Geografia de Guipuzcoa

Geografía de Guipúzcoa

Serapio Mugica Zufiria (1854-1941)


 

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Geografia de

Guipúzcoa (1918)

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Adicion
 
 
 

SEGUNDA PARTE

GEOGRAFÍA POLÍTICA

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/2374/

I LA PROVINCIA Y SU ORGANIZACIÓN

 

INSTRUCCIÓN PÚBLICA

 

Creado el Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes por R. D. de 18 de Abril de 1900, corresponde al Ministro del nuevo departamento el gobierno superior de la enseñanza, que antes se hallaba a cargo del Ministro de Fomento.

La Instrucción pública en Guipúzcoa está sujeta a las leyes generales de la nación, y en virtud de la organización vigente, corresponde al Distrito Universitario de Valladolid .

La Junta provincial, con residencia en la capital de la Provincia, y las Juntas locales o municipales, que dependen de ella, se hallan así bien constituidas como en el resto de España.

Hay también Delegado Regio de primera enseñanza, de reciente creación. Es creencia general la de que Guipúzcoa no se ha ocupado del ramo de instrucción pública hasta los tiempos presentes, dejando desamparado en la antigüedad un servicio tan importante.

Esta es la opinión que reflejan la mayor parte de los autores que han tratado del asunto, a nuestro juicio erróneamente, porque no han ahondado la materia con el debido conocimiento,

/375/ Buena prueba de que Guipúzcoa miraba con interés, hace mucho tiempo, el fomento de la instrucción pública de sus administrados, es el acuerdo que tomó en las Juntas de Rentería del año 1571, de que en la Provincia, villas y lugares de ella, no pudiera ser elegido Alcalde ordinario y de la Hermandad, el que no supiere leer y escribir, ordenanza que fue aprobada por el rey Don Felipe II el 29 de Enero de 1573 y que se halla inserta en el libro de la recopilación de los fueros (171).

Dada la autonomía municipal de que han estado investidos los pueblos de Guipúzcoa, y la carencia de todo género de recursos de que adolecían la mayor parte de ellos, no era posible que la entidad Provincia hiciera más en términos generales, porque conviene tener presente que el acuerdo en cuestión es obligatorio para todos los municipios de la Provincia, así para aquellos que por disponer de medios y vivir agrupados, contaban seguramente con escuelas, como para aquellos otros rurales que tenían el vecindario desparramado y carecían de recursos.

Como es natural, esta clase de municipios que, por no tener escuelas, apenas contaban en su jurisdicción con vecinos que supieran leer y escribir, reclamaron a las Juntas provinciales que se les eximiera de aquel requisito, pero la Provincia nunca se allanó a tales ruegos, ratificando, por el contrario, en las Juntas de Elgoibar de 1682, la ordenanza de Rentería. Consecuente con tales acuerdos, la Provincia anuló la elección de alcalde en Abalcisqueta, el año 1690, porque carecía de las condiciones señaladas.

Todavía en 1697 la alcaldía de Sayaz insistía en que se le eximiera de aquella obligación durante algunos años, y aún se persistió más tarde por otros Ayuntamientos en el mismo sentido, pero la Junta, en el año citado y en el de 1708, dispuso que se guardase fielmente la ordenanza de Rentería.

Dicho se está que, con este medio indirecto, la Provincia obligó a los municipios a tener en su jurisdicción quien les enseñara a leer y escribir, pues de lo contrario se hallaban expuestos a quedarse sin vecinos capacitados para ejercer los cargos públicos aludidos, y remontándose estos acuerdos al último cuarto del siglo XVI, no puede decirse en justicia que Guipúzcoa no se ocupó de la instrucción pública hasta tiempos recientes.

A pesar de las azarosas circunstancias en que se desarrolló la historia de la provincia de Guipúzcoa por su situación fronteriza, que la obligaba a vivir en continua alarma y siempre dispuesta a hacer frente a las invasiones enemigas, siguió preocupándose de un ramo tan importante de la prosperidad pública, y en las Juntas del año de 1721, tomó el importante acuerdo de que se pusieran maestros de niños en todos los pueblos de su dependencia.

/376/ Claro está que la orden citada, aunque era general, no tenía aplicación mas que en las pequeñas aldeas, pues las villas no carecían de tan importante medio de instrucción. Así vemos, por las noticias a que alcanza nuestra investigación, que en Eibar, por ejemplo, a pesar de no tener por entonces, ni con mucho, la importancia de ahora, contaban, al comenzar el siglo XVII, con un maestro de primeras letras, sin que esto quiera decir que no fuera mucho más lejano el principio de su institución. De Villafranca sabemos que en 1538 tenía ya maestro de escuela, y de Tolosa tenemos referencias que alcanzan al año 1592, aunque seguramente, antes de esa fecha, existía ya quien se encargase de enseñar a los niños.

No faltaron tampoco esclarecidos patricios que, comprendiendo la importancia de la instrucción de sus paisanos, secundaron los deseos de la Provincia, instituyendo diferentes fundaciones en los pueblos de su naturaleza, con renta suficiente para la subsistencia de estas obras benéficas, y entre ellas podíamos mencionar la escuela que se creó en Vidania, por don Bartolomé de Lopetedi, en 1812; en el barrio de Alegría de Ichaso y Gabiria, por don Francisco Javier de Arcelus, en 1823; en Urnieta, por don José de Vidaur; en Zumarraga, por Aguirrebengoa hermanos; en el barrio de Anduaga de Ezquioga, por el capitán don Domingo de Irizar, en 1698; en Eibar, por don Martín Iñarra, etc.

En los tiempos a que nos referimos, el personal de enseñanza no contaba en general con títulos académicos, sino que, por ser libre ésta, podían desempeñar el cargo de maestro sujetos que supiesen leer y escribir con alguna perfección y tuviesen algunas nociones de aritmética, incluyendo también en el programa la enseñanza de la doctrina cristiana.

Nos figuramos que a las disposiciones emanadas de la autoridad provincial y municipal, así como a las iniciativas y filantropía de los hijos beneméritos de Guipúzcoa, que destinaron sus caudales a la cultura y adelanto de sus paisanos, se opondría como valla insuperable la topografía del país y el modo de vivir de las poblaciones rurales de la Provincia, en edificios dispersos y diseminados en las lejanías, y no recogidas en pueblos agrupados como en la mayor parte de los pueblos de España.

Los que conocen la vida del vecindario rural de Guipúzcoa, no pueden menos de sentir admiración hacia estos pequeños escolares, que diariamente atraviesan largas distancias para acudir a la escuela de su pueblo. Hay que ver cómo abandonan su casa, con mucho tiempo de antelación a la hora señalada para entrar en clase, y voceando a los de arriba y a los de abajo, van reuniéndose en grupos que recorren los caminos de las montañas con animada algarabía, sufriendo todas las inclemencias del tiempo, para llegar al pórtico de la iglesia, antesala obligada, antes de presentarse en la escuela, sofocados y jadeantes el verano, y mojados y embarrados el invierno. Y como la distancia es larga para regresar a sus casas, tienen que valerse de familias /377/ amigas para preparar sus viandas al mediodía, y no vuelven a sus hogares hasta la noche. Verdaderamente supone un sacrificio muy digno de tener en consideración, el que se imponen estas familias alejadas del casco, al imbuir en los niños los rudimentos de la enseñanza. Y si esto sucede hoy, que los caminos son más asequibles y las montañas se hallan limpias de abrojos y malezas, que servían antes de guarida y defensa a los animales dañinos, considérese la imposibilidad material que en tiempos pasados existía para que los tiernos niños salvasen solos la distancia que separaba sus moradas de la escuela levantada en la plaza de la aldea.

Esa fue principalmente la causa de que en los pueblos rurales entrase perezosamente la instalación de las escuelas, porque resultaba un beneficio muy difícil de ser utilizado por sus habitantes, pero no puede ponerse en duda que las autoridades de la Provincia, así como muchos generosos patricios que invirtieron sus caudales en fundar estos centros de instrucción, han venido hace mucho tiempo ocupándose de divulgar la enseñanza primaria entre los habitantes de Guipúzcoa.

Viniendo a tiempos más cercanos, el año. 1823, la Provincia se ocupó de nuevo de este importante asunto, y en la Junta particular celebrada en Azpeitia el mes de Septiembre, encomendó a la Diputación que nombrase una comisión de personas aptas para el estudio de un reglamento o plan para las escuelas de primeras letras de Guipúzcoa. La Diputación nombró, al efecto, una comisión compuesta de los señores don Domingo de lribe y don Juan Enrique de Urrútia, director y principal, respectivamente, del Seminario de Vergara, y don Mariano Arizmendi, maestro de la escuela de Hernani.

Presentaron éstos su trabajo en las Juntas generales del año inmediato, en las que se examinó y aprobó, disponiendo su impresión y circulación por la Provincia (172). En el escrito que acompañó a este reglamento y que le sirve de prólogo, se enaltece la obra encomendada al maestro, elevándola a su justo valor, y se tarta de eximirle de la influencia del cacique, dándole una independencia que antes no tenía. Trata de las faltas de que por entonces se adolecía, y dice: «Las principales causas de estos defectos que la comisión echa de ver son la indotación de los maestros, su inseguridad o precaria existencia, dependiente casi siempre del mal humor o capricho de alguno o algunos individuos que mandan en los pueblos; la poca consideración que gozan en el público...»

En este plan se propone la creación por primera vez de las Juntas de inspección de escuelas y del visitador provincial, cercenando de este modo las atribuciones omnímodas que tenían antes los Ayuntamientos, y saliendo al paso de la oposición que esta medida pudiera originar en los pueblos, /378/ dicen: «Algún Ayuntamiento podrá llegar a persuadirse de que se le priva de la autoridad inmediata que tiene sobre sus asalariados, y quizá no distinguirá al maestro, a este distinguido asalariado, de los demás dependientes, y no conocerá que vilipendia y ata unas manos poco menos que sagradas, que han de dar la hermosa forma de virtud y probidad a sus mismos hijos tiernos y de cera» .

También se prevé que los maestros pueden llevar a mal la institución de estas Juntas y del visitador, constituidos en fiscales suyos, «sin advertir, dicen, que estas mismas Juntas los ponen al abrigo del capricho y mal humor de algún mandón, que pocas veces falta en los pueblos».

El reglamento viene dividido en seis capítulos. Por el primero se crea una Junta de inspección provincial y otra municipal y un visitador de todas las escuelas de Guipúzcoa, que será vocal de la primera Junta.

El segundo capítulo trata del maestro y de sus calidades y del título que deben poseer. Piden que debe exigírsele certificado de buena vida y costumbres, conforme a la Real Pragmática que se halla en vigor. «Nunca se ponderará lo bastante, dicen, ni nunca serán demasiadas las diligencias y pesquisas que se hagan para averiguar la conducta del que aspira a la plaza de maestro. Este ha de ser el ejemplar que se les pone a unos niños que imitan los vicios, del mismo modo que las virtudes, de los que son respetables para ellos. Para siempre debe estar cerrada la entrada del santuario de la inocencia para un maestro escandaloso y de mala conducta moral: nunca jamás debe permitirse el que tales hombres se acerquen a un niño».

El tercer capítulo está dedicado a la instrucción, que se subdivide en puramente instrucción o cultura de entendimiento, en moral y costumbres y en religión y sus prácticas. A propósito de la moral, dice: «Si, la que parece imposible, los maestros llegasen a entender algún día que cumplían con sus deberes enseñando solamente a leer y escribir, y si fuera dable sacar discípulos instruidos en todas las ciencias, descuidando la parte moral o de costumbres, en tal caso sería mejor cerrar todas las escuelas y que no hubiese maestro ninguno, porque siendo las ciencias un medio, una capacidad mayor,  vendrían a ser un arma, un instrumento dañoso en manos de un frenético, funesto para sí y sus semejantes».

El cuarto trata de la dotación y ascensos de maestros y ayudantes. No señala salario alguno, pero se hacen cargo de que están muy mal dotados, y pide la comisión que todos los pueblos remuneren sus servicios con un sueldo y que los niños paguen además una módica pensión, según la posición de sus familias. «Si fuera posible, dice, el maestro debiera ser dotado, al menos, como el empleado público mejor dotado de los pueblos». Aconsejan, tanto a los Ayuntamientos como a los eclesiásticos y particulares, que eleven la categoría de los maestros en el trato social, dándole muestras de estimación y aprecio. «No debiera haber fiesta o función de pueblo, dicen a este propósito /379/ a donde convida la autoridad, en que el maestro no ocupase su debido lugar, como el que ocupa el más distinguido del pueblo».

El quinto se contrae a los alumnos, sus premios y castigos. «No crean los maestros, dice la comisión, que no hay más castigos que azotes, los que deben servir en casos apurados y cuando no alcanzan otros. Castigo es para el niño todo lo que le violenta y le hace sentir; castigo es toda privación». Disponen que se celebren exámenes dos veces al año, a los cuales debe la Junta dar la mayor solemnidad posible, invitando a los vecinos honrados y a los eclesiásticos.

El sexto se ocupa de la policía de las escuelas. Determina el reglamento que no deben acudir a la escuela niños menores de seis años y que mientras llegan a esa edad pueden asistir a escuelas de maestras para que adquieran algunos principios antes de ir a las escuelas públicas. No debe tolerarse que asista ningún niño con erupciones contagiosas. Todos deben acudir bien lavados y con aseo en los vestidos, y de la contrario, se les debe enviar a casa con un recado para sus padres. Señalan seis horas de clase al día y vacaciones de unos días después de los exámenes. Proponen además que al maestro se le den quince días de vacaciones al año.

Nos hemos ocupado con algún detenimiento en el examen del plan para las escuelas, aprobado por las Juntas de Guipúzcoa, porque revela el sentir de los hombres encargados de la administración de la Provincia en aquella época. Podrán ver algunas deficiencias en el espíritu en que se inspira este reglamento, los partidarios de ciertas ideas, pero cualesquiera que sean sus defectos, no puede negarse que la Provincia dio un paso de gigante, infiltrando en las corporaciones municipales y entre las personas particulares, ideas no usadas en pro del magisterio y del concepto que se debía tener de las escuelas. La figura del maestro se eleva a una gran altura, haciendo un llamamiento a las clases directoras para que se le dispensase la estimación social a que era acreedor; las reglas de policía no pueden ser más acertadas y el concepto del castigo a los niños es el reverso del adagio en uso en aquellos tiempos, de «la letra con sangre entra».

Si después de estas medidas progresivas y laudatorias, no se han alcanzado todos los beneficios a que se aspiraba en este ramo, no podrá culparse ciertamente a la autoridad provincial, sino únicamente a la escasez de recursos de los municipios y a la topografía del país. Pero a pesar de estos gravísimos inconvenientes, desde que podemos hacer un examen comparativo de la proporción media de los alumnos asistentes a las escuelas de todas las provincias de España, Guipúzcoa ocupa un lugar distinguido entre ellas.

A continuación copiamos el estado indicador de la altura en que se hallaba la instrucción primaria en nuestra Provincia, al mediar el siglo pasado:

 

Estado de la instrucción primaria de Guipuzcoa en el año 1847

 

Si comparamos el estado de la instrucción primaria de 1847 con el del año 1860, resulta que para 145 maestros y maestras que había en la primera de las fechas, en la segunda había 191, y para 5.307 niños y 2.440 niñas que acudían a las escuelas en 1847, asistían en 1860; 7.035 de los primeros y 4.944 de las segundas.

En 1847 figuraban en Guipúzcoa 118 escuelas públicas de instrucción primaria y 23 privadas, o sea en junto 141, y en 1860 existen 118 de niños y 71 de niñas, que hacen 189 escuelas públicas, y 38 de las primeras y 17 de niñas, o sea en junto 55 escuelas privadas, que hacen un total de 244 escuelas, que representan un aumento de 103 escuelas en un espacio de tiempo de 13 años.

Escuelas públicas municipales de Tolosa

Escuelas públicas municipales de Tolosa

Si comparamos los datos de 1847 con otros de 1868, nos dan por resultado que en la primera de las fechas la proporción media de asistencia era de 7,42 por ciento, yen 1868 de 11,89 por cada cien habitantes, siendo así que la proporción media de todas las provincias de España en esta fecha era de 11,45 por ciento.

Si nos acercamos a tiempos más recientes, los datos oficiales que poseemos nos probarán que la instrucción primaria en Guipúzcoa sigue en estado de prosperidad creciente.

Véase sino el estado que a continuación publicamos:

Estadística escolar de Guipúzcoa en 1908

/384/ Del examen del precedente estado, sacamos en consecuencia que, correspondiendo a esta Provincia 346 escuelas, tenía en aquella fecha 308 públicas y subvencionadas y 121 privadas, que hacen en junto 429 escuelas.

Escuelas Viteri, en Fuenterrabía

Escuelas públicas costeadas por Viteri, en Fuenterrabía

Si tuviéramos datos oficiales más recientes, no nos cabe la menor duda de que de ellos podríamos sacar la consecuencia de que el total de escuelas con que cuenta Guipúzcoa en el día, resultaría mayor.

Escuelas Viteri de Irun

Escuelas públicas costeadas por Viteri, en Irún

Así bien, la estadística copiada nos prueba que la población escolar de 6 a 12 años, asciende en Guipúzcoa en 1908 al 14,08 por cada cien habitantes. Para que se tenga conocimiento de las cantidades que los pueblos de Guipúzcoa invertían para el sostenimiento de la instrucción pública, con relación /385/ al total de los ingresos con que contaban para cubrir sus presupuestos, en la época a que nos referimos, copiamos a continuación un estado que contiene los datos apuntados:

Presupuestos de los municipios de Guipúzcoa. Año de 1905

/386/ Si comparásemos las cantidades presupuestadas para Instrucción pública el vigente año de 1915, con las de hace diez años que dejamos copiadas, el aumento que había de resultar en muchos Ayuntamientos, sería muy considerable. Así vemos que en Eibar, para 19.531,25pesetas que figuraban en el presupuesto de 1905, aparecen en el actual 25.263. En lrún .figuran en aquella fecha 42.607,25 y hoy 55.817,78. En San Sebastián 138.248,70 para 329.533,40 que se destinan hoy. En Tolosa 29.374,23 en 1905 y 30.092,48 actualmente.

Son varias las Corporaciones municipales de Guipúzcoa que no se concretan al pago de los gastos de enseñanza señalados como obligatorios por la ley, sino que extienden su influencia bienhechora fuera del radio del trato oficial, siempre seco y duro, y buscan otros medios de atracción que hagan simpática al niño la vida escolar, sin detenerse ante el nuevo gravamen que esta ampliación ha de traer sobre el presupuesto del Municipio. De la capital han partido tan hermosas iniciativas, que han sido acogidas generosamente en algunas otras localidades.

Entre estas mejoras pondremos en primer término la de las cantinas escolares, que se inauguraron en San Sebastián el año 1911 y siguen funcionando con creciente éxito en beneficio de los niños pobres que asisten a las escuelas municipales. En estas cantinas encuentran los pequeños escolares una comida confortable que el Municipio les suministra gratuitamente y les evita el tener que alejarse de la escuela para ir a sus casas.

No contentándose con este agasajo, la Corporación municipal de San Sebastián, al finalizar la campaña de invierno, obsequia a los niños de todas las escuelas con una comida extraordinaria, bien en la misma capital, sirviéndoles con el mayor boato ante numeroso publico, o bien llevándoles a pasar un día de campo a algún pueblo próximo.

También el Ayuntamiento de Tolosa invierte anualmente 500 pesetas en el sostenimiento de las cantinas escolares.

Las colonias escolares se hallan así bien organizadas con el mismo espíritu bienhechor, no sólo en la capital, sino también en otros pueblos de importancia, y si San Sebastián manda a sus niños pobres a Pedrosa a cambiar de clima y respirar aires saturados con las sales del mar, lrún envía a sus pequeños a corretear en la playa de Fuenterrabía, y Eibar conduce a los suyos al alto de Arrate a oxigenar los pulmones en aquella elevada pradera, exenta de las humedades del río Ego y de las impurezas con que la industriosa villa malea el ambiente del barranco en que se halla enclavada.

Los locales que los pueblos de Guipúzcoa destinan a escuelas públicas son en general buenos, y las poblaciones de alguna importancia cuentan con hermosos edificios levantados de nueva planta, que llenan holgadamente todas las condiciones que exige la pedagogía moderna. Podríamos citar a este propósito las de San Sebastián, Irun, Tolosa, etc., que son suntuosos palacios /387/ escolares, y por no referirnos únicamente a poblaciones importantes, citaremos también el nuevo edificio, amplio y cómodo, destinado a escuelas de ambos sexos por la villa de Gaviria, que tiene 844 habitantes, y el que acaba de levantar de nueva planta la pequeña villa de Ormaiztegui, que, a pesar de no tener más población que la de 633 almas, ha construido un edificio que ha costado más de 40.000 pesetas, con todas las condiciones que pueden pedírsele a una obra de esta naturaleza, y completado con un mobiliario que se ajusta a los últimos modelos recomendados por la ciencia pedagógica.

Cuando estas líneas se escriben, no hace más que veinticuatro horas que se ha inaugurado este notable edificio, con asistencia de ilustres personalidades que han querido realzar con su presencia acto tan simpático.

Al hablar de las escuelas de Guipúzcoa, no es posible que nos abstengamos de citar el nombre del meritísimo patricio guipuzcoano Excmo. Sr. D. Pedro de Viteri, que levantó a sus expensas varios Centros de enseñanza en diferentes pueblos de esta Provincia. El primer edificio escolar que levantó fue el de Mondragón, su pueblo natal. No se contentó con el capital de 123.000 pesetas invertido en la obra y en el mobiliario, sino que estableció una fundación para el sostenimiento de las escuelas con otro capital de 200.000 pesetas, asignando un sueldo anual de 2.000 pesetas a cada uno de los tres profesores que asisten a dicho centro de enseñanza. Los años sucesivos al de 1902, en que se inauguraron las escuelas de Mondragón, fue dotando este generoso donante de edificios similares a varios pueblos de la Provincia, en la forma que se verá a continuación: Fuenterrabfa (82.906 pesetas), Renteria (65.385), Pasajes de San Juan (25.697), Pasajes Ancho (28.738), Irún (80.000), San Sebastián (65.000), Arechavaleta (36.000), Hernani (48.000) y Urnieta (20.000).

,

El desprendimiento del señor Viteri, en conjunto, puede decirse que asciende a la cantidad de 774.600 pesetas.

Para completar el estudio de materia tan interesante; como es la de la instrucción pública, examinemos cuanto tiene relación con el número de analfabetos existentes en Guipúzcoa:

Estado general del número de analfabetos inscriptos en los censos desde 1860 hasta 1900

Analfabetos (182) inscriptos en los censos de
1860 1877 1887 1900
112.430 110.600 128.906 145.553

 

Número de analfabetos por cada cien habitantes

1860 1877 1887 1900
66,65 58,22 54,70 46,75

(182) Van incluidos en este epígrafe los niños de todas las edades que no saben leer ni escribir.

 

En el censo de 1900, las provincias que se enumeran a continuación aparecen con el siguiente número de analfabetos por cada cien habitantes: .

/388/ Álava, 34,29; Burgos, 40,82; Madrid, 36,75; Navarra, 44,60; Palencia, .40,45; Santander, 40,54; Segovia, 42,68.

Excepción hecha de estas siete provincias, todas las demás de España tienen mayor número de analfabetos que Guipúzcoa, que, como se ha dicho, contaba a la sazón 46,75 por ciento.

  Censo de 1860 Censo de 1910
Saben solo leer 22.279 8.716 varones 20.132 8.487 varones
13.563 hembras 11.645 hembras
Saben escribir 53.110 20.066 varones 85.124 44.638 varones
33.044 hembras 40.486 hembras
No saben leer 100.721 54.446 varones 90.594 42.820 varones
48.275 hembras 47.774 hembras

 

No se han publicado todavía los datos oficiales recogidos en el censo de población de 1910 respecto de esta materia, pe'ro a falta de ellos podemos dar por verídicos, con relacióná dicho año, )os resúmenes siguientes:

 

Saben solo leer 16.258 6.924 varones
9.334 hembras
Saben escribir 118.204 59.842 varones
58.362 hembras
No saben leer 92.222 43.886 varones
48.336 hembras

 

Siendo la población de Guipúzcoa en la fecha indicada de 226,684 habitantes, resulta que el número de analfabetos, con inclusión de los niños de todas las edades, es de 40,2 por cada cien habitantes, cuyo resultado, cuando se pueda comparar con el de las otras provincias de España, no hay duda que ha de colocar a la que nos ocupa en el lugar preeminente en que la hemos visto en 1900, y si todavía no alcanza el grado de perfección en que nosotros desearíamos verla encumbrada, se debe, como ya se ha dicho, a las dificultades que en los pueblos rurales tienen que vencer los niños para recorrer las largas distancias en que se hallan situadas las viviendas, de la escuela levantada en el centro próximamente de la jurisdicción

No concluiremos las páginas dedicadas a este asunto tan importante, sin consignar que las atenciones de primera enseñanza se pagan con escrupulosa puntualidad por todos los Municipios de la Provincia, dentro de los plazos señalados por el Estado, sin que un solo Ayuntamiento adeude la más ínfima cantidad por este concepto.

 

SEGUNDA ENSEÑANZA Y ESTUDIOS SUPERIORES

En la Provincia existían varios centros de enseñanza con diferentes destinos, a donde se podía acudir en busca de conocimientos de distinta índole, según las aficiones de cada uno. Algunos de estos centros se hallaban sostenidos por Municipios o fundaciones de particulares. Entre éstos podríamos citar el convento de religiosas /389/ de la Madre de Dios de la villa de Vergara, fundado en 1797, en donde recibían la enseñanza las educandas internas y las jóvenes del mismo pueblo; la Academia de Dibujo, creada en Tolosa en 1807, para la instrucción de obreros; la Escuela de Náutica, a cargo del notable cosmógrafo licenciado Poza, subvencionada por el Ayuntamiento de San Sebastián en 1583 y creada de nuevo en 1765 por el Consulado de dicha ciudad; la de Comercio, establecida en 1861, en la misma población. Las clases de latinidad que se explicaban en Tolosa, Azpeitia, Segura, Villafranca y Oñate por preceptores dotados en parte con fundaciones particulares y en parte por las villas en donde se hallaban, las cuales desaparecieron al igual que otras fundaciones que existían en Oñate, Hernani y Pasajes.

Había. también colegios de segunda enseñanza en Tolosa, San Sebastián y Vergara.

indudablemente fue este último el que adquirió mayor celebridad entre los de su clase en la Provincia. Fundado por la Sociedad Vascongada de Amigos del País, se abrió el 4 Noviembre 1776 con el nombre de Real y Patriótico Seminario de Vergara. Tres años después, concedióle el rey Don Carlos III, por R. C. de 19 Agosto 1779, el colegio que tenían los Jesuitas en la misma villa hasta la supresión de la orden. El objeto de este Real Seminario, al establecerlo, era el de dar la enseñanza de las lenguas castellana, latina, francesa e inglesa, así como también el de las matemáticas y ciencias naturales y de todas las demás que concurren a formar las costumbres, la religión y la razón de los jóvenes. En sus comienzos tuvo el Real Seminario organización militar: solía ser director un brigadier del ejército, y los alumnos internos se denominaban caballeros seminaristas y vestían uniforme y hasta en un tiempo usaron espadín. Además, uno de los educandos internos, el que reunía las condiciones más relevantes, era el Seminarista mayor, algo así como los antiguos sargentos mayores.

El celo de los profesores encargados de la enseñanza en dicho centro y los notables adelantos alcanzados por los alumnos, le dieron una nombradía envidiable, que hizo que concurrieran hijos de distinguidas familias, no sólo de todas las provincias de España, sino también de la América.

De sus aulas han salido personalidades notables que han ocupado los primeros puestos de la nación: regentes del Reino, capitanes generales, ministros, senadores, diputados, etc., y hay diseminados por el resto de España buen golpe de ilustres hombres públicos que en el Real Seminario de Vergara adquirieron sus primeros conocimientos culturales. Bien demostrado quedó este extremo en la reunión que celebraron en Vergara los antiguos alumnos de aquel Real Seminario el 14 Abril 1912, a la cual asistió en persona, trasladándose exprofeso desde Madrid, el general Conde de Vistaflorida, y envió su adhesión don Diego Arias de Miranda, a la sazón Ministro de Gracia y Justicia. Allí se abrazaron con efusión antiguos condiscípulos, /390/ convertidos en el día en ingenieros, arquitectos, abogados, médicos, magistrados, catedráticos, diputados, alcaldes, etc., y recordaban con regocijo las travesuras de la vida estudiantil.

En diferentes ocasiones se ha visto interrumpida la marcha regular de este Real Seminario con motivo de las guerras, y tal sucedió en 1794 cuando entraron los franceses en la villa, y después durante la guerra de la Independencia y en el transcurso de las dos guerras civiles de 1832 a 1839 y de 1872 a 1876.

Este Seminario tuvo una notable innovación a consecuencia de la R.O.de 23 Julio 1804, que lo puso bajo la única é inmediata protección y autoridad del Gobierno del Rey, como dependencia del Ministerio de Estado. Se mandó, además, que en adelante se titulase Real Seminario de Nobles. Después de la primera guerra civil, que terminó en 1839, a petición de la villa de Vergara se abrió de nuevo el Seminario en 1º Octubre 1840, y cuatro años después fue erigido en Instituto provincial de segunda enseñanza de primera clase, tomando posesión el 1º Diciembre 1845 el primer director, que lo fue el coronel de artillería don José de Odriozola.

 

Real Seminario de Bergara

Real Seminario de Vergara

 

Pronto adquirió la nombradía de que antes disfrutaba este acreditado centro de enseñanza, en el cual se dieron después los estudios siguientes: instrucción primaria y enseñanza secundaria, matemáticas, industria y comercio. Como clases de adorno, se enseñaban dibujo, lengua francesa e inglesa, bailes, música vocal e instrumental, gimnasia y esgrima.

/391/ Los alumnos matriculados por el año 1864 y siguientes pasaban de 200. Notablemente mejorado el edificio con las importantes obras que se realizaron el año 1867, vinieron pronto los acontecimientos políticos de los años siguientes, que perturbaron su marcha regular, señalándole nueva era de decadencia, durante la cual fue cubriendo sus presupuestos con fondos de la Provincia y de la villa, con rentas propias y con los derechos académicos y las utilidades de los alumnos internos, hasta que los elementos directores del Instituto se vieron en el caso de pensar seriamente en trasladar el Instituto a la capital de la Provincia, privando a Vergara de los beneficios de todo género que le reportaba su permanencia en la villa.

A este efecto, con fecha 12 Agosto 1873, elevó un escrito el director del Instituto de Vergara, don Carlos de Uriarte, a la Dirección General de Instrucción Pública, exponiendo que, en breve, iba a ser levantada la guarnición liberal de aquella plaza, siendo posible, a juzgar por el incremento que iba tomando la insurrección carlista, que en mucho tiempo no imperase en aquella villa la autoridad del Gobierno, y que en atención a lo crítico de las circunstancias en que se encontraba el establecimiento confiado a su dirección y a la firme resolución que abrigaba de salvar a toda costa el rico material científico que en él se encerraba, le pedía que le diese órdenes terminantes, por ser el caso urgentísimo, resolviendo si el Instituto había de quedar allá o se trasladaría a la capital, dejando a salvo para más tarde los derechos adquiridos.

Con fecha 19 del mismo contestaba el Ministro de fomento, confiando el asunto a lo que aconsejasen el celo y patriotismo del señor Director de acuerdo con el claustro de profesores y la Diputación provincial.

En su consecuencia, se reunió el claustro el 6 de Septiembre y fue de parecer que el Instituto, en su calidad de oficial, no podía funcionar en donde no alcanzase la autoridad del Gobierno, reconociendo en su consecuencia la imposibilidad de continuar en aquella localidad. Hicieron constar también, que, teniendo dicha escuela el carácter de provincial, procedía su traslación provisional a un pueblo de la Provincia en que imperase la autoridad del Gobierno constituido, dejando a salvo para más adelante los derechos de Vergara, y sentada esta tesis general y como quiera que la residencia de los Institutos fuese la capital de la Provincia, salvo en muy contados casos, acordó el claustro por mayoría, que la traslación convenida debía hacerse en San Sebastián. A este fin resolvió que se encomendase a la Diputación, en el caso de que esta Corporación aceptase el pensamiento, que se sirviera excitar el celo del Ilustre Ayuntamiento de la capital, para que proporcionase local en donde instalar el Instituto.

Para regularizar el presupuesto, fueron de opinión, que, continuando la Provincia con la subvención anual de 15.000 pesetas, podría ésta recabar del Ayuntamiento de San Sebastián su cooperación económica en lo que no alcanzaba la subvención provincial y los derechos académicos para cubrir el déficit /392/ del presupuesto en la misma forma que hasta entonces había venido haciendo el Ayuntamiento de Vergara.

Seguidamente se trató de la traslación del Instituto, entendiendo que era fácil la de los papeles y muy difícil la de los materiales de enseñanza, y se acordó en definitiva levantar un inventario detallado de todos los enseres del Instituto, que sirviera en su día para reclamar, donde quiera que estuviesen los objetos inventariados, y que la Diputación tuviese a bien indicar al Ayuntamiento de San Sebastián, la conveniencia de que proporcionase al Instituto provincial el material de enseñanza y mobiliario más preciso.

La Diputación acudió al Ayuntamiento de San Sebastián, incluyéndole copia de los precedentes acuerdos del claustro de profesores de Vergara, y tan críticas eran las circunstancias por las que atravesaba el país y tanto podía el estruendo de la guerra, cada vez más potente y cada vez más amenazador, que la representación municipal de la capital guipuzcoana, se creyó en el caso de negar todo recurso al objeto indicado.

Mientras el claustro estudiaba la manera mejor de abandonar a Vergara y salvar el material del Instituto, con fecha 13 Agosto 1873, ocupaban los carlistas la villa de Vergara.

Desde aquel momento, la situación del Instituto en Vergara, fuera del radio de acción del Gobierno constituido, era insostenible, y comprendiéndolo así, el Director se trasladó a la Corte a entrevistarse con el Ministro de Fomento, quien dictó una orden a consecuencia de esta visita, con techa 28 de Noviembre del año indicado de 1873, mandando que constase un voto de gracias en la hoja de servicios de cada profesor y especialmente en las del Director y Vicedirector, y añadiendo que, en consideración a la imposibilidad material que existía de abrir el curso académico en Vergara y dadas las circunstancias porque atravesaba Guipúzcoa, quedaba autorizado el director don Carlos de Uriarte, para que en el plazo más breve posible instalase y diese principio a las clases en San Sebastián, de la manera y forma que juzgase más conveniente y oportuna, sin perjuicio de resolver en su día lo que las circunstancias determinasen. Que al mismo tiempo se participase esta disposición a la Diputación foral de la Provincia, de cuyo nunca desmentido patriotismo esperaba el Gobierno de la República que facilitara todos los medios y recursos necesarios al objeto indicado y a la enseñanza, toda vez que estaba facultada por las Juntas generales de Tolosa para obrar libremente en todo lo que se refería a la parte económica y administrativa de la Provincia.

Verificada la traslación del profesorado a la capital, a solicitud del Director, cedió el Ayuntamiento, a fines de Diciembre de 1873, el local de la plaza de las Escuelas, en donde se hallaba instalada la Escuela de Comercio.

Al terminar la guerra, por R. O. de 6 Abril 1876, dictada por la Presidencia del Consejo de Ministros, se dispuso que todos los establecimientos /393/ de carácter provincial, incluso los forales, se conservasen en Vitoria, Bilbao y San Sebastián, tal como habían estado en dichas poblaciones durante 1ª guerra, y que, en lo sucesivo, los establecimientos provinciales sólo se creasen en las capitales.

En su consecuencia, se trajo a San Sebastián el material del Instituto, dejando en Vergara el del Seminario, y por R. O. de 29 Febrero 1880, se dispuso que el Instituto quedase definitivamente instalado en la capital, resolviendo de nuevo lo mismo el 5 Febrero 1892, a consecuencia de gestiones que se practicaron para que volviese a su antiguo edificio de Vergara.

Por la citada R. 0. de 29 Febrero 1880, se resolvió, a petición de Vergara, ceder en usufructo al Obispo de Vitoria el material y mobiliario del Seminario, con destino a establecimiento de un colegio de segunda enseñanza y de otras cátedras especiales a cargo de los PP. Dominicos. A consecuencia de nueva reclamación del mismo Ayuntamiento, se dictó otra R. O., con fecha 14 de Mayo del indicado año, resolviendo que, por el Director del Instituto, se hiciera entrega del material científico y mobiliario del referido Colegio de internos, a cuya operación se procedió después de levantar los correspondientes inventarios, con fecha 7 Agosto 1880, acudiendo al acto de la entrega, representaciones del claustro del Instituto, Diputación provincial, Ayuntamiento de Vergara y PP. Dominicos.

Instituto Provincial (actual centro cultural Koldo Mitxelena)

El nuevo Instituto Provincial y [al fondo] la

Escuela de Artes y Oficios, en San Sebastián

 

El año 1863 se estableció en San Sebastián un Colegio particular de segunda enseñanza, el cual llegó a tener el carácter de Instituto municipal, mediante la subvención que el Ayuntamiento tuvo a bien otorgarle y de conformidad /394/ también a la legislación que entonces regía en materia de enseñanza. Este Colegio se hallaba incorporado al Instituto de Vergara, hasta que sobrevino la revolución de 28 Septiembre í868 y con ella la libertad de enseñanza con la nueva legislación, y el hasta entonces Colegio agregado de Vergara adquirió el carácter de Instituto libre, sostenido con fondos del Municipio, y como tal adquirió la facultad de dar la enseñanza con carácter académico y expedir títulos de grado de bachiller con validez para continuar los estudios de Facultad en Universidad libre.

El local de que disponían era alquilado y de poquísimas comodidades para la importancia que consiguió alcanzar el Colegio, y el Ayuntamiento pensó en levantar nuevo edificio destinado a este objeto. Conforme con el proyecto presentado por el arquitecto municipal don José de Goicoa en Octubre de 1871, se emplazó aquél en la calle de Andía, ascendiendo su importe total a 168.291 pesetas, más 5.618,50 que se invirtieron en el mobiliario.

Se inauguró el edificio el 1º Octubre 1873, y muy pronto se instalaron en él, por cesión del Ayuntamiento, las clases del Instituto provincial, trasladado de Vergara.

Destinábase el primer piso a Biblioteca municipal y Cátedras, y el segundo a habitaciones del Director y a las destinadas a los alumnos que permaneciesen durante el día en calidad de medio pensionistas.

Conforme la población de San Sebastián y de la Provincia se iba desarrollando, el número de alumnos iba en aumento y las necesidades acrecían, en términos que el edificio existente iba resultando insuficiente, y preocupándose el Ayuntamiento de la capital de dar solución al problema, trató el asunto en sesión de 31 Agosto 189I, acordando que se gestionara de la Diputación provincial el que construyera un edificio con el indicado destino, por ser este servicio de cargo de la Provincia y hallarse instaladas con demasiada estrechez en el local existente, de propiedad del Municipio, las aulas del Instituto y de la Escuela de Artes y Oficios, que también se hallaba establecida allí desde el año 1879.

Una comisión del Ayuntamiento se entrevistó con el Presidente y Vicepresidente de la Diputación para ponerse de acuerdo en el asunto, de cuya conferencia se dio cuenta a la Corporación municipal en sesión de 14 de Septiembre del año indicado, haciéndose eco de las impresiones optimistas que sacaron de la reunión y acordando en consecuencia ceder a la Diputación para realizar la obra, la manzana núm. 60, que tenía una superficie de 4.512 metros cuadrados. Se ratificó el acuerdo en sesión de 26 de Octubre y se elevó la correspondiente exposición a la Corporación provincial, ofreciendo el solar indicado, cuyo importe se valoró en 350.000 pesetas, al mismo tiempo que se daba cuenta al claustro de profesores de las gestiones que se venían practicando, mereciendo de esta entidad el que le ofreciera todo su concurso para llevar a feliz término el nobilísimo deseo que le animaba.

/395/ La Diputación, reunida en sesión de 20 Noviembre 1891, se ocupó del asunto, discutiéndolo extensamente, y obtuvieron mayoría los que opinaban que volviese el Instituto a la villa de Vergara, en donde se disponía de magnifico edificio que le eximía a la Provincia de costear uno nuevo con cargo a su erario.

Recurrió el Ayuntamiento en alzada al Ministerio de Fomento con la Cooperación valiosa del claustro de profesores, y se alcanzó la R. O. de 5 Febrero 1892 a que nos hemos referido, disponiendo que quedase definitivamente instalado el Instituto en la capital de la Provincia. En su virtud, el Ayuntamiento cedió 2.000 metros de superficie en la manzana indicada, y la Provincia levantó a su costa, con un presupuesto de 350.000 pesetas, más 20.000 que destinó el Ayuntamiento para premio del proyecto y dirección de la obra, el magnifico palacio destinado a Instituto, entre la calle de Urdaneta y la de Larramendi, con cuatro fachadas de sillería arenisca de Igueldo.

El nuevo edificio, proyectado por los renombrados arquitectos de la ciudad don Ramón de Cortazar y don Luis de Elizalde y aprobado por la Real Academia de San Fernando, se inauguró con gran solemnidad el 1º Octubre 1900, y es el mismo que ocupa en el día el citado centro de enseñanza, con todas las comodidades y con toda la holgura que pueden exigirse a este género de locales, que llena todas las condiciones exigidas por la pedagogía.

Tiene gabinetes muy ricos de abundante y moderno material científico de Fisica, Química, Historia Natural y Agricultura, y un regio salón de fiestas académicas, en donde se han celebrado reuniones importantísimas con asistencia de la familia real, y acaban de celebrarse las sesiones del VI Congreso de Arquitectos, presidiendo el señor Ministro de Estado la inaugural y la de clausura, y apenas terminadas éstas, el 1º de Octubre, se ha abierto de nuevo al público para el solemne acto de apertura de curso de 1915-1916, que presidió el Seño! Ministro de Instrucción Pública en nombre de S. M. el Rey.

Es digno de especial mención el esqueleto de un magnifico ejemplar de ballena euskara (Balaena euskariensis), pescada el año 1878 en aguas de Guetaria y Zarauz.

El Instituto General y Técnico de Guipúzcoa corresponde al Distrito Universitario de Valladolid, y se hallan incorporados a aquél, el Colegio católico de Santa María (Maristas), en San Sebastián, y las Escuelas Pías (Escolapios), en Tolosa. El famoso Real Seminario de Vergara, hoy Colegio de PP. Dominicos, el Instituto Politécnico Municipal, antiguo Colegio de San Luis de Irún y un colegio de estudios de Oñate, se hallan en la actualidad incorporados a los Institutos de Bilbao y Vitoria.

El número de alumnos matriculados en el Instituto de Guipúzcoa, en el curso académico de 1913-1914, asciende a 407, clasificados en la forma siguiente: Oficial, 177; no oficial colegiada. 147; y no oficial ni colegiada: 83. En el curso de 1914-1915 figuran 181 de los primeros y 142 de los segundos.

/396/ Guipúzcoa cuenta también con un Seminario menor, establecido en Andoain el año 1907 , en donde poder cursar la enseñanza eclesiástica.

El 6 de Octubre de 1911, al abrir el curso académico de 1911-1912, se inauguró con gran solemnidad el nuevo edificio, debido a la munificencia de don Juan Martín Legarra-Echeveste y Egusquiza, hombre de gran cultura, guipuzcoano ilustre, que ocupó altos puestos en la corte del rey Felipe V por el año 1731. El celo del prelado de la diócesis Monseñor Cadena y Eleta, alcanzó que los bienes de esta fundación viniesen a convertirse en la realidad que soñó el buen Legarra-Echeveste, pues aunque en épocas anteriores tuvieron el debido destino, hallábanse a la sazón en lamentable abandono.

Irun. Instituto Politecnico municipal

Instituto Politécnico Municipal de Irún

Al acto de la inauguración concurrieron el señor Obispo, el Rector del Seminario Conciliar de Vitoria, las autoridades locales, el profesorado del Seminario y numeroso público, y usó de la palabra el Rector del Seminario y el Prelado.

En San Sebastián, entre otros Colegios existentes, merecen especial mención el antiguo Colegio de José Pena, el de San Bernardo, Sagrado Corazón y Captier .

Además de los Colegios mencionados, existen escuelas de Artes y Oficios en San Sebastián, Irún, Tolosa, Rentería, Villafranca, Azpeitia, Vergara, Oñate, Beasain, Zumarraga, Fuenterrabía y Mondragón, que cuentan sobre las cantidades con que contribuyen los Ayuntamientos respectivos a su sostenimiento, /397/ con una subvención de la Diputación, que importa en junto, el corriente año, 16.250 pesetas.

También reciben subvención de la Diputación, la Escuela de Armería de Eibar (3.500 pesetas), además de las 10.000 concedidas para la construcción de un edificio destinado a tal objeto; la Escuela de Música de la misma villa (1.000); la Sociedad de Oceanografía de Guipúzcoa (500); la Academia de Música de San Sebastián (5.000). .

Cuenta Guipúzcoa también con una Escuela Normal de Maestras, que si bien es de reciente creación, no es la primera que ha sostenido la Provincia. Resulta, en efecto, que ya en 1845 Guipúzcoa acordó, en las Juntas celebradas el año anotado en Villafranca, que se estableciera una Escuela Normal en Tolosa, en donde subsistió hasta 1848, en que se suprimió. Se quiso más tarde fundar una Escuela Normal Superior en Oñate, pero no habiendo obtenido la facultad de establecer ni superior ni elemental, se creó en su lugar en 1865 una Normal para Maestros en San Sebastián, a costa de la Provincia.

La actual Escuela Normal de Maestras, establecida en San Sebastián, se implantó en 1898; como escuela elemental, pero accediendo a la petición que hizo la Diputación, con fecha 5 de Junio de 1914, se elevó a superior por R. D. de 11 de Agosto del mismo año.

El personal de este centro se compone de cinco profesoras numerarias y dos auxiliares, con más los profesores de Religión, Francés, Dibujo, Caligrafía y Música. Su presupuesto asciende a 22.450 pesetas, de las que el Ayuntamiento de San Sebastián paga 6.500 pesetas anuales y el resto la Diputación.

Lo que sucede con la Escuela Normal de Maestras ocurre también con la Escuela de Comercio, que ya de antiguo se conocía en la Provincia. Además de la que existía en el Instituto de Vergara, se creó otra en San Sebastián por R. O. de 25 de Octubre de 1861, quedando unida a la de Náutica, costeada a partes iguales por la Provincia y el Municipio, con la denominación de Escuela Especial de Náutica y Comercio. Se suprimió ésta por orden de 9 de Marzo de 1874, agregándose al Instituto Libre Municipal de San Sebastián. No pudiendo el Ayuntamiento sostener dicho lnstituto Libre, en la forma establecida por Decreto de 29 de Julio de 1874, acordó su supresión, cediendo el edificio al lnstituto Provincial, con lo cual quedaron de nuevo suprimidas ambas Escuelas de Comercio y Náutica.

La Corporación municipal de San Sebastián, en su deseo de mantener abiertas las Escuelas de referencia, acuerda sostenerlas en sesión de 25 de septiembre de 1874, refundidas ambas al Instituto Provincial, y pide a la Diputación que siga prestándole su anterior concurso. Por R. 0. de 14 de Marzo y 25 de Mayo de 1875, se autorizó la continuación de dichas escuelas, que prosiguieron funcionando nueve años más, pero en vista de que el gasto que exigía su sostenimiento era grande y pesaba únicamente sobre el erario /398/ municipal, gravándolo con 10.375 pesetas, y de que la asistencia de los alumnos que podían utilizar los estudios, era escasa, en sesión de 13 de Agosto de 1884 se acordó incoar el correspondiente expediente y pedir su supresión, a lo que se accedió por R. O; del Ministerio de Fomento de 24 de Junio de 1885.

En Agosto de 1909, se inició la idea de crear de nuevo en San Sebastián la Escuela de Comercio y Náutica, y en virtud del R. D. de 16 de Abril último, art. 4º, acaba de abrirse la Escuela de Comercio el 1º de Octubre de 1915, abonando los gastos a partes iguales entre la Diputación y el Ayuntamiento. La matrícula del primer curso asciende a 77 alumnos.

Las cantidades anotadas a continuación y que son las que aparecen en el presupuesto de la Provincia, consignadas para cubrir el capítulo de Instrucción pública, nos darán idea de lo que la Diputación de Guipúzcoa invierte en tan importante ramo.

A la Junta Provincial 5.500,00
Inspección de escuelas. 3.750,00
Instrucción de 1ª Enseñanza 255.589,77
Instituto Provincial 42.808,56
Escuela Normal Superior de Maestras. 30.890,42
Escuelas especiales 31.250,00
Propaganda de la cultura intelectual y física, bajo cuyo epígrafe se comprenden las subvenciones a las revistas, al Museo Municipal de San Sebastián, al Museo Naval Guipuzcoano, a la Sociedad del Tiro Nacional, a las Sociedades deportivas, adquisición de Obras para Ia Biblioteca Provincial, etc. 22.100,00
Pensiones para estudios de escultura, pintura, música, mecánica, etc. 9.300,00
Total. 401.188,75

 

Aparte de esta cantidad, en la cual se hallan incluidos los gastos de personal y material de primera enseñanza, que deben abonar los pueblos , invierten algunos de éstos otras muchas sumas, independientemente de las consignadas en el presupuesto provincial. .

Cerraremos esta parte de nuestro trabajo, dedicada a la instrucción pública de Guipúzcoa, evocando el recuerdo del Colegio-Universidad de Sancti-Spiritus, que existió en la villa de Oñate, merced a la generosidad de un hijo suyo, don Rodrigo de Mercado y Zuazola, obispo de Avila, que fundó aquel importante centro de enseñanza, en virtud de escritura de convenio otorgada con su villa nativo en Valladolid el 6 de Diciembre de 1539. Ambas partes cumplieron puntualmente los compromisos contraídos, y por otra escritura otorgada en Agosto de 1545 , el fundador cedió a S. M. el Emperador Don Carlos l y a sus sucesores en la Corona, el patronato de este Colegio, cuyas cátedras quedaron abiertas a la enseñanza pública en el mismo año, explicándose la filosofía, leyes y cánones, con general aceptación del país vascongado, que encaminó a sus hijos a las aulas recientemente abiertas en la villa guipuzcoana.

/399/ Después de muchos cambios y vicisitudes sufridos en el transcurso de los tiempos por la Universidad guipuzcoana, el Duque de la Victoria, como regente del Reino, vino a suprimirla mediante decreto de 11 de Septiembre de 1842, bajo el supuesto inexacto de que carecía de medios necesarios para sostenerse, perjudicando notablemente a estas provincias, al privarlas de un establecimiento literario, modelo de orden y disciplina, que ha producido tantos hombres eminentes en las carreras de filosofía, de leyes y cánones.

Portada de la Universidad de Oñate

Pórtico de la Universidad de Oñate

En su lugar se erigió en. el mismo edificio un Instituto de segunda enseñanza, y suprimido también éste el año 1850, se estableció en el siguiente con real aprobación, una escuela especial de agricultura, dotada por la Provincia, que subsistió hasta el año 1869.

Desde este año hasta 1873, continuó dándose la enseñanza universitaria, y cerrada de nuevo con motivo de la guerra civil, se utilizó de 1884 a 1894 con destino a Seminario menor Conciliar. De 1895 a 1902 se restablecieron los estudios universitarios, contribuyendo, como en la etapa anterior, la Diputación de Guipúzcoa a su sostenimiento con la subvención de 90.000 reales anuales. Finalmente, después del Reglamento de exámenes de 1901, que produjo la última clausura de esta Universidad, se instaló en su lugar el Colegio de San Miguel, dirigido por los Hermanos Maristas de la Enseñanza, con clases de primera y segunda enseñanza, de la especial de Comercio y Escuela de Artes y Oficios, y éste en el destino que tiene en la actualidad.

Para dar idea de la suntuosidad con que se estableció esta Universidad, /400/ queda todavía en pie el hermoso edificio de su fundación, costeado por don Rodrigo y proyectado por el arquitecto francés Pedro Picard, que forma un cuadro perfecto con patio interior, claustro bajo, galería alta y capilla.

En la excursión realizada para conocer los monumentos más notables de la Provincia por 150 Arquitectos que han tomado parte en el VI Congreso Nacional efectuado en San Sebastián en Septiembre de 1915, ha sido este que nos ocupa uno de los que merecieron los honores de la visita de estos entendidos congresistas, de cuyos labios escuchamos palabras de alabanza, que dan mayor relieve al mérito de este edificio.

 

NOTAS

(144) Creada en virtud del artículo primero de la Ley Adicional del Poder Judicial de 14 Octubre 1882.

(172) Se imprimió en la imprenta de la Lama, Tolosa, el año 1824.

[Nota del editor: las notas correspondientes a las tablas estadísticas se han reproducido con ellas].

 


 

© Texto: Herederos de Serapio Múgica. ©  Edición electrónica: Juan Antonio Saez, 2006-2007

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