SEGUNDA PARTE
GEOGRAFÍA POLÍTICA
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/2374/
I LA
PROVINCIA Y SU ORGANIZACIÓN
INSTRUCCIÓN PÚBLICA
Creado el Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes por R. D. de 18 de
Abril de 1900, corresponde al Ministro del nuevo departamento el gobierno
superior de la enseñanza, que antes se hallaba a cargo del Ministro de Fomento.
La Instrucción pública en Guipúzcoa está sujeta a las leyes generales de la
nación, y en virtud de la organización vigente, corresponde al Distrito
Universitario de Valladolid .
La Junta provincial, con residencia en la capital de la Provincia, y las
Juntas locales o municipales, que dependen de ella, se hallan así bien
constituidas como en el resto de España.
Hay también Delegado Regio de primera enseñanza, de reciente creación. Es
creencia general la de que Guipúzcoa no se ha ocupado del ramo de instrucción pública hasta los tiempos presentes, dejando
desamparado en la
antigüedad un servicio tan importante.
Esta es la opinión que reflejan la mayor parte de los autores que han tratado
del asunto, a nuestro juicio erróneamente, porque no han ahondado la materia con
el debido conocimiento,
/375/ Buena prueba de que Guipúzcoa miraba con interés, hace mucho tiempo, el
fomento de la instrucción pública de sus administrados, es el acuerdo que tomó en las Juntas de Rentería del año 1571, de que en la Provincia, villas y lugares
de ella, no pudiera ser elegido Alcalde ordinario y de la Hermandad, el que no
supiere leer y escribir, ordenanza que fue aprobada por el rey Don Felipe II el
29 de Enero de 1573 y que se halla inserta en el libro de la recopilación de los
fueros (171).
Dada la autonomía municipal de que han estado investidos los pueblos de
Guipúzcoa, y la carencia de todo género de recursos de que adolecían la mayor
parte de ellos, no era posible que la entidad Provincia hiciera más en términos
generales, porque conviene tener presente que el acuerdo en cuestión es
obligatorio para todos los municipios de la Provincia, así para aquellos que por
disponer de medios y vivir agrupados, contaban seguramente con escuelas, como
para aquellos otros rurales que tenían el vecindario desparramado y carecían de
recursos.
Como es natural, esta clase de municipios que, por no tener escuelas, apenas
contaban en su jurisdicción con vecinos que supieran leer y escribir,
reclamaron a las Juntas provinciales que se les eximiera de aquel requisito,
pero la Provincia nunca se allanó a tales ruegos, ratificando, por el contrario,
en las Juntas de Elgoibar de 1682, la ordenanza de Rentería. Consecuente con
tales acuerdos, la Provincia anuló la elección de alcalde en Abalcisqueta, el
año 1690, porque carecía de las condiciones señaladas.
Todavía en 1697 la alcaldía de Sayaz insistía en que se le eximiera de
aquella obligación durante algunos años, y aún se persistió más tarde por otros
Ayuntamientos en el mismo sentido, pero la Junta, en el año citado y en el de
1708, dispuso que se guardase fielmente la ordenanza de Rentería.
Dicho se está que, con este medio indirecto, la Provincia obligó a los
municipios a tener en su jurisdicción quien les enseñara a leer y escribir,
pues de lo contrario se hallaban expuestos a quedarse sin vecinos capacitados
para ejercer los cargos públicos aludidos, y remontándose estos acuerdos al
último cuarto del siglo XVI, no puede decirse en justicia que Guipúzcoa no se
ocupó de la instrucción pública hasta tiempos recientes.
A pesar de las azarosas circunstancias en que se desarrolló la historia de la
provincia de Guipúzcoa por su situación fronteriza, que la obligaba a vivir en
continua alarma y siempre dispuesta a hacer frente a las invasiones enemigas,
siguió preocupándose de un ramo tan importante de la prosperidad pública, y en
las Juntas del año de 1721, tomó el importante acuerdo de que se pusieran
maestros de niños en todos los pueblos de su dependencia.
/376/ Claro está que la orden citada, aunque era general, no tenía aplicación mas
que en las pequeñas aldeas, pues las villas no carecían de tan importante medio
de instrucción. Así vemos, por las noticias a que alcanza nuestra investigación,
que en Eibar, por ejemplo, a pesar de no tener por entonces, ni con mucho, la
importancia de ahora, contaban, al comenzar el siglo XVII, con un maestro de
primeras letras, sin que esto quiera decir que no fuera mucho más lejano el
principio de su institución. De Villafranca sabemos que en 1538 tenía ya maestro
de escuela, y de Tolosa tenemos referencias que alcanzan al año 1592, aunque
seguramente, antes de esa fecha, existía ya quien se encargase de enseñar a los
niños.
No faltaron tampoco esclarecidos patricios que, comprendiendo la importancia
de la instrucción de sus paisanos, secundaron los deseos de la Provincia,
instituyendo diferentes fundaciones en los pueblos de su naturaleza, con renta
suficiente para la subsistencia de estas obras benéficas, y entre ellas podíamos
mencionar la escuela que se creó en Vidania, por don Bartolomé de Lopetedi, en
1812; en el barrio de Alegría de Ichaso y Gabiria, por don Francisco Javier de
Arcelus, en 1823; en Urnieta, por don José de Vidaur; en Zumarraga, por
Aguirrebengoa hermanos; en el barrio de Anduaga de Ezquioga, por el capitán don
Domingo de Irizar, en 1698; en Eibar, por don Martín Iñarra, etc.
En los tiempos a que nos referimos, el personal de enseñanza no contaba en
general con títulos académicos, sino que, por ser libre ésta, podían desempeñar
el cargo de maestro sujetos que supiesen leer y escribir con alguna perfección y
tuviesen algunas nociones de aritmética, incluyendo también en el programa la
enseñanza de la doctrina cristiana.
Nos figuramos que a las disposiciones emanadas de la autoridad provincial y
municipal, así como a las iniciativas y filantropía de los hijos beneméritos de
Guipúzcoa, que destinaron sus caudales a la cultura y adelanto de sus paisanos,
se opondría como valla insuperable la topografía del país y el modo de vivir de
las poblaciones rurales de la Provincia, en edificios dispersos y diseminados en
las lejanías, y no recogidas en pueblos agrupados como en la mayor parte de los
pueblos de España.
Los que conocen la vida del vecindario rural de Guipúzcoa, no pueden menos de sentir admiración hacia estos pequeños escolares, que diariamente
atraviesan largas distancias para acudir a la escuela de su pueblo. Hay que ver
cómo abandonan su casa, con mucho tiempo de antelación a la hora señalada para
entrar en clase, y voceando a los de arriba y a los de abajo, van reuniéndose en
grupos que recorren los caminos de las montañas con animada algarabía, sufriendo todas las inclemencias del tiempo, para llegar al
pórtico de la iglesia, antesala obligada, antes de presentarse en la escuela,
sofocados y jadeantes el verano, y mojados y embarrados el invierno. Y como la
distancia es larga para regresar a sus casas, tienen que valerse de familias
/377/ amigas para preparar sus viandas al mediodía, y no vuelven a sus hogares
hasta la noche. Verdaderamente supone un sacrificio muy digno de tener en
consideración, el que se imponen estas familias alejadas del casco, al imbuir en
los niños los rudimentos de la enseñanza. Y si esto sucede hoy, que los caminos
son más asequibles y las montañas se hallan limpias de abrojos y malezas, que
servían antes de guarida y defensa a los animales dañinos, considérese la
imposibilidad material que en tiempos pasados existía para que los tiernos niños
salvasen solos la distancia que separaba sus moradas de la escuela levantada en
la plaza de la aldea.
Esa fue principalmente la causa de que en los pueblos rurales entrase
perezosamente la instalación de las escuelas, porque resultaba un beneficio muy difícil de ser utilizado por
sus habitantes, pero no puede ponerse en
duda que las autoridades de la Provincia, así como muchos generosos patricios
que invirtieron sus caudales en fundar estos centros de instrucción, han venido
hace mucho tiempo ocupándose de divulgar la enseñanza primaria entre los habitantes de Guipúzcoa.
Viniendo a tiempos más cercanos, el año. 1823,
la Provincia se ocupó de nuevo de este importante asunto, y en la Junta
particular celebrada en Azpeitia el mes de Septiembre, encomendó a la Diputación
que nombrase una comisión de personas aptas para el estudio de un reglamento o
plan para las escuelas de primeras letras de Guipúzcoa. La Diputación nombró, al
efecto, una comisión compuesta de los señores don Domingo de lribe y don Juan
Enrique de Urrútia, director y principal, respectivamente, del Seminario de
Vergara, y don Mariano Arizmendi, maestro de la escuela de Hernani.
Presentaron éstos su trabajo en las Juntas generales del año inmediato, en
las que se examinó y aprobó, disponiendo su impresión y circulación por la
Provincia (172). En el escrito que acompañó a este reglamento y que le sirve de
prólogo, se enaltece la obra encomendada al maestro, elevándola a su justo
valor, y se tarta de eximirle de la influencia del cacique, dándole una
independencia que antes no tenía. Trata de las faltas de que por entonces se
adolecía, y dice: «Las principales causas de estos defectos que la comisión echa
de ver son la indotación de los maestros, su inseguridad o precaria existencia,
dependiente casi siempre del mal humor o capricho de alguno o algunos individuos
que mandan en los pueblos; la poca consideración que gozan en el público...»
En este plan se propone la creación por primera vez de las Juntas de
inspección de escuelas y del visitador provincial, cercenando de este modo las
atribuciones omnímodas que tenían antes los Ayuntamientos, y saliendo al paso de
la oposición que esta medida pudiera originar en los pueblos, /378/ dicen: «Algún Ayuntamiento podrá llegar a persuadirse de que se le priva de
la autoridad inmediata que tiene sobre sus asalariados, y quizá no distinguirá
al maestro, a este distinguido asalariado, de los demás dependientes, y no
conocerá que vilipendia y ata unas manos poco menos que sagradas, que han de dar
la hermosa forma de virtud y probidad a sus mismos hijos tiernos y de cera» .
También se prevé que los maestros pueden llevar a mal la institución de estas
Juntas y del visitador, constituidos en fiscales suyos, «sin advertir, dicen,
que estas mismas Juntas los ponen al abrigo del capricho y mal humor de algún
mandón, que pocas veces falta en los pueblos».
El reglamento viene dividido en seis capítulos. Por el primero se crea una
Junta de inspección provincial y otra municipal y un visitador de todas las
escuelas de Guipúzcoa, que será vocal de la primera Junta.
El segundo capítulo trata del maestro y de sus calidades y del título que
deben poseer. Piden que debe exigírsele certificado de buena vida y costumbres,
conforme a la Real Pragmática que se halla en vigor. «Nunca se ponderará lo
bastante, dicen, ni nunca serán demasiadas las diligencias y pesquisas que se
hagan para averiguar la conducta del que aspira a la plaza de maestro. Este ha
de ser el ejemplar que se les pone a unos niños que imitan los vicios, del mismo
modo que las virtudes, de los que son respetables para ellos. Para siempre debe
estar cerrada la entrada del santuario de la inocencia para un maestro
escandaloso y de mala conducta moral: nunca jamás debe permitirse el que tales
hombres se acerquen a un niño».
El tercer capítulo está dedicado a la instrucción, que se subdivide en
puramente instrucción o cultura de entendimiento, en moral y costumbres y en
religión y sus prácticas. A propósito de la moral, dice: «Si, la que parece
imposible, los maestros llegasen a entender algún día que cumplían con sus
deberes enseñando solamente a leer y escribir, y si fuera dable sacar discípulos
instruidos en todas las ciencias, descuidando la parte moral o de costumbres,
en tal caso sería mejor cerrar todas las escuelas y que no hubiese maestro
ninguno, porque siendo las ciencias un medio, una capacidad mayor, vendrían a
ser un arma, un instrumento dañoso en manos de un frenético, funesto para sí y
sus semejantes».
El cuarto trata de la dotación y ascensos de maestros y ayudantes. No señala
salario alguno, pero se hacen cargo de que están muy mal dotados, y pide la
comisión que todos los pueblos remuneren sus servicios con un sueldo y que los
niños paguen además una módica pensión, según la posición de sus familias. «Si
fuera posible, dice, el maestro debiera ser dotado, al menos, como el empleado
público mejor dotado de los pueblos». Aconsejan, tanto a los Ayuntamientos como
a los eclesiásticos y particulares, que eleven la categoría de los maestros en
el trato social, dándole muestras de estimación y aprecio. «No debiera haber
fiesta o función de pueblo, dicen a este propósito /379/ a donde convida la autoridad, en que el maestro no ocupase su debido lugar,
como el que ocupa el más distinguido del pueblo».
El quinto se contrae a los alumnos, sus premios y castigos. «No crean los
maestros, dice la comisión, que no hay más castigos que azotes, los que deben
servir en casos apurados y cuando no alcanzan otros. Castigo es para el niño
todo lo que le violenta y le hace sentir; castigo es toda privación». Disponen
que se celebren exámenes dos veces al año, a los cuales debe la Junta dar la
mayor solemnidad posible, invitando a los vecinos honrados y a los eclesiásticos.
El sexto se ocupa de la policía de las escuelas. Determina el reglamento que
no deben acudir a la escuela niños menores de seis años y que mientras llegan a esa edad pueden asistir a escuelas de maestras para que adquieran
algunos principios antes de ir a las escuelas públicas. No debe tolerarse que
asista ningún niño con erupciones contagiosas. Todos deben acudir bien lavados y
con aseo en los vestidos, y de la contrario, se les debe enviar a casa con un
recado para sus padres. Señalan seis horas de clase al día y vacaciones de unos
días después de los exámenes. Proponen además que al maestro se le den
quince días de vacaciones al año.
Nos hemos ocupado con algún detenimiento en el examen del plan para las
escuelas, aprobado por las Juntas de Guipúzcoa, porque revela el sentir de los
hombres encargados de la administración de la Provincia en aquella época. Podrán
ver algunas deficiencias en el espíritu en que se inspira este reglamento, los
partidarios de ciertas ideas, pero cualesquiera que sean sus defectos, no puede
negarse que la Provincia dio un paso de gigante, infiltrando en las
corporaciones municipales y entre las personas particulares, ideas no usadas en
pro del magisterio y del concepto que se debía tener de las escuelas. La figura
del maestro se eleva a una gran altura, haciendo un llamamiento a las clases
directoras para que se le dispensase la estimación social a que era acreedor;
las reglas de policía no pueden ser más acertadas y el concepto del castigo a
los niños es el reverso del adagio en uso en aquellos tiempos, de «la letra con
sangre entra».
Si después de estas medidas progresivas y laudatorias, no se han alcanzado
todos los beneficios a que se aspiraba en este ramo, no podrá culparse
ciertamente a la autoridad provincial, sino únicamente a la escasez de recursos
de los municipios y a la topografía del país. Pero a pesar de estos gravísimos
inconvenientes, desde que podemos hacer un examen comparativo de la proporción
media de los alumnos asistentes a las escuelas de todas las provincias de
España, Guipúzcoa ocupa un lugar distinguido entre ellas.
A continuación copiamos el estado indicador de la altura en que se hallaba la
instrucción primaria en nuestra Provincia, al mediar el siglo pasado:
Estado de la instrucción primaria de Guipuzcoa en el año 1847
Si comparamos el estado de la instrucción primaria de 1847 con el del año
1860, resulta que para 145 maestros y maestras que había en la primera de las
fechas, en la segunda había 191, y para 5.307 niños y 2.440 niñas que acudían a
las escuelas en 1847, asistían en 1860; 7.035 de los primeros y 4.944 de las
segundas.
En 1847 figuraban en Guipúzcoa 118 escuelas públicas de instrucción primaria
y 23 privadas, o sea en junto 141, y en 1860 existen 118 de niños y
71 de niñas, que hacen 189 escuelas públicas, y 38 de las primeras y 17
de niñas, o sea en junto 55 escuelas privadas, que hacen un total de 244
escuelas, que representan un aumento de 103 escuelas en un espacio de tiempo de
13 años.

Escuelas públicas municipales de Tolosa
Si comparamos los datos de 1847 con otros de 1868, nos dan por resultado que
en la primera de las fechas la proporción media de asistencia era de 7,42 por
ciento, yen 1868 de 11,89 por cada cien habitantes, siendo así que la proporción
media de todas las provincias de España en esta fecha era de 11,45 por ciento.
Si nos acercamos a tiempos más recientes, los datos oficiales que poseemos
nos probarán que la instrucción primaria en Guipúzcoa sigue en estado de prosperidad creciente.
Véase sino el estado que a continuación
publicamos:
Estadística escolar de Guipúzcoa en 1908
/384/ Del examen del precedente estado, sacamos en consecuencia que,
correspondiendo a esta Provincia 346 escuelas, tenía en aquella fecha 308
públicas y subvencionadas y 121 privadas, que hacen en junto 429 escuelas.

Escuelas públicas costeadas por Viteri, en Fuenterrabía
Si tuviéramos datos oficiales más recientes, no nos cabe la menor duda de que
de ellos podríamos sacar la consecuencia de que el total de escuelas con que
cuenta Guipúzcoa en el día, resultaría mayor.

Escuelas públicas costeadas por Viteri, en Irún
Así bien, la estadística copiada nos prueba que la población escolar de 6 a
12 años, asciende en Guipúzcoa en 1908 al 14,08 por cada cien habitantes. Para
que se tenga conocimiento de las cantidades que los pueblos de Guipúzcoa
invertían para el sostenimiento de la instrucción pública, con relación /385/ al total de los ingresos con que contaban para cubrir sus
presupuestos, en la época a que nos referimos, copiamos a continuación un estado
que contiene los datos apuntados:
Presupuestos de los municipios de Guipúzcoa. Año de 1905
/386/ Si comparásemos las cantidades presupuestadas para Instrucción pública el
vigente año de 1915, con las de hace diez años que dejamos copiadas, el aumento
que había de resultar en muchos Ayuntamientos, sería muy considerable. Así vemos
que en Eibar, para 19.531,25pesetas que figuraban en el presupuesto de 1905,
aparecen en el actual 25.263. En lrún .figuran en aquella fecha 42.607,25 y hoy
55.817,78. En San Sebastián 138.248,70 para 329.533,40 que se destinan hoy. En
Tolosa 29.374,23 en 1905 y 30.092,48 actualmente.
Son varias las Corporaciones municipales de Guipúzcoa que no se concretan al
pago de los gastos de enseñanza señalados como obligatorios por la ley, sino que
extienden su influencia bienhechora fuera del radio del trato oficial, siempre
seco y duro, y buscan otros medios de atracción que hagan simpática al niño la
vida escolar, sin detenerse ante el nuevo gravamen que esta ampliación ha de
traer sobre el presupuesto del Municipio. De la capital han partido tan hermosas
iniciativas, que han sido acogidas generosamente en algunas otras localidades.
Entre estas mejoras pondremos en primer término la de las cantinas escolares,
que se inauguraron en San Sebastián el año 1911 y siguen funcionando con
creciente éxito en beneficio de los niños pobres que asisten a las escuelas
municipales. En estas cantinas encuentran los pequeños escolares una comida
confortable que el Municipio les suministra gratuitamente y les evita el tener
que alejarse de la escuela para ir a sus casas.
No contentándose con este agasajo, la Corporación municipal de San Sebastián,
al finalizar la campaña de invierno, obsequia a los niños de todas las escuelas
con una comida extraordinaria, bien en la misma capital, sirviéndoles con el
mayor boato ante numeroso publico, o bien llevándoles a pasar un día de campo a
algún pueblo próximo.
También el Ayuntamiento de Tolosa invierte anualmente 500 pesetas en el
sostenimiento de las cantinas escolares.
Las colonias escolares se hallan así bien organizadas con el mismo espíritu
bienhechor, no sólo en la capital, sino también en otros pueblos de importancia,
y si San Sebastián manda a sus niños pobres a Pedrosa a cambiar de clima y
respirar aires saturados con las sales del mar, lrún envía a sus pequeños a
corretear en la playa de Fuenterrabía, y Eibar conduce a los suyos al alto de Arrate a oxigenar
los pulmones en aquella elevada pradera, exenta de las
humedades del río Ego y de las impurezas con que la industriosa villa malea el
ambiente del barranco en que se halla enclavada.
Los locales que los pueblos de Guipúzcoa destinan a escuelas públicas son en
general buenos, y las poblaciones de alguna importancia cuentan con hermosos
edificios levantados de nueva planta, que llenan holgadamente todas las
condiciones que exige la pedagogía moderna. Podríamos citar a este propósito las
de San Sebastián, Irun, Tolosa, etc., que son suntuosos palacios /387/ escolares, y por no referirnos únicamente a poblaciones importantes,
citaremos también el nuevo edificio, amplio y cómodo, destinado a escuelas de
ambos sexos por la villa de Gaviria, que tiene 844 habitantes, y el que acaba de
levantar de nueva planta la pequeña villa de Ormaiztegui, que, a pesar de no
tener más población que la de 633 almas, ha construido un edificio que ha
costado más de 40.000 pesetas, con todas las condiciones que pueden pedírsele a
una obra de esta naturaleza, y completado con un mobiliario que se ajusta a los
últimos modelos recomendados por la ciencia pedagógica.
Cuando estas líneas se escriben, no hace más que veinticuatro horas que se ha
inaugurado este notable edificio, con asistencia de ilustres personalidades que
han querido realzar con su presencia acto tan simpático.
Al hablar de las escuelas de Guipúzcoa, no es posible que nos abstengamos de
citar el nombre del meritísimo patricio guipuzcoano Excmo. Sr. D. Pedro de
Viteri, que levantó a sus expensas varios Centros de enseñanza en diferentes pueblos de esta Provincia. El primer edificio escolar que levantó
fue el
de Mondragón, su pueblo natal. No se contentó con el capital de 123.000 pesetas
invertido en la obra y en el mobiliario, sino que estableció una fundación para
el sostenimiento de las escuelas con otro capital de 200.000 pesetas, asignando
un sueldo anual de 2.000 pesetas a cada uno de los tres profesores que asisten a
dicho centro de enseñanza. Los años sucesivos al de 1902, en que se inauguraron
las escuelas de Mondragón, fue dotando este generoso donante de edificios
similares a varios pueblos de la Provincia, en la forma que se verá a
continuación: Fuenterrabfa (82.906 pesetas), Renteria (65.385), Pasajes de San
Juan (25.697), Pasajes Ancho (28.738), Irún (80.000), San Sebastián (65.000),
Arechavaleta (36.000), Hernani (48.000) y Urnieta (20.000).
,
El desprendimiento del señor Viteri, en conjunto, puede decirse que
asciende a la cantidad de 774.600 pesetas.
Para completar el estudio de materia tan interesante; como es la de la
instrucción pública, examinemos cuanto tiene relación con el número de
analfabetos existentes en Guipúzcoa:
Estado general del número de analfabetos
inscriptos en los censos desde 1860 hasta 1900
Analfabetos (182) inscriptos
en los censos de |
1860 |
1877 |
1887 |
1900 |
112.430 |
110.600 |
128.906 |
145.553 |
Número de analfabetos por
cada cien habitantes |
1860 |
1877 |
1887 |
1900 |
66,65 |
58,22 |
54,70 |
46,75 |
(182) Van incluidos en este epígrafe los niños de todas las edades que
no saben leer ni escribir.
En el censo de 1900, las provincias que se enumeran a continuación
aparecen con el siguiente número de analfabetos por cada cien habitantes: .
/388/ Álava, 34,29; Burgos, 40,82; Madrid, 36,75; Navarra, 44,60; Palencia,
.40,45; Santander, 40,54; Segovia, 42,68.
Excepción hecha de estas siete provincias, todas las demás de España tienen mayor número de analfabetos que Guipúzcoa, que, como se ha dicho,
contaba a la sazón 46,75 por ciento.
|
Censo de 1860 |
Censo de 1910 |
Saben solo leer |
22.279 |
8.716 varones |
20.132 |
8.487 varones |
13.563 hembras |
11.645 hembras |
Saben escribir |
53.110 |
20.066 varones |
85.124 |
44.638 varones |
33.044 hembras |
40.486 hembras |
No saben leer |
100.721 |
54.446 varones |
90.594 |
42.820 varones |
48.275 hembras |
47.774 hembras |
No se han publicado todavía los datos oficiales recogidos en el censo de
población de 1910 respecto de esta materia, pe'ro a falta de ellos podemos dar
por verídicos, con relacióná dicho año, )os resúmenes siguientes:
Saben solo leer |
16.258 |
6.924 varones |
9.334 hembras |
Saben escribir |
118.204 |
59.842 varones |
58.362 hembras |
No saben leer |
92.222 |
43.886 varones |
48.336 hembras |
Siendo la población de Guipúzcoa en la fecha indicada de 226,684 habitantes,
resulta que el número de analfabetos, con inclusión de los niños de todas las
edades, es de 40,2 por cada cien habitantes, cuyo resultado, cuando se pueda
comparar con el de las otras provincias de España, no hay duda que ha de colocar
a la que nos ocupa en el lugar preeminente en que la hemos visto en 1900, y si
todavía no alcanza el grado de perfección en que nosotros desearíamos verla
encumbrada, se debe, como ya se ha dicho, a las dificultades que en los pueblos
rurales tienen que vencer los niños para recorrer las largas distancias en que
se hallan situadas las viviendas, de la escuela levantada en el centro
próximamente de la jurisdicción
No concluiremos las páginas dedicadas a este asunto tan importante, sin
consignar que las atenciones de primera enseñanza se pagan con escrupulosa
puntualidad por todos los Municipios de la Provincia, dentro de los plazos
señalados por el Estado, sin que un solo Ayuntamiento adeude la más ínfima
cantidad por este concepto.
SEGUNDA ENSEÑANZA Y ESTUDIOS SUPERIORES
En la Provincia existían varios
centros de enseñanza con diferentes destinos, a donde se podía acudir en busca
de conocimientos de distinta índole, según las aficiones de cada uno. Algunos de
estos centros se hallaban sostenidos por Municipios o fundaciones de
particulares. Entre éstos podríamos citar el convento de religiosas /389/ de la Madre de Dios de la villa de Vergara, fundado en 1797, en donde
recibían la enseñanza las educandas internas y las jóvenes del mismo pueblo; la
Academia de Dibujo, creada en Tolosa en 1807, para la instrucción de obreros; la
Escuela de Náutica, a cargo del notable cosmógrafo licenciado Poza,
subvencionada por el Ayuntamiento de San Sebastián en 1583 y creada de nuevo en
1765 por el Consulado de dicha ciudad; la de Comercio, establecida en 1861, en
la misma población. Las clases de latinidad que se explicaban en Tolosa, Azpeitia, Segura, Villafranca y Oñate por preceptores dotados en parte con
fundaciones particulares y en parte por las villas en donde se hallaban, las
cuales desaparecieron al igual que otras fundaciones que existían en Oñate, Hernani y Pasajes.
Había. también colegios de segunda enseñanza en Tolosa, San Sebastián y Vergara.
indudablemente fue este último el que adquirió mayor celebridad entre los de su clase en la Provincia. Fundado por la Sociedad Vascongada de Amigos
del País, se abrió el 4 Noviembre 1776 con el nombre de Real y Patriótico
Seminario de Vergara. Tres años después, concedióle el rey Don Carlos III, por
R. C. de 19 Agosto 1779, el colegio que tenían los Jesuitas en la misma villa
hasta la supresión de la orden. El objeto de este Real Seminario, al
establecerlo, era el de dar la enseñanza de las lenguas castellana, latina,
francesa e inglesa, así como también el de las matemáticas y ciencias naturales
y de todas las demás que concurren a formar las costumbres, la religión y la
razón de los jóvenes. En sus comienzos tuvo el Real Seminario organización
militar: solía ser director un brigadier del ejército, y los alumnos internos se
denominaban caballeros seminaristas y vestían uniforme y hasta en un tiempo
usaron espadín. Además, uno de los educandos internos, el que reunía las
condiciones más relevantes, era el Seminarista mayor, algo así como los antiguos
sargentos mayores.
El celo de los profesores encargados de la enseñanza en dicho centro y los
notables adelantos alcanzados por los alumnos, le dieron una nombradía
envidiable, que hizo que concurrieran hijos de distinguidas familias, no sólo de
todas las provincias de España, sino también de la América.
De sus aulas han salido personalidades notables que han ocupado los primeros
puestos de la nación: regentes del Reino, capitanes generales, ministros,
senadores, diputados, etc., y hay diseminados por el resto de España buen golpe
de ilustres hombres públicos que en el Real Seminario de Vergara adquirieron sus
primeros conocimientos culturales. Bien demostrado quedó este extremo en la
reunión que celebraron en Vergara los antiguos alumnos de aquel Real Seminario
el 14 Abril 1912, a la cual asistió en persona, trasladándose exprofeso desde
Madrid, el general Conde de Vistaflorida, y envió su adhesión don Diego Arias
de Miranda, a la sazón Ministro de Gracia y Justicia. Allí se abrazaron con
efusión antiguos condiscípulos, /390/ convertidos en el día en ingenieros, arquitectos, abogados, médicos,
magistrados, catedráticos, diputados, alcaldes, etc., y recordaban con regocijo
las travesuras de la vida estudiantil.
En diferentes ocasiones se ha visto interrumpida la marcha regular de este
Real Seminario con motivo de las guerras, y tal sucedió en 1794 cuando entraron
los franceses en la villa, y después durante la guerra de la Independencia y en
el transcurso de las dos guerras civiles de 1832 a 1839 y de 1872 a 1876.
Este Seminario tuvo una notable innovación a consecuencia de la R.O.de 23
Julio 1804, que lo puso bajo la única é inmediata protección y autoridad del
Gobierno del Rey, como dependencia del Ministerio de Estado. Se mandó, además,
que en adelante se titulase Real Seminario de Nobles. Después de la primera
guerra civil, que terminó en 1839, a petición de la villa de Vergara se abrió de
nuevo el Seminario en 1º Octubre 1840, y cuatro años después fue erigido en
Instituto provincial de segunda enseñanza de primera clase, tomando posesión el
1º Diciembre 1845 el primer director, que lo fue el coronel de
artillería don José de Odriozola.
Real Seminario de Vergara
Pronto adquirió la nombradía de que antes disfrutaba este acreditado centro
de enseñanza, en el cual se dieron después los estudios siguientes: instrucción
primaria y enseñanza secundaria, matemáticas, industria y comercio. Como clases
de adorno, se enseñaban dibujo, lengua francesa e inglesa, bailes, música vocal
e instrumental, gimnasia y esgrima.
/391/ Los alumnos matriculados por el año 1864 y siguientes pasaban de 200.
Notablemente mejorado el edificio con las importantes obras que se realizaron el año 1867, vinieron pronto los acontecimientos políticos de los
años siguientes, que perturbaron su marcha regular, señalándole nueva era de
decadencia, durante la cual fue cubriendo sus presupuestos con fondos de la
Provincia y de la villa, con rentas propias y con los derechos académicos y las
utilidades de los alumnos internos, hasta que los elementos directores del
Instituto se vieron en el caso de pensar seriamente en trasladar el Instituto a
la capital de la Provincia, privando a Vergara de los beneficios de todo género
que le reportaba su permanencia en la villa.
A este efecto, con fecha 12 Agosto 1873, elevó un escrito el director del
Instituto de Vergara, don Carlos de Uriarte, a la Dirección General de
Instrucción Pública, exponiendo que, en breve, iba a ser levantada la guarnición
liberal de aquella plaza, siendo posible, a juzgar por el incremento que iba
tomando la insurrección carlista, que en mucho tiempo no imperase en aquella
villa la autoridad del Gobierno, y que en atención a lo crítico de las
circunstancias en que se encontraba el establecimiento confiado a su
dirección y a la firme resolución que abrigaba de salvar a toda costa el rico
material científico que en él se encerraba, le pedía que le diese órdenes
terminantes, por ser el caso urgentísimo, resolviendo si el Instituto había de
quedar allá o se trasladaría a la capital, dejando a salvo para más tarde los
derechos adquiridos.
Con fecha 19 del mismo contestaba el Ministro de fomento, confiando el asunto
a lo que aconsejasen el celo y patriotismo del señor Director de acuerdo con el
claustro de profesores y la Diputación provincial.
En su consecuencia, se reunió el claustro el 6 de Septiembre y fue de
parecer que el Instituto, en su calidad de oficial, no podía funcionar en donde
no alcanzase la autoridad del Gobierno, reconociendo en su consecuencia la
imposibilidad de continuar en aquella localidad. Hicieron constar también, que,
teniendo dicha escuela el carácter de provincial, procedía su traslación
provisional a un pueblo de la Provincia en que imperase la autoridad del
Gobierno constituido, dejando a salvo para más adelante los derechos de Vergara,
y sentada esta tesis general y como quiera que la residencia de los Institutos
fuese la capital de la Provincia, salvo en muy contados casos, acordó el
claustro por mayoría, que la traslación convenida debía hacerse en San
Sebastián. A este fin resolvió que se encomendase a la Diputación, en el caso de
que esta Corporación aceptase el pensamiento, que se sirviera excitar el celo
del Ilustre Ayuntamiento de la capital, para que proporcionase local en donde instalar el Instituto.
Para regularizar el presupuesto, fueron de
opinión, que, continuando la Provincia con la subvención anual de 15.000
pesetas, podría ésta recabar del Ayuntamiento de San Sebastián su cooperación
económica en lo que no alcanzaba la subvención provincial y los derechos
académicos para cubrir el déficit /392/ del presupuesto en la misma forma que hasta entonces había venido haciendo el
Ayuntamiento de Vergara.
Seguidamente se trató de la traslación del Instituto, entendiendo que era
fácil la de los papeles y muy difícil la de los materiales de enseñanza, y se
acordó en definitiva levantar un inventario detallado de todos los enseres del
Instituto, que sirviera en su día para reclamar, donde quiera que estuviesen los
objetos inventariados, y que la Diputación tuviese a bien indicar al
Ayuntamiento de San Sebastián, la conveniencia de que proporcionase al Instituto
provincial el material de enseñanza y mobiliario más preciso.
La Diputación acudió al Ayuntamiento de San Sebastián, incluyéndole copia
de los precedentes acuerdos del claustro de profesores de Vergara, y tan
críticas eran las circunstancias por las que atravesaba el país y tanto podía el
estruendo de la guerra, cada vez más potente y cada vez más amenazador, que la
representación municipal de la capital guipuzcoana, se creyó en el caso de negar
todo recurso al objeto indicado.
Mientras el claustro estudiaba la manera mejor de abandonar a Vergara y
salvar el material del Instituto, con fecha 13 Agosto 1873, ocupaban los
carlistas la villa de Vergara.
Desde aquel momento, la situación del Instituto en Vergara, fuera del radio
de acción del Gobierno constituido, era insostenible, y comprendiéndolo así, el
Director se trasladó a la Corte a entrevistarse con el Ministro de Fomento,
quien dictó una orden a consecuencia de esta visita, con techa 28 de Noviembre
del año indicado de 1873, mandando que constase un voto de gracias en la hoja de
servicios de cada profesor y especialmente en las del Director y Vicedirector, y
añadiendo que, en consideración a la imposibilidad material que existía de
abrir el curso académico en Vergara y dadas las circunstancias porque atravesaba
Guipúzcoa, quedaba autorizado el director don Carlos de Uriarte, para que en el
plazo más breve posible instalase y diese principio a las clases en San
Sebastián, de la manera y forma que juzgase más conveniente y oportuna,
sin perjuicio de resolver en su día lo que las circunstancias determinasen. Que
al mismo tiempo se participase esta disposición a la Diputación foral de la
Provincia, de cuyo nunca desmentido patriotismo esperaba el Gobierno de la
República que facilitara todos los medios y recursos necesarios al objeto
indicado y a la enseñanza, toda vez que estaba facultada por las Juntas
generales de Tolosa para obrar libremente en todo lo que se refería a la parte
económica y administrativa de la Provincia.
Verificada la traslación del profesorado a la capital, a solicitud del
Director, cedió el Ayuntamiento, a fines de Diciembre de 1873, el local de la
plaza de las Escuelas, en donde se hallaba instalada la Escuela de Comercio.
Al terminar la guerra, por R. O. de 6 Abril 1876, dictada por la Presidencia
del Consejo de Ministros, se dispuso que todos los establecimientos /393/ de carácter provincial, incluso los forales, se conservasen en Vitoria,
Bilbao y San Sebastián, tal como habían estado en dichas poblaciones durante 1ª
guerra, y que, en lo sucesivo, los establecimientos provinciales sólo se creasen
en las capitales.
En su consecuencia, se trajo a San Sebastián el material del Instituto,
dejando en Vergara el del Seminario, y por R. O. de 29 Febrero 1880, se dispuso
que el Instituto quedase definitivamente instalado en la capital, resolviendo de
nuevo lo mismo el 5 Febrero 1892, a consecuencia de gestiones que se practicaron
para que volviese a su antiguo edificio de Vergara.
Por la citada R. 0. de 29 Febrero 1880, se resolvió, a petición de Vergara,
ceder en usufructo al Obispo de Vitoria el material y mobiliario del Seminario, con destino a establecimiento de un colegio
de segunda enseñanza y
de otras cátedras especiales a cargo de los PP. Dominicos. A consecuencia de
nueva reclamación del mismo Ayuntamiento, se dictó otra R. O., con fecha 14 de
Mayo del indicado año, resolviendo que, por el Director del Instituto, se
hiciera entrega del material científico y mobiliario del referido Colegio de
internos, a cuya operación se procedió después de levantar los correspondientes
inventarios, con fecha 7 Agosto 1880, acudiendo al acto de la entrega,
representaciones del claustro del Instituto, Diputación provincial, Ayuntamiento
de Vergara y PP. Dominicos.

El nuevo
Instituto Provincial y [al fondo] la
Escuela de
Artes y Oficios, en San Sebastián
El año 1863 se estableció en San Sebastián un Colegio particular de segunda
enseñanza, el cual llegó a tener el carácter de Instituto municipal, mediante la
subvención que el Ayuntamiento tuvo a bien otorgarle y de conformidad /394/ también a la legislación que entonces regía en materia de enseñanza.
Este Colegio se hallaba incorporado al Instituto de Vergara, hasta que sobrevino
la revolución de 28 Septiembre í868 y con ella la libertad de enseñanza
con la nueva legislación, y el hasta entonces Colegio agregado de Vergara
adquirió el carácter de Instituto libre, sostenido con fondos del Municipio, y
como tal adquirió la facultad de dar la enseñanza con carácter académico y
expedir títulos de grado de bachiller con validez para continuar los estudios de
Facultad en Universidad libre.
El local de que disponían era alquilado y de poquísimas comodidades para la
importancia que consiguió alcanzar el Colegio, y el Ayuntamiento pensó en
levantar nuevo edificio destinado a este objeto. Conforme con el proyecto
presentado por el arquitecto municipal don José de Goicoa en Octubre de 1871, se
emplazó aquél en la calle de Andía, ascendiendo su importe total a 168.291
pesetas, más 5.618,50 que se invirtieron en el mobiliario.
Se inauguró el edificio el 1º Octubre 1873, y muy pronto se instalaron en
él, por cesión del Ayuntamiento, las clases del Instituto provincial, trasladado
de Vergara.
Destinábase el primer piso a Biblioteca municipal y Cátedras, y el segundo a
habitaciones del Director y a las destinadas a los alumnos que permaneciesen
durante el día en calidad de medio pensionistas.
Conforme la población de San Sebastián y de la Provincia se iba
desarrollando, el número de alumnos iba en aumento y las necesidades acrecían,
en términos que el edificio existente iba resultando insuficiente, y
preocupándose el Ayuntamiento de la capital de dar solución al problema, trató
el asunto en sesión de 31 Agosto 189I, acordando que se gestionara de la
Diputación provincial el que construyera un edificio con el indicado destino,
por ser este servicio de cargo de la Provincia y hallarse instaladas con
demasiada estrechez en el local existente, de propiedad del Municipio, las aulas
del Instituto y de la Escuela de Artes y Oficios, que también se hallaba
establecida allí desde el año 1879.
Una comisión del Ayuntamiento se entrevistó con el Presidente y
Vicepresidente de la Diputación para ponerse de acuerdo en el asunto, de cuya
conferencia se dio cuenta a la Corporación municipal en sesión de 14 de
Septiembre del año indicado, haciéndose eco de las impresiones optimistas que
sacaron de la reunión y acordando en consecuencia ceder a la Diputación para
realizar la obra, la manzana núm. 60, que tenía una superficie de 4.512 metros
cuadrados. Se ratificó el acuerdo en sesión de 26 de Octubre y se elevó la
correspondiente exposición a la Corporación provincial, ofreciendo el solar
indicado, cuyo importe se valoró en 350.000 pesetas, al mismo tiempo que se daba
cuenta al claustro de profesores de las gestiones que se venían practicando,
mereciendo de esta entidad el que le ofreciera todo su concurso para llevar a
feliz término el nobilísimo deseo que le animaba.
/395/ La Diputación, reunida en sesión de 20 Noviembre 1891, se ocupó del asunto,
discutiéndolo extensamente, y obtuvieron mayoría los que opinaban que
volviese el Instituto a la villa de Vergara, en donde se disponía de magnifico
edificio que le eximía a la Provincia de costear uno nuevo con cargo a su erario.
Recurrió el Ayuntamiento en alzada al Ministerio de Fomento con la
Cooperación valiosa del claustro de profesores, y se alcanzó la R. O. de 5
Febrero 1892 a que nos hemos referido, disponiendo que quedase definitivamente
instalado el Instituto en la capital de la Provincia. En su virtud, el
Ayuntamiento cedió 2.000 metros de superficie en la manzana indicada, y la
Provincia levantó a su costa, con un presupuesto de 350.000 pesetas, más 20.000
que destinó el Ayuntamiento para premio del proyecto y dirección de la obra, el
magnifico palacio destinado a Instituto, entre la calle de Urdaneta y la de
Larramendi, con cuatro fachadas de sillería arenisca de Igueldo.
El nuevo edificio, proyectado por los renombrados arquitectos de la ciudad
don Ramón de Cortazar y don Luis de Elizalde y aprobado por la Real Academia de
San Fernando, se inauguró con gran solemnidad el 1º Octubre 1900, y es el mismo
que ocupa en el día el citado centro de enseñanza, con todas las comodidades y
con toda la holgura que pueden exigirse a este género de locales, que llena
todas las condiciones exigidas por la pedagogía.
Tiene gabinetes muy ricos de abundante y moderno material científico de
Fisica, Química, Historia Natural y Agricultura, y un regio salón de fiestas
académicas, en donde se han celebrado reuniones importantísimas con asistencia
de la familia real, y acaban de celebrarse las sesiones del VI Congreso de
Arquitectos, presidiendo el señor Ministro de Estado la inaugural y la de
clausura, y apenas terminadas éstas, el 1º de Octubre, se ha abierto de nuevo
al público para el solemne acto de apertura de curso de 1915-1916, que presidió el Seño! Ministro de Instrucción Pública en nombre de S. M. el Rey.
Es digno de especial mención el esqueleto de un magnifico ejemplar de ballena
euskara (Balaena euskariensis), pescada el año 1878 en aguas de Guetaria y
Zarauz.
El Instituto General y Técnico de Guipúzcoa corresponde al Distrito
Universitario de Valladolid, y se hallan incorporados a aquél, el Colegio
católico de Santa María (Maristas), en San Sebastián, y las Escuelas Pías
(Escolapios), en Tolosa. El famoso Real Seminario de Vergara, hoy Colegio de PP.
Dominicos, el Instituto Politécnico Municipal, antiguo Colegio de San Luis de Irún y un colegio de estudios de Oñate, se hallan en la actualidad
incorporados a los Institutos de Bilbao y Vitoria.
El número de alumnos matriculados en el Instituto de Guipúzcoa, en el curso
académico de 1913-1914, asciende a 407, clasificados en la forma siguiente:
Oficial, 177; no oficial colegiada. 147; y no oficial ni colegiada: 83.
En el curso de 1914-1915 figuran 181 de los primeros y 142 de los segundos.
/396/ Guipúzcoa cuenta también con un Seminario menor, establecido en Andoain el
año 1907 , en donde poder cursar la enseñanza eclesiástica.
El 6 de Octubre de 1911, al abrir el curso académico de 1911-1912, se inauguró
con gran solemnidad el nuevo edificio, debido a la munificencia de don Juan
Martín Legarra-Echeveste y Egusquiza, hombre de gran cultura, guipuzcoano
ilustre, que ocupó altos puestos en la corte del rey Felipe V por el año 1731.
El celo del prelado de la diócesis Monseñor Cadena y Eleta, alcanzó que los
bienes de esta fundación viniesen a convertirse en la realidad que soñó el buen
Legarra-Echeveste, pues aunque en épocas anteriores tuvieron el debido destino,
hallábanse a la sazón en lamentable abandono.

Instituto Politécnico
Municipal de Irún
Al acto de la inauguración concurrieron el señor Obispo, el Rector del
Seminario Conciliar de Vitoria, las autoridades locales, el profesorado del
Seminario y numeroso público, y usó de la palabra el Rector del Seminario y el
Prelado.
En San Sebastián, entre otros Colegios existentes, merecen especial mención
el antiguo Colegio de José Pena, el de San Bernardo, Sagrado Corazón y Captier .
Además de los Colegios mencionados, existen escuelas de Artes y Oficios en
San Sebastián, Irún, Tolosa, Rentería, Villafranca, Azpeitia, Vergara, Oñate, Beasain, Zumarraga, Fuenterrabía y Mondragón, que cuentan sobre las
cantidades con que contribuyen los Ayuntamientos respectivos a su sostenimiento,
/397/ con una subvención de la Diputación, que importa en junto, el
corriente año, 16.250 pesetas.
También reciben subvención de la Diputación, la Escuela de Armería de Eibar
(3.500 pesetas), además de las 10.000 concedidas para la construcción de un
edificio destinado a tal objeto; la Escuela de Música de la misma villa (1.000);
la Sociedad de Oceanografía de Guipúzcoa (500); la Academia de Música de San
Sebastián (5.000). .
Cuenta Guipúzcoa también con una Escuela Normal de Maestras, que si bien es
de reciente creación, no es la primera que ha sostenido la Provincia. Resulta,
en efecto, que ya en 1845 Guipúzcoa acordó, en las Juntas celebradas el año
anotado en Villafranca, que se estableciera una Escuela Normal en Tolosa, en
donde subsistió hasta 1848, en que se suprimió. Se quiso más tarde fundar una
Escuela Normal Superior en Oñate, pero no habiendo obtenido la facultad de
establecer ni superior ni elemental, se creó en su lugar en 1865 una Normal para
Maestros en San Sebastián, a costa de la Provincia.
La actual Escuela Normal de Maestras, establecida en San Sebastián, se
implantó en 1898; como escuela elemental, pero accediendo a la petición que hizo
la Diputación, con fecha 5 de Junio de 1914, se elevó a superior por R. D. de 11
de Agosto del mismo año.
El personal de este centro se compone de cinco profesoras numerarias y dos
auxiliares, con más los profesores de Religión, Francés, Dibujo, Caligrafía y
Música. Su presupuesto asciende a 22.450 pesetas, de las que el Ayuntamiento de
San Sebastián paga 6.500 pesetas anuales y el resto la Diputación.
Lo que sucede con la Escuela Normal de Maestras ocurre también con la Escuela
de Comercio, que ya de antiguo se conocía en la Provincia. Además de la que
existía en el Instituto de Vergara, se creó otra en San Sebastián por R. O. de
25 de Octubre de 1861, quedando unida a la de Náutica, costeada a partes iguales
por la Provincia y el Municipio, con la denominación de Escuela Especial de
Náutica y Comercio. Se suprimió ésta por orden de 9 de Marzo de 1874,
agregándose al Instituto Libre Municipal de San Sebastián. No pudiendo el
Ayuntamiento sostener dicho lnstituto Libre, en la forma establecida por Decreto
de 29 de Julio de 1874, acordó su supresión, cediendo el edificio al lnstituto
Provincial, con lo cual quedaron de nuevo suprimidas ambas Escuelas de Comercio
y Náutica.
La Corporación municipal de San Sebastián, en su deseo de mantener abiertas
las Escuelas de referencia, acuerda sostenerlas en sesión de 25 de septiembre de
1874, refundidas ambas al Instituto Provincial, y pide a la Diputación que siga
prestándole su anterior concurso. Por R. 0. de 14 de Marzo y 25 de Mayo de 1875,
se autorizó la continuación de dichas escuelas, que prosiguieron funcionando
nueve años más, pero en vista de que el gasto que exigía su sostenimiento era
grande y pesaba únicamente sobre el erario /398/ municipal, gravándolo con 10.375 pesetas, y de que la asistencia de los
alumnos que podían utilizar los estudios, era escasa, en sesión de 13 de Agosto
de 1884 se acordó incoar el correspondiente expediente y pedir su supresión, a
lo que se accedió por R. O; del Ministerio de Fomento de 24 de Junio de 1885.
En Agosto de 1909, se inició la idea de crear de nuevo en San Sebastián la
Escuela de Comercio y Náutica, y en virtud del R. D. de 16 de Abril último, art.
4º, acaba de abrirse la Escuela de Comercio el 1º de Octubre de 1915, abonando
los gastos a partes iguales entre la Diputación y el Ayuntamiento. La matrícula
del primer curso asciende a 77 alumnos.
Las cantidades anotadas a continuación y que son las que aparecen en el
presupuesto de la Provincia, consignadas para cubrir el capítulo de Instrucción
pública, nos darán idea de lo que la Diputación de Guipúzcoa invierte en tan
importante ramo.
A la Junta Provincial |
5.500,00 |
Inspección de escuelas. |
3.750,00 |
Instrucción de 1ª Enseñanza |
255.589,77 |
Instituto Provincial |
42.808,56 |
Escuela Normal
Superior de Maestras. |
30.890,42 |
Escuelas especiales |
31.250,00 |
Propaganda de la
cultura intelectual y física, bajo cuyo epígrafe se comprenden las subvenciones a las revistas, al Museo Municipal de San Sebastián,
al Museo Naval Guipuzcoano, a la Sociedad del Tiro Nacional, a las Sociedades
deportivas, adquisición de Obras para Ia Biblioteca Provincial, etc. |
22.100,00 |
Pensiones para estudios de escultura, pintura, música,
mecánica, etc. |
9.300,00 |
Total. |
401.188,75 |
Aparte de esta cantidad, en la cual se hallan incluidos los gastos de
personal y material de primera enseñanza, que deben abonar los pueblos ,
invierten algunos de éstos otras muchas sumas, independientemente de las
consignadas en el presupuesto provincial. .
Cerraremos esta parte de nuestro trabajo, dedicada a la instrucción pública
de Guipúzcoa, evocando el recuerdo del Colegio-Universidad de Sancti-Spiritus, que
existió en la villa de Oñate, merced a la generosidad de un hijo suyo, don
Rodrigo de Mercado y Zuazola, obispo de Avila, que fundó aquel importante centro
de enseñanza, en virtud de escritura de convenio otorgada con su villa nativo en
Valladolid el 6 de Diciembre de 1539. Ambas partes cumplieron puntualmente los
compromisos contraídos, y por otra escritura otorgada en Agosto de 1545 ,
el fundador cedió a S. M. el Emperador Don Carlos l y a sus sucesores en la
Corona, el patronato de este Colegio, cuyas cátedras quedaron abiertas a la
enseñanza pública en el mismo año, explicándose la filosofía, leyes y cánones,
con general aceptación del país vascongado, que encaminó a sus hijos a las
aulas recientemente abiertas en la villa guipuzcoana.
/399/ Después de muchos cambios y vicisitudes sufridos en el
transcurso de los tiempos por la Universidad guipuzcoana, el Duque de la
Victoria, como regente del Reino, vino a suprimirla mediante decreto de 11 de
Septiembre de 1842, bajo el supuesto inexacto de que carecía de medios necesarios para sostenerse,
perjudicando notablemente a estas provincias, al privarlas de un establecimiento literario,
modelo de orden y disciplina, que ha producido
tantos hombres eminentes en las carreras de filosofía, de leyes y cánones.

Pórtico de la Universidad de Oñate |
En su lugar se erigió en. el mismo edificio un Instituto de segunda
enseñanza, y suprimido también éste el año 1850, se estableció en el siguiente con real aprobación, una escuela especial de agricultura, dotada por
la Provincia, que subsistió hasta el año 1869.
Desde este año hasta 1873, continuó dándose la enseñanza universitaria, y cerrada de nuevo
con motivo de la guerra civil, se utilizó de 1884 a 1894 con destino a Seminario menor Conciliar. De 1895 a 1902 se restablecieron los
estudios universitarios, contribuyendo, como en la etapa anterior, la Diputación
de Guipúzcoa a su sostenimiento con la subvención de 90.000 reales anuales.
Finalmente, después del Reglamento de exámenes de 1901, que produjo la última
clausura de esta Universidad, se instaló en su lugar el Colegio de San Miguel,
dirigido por los Hermanos Maristas de la Enseñanza, con clases de primera y
segunda enseñanza, de la especial de Comercio y Escuela de Artes y Oficios, y
éste en el destino que tiene en la actualidad.
Para dar idea de la suntuosidad con que se estableció esta Universidad,
/400/ queda todavía en pie el hermoso edificio de su fundación, costeado por don
Rodrigo y proyectado por el arquitecto francés Pedro Picard, que forma un cuadro
perfecto con patio interior, claustro bajo, galería alta y capilla.
En la excursión realizada para conocer los monumentos más notables de la
Provincia por 150 Arquitectos que han tomado parte en el VI Congreso Nacional
efectuado en San Sebastián en Septiembre de 1915, ha sido este que nos ocupa uno
de los que merecieron los honores de la visita de estos entendidos congresistas,
de cuyos labios escuchamos palabras de alabanza, que dan mayor relieve al mérito
de este edificio.
NOTAS
(144) Creada en virtud del artículo primero de la Ley Adicional del Poder
Judicial de 14 Octubre 1882.
(172) Se imprimió en la imprenta de la Lama, Tolosa, el año 1824.
[Nota del
editor: las notas correspondientes a las tablas estadísticas se han
reproducido con ellas].
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