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III HIDROGRAFÍA
Ríos
La Provincia de Guipúzcoa en toda su extensión, vierte sus aguas, en el
Cantábrico (2): El curso de sus ríos es
corto, porque la cordillera Pirenaica, en cuya vertiente septentrional tienen su
nacimiento todos ellos, está muy poco distante del mar. El mismo río Bidasoa,
que viene de Navarra, no recibe más que las aguas que caen á la parte N., del
puerto de Velate. Las que caen al S. van al Ulzama, tributario del Arga, que,
unido con el Aragón, desagua en el Ebro. Esas aguas, por tanto, pertenecen á la
cuenca del Mediterráneo.
Los ríos principales de Guipúzcoa, de E. á O.,son eI Bidasoa, el Oyarzun, el
Urumea, el Oria, el Urola y el Deva.
El río Bidasoa (3) nace en los montes Alduides, y cruza el valle
del Baztán en Navarra. Al llegar á Endarlaza comienza á bañar territorios guipuzcoanos,
y desde Chapitelako-arria, poco distante de allí, á servir de límite divisorio
entre España y Francia. Por su margen izquierda recibe el Bidasoa las aguas de
Endara-erreka, que proceden de la vertiente oriental de la Peña de Aya y de las
montañas que con ella se enlazan y de ella se derivan. El valle
por donde se desliza el río Bidasoa, desde que entra en Guipúzcoa hasta que llega á
Behobia, es de lo más angosto y cerrado. Solo á la orilla izquierda del río
se han formado, con los aluviones, algunas tierras de cultivo, cuya extensión
no es muy grande, ni siquiera donde es menos reducida, como por ejemplo, en
Lastaola. Desde Behobia se dilata considerablemente la vega por donde ,el
río se desliza, el cual, antes de bañarlos muros de Fuenterrabía, recibe por su
margen izquierda afluentes de poca consideración: el formado con las aguas que
proceden de la peña de Aldabe ó Alto de San Marcial, y que desciende por el
valle de Artiga, el de Meakar y el arroyo de Urdanibia, /24/ que pasa cerca de la
casa solariega del mismo nombre, y que se forma con las
aguas procedentes de la vertiente meridional del monte Jaizkibel, y con las que
descienden en dirección al NE., desde el collado de Gainchurizketa. La vega que
forma el Bidasoa, desde Irún á Fuenterrabía, es la más extensa de Guipúzcoa.
El río es navegable, para embarcaciones de poco calado, hasta cerca de
Chapitelako-arria, donde el Bidasoa deja de ser la línea divisoria entre España
y Francia, según se ha dicho en su lugar: y es muy posible que la circunstancia de llegar próximamente á dicho punto las mareas, fuera la
razón que
impulsó a señalar este lugar como límite de ambas naciones; en aquellos
tiempos en que Navarra era reino independiente y Fuenterrabía defendía con
firmeza su opinión de que pertenecía á la jurisdicción de España, hasta donde
alcanzaban las mareas más altas.
Estas, ordinariamente, llegan hasta el paraje llamado Alunda, y cuando son
vivas, hasta el par de las casas de Lastaola e Iztokieta, situadas en las
orillas española y francesa, respectivamente. De tarde en tarde, con mareas
extraordinarias, sube el agua del mar hasta Lamiarriaga, que está un kilómetro
más arriba de Lastaola y tres kilómetros aguas abajo de Endarlaza y
Chapitelako-arria, poco distantes entre sí.

Río Bidasoa. Vado
de Puntha
El recorrido total del río Bidasoa en Guipúzcoa, desde Endarlaza hasta su
desembocadura en el mar, es próximamente de 13,5 kilómetros.
/25/ Las incidencias á que ha dado lugar la posesión y el dominio de este río,
ofrecerían materia para un copioso libro no desprovisto de interés, El
carácter de esta obra no es propio para ahondar éste asunto, pero sí trazaremos las
líneas generales de los hechos más culminantes relacionados con
estas aguas, para que el lector se forme idea de las diferencias que se halla
suscitado en el transcurso de varios siglos entre las dos naciones á quienes
sirven de límite, y conozca las razones en que aquellas se apoyaban para fundamentar
sus pretensiones.

Río Bidasoa al Pie
de Biriatu
Guiena, conocida en tiempos remotos con el nombre dé Aquitania, era la región
contigua al mar Atlántico, comprendida entre et río Garona y los montes
Pirineos. Domináronla, sucesivamente, los Romanos, Godos, Francos y Duques
propios independientes.
Juan Sin Tierra, después de su advenimiento al trono de Inglaterra,
ocurrido el año de 1199, se apoderó del Ducado de Guiena y el Rey de Francia
le declaró la guerra por no haber obtenido, como señor feudal, la investidura del mismo; en su consecuencia,
fue expulsado del territorio francés y se
retiró á Inglaterra en 1204.
Don Alfonso VIII de Castilla, casado con doña Leonor, hija de Enrique II de Inglaterra, entró en el año ya citado de 1204, con tropas en Guiena por la
parte de Guipúzcoa, á causa, sin duda, de las hostilidades entre Juan Sin Tierra
y el Monarca francés, y se apoderó de varios pueblos. El año Siguiente
de 1205, entró de nuevo en Francia el Rey de Castilla y contendió /26/ con Juan I de Inglaterra. Después de esta conquista, don Alfonso conservó, á
no dudarlo, durante sus días, la posesión del referido Ducado. Por tanto; como
ya en 1200 había logrado que se uniese el territorio guipuzcoano á sus dominios,
el Rey de Castilla venía á ser señor de ambas márgenes del Bidasoa. En la
carta-puebla que el citado Monarca dió á Fuenterrabía en 1203, declaró que los
términos de este Municipio se extenderían desde el río de Oyarzun hasta el de
Bidasoa; que el original latino denomina de Fuenterrabía: Dono etiam vobis
et concedo istos terminos subscriptos: videlicet de ribo de Oyarzun usque ad
ribum de Fonterrabía.
Suponiendo que á la sazón no fuera de Guipúzcoa la totalidad del río y
teniendo presentes los derechos adquiridos por don Alfonso al casarse con doña
Leonor, que trajo en dote el Ducado de Gascuña, ocurre preguntar lo
siguiente: ¿podía don Alfonso en aquel tiempo conceder á Fuenterrabía el derecho
al dominio de todo el Bidasoa? Dado que estuviera en su mano el hacerlo, los
términos en que está concebida la carta-puebla ¿autorizan á creer que fuera ese
su pensamiento?
He aquí dos puntos que deben tenerse presentes para fallar con acierto en las
contiendas sostenidas durante varios siglos-entre los habitantes de las dos
orillas del Bidasoa y que han dado lugar tantas veces á que se enrojecieran sus
aguas con sangre de uno y otro campo.
La historia se ha encargado de ir interpretando esta cláusula, según la
fuerza ó el poder de que disponían las partes contendientes, como se verá por los
sucesos que vamos á relatar sumariamente. .
El Príncipe D. Gastón, Conde de Foix, capitán general del Rey D. Carlos VII de Frapcia,
entró con 6.000 combatientes en Labort el 27 de. Mayo de
1450 y conquistó la Guiena, arrojando en 1451 á los ingleses que dominaron por
espacio de 300 años esta parte del territorio francés, según se deja indicado.
Sin que entremos ahora á puntualizar si en tiempos anteriores hubo población ó no en la orilla francesa de la ría, creemos que mientras duró
la dominación inglesa en la Guiena, la citada margen estuvo completamente despoblada, y poblada, en cambio, la orilla izquierda. Nos fundamos para ello en
que, prescindiendo de tiempos más lejanos, Ondarribia se halla citada en la
carta-puebla que el Rey D, Sancho el Sabio de Navarra otorgó á San Sebastián en 1180. Veinte y tres años más tarde, ó sea en el de 1203, se expidió por Alfonso VIII de Castilla la carta-puebla
de Fuenterrabía, y en 1290 el escudo del Municipio, según una copia que hemos logrado del archivo nacional
de París, ostentaba un castillo y una lancha con cuatro marineros que arponean una
ballena, lo cuales prueba de, que ya en época tan lejana era Fuenterrabía plaza fuerte con castillo, y de que sus habitantes se dedicaban á la pesca.
Por el contrario, en la zona que se extiende por la otra orilla del Bidasoa,
/27/ Martín, Señor de Urtubia, obtuvo del Rey de Inglaterra, por despacho dado en
Vestminster á 4 de Mayo de 1341 (4), autorización para construir en Urtubia, sobre el camino de España, un
castillo de piedra con murallas y fosos
«por que no existía otro á tres leguas de aquel lugar, y á fin de proteger esta parte de la frontera contra tos ataques del enemigo».
Es decir, que en toda aquella comarca no había á la sazón otro castillo más
que el de Bayona, que existía indudablemente desde fecha anterior.
Se sabe igualmente que todavía en 1448, no había en Hendaya más que dos
casas, que eran las de Iturriaga y Echeverri, según aparece en las declaraciones prestadas por dos testigos franceses en un expediente que obra en el
archivo de Fuenterrabía.

Paso de Santiago en
el río Bidasoa. Clisé de la G. G. del P. V. N.
En estas condiciones, y hallándose Fuenterrabía habitada por gente marinera,
y despoblada la otra orilla, no cabe duda de que los ondarribienses serían los
únicos que disfrutarían de los beneficios de la ría, y de que lo harían sin
contradicción ninguna.
Cuando ya los ingleses fueron arrojados de la Guiena, Francia, al entrar en
posesión de territorios que por espacio de siglos estuvieron en otras manos,
quiso poseerlos hasta sus límites extremos,'y desde entonces arranca la
aspiración de los franceses á que el lími1;é Sé fijase en la mitad de la corriente, y la oposición
tenaz de los vecinos de Fuenterrabía, que se consideraban /28/ dueños del Bidasoa hasta donde alcanzaban las mayores mareas, así en
la concha como en la ría.
Este, anhelo de los franceses no tardó en manifestarse al exterior. Siendo
alcalde de Fuenterrabía D. Miguel Ruiz de Montaot, vino un capitán como
emisario de parte de Francia, y pidió una entrevista a los ondarribienses
con objeto de tratar de este asunto. El mencionado alcalde y otros cinco
hombres honrados de la villa, fueron los que, en representación de esta, acudieron
a San Juan de Luz para verse con el citado capitán y los dueños
de Urtubia, que eran los señores de toda aquella tierra. Expusieron éstos que
querían tener parte en el puerto, mar y ría; á lo cual contestaron Moritaot y
sus compañeros: «que nunca Dios tal quisiese, porque era de la Corona Real de
Castilla, dende ab initio mundi acá todo el dicho puerto, mar, concha,
figuer (5) y ría, todo cuanto en creciente la dicha mar alcanzaba y el agua del
Bidasoa mojaba y portal era tenido y reputado y conocido comúnmente en todo él
tiempo que los ingleses poseyeron la tierra de Labort, y que de ninguna manera dieran lugar ii ello, aunque perdieran mil vidas si las
tuvieran».
No se aquietaron con esto los franceses, sino que, viéndose victoriosos de
tos ingleses, y con gente armada en la frontera yen estado de guerra, quisieron
llevar adelante su empeño, y obtener por la fuerza lo que no se había
querido concederles de grado. Con este motivo estallaron grandes luchas y
contiendas, con muerte de más de 200 hombres de una y otra parte, ó sea de los de Fuenterrabía y de los de Urtubia,
Por aquellos días, el 7 de Marzo de 1457, estuvo en Fuenterrabía el Rey D.
Enrique IV de Castilla, y es de suponer que se le indicaría cual era la causa
de las desavenencias que existían entre los súbditos suyos de esta parte y los
franceses.
No hay duda de que estos últimos se encontraban en situación desventajosa
con respeto á los de Fuenterrabía, puesto que los ondarribienses podían
guarecerse en una plaza fuerte, mientras ellos se hallaban a campo raso,
aunque tenían el castillo de Urtubia á la espalda. Para remediar esas
desventajas, al amparo de los soldados que les dejó el Rey en la frontera,
empezaron á construir un castillo en Hendaya, en sitio á donde llegaban las
grandes mareas .
Como era consiguiente, comprendiendo los de Fuenterrabía el daño que esa
fortaleza les podía causar, opusieron la mayor resistencia a la construcción
de la misma, pero no por eso cejaron los franceses en su empeño, sino que
proseguían la obra, protegidos por los soldados de su Rey. En su vista, los ondarribienses acudieron á su Monarca, y
éste, con fecha 28 de Septiembre de
1458, despachó una Real Provisión, fechada en Uveda a 28 de Septiembre de
1458, en que manifestaba a la Provincia de Guipúzcoa que había /29/ requerido al Rey de Francia y á su Alcalde de Bayona cesasen en la
aora «sepades, decía, que yo soy informado que non embargante que yo por mis cartas
envié rogar e requerir al muy alto e esclarecido Príncipe Rey de Francia mi muy
caro e muy amado primo hermano e aliado, e al su Maire de Bayona que cesasen
de facer la torre e edificio que tenía comenzada en la ribera del río que es
cerca de la dicha villa de Fuenterrabía, por cuanto era comenzado e fecho en
perjuicio mío por la dicha ribera e río ser de mi señorío, e pertenecer á mi e
á la mi Corona Real que ahora de poco acá a escuso por su mandado han fecho e
acabado la dicha torre e han puesto gente en ella de la cual han fecho e cada día facen
mal y daño á la dicha villa de Fuenterrabía, etc.», y añade que en adelante los de la tierra de Urtubia no puedan
entrar en Guipúzcoa sin licencia del alcalde del lugar más cercano, y que si se
introducían sin llenar este requisito, fueran muertos por cualquiera que los
hallare.

Embarcadero de
Santiago, en la orilla de Irún. ( Clisé dela G. G.del P. V. N.
Un lenguaje tan explícito de parte de nuestro Monarca con el francés,
demuestra, como dice mur bien Gorosabel (6), cuando menos, la persuasión en
que se estaba acerca, del Señorío que tenía España en todo el terreno que
cubrían las mareas en sus mayores crecientes.
/30/ En virtud de la disposición precedente, D. Juan Hurtado de Mendoza,
prestamero mayor de Vizcaya y corregidor de Guipúzcoa, cumplió el mandato del Rey
haciendo pregonar por plazas y mercados la citada carta real y dió á
entender á los franceses, á los pocos días, cuan mala porfía habían emprendido, porque juntando hasta mil
guipuzcoanos y poniéndolos en la torre
llamada Guardia-gaña, cerca de lrún, y en otros lugares que le parecieron á
propósito para e] caso, descalabró de tal manera á ]os primeros agresores que se vieron obligados ellos y los demás á procurar la paz. Poco
después se reunieron Comisarios de las dos partes y acordaron unánimes que todo
cuanto el río y brazo de mar alcanzaban á cubrir desde Endarlaza-al Higuer, era
del Rey de Castilla. La sentencia dictada en aquella ocasión, y escrita en
lengua gascona, desapareció en el incendio de Fuenterrabía de 1498, si hemos de dar crédito á las referencias de este hecho que
se encuentran en el archivo municipal de aquella ciudad.
No por eso cesaron las hostilidades de los habitantes de ambas orillas del
Bidasoa, y donde se encontraban un francés y un español de esta parte de
la frontera, se suscitaba fácilmente la cuestión.
Así sucedió el año 1509 con el siguiente hecho que vamos á relatar.
Un clérigo de Hendaya llamado Echeberri, traía, comprado en Castilla, un caballo, que le
quitaron al pasar por Navarra. A los pocos días el citado clérigo, en unión de varios parientes, apresó á su vez
una gabarra con 20
fardos de lana, que bajaba por Navarra á Fuenterrabía. Los vecinos de esta población, alborotados
con este hecho, pidieron que se devolvieran los
fardos á sus dueños respectivos, y como no fué atendida su petición, cometieron varias represalias, que fueron contestadas
con otras por los franceses.
Adquirió el asunto grandes proporciones, y menudeaban las contiendas y los apresamientos, porque se buscaban los unos á los otros para causarse todo el daño posible. Los de Fuenterrabía bajarán la artillería al puntal
y comenzaron á disparar contra la torre y casas de Hendaya, no sin que respondiesen
los franceses con las piezas que habían traído al efecto.
Los reyes de España y Francia nombraron Comisarios encargados de dirimir
estas cuestiones. Las resolvieron los Comisarios designados, después de
laboriosas negociaciones, y la sentencia que dictaron fué aprobada por ambos
Monarcas en Julio y Agosto de 1510. En esa sentencia, se especificaban los
derechos que se concedían á cada una de las partes en litigio, y al autorizar á
los de Hendaya para tener puerto, para pasar y andar con gabarras, tirolas y
otras naves, se declaraba que podrían hacerlo en embarcaciones sin quilla. No cayeron, por de
pronto, los interesados, en la cuenta de lo que eso significaba, creyendo que quería decir sin timón, lo cual
no importaba mucho para andar por la ría, pero al comprender que esa limitación les, obligaba á usar embarcaciones chatas ó planas, recurrieron al Rey de España por medio del
Embajador que éste tenía en París. Su gestión no obtuvo éxito ninguno, /31/ pues advertido el
Monarca de lo que pretendían los franceses, no
tuvo por conveniente acceder á ello.
No es posible, sin que este trabajo adquiera proporciones exageradas, dar
cuenta de los fundamentos en que descansan las manifestaciones de los
numerosos testigos que declaran en la información que se abrió por los Comisarios, y menos todavía reseñar la multitud de veces que se repitieron estas
contiendas con motivo de la jurisdicción y dominio del río Bidasoa.
Consignaremos, sin embargo, para que nuestros lectores puedan encauzar
sus opiniones : 1º que Fuenterrabía, y no otro pueblo alguno, cobraba en la
Lonja situada en la ría, los derechos de todas las mercaderías que entraban y
salían en el puerto; 2º, que los vecinos de Fuenterrabía ponían los lemanes y
valizaje en el puerto y entrada de la ría; 3º, que desde tiempo
inmemorial, tenía Fuenterrabía la nasa pesquera que atravesaba de parte á
parte la ría, descasando en la orilla de Francia; 4º que la justicia
ordinaria de Guipúzcoa era la que entendía en los delitos que se cometían en la ría; 5º,
que la misma Provincia tenía el monopolio de las barcas de Behobia para el paso
de gentes; y 6º, que la entrevista de los Reyes Enrique IV de Castilla y
Luís XI de Francia, en 1463, se celebró en la orilla derecha, como terreno
neutral.
A pesar de estas y otras pruebas que parecían favorecer el derecho de España; se vino
a establecer, después de multitud de incidentes ocurridos en el
transcurso de los siglos, que; la línea divisoria de las dos naciones era el
centro de la ría. (7)Así se declaró. en el tratado de límites que los
representantes /32/ de las coronas española y francesa, firmaron en Bayona á 2 de Diciembte de
1856 y fué ratificado más tarde, cangeándose las ratificaciones respectivas en
París el 12 de Agosto de 1857.
Se abonaron 72.900 reales, ó sea 19.184 francos con 21 céntimos, á Fuenterrabía, en concepto de indemnización de las nasas
salmoneras,
cuya cantidad
representaba una suma que al interés anual de 5% equivaliese al capital del
precio medio que dicho Ayuntamiento había percibido durante los últimos diez
años por el arrendamiento de la nasa, y sin más ventajas se cedió un derecho que
tenaz y valientemente defendieron para España durante ocho siglos y medio los
hijos de esta frontera de Guipúzcoa, á costa de grandes
sacrificios de haciendas y de vidas.

Puente internacional
de la carretera de Madrid á Francia, en Behobia. Clisé de la G. G. del P. V ,. N
.
Canalización del río Bidasoa
El comercio de lanas de Navarra y Aragón
en el siglo XVI para los Estados de Francia, Italia, Holanda y Flandes,
adquirió gran importancia, y tenía su natural salida, no solo por el puerto de
San Sebastián, sino también por el de Fuenterrabía. Para ello se
transportaba el citado género por el Bidasoa en embarcaciones de poco calado, y
se cargaba en el puerto de Fuenterrabía en barcos de mayor porte para remitirlo
á su destino por mar. Se tendrá una idea de lo que este tráfico significaba
para Fuenterrabía, si anotamos que en la Lonja de la entonces villa se
descargaron desde el 24 de Junio de 1534, hasta igual día del año siguiente,
3.580 sacas de lana, cuyos derechos, á razón de 7 blancas de mala moneda por
cada saca, importaron 1.044 y media tarjas ó chanfones. Desde igual día de 1535
/33/ hasta el 18 de Diciembre de 1538, se depositaron en dicha lonja 8.050
sacas de lana de la misma procedencia.
Y con ser este comercio tan importante por sí solo, no era el único que
mereciera ser tomado en cuenta, sino que traía consigo, para los pueblos del
tránsito, otras ventajas muy considerables, por utilizar los traficantes las
mismas vías para el retorno del pescado y otras mercaderías, que no dejaban
de rendir grandes provechos. .
Así se comprende que Tolosa, San Sebastián y Guetaria, estuvieran interesados en que no se abrieran más vías de comunicación entre Navarra y
Guipúzcoa, que la que existía por Tolosa, para que el comercio de los reinos
citados afluyera por dicho camino á los dos puertos de mar mencionados, y se
comprende también que Rentería quisiera abrir un camino desde Goizueta á dicha
villa, para atraer á su puerto una parte de aquel tráfico.
Fuenterrabía, á su vez, quiso dar mayores facilidades para fomentar el
movimiento de su puerto, procurando que dicho comercio se estableciera en mayor
escala por la cuenca del Bidasoa, y pensó en hacer navegable dicho río. A este
efecto, reunido el Ayuntamiento en Agosto y Septiembre de 1531; estudió el caso,
y acordó ponerse en inteligencia con las cinco villas de Navarra y otros lugares
y personas particulares de dicho Reino, para abrir el río Bidasoa hasta San
Esteban de Lerín.
Aceptado el pensamiento por los pueblos interesados del Reino vecino, acudió
Fuenterrabía en 1534 á los Tres Estados de Navarra, y escribió al mismo tiempo
al Virrey, al Obispo, al Marqués de Falces y Prior de Roncesvalles, para que se
interesaran en el asunto, consiguiendo el resultado satisfactorio que indica la
contestación dejos citados Tres Estados, que copiamos á continuación: «Muy
nobles Señores. Recebimos la carta que nos embiasteys con martín de alcayaga
sobre el abrir del río de bidassoa y oydo en todo lo que de vuestras partes
referió, hemos acordado de ayudaros en esa obra que segund nos certificays á
todos estará bien y se ha consignado cantidad para ello y señaladas personas que
entiendan en tomar la seguridad y asienten el concierto y condiciones y para
todo lo demás que conviene como largamente os informará de la que se ha
hecho dicho martín de alcayaga á cuya referencia :nos remitimos e asi en
esto como en todo lo que á essa villa tocare sed ciertos Señores que nos
emplearemos con buena voluntad y obrar como por naturales de este Reyno que os
tenemos. Nuestro Señor goarde vuestras muy nobles personas. Hecha en pamplona á
xx de marzo de 1535 años. »
Como consecuencia del citado acuerdo, puso Navarra mil, ducados de oro en
depósito, para acudir con ellos al que se hiciera cargo de las obras en las
condiciones pactadas y se procedió con la mayor actividad y buen deseo de parte
de todos, á buscar maestros inteligentes que quisieran hacerse cargo de la
ejecución del proyecto, poniendo el mes de Junio á remate las obras por dos
veces sin que se presentase postor alguno.
/34/ Mientras tanto San Sebastián y Tolosa, apenas supieron los designios de
Fuenterrabía y se dieron cuenta que los perjuicios que les podían sobrevenir si
se encauzaba por el Bidasoa el tráfico de Navarra y Aragón, presentaron la
competente denuncia ante el Corregidor de Guipúzcoa y mandaron emisarios á la Corte para predisponer los ánimos á su favor ,alcanzando del primero
mandamiento favorable, contra el cual interpusieron recurso de alzada los de
Fuenterrabía en Valladolid y en el Consejo Real, al mismo tiempo que mandaban
representantes suyos á la Corte, que trabajasen el asunto en las altas esferas,
anulando las gestiones practicadas por los comisionados de 1os dos pueblos rivales ,

El rio Bidasoa
entre Hendaya y Fuenterrabía
Aprovechando la sequía del mes de Julio, vino el Virrey de Navarra, Marqués
de Cainete, á hacer vista ocular del río, y acompañado de las autoridades y varios
señores de Fuepterrabía y demás pueblos interesados, estudiaron sobre el terreno las obras que
convendría ejecutar para que las barcas
pudieran subir hasta San Esteban de Lerín. Como consecuencia de esta visita
se hizo venir inmediatamente de Gallur (Zaragoza) al maestre Gil y de Pamplona á
Diego de Cruzat, quienes después de recorrer el río en la parte que había de
ser objeto de mejora, y visitar las obras de San Sebastián, conforme á las
instrucciones que recibieran del Virrey , regresaron á Pamplona á dar su
descargo á la citada autoridad, acompañados de varios distinguidos señores de
Fuenterrabía y pueblos interesados de Navarra, que así demostraban el interés
que en el proyecto tenían al querer oir personalmente el informe de los
técnicos. Señalan éstos las obras que á juicio suyo habían de ejecutarse, dirigidas por un maestre, y la necesidad de que se aprontase
las cantidades precisas para cubrir los gastos que se ocasionaran, y se acude
infructuosamente en demanda de su ayuda á los maestres Lope de lsturiz y Miguel
de Santisteban, que no quisieron hacerse cargo de los trabajos de apertura
/35/ del río. Por fin escribe el Virrey, que el maestre Juan Sanz de Peñafiel
se compromete á ejecutar las obras conforme á la traza del Maestre Gil, dándole dos mil ducados de oro por tercios plazos, y conformándose el
Ayuntamiento de Fuenterrabía con esta proposición, manda á Pamplona al Alcalde y
Vicario á negociar el asunto con la citada autoridad militar, quienes llevan en
prenda, á falta de metálico con que responder de la obra, el pie de la cruz de
plata que hizo y labró el platero Miguel Martínez de Olaberría, de peso de
23 libras de á 16 onzas, ó sea más de once kilógramos.
Se practicaron en el río algunos trabajos durante el verano de 1536, sin
que se prosiguieran en los años sucesivos, dando lugar con la falta de cumplimiento de las condiciones pactadas, á que Fuenterrabía reclamase insistentemente la devolución del pie de cruz que dejó empeñado en poder del
Virrey
de Návarra y á que se viera obligada ante la inutilidad de las peticiones
amistosas que venía haciendo, á reclamarlo por medio de los tribunales,
consiguiendo por fin el año 1547, que el Consejo Real de Navarra, dispusiera
su devolución á la villa guipuzcoana, á condición de que lo presentase de
nuevo, cada vez que les fuera pedido.
Sin duda alguna son de este tiempo los pasos abiertos en peña, que se ven en
el Bidasoa, algo más arriba de Endarlaza, y que los naturales conocen con el
nombre de erregue bidea, que significa «camino del Rey», por creer acaso
que estos trabajos se hicieron con fondos del Estado.
Así quedó por entonces el encauzamiento proyectado del río Bidasoa, entre el
paraje llamado Montoya y San Esteban de Lerín, y tuvo que proseguir el arrastre
de los géneros que se conducían al puerto de Fuenterrabía, con las mismas
dificultades de antes, empleando el medio de transportarlos en embarcaciones
tiradas por bueyes en aquellos parajes del río donde había poco fondo, y en los
pozos profundos, donde no podían caminar los bueyes, metiendo á éstos en las
gabarras y haciéndolas navegar á remo ó guiándolas por medio de unos palos
largos que apoyaban en el fondo del río, sistema de navegar conocido por los
naturales con el nombre de Ondozka; estos medios de arrastre se han
empleado en aquella parte del río para el transporte de materiales, hasta que,
en nuestros días, se ha construido el ferrocarril minero que ahora se utiliza
para dicho objeto con preferencia á la vía pluvial [sic].
Se ve, sin embargo, que Fuentetrabía no desistió de proseguir los trabajos
-comenzados hacía tantos años, porque en Julio de 1569 aparece que traen de
Tolosa al Doctor Juárez de Toledo para consultarle sobre el particular, aunque
no consta que tuviera su venida ningún resultado práctico.
No tuvo mejor éxito el memorial que en Septiembre de 1597 elevó Fuenterrabía á S. M., diciendo que los mercaderes de Navarra y Aragón, un año con otro, pasaban
más de 5.000 sacas de lana y aniño por Vera a Bayona, San
Juan de Luz y Zubiburu, donde los tenían depositados en alhóndigas y lonjas
hasta que se vendían, y entre otras razones que alegaba la entonces /36/ villa para pedir su protección á S. M., con
el fin de que aquellas mercancías
se encaminaran á su puerto, ponía de manifiesto el peligro de que el enemigo
utilizase aquéllos géneros, en caso de guerra, en hacer trincheras y otras
obras, en defensa propia y con daño de la nación española, en lugar de
que pudiera dárseles el mismo importante destino favorable á nuestras armas en
esta plaza, si se les obligaba á los traficantes á conducirlos á este puerto,
Ya se vé por el espíritu de este escrito, que Fuenterrabía apelaba á todo
género de recursos para conseguir el fin anhelado, y aludía á los casos de
guerra, tan frecuentes entonces en esta frontera, por estimar que esta nota
patriótica podría acaso inclinar los ánimos á su favor en las altas esferas, mejor que otro género de argumentos de orden económico.
El gran triunfo alcanzado por las armas españolas en Septiembre de 1638, al
derrotar junto á los muros de Fuenterrabía á las tropas del Príncipe de Condé,
puso á los habitantes de esta plaza en situación ventajosa para solicitar
nuevas gracias del Monarca, y entre las mercedes pedidas con dicho motivo, no se
olvidaron de incluir, en Febrero del año siguiente, la protección Real, para
que afluyera á este puerto el comercio de Navarra y Aragón. Al mismo tiempo
comenzaron de nuevo las negociaciones con Navarra, las cuales adquirieron
forma el año 1644, en un escrito que presentó la ciudad á las Cortes de dicho Reino, con fecha 11 de Marzo, y en explicaciones que
verbalmente dieron los
comisionados que fueron á Pamplona,
Se pedía en dicho documento: 1º Que se hiciera la unión entre Navarra y
Fuenterrabía para el trato y comercio, como si este puerto perteneciera á dicho
Reino, y que los artículos objeto del tráfico no pagasen derechos. 2º Que de
este modo adquiriría gran aumento esta ciudad y podría defenderse mejor y con menos guarnición contra el enemigo y con menos gastos para la Real hacienda, con la ventaja de que se vería
la plaza mejor
surtida de bastimentos, porque la concurrencia de navíos aumentaría )a
existencia de ceveras, y podrían traerse por e¡ Bidasoa materiales para la
construcción de bajeles, a¡ mismo tiempo que se despoblarían San Juan de Luz y Ziburu
al decaer el comercio de aquellos puertos. 3º Que las ventajas de este trato,
que subsistió hasta el año 1519; en que la guerra ahuyentó el comercio de esta frontera, se vieron palpablemente en aquel tiempo en que el número de vecinos capaces de tomar armas llegaba, en Fuenterrabía, á 1.200,
mientras que en 1644 no llegaban á 300. 4º Que por la economía en el acarreo de los géneros y por otras razones, entre las cuales puede contarse la de que
los naturales de Navarra y Aragón podrían hacer el comercio por sí, sin necesidad de
intermediarios, tendrían aquellos Reinos grandes ventajas en acudir á este
puerto y no á otros del extranjero. 5º Que no se perjudica á la Real hacienda,
con no cobrar ningunos derechos de géneros que entran en Navarra, puesto que
actualmente, por no haber comercio, no se recauda nada, y que lo que cobraba
Navarra al salir las lanas de dicho Reino y entrar en Francia, se podía pagar
/37/ en lo sucesivo en Fuenterrabía. 6º Que se navega este río en gabarras desde
la lonja de Fuenterrabía hasta el puerto de Montoya, que es de la jurisdicción
de Narrara, término de la villa de Vera y el que divide la jurisdicción de
Fuenterrabía, y que podría hacerse navegable hasta Vera, ya que resultaría muy
costoso abrirlo hasta Santesteban, como anteriormente se pretendió. 7º Que
tiene Fuenterrabía carta del Rey, en que le manda que proponga aquellos medios
que mejor pueden conducirle á su grandeza, y que ninguno halla tan importante
como este de la introducción del comercio de los dos citados Reinos en su
puerto, siendo de esperar que el tal proyecto no encontraría ningún obstáculo
en fa Corte si fuera apoyado por Navarra.
Después de consultar el caso con las personas interesadas en este negocio,
se trató el asunto en las Cortes de Navarra con el detenimiento que su mucha
importancia requería, y con fecha dos de Abril dieron respuesta cumplida á la
proposición de Fuenterrabía, haciendo una serie de objeciones á los extremos que
abarcaba el escrito de la ciudad guipuzcoana.
En primer lugar, objetaban que la hacienda de Navarra se vería perjudicada
sino pagaban derechos á la entrada en el Reino los géneros procedentes de
Fuenterrabía, porque al afluir el comercio á este puerto, sufrirían gran
descenso los ingresos que se recaudaban en las tablas de Elizondo, Burguete y
Vera de los artículos .que se importaban de Francia. 2º Que aumentando en
Fuenterrabía el tráfico, se reunirían aquí los hombres de negocios de Navarra, y
los pleitos que ellos litigasen irían en alzada á la chancillería de Valladolid,
á donde correspondía Fuenterrabía, y era necesario prevenir el inconveniente que
resultaba de qué los naturales de Navarra tuviesen que acudir á tribunales
extraños. 3º Que los hombres de negocios de Navarra con quienes se había
consultado el caso, no consideraban buenas las condiciones del puerto de
Fuenterrabía. 4º Que si bien se decía por los representantes de Fuenterrabía que
el río Bidasoa era navegable para gabarras desde el puerto hasta el lugar de
Montoya, y que se puede prolongar su condición de tal hasta Vera, los mismos
hombres de negocios manifiestan las dificultades que para ellos existen,
alegando que las veces que el río sale de madre, no pueden subir las gabarras
hasta Montoya, ni tampoco cuando las aguas están bajas, porque en este caso es
fuerza arrastrarlas con bueyes. 5º Que la conducción á lomo era imposible,
porque había pasos tan peligrosos, que por ellos no podía pasar cabalgadura
cargada. 6º Que sería necesario que las lonjas de Fuenterrabía
estuvieran dentro de la plaza y no extramuros, para evitar un golpe de mano del
enemigo. 7º Que Navarra entiende que se quiere la unión, solamente para el
trato y comercio de mercaderías, sin distinción de Reinos, en cuanto á la
relevación .recíproca de derechos, sin que esto se extienda á los bastimientos
que de Navarra se pueden conducir á Fuenterrabía, ni tampoco en cuanto á
alterar ni levantar la veda de algunos, según las leyes del Reino, y
entendiéndolo así, se hacen cargo de las dificultades precedentemente /38/
señaladas, que las Cortes hacen presente para que Fuenterrabía las
conteste, á fin de tratar de nuevo el asunto por los tres Estados del Reino de
Navarra, juntos en Cortes.
Bien podían haber añadido á estos inconvenientes, uno más de capital
importancia, que no hemos visto citado en ninguna de las réplicas formuladas
en este asunto, y que, sin embargo, no era para desatendido, y es la poca
seguridad que ofrecía el tráfico por una ría en que una de sus orillas estaba
habitada por nación extraña, siempre en guerra con la nuestra; interesada
además grandemente en estorbar este comercio para que fuera á otros puertos
de su pertenencia. Buena prueba de ello es él caso que hemos relatado, ocurrido
en 1509, en que una pequeñez bastó para que la parentela de Echeberri
desbaratase todo el tráfico del Bidasoa.
Fuenterrabía, para afianzar más su pretensión, alegaba que confinaba
directamente con Navarra, sin que otro pueblo alguno se interpusiera en el
trayecto, puesto que la, Universidad de lrún, que se hallaba en el camino, pertenecía á su jurisdicción, pero prescindía de añadir que esto
sucedía en una de
las orillas de la ría, porque en la derecha bien se comprende que habla muchos
elementos interesados en poner trabas al pasó de las embarcaciones dedicadas al
tráfico; que hubieran dado al traste sin grandes esfuerzos con todas las
combinaciones de Fuenterrabía, á pocas añagazas como la citada, que hubieran
esparcido la alarma entre los traficantes, haciéndoles huir en busca de caminos
más seguros .
!Malos tiempos eran aquellos en que á diario andaban á mosquetazos los
franceses con los vecinos de Fuenterrabía, acerca de la posesión del Bidasoa,
para que acudiera á este teatro de la guerra el comercio 'de dos regiones tan
importantes como las de Navarra y Aragón, teniendo otros sitios menos expuestos por donde dar salida á sus géneros!
No se pudieron, sin duda, allanar los inconvenientes que Navarra exponía en
su alegato, pues no hay noticias de que por entonces se hiciera nada positivo en
beneficio de los proyectos que sustentaba Fuenterrabía con persistencia reveladora del interés capital que este asunto entrañaba para el
bienestar de sus habitantes, pero no fué óbice este nuevo contratiempo para que
dicha ciudad insistiera en la realización de su empresa; por el contrario, en
1661, aprovechando la circunstancia de que con motivo del aumento de impuestos
había huido de la capital guipuzcoana el comercio de lanas á los puertos de
Francia, mandó Fuenterrabía representantes suyos á entrevistarse en el Convento
de Franciscanos de San Juan de Luz con los traficantes de dicha mercancía, sin
que tampoco esta vez aparezca que los negociantes quedasen convencidos de la
bondad de las condiciones de su puerto para el desarrollo del tráfico ansiado.
De nuevo al principiar el siglo XVIII, se
puso el asunto sobre el tapete, y las noticias que de esta etapa nos trasmiten los documentos que poseemos
/39/ son más circunstanciadas, porque además de confirmarnos la
cautela con que siempre obró Navarra en este asunto, nos proporcionan detalles
de la magnitud del proyecto, que hasta ahora no habíamos visto expresados,
aunque se adivinaban en parte.
En escrito presentado á las Cortes de Navarra por la comisión informante, se
dice que desde hace muchos años existe el proyecto de hacer navegable el Bidasoa
hasta Santesteban y abrir carretera desde este último punto hasta Pamplona, cuya
ejecución «hasta ahora ha embarazado el pensarse con más viveza un reparo
político y de Estado que era el de facilitarse con esta fábrica la entrada de
las armas francesas en los dominios de España y este Reino, y habiendo cesado
éste con la unión de buena: correspondencia de ambas coronas, parece solo resta
otro que es del coste que puede tener para .conseguirse, y siendo este negocio
de tan universal utilidad y hallándose v. S. lIma. junto en Cortes generales,
parecerá asunto muy propio del celo con que atiende á las conveniencias
públicas», etc.

Vista panorámica de Behobia y el puente
internacional de la carretera sobre el Bidasoa.
Las Cortes, en su vista, volvieron á ocuparse del proyecto, y para estudiarlo
bajo el doble aspecto del coste que pudiera tener la obra y ventajas que podría
reportar al comercio, se pasó el asunto á informe de un técnico y de una
comisión de negociantes.
El técnico D. Alfonso González, en su descargo, nos dá una idea aproximada
/40/ de la obra que era preciso realizar para conseguir los fines
apetecidos, Dice: «Que ha reconocido los caminos que hay desde esta ciudad (se
refiere á Pamplona), á Santesteban por dos partes, la una por la de los Berrios,
Eguaras, Arostegui, Lizaso, Alcos, términos de Uretaco-ataca, Vidagorrieta,
Larramear, regacho de Meaceta y Ezpeleta y ejecutándose en dichas partes, en lo
que denotan necesidad calzada para evitar pantanos y desusos del camino usual
por el puerto de Mendichiqui para la carretera, es preciso se ejecuten
diferentes beneficias, que costarán todos ellas para poner en práctica y
perfección 3.500 ducados (9.625 pesetas).
La carretera desde Pamplona por Villava, Arre, Sorauren, Osabide, Ostiz,
Olagüe, Lanz y travieso del monte de Odoloa, por el paraje llamado Arrozurieta
hasta la Venta de Odoloa, Golbaia, Ventachar, Gaztelu y dicha villa de
Santesteban, con los caminos nuevos que en algunos parajes se han de hacer,
rompimiento de peñas, consolidar los pantanos y reparar las calzadas
desempedradas con cascajos menudos y reparos de ensanchar los caminos en partes,
costará todo hasta 4.260 ducados (11.715 pesetas) y advierto que este camino de
Villava, aunque más largo, es más llano y de suelo más firme que el de los
Berrios y reconociendo así mismo el río Bidasoa desde Santesteban hasta la barra
de Fuenterrabía, con toda la diligencia y cuidado que le ha sido posible,
observando por lo que le han informado el caudal natural que lleva dicho río y
lleva cuando va más disminuido y le sobrevienen avenidas con duración de ellas,
ha hallado que se puede hacer navegable, considerando su situación y playas
dilatadas que en si comprende, que quiebra algunas corrientes y caídas de peña
viva, unas más precipitadas que otras y observadas todas ellas por sus alturas,
halla que se pueden remediar con 24 inclusas que en los parajes de las
corrientes se deberán ejecutar, que van explicadas con su sitio en el plano que
á V. S. llma. se presenta, en que se expresa la forma que han de tener las
inclusas y los cubos en que se han de recibir las barcas para que puedan subir y
bajar de unas inclusas en otras y informado así bien Io que ganan los maestros y
jornaleros en aquel país, valor del hierro puesto al pie de la obra, visto los
sitios del maderamen que á las unas inclusas es cercano y distante á las otras y
cotejado todo esto, siente costará toda la fábrica de las inclusas y demás
conducentes con dos medias inclusas que previene el dicho plano para ser
navegable dicho río 47.500 ducados (130.625 pesetas). Advirtiendo que en el caso
de emprenderse esta fábrica se tendrá por más conveniente que comience á
ejecutarse desde Santesteban para que por las mismas obras se vaya conduciendo
el maderamen en barcas á las que siguen, respecto de que no se halla la madera
cuanto más abajo del río, sino muy distante y á mucha costa, ~ que \ añado la
consideración de que como se va haciendo la obra se podrá ir experimentando su
electo y para todo esto y que se logre la abundancia de maderas que se
necesitan, es preciso hacer un cubo en correspondencia á los de las inclusas de
la presa del Molinar del lugar de Legasa por la abundancia de madera que hay en
aquella parte y sin esta prevención ser impracticable ( su conducción; lo cual
es lo que se ha podido especular, remitiéndome en todo á. la superior censura de
V. S, Ilma. para que-enterado ejecute lo que considerare de su mayor
conveniencia que en ello confío el debido acierto, etc. Don Alfonso González».
He aquí los puntos en que habían de levantarse las esclusas y altura que
habían de tener las mismas.
Pies de altura
Montoya 06
Bereau saltoa 06
lrurueta ibaia 08
Nazaburu 16
Tolosin 07
Arri gaztelu ibaia 10
Salanjugadi 06
Pikoadeva 12
Telleri ibaia 09
Aaustegui 07
Zeruneta 09
Alliri 10
Presa de Vera 06
Huersi 10
lbarburu 07
lzpoz 07
Huzuri 16
Sagar ebakieta 12
Alliri 08
Larakai ibaia 07
Arrizurraga 08
Plstlzketa 09
Arranobleta 09
Osmbeltz 12
En el intermedio de los números 20 y 21, se habían de hacer dos medias
esclusas.
A su vez la Comisión encargada de dictaminar la economía que podría
conseguirse para el comercio de Navarra, utilizando esta vía, hizo los estudios
oportunos, que arrojaban el siguiente resultado: Hecha la carretera desde
Pamplona á Santesteban, calculaba que un carro con dos yuntas de bueyes llevaría
seis cargas de mercaderías en dos días, y pagando 12 reales por cada día, venían
á. salir los portes de cada carga á cuatro reales.
Desde Santesteban á Fuenterrabía, una gabarra con dos hombres llevaría 50
cargas en dos días, tardando otros tres á la vuelta, y pagando un real de á ocho
a cada hombre y otro á la gabarra por día, importaban 60 reales los cinco días,
los cuales repartidos entre las 50 cargas, venía á salir cada carga á real y 7
maravedises. De modo, que el coste total de cada carga de mercaderías venía á
salir á 5 reales y 7 maravedises, y como conduciéndolas á lomo costaban éstas 18
reales carga y las lanas á 20 reales saca, ó sea á 19 reales unas con otras,
resultaba por esta nueva vía una economía de 13 reales y 19 maravedises por
carga.
Sin embargo, la comisión informante, en su descargo oficial á las Cortes de
Navarra, dijo que la economía que se alcanzaba era de 12 reales en carga, y
calculaba que por los puertos secos de la frontera de Francia y Guipúzcoa,
pasarían anualmente de once á doce mil sacas de lana y unas seis mil cargas más
de otros géneros. Añadía que sobre estas mercancías podría establecerse con
licencia de S. M., un impuesto que viniera á gravar cada carga en una tercera ó
cuarta parte de la cantidad que se ahorraba en los portes, para el numero de
años que se creyera necesario para cubrir el capital invertido en las obras y
reparaciones precisas, así como para atender á los demás gastos /42/ que
ocurrir pudieran; en estas condiciones era de parecer la Comisión, que no habría
ninguna dificultad en buscar las sumas necesarias para realizar las obras
proyectadas, respondiendo los citados arbitrios del pago de los intereses y
amortización del capital. También se indicaba la conveniencia de que se
preguntase qué cantidades efectivas podrían dar para este fin la ciudad de
Fuenterrabía; las villas de Santesteban, Sumbilla, Narvarte, Ergorriaga y las
cinco villas de la Montaña (8), por cuya jurisdicción pasa el Bidasoa, así como
los demás lugares que hay desde Santesteban á Pamplona, por donde se había de
hacer la carretera.
Deliberaron detenidamente las Cortes de Navarra acerca de este proyecto
cuando tuvieron en su poder los diferentes informes presentados por las personas
consultadas, y puede decirse que las sesiones de los primeros días de Enero de
1702, fueron dedicadas exclusivamente al estudio de este asunto, dando por
resultado una petición que presentaron al Virrey, á fin de que les concediera la
autorización necesaria para invertir en dichas obras los capitales
indispensables, y establecer para el pago de los mismos un impuesto de 4 reales
por carga de diez arrobas, y, una vez conseguida la amortización, rebajar el
impuesto á 2reales con destino á reparaciones de las obras del río y carretera.
Pusieron en juego sus influencias, así Navarra como Fuenterrabía, escribiendo á
S. M. y á los personajes contemporáneos de más valía en la Corte, y una vez
hecho esto, quedaron en suspenso las gestiones, esperando se declarase la
voluntad Real en sentido favorable ó adverso.
La provincia de Guipúzcoa, que siempre veía grandes peligros en habilitar
esta vía de comunicación en la frontera, elevó un escrito á S. M. en 1701,
haciendo presente los muchos inconvenientes que ofrecía este proyecto, que, una
vez más, fracasó sin que Fuenterrabía cumpliera sus anhelos.
No estará de más que, para la mejor inteligencia de los hechos que vamos
relatando y de otros sucesos extraordinarios que sobrevinieron el año 1754, y
que han de ocupar después nuestra atención, dediquemos en este punto unas pocas
líneas á los trabajos que San Sebastián y otros pueblos practicaban, á la vez
que Fuenterrabía, para atraer á sus respectivas jurisdicciones el ansiado comercio
con Navarra y Aragón.
El año 1598, puestos de acuerdo San Sebastián y Hernani, comenzaron a abrir
un camino por el valle del Urumea á Navarra, por buscar, sin duda, un medio de
comunicación más corto que el de Tolosa, utilizado hasta entonces para el
tráfico con dicho Reino; pero vino enseguida la oposición de Tolosa y la
Provincia que recurrieron á S. M. y á su Consejo de Guerra, diciendo que dicho
camino facilitaba, en caso de guerra, el paso del ejército enemigo á Pamplona, y
que podrían conducirse por él ]as mercaderías permitidas y prohibidas, sin pagar
los derechos reales que se deben abonar en la /43/ Aduana del diezmo
viejo, que por leyes de la nación estaba en Tolosa. Mientras venía la orden de
S. M. pedían al Corregidor, que mandase impedir los trabajos de apertura que en
dicho camino se estaban realizando, y aunque la citada autoridad libró
mandamiento y fue notificado a las partes interesadas, no por eso se
suspendieron aquellos, viéndose el Corregidor en la precisión de mandar dos
Merinos á prender á los que trabajaban. Cuando estos daban cumplimiento á las
órdenes recibidas, salieron de Hernani 30 hombres armados, quienes no se
contentaron con quitar á los Merinos los presos que tenían en su poder, sino que
les apresaron á ellos y á los que les acompañaban, y para hacer frente á todo
evento salieron todavía de San Sebastián «200 hombres en forma dé guerra con su
Alcalde y Escribano del Regimiento y habiendo ido al dicho valle del Urumea han
vuelto en orden de milicia con cajas y tambores á la villa de Hernani donde
están alojados (9)». .
Se convocó Junta particular en Vidania para el 19 de Junio de 1598, con el
objeto de tratar de este y otros asuntos, sin que sepamos los acuerdos que se
tomaron en ella, aunque es seguro que fuese negativo en lo que á la apertura de
este camino atañe.
Gorosabel, al hablar del comercio de lanas de San Sebastian
(10), dice que, á consecuencia de nuevos
impuestos con que se recargó el año 1654 dicho artículo, empezaron los dueños de
las lanas a dirigirlas por Vera á Bayona, acrecentándose este movimiento en 1664
á causa de nuevos derechos establecidos en el puerto guipuzcoano, pero aparte de
las noticias que llevamos publicadas en este trabajo, que prueban que ya antes
de aquella fecha el citado comercio huía á Francia, tenemos á la vista un
escrito presentado por la Provincia á S. M., en que se dice que desde 1645 hasta
1649, no se registraron en el puerto de San Sebastián mas que 3.895 sacas de
lana y 2.598 desde 1650 á 1654.
El año de 1668, la Provincia y el Comercio de San Sebastián, elevaron nuevo
escrito á S, M. la Reina madre, que entonces gobernaba, consiguiendo que por R.
C. fechada en Madrid el 17 de Abril del mismo año, se mandara que solo se
cobrasen los derechos anteriores á 1654, pero no por eso se consiguió el objeto
que se perseguía, puesto que diez años más tarde en representación elevada á D.
Carlos II en 1678, se decía que el comercio de lanas, que en tiempos anteriores
daba anualmente en número de cinco a seis mil sacas al puerto de San Sebastián,
había decaído en términos tales, que entonces solo llegaban próximamente a 200,
y añadían que no había en este puerto mas comercio ni navegación que la
necesaria para la pesca del bacalao y la ballena, y para restablecerle al pie
antiguo, se propusieron varios medios, y entre ellos la erección del Consulado
de San Sebastián, que tuvo entones su principio.

Puente
internacional del ferrocarril sobre el Bidasoa, en Irún
En 1725, se elevó nueva representación á S. M. D. Felipe V, sin que tampoco
se consiguiera restar nada á Bayona, donde en los 17 meses comprendidos entre el
1º de Julio de 1745 y fin de Noviembre de 1746, se descargaron 30.816 sacas. Con
este motivo, se surtían de allí los dos Reinos de Aragón y Navarra de grasas,
abadejos, cacao y azúcar, dando una vida próspera á los, pueblos de Labort, que
gracias á este comercio adquirían un bienestar de que antes carecían, mientras
Guipúzcoa luchaba en la pobreza sIn poder alcanzar los beneficios que
había de rendirle este comercio y sin poder sacudir los derechos que cobraban
los navarros á todos los artículos que de Aragón y Valencia y otras partes de
España venían á esta Provincia, de tal modo, que se veían obligados á traer
muchos artículos por Vitoria y Logroño á lomo, dando un gran rodeo por no entrar
en Navarra, con el consiguiente aumento de portes.
Una de las razones que alegaban los contradictores del restablecimiento del
comercio de lanas por San Sebastián, era la mala disposición de los caminos dé
Guipúzcoa, y con el deseo de salvar esta dificultad, el Virrey de Navarra, Conde
de Gajes, inclinado á favorecer los intereses de San Sebastián, mandó en 1752,
abrir un nuevo camino hasta el confín de Navarra por la parte de Areso, y en su
vista Guipúzcoa, en la Junta /45/ tercera de las celebradas en Mondragón
en Julio de dicho año, acordó que las villas de Tolosa, Elduayen y Berástegui
hicieran componer los de sus jurisdicciones, hasta encontrarse con el de
Navarra.
En cambio en la misma Junta, el representante de la villa de Ataun, por donde
transitaba el comercio dé Navarra á Bilbao, se quejaba de que teniendo ella
listos los caminos de su jurisdicción hasta el límite de Echarri (Navarra),
estuvieran abandonados los que de este Reino venían á Ataun y pedía se,
interesase al Conde de Gajes para su arreglo como se acordó.
La idea de abrir un caminó desde Pamplona á San Sebastián, fue bien recibida
en Navarra, porque de esta manera, además de las lanas, daba salida á sus vinos
y cereales con una vía de comunicación más cómoda que la que tenían á Bayona, y
lo mismo sucedió en San Sebastián, á la cual no interesaba menos la facilidad de
recibir los frutos sobrantes de Navarra para exportarlos al extranjero, al mismo
tiempo que enviaba á este Reino los géneros que le faltaban. Así se comprende
que el Consulado de San Sebastián se ofreciese á contribuir con 30.000 reales á
la ejecución de dicho camino, á condición de que se prolongase hasta la misma
ciudad, y aunque por entonces no se realizó el arreglo de la citada vía, como se
verá después, hemos creído que estas gestiones llevadas á cabo por el Virrey de
Navarra, la Provincia de Guipúzcoa y la ciudad de San Sebastián en 1752 para
facilitar el comercio entre este puerto y aquel Reino, así como los otros
trabajos realizados con igual intento de favorecer á San Sebastián, de que hemos
dado noticia, gestiones y trabajos que se efectuaban al mismo tiempo que
Fuenterrabía ponía todos los ardores en atraer aquel movimiento comercial por la
cuenca del Bidasoa, hemos creído, repetimos, .que pudieron tener gran influjo en
graves determinaciones que tomó Fuenterrabía el año 1754, al ver que se le
oponía valla tan poderosa á suS aspiraciones; y por eso damos por bien empleada
la pequeña digresión que nos hemos visto precisados a hacer para completar el
proceso de-este negocio.
En sesión celebrada el 15 de Enero del citado año por la Corporación
Municipal de Fuenterrabía, para hacer frente á los gastos que les originaba el
pleito con lrún y Lezo, se acordó que se pusiera al corriente una renta que la
expresada ciudad debía cobrar anualmente, y que para ello fuesen á la corte dos
representantes suyos, el alcalde licenciado D, Juan de Arriaga y D, Miguel Antonio de Casadevante,
y «de paso pasen á Pamplona y en ella,
con los diputados del Reino de Navarra, traten, arreglen y firmen) todos y
cualesquier capítulos y puntos que juzgaren necesarios ó convenientes para
hacer navegable este río Vídassoa y establecer un comercio marítimo
para este puerto y para los derechos dassios ( sic) y emolumentos que de igual
establecimiento se han de seguir necesariamente a la ciudad». Los comisionados
de Fuenterrabía personaronse, en efecto, en Pamplona, y dieron á los representantes del Reino cuenta de la misión que llevaban;
/46/ pero ésta se extendió á algo más de lo que parecen indicar las palabras que
hemos copiado del acta, puesto que en su tenaz empeño de atraer á su puerto el
comercio de Navarra, se ofrecieron á anexionarse á dicho Reino y segregarse de
Guipúzcoa, como se ve en la carta-consulta que Navarra escribió al Gobernador
Militar, la cual, por su mucha importancia, la copiamos en este lugar. Dice así
la carta de Pamplona (11): «M. I. Señor: Fiado en la protección que me prometo
de V. S. á cuanto pueda fomentar los intereses públicos de este reino, paso á
sus manos por medio de mi secretario los documentos adjuntos instructivos del
origen y progreso y estado actual de la empresa que á instancia de la ciudad de
Fuenterrabía y desde el año 1644 se propuso este reino á efecto de establecer un
comercio común con aquella república haciendo desde ella hasta la de San Esteban
navegable el Vidasoa, variada al presente mediante la nueva condescendencia de
Fuenterrabía á incorporarse con Navarra con la cual se cortan en mucha parte las
dificultades que al principio se reconocieron en la comunidad del comercio. Pero
como acaso puedan subsistir algunas que aun alterado el primer proyecto
tropiecen con las máximas de estado, por la íntima vecindad de este reino con la
corona de Francia, considerando á V. S, tan altamente instruido de ,ellas, me
tomo la libertad de consultarlo sobre este punto, suplicándole prevenirme si
su discreción contempla que yo pueda promoverlo de suerte que logre alguna
aceptación en la Corte, porque no deseo fatigarla con ideas que aunque útiles al
reino tengan el menor encuentro con las reglas de estado y gobierno».
Accediendo el Gobernador Militar á los deseos de la Diputación de Navarra,
contestó en los siguientes términos: «Muy I. Señor: He leído con atención los
papeles que V. S. I. se sirve remitirme en su apreciable carta del 25 y correspondiendo
al singular favor que merezco á V. S. I. satisfago con los tres puntos
siguientes: 1º que el proyecto de hacer navegable el río Vidasoa y
hacer carretera hasta San Esteban hallará tropiezo en la razón de Estado,
porque sujetaríamos nuestros intereses al arbitrio de la Francia, siempre que
estableciese aduanas sobre las márgenes en que se extiende su dominio y
franquearíamos el tránsito de los Pirineos á las tropas de aquel soberano. 2º
Que me parece imposible hacer á tan poca costa como manifiesta D. Alfonso
González, 27 diques y 7 leguas de camino carretero en país fragoso, además que
en ríos de estrecho margen, entre montañas, sujetos á crecientes por liquidación
de nieves, no solo se suspende por algunos meses el tráfico con notable daño
del comercio sino que los estragos en diques y presas originan tan crecidos
gastos que obligan á abandonar esta especie de navegación terrestre. 3º Que
hallo utilísima la unión que solicita Fuenterrabía, tanto por los intereses reales como para los de este
nobilísimo y leal /47/ reino; y ojalá se pudiese encontrar modo de que la Provincia de Guipúzcoa
propusiese igual conveniencia para que se estableciese un comercio libre en que
se utilizarían los contratantes, y los Reinos de Aragón, Valencia y Cataluña
sin tropiezo de estado, sin detrimento del Real erario, sin abrir las puertas á
las armas francesas y sin tanto coste como el canal del Vidasoa. No obstante,
siendo este asunto de la mayor importancia hago presente á V, S. I. se debe
consultar con los Ministros del Rey y en el interín cultivar las esperanzas de
la ciudad de Fuenterrabía, respondiendo á sus Diputados que V. S. I. no puede
resolver hasta que nuevos expertos le informen del coste que tendrá la carretera, los diques y su conservación».
Seguidamente el Gobernador Militar escribió al Marqués de la Ensenada,
dándole cuenta de las negociaciones pendientes, y añadía: «Nadie mejor que V. E.
conoce las ventajas que redundarán al Real erario y al gobierno político y
militar, al aumento del comercio y al establecimiento de fábricas y al fomento
de la industria, si se lograse la unión de Vizcaya, Alaba y Guipúzcoa con esté
Reino, dejando al arbitrio de V. E. colocar las aduanas sobre la Marina y
confines de la Francia. No parece difícil este proyecto si se fomentan las
ideas de Fuenterrabía, pues desde que se divulgaron en Bilbao y San Sebastián
han escrito sus comerciantes á los de esta ciudad en términos que manifiestan
sus temores, pero ya se hallan sin ellos por haber respondido esta Diputación á
Fuenterrabía, no puede admitir la unión siendo insuperables las dificultades que
se le ofrecen. No obstante los Diputados de Fuenterrabía, impelidos de la
decadencia de su pueblo y esperanzados en la piedad del Rey y en la benignidad
y protección de V. E. han resuelto pasar á esa corte con todos los documentos.
Anticipo á V. E. estas noticias por si fueren de su aprobación, y quedo á las órdenes de V. E., etc.»
De cuanto llevamos expuesto acerca de la canalización de este río, se ve claramente el empeño insuperable que Fuenterrabía puso en este asunto en el
transcurso de más de dos siglos, porque estimaba, á no dudarlo, que la situación económica del vecindario había de sufrir beneficiosa transformación, una vez que se hiciera afluir á su puerto el comercio de lanas de Aragón y Navarra, y en su obsesión de alcanzar á cualquier precio el objeto que se
proponía y salir de una vez de la oposición que para conseguir sus fines le
hacía San Sebastián con la protección de Guipúzcoa, saltó el último escrúpulo que
le retenía y se dispuso á separarse de Guipúzcoa, con quien había compartido
tantas y tan honrosas vicisitudes, para unirse á Navarra, antes de renunciar á
sus propósitos de engrandecimiento comercial, que, por lo visto, quiso unir á
los lauros alcanzados en la guerra. Esto .es innegable después de las cartas que
hemos copiado, y la única duda que puede quedar es si los representantes
de Fuenterrabía: .estaban autorizados por dicho poder ó por instrucciones verbales
que recibieran del Ayuntamiento, para llegar hasta el extremo indicado, ó si
éstos se propasaron de las instrucciones recibidas, /48/ como Fuenterrabía alegó
en su apoyo, cuando se dió cuenta de que Irún y demás
pueblos de su jurisdicción aprovechaban aquella coyuntura para sacudir, á su
vez, el yugo de la ciudad histórica, que hace tiempos acariciaban,
permaneciendo fieles á Guipúzcoa y denunciando á la Provincia los proyectos de
Fuenterrabía, al mismo tiempo que se hizo ostensible la oposición resuelta á
tamaña ingratitud de algunos varones ilustres que vieron la luz primera en
la Ciudad fronteriza y con cuya valiosa influencia creían contar para la
consecución de sus designios .
Ya volveremos á ocuparnos de reste particular cuando hablemos de
Fuenterrabía; entonces será tiempo oportuno para tratar de todo lo que concierne á sus relaciones
con Guipúzcoa, y limitándonos aquí exclusivamente á
lo que al Bidasoa atañe, diremos que, una vez más, quedaron frustradas las
aspiraciones de Fuenterrabía, sea por razones de Estado, ó por la no conformidad
de Navarra, ó por la oposición de Guipúzcoa y San Sebastián, ó por otros
ignorados motivos.
Lo cierto es que cuatro años más tarde, en 1758, la Provincia mandó
representantes suyos á la Corte para que gestionasen que el comercio de lanas
que por Navarra pasaba á Francia, se encaminase de nuevo á Pasajes ó San
Sebastián, haciendo caso omiso de los que aspiraban á conducir este tráfico
por el Bidasoa, y pedían para ello en el memorial presentado á S. M., que
las lanas de Navarra al pasar á Bayona, pagasen los mismos derechos que se
exigían en la aduana de Tolosa al entrar en Guipúzcoa, y, al contrario, cuando
dicha mercancía venia á, Guipúzcoa, pagase no más que lo que satisfacía hasta el
presente al pasar por Navarra á Francia, lo cual, después de todo, parecía
puesto en razón, y, sin embargo, no fueron atendidas las aspiraciones de
Guipúzcoa y de San Sebastián, y las cosas siguieron como antes, dándose el
caso de que por librarse de satisfacer los exorbitantes derechos que se
abonaban en la aduana citada de Tolosa las lanas que venían de Navarra para San
Sebastián, se condujeran primero á Bayona, para traerlas desde allí embarcadas á
la capital de Guipúzcoa.
Ya hemos dicho que en el año 1752 no pasó de proyecto el pensamiento de unir
con buena carretera las ciudades de Pamplona y San Sebastián, pero se ejecutó
más tarde, en el bienio de 1788 á 1790, con la apertura del camino que desde
Tolosa se dirige por Lizarza á unirse en lllarrazu con el de Navarra, .sólo que su construcción
fue tardía para el comercio de lanas que motivó
esta obra, ya porque la rotura de la peña de Orduña había llevado este tráfico
á Bilbao, ya porque un reglamento publicado por el gobierno de 1789 excluía al
puerto de San Sebastián de los señalados para la extracción de aquel género, pudiendo decirse que fué
este el golpe final que mató las
aspiraciones, ya muy amortiguadas, de restablecer aquel comercio por los puertos de
Guipúzcoa.
Tampoco tenemos, noticias de que desde el año 1754, en que Fuenterrabía
/49/ manifestó su último intento de habilitar el Bidasoa para el arrastre de las
lanas, se haya ocupado seriamente de la canalización de dicho río., aunque no
faltó más tarde quien considerase factible poner en comunicación el Mediterráneo
con el Cantábrico, uniendo el río Bidasoa con el Arga.
La carretera de enlace de Guipúzcoa con Navarra por la cuenca del
Bidasoa, no se abrió hasta el año 1852 en que la hizo Navarra por su cuenta, aun
en la parte comprendida en territorio guipuzcoano, por buscar la comunicación
con Francia.
No parecerá inoportuno añadir aquí; que en diversas ocasiones se han
utilizado las aguas del Bidasoa para el transporte de maderas de los montes de
Navarra, situados en ambas orillas del citado río. Por este medio se conducían hasta el pie de la ferrería de Urdanibia, sita en Fuenterrabía, y
desde allí eran arrastradas por tierra, á través del monte Jaizkibel, por el
camino que se habilitó desde dicho punto á Lezo en dos ocasiones: en 1764 para
el arrastre del maderamen que la Real Compañía Guipuzcoana llevaba á Pasajes, y
en 1782 por encargo del Ingeniero de Marina don Vicente Pló, para conducir la
madera destinada á la construcción de bajeles de la Real Armada, que en el
citado puerto se hacían.
También conviene tener presente, que en los tiempos en que se inició la
idea de la canalización del Bidasoa, y aún mucho mas tarde, la región que
inundaban sus aguas era mucho más extensa de la que ocupa en la actualidad.
Todos los terrenos designados con el nombre de juncales ó lezones, desde el
puente de Endarlaza hasta Mendelu, no existían en su casi totalidad; y et
resto, ó sea la parte más próxima á las montañas, eran terrenos pantanosos,
inundados por las mareas, cubiertos de juncos y alisos, sin que nadie los cultivase. No había á Endarlaza ni á Behobia más paso que el de la
montaña, y el agua se enseñoreaba de todo el valle. En la parte que corresponde al
término de Fuenterrabía, no es menor la zona que se ha restado al Bidasoa con
las tierras de aluvión de formación moderna. Hasta el año 1565, nadie pensó
en cercenar sus dominios al agua que campaba por sus respetos desde el pie de Mendelu, entonces Mendelo,
Zubieta-azpi,
Loibiaga, Junquera, Urdanibia, Zarautzenea, hasta el término de Argelot, donde se levantó más tarde el actual
convento de Capuchinos.
Por
eso, en aquellos tiempos, el camino de enlace de Fuenterrabía con Irún, se dirigía desde Mandobidea ó por la ermita de Nuestra Señora de
Gracia, mal llamada de Santa Engracia, á coger la montaña para seguir por
Urdanibia á Zubieta, en donde había unos puentes que le dieron nombre, y salir á Mendelu, y de
allí por Zubimusu á Irún. Dicho camino, abierto en sitio
sumamente agreste y poblado en toda su extensión por ambas orillas de muchos
árboles y maleza para dificultar el paso de las tropas enemigas que se dirigiesen
á
cercarla plaza de Fuenterrabía, era de muy difícil acceso, y así se comprende que
en 1476, las tropas francesas mandadas por Amán en /50/número de 40.000
combatientes, tardasen 49 días en recorrer la distancia que separa á lrún de
Fuenterrabía, y que los soldados enemigos que sitiaban esta última plaza, se
vieran continuamente asaltados por los hijos del país al atravesar este camino.

Puntal de
Fuenterrabía
Para obviar los muchos inconvenientes que ofrecía aquella vía, se hizo á
mediados del siglo XVI entre Amute y Mendelu, una serie de pilares de piedra sin
mortero, y tendiendo sobre estas columnas unos maderos á guisa de puente, se
habilitó para los peatones un camino mucho más breve que el anterior, utilizable
solamente en baja mar por su poca altura. Más tarde se completó con una pared de
piedra el trayecto expresado, dejando en Amute un puente largo para el paso de
las aguas del arroyo, y el año expresado de 1565, se pensó en levantar este
dique para que en alta mar no penetrara el agua por encima, y sanear toda la
vega comprendida entre este camino y la montaña. A este fin se elevó un escrito
al Rey, pidiéndole autorización á este efecto y suplicando que contribuyese con
alguna cantidad a la realización de la obra, y para inclinar su ánimo a favor
del indicado proyecto, se le decía que poniendo aquellas tierras en disposición
de ser cultivadas, se cosecharía en ellas de once a doce mil fanegas de trigo
que bastarían para la provisión de la gente de guerra que hubiera de guarnición
en la villa y se cogería además tan gran cantidad de cáñamo, que sería
suficiente para proveer toda la jarcia que necesitasen las reales armadas.
/51/No eran buenos aquellos tiempos, en que todos los contornos de las
plazas militares se supeditaban á la guerra, para introducir ninguna mejora que
no redundase en beneficio directo de la fortaleza, y á pesar de que en el
escrito se tuvo cuidado de expresar que los beneficios que se obtuvieran serían
para la guarnición de esta plaza y para las escuadras reales, no por eso
hallaron apoyo alguno las gestiones practicadas entonces por Fuenterrabía, como
no hallaron tampoco las que llevó á efecto en 1609, por cuya razón hay que
acudir á tiempos más cercanos á los nuestros, como veremos al hablar de
Fuenterrabía, para saber como se fueron estrechando los límites del Bidasoa en
la parte comprendida entre Mendelu y la muralla de Fuenterrabía, con inclusión
de la vega que existe -entré Nuestra Señora de Gracia y el antiguo molino de
Chipláu. La única tierra cultivable que había entonces en la vega de
Fuenterrabía era el puntal, cuyo nombre figura en los documentos más antiguos
del archivo de esta ciudad, aunque es posible que no tuviera toda la extensión
que tiene en el día. Sin duda, su formación se debe más que á la mano del
hombre, al curso que seguía la corriente del Bidasoa.
También en la parte de Francia, entre Behobia y la playa de Hendaya, es muy
considerable la extensión de terreno arrebatada al Bidasoa y convertida en parte
en magníficas vegas de cultivo, y otra parte en asiento de la estación
ferroviaria de Hendaya y ensanche de la parte de Ondarraizu.
Desembocadura del río Bidasoa.
Como es sabido, este río penetra en el mar entre la ciudad española de
Fuenterrabía y la villa francesa de Hendaya, formando en la barra un extenso
arenal que atraviesa de España á Francia, al cual sirven de remate la playa de
la histórica ciudad al O. E. y la de Ondarraiz (12)
al E.
A poca distancia de la barra, en dirección al mar, se halla el puerto
conocido hoy con el nombre de Asturiaga, cuya existencia figura de muy antiguo,
puesto que en el privilegio de fueros y términos concedido á Fuenterrabía por
pon Alonso VIII de Castilla el año 1203, se habla ya de él al concedérselo á la
citada población(13).
El monte Jaizkibel, en su remate por el lado que mira á Francia, termina en
dos brazos de escarpadas rocas que penetran en el mar un centenar de metros. Al
brazo del lado Norte, que se halla hacia el mar y que es el más largo, llaman
los naturales Amuaitz ó Erdiko-punta, y al otro que se encuentra más
cercano á la barra, Usando y también Oskiroz. La ensenada que se
forma entre las dos peñas mencionadas, es la que constituye el puerto de
Asturiaga. Colocado este puerto á pocas brazas de la barra expresada, que en
muchas ocasiones del año es intransitable por el peligro que ofrece el paso de
las embarcaciones /52/ por ella, parece destinado por la providencia para
que al abrigo de este refugio halle amparo el cansado marinero que, al llegar al
fin de su jornada, se encuentra con que la barra no se puede atravesar, á causa
de la. valla que se levanta al chocar las tempestuosas olas del Cantábrico con
las turbias aguas que los días de crecida arrastra el río Bidasoa,
ordinariamente tranquilo. Así lo debieron entender los antiguos habitantes de
esta ciudad, puesto que, aparte de la mención que se hace en el privilegio
citado, y que prueba la consideración en que se tenía su existencia, consta que
en épocas posteriores se han realizado trabajos, con el objeto de utilizarlo á
los fines expresados, y se han proyectado otros que, por su magnitud sin duda,
no se han llevado á cabo.

Desembocadura del
Bidasoa
Vemos que al principiar el año 1699, reunido el vecindario en Consejo
general, el Ayuntamiento le hizo presente las muchas penalidades que sufría la
clase pescadora por el mal estado del canal y los inconvenientes de la barra, y
la necesidad de que se acudiese á su remedio.
«Y así bien se les propuso á dichos vecinos, se dice en acta de 25 de Enero
del indicado año, como en tiempo de invierno por no poder salir con chalupas por
la barra por ser mala perdían los vecinos de esta villa mucha pesca, así de
mielga y sardina, y para el remedio dé ella convenía como antiguamente solía
estar capaz el puerto de Astubiaga con planchada de madera y cabrestantes y agora
estaba todo deshecho y que haciendo se eh dicho puerto de Astubiaga algun
edificio y reparo y abrigo para chalupas y pescadores para recoger y abrigar y
dende allí así bien para poder socorrer y amarrar las naos y pinazas que
vinieren á la concha, así de naturales como de extranjeros; porque haciéndose
capaz el dicho puerto de Astubiaga pueden salir de él y /53/ entrar con
comodidad la que no podían hacer estando como está ahora la barra y porque había
noticia que antiguamente había puerto en la dicha Astubiaga y ahora por el
beneficio tan grande que á los vecinos de esta villa se les redundaba, les
parecía se debía hacer una planchada de madera cruzada y enclavada con cabillas
de madera y en los cuadros echar sus losas de piedra para que la mar no le
moviese y pudiese estar estante, y que la dicha planchada estuviese como en
bajamar y pleamar pudiese encallar cualquiera chalupa y que arriba de la
planchada en lugar conveniente se pusiesen los cabrestantes necesarios para
poder encallar las chalupas y que desde la isla que estaba en la dicha Astubiaga
hasta el certán á la parte hacia el castillo, se procurase cerrar de piedra
porque no entrase la tiraña y que en el certán ó la dicha isla, se hiciese una
casa baja con un tejado muy capaz, donde pudiesen poner y asistir y vivir y
recoger tos argadizos de red y aparejos de pescar y navegar y ellos recoger y
guarecer á las noches con comodidad» .
Es decir, que en 1609 se reconoce que, antiguamente solía estar capaz: el
puerto con Planchada de madera y cabrestante, y se toman nuevas
disposiciones para rehabilitarlo.
En 1658 se trajeron de San Juan de Luz los maestros canteros que hicieron el
muelle de Sokoa, y, conforme con sus instrucciones; se procedió á romper las
peñas y piedras grandes que había dentro de él, para luego sacar á subasta otras
obras de mayor importancia.
Para invertir en la mejora de dicho puerto, la Junta general de la provincia,
reunida en Fuenterrabía en Abrir de 1730, eximió á esta ciudad del pago de
cuatro años de foguera, aunque después el Ayuntamiento no dió á su producto el
destino expresado, y con el mismo fin las Juntas de 1748, al reunirse de nuevo
en la indicada ciudad, concedieron 300 pesos de á 15 reates, que ignoramos si
fueron debidamente invertidos, pero, de todos modos, esta insistencia con que el
Ayuntamiento y cofradía de mareantes han venido en distintas épocas buscando la
manera de rehabilitar el puerto de Asturiaga, prueba la necesidad que la clase
pescadora siente de poseer cerca de la barra un refugio donde guarecerse en los
casos en que ésta se halle infranqueable, lo cual sucede con harta frecuencia.
En nuestros días todavía se sigue gestionando en una forma ó en otra la
habilitación del citado puerto, y sería de desear que alguna vez se realizara el
fin apetecido, después de tantos años de inútiles tentativas.
Dentro del puerto, casi al nivel del mar, hay una fuente de agua riquísima,
que podría muy bien ser utilizada para sus aguadas por las embarcaciones que se
guarezcan en dicho punto, y á pocos metros de distancia pasa la carretera de
Fuenterrabía al faro.
Al chocar las olas, los días de temporal, contra la peña de Amuaitz
que, como se ha dicho, forma et lado Norte del puerto citado, siguen trazando un
medio círculo que llega hasta la barra misma, haciendo peligroso el paso por
/54/ dicho punto; al temporal de esa parte designan los naturales con el
nombre de la peña misma, diciendo: Amuaitza dago. que equivale. al
reina el Amuaitza.
Pero lo bueno del caso es que al tropezar el mar contra la citada peña, los
días de temporal, las olas que se levantan impetuosas con su cresta de blanca
espuma, van desapareciendo paulatinamente al rodar en dirección á Fuenterrabía,
para reaparecer con igual fuerza en la barra, al chocar con las aguas del
Bidasoa.

Vista general del
puente internacional de la carretera sobre el Bidasoa, en Behobia.
Y aquí vamos á relatar el medio ingenioso de que se valen los pescadores de
esta ciudad para sortear el peligro que ofrece el paso de la barra, cuando el
temporal no es tan rudo que haga de todo punto imposible la salida de las
embarcaciones de pesca. Soltadas las amarras, se encaminan las lanchas ría abajo
en dirección al mar, y al llegar al punto desde el cual se divisa el santuario
de Nuestra Señora de Guadalupe. situado en el alto del monte Jaizkibel,
siguiendo el ejemplo del patrón, descúbrense todos los tripulantes y rezan una
salve. Al verse próximos á la barra, detiénense, y esperan á reunirse en número
bastante para que puedan auxiliarse unos á otros en caso de tiri-bira,
que es como llaman ellos al hecho de volcar la embarcación y ponerse quilla al
sol. Cuando ya se han juntado varias, acércase una de ellas á la raya, donde se
encrespan las aguas al chocar las del mar con las del Bidasoa, y aguarda á que
haya un momento de relativa calma, para remar con ímpetu y atravesar y la barra
en el menor tiempo posible.
/55/Para ello el patrón, puesto de pie, cuenta en su lengua y en voz
alta las olas que se producen en la peña de Amuaitz, bat, bi, iru: una.
dos, tres, y aguarda sereno á que las mismas olas se reproduzcan y rompan en la
barra á pocos metros de donde él está. Ya sabe que después de aquellas no habrá
otras en la barra, hasta que lleguen las nuevas que se formen en Amuaitz, y
espera impertérrito á que haya un intervalo bastante largo entre las que se han
deshecho á sus pies y las que se producen nuevamente en la peña citada, lo cual
á veces tarda bastante, porque las olas se suceden sin cesar. Llegado el momento
propicio, lanza el patrón el grito de ea mutillak: ala, muchachos, y se
hunden todos los remos en el agua para hacer un supremo esfuerzo; y avanza la
lancha sobre la temida barra, donde se bambolea peligrosamente á merced de las
espumosas aguas, muy movidas todavía á consecuencia de los últimos choques.
Las familias de los tripulantes y los curiosos que observan intranquilos
desde tierra las sacudidas que recibe la embarcación, que sube y baja juguete de
las olas, fíjanse en las maniobras de los marineros y en el empeño que ponen, á
pesar del confuso vaivén de las aguas, para evitar que la lancha se coloque de
costado y pueda ser volcada por un golpe de mar, y de pronto la ansiedad del
público se calma al ver que la lancha ha rebasado la línea escabrosa y aparece
salva y segura en el lado opuesto de la barra.
Allí espera balanceándose bruscamente á que otra chalupa atraviese la barra
para ayudarle en caso de necesidad, y cuando la segunda ha llegado á su lado;
ésta se queda esperando á la tercera y la primera prosigue su marcha mar
adentro, para dedicarse á las rudas faenas de la pesca. De este modo, con
lanchas de auxilio colocadas en los dos lados de la barra, van atravesando ésta,
una á una, todas las embarcaciones pesqueras surtas en la ría. Muy cerca de
dicho puerto de Asturiaga, en la parte Sur, se ven todavía las ruinas del
castillo de San Telmo, levantado en 1598 á la entrada del puerto por el capitán
general D. Juan Velázquez, para, evitar las incursiones de los piratas, AD
REPRIMENDA PlRRATARUM LATROCINIA, como todavía se lee sobré la puerta principal
de entrada.
En la parte N. del mismo puerto, al doblar el monte Jaizkibel, están el faro,
del cual nos ocuparemos en otro lugar, y el cabo Higuer, que se halla unido a la
pequeña isla de Amuko por arrecifes que se descubren en bajamar.
En la parte de Francia se ven dos peñascos llamados Tumbas, y, mar
adentro, en frente de los mismos, unas rocas o bajíos ,que se conocen con el
nombre de errutas.
Ya hemos dicho que á esta parte de la mar, del mismo modo que á la ría,
consideraban los de Fuenterrabía de su exclusiva pertenencia en los tiempos
antiguos á que nos hemos referido, y, por tanto, solo ellos se utilizaban del
pescado que aquí hubiese. Hoy, en cambio, conforme con los tratados.
internacionales, esta zona de la rada de Higuer, al igual de Io que /56/ hemos dicho antes al hablar del Bidasoa, se ha repartido entre españoles y
franceses, y pertenece en España á los habitantes de Irún y Fuenterrabía y en
Francia á los de Urruña, Hendaya y Biriatu, con la circunstancia agravante de
que la parte señalada á los pueblos de la nación vecina, es mucho más extensa
que la reservada á los españoles, en términos, que apenas si les queda á éstos
una cinta angosta de agua contra las peñas del Jaizkibel, donde poder dedicarse
á las faenas de la pesca, por cuya causa se ven precisados á invadir la zona
francesa, estimulados por la mayor cantidad de pescado que afluye á ella (14).

Vista parcial del Bidasoa, donde se hallaban las nasas salmoneras de
Fuenterrabía
Según el reglamento vigente de pesca en el Bidasoa del año 1909, está dividida
la rada de Higuer en tres zonas. Una zona neutral y central, comprendida entre
las líneas formadas por las valizas FF', RR', GG', y la línea ficticia Cabo Higuer-Tumbas, en la que pueden pescar indistintamente los
pescadores españoles y franceses de los pueblos citados. Otra comprendida entre
las líneas formadas por las valizas FF', RR', y la línea ficticia Cabo
Higuer-Tumbas, en la orilla española, en la que solo pueden pescar los habitantes
/57/ de lrún y Fuenterrabía, y otra reservada para los habitantes de los
pueblos citados de Fraficia, en la orilla derecha comprendida entre la línea
formada por las valizas GG' y la línea ficticia Cabo Higuer-Tumbas.
Los encargados de la policía y vigilancia en la rada, lo mismo que en la
ría, son los comandantes de las fuerzas marítimas de cada uno de dichos Estados
en el Bidasoa, ó sui delegados ó patronos de las embarcaciones de los
estacionarios, ó los guarda-pesca, nombrados por las municipalidades citadas.
La barra de que venimos ocupándonos, es variable tanto en dirección como en
fondo, y obedecen las alteraciones á un temporal ó á una avenida del Bidasoa.
Algunas veces ha solido tener dos entradas en los dos extremos de la barra, una
por Arkaizpea, cerca del Jaizkibel, y otra junto á Ondarraizu por la parte de
Francia, pero con un temporal ó una avenida, como se ha dicho, y especialmente
si coinciden ambas cosas, se mudan estas entradas, cegándose bien la una ó la
otra ó las dos, y abriendo en distinto sitio otra u otras. La misma variación
sufre en un gran trayecto, por los mismos motivos, el canal del Bidasoa por
donde bajan las aguas de este río.
El año 1881, por tener siempre una entrada fija en la barra, pensó la
cofradía de Mareantes de Fuenterrabía en abrir un paso, desmontando una parte
del monte Jaizkibel en erroka-punta, y aunque la Diputación Provincial, á
solicitud de dicha hermandad, acordó en sesión del tres de Noviembre de dicho
año, contribuir con la mitad del presupuesto de gastos, que en su totalidad
ascendía
á 3.907 pesetas, no se realizó el indicado proyecto.
Actualmente tiene la barra dos entradas. Una inmediata al monte Jaizkibel,
conocida por los naturales con el nombre de Arriondoa, por donde pasan cuando la mar está gruesa, y otra en el centro de la barra, que la utilizan cuando la mar está bella.
Por ser peligrosa la entrada los días de temporal, y por la misma movilidad
/58/ de las arenas, que se trasladan fácilmente de un lado á otro,
cambiando con frecuencia los pasos existentes, se ven obligados los barcos
forasteros á pedir ayuda á los marinos de la ciudad .
Antiguamente, la cofradía de mareantes de San Pedro de Fuenterrabía, instituída en tiempos muy lejanos, solía limpiar la entrada de la barra con
procedimientos propios de aquellos tiempos en que aún no era conocida la draga.
Traían para dicho objeto un árbol con su ramaje, y, colocándolo en la canal, lo
iban arrastrando contra el suelo, remolcado con el número de lanchas necesario,
de modo que la arena que levantase del fondo fuese conducida al mar por la
corriente. Para repetir esta operación periódicamente, dejaban el árbol en el
punto más adecuado, y cuando le cubría la arena, volvían á menearlo, con el fin
de despojarle de su cubierta y aumentar el fondo á su estado anterior.
La misma Hermandad marcaba con valizas ó palos la dirección del canal y
cobraba derechos de valizaje á los barcos forasteros, y nombraba además lemanes
ó prácticos que les guiasen á la entrada del puerto, lo cual parece probar que
el movimiento de buques extraños era mayor en aquel tiempo, pues hoy, que se
halla limitado este puerto á recibir, casi exclusivamente, las lanchas
pescadoras de la población, ni se limpia el canal, ni se ponen valizas, ni
cuentan con una boya que les sirva de guía, y únicamente cuando entra ó sale el
cañonero surto en la ría, se marca el paso con pequeñas boyas, las cuales,
llenado su fin, vuelven á levantarse.
Pesca en el Bidasoa.
EI más importante de los pescados que se cogen en
la ría Bidasoa, así por su excelente calidad como por los considerables
rendimientos que proporciona á los pescadores de ambas orillas es
indudablemente el salmón. Para su pesca tenía el municipio de Fuenterrabía
establecida aguas arriba de Behobia, aprovechando las ventajas queje
proporcionaban para la colocación de la estacada, dos islitas situadas en dicho
punto, una nasa salmonera (15), que atravesaba la ría de parte á parte, dejando
un paso para el tránsito de las embarcaciones, dispuesto de modo que por él no
pudiera escaparse el salmón. Con la disposición que daban á este artefacto,
cerraban la ría en toda su anchura con filas de estacas que formaban ángulos
salientes y entrantes, en algunos de los cuales se colocaban butrinos ó pértolas
de mimbre, donde se cogía el pescado. La existencia de esta nasa era tan
antigua, que los comisarios españoles; nombrados el año 1510 para dirimir las
contiendas suscitadas con los franceses á consecuencia del uso y aprovechamiento
de la ría, de las cuales nos hemos ocupado anteriormente, afirmaban que la nasa
de Fuenterrabía databa de hacía más de mil años. En /59/ el archivo del citado Ayuntamiento, hay documentos que prueban la
existencia de dicho artefacto de pesca en el Bidasoa el año 1309, y datos
fehacientes de que el Ayuntamiento de Fuenterrabía ha venido explotando durarte
varios siglos dicha pesquera, la cual se sacaba á subasta anualmente y
constituía una renta para el Municipio. En virtud de lo dispuesto en los
artículos 23. y 24 del tratado de límites; de 2 de Diciembre de 1856, ratificado
el 12 de Agosto de 1857, á que nos hemos referido antes, los plenipotenciarios
franceses hicieron entrega de los 72.900 reales estipulados al comisionado de
Fuenterrabía, en Bayona el día 22 de Marzo de 1859, en concepto de indemnización que le correspondía cobrar por las rentas de sus nasas del último
decenio, capitalizadas 'al 5% y el 30 del mismo mes se acabó de deshacer la
nasa salmonera, que en Diciembre anterior se subastó por última vez, y que si
hemos de dar crédito á la afirmación de los citados comisionados, llevaba más de
1.300 años de existencia, en el punto que sigue conociéndose todavía con el
nombre de las nasas.
«Para dar conforme á los artículos 12, 21 y 22 del citado tratado, á los
fronterizos de las dos orillas del Bidasoa, derechos idénticos en todo su curso,
en su desembocadura y en la rada de Higuer; para prevenir la destrucción de la
pesca y para mantener el buen orden y las buenas relaciones consagrando los
derechos, costumbres y usos reconocidos y existentes desde hace mucho tiempo»,
según reza el preámbulo del reglamento de pesca del Bidasoa, se confeccionó éste
el 1º de Junio de 1858 por los delegados de Fuenterrabía, de Irún, del
Comandante de Marina español, de Urruya, de Hendaya y de Biriatu
(16).
Los delegados encargados de la confección de este reglamento, tuvieron
presentes para su estudio las disposiciones sobre pesca, que había dictadas en
distintos países, y principalmente en las dos naciones interesadas, y al consultar los nuestros las leyes españolas, se encontraron con que en nuestra
nación regía el R. D. de 3 de Mayo. de 1834, confirmado por la ley de 9 de Julio
de 1856, que en su art. 47 prohibía pescar desde 1º de Marzo hasta
últimos de Julio, no siendo con la caña ó anzuelo, lo cual se permitía en
cualquier tiempo del año (17). Estos preceptos de veda estaban en pugna con las
leyes naturales y venían á permitir la pesca del salmón, precisamente en el
período de desove, que es cuando debía estar prohibida. Por eso, con muy buen
juicio, los delegados de los pueblos ribereños que entendieron en el estudio del
reglamento que nos ocupa, en su art. 4º prohibieron la pesca del salmón desde
fin de Agosto hasta 1º de Febrero, ó sea en la misma época en
/60/ que la legislación general del reino disponía su pesca, y á pesar de lo
absurdo de aquella disposición, en el resto de España siguió vigente el R. D. de
1834, hasta la publicación del R. D. de 27 de Febrero de 1880, que subsanó tal
error, rectificando el art. 47 y estableciendo el período de veda para los
salmón idos desde 1º de Septiembre al 15 de Febrero y dejando en
su vigor el reglamento especial del Bidasoa. En el reglamento firmado en Bayona
el 18 de Febrero de 1886 por los plenipotenciarios nombrados al efecto por ambos
gobiernos, y ratificado el 11 de Octubre del mismo año, se introdujo una ligera
variación al disponer en su art. 4º que la pesca del salmón y de la trucha
salmonada, quedaba prohibida en el Bidasoa desde fin de Julio hasta
1º de Febrero, y esta disposición continúa en vigor en el nuevo reglamento
de 6 de Abril de 1908, ratificado el 12 de Agosto de 1909, que es el que rige en
la actualidad .
Para que la variedad fuera mayor, acerca del período hábil para la pesca del
salmón, el Gobernador civil de Navarra, en el reglamento publicado el 3 de
Octubre de 1891, estableció la veda en la parte del Bidasoa que correspondía á
su provincia, fuera de la jurisdicción internacional, desde 15 de Septiembre
al 1º de Febrero, resultando de esta !disposición una patente
desigualdad, puesto que todo el mes de Agosto y la primera quincena de
Septiembre, se pescaba el salmón en la parte alta del río que pertenecía á la
jurisdicción de Narrara, en la cual no regía el convenio especial del Bidasoa de
1886, mientras dicha pesca se hallaba prohibida en la parte internacional del
río, y aunque con posterioridad á la disposición citada del Gobernador de
Navarra, se publicó el R. D. de 15 de Noviembre de 1895 con carácter general
para la península, estableciendo ,que el período de veda para la pesca de salmón
en todos los ríos no exceptuados de la regla general, que lo eran el Bidasoa, el
Miño y el Guadiana en sus partes fronterizas y no en todo el curso de sus aguas, fuese desde el
1º de Agosto hasta el 15 de Febrero, los
habitantes de los pueblos de Navarra, situados en las orillas del Bidasoa,
hicieron caso omiso de este R. D., así como del convenio internacional de 1886,
y prosiguieron disfrutando del mayor plazo que les concedía el reglamento de su
Gobernador civil, hasta que se publicó la circular del Director general de
Agricultura, Industria y Comercio de 17 de Noviembre de 1901 en la que se
disponía que el período de veda en la parte del río Bidasoa no comprendida en el
citado convenio de 1886, se ajustara á lo dispuesto en el artículo primero del
mencionado Real decreto de 1895.
El derecho exclusivo de la pesca del salmón en toda la extensión del Bidasoa,
del mismo modo que en la rada de Higuer, pertenece alternativamente á las dos
naciones ribereñas durante 24 horas, de conformidad á lo establecido en el art.10
del citado reglamento de 1909, y para poner en práctica esta disposición, los
alcaldes ó maires de los pueblos ribereños, deben reunirse 15 días antes
del 1º de Febrero, con el fin de sortear á que nación corresponde el primer turno, cuyo
sorteo se ha,c~, alternando por años, á bordo
de los cañoneros francés y español, surtos en el Bidasoa, á presencia de los
comandantes de los mismos, quienes se encargan de avisar á los pueblos
interesados que no han mandado delegados, el resultado del sorteo
(18). Los
alcaldes forman todos los años una lista nominativa de. los pescadores que en
cada pueblo poseen redes reglamentarias y, se entrega á los citados
comandantes para que se enteren los encargados de la vigilancia, que son los
dos comandantes mencionados y cuatro guarda-pesca (19). Practicado el
sorteo, comienzan á pescar los ribereños de la nación favorecida por la suerte,
y ejercitan su derecho desde las doce del mediodía, hora del reloj de la iglesia
de Irún, del 1º de Febrero, hasta las doce del mediodía siguiente. Al sonar
dicha hora, los cañoneros surtos en la ría disparan un cañonazo, alternando un
día uno y otro día otro, de modo que al disparar el estacionario español, entran
en funciones los pescadores españoles y se retiran los franceses, y viceversa
cuando retumba el cañón francés, todo lo cual obedece indudablemente á evitar
cuestiones que pueden suscitarse entre los pescadores de ambas naciones.
El salmón del Bidasoa era solicitado, desde tiempos muy remotos, como manjar
predilecto para las buenas mesas, y son muchas las veces que se ha mandado á la
casa Real, especialmente por Semana Santa. Constituía también el agasajo más
estimado con que Fuenterrabía obsequiaba al capitán general de
la frontera, cuando residía en esta ciudad, y el regalo principal con que
demostraba su gratitud á los que le favorecían en la corte, á pesar de los ocho
días que tardaba en recorrer el trayecto que les separaba de esta ciudad, la
caballería portadora de tan sabroso pescado.
El medio que se emplea generalmente para pescarlo, es el de la red llamada
salmonera. El peso de los que se cogen en estas aguas, oscila ordinariamente
entre dos y diez kilogramos, siendo, los de este peso, considerados como
grandes. Sin embargo, se pescan algunas piezas extraordinarias que rebasan
dicho peso, y aún viven en esta ciudad los que en 1893 cogieron en el Bidasoa
una de 18 kilogramos y en 1904 otra de 17 (20)
Abonos marítimos.
Hay otro producto en la ría Bidasoa, que si no rinde tanto beneficio como la
pesca, merece, sin embargo, que se la tome en consideración, Nos referimos al limo ó légamo que se extrae de la ría en
gran cantidad para abonar las tierras labrantías de los pueblos ribereños y á la
/62/ arena y grava que se saca para construcción de edificios y otras obras de
entretenimiento de vías públicas. El aprovechamiento de estas materias es de
grandísimo interés para la labranza de estos pueblos y para la más económica
construcción de las obras. Por el art. 8º del reglamento de 1858, se reservó á los pueblos interesados el derecho á utilizarse de estos
productos, y el reglamento vigente respeta dicha disposición en la misma forma
acordada entonces.
Alcaldía de Sacas y gabarra de la Provincia.
Aunque comprendemos la
mucha extensión que hemos dado á la descripción del río Bidasoa, debido á la
circunstancia especial de tratarse de un río internacional, cuyas aguas sirven de línea divisoria á
Francia y España y que tantas veces ha
reclamado la atención de los gobiernos respectivos por las complicaciones á que
ha dado lugar, no podemos, sin embargo, prescindir de dedicar unas líneas al
asunto que señala el epígrafe conque encabezamos este final.

Embarcadero de
Fuenterrabía
Entre los privilegios más importantes que poseía Guipúzcoa en tiempos
pasados, se contaba el del Alcalde de Sacas ó cosas vedadas, que era el
encargado de evitar toda defraudación en la frontera, cuando las Aduanas de
Castilla se hallaban establecidas en la orilla del Ebro.
El nombramiento de este Alcalde, así como el de sus guardas y demás
subordinados, se hacía por la Provincia de Guipúzcoa, y residían en Irún, donde
todavía subsiste en el alto de Olazábal la casa levantada por la Provincia
para residencia de dicho funcionario, como punto el más adecuado para vigilar el
paso de la ría Bidasoa, hasta el año 1841 en que se estableció /63/ la
Aduana en dicho punto, con una administración de rentas de Real nombramiento con sus
correspondientes dependientes, privando así á Guipúzcoa, sin
compensación de ningún género, de una prerrogativa que durante varios siglos
había ejercitado.
Como consecuencia del privilegio de la Alcaldía de Sacas, tenía Guipúzcoa
la regalía de que no hubiese en el Bidasoa más gabarra que la que ponía la
Provincia al cuidado del Alcalde de Sacas para el tránsito de gentes, caballerías, ganados y mercaderías de un reino á otro, la cuál solía estar ordinariamente en el paso de Behobia, en el mismo punto donde se halla actualmente
el puente internacional, aunque también alguna vez, en épocas de guerra, estuvo
en el puntal de Fuenterrabía. Se cobraban los derechos de pasaje con arreglo al
arancel establecido por la Provincia, y á pesar de .haberse construido el
puente de piedra en dicho punto el año 1855, á costa de ambas naciones, continuó
la gabarra haciendo su servicio, hasta fines de julio de 1860, en que fué
suprimida por R. O.
Para sustituir á la única gabarra que bastaba antiguamente para cubrir todas
las necesidades que ocurrir pudieran en el transporte de gentes y mercaderías
que pasaban de una á otra orilla de la ría, tenemos hoy los medios siguientes:
El vado de Puntha, al pie de Biriatu, donde hay una lancha para el
servicio de gentes, El puente internacional de la carretera en Behobia, reconstruido de 1878 á 1879, con la línea divisoria de ambas naciones, marcada en el centro del mismo por medio de dos columnas, en las cuales por la parte
de Francia se ven las letras R. F., iniciales de República Francesa, y
por la otra las armas de España. El pasaje de Santiago en Irún por medio de
embarcaciones que cruzan la ría sin cesar. El puente del ferrocarril del
Norte, que tiene cinco ojos: en los cuatro machones centrales, se ostentan
distintivos que indican la nación en que se hallan fijados; en uno de los
pilares de la parte de Francia, se ve la letra N, inicial de Napoleón, con una corona encima, y en la otra el águila francesa; en los dos del lado de España,
se ven, en uno la letra Y, inicial de Ysabel II, en cuyo tiempo se construyó, y
la corona Real encima, y en el otro las armas de España; en la mitad del arco
central, corresponde la línea divisoria de ambas naciones. Pasaje de
Fuenterrabía á Hendaya por medio de lanchas, que suele aumentarse el verano con
otro paso que se establece desde el barrio de la Marina á Hendaya y playa de Ondarraizu.
En breve va á dar comienzo la construcción de otros dos puentes sobre el
Bidasoa en el paraje de Santiago. Uno que va á hacerse á expensas de la villa de lrúp á continuación de la nueva calle que se está
abriendo con el nombre de Avenida de Francia, y otro que va á ejecutar la
compañía del ferrocarril de San Sebastián á la frontera francesa, con el objeto de prolongar
su línea hasta Biarritz.
Más adelante encontrarán nuestros lectores las noticias referentes á la
/64/renombrada isla de los Faisanes, enclavada en el centro de esta ría, cerca
del paso de Behobia.
NOTAS
(2) Como excepción podría consignarse, que algunos puntos situados en los
mismos 1inderos de Guipúzcoa y Álava vierten sus aguas en el Ebro; v. g.: la
pradera de Urbía, el crucero de Arkurutzeta y la venta de San Adrián.
(3) Con más propiedad debiera Ilamársele ría á la parte qu~ sus aguas
recorren en Guipúzcoa; puesto que casi en su totalidad la inundan las mareas.
(4) Chateau d'Urtubie, por Mr. Jaurgain.
(5) Se refiere al cabo Higuer.
(6)
Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa.
(7) Veamos lo qué á propósito de este particular, dice autoridad de tanta
valía como D. Antonio Cánovas del Castillo: «Convínose por el artículo 9º de
aquel tratado en que la línea de división de ambas naciones bajaría por el centro de la corriente principal del río Vidasoa
durante la baja marea, hasta entrar con él en la rada de Higuer, conservando su
actual nacionalidad las islas y quedando la de los Faisanes común.
Estébanez sostuvo enérgicamente (sesión del Senado de 4 de Junio de 1857) que
todo el río Vidasoa por una y otra orilla pertenecía á España y la verdad es
que, según Garibay refiere en las vistas de Luís XI y nuestro Enrique IV en la
frontera, no tan solo llegó éste á la orilla derecha, sino que caminó cuanto
mojaba la corriente, reconociéndose expresamente que tenía allí señorío
por el Monarca francés. Tales derechos fueron con facilidad mantenidos, bajo
Carlos V y Felipe II, unas veces llevándose pacíficamente á cabo ciertos actos
de jurisdicción por parte de las justicias españolas de la orilla izquierda del
río, y otra tronando contra cualquier fortificación que se levantaba en
Hendaya el cañón dominante de Fuenterrabía. Pero ello es también que varias
entrevistas de personas reales se celebraron por aquel tiempo mismo, en las
cuales, no sin protestar siempre Irún y Fuenterrabía, pero tolerándolo España,
se partió ya del supuesto de que el lado derecho del río era francés;
y en 1615, cuando tuvieron lugar los desposorios de Felipe IV con Isabel de Borbón
y Luís XIII con Ana de Austria, de hecho reconoció ya nuestra corona por
territorio extranjero la mitad de la isla de los Faisanes y del mismo río
Vidasoa. Alegaban tales antecedentes los negociadores y defensores del tratado
de una parte, y de otra las modernas reglas del derecho internacional, tocante
á ríos fronterizos...
Como la respectiva entrega de princesas, en el caso antes citado, se
hizo ya en el centro del río, reinando en España Felipe III, quedó en realidad
desarmado el gobierno español para pretender otra cosa de allí adelante. Así
fué, que al ir á negociar la paz, que se llamó de los Pirineos, D. Luis de Haro,
no se curó más ya sino de que la mesa, sobre la cual habían de hacer sus apuntes
Mazarino y él, descansase sobre la mitad, estrictamente repartida, de la citada
isla de los Faisanes, á fin de que no pareciese que trataba de paz fuera del
propio territorio un primer ministro de España...'.
Pensar, pues, con todo eso que en 1856 fuera posible
volver atrás y
hacer buenas las antiguas reclamaciones de Irún y Fuenterrabía, era pensar un imposible».
(De
EI Solitario y su tiempo.
Biografía de D. Serafín Estébanez Calderón y
crítica de sus obras. Tomo 11, Cap. XIV).
(8) Lesaca, Vera, Echalar, Aranaz y Yanci
(9) Copia de la carta escrita por la Provincia á los
Ayuntamientos, que se halla en el libro de actas del Ayuntamiento de
Fuenterrabía, sesión del 13 de junio de 1598. En la del 19 está la carta de San
Sebastián.
(10) Noticia de las cosas memorables de Guipúzcoa,
Tomo 2º, p:1;g. 38.
(11) Estos documentos, como otros que citamos en
este trabajo, se hallan en el Archivo Municipal de Fuenterrabía, bien originales
ó bien copia.
(12) Antiguamente Ondarralzu ú Ondarraizu.
(13) Item, cortcedo vobis illum portum de Astuniaga, quod sit semper
vester, talli tamen pacto quod uno quoque anno detis pro illo portu
quinquaginta marvotinos». Asi mismo os concedo que aquel puerto de Astuniaga
sea por siempre vuestro á condición, sin embargo, de que por tal puerto aboneis
anualmente 500 maravedises.
(14) He aquí los nombres de los pescados que se cogen
en la rada de Higuer Cabras marinas, que aquí llaman krabas; berdeles,
chicharros, congrios, chipirones, jibias ó chibias, mujiles ó corrocones, chicharros, lamotas,
lubinas, berberines, platiyas ó platusas, lenguados, barrados, pesetas, alosas ó kolakas, anguilas, gallos, zakarallos, sabias, musatas, doncellas, auokerras,
neskazarras, katuarraias, muturmotzas, musarras, postegos, zarakonchas, anchoas,
sardinas, cangrejos, agujas ú orratzas, doradas, mujoles, pulpos, lampernas,
muskillos, tramanas, tollas, mazoplas, amudietas, durdos, fanecas, andesas,
alakuas, kakajalias, pespelanta ó pez alado, salmones, truchas, bobas.
(15) Además de esta nasa, había otra en el punto de Santiago de Hendaya, por
donación del señor de Lastaola al prior de dicha iglesia, pero el gobierno
francés la mandó destruir en tiempo de la revolución, haciendo extensivo el
beneficio de la pesca á todos sus vasallos.
También Irún las puso en más de una ocasión, pero Fuenterrabía nunca las
consintió.
(16) Consideramos á dichos representantes acreedores á que sus nombres se estampen en este lugar, y lo hacemos con gusto
por el mismo orden de las
delegaciones señaladas: Don Melitón de Ramery, D. Policarpo de Balzola, D.
José María de Echenagusía, H. de Larralde Diustegui, J. Lissardiy P. Lapeyre.
(17) Las ordenanzas de la Provincia de 1484, prohibían que se ocupasen con las
nasas más de las dos terceras partes de los ríos. Las de 1755, prohibían la
pesca de los salmonetes en todo tiempo, pero no señalaban el período de veda y
de pesca para el salmón.
(18) El reglamento de 1886, fué el primero que dió
atribuciones á los
Comandantes de los cañoneros para entender en estos asuntos, y, desde 1890, se
hace el sorteo á bordo de los cañoneros, cuyos comandantes invitan á los Alcaldes
á que asistan á presenciarlo. El sorteo se reduce á determinar cual de las dos
naciones ha de dar principio á la pesca del salmón al levantar la veda.
(19) Dos nombrados por las municipalidades de Irún y Fuenterrabía; y dos por
las municipalidades de Urruña, de Hendaya y de Biriatu. Dichos guardas están
bajo la directa vigilancia del comandante del estacionario, y su salario corre
á cargo de las municipalidades qué les nombran.
(20) Además del salmón se cogen en. en Bidasoa la
anguila, lamprea, platiya,
mujil ó corcón, trucha, alosa, ostra, cangrejo, chabalo, berberín, peseta,
angula, lenguado, lubina, pespelanta.
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