas de desarrollo rural que se han emprendido en dicho ámbito, se estudian dos de las medidas más significativas implementadas para, entre otros objetivos, promocionar las nuevas formas de turismo: el fomento de alojamientos turísticos rurales.

Palabras clave: desarrollo rural, turismo rural, agroturismo, ecoturismo, Montaña Alavesa

 

Abstract: after the late 80s, tourism in the EU has become a rural development strategy institutionally supported. So countryside and mountain areas have resurged like privileged environments where new tourist ways fitting the present motivations of mainly urban populations could be evolved. This paper deals with the consequences that some of this management has had on a rural area of the Basque Country: the Montaña Alavesa. For this purpose, firstly the main problems affecting this area atthis time are pointed out. Our goal is to find out to what extent this area stands disfavoured or marginal. Afterwards, taken into consideration rural development programs that have been developed, two of the most significant measures implemented in order to promote new tourism ways are studied: the promotion of rural tourist accommodation and the declaration of the natural park of Izki.

 

INTRODUCCIÓN

Los problemas económicos, demográficos, sociales, ambientales, etc. que aquejan en los últimos años al mundo rural, en particular a las áreas más desfavorecidas de montaña de la Unión Europea, traducen la fuerte transformación sufrida por dichos ámbitos esencialmente desde mediados del siglo XX. Ante ellos -y sobre todo a raíz del documento comunitario de 1988 titulado El futuro del mundo rural (COM 2058/88)- ha surgido con fuerza la idea de que en muchos territorios rurales marginales el desarrollo no puede fundamentarse únicamente en las actividades agropecuarias sino en el aprovechamiento de todos sus recursos, lo que significa impulsar la diversificación económica. Ciertamente, la pluriactividad o, mejor dicho, la necesidad de muchos campesinos de complementar las rentas agrarias con otros trabajos lucrativos, ha existido desde tiempo atrás en el medio rural pero, aparte de otras matizaciones que cabrían hacerse, la diferencia principal estriba en que ahora se concibe como una estrategia de desarrollo "sostenible" apoyada institucionalmente. No extraña, por lo tanto, que el turismo -que, en sus modalidades más convencionales, ya ha demostrado ser un pujante motor de crecimiento tanto a escala intraestatal como interestatal- se haya planteado como instrumento de revitalización de zonas rurales en crisis, máxime teniendo en cuenta dos cuestiones: por un lado, la progresiva "terciarización" de la economía experimentada en los países de nuestro entorno y, por otro lado, las grandes potencialidades turísticas que poseen muchos de esos territorios gracias a sus recursos naturales y culturales. Así pues, cada vez cobra mayor fuerza la idea de que por el desarrollo se llega al turismo y por el turismo puede llegarse al desarrollo. En este contexto se enmarca el auge experimentado por el turismo rural y por el ecoturismo, dos conceptos, de fronteras difusas, ligados a las nuevas modalidades turísticas que pretenden ser garantes de la conservación del medio ambiente y que se oponen fuertemente a la masificación y a sus efectos negativos.

El primero, responde a la "oferta de actividades recreativas, alojamientos y servicios afines, situada en el medio rural, dirigida principalmente a los habitantes de las ciudades que buscan unas vacaciones en el campo, en contacto con la naturaleza y la gente local" (Instituto de Estudios Turísticos de España, 1994). El segundo, es "aquel turismo dedicado al disfrute de la naturaleza de forma activa, con el objetivo de conocer e interpretar los valores naturales y culturales existentes en estrecha interacción e integración con las comunidades locales y con un mínimo impacto sobre los recursos" (Marchena, 1993).

A través de estas definiciones se vislumbra que en la expansión protagonizada por estas manifestaciones turísticas han intervenido también causas exógenas al mundo rural tales como las nuevas motivaciones y preferencias de la demanda, los problemas generados por el turismo masivo, la tendencia a la diversificación de la oferta y a la búsqueda de la calidad en las políticas turísticas actuales, etc.

A la luz de lo expuesto, este trabajo pretende, sobre todo, analizar dos de las medidas más significativas que, de cara a la promoción de esas nuevas formas de turismo, se han emprendido en una zona fuertemente rural del País Vasco, la Montaña Alavesa. Este afán explica que este trabajo se centre en la oferta de alojamientos turísticos rurales y en la declaración del parque natural de Izki pero no en otras iniciativas, tales como la construcción de un campo y de una escuela de golf, que -como señalan Calatrava y Ruiz o Cals- por su propia naturaleza no encajan dentro de la concepción de turismo rural ni de ecoturismo. Pero sí son clara expresión de los mismos el agroturismo y el turismo en los espacios naturales protegidos, de ahí que el foco de atención se haya dirigido hacia ellos. Por otra parte, hay que reconocer que el apoyo institucional otorgado a estas medidas -que aparecen contempladas en los programas de desarrollo rural aplicados a este ámbito- se halla estrechamente relacionado con los problemas o debilidades que presenta la comarca, razón por la cual, éstos van a ser puestos de relieve a continuación.

2. LA MONTAÑA ALAVESA, UNA COMARCA RURAL DESFAVORECIDA

Situada en el extremo suroriental de la Comunidad Autónoma del País Vasco esta comarca limita al norte con la Llanada Alavesa, al este con Navarra, al sur con la Rioja Alavesa, y al oeste con el condado de Treviño. Sus algo más de 500 Km2 (incluidas las tierras comunales de la parzonería de Entzia y de la comunidad de Laño, Pipaón y Peñacerrada) se distribuyen por los seis municipios que la componen: Arraia-Maeztu, Bernedo, Campezo/Kanpezu, Harana/Valle de Arana, Lagrán y Peñacerrada-Urizaharra.

Mapa 1

Uno de sus principales rasgos distintivos es que se trata de una zona de montaña -más concretamente de montaña media (2)-: tan sólo el 14 % de ella se encuentra por debajo de los 700 m, su altitud máxima no sobrepasa los 1.470 m, y se encuentra enmarcada por dos alineaciones principales (los montes de Iturrieta y la sierra de Entzia, al norte, y la sierra de Cantabria y su prolongación hacia el este en la sierra de Codés, al sur).

Tal y como se verá a continuación, este marco geográfico ha favorecido la aparición de ciertos problemas de carácter socioeconómico -comunes a otras muchas zonas rurales profundas- pero, a su vez, reúne en su interior un elevado número de recursos naturales y paisajísticos con grandes potencialidades para acoger nuevas modalidades turísticas. Esto significa que, junto a atractivos de carácter "humano" o "cultural", la naturaleza y el medio ambiente se revelan en la Montaña Alavesa como una importante infraestructura del turismo. En cualquier caso, esto es preciso ponerlo en relación con la noción y la valoración social de la montaña que cada vez más se concibe, en los territorios humanizados, como uno de los pocos refugios de la naturaleza, como lugar de reposo físico y psíquico, como escenario donde practicar nuevas y antiguas actividades deportivas, etc.

2.1. Población escasa, envejecida e insuficientemente preparada.

El desarrollo de gran parte de las actividades económicas que se realizan en nuestras sociedades avanzadas, así como los servicios que dichas sociedades ponen a disposición de sus habitantes, requieren la existencia de unos niveles de población suficientes por debajo de los cuales se hacen insostenibles tanto desde un punto de vista puramente económico como social.

Y es que, a pesar de la progresiva disminución de la mano de obra necesaria en los procesos productivos debido a la creciente automatización de los mismos, la cantidad y, sobre todo, la cualificación de la población siguen siendo un recurso imprescindible para el desarrollo económico de cualquier territorio. Del mismo modo, la creación y el mantenimiento de los bienes y servicios demandados por la sociedad -tanto privados, y fuertemente dependientes de las leyes del mercado, como públicos y subordinados a las prioridades que la sociedad se marca a sí misma en cada momento- se hallan altamente condicionados por los efectivos de población existentes.

Con tan sólo 3.140 habitantes en 1996 la Montaña Alavesa posee una densidad demográfica media de aproximadamente 6 hab./Km2, la cual oscila entre los 4 hab./Km2 de Lagrán y Bernedo y los 13 hab./Km2 de Campezo, unas cifras que ciertamente traslucen una ocupación del territorio extremadamente baja máxime si es comparada con los cerca de 93 hab./Km2 registrados en el conjunto de Alava, o con los 290 hab./Km2 que tiene de media la C.A.P.V. Esa población está distribuida en un rosario de pequeños asentamientos muy próximos unos de otros: de los 46 núcleos habitados sólo 2, Maestu y Santa Cruz de Campezo, superan los 250 habitantes (el primero con 251 habitantes y el segundo con 842 habitantes) mientras que nada menos que 30 poblaciones no alcanzan los 50 habitantes.

Esta situación actual de relativa despoblación del territorio se halla en consonancia con el descenso demográfico producido en la comarca desde mediados del siglo XX por causas similares a las de otras muchas áreas rurales; esto es, por el éxodo rural ligado al proceso de industrialización y "terciarización" que, en el caso de la capital alavesa, tuvo lugar a partir del decenio de 1950. Como resultado de este proceso la comarca que contaba ya en 1.950 con una débil ocupación territorial (unos 7.500 habitantes) ha ido perdiendo población hasta quedarse en 1.996 con tan solo el 46,2% de la existente en ese primer año.

Hay que decir que las mayores pérdidas demográficas se produjeron en las décadas de 1960 y 1970 (en torno a un 3% de decrecimiento), mientras que a partir de 1.981 el proceso de despoblación se aminora (con cerca del 2% de decrecimiento), invirtiéndose incluso la tendencia -al menos en lo que atañe a la población de hecho- en la década de 1990. Para entender este cambio de signo es preciso tener en cuenta varias circunstancias: por un lado, la crisis industrial de finales de los años 1970 que dificultó la emigración con fines laborales a la ciudad y, por otro lado, el hecho de que, tras la sangría ocurrida en los años fuertes del éxodo, fueran ya pocos los habitantes que quedaban en la Montaña Alavesa proclives a salir de ella. A esto hay que añadir ciertas situaciones favorables tales como el gusto creciente por tener una vida más en contacto con la naturaleza manifestado por nuestras sociedades esencialmente urbanas y que, por ejemplo, se hace patente en el trasvase residencial desde la ciudad hacia los pueblos. Convendría, sin embargo, ser cautos a la hora de valorar este fenómeno y de llegar a asegurar que, ciertamente, se ha producido un cambio de tendencia, en cuanto a la evolución demográfica se refiere, y no una situación coyuntural amparada, entre otras consideraciones, por modas temporales.

Este éxodo rural que se ha producido en la comarca, puede considerarse el desencadenante principal de gran parte de los problemas existentes actualmente en la misma, ya que la salida de los habitantes más jóvenes y mejor cualificados ha conducido, entre otras cosas, a un intenso envejecimiento demográfico y a una alta tasa de dependencia. El primero -que pone en relación a los mayores de 65 años con los menores de esa edad- era en la comarca del 40% en el año 1.996, dato ya alarmante considerando que la provincia alavesa en esas mismas fechas se aproximaba al 16 % y la comunidad autónoma al 18 %, mientras que la segunda alcanzaba en los mismos ámbitos territoriales el 68,3%, el 54% y el 56,1% respectivamente. Pero no sólo se ha asistido en la comarca a un fuerte envejecimiento de la población sino a un acentuado desequilibrio entre los sexos, de suerte que actualmente se contabilizan unos 118 hombres por cada 100 mujeres (una proporción que, al igual que en los casos anteriores también se aleja ampliamente del 98% registrado en la provincia y del 86 % de la C.A.P.V.).

Si la cantidad de habitantes es importante, no lo es menos su nivel de instrucción y su capacitación, ya que este factor repercute de forma directa tanto en el tipo y en la calidad de las actividades que se desarrollan actualmente en el territorio como en las que pudieran desarrollarse en el futuro. Y es que cualquier posible actuación tendente a la regeneración económica y social de la comarca deberá tener en cuenta esa capacitación ya sea para adaptarse a ella o para tratar de mejorarla. La fuga de activos poblacionales ha afectado, como no podía ser de otra manera, a aquellos con mayor nivel de instrucción que no han encontrado en esta zona fuertemente rural una salida profesional acorde con sus expectativas. En razón de ello se observa que en 1996 únicamente disponían de estudios universitarios un 7,2% de la población mayor de 10 años, frente al 14,8% existente en Alava y al 15,4% de la Comunidad Autónoma del País Vasco.

2.2. Protagonismo del sector agrario en la economía y debilidad de las actividades industriales y terciarias.

La economía comarcal, muy apoyada en el sector agrario, adolece de problemas estructurales profundos no exclusivos de este territorio, pero no por ello menos graves. Una alta especialización agraria centrada en explotaciones gestionadas por personas de edad avanzada y fuertemente dependientes de las ayudas y subvenciones de la Unión Europea, junto con la creciente competencia internacional y la fuga de capital privado comarcal marcan la problemática actual de la economía de la Montaña Alavesa.

Así, a pesar de haber experimentado en estos años un retroceso en beneficio del sector industrial y de servicios las actividades agrarias dan todavía trabajo a más del 30 % de la población ocupada en la comarca (al 30,5 % en 1996), un porcentaje que supera ampliamente el registrado en el conjunto de Alava (3,7 %) y de la C.A.P.V. (2,4%). Esta fuerte especialización agraria, sin ser negativa en sí misma, sí lo es en unas condiciones de agricultura muy mecanizada incapaz de absorber mano de obra nueva. Como puede observarse en la tabla 1 este aspecto es particularmente visible en Lagrán y en el valle de Arana donde más de la mitad de la población trabaja en la agricultura.

Del mismo modo, dentro del sector agrario existe poca diversidad productiva, primando las orientaciones agrícolas (particularmente cereales, patatas y remolacha) sobre las pecuarias. Como es bien conocido, esta especialización, si bien ha contribuido al mantenimiento de muchas explotaciones gracias a los altos rendimientos alcanzados en los últimos años, lleva inherentes ciertos riesgos de carácter tanto ecológico como económico. Pero, además, esa fuerte orientación hacia la agricultura ha conducido a que en los últimos años se haya desaprovechado el alto potencial ganadero existente en la comarca ligado, en buena medida, a sus amplios terrenos comunales.

Una de las mayores dificultades a la que se enfrentan actualmente las explotaciones agrarias de la comarca -al igual que sucede en buena parte de las zonas rurales más desfavorecidas- radica en la incertidumbre de su continuidad, dada la elevada edad de los titulares que las gestionan (más del 40 % de ellos superan los 50 años) y la exigua población joven con ánimos de continuar en esa actividad.

Por otra parte, también en este territorio se aprecia que la integración de España en la Unión Europea ha supuesto, para muchas empresas agrarias, la garantía de unos ingresos con los que mantenerse en la actividad a través de las políticas de la P.A.C. Aunque es complejo valorar con precisión los aportes económicos totales que reciben las explotaciones agrarias, sí hemos observado que son muy significativos llegando, en muchos casos, a suponer hasta el 25% ó 30% de sus ingresos globales. De ahí que, sin negar que probablemente estas ayudas resulten necesarias para un sector francamente problemático como el que nos ocupa, se constate que su generalización ha tenido, a su vez, efectos perversos: por una parte, se ha generalizado la idea de que producir ya no es lo importante, por otra, se ha creado una gran incertidumbre en lo que atañe a la duración y permanencia de dichas ayudas y, en último extremo, todo ello ha frenado la búsqueda de alternativas innovadoras (nuevas actividades, nuevos productos, nuevos métodos productivos, etc.).

Pero, además, si se enmarca el territorio objeto de estudio no sólo en la Unión Europea sino en el panorama internacional con el afán de observar sus efectos principales, se aprecia que la creciente globalización económica está ocasionando una importante pérdida de competitividad en muchas de las actuales producciones agrarias, toda vez que ahora pueden importarse a menor precio desde países menos desarrollados.

Ni que decir tiene que todos estos fenómenos crean una gran inseguridad de cara al futuro. Aunque la presencia de capitales privados en la comarca no es ni mucho menos elevada, han existido y siguen existiendo importantes cuotas de ahorro dentro de este territorio procedentes del sector agrario. Estos fondos en ocasiones se han invertido en las propias explotaciones, pero en otros muchos casos han fluído hacia la capital alavesa en búsqueda de una mayor rentabilidad, siendo francamente infrecuentes las inversiones dirigidas hacia otras actividades económicas en el seno de la propia comarca y, en suma, escasas las oportunidades que se ofrecen a las nuevas generaciones. Ciertamente en los últimos años se han puesto en marcha iniciativas empresariales al amparo de políticas comunitarias pero los fondos para su desarrollo han sido mayoritariamente foráneos, lo cual en cierto modo testimonia el poco futuro que los propios habitantes de la Montaña Alavesa auguran a su territorio.

En consonancia con esa alta especialización en el sector agrario las actividades industriales y de servicios - a las que se dedican respectivamente el 35,5 % y el 34,1 % de la población ocupada de la Montaña Alavesa frente al 41,5 % y el 54,7 % de la provincia- presentan un bajo dinamismo y, evidentemente, ello deriva en una escasa diversificación económica.

En efecto, la comarca cuenta con pocas empresas que, a su vez, se caracterizan por su pequeño tamaño, atendiento tanto al volumen de empleo como al de facturación. Así sólo una de las veintiuna existentes -concretamente Maderas Gámiz S.A. ubicada en el municipio de Campezo- dispone de algo más de 100 empleados y usualmente factura más de 1.000 millones de pts. al año. Asimismo -y a excepción de Asfaltos Naturales de Campezo S.A.- todas ellas son industrias monoplanta, es decir, están constituidas por un único establecimiento en el que se concentran el conjunto de funciones (dirección, administración, producción, venta, etc).

En la tabla 2 se aprecia el significativo papel que desempeñan las industrias básicas en la comarca -al menos en comparación con el peso relativo que alcanzan en Alava y en la C.A.P.V.-, que obedece a la existencia de varias empresas dedicadas a la extracción (relacionados sobre todo con el asfalto), a la fabricación de productos químicos (envases, sueros, pinturas) y a los metales de primera transformación (chapa) (3). Por el contrario, la industria de construcción de maquinaria y de productos metálicos tiene menor relevancia en este ámbito que en el conjunto provincial y regional. Resulta digno de reseñar la relevancia que posee en la Montaña Alavesa el subsector de transformación de la madera que reúne -en buena medida gracias a Maderas Gámiz S.A. especializada en la fabricación de parquets y a Intema S.L., ubicada en Arraia-Maeztu- a una gran parte de los empleos industriales de la comarca.

Puede afirmarse que la actividad empresarial y comercial de la comarca presenta un alto grado de concentración espacial, liderado por cuatro municipios: Campezo-Kanpezu, Bernedo, Harana/Valle de Arana y Arraia-Maeztu. Los establecimientos se localizan fundamentalmente en los pequeños poligonos industriales existentes en los tres primeros que, como cabía esperar, constituyen el destino prioritario de las empresas de nueva implantación. Ello no obsta para que existan también empresas y comercios -generalmente de carácter más tradicional- dispersos, sobre todo, por el territorio de Campezo y de Arraia-Maeztu. Son estos dos municipios los que reúnen el mayor porcentaje de población ocupada en la industria, la construcción y los servicios de la comarca (36 %, 8,2% y 44,2 %, respectivamente, en Campezo y 31,4 %, 7,9 % y 34,3 % en Arraia-Maeztu)

Cabe reconocer que el aislamiento geográfico de la comarca -que, por ejemplo, se manifiesta en la necesidad de atravesar puertos de montaña para acceder a ella desde la capital alavesa- acentuado por una red viaria deficiente durante muchos años ha tenido tradicionalmente un efecto disuasorio de cara a la instalación industrial.

En cualquier caso, se atisba que muchos de los tradicionales factores de localización industrial, tales como la existencia de ciertas materias primas y su proximidad a ellas, han dejado de ser determinantes en las últimas décadas. En la comarca esto se vislumbra claramente en el caso de la madera, merced a las masivas importaciones de la misma efectuadas desde los países de la Europa del Este. Asimismo, parece conveniente recordar que, en nuestros días, más que los caracteres de la red de transportes son otros los tipos de comunicación que han pasado a ser imprescindibles dentro del mundo empresarial, tales como redes telefónicas digitales, acceso a los servidores de Internet, etc, las cuales abren interesantes posibilidades hacia el teletrabajo (del cual ya hay alguna experiencia en la comarca). Y, por supuesto, hay que reconocer que las ayudas que la Montaña Alavesa ha recibido en virtud de su carácter de zona desfavorecida de montaña han sido un factor de primer orden en cuanto a la instalación de actividades empresariales se refiere.

La actividad comercial de la comarca es muy poco relevante y se corresponde al comercio al por menor. La mayor parte de ellos son pequeños comercios de carácter familiar dedicados a la venta de artículos cotidianos y, por ello, con poca capacidad de atracción. Así pues, predominan las tiendas de alimentación y bebidas, las expendurías de tabaco y los servicios personales y domésticos (farmacias, droguerías).

Los servicios financieros y de gestión, educativos, sanitarios, de bienestar social, etc. son también poco cuantiosos en la comarca y están concentrados, sobre todo, en los principales núcleos de población, esto es, en Santa Cruz de Campezo, Maestu y, en menor medida, en Bernedo. Ello explica que los habitantes de la comarca habitualmente se desplacen a la capital alavesa para satisfacer allí sus necesidades. Tal y como se ha apuntado con anterioridad, esa baja dotación de servicios y equipamientos ha agudizado la pérdida de población que, a su vez, dificulta la creación de otros nuevos al no existir un umbral mínimo de habitantes que justifique dicha inversión.

2.3. Dependencia funcional de Vitoria-Gasteiz y débil integración de algunos municipios en la comarca

Como puede verse en el mapa 2 la red de carreteras de la Montaña Alavesa - extendida a lo largo de 185,2 Km de longitud- está articulada en torno a tres vías principales y a otras dos de funcionalidad más reducida cuyo trazado se adapta notablemente a los condicionantes impuestos por el relieve. La primera de ellas, la A-132, está integrada en la red básica de las carreteras alavesas; parte de Vitoria-Gasteiz y, después de rebasar el puerto de Azázeta, atraviesa los municipios de Arraia-Maeztu y Campezo en dirección a Estella. La misma categoría que la anterior tiene la A-126 que desde "Las Ventas de Armentia" discurre por el Condado de Treviño hasta reaparecer, primero, en el municipio de Bernedo y, después, en el de Campezo. Finalmente, puede observarse que la carretera comarcal A-2124 cruza el puerto de Vitoria y el Condado de Treviño para dar servicio esencialmente a Peñacerrada y, de forma parcial, a Lagrán. Unas y otras registran unas intensidades de tráfico generalmente bajas (tan sólo se superan los 2.000 vehículos diarios en el 6,6 % de la red, es decir, en 12,3 Km. una proporción que en el conjunto provincial supera el 20%).

Teniendo en cuenta la red viaria existente resulta digno de reseñar que algunos municipios de la comarca -concretamente Peñacerrada y Arraia-Maeztu- poseen una accesibilidad mucho mejor con la capital alavesa que con otras zonas del territorio comarcal; ello origina que la mayor parte de los flujos protagonizados por sus habitantes tengan en Vitoria-Gasteiz el principal foco receptor. Esa accesibilidad medida en tiempo a una velocidad constante aparece reflejada en los mapas 3 y 4 que respectivamente muestran el espacio de la Montaña Alavesa alcanzado actualmente en media hora de desplazamiento en automóvil desde la capital alavesa y desde Santa Cruz de Campezo. En suma, se aprecia que particularmente la porción suroccidental de la Montaña Alavesa (Peñacerrada y Lagrán) apenas está integrada en el área funcional de la comarca -articulada en torno a Santa Cruz de Campezo- sino que bascula fuertemente hacia Vitoria-Gasteiz.

Mapa 2 (no disp.)

Mapa 3

Mapa 4

3. ALGUNAS INICIATIVAS LIGADAS AL DESARROLLO DE TURISMO RURAL Y DEL ECOTURISMO EN LA MONTAÑA ALAVESA

3.1. Los programas de desarrollo rural en la M.A. y las actividades turísticas

A la luz de lo expuesto hasta ahora resulta fácilmente comprensible que la Montaña Alavesa fuera una de las primeras comarcas en ser declarada objetivo 5b en el seno de la Comunidad Autónoma Vasca, lo cual sucedió, al igual que en el caso de los Valles Alaveses, en 1989 (según la Decisión de la Comisión de la Comunidad Económica Europea 89/426/CEE). Como es bien sabido, en nuestros días -y tras las dos nuevas selecciones efectuadas en 1994 y en el año 2000 para aplicar los Fondos Estructurales de la Unión Europea- el número de zonas clasificadas como tales en la C.A.P.V. se ha ampliado (1.177 Km2 en 1989 y 3.958 Km2 en el año 2000), distribuyéndose no sólo por Alava sino también por Guipúzcoa y Vizcaya, al tiempo que han pasado a ser calificadas como zonas rurales del objetivo 2. En cualquier caso, cabe reconocer que, tanto entonces como en la actualidad, los caracteres socioeconómicos de la Montaña Alavesa hacen que esta comarca satisfaga plenamente los criterios de selección exigidos.

Ciertamente uno de los hechos más destacables de dicha declaración es que ha supuesto la programación de una serie de intervenciones dirigidas al fomento del desarrollo rural en esas áreas desfavorecidas. Así han sido dos los Programas Operativos de Desarrollo Rural aplicados en las Zonas Rurales 5b (el primero durante el período 1991-1993 y el segundo de 1994 a 1999). Estos se han complementado con la iniciativa comunitaria Leader I (desarrollada entre 1991 y 1994) y II (de 1995 a 1999) y, evidentemente, todos ellos han tenido su incidencia en la Montaña Alavesa. Los objetivos últimos perseguidos en ambos programas operativos han sido similares: invertir el proceso de emigración de la población, reactivar la economía y mejorar la calidad de vida de los habitantes. A su vez, han resultado claramente compatibles con el deseo de incentivar el desarrollo rural a escala local mediante iniciativas endógenas e innovadoras que contribuyan a la diversificación de la actividad económica expresado en el programa Leader. El coste total previsto en los Programas Operativos de Desarrollo Rural ascendió a unos 2.325 millones de pts. en el primero de ellos y a cerca de 13.000 millones de pts., en el segundo, procedentes mayoritariamente de la administración pública. Por su parte, en la fase I del Programa Leader las inversiones iniciales se cifraron en 1.849 millones de pts. mientras que en la II rondaron los 2.000 millones de pts.

Analizando las estrategias definidas en unos y otros para conseguir esos fines marcados se constata que muchas de ellas se encuentran vinculadas al desarrollo del turismo y del ocio: fomento del agroturismo, incremento del atractivo turístico de la zona mediante la rehabilitación de edificios para turismo verde y la instalación de un campo de golf, creación y conservación de parques naturales, acondicionamiento de senderos (4), etc.

Las iniciativas esenciales acometidas en la Montaña Alavesa en el marco del Primer Programa Operativo de Desarrollo Rural (1991-1993) fueron dos: por un lado, la creación de un campo de golf de 18 hoyos en Urturi y de una Escuela de golf en Lagrán y, por otro lado, la habilitación de suelo industrial en Bernedo, Maestu y valle de Arana (concretamente en la localidad de Alda). Para el Segundo Programa Operativo (1994-1999) se planteó con particular énfasis la declaración de dos Parques Naturales -Izki y Entzia- si bien hasta el momento sólo ha adquirido dicha categoría el primero de ellos (el 31 de Marzo de 1998).

En resumidas cuentas, resulta evidente que difícilmente puede entenderse el panorama actual del turismo rural en la comarca sin tener en cuenta las ayudas y subvenciones económicas percibidas para su desarrollo.

3.2. La oferta de alojamientos rurales

En el año 2000 existían en la Montaña Alavesa 7 agroturismos (con 55 plazas ofertadas), 2 casas rurales (con 22 plazas) y 1 hotel rural (con 19 plazas), un número pequeño que representaba el 16,4 % del total de establecimientos turísticos rurales de Alava y alrededor del 12 % de todas sus plazas. Siguiendo la tendencia generalizada en el conjunto de la C.A.P.V. en esta comarca queda también patente el protagonismo ejercido por el agroturismo que, no obstante, es preciso enmarcar dentro del modesto papel que todavía representa Alava respecto a Vizcaya y, particularmente, en relación a Guipúzcoa en la oferta global de este tipo de alojamiento (54 % frente a 61 % y 72 %). No hay que olvidar que dicho protagonismo se halla estrechamente relacionado con el apoyo otorgado por la Administración Pública Vasca a esta modalidad, tal y como se constata, por ejemplo, en el Decreto publicado por el Gobierno Vasco en 1988 (Decreto 295/1988, de 8 de noviembre) en el que, entre otras cosas, se estableció explícitamente el "alojamiento turístico agricola" como modelo a potenciar así como un régimen de ayudas a las explotaciones agrarias para su instalación. Y es que, como allí se decía, era preciso que los ingresos agrarios, turísticos y artesanales se complementaran entre sí para poder, de ese modo, garantizar la vida en el caserío.

De acuerdo con la normativa vasca que regula los establecimientos de alojamientos turísticos en el medio rural (Decreto 128/1996, de 28 de Mayo y Decreto 191/1997, de 29 de Julio) las viviendas acogidas al régimen de agroturismo deben ubicarse en núcleos rurales, responder a las arquitecturas tradicionales de la comarca y estar integradas en explotaciones agrarias, lo que significa que la actividad turística se desarrolla dentro de las propias granjas o caseríos. Este último rasgo es el que particularmente las singulariza de otras modalidades tales como las casas rurales, que se corresponden con edificios propios del medio rural en los que mediante precio se prestan servicios de alojamiento, pero cuyo empresario -a diferencia del caso anterior- no tiene porqué trabajar fundamentalmente en el sector agrario. Por último, los hoteles rurales son pequeños establecimientos comerciales de no más de 40 plazas, con una construcción que debe ser fiel a la arquitectura tradicional de la zona rural en donde se ubican y que se gestionan como hoteles convencionales.

Observando la tabla 5 se pone en evidencia la gran similitud que existe, tanto en lo que atañe al número de establecimientos como al volumen de plazas ofertadas, entre la Montaña y los Valles alaveses, unas comarcas a las que les unen también otros muchos aspectos (recuérdese que, no en vano, ambas fueron las primeras en ser declaradas zonas objetivo 5b en el seno de la C.A.P.V.).

Los contrastes provinciales, comarcales y municipales que se perfilan atendiendo a la distribución espacial de estos alojamientos rurales están asociados a la localización variada de los recursos y servicios turísticos, a la incidencia de los programas de desarrollo local e indudablemente a la iniciativa y al carácter emprendedor de los propios campesinos. Hay que reconocer que, en la Montaña Alavesa, un factor esencial en ese sentido ha sido el efecto dinamizador generado por la construcción del campo de golf de Urturi, que, entre otras cosas, se ha plasmado en la creación de dos viviendas de agroturismo (con un total de 18 plazas) y de un hotel rural (con 19 plazas), a las cuales habría que sumar un significativo número de residencias secundarias, 2 bares-restaurante (Garimotxea y Hoyo 19) así como 2 puestos de venta de productos típicos de la comarca (miel, magdalenas, pastas, etc.). Por su parte, el resto de los establecimientos se ubican en pueblos que, en el seno de la comarca, poseen una destacada capacidad de atracción turística por unos u otros motivos. Tanto Alda como Contrasta se sitúan en un valle, el de Arana, de fuerte carácter rural y gran atractivo natural, merced, fundamentalmente, a las alineaciones montañosas que lo enmarcan y a la vegetación caducifolia que las tapizan. El segundo es, además, una villa medieval que dispone de un importante patrimonio histórico-artístico en el que sin duda sobresale la ermita de Nuestra Señora de Elizmendi, cuyos restos romanos representan un magnífico vestigio del pasado. Por su parte, Orbiso, situado en las proximidades de la localidad de Santa Cruz de Campezo, y Apellániz, cerca de Maestu, son dos hermosos pueblos con abundantes casas blasonadas que constituyen un buen punto de partida para emprender desde allí interesantes excursiones (hacia el barranco de Istora o la sierra de Codés, en el primer caso, y por las sendas del Parque Natural de Izki, en el segundo). Como una cuidada y tranquila villa se revela Marquinez, que asimismo destaca por su atractivo emplazamiento a los pies de cantiles rocosos y por el notable interés arqueológico que poseeen los eremitorios rupestres que éstos cobijan. Sin lugar a dudas, las cuevas artificiales y su uso religioso son también uno de los principales recursos turísticos con los que cuenta Faido, destacando en este sentido la ermita de la Virgen de la Peña (s. V-VI), declarada Monumento Nacional de Euskadi. Por último, Maestu destaca, además de por su patrimonio arquitectónico, artístico e industrial (palacio de los Samaniego, ermita de la Virgen del Campo, ferrería de Guesal, etc.), por su buena accesibilidad. No hay que olvidar que el agroturismo permite el aporte de rentas complementarias a partir del aprovechamiento de todos los recursos locales (paisaje, patrimonio histórico-artístico, etc.

La tipología arquitectónica de los siete establecimientos de agroturismo de la comarca no es uniforme pero sí hay unanimidad en el hecho de que todos ellos hayan sido objeto de ampliaciaciones y/o mejoras (beneficiándose de las subvenciones y préstamos establecidos para ese fin), de suerte que actualmente cada uno dispone de, al menos 2 habitaciones dobles destinadas a dicho alojamiento así como de las debidas condiciones de confort. Asimismo los siete prestan servicio de hospedaje y desayuno, por unos precios que en el año 2000 han oscilado entre las 4.000-5.000 pts. por día (habitación doble con baño) y las 400-500 pts (desayuno). Dos de ellos ofrecen, además, servicio de media pensión (1.400-2.000pts.) y, uno, de pensión completa (2.890 pts.), pero ninguno organiza actividades recreativas complementarias -aunque evidentemente se proporcione información sobre las existentes en el entorno-. Se aprecia, por consiguiente, que el modelo seguido se ajusta casi en su totalidad al alquiler de habitaciones, esto es, al Bed and Breakfast desarrollado desde tiempo atrás en otros países europeos; tan sólo en una de las viviendas acogidas al régimen de agroturismo se alquila la casa entera.

Estos agroturismos se encuentran integrados en explotaciones típicas de la comarca, esto es, en unas empresas agrarias de en torno a 25-50 has. con una orientación esencialmente agrícola (trigo y patata). Por regla general son llevados por gente joven -o, al menos, de edad inferior a la media- y en las épocas de mayor trabajo participa toda la familia. Es digno de reseñar el destacado papel que las mujeres desempeñan en su gestión; según las encuestas efectuadas al respecto, éstas, usualmente, valoran positivamente la actividad turística ya que les permite desarrollar un actividad económica y relacionarse con otras personas, haciendo unas tareas que en parte constituyen una prolongación de su habitual trabajo en el hogar.

La participación de la actividad agroturística en la renta familiar varía según los casos e, indudablemente, está fuertemente condicionada por los niveles de ocupación. De modo similar a lo acontecido en el conjunto de Alava el volumen de ocupación registrado en los establecimientos de la Montaña Alavesa ha aumentado progresivemente desde mediados de la década de 1990 hasta nuestros días; no obstante, poniéndolo en relación con el óptimo establecido a este respecto se aprecia que, con el 32 % en el año 2000, su grado de ocupación anual está muy por debajo del contabilizado a escala provincial (58 %) y en el resto de las comarcas -a excepción, eso sí, de la Cantábrica Alavesa, donde éste ni siquiera alcanza el 24 %-. Aunque hay reconocer que ese índice obtenido esconde fuertes disparidades entre unos y otros agroturismos únicamente una de las viviendas supera ampliamente la media provincial. Esos bajos niveles de ocupación tienen además un marcado carácter estacional; esto es, responden a estancias cortas de unos 2 días de duración centradas fundamentalmente en los meses de verano y en las vacaciones de Semana Santa (como puede observarse en la tabla 6 Julio y Agosto concentraron en el año 2000 el 34,4 % de todas las ocupaciones y Abril el 19,6%). Esa estacionalidad resulta menos manifiesta en los establecimientos localizados en Urturi, donde la caída en el número de visitantes a menudo está relacionado con las limitaciones meteorológicas para la práctica del golf.

La pequeña dimensión media de las viviendas acogidas a este régimen en la comarca (en torno a las 7,8 plazas por establecimiento) así como los bajos niveles de ocupación registrados se traducen en unos ingresos medios anuales por establecimiento también inferiores a los del conjunto de Alava (705.222 pts., en el primer caso, y 1.564.681 pts., en el segundo, durante el periodo 1997-1999). Concretamente, en la Montaña Alavesa 4 viviendas percibieron por el servicio de hospedaje menos de 600.000 pts. y 2 entre 600.000 de media anual y 1.600.00 (5) pts. Verdaderamente, se aprecia que esos ingresos medios representan, habitualmente, un bajo porcentaje respecto al total de subvenciones recibidas (en 2 de esos establecimientos menos del 6%, en 2 del 6 al 18 % y en otros 2 del 18 al 54 %). Por otra parte, se observa que estas ayudas -financiadas prácticamente a partes iguales por el Gobierno Vasco y por la Diputación Foral de Alava- han supuesto poco en el montante de las obras de mejora y remodelación de edificios presupuestado de cara al inicio de la actividad turística (una media de 37,27 %) pero, indudablemente, han cosntituido un incentivo clave para la realización de dichas mejoras.

En resumidas cuentas, se trata de una iniciativa reciente (no hay que olvidar que el primer agroturismo de la C.A.P.V. se abrió en 1990) que hasta ahora ha tenido una moderada incidencia en la Montaña Alavesa, sobre todo si se la compara con la de algunas zonas de Guipúzcoa y Vizcaya, pero que es similar a la registrada en el resto de las comarcas alavesas. Puede afirmarse que todos los establecimientos turísticos rurales creados en estos años, junto con los restaurante, bares, etc., han contribuido a asentar a algunas familias y, en el caso de los agroturismos, a preservar el patrimonio arquitectónico rural, a aprovechar estancias de la casa que de otra manera no se utilizarían, a dar trabajo a una mano de obra femenina que de no ser así permanecería infrautilizada e, indudablemente, a incrementar los ingresos anuales familiares.

Mapa 5

3.3. El Parque Natural de Izki, testimonio de las virtualidades del medio natural

Evidentemente el turismo en alojamientos rurales se halla estrechamente relacionado con la red de espacios naturales protegidos, en razón de la fuerte capacidad recreativa de estos lugares. En las últimas décadas han sido numerosos los trabajos realizados en el País Vasco proponiendo tanto zonas al aire libre para un fin básicamente recreativo como enclaves singulares de especial protección. No son, sin embargo, tantas las áreas naturales protegidas legalmente, cuyo origen -en el caso de los parques- se remonta a 1989.

El mapa adjuntado representa la distribución espacial de los 7 parques naturales declarados hasta la actualidad en la C.A.P.V., que en conjunto abarcan unas 58.000 has., esto es, el 8 % de su superficie total.: 3 de ellos se localizan en Guipúzcoa (Peñas de Aia, Pagoeta, Aralar), 2 en Alava (Valderejo e Izki) y 2 comparten tierras vizcaínas y alavesas (Gorbeia y Urkiola). Estos parques naturales son "áreas no transformadas sensiblemente por la explotación u ocupación humana, identificables por la belleza de sus paisajes, la representatividad de sus ecosistemas o la singularidad de su flora, de su fauna o de sus formaciones geomorfológicas, y que requieren, a fin de hacer compatible el aprovechamiento ordenado de sus recursos naturales y el uso público con la conservación o recuperación de sus valores ecológicos, estéticos o educativos, de una actuación preferente de los poderes públicos". Es digno de señalar que en esta figura de protección se hace hincapié en la importancia de compatibilizar la conservación con el mantenimiento de los usos tradicionales del suelo y con el aprovechamiento de los recursos, una tarea que, como se ha demostrado en la práctica, no siempre resulta fácil.

El parque natural de Izki -que como puede adivinarse en el mapa se sitúa al sur de la divisoria de aguas cantábrico-mediterránea- fue declarado como tal en 1998 (Decreto 65/98, de 31 de Marzo), tras haber sido aprobado su correspondiente Plan de Ordenación de los Recursos Naturales. Con 9.081 has. ocupa la tercera posición, después del de Gorbeia y Aralar, por lo que respecta a la superficie abarcada, una superficie que casi en su totalidad es de propiedad pública y que, en buena parte, está integrada dentro de los Montes de Utilidad Pública pertenecientes a las 13 Juntas Administrativas con presencia en el parque (municipios de Arraia-Maeztu, Bernedo y Campezo). Unicamente 268 has. (el 3% de la extensión total) corresponden (6) a fincas particulares, las cuales se situán en los términos de Corres y Apellániz, dentro del municipio de Arraia-Maeztu. Los usos del suelo predominantes son el arbolado denso y el matorral, los cuales conviven con algunas pequeñas parcelas de cultivo.

Mapa 6 (no disponible)

Este espacio protegido sobresale, sobre todo, por albergar en su interior uno de los bosques de roble marojo (Quercus pyrenaica) de mayor extensión de Europa que se ha conservado en buen estado gracias, en gran parte, a la baja aptitud agrológica de los suelos arenosos sobre los que se asienta. Pero su amplia superficie forestal arbórea se halla también ocupada por hayas, situadas en las umbrías por encima de los 750-800 m, quejigos, ubicados a menor altitud sobre terrenos calizos, encinas, que esporádicamente se extienden por algunas solanas, robles pedunculados, que aparecen formando pequeños bosquetes allí donde los suelos se hacen más profundos y los aporte hídricos importantes, así como por algunas plantaciones de coníferas. En suma, por una vegetación variada y fundamentalmente autóctona que constituye un importante recurso natural y que, entre otras cosas, traduce el ambiente climático de transición atlántico-mediterráneo -con inviernos fríos, veranos cálidos, abundantes precipitaciones y cierta sequía estival- que caracteriza a esta comarca. Pero los atractivos naturales no se restringen a la vegetación sino que, evidentemente, se extienden a otros elementos del medio natural como el relieve o las aguas y, en suma, aparecen sintetizados en el paisaje, que constituye el principal recurso turístico. Un paisaje de carácter ondulado tajado espectacularmente por unos cuantos barrancos -entre los que destaca el que el río Izki labra en Corres, el único núcleo de población ubicado dentro del parque- y circundado por una serie de montes calizos (La Muela, Soila, Arlucea) que resaltan claramente del entorno.

El Parque Natural de Izki cuenta con el documento de planificación básico, es decir, con el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (P.O.R.N.), que fue aprobado en 1998 (según el Decreto 64/1998, de 31 de marzo) y que, a su vez, ha tenido su desarrollo para cada uno de los recursos y actividades sectoriales en el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG). Entre los objetivos definidos en el primero -y junto a los relacionados con la protección, conservación y restauración de los ecosistemas y de los recursos naturales, al mantenimiento y mejora de los tradicionales sistemas agropecuarios y forestales y a la potenciación social y económica del área- se encuentra el fomento del turismo y de las actividades recreativas (art. 10). Así pues, su declaración se efectuó con el ánimo no sólo de conservar y preservar la naturaleza sino también con la intención de conjugar usos distintos, de dar una inyección económica al territorio aprovechando las subvenciones de la Unión Europea y, en último extremo, de contribuir a dinamizar una zona deprimida. Para ello, y siguiendo el procedimiento habitual en documentos de esta naturaleza, se ha realizado entre otras cosas una planificación del uso público a partir de una zonificación del espacio establecida en razón de la distinta vocación del territorio para albergar unas y otras actividades y equipamientos. De esta manera -y ciñéndonos al tema que nos ocupa- se han propuesto zonas de uso intensivo, que incluyen áreas recreativas, zonas de uso extensivo, cuyo uso más adecuado sería el senderismo, y zonas de uso restringido, en donde el uso público debe encaminarse hacia la educación y la investigación. En este contexto la normativa establece, a su vez, la regulación específica de las áreas recreativas, de las redes de itinerarios, de la escalada (que en el interior del parque se practica actualmente en los crestones de Apellániz y en el Soila), de otras actividades deportivas y de los servicios de información, interpretación e investigación. Asimismo se definen las directrices, actuaciones y limitaciones que han de regular la actividad cinegética, la cual goza ya de gran tradición en este ámbito.

Hay que decir que, desde su declaración y hasta nuestros días, las acciones fundamentales que se han emprendido en el parque han sido tres: se ha creado un Centro de Acogida en Corres (dentro del municipio de Arraia-Maeztu), se ha organizado un Servicio de Guardería y, actualmente se está construyendo un área recreativa junto al río Izki, cerca del mencionado Centro de Acogida. En el Servicio de Guardería trabajan, sobre todo los fines de semana, tres personas de la comarca, cuyas funciones principales son atender al público y vigilar que se lleva a cabo el cumplimiento de la normativa. Por su parte, el área recreativa de uso intensivo que se está acondicionando se sitúa al sur del río, junto a una aliseda, tiene una extensión de 2 has. y dispone de aparcamiento, mesas, asadores y fuente así como de un centro de información y educación ambiental.

A modo de balance hay que decir el parque presenta todavía deficiencias en lo que se refiere a las prestaciones para el usuario, algo que, ciertamente está relacionado con su reciente declaración. Las principales carencias en este sentido se relacionan con la organización y la señalización de la red de senderos, un aspecto crucial a resolver teniendo en cuenta que orientarse y transitar por el interior de los montes de Izki no es tarea fácil, en buena medida en razón de la densidad del arbolado y de la baja intervisibilidad existente. En el área únicamente se encuentran señalizadas dos senderos, uno de gran recorrido (el GR 1 o "Sendero histórico" que discurre por los municipios de Campezo/Kanpezu, Bernedo, Lagrán y Peñacerrada/Urizaharra ) y otro de pequeño recorrido (el PR-60 o "Senda del Agin" en Campezo/Kanpezu).

El uso recreativo que actualmente se realiza en el interior del parque es bajo, ya que no se trata de una zona demasiado conocida. Concretamente en el año 2000 fueron 2.982 las personas que lo visitaron, a los que habría que añadir los 278 escolares que lo hicieron en el marco de la Campaña de Educación Ambiental promovida por la Diputación Foral de Alava. En cualquier caso, hay que ser conscientes de que, obviamente, es un periodo de tiempo demasiado corto como para poder hacer valoraciones y de que se trata de una cifra orientativa, en la medida en que sólo aparecen contabilizados las entradas que se realizan desde el Centro de Acogida situado en Corres, pero no las efectuadas desde otros puntos de la comarca.

Realmente el Parque Natural de Izki presenta una serie de puntos fuertes y débiles de cara a la recreación. Entre los primeros, destacan la buena accesibilidad (unos 20-30 minutos desde Vitoria-Gasteiz), las magníficas vistas panorámicas desde los Altos de Arlucea y San Román e,indiscutiblemente, la rica vegetación que, merced a sus características, introduce un atractivo cromatismo en el paisaje y que, en otro orden de cosas, da cobijo a una interesante fauna; por su parte, la densidad del arbolado -que, como ya ha sido comentado, dificulta altamente el tránsito en algunas zonas del parque- y la abundancia de insectos que proliferan en un ámbiente húmedo como éste, serían algunos de los aspectos dignos de reseñar, entre los segundos. Los principales problemas de gestión planteados hasta el momento han sido dos: el primero, radica en la dificultad que implica conjugar en la práctica actividades distintas (particularmente la caza con el senderismo y la conservación, y la ganadería con la conservación) y, el segundo, en la falta de coordinación existente en ocasiones entre los distintos niveles de la Administración.

 

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NOTAS

1)Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación Aplicación de un Sistema de Información Geográfica para evaluar las potencialidades turísticas de un territorio rural. La Montaña Alavesa como estudio piloto (155.130-HA097/99) subvencionado por la Universidad del País Vasco.

2) Aunque ciertamente no es fácil establecer una clasificación al respecto, en la zona templada no mediterránea suele ser frecuente el identificar a las bajas montañas con las sierras que tienen una altitud inferior a 800 m, a las medias con una altitud comprendida entre 800 y 1500 m y a las altas con las que superan esta última cifra (Floristán, 1995, 118).

3)En esta tabla aparecen contabilizadas únicamente las 17 empresas de la comarca que pueden calificarse de "industriales" y que, atendiendo a la Clasificación Nacional de Actividades Económicas de España (C.N.A.E.), se corresponden con la extracción y transformación de minerales no energéticos y productos derivados e industrias químicas, con industrias transformadoras de metales y mecánicas de precisión y con otras industrias manufactureras.

4)Así el fomento del agroturismo es una de las medidas enmarcada dentro del subprograma I (Diversificación de la actividad agraria y producciones alternativas) correspondiente al primer Programa Operativo de Desarrollo Rural, con un coste global 0,16 MECUS (unos 20,8 millones de pts). Por su parte, la rehabilitación de edificios y la instalación de un campo de golf se incluyen en el subprograma III, Diversificación de la actividad económica: la primera medida con un coste total previsto de 0,39 MECUS y, la segunda, de 0,77 MECUS (50,7 y 100 millones de pts. respectivamente). En el Segundo Programa para el desarrollo de las Zonas Rurales objetivo 5b las medidas dirigidas al turismo rural se encuentran dentro del subprograma Diversificación de la actividad y creación de empleo y la propuesta de creación del Parque Natural de Izki en el subprograma Recursos Naturales y Medio Ambiente.

5) No ha sido contabilizado en esos cálculos referidos al periodo 1997-1999 el establecimiento de agroturismo ubicado en Apellániz (Bernedo) ya que obtuvo su licencia de apertura a finales de ese último año. Por otra parte, parece obvio que lo interesante sería poder disponer de datos que permitierancontabilizar el beneficio neto obtenido por esta actividad y no sólo los ingresos brutos derivados del servicio de alojamiento.

6) La distribución de la propiedad pública es la siguiente: Antoñana (261 has.), Apellániz (1.208 has), Arlucea (1.448 has), Atauri (105 has.), Bujanda (236 has.), Corres (1.117 has.), Maestu (595 has.), Marquínez (897 has), Quintana (808 has), San Román (780 has.), Urarte (519 has), Urturi (537 has)( y Vírgala (302 has).

©M. C. PORCAL GONZALO, 2001

©F. ARMENTIA PINEDO, 2001