Lurralde inves. esp

25 (2002)

p.

ISSN 1697-3070

 

 

APROVECHAMIENTO FORESTAL POCO RELEVANTE

PARA UN CASERIO GANADERO:

EL AREA DE SAN SEBASTIÁN

Recibido: 2002-06-12

Aceptado 2002-10-17

©JUAN CRUZ ALBERDI COLLANTES

 

 

Departamento de Geografía del Pais Vasco

Facultad de Filologia, Geografía e Historia

Francisco Tomas y Valiente, s/n

01006 Vitoria-gasteiz

fgpalcoj@vc.ehu.es

 

 

 

Laburpena. Lan honetan baso erabilpenen aportazioaren garrantzia ganaderitzaz bizi den ustiategi batean aztertzen dugu, baserrian zehazki. Horretarako zonalde zehatz bat aukeratzen dugu, Donostialdea-Bidasoan garatzen den baserria. Eskualde honetan, baso erabilpenak garrantzia eduki arren, beste eskualdeetan baino errepresentazio gutxigo dute ala ere, besteak beste erliebe orekagoa eta mendi publikoen presentzia haundiagoa delako. Horren ondorioz, forestatutako partzelek errendimendu urriak ematen ari dira eta, horren ondorioz, mozketaren ondoren partzela asko ari dira usten.

Hitz gakoak: Baserria, Donostia, Eukal Herria, nekazal gunea, iharduera forestalak, lur utziera.

 

Resumen: en este artículo profundizamos en las aportaciones de los usos forestales a la economía de una explotación que habitualmente los combina con aprovechamientos agroganaderos, el caserío. Para ello optamos por elegir un área representativa, la comarca de San Sebastián, Donostialdea-Bidasoa, en la que los aprovechamientos forestales, a pesar de tener una importante representación, son sensiblemente inferiores a otras comarcas, tanto por ser un relieve algo más suave como por poseer una importante masa forestal en manos públicas. Como resultado, las parcelas forestadas aportan unos rendimientos económicos escasos y en muchas explotaciones se está optando por abandonar estos usos.

Palabras clave: caserío, San Sebastián, País Vasco, espacio rural, actividad forestal, abandono de usos.

 

Abstract: in this paper we studying the forestry economic contributions in a farm exploitation from the Basque Country who combined there contributions with other activities, habitually cattle’s productions. In this example we choose the area near to San Sebastian, the region of Donostialdea-Bidasoa.  In this area the forestry exploitation occupied a big extension but its implications in the farm exploitation economic is minor important than other area of the Basque Country: the land is smoother and a big extension of forestry is public. So, the forestry plots in the San Sebastian area get a smaller output and in a lot of exploitations are leasing their use.

Key word: San Sebastian, Basque Country, basque farm, forestry, rural use, use less.

 

 

 

La superficie arbolada tiene una gran representatividad en las áreas de montaña, con unas aportaciones a menudo transcendentales para unas economías con un fuerte peso agrario. En el caso vasco, la proximidad de un tejido industrial especializado en subproductos forestales ha potenciado la consecución de una importante masa forestal dirigida a satisfacer esta demanda, caracterizada por la omnipresencia de las repoblaciones con pino radiata.

Estas masas forestales se desarrollan especialmente sobre terrenos privados, cuyos propietarios combinan habitualmente la actividad forestal con la agroganadera. El caserío, por lo general, dedica los suelos que mejores condiciones agrológicas presentan, normalmente con pendientes inferiores al 25%, a aprovechamientos ganaderos, mientras aquellos dominados por fuertes desniveles son destinados a usos forestales.

En este artículo vamos a tratar de discernir las implicaciones que los aprovechamientos forestales tienen en la economía de la explotación agroganadera vasca. Para ello analizaremos la importancia y la evolución que estos cultivos están presentando en el caserío desarrollado en las proximidades de San Sebastián, en la comarca de Donostialdea-Bidasoa.

 

1.- La silvicultura como actividad complementaria de la ganadería en el caserío vasco.

El sector forestal se nos presenta como un sector asentado en la economía vasca, con un importante volumen de población empleada en funciones como la elaboración, desembosque o transporte a la fábrica, con más de 3.000 activos destinados a estas labores (Gobierno Vasco, 1992, p. 133).

Especial importancia adquiere la extensión territorial que le es dedicada a estas actividades en las provincias vascas, con porcentajes que rondan entre el 50 y el 60% de su superficie arbolada, según el Inventario Forestal de 1996.

Centrándonos en la vertiente cantábrica, el arbolado de Gipuzkoa y Bizkaia se caracteriza por el dominio de una especie, el pino insignis, que forma claramente un monocultivo, acaparando el 46 y 62% de su superficie boscosa respectivamente.

El pino insignis es explotado mediante técnicas silvícolas intensivas. La corta se realiza por matarrasa, la eliminación de la maleza en aquellas zonas con pendientes inferiores al 45% mediante el empleo de desbrozadoras de martillos o bulldozer, la preparación del terreno para la plantación recurriendo al ahoyado manual e incluso al empleo del ripper con tractor de cadenas y, finalmente, la plantación es realizada de forma manual, ya que las máquinas plantadoras no pueden desenvolverse de forma adecuada en este medio.

En estas provincias es mayoritaria la explotación privada (80% de la superficie forestada), con unas unidades productivas pequeñas, de entre 2 y 5 Ha. como media, ubicadas preferentemente en desniveles superiores al 25%[1], aunque no son extraños los casos en los que las coníferas se desarrollan en riberas, fondos de valle o en terrenos con buenas condiciones agrológicas para el fomento de actividades agrícolas y ganaderas.

Con una escasa superficie orientada a cultivos forestales, la dedicación exclusiva a esta actividad es inexistente entre los propietarios de los terrenos. El modelo más extendido de silvicultor es aquel conformado por agricultores o ganaderos para los que las labores forestales constituyen un complemento a la explotación agrícola (Gobierno Vasco, 1992, p. 133).

La diferencia que se establece entre las funciones agrícolas y forestales está, precisamente, en el grado de dedicación que el agrario confiere a una y a otra. Como señala SIERRA-SESUMAGA, Diputado de Agricultura de Bizkaia, "así como hay gente que vive de la leche, de la carne, …, nadie o muy pocos viven de la venta de sus productos forestales. Esta diferencia origina que el sector agrícola esté más profesionalizado, sea más dinámico y organizado" (EUSKADI FORESTAL, nº 56, 1999, p. 4).

El caserío vasco utiliza una base territorial excesivamente reducida como para obtener unos ingresos considerables de las actividades forestales. Si tenemos en cuenta que, según la Diputación Foral de Gipuzkoa, son necesarias algo más de 40 Ha. para conseguir unos rendimientos equiparables a una U.T.A., para la inmensa mayoría de las unidades productivas vasco-atlánticas las aportaciones silvícolas son marginales, sólo apreciables en el momento en que se produce la tala, tras aproximadamente treinta años de espera.

La rentabilidad de las pequeñas explotaciones de coníferas es puesta a menudo en entredicho, tanto por el tiempo de espera necesario para recuperar la inversión como por la incertidumbre que generan plagas, incendios, heladas y un mercado de la madera que sufre importantes fluctuaciones de precio en el momento de la tala[2]. OTAZUA (1997), sin tener en cuenta estos elementos de riesgo, considera que, actualmente, en una coyuntura de fuerte demanda y elevados precios en el mercado, se obtiene un beneficio bruto aproximado de 75.000 ptas./Ha./año. El Gobierno Vasco (1997), en el "Cálculo de Márgenes Brutos y U.T.H." apunta un resultado final de 30.758 ptas./Ha./año. El balance económico que presentan las frondosas en general, es aun menos significativo, siendo valorado por el Gobierno Vasco en 10.026 ptas./Ha./año[3]

El aprovechamiento forestal en el caserío vasco ha de considerarse, por tanto, como un complemento a la economía de esa explotación, en un caserío que trata de adecuar la utilización de su dominio a las posibilidades de mano de obra, en las que el pino, una especie que se adapta a zonas de pendiente y que requiere pocos cuidados se convierte en un manejo adecuado. Su importancia para la explotación será en todos los casos complementaria de otra actividad, mayor cuanto más extensión se le destine, situación más habitual en comarcas o áreas de profundos desniveles.

 

2.- Aproximación a los usos del suelo agrario de la comarca de San Sebastián.

El Censo Agrario de 1999 clasifica como agrarias en Donostialdea-Bidasoa un total de 28.817 Ha., el 76,5% de su superficie geográfica, cifra inferior al 81,2% que registra el conjunto de la provincia debido, a priori, a la existencia en esta comarca de una mayor extensión no agraria (residencial, industrial, infraestructuras, etc.).

El territorio cultivado en el caserío vasco es reducido. En la provincia de Gipuzkoa la superficie labrada en 1999 supone el 3 % del total de la censada. Tan sólo una comarca supera esta cifra ampliamente y ésta es la de Donostialdea-Bidasoa (7,8%), que presenta la mayor superficie dedicada a huerta y a frutales en Gipuzkoa, caracteres concordantes, al menos en lo relativo al cultivo de verduras, con lo que observamos en otras comarcas urbanas del País Vasco, como en la del Gran Bilbao.

El espacio aprovechado como pasto y pradera, la superficie dedicada a hierba para el ganado, según el censo de 1999, muestra un porcentaje similar al del resto de Gipuzkoa. En Donostialdea-Bidasoa supone el 34,4% de la superficie censada, coincidente, por otro lado, con la mayoría de las comarcas del ámbito vasco-atlántico. El suelo destinado a prado y a pasto desciende considerablemente en los últimos diez años, pasando de suponer el 42% al 34%. Según deducimos de los datos de este Censo, la pradera cede parte de su presencia a los cultivos y los pastos básicamente a la superficie arbolada. Sin embargo, la información que a lo largo de este artículo vamos contrastando, especialmente del Inventario Forestal de 1996 y de las repoblaciones efectuadas en la década de los noventa, no denotan un incremento de la superficie arbolada sino más bien una estabilidad de usos[4]. La superficie arbolada en 1999 (ver tabla 1) suponía el 50,6% de la superficie agraria de la comarca, algo inferior a la media provincial (55,5%), mientras el espacio ocupado por el erial y matorral era algo superior (7,1% frente al 5,8% provincial).

Tabla 1

Aprovechamiento de la Superficie No Labrada (%). Año 1982-1999.

MUNICIPIO

FORESTAL ARBOLADA

ERIAL, MATORRAL Y OTROS

1.982

1.989

1.999

1.982

1.989

1.999

ANDOAIN

61,6

57,8

53,5

10,4

12,1

5,8

ASTIGARRAGA

0,0

12,0

30,1

0,0

4,3

8,5

DONOSTIA

24,9

23,4

67,6

15,6

26,4

3,5

ERRENDERIA

62,2

59,1

68,8

13,1

11,3

7,4

HERNANI

60,1

51,7

49,6

8,2

9,3

4,7

HONDARRIBIA

19,0

36,1

29,6

26,7

13,0

12,9

IRUN

44,4

40,9

51,2

19,8

18,8

5,8

LASARTE-ORIA

0,0

7,4

6,8

0,0

12,4

4,1

LEZO

2,0

28,5

23,8

36,3

18,8

9,9

OIARTZUN

52,2

19,9

57,6

13,4

8,2

1,9

PASAIA

10,0

10,1

8,4

61,1

65,8

42,8

URNIETA

34,3

11,2

37,1

3,9

39,1

8,8

USURBIL

57,9

62,1

30,6

3,3

13,4

4,8

COMARCA

45,2

37,9

50,6

14,6

16,9

7,1

FUENTE: Censo Agrario de 1982, 1989 y 1999. Elaboración Propia.

Dos razones parecen justificar esta situación. Por un lado, como ya se ha recogido, Donostialdea-Bidasoa tiene una topografía más suave que la que encontramos en la mayoría de las comarcas de Gipuzkoa, lo que favorece la extensión de los prados al ser éstos, en gran medida, mecanizables. Por otro, la relativa mayor extensión que muestra el matorral y preferentemente la argoma puede estar motivada por la mayor presencia en esta comarca de monte público de propiedad municipal que ha mantenido amplias zonas destinadas a pastos, las cuales han sido abandonadas progresivamente, ganando espacio en torno a éstas el matorral. Según el Inventario Forestal de 1996, la Comarca de Donostialdea-Bidasoa tiene una superficie forestal de 17.140 Ha., de las que 9.162 Ha. pertenecen a entidades públicas, el 53,4% de su espacio forestal[5].

Los Inventarios Forestales de 1986 y 1996 descubren una distribución de superficies algo distinta a la recogida en el Censo Agrario. Así, según el Inventario de 1996, de la superficie agraria de la comarca el 52,4% está arbolada y el 13,2% ocupada por matorral. El Catastro de Rústica, a su vez, aporta para 1998 una distribución diferente. Según éste, la superficie arbolada supone el 45,5% de su superficie agraria, principalmente pinar (70%), mientras que matorral y monte bajo ocupan el 12% del espacio catastrado.

Por ello, y siempre tomando estos números con prudencia, consideramos que aproximadamente la mitad de la superficie agraria de la comarca está arbolada y un 10% recubierta por matorral, estableciéndose las principales diferencias en cada municipio en función del relieve de cada uno.

Por lo general, carecemos de criterios que nos permitan observar alteraciones de la masa forestal y pensamos, a tenor de los datos de nuestro trabajo de campo, que no se han acometido en los últimos treinta años transformaciones importantes, ni de monte a pradera, ni de pradera a monte. Esta tendencia parece coincidir con la señalada en los Inventarios Forestales de 1972, 1986 y 1996 en los que la superficie arbolada, tras haber conocido años de expansión, parece haberse asentado.

Respecto a los usos de la comarca observamos como inmediatamente  despues del espacio urbanizado se desarrollan las prácticas agrícolas, entre las que los prados sobresalen por su dimensión territorial. A medida que ganamos altura, principalmente hacia el sur de la comarca y del municipio de Oiartzun, área que se eleva rápidamente hasta superar los 800 metros en Aiako Harria, el matorral y, especialmente, el arbolado (frondosas y coníferas) se convierten en el uso prioritario. Los agrícolas también tienen presencia, recogidos ahora en zonas de pastos estivales, coincidiendo con los collados más altos de estos montes, preferentemente en Aiako Harriak, Jaizkibel y Adarra.

 

3.- Hacia la reducción de la superficie ocupada por coníferas.

Según los datos de los inventarios forestales de 1986 y 1996, en Gipuzkoa, la superficie forestada se mantiene sin grandes alteraciones. En 1986 había 118.836 Ha. arboladas y en 1996 su extensión era de 118.256 Ha. Sin embargo, el espacio ocupado por coníferas pasa de 83.986 a 72.518 Ha., motivado por el descenso del pino radiata o insignis en cuanto a superficie ocupada, que pasa de 67.194 a 54.795 Ha., un 19% menos que en 1986.

En este período, en Gipuzkoa, hay una serie de especies forestales que, sin embargo, han experimentado un aumento en cuanto a suelo ocupado. Este es el caso del pino laricio y el abeto douglas, árboles que se adaptan a lugares altos en los que el carácter termófilo del pino radiata no aconseja su forestación, o también determinadas frondosas, siguiendo una política de cara a satisfacer las demandas de la población urbana. Sin embargo, el verdadero aumento del suelo forestado, que ha compensado realmente la pérdida del ocupado por el pino insignis, se produce como consecuencia del incremento del bosque diseminado (proyección de las capas de los árboles menor que el 20%)[6], en Gipuzkoa 7.282 nuevas Ha. Todo indica que el espacio ocupado por coníferas, una vez realizada la tala, se abandona, regenerándose sin intervención humana directa el bosque diseminado o bosque atlántico.

Esta situación, sin embargo, no parece observarse en otras zonas del País Vasco. En Bizkaia, la extensión ocupada por coníferas apenas se ha reducido en un 1% y, aunque la del pino radiata ha descendido un 3%, se ha visto compensada por el aumento de la utilizada por el laricio y el abeto.

Varios factores se señalan para justificar la reducción de la superficie ocupada por coníferas en Gipuzkoa. Entre otros, apuntamos a continuación aquellos que consideramos que son más representativos:

-                                    En primer lugar, cabe resaltar las dudas que surgen ante la rentabilidad de este tipo de producción. Incluso en un momento en el que el precio de la madera ha experimentado un aumento considerable ya hay quien advierte que el mercado del pino no va a sufrir una evolución muy favorable. En este sentido parece pronunciarse el sindicato[7] EHNE (1999) que observa cómo su mercado se tambalea debido al elevado precio que ha alcanzado, generando la importación de madera de otros países y la búsqueda de madera de calidad con la que apenas pueden competir las explotaciones vascas.

Entidades públicas, como el propio Departamento de Agricultura del Gobierno Vasco, ponen en duda la rentabilidad de muchos proyectos de plantaciones de coníferas, especialmente por dos factores que definen la naturaleza de una inversión como son, la seguridad (sometimiento a riesgos de incendios forestales, plagas, etc.) y la liquidez (dilatado plazo de recuperación de la inversión). Se llega a la conclusión de que difícilmente pueden resultar atractivos para la iniciativa privada (1992, p. 129).

-                 A la duda de la rentabilidad se le une el desinterés por parte de la población agraria. La falta de mano de obra que evidenciamos en la agricultura se señala también como la causa principal del abandono actual del monte[8]. El ganadero que posee una serie de pinares en propiedad, a medida que envejece, se ve incapacitado para realizar las labores de aclarado, cortas o entresacas y una vez que el bosque es talado decide no repoblarlo, no llevando a cabo ninguna intervención en estas parcelas, en la que van surgiendo de manera espontánea algunos árboles. Si la inversión en un pinar se reducía exclusivamente a la plantación y a la tala, puesto que aquellos trabajos de mantenimiento eran ejecutados por el propietario, al no poder realizar ahora estas labores de mejora, tras la tala decide no reforestar.

-                        El escaso aprecio social que este tipo de plantaciones tiene también parece ser una razón que está llevando al silvicultor al abandono de una parte importante de la superficie arbolada. ORMAETXEA, en un trabajo de caracterización y valoración de los paisajes vascos-atlánticos, recoge "un consenso mayoritario de preferencia por los paisajes rurales, con presencia de vegetación autóctona frente a un rechazo por los paisajes antropizados o de intensiva explotación forestal" (1995, p. 258).

Tenemos que tener en cuenta que el titular que accede a la explotación no presenta la idea productivista que la anterior generación tenía respecto al aprovechamiento de la heredad. Es evidente que en el caserío comienzan a primar valores distintos. AINZ ya apunta el hecho de que la mayor parte de la superficie dedicada al prado se encuentra gestionada por caseríos sumergidos en el marco de la agricultura a tiempo parcial, entre los que es frecuente que las razones estéticas primen sobre las puramente económicas a la hora de decidir mantener un cierto número de cabezas de ganado (1996, p. 148)[9]. La necesidad de conservar este espacio en producción es mucho menor en una población con unos criterios y valores cada vez más urbanos, y si a ello le unimos que su aprovechamiento económico es a menudo puesto en tela de juicio, es normal que se opte por no reforestar con unas especies socialmente rechazadas.

La falta de reconocimiento que la labor del silvicultor tiene en el mantenimiento del uso agrario de zonas que, de otra manera, estarían abocadas al abandono es a menudo señalado por los profesionales del sector, que ven con temor cómo algunas instituciones públicas, especialmente ayuntamientos, tratan de limitar el desarrollo de este tipo de aprovechamientos.

Todo parece indicar que en Donostialdea-Bidasoa la tendencia observada para Gipuzkoa, si cabe, es aún más acentuada, si bien los elementos de reflexión planteados parecen coincidir plenamente. El análisis de los datos del último Inventario Forestal y su comparación con los de 1986 nos permite profundizar en su materialización.

La pérdida de superficie ocupada por coníferas, prácticamente en su totalidad pino radiata, es considerable, especialmente en la subcomarca de Donostialdea, donde llega a reducirse en un 32,8%. El resto de coníferas apenas han tenido aumentos o descensos que marquen una implicación territorial significativa (el pino laricio, el pinaster o el ciprés de Lawson crecen mientras la picea disminuye).

La extensión de frondosas se incrementa en un 33% en el mismo período, compensando la pérdida de superficie ocupada por el pino radiata. Aumenta el haya, el roble común y el roble americano pero el verdadero incremento lo determina ahora el espacio invadido por el arbolado diseminado, que pasa de no tener prácticamente representación en 1986 a suponer el 26% del total de la superficie ocupada por frondosas en 1996.

A su vez, observamos que el bosque atlántico, el espacio forestal que no se ha vuelto a repoblar, es básicamente privado. La superficie pública concentra el 14,7% de este arbolado en Donostialdea o el 7,5% en Bidasoa, mientras la superficie arbolada de propiedad pública es el 48,6% y 35,5% respectivamente.

Mayor dificultad tiene establecer la evolución que muestran las especies forestales en el monte público. Así, si observamos que el roble común, el americano o el haya se concentran principalmente en este régimen, las coníferas en gran medida también lo hacen (en Donostialdea el 51% de la superficie de coníferas se ubica en monte público). El hecho de que el diseminado se desarrolle en suelo privado nos lleva a suponer que la entidad que gestiona el monte, la Diputación Foral, decide mantener su producción y superficie de coníferas. Esta información confirma que el abandono del espacio reforestado con coníferas es efectuado preferentemente por la iniciativa privada, que llega a retirar más de la mitad de la superficie de pino que tenía a mediados de la década de los ochenta, dejando, tras la tala, este espacio en desuso.

Atendiendo a la situación observada, parece difícil que a medio plazo sean las coníferas las que ocupen el suelo que va a ir perdiendo su uso agroganadero. A pesar del alto precio en el que se está cotizando esta madera, hay demasiados elementos que indican que no van a ganar superficie y no van a bajar de su actual cota de altura y de pendiente en la comarca.

Falta de mano de obra, inversiones a recuperar a largo plazo y con un alto riesgo, escaso reconocimiento social y nuevas concepciones espaciales y económicas lleva más bien a pensar que las coníferas seguirán reduciendo su extensión ocupada en la comarca. Es más, atendiendo a la información relativa a la edad de los pinares que aporta CANTERO (1998), Donostialdea-Bidasoa presentaba en 1996 la media mayor de la Comunidad Autónoma del País Vasco, con una edad de 27 años. Alrededor de 2.020 Ha. de pino serán taladas en un período inferior a 10 años y posiblemente algunas de ellas no serán repobladas.

Las frondosas, principalmente haya y roble común y americano, aumentan la superficie ocupada pero tampoco sobre pendientes inferiores a un 25%. No parece, al menos por el momento, que vayan a ocupar terrenos con menores pendientes y altura cuando sólo en reducidos ejemplos sustituyen a las coníferas[10].

Un nuevo programa que incentive fuertemente la repoblación en suelos agrícolas tal vez pueda variar esta situación pero ni el último reglamento europeo de desarrollo rural (1257/1999), ni el plan de desarrollo rural sostenible de la C.A.V. 2000-2006, suponen un cambio sustancial respecto a la anterior política que, en el País Vasco Atlántico, no ha supuesto la reforestación de nuevas tierras. Como señala RUIZ URRESTARAZU "la aplicación de la anterior normativa europea (2080/92) relativa a forestación de tierras agrarias llega tarde. Las antiguas superficies agrarias de la vertiente cantábrica ya se reforestaron a partir de la segunda revolución industrial que se inicia en los años cincuenta y sobre todo a lo largo de los años sesenta... De ahí que la inmensa mayoría de las nuevas forestaciones se estén llevando a cabo sobre superficies ya arboladas con anterioridad" (1999, p. 157).

Podemos concluir señalando que, al menos a medio plazo, no van a ser las colonizaciones forestales, sean coníferas o frondosas, las que amplíen su superficie a cuenta del espacio que el ganadero dejará de utilizar[11].

4.- Importancia residual para la explotación agroganadera .

La evolución que presentan las superficies forestales a lo largo de la década de 1990 son indicadoras de la progresiva pérdida de importancia de estos usos en la economía de la explotación agraria principal de esta comarca, el caserío. Por otro lado, sin embargo, cabe señalar que todo indica que en Donostialdea-Bidasoa las aportaciones económicas obtenidas a partir de la explotación forestal nunca han sido importantes para la economía de una unidad productiva basicamente ganadera. Las explotaciones de coníferas principales se corresponden en todos los casos con monte de utilidad pública. El resto constituyen unidades de muy reducida extensión, muy alejadas de las 40 Ha. que la Diputación Foral considera como necesarias para obtener una aportación ecónomica equiparable a una unidad de trabajo agrícola.

Distintos trabajos que han analizado el funcionamiento del caserío de la comarca de Donostialdea-Bidasoa destacan la escasa incidencia que las aportaciones económicas de los rendimientos forestales tienen para su funcionamiento. Resaltamos a continuación algunos de los resultados recogidos en estos trabajos:

-                                    En Igeldo, San Sebastián, la superficie arbolada que el caserío tiene en propiedad, según recoge SIADECO (1993), supone el 5,6 % de su base territorial. En total, se le destinan 7,7 Ha., distribuidas en 5 parcelas, lo que indica que los rendimientos económicos de los aprovechamientos forestales son reducidos en todos los casos (ver tabla 2).

 

Tabla 2

Usos del suelo en Igeldo . Año 1993.

UTILIZACION

Nº Parcelas

Ha.

%

Huerta

33

10,6

7,8

Pasto/Prado

31

83,1

60,9

Arboles Frutales

15

4,6

3,4

Helechal

6

8,7

6,4

Zarza

9

15,2

11,2

Bosque

5

7,7

5,6

Otros

6

6,45

4,8

NS/NC

1

0

0

TOTAL

106

136,4

100

Fuente:Siadeco.1993.

 

Ø-                                    En Usurbil, el número de explotaciones que cuentan con repoblaciones de pino insignis aumenta considerablemente, alcanzando al 23% de los caseríos que censamos en este municipio (ver tabla 3). Sin embargo, aunque no delimitamos la superficie total de este aprovechamiento, no parece que sea considerable en ningún caso, si atendemos a otros estudios o informaciones publicadas[12].

Tabla 3

Aprovechamientos representados en el caserío de Usurbil.1996

Usos

Nº explotac

%

Huerta

124

87

Pasto/Prado

124

87

Arboles Frutales

56

56

Pinar

33

23

Otros

28

20

Sin utilidad

19

13

TOTAL

143

100

FUENTE: Elaboración propia.1996.

Ø                                    En la cartografía relativa a los usos del suelo de explotaciones agrarias que hemos ido relizando a lo largo de diversas investigaciones observamos cómo la superficie arbolada ocupa una extensión escasa. En la mayoría de los ejemplos, mientras el baldío o el matorral a menudo están reflejados, las coníferas o frondosas carecen de representación. En aquellos casos en los que el caserío mantenía actividad forestal, las parcelas dedicadas eran de superficie reducida, rara vez superior a la hectarea dedicada.

Ø                                    En el estudio relativo a la situación del medio rural del caserío de Andoain, realizado por BEHEMENDI(1998), respecto a los usos del suelo de las explotaciones agroganaderas se apunta una situación sensiblemente distinta. En este municipio, al menos en once caseríos de un total aproximado de 150, el bosque supera las 5 Ha. Aunque a menudo la información que señalan no es del todo ajustada, puesto que mezclan espacio arbolado y espacio destinado a cama para el ganado (helechal) e incluso monte sin aprovechamiento, apreciamos que al menos en ocho de éstas los pinares superan las 4 Ha. y en dos de ellas las 8 Ha., aunque en ningún ejemplo alcanzan las 10. Coinciden estos datos con las plantaciones de coníferas de mayores dimensiones que, ligadas a un caserío, hemos encontrado en esta comarca. El resto de especies tienen una importancia económica y espacial menor. Destaca la presencia de algunas repoblaciones de roble americano aunque sobre unas extensiones menos significativas, alcanzando tan sólo en un caso las 5 Ha (ver tabla 4).

Tabla 4

Distribución de la superficie agrícola en Ha. en Andoain. Año 1998.

 

Praderas

Bosque

Matorral

Huerta

Total

350,9

221,7

6,0

0,7

Media

8,2

5,2

 

 

Porcentaje %

61,0

38,0

1,0

0,1

                Fuente: Análisis del medio rural y de las explotaciones agrarias de Andoain. 1998.

 

A pesar del tamaño considerable que exhibe la superficie destinada a coníferas en algunas explotaciones de Andoain, en ningún ejemplo de los que analizamos tiene la suficiente representación como para constituir un complemento básico para el caserío de la comarca.

Si los aprovechamientos silvícolas están presentes en un buen número de unidades productivas, la superficie que se les destina denota que es, en todos los casos, una actividad de segundo orden en la economía del caserío, similar en equivalencia de unidades agrícolas trabajadas a la que muestran actividades como los pequeños rebaños de ovino o los frutales ubicados en zonas con menos posibilidades agrológicas. Responde a una mentalidad de aprovechamiento del conjunto del dominio del caserío, especialmente de aquellas zonas que menos aptitudes agrológicas presentan.

 

5.- El caserío, la única explotación silvícola representada.

El aprovechamiento silvícola aparece, por tanto, unido a la explotación agroganadera de la comarca, como una producción más que contribuye a completar la economía del agricultor. Sin embargo, desconocemos si es una actividad ligada exclusivamente al caserío o, además, genera otras tipologías de explotaciones forestales.

Con el objeto de profundizar en las distintas clases de unidades silvícolas que encontramos en la comarca, tomamos como referencia aquellas que en el municipio de Oiartzun realizaron reforestaciones desde 1997 a 1999 (catorce ejemplos), cuyos caracteres se recogen en el siguiente cuadro (ver tabla 5).

Tabla 5

Explotaciones forestales. Caracteres más significativos. Año 2000.

De las 14 muestras, 12 se corresponden con la unidad agroganadera de la comarca, el caserío. En dos casos (muestras 5 y 10) sus jefes de explotación residen en el medio urbano. Probablemente su origen sea rural y, en una división de la heredad, hayan accedido a la propiedad de los terrenos más alejados o que menos posibilidades agrológicas exhibían, puesto que carecen de otro tipo de aprovechamiento[13]. Si completamos estos datos con la procedencia del resto de las repoblaciones realizadas en Oiartzun en la década de 1990[14], observamos que, de 60 expedientes 46 son efectuados por domiciliados en caseríos, en 8 desde barrios con un marcado carácter rural aunque no desde viviendas aisladas y en 6 desde núcleos urbanos. En líneas generales, se puede afirmar que la explotación agroganadera y la forestal confluyen en la unidad típica de la comarca al menos en 8 de cada 10 casos.

Características como el complemento ganadero, el grado de dedicación o el régimen de tenencia relacionan la tipología de la unidad productiva representada con la que podemos considerar como residual o en proceso de marginalización. La producción ganadera no es significativa en ningún caso, dedicación exclusiva sólo la ostenta población próxima o en edad de jubilación y el único régimen de tenencia representado es el de propiedad.

Esta tipología de explotación está muy alejada de las pecualiaridades que presentan aquellas explotaciones que han apostado por continuar con las funciones agroganaderas, que apuestan por un incremento de la capacidad productiva y también de la superficie utilizada. Aun así, el grado de importancia de las funciones agroganaderas no parece afectar a la importancia de la explotación forestal,  que en ambos casos presenta unos aprovechamientos marginales.

La dimensión media de la unidad agraria, si exceptuamos los dos casos que sólo tienen superficie forestal, es de 4,9 Ha., coincidente con la supercie habitual del caserío de Donostialdea-Bidasoa. Los aprovechamientos de la base territorial de estas explotaciones también se corresponden con los que observamos en instalaciones especializadas en otras labores productivas. En casi todas domina el uso forrajero y la única particularidad la confiere la mayor presencia de superficie arbolada, que supone el 43% del total del dominio de la explotación, y en general del bosque, que acapara casi el 50% de su extensión.

A pesar de la mayor representación relativa de la superficie arbolada en las unidades productivas que realizan mejoras forestales, la importancia del espacio destinado a estos aprovechamientos para la economía del caserío es escasa. No hay, o al menos así se deduce de los datos presentados, propietarios profesionalizados en estas ocupaciones, a pesar de que algunos de ellos tengan una orientación forestal[15]. En todos los casos nos encontramos ante una superficie destinada a estos usos muy alejada de las necesidades requeridas para completar la U.T.A. de equivalencia.

El suelo que ocupan estas plantaciones, según deducimos de sus solicitudes de reforestación, se corresponde con pendientes superiores al 30%. A pesar de que en algunos casos la actividad agrícola ha sido abandonada, conservan los terrenos de mejores condiciones agrológicas con un uso forrajero, descartando el aprovechamiento silvícola. Todo indica que aquella explotación que muestra una mayor inclinación forestal prefiere ceder el disfrute de su heredad a terceros y mantener el espacio agrícola antes que destinarlo a usos madereros. Sobre esta población agraria pervive todavía la necesidad de mantener el uso agrícola de la heredad, de aquellos terrenos más productivos del caserío, a lo que se le ha de añadir razonamientos especulativos provocados por la proximidad urbana, ante los cuales unas parcelas que mantienen un uso agrícola tienen un mayor valor económico que aquellas que carecen de uso o poseen un aprovechamiento forestal[16].

6.- Una comarca sin orientación forestal.

La importancia territorial del bosque y de la superficie arbolada en el caserío y en la comarca queda contrastada, destinando a estos usos alrededor del 30% del dominio del caserío y algo más de la mitad del territorio comarcal. El aprovechamiento forestal dominante se corresponde con sistemas intensivos, entre los que predomina la utilización de la matarrasa y las especies de crecimiento rápido, preferentemente pino insignis. Incluso el asociacionismo en este sector esta fuertemente arraigado conformando, con 212 miembros, la asociación agraria con mayor número de participantes de las que trabaja en Donostialdea-Bidasoa[17].

Por otro lado, es el caserío ganadero, que dedica a la actividad silvícola aquellas parcelas más alejadas o que menos posibilidades agrológicas presentan, el que se constituye en la explotación forestal común, siendo pocas las excepciones a este modelo de organización. Para éste, sin embargo, la aportación material de los usos silvícolas es escasa y sobre todo muy puntual, pues apenas cuenta con una o dos parcelas diferenciadas y con unos beneficios que se concretan en el momento de la tala, alrededor de una treintena de años después de haber realizado la plantación[18].

Como resultado, a pesar de la presencia territorial y numérica de esta actividad, no configura un subsector con un grupo de explotaciones especializadas, sino que pasa a constituir un aprovechamiento de segundo orden en un caserío orientado en otra labor. Incluso en las muestras del registro de explotaciones la orientación forestal tan sólo queda reflejada en los dos casos que carecen de otro tipo de producción. A pesar del escaso hato que presentan, la gran mayoría ostenta una orientación ganadera. Tampoco parece que vaya a variar su importancia a medio plazo. El hecho de que la pérdida o marginalización de la función agroganadera de la explotación no haya traído consigo una reducción de la S.A.U. a favor de los usos forestales, incluso en unidades productivas con cierta especialización en esta actividad, es indicativo de la afirmación que realizamos.

Las características de la unidad silvícola de la comarca responden al modelo que describíamos para el País Vasco Atlántico, singularizado por el monocultivo del pino, por constituir una actividad con una escasa profesionalización y por ser el caserío ganadero el que tipifica la explotación forestal.

Dentro de un esquema común, Donostialdea-Bidasoa presenta una serie de particularidades que restan importancia a estos aprovechamientos. En primer lugar, la explotación agraria de la comarca tiene alrededor de 3 Ha. menos de suelo arbolado que la unidad productiva media de Gipuzkoa, si atendemos a los datos censales. A ello se le ha de añadir que la mitad de la superficie forestal es pública (Monte de Utilidad Pública), cuando este tipo de tenencia en Gipuzkoa no alcanza el 20% de su extensión arbolada, con lo que la diferencia entre las explotaciones se amplía más, si tomamos sólo como referencia la superficie privada[19]. Consecuencia de ello, si en Donostialdea-Bidasoa, según el Censo Agrario de 1989 había 48 explotaciones forestales con resinosas que superaban las 10 Ha., muchas de ellas gestionadas por la Diputación, en comarcas de extensión similar, como en el Alto Deba, éstas eran 489[20].

Aunque la tipología sea similar, la importancia de los aprovechamientos forestales es bien distinta y si en otras zonas guipuzcoanas o vizcainas se configura como una actividad básica en el mantenimiento del caserío, en nuestra área en estudio, salvo casos excepcionales, carece de transcendencia. Nos consta, por referencias de técnicos agrícolas y forestales de otras zonas de Gipuzkoa, especialmente de las zonas de interior, que la aportación forestal sí es importante para la economía de un buen número de caseríos, habiendo muchas explotaciones que mantienen unas rentas mínimas gracias a los ingresos que ésta les aporta. En todos los casos, sin embargo, la superficie forestal que manejan es considerable, muy alejada de las extensiones que para esta comarca aportamos.

En la explicación de las diferencias zonales observadas, a los condicionantes históricos (reducida incidencia de las desamortizaciones) y físicos (relieve no tan accidentado[21]) hemos de incorporar la influencia urbana, que configura una unidad productiva con menor base territorial y genera unas mayores expectativas urbanísticas[22], que impulsa los aprovechamientos agrícolas como medio de revalorización del suelo, frente a los forestales, realizados con perspectivas de beneficio a largo plazo.

 

BIBLIOGRAFIA Y FUENTES IMPRESAS CITADAS

AGUIRRE ANGULO, C. (1988): “Insignis Pinua”. Sustrai, nº 30, pp. 23-27.

AINZ IBARRONDO, M.J. (1996): “El último proceso de cambio en el territorio del caserío”. Lurralde, nº 19, pp. 137-154.

AINZ IBARRONDO, M.J. (1999): El caserío vasco: territorio para un país neoindustrial. Universidad del País Vasco. Tesis Doctoral inédita. Vitoria-Gasteiz.

ARDATZA (1988… ): Publicación quincenal de la Unión de Ganaderos y Agricultores Vascos. Vitoria- Gasteiz.

ARNALTE ALEGRE, E. y ROMERO GONZALEZ, J. (1988): “Configuración histórica y caracterización actual de la agricultura en un área periurbana: l’Horta de Valencia”. Jornadas franco-españolas sobre agricultura periurbana. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid. pp. 213-244.

BONTRON J.C.- Dir.- (1994): Entre ville et campagne. Les espaces de périurbanisation. Ministère de l’agriculture et de la pêche. París.

COURTOT, R. (1989): Campagnes et villes dans les huertas valenciennes. Editions Du Centre National De La Recherche Scientifique. París.

DELIOS ESPAÑA, E. (1991): La agricultura en espacios periurbanos: el municipio de Alboraya. Generalitat Valenciana. Conselleria D’Agricultura I Pesca.

EUSKADI FORESTAL (1985 …. ): Revista anual de la Confederación de Forestalistas del País Vasco.

GOBIERNO VASCO. Departamento de Agricultura y Pesca (1992). Análisis y diagnóstico de los sistemas forestales de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Colección Lur, nº 4. Vitoria-Gasteiz.

ILBERY, B. (1999): Agricultural change in Great Britain. Oxford University Press.

LOPEZ IGLESIAS, E. (1996): Movilidad de la tierra y dinámica de las estructuras agrarias en Galicia. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Secretaría General Técnica. Madrid.

ORMAETXEA, O. (1995): La valoración de la calidad del paisaje vasco-atlántico por la población. Métodos para su consideración objetiva. Tesis Doctoral inédita. Universidad del País Vasco. Vitoria-Gasteiz.

OTAEGUI ARIZMENDI, A. (1991): Guerra y crisis de la hacienda local. Las ventas de Bienes Comunales y de Propios en Gipuzkoa 1764-1814. Diputación Foral de Gipuzkoa. Departamento de Agricultura y Pesca. Donostia.

PICAVEA, P. (1987): Usurbilgo udalmugapeko landalurraren ordenamendua. Inédito. Usurbilgo Udala.

PRINCIPADO DE ASTURIAS. Consejería de Agricultura. (1998). Producto neto de la agricultura asturiana 1997. Oviedo.

PROST, B. (1994): “L’agriculture périurbaine: analyse d’une marginalité”. Bulletin de L’Association de Géographie Française, nº 71, pp. 144-151.

RUIZ URRESTARAZU, E. (1999): “Adaptación y gestión de las medidas agroambientales y de forestación en el País Vasco” Cambios en los Espacios Rurales Cantábricos tras la integración de España en la UE. Universidad de Cantabria, pp. 139-163.

RUIZ URRESTARAZU, E. (2000): “Ocupación equilibrada del territorio: desarrollo del espacio rural , identidad cultural de los pueblos y equilibrio ecológico”. Actas Oficiales del Congreso Internacional sobre Comercio y Desarrollo Rural. Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco. Vitoria-Gasteiz, pp. 102-111.

SIADECO (1993): Igeldoko nekazaritzaren egoera. Inédito. Donostia.

 

 

 

 


 

NOTAS

[1] RUIZ URRESTARAZU señala cómo "la superficie de suelo disponible está directamente relacionada con la pendiente que, como ya se ha dicho, es muy acusada en toda la vertiente atlántica a causa de su morfología topográfica. Se puede considerar de manera empírica que el máximo de pendiente aceptable en esa zona para una actividad agraria mecanizada, que es la única que va a subsistir, se establece en el 20%. El porcentaje de superficie que se incluye dentro de ese nivel de pendiente de hasta el 20% abarca el 32,7% en Bizkaia y sólo el 20,1% en Gipuzkoa" (1999, p. 3). Completamos esta aportación con lo que OTAZUA, Director técnico de la Asociación de Propietarios Forestales de Gipuzkoa, señala para la provincia de Gipuzkoa. Según él "El 67,5% de la superficie ocupada por el pino insignis se sitúa en terrenos con una pendiente superior al 35% y el intervalo altitudinal entre 200 y 500 m. acoge el 61,2% de la superficie ocupada por esta especie" (Euromontana, 1999, p. 2).

[2] El inicio de las repoblaciones forestales a mediados del siglo XX coincide con un momento de gran demanda de materia prima y con una coyuntura de mercado favorable, ante la cual las repoblaciones se consuman en un tiempo récord (AINZ, 1999, p. 217).

[3] Distintos artículos analizan la rentabilidad de las parcelas de pino insignis e, independientemente de la incidencia de plagas, incendios y otro tipo de fenómenos externos a la actividad, en la mayoría de ellos se apunta que se trata de una labor lucrativa, aunque también sometida a otros condicionantes. Entre estos, AGUIRRE señala la necesidad de que la inversión por hectárea plantada sea muy reducida, inferior a 250.000 ptas./Ha., y de que los intereses bancarios también lo sean (-7,9%). Sólo de esa manera la explotación silvícola aportará más beneficios que la inversión de ese dinero en una cuenta a largo plazo (1988, p.16).

 

[4] La información censal publicada a lo largo de la década de los noventa refleja una tendencia a la estabilización de la superficie destinada a pasto permanente. Concretamente, el Inventario Forestal apenas presenta variación en la comarca en cuanto a la S.A.U. que señala en 1986 y 1996. Situación que también se repite en áreas próximas y de montaña, como en Asturias, según la Consejería del Principado (1998, p. 71).

[5] Según OTAEGI, la desamortización de tierras en Gipuzkoa se produce casi exclusivamente entre los años 1808 y 1814, coincidiendo con un momento de endeudamiento de las haciendas municipales ante las guerras napoleónicas y con la propagación de las ideas del Liberalismo. Sin embargo, la enajenación del patrimonio comunal no presenta una incidencia homogénea en el territorio guipuzcoano, disminuyendo las ventas de manera apreciable al este del río Oria, especialmente en nuestra comarca en estudio, en la que los municipios conservan gran parte del monte público (1991,pp. 40-46). Actualmente, los montes de utilidad pública de propiedad municipal y de mayor extensión en la provincia se ubican en municipios como Rentería, Hondarrabia, Irun, Oiartzun, Pasaia, Hernani o Donostia.

[6] El diseminado se corresponde casi exclusivamente con la denominación genérica de bosque atlántico, conformado por árboles y arbustos de bajo porte entre los que dominan las mezclas de frondosas.

[7] También hay opiniones de viveristas y profesionales del sector que auguran cambios desfavorables en este mercado. En este sentido se pronuncia ARBALZA y comenta que "en plazos tan largos es difícil acertar en todo, pero al menos hay que intentarlo y no actuar a ciegas. En ese caso siempre es mejor invertir en otras cosas" (ARDATZA, nº 253, 1998, p. 18).

[8] Tendencia que comienza a reflejarse también en otras zonas europeas que combinaban explotación forestal y agrícola. Este es el caso de Escocia en el que el agricultor ejercía este trabajo al que accedía por una subcontrata. La falta de mano de obra genera el descenso de este sector (ANDERSON et al., 1996, pp. 143-153).

[9] En este sentido, GARCIA RUIZ señala que "Hoy el agricultor tiende, cada vez más, a reducir las prácticas empleadas a aquellas que implican una menor dedicación y lamentablemente, un menor aprendizaje. Se entra así en un proceso de aculturación que vincula cada vez menos al hombre montano con la diversidad ambiental de su territorio" (1988, p. 23).

[10] Tampoco observamos un avance significativo de la superficie ocupada por el terreno forestal en zonas próximas al País Vasco. En Asturias, por ejemplo, según la Consejería de Agricultura, el terreno forestal permanece estabilizado en cuanto a superficie ocupada desde principios de la década de los noventa, tanto el monte maderable como el leñoso (1998, p. 71).

[11] En este sentido y atendiendo a la situación de Galicia, según LOPEZ IGLESIAS "en la medida en que tuvo lugar durante las últimas décadas una desaparición de explotaciones, ello no se tradujo en una ampliación paralela de las unidades de producción supervivientes sino que el principal resultado del proceso consistió en un abandono de tierras y, por lo tanto, en un retroceso del espacio ocupado globalmente por las explotaciones agrícolas… tan sólo el 30% estaban incorporados al final del período a otra explotación agraria distribuyéndose el restante 70% entre un pequeño porcentaje que había pasado a usos urbanos o forestales y la gran mayoría que permanecía abandonados" (1996, p. 495).

[12] Situación que nosotros confirmamos en la entrevista y que ya apuntaban PICAVEA et al. (1987), que observan, por un lado, la importante presencia de este cultivo en la explotación del municipio, y por otro, su escasa aportación a la economía del caserío.

[13] Es una práctica habitual recogida en el Código Civil legar una tercera parte de la propiedad o su equivalente en dinero a aquellos hermanos que no reciben la parte sustancial de la herencia. En muchos casos, eran compensados con parcelas más lejanas o que menos posibilidades agrológicas presentaban, normalmente correspondiéndose con pequeña extensiones de monte y, así, la heredad se mantenía en su integridad (DIARIO VASCO, 13/06/1999).

[14] Según nos señala el guarda forestal que gestiona el término de Oiartzun, aproximadamente el 90% de las repoblaciones realizadas se acogen al Plan de Ayudas diseñado por la Diputación Foral de Gipuzkoa. Podemos señalar, por tanto, que los datos recogidos son un reflejo de la situación que el sector forestal presenta en este municipio.

[15] Incluso éstas tienen una actividad marginal, situación que se repite en otras comarcas guipuzcoanas. En este sentido, en un estudio realizado por la Caja Laboral (1977) ya se señalaba que la especialización forestal se concentraba en aquellos caseríos con superficies inferiores a 1 Ha., mientras en el resto apenas había especialización.

[16] PROST, en referencia a la agricultura en los espacios periurbanos, llega a esta conclusión, señalando que si muchos terrenos mantienen su uso agrícola es más por especulación que por su propio valor económico (1994, p. 148). ORTEGA VALCARCEL analiza distintos ejemplos de zonas agrícolas periurbanas observando en todas ellas el efecto alcista que provoca en los precios del suelo este tipo de agricultura, a menudo ni siquiera realizada por los propietarios de los terrenos (1988, p. 94).

[17] A pesar de que tiene un número sensiblemente inferior al de otras comarcas guipuzcoanas, supera ampliamente el número de socios de otras entidades profesionales como GIFE  en vacuno frisón o GILBE en  horticultura.

[18] Para algunos responsables del sector forestal, como es el caso de SIERRA-SESUMAGA, Diputado de Agricultura de Bizkaia, "Es un milagro que todavía exista gente dispuesta a invertir a 35 años vista. Este hecho, inexplicable desde cualquier lógica empresarial, hace que hoy en día los vizcainos podamos disfrutar de un 60% de nuestra superficie cubierta de árboles" (EUSKADI FORESTAL, nº 56, 1999, p. 4).

[19] Si comparamos la superficie arbolada privada recogida en el Inventario Forestal de 1996 y el número de explotaciones con tierras que según el censo agrario de 1999 tenía la comarca en estudio con la del Alto Deba, de superficie similar, observamos que allí cada explotación privada cuenta con 9,5 Ha. de espacio arbolado de media mientras en la nuestra ésta era de 2,5 Ha.

[20] El "Plan Forestal Vasco 1994-2030" apunta una superficie media por plantación de coníferas de 9,2 Ha. para Gipuzkoa. En el caso de superficies privadas ésta se reduce sensiblemente, descendiendo a 6,9 Ha. (1994, pp. 61-62). Los datos aportados se alejan mucho de los observados en nuestra comarca, donde las únicas explotaciones forestales de un mínimo de entidad existentes se corresponden con aquellas gestionadas por la D.F.G. en montes de utilidad pública.

 

[21] La Diputación Foral de Gipuzkoa a la hora de aportar ayudas correspondientes a las I.C.M. señala para cada explotación agraria un coeficiente. En su cálculo intervienen determinados elementos y uno de ellos es el grado de pendiente media que presenta cada municipio. En función de éste, los clasifican en cuatro grupos, de menos a más pendiente. Doce de los trece municipios de nuestra comarca en estudio están en el primer grupo, en el que menor condicionante supone el medio físico. Tan sólo Andoain tendría un mayor grado.

[22] La mayor pérdida de suelo en los espacios agrícolas periurbanos así como las razones que lo provocan es analizada en multitud de investigaciones que estudian estas áreas. Entre otros ver ARNALTE y ROMERO (1988, p. 240), COURTOT (1989, p. 143), DELIOS (1991, p. 29), ILBERY (1992, p. 31), BONTRON (1994, p. 18).