SEGUNDA PARTE
GEOGRAFÍA POLÍTICA
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/487/
III
INDUSTRIA Y COMERCIO
lNDUSTRIA
Los ramos de industria que de más antiguo datan en Guipúzcoa, son, sin
disputa, el de la pesca, la fabricación del hierro, las tejerías y alfarerías y
los molinos, subsistentes todavía todos ellos a través de las muchas centurias
que han transcurrido desde que tomaron asiento en territorio de la actual
Guipúzcoa, aunque modificados, como es natural, a impulsos de los adelantos que
han venido experimentando en el transcurso de los tiempos, y es que para el
establecimiento de estas industrias contaba el país con todos los elementos que
le eran precisos para hacerlas viables, circunstancia indispensable en aquellas
remotas edades en que toda importación era imposible.
El turbulento Cantábrico, cercando con sus aguas una gran parte del
territorio guipuzcoano, brindaba a los habitantes de la accidentada costa con
pesca abundante de todos géneros, desde la ingente ballena, que les
proporcionaba grasa y ballenas, hasta la diminuta anchoa, a la vez que los
montes les proporcionaban el material necesario en sus bosques para la
confección de sus toscos artefactos.
La industria del hierro contaba en este suelo con los dos elementos
indispensables para su subsistencia, cual eran, el mineral distribuido en muchos
puntos de la Provincia, y abundante combustible de leña para reducirla a carbón,
a los que hay que agregar la aptitud y disposición de los guipuzcoanos para los
trabajos duros y penosos que requieren tanto la navegación como el labrar el
hierro.
Las tejerías y alfarerías disponían de arcilla excelente en nuestro suelo,
dúctil y resistente para todo género de manipulaciones, con combustible
abundante para los hornos.
Los vientos reinantes, utilizados convenientemente para la instalación de los
molinos de viento, y el agua que corre impetuosa al caer en las pendientes,
/488/ haciendo girar veloz al rodezno colocado a su paso, eran también
elementos valiosos de que la naturaleza dotó a este país y del que los
guipuzcoanos supieron beneficiarse para la molienda de sus granos.
Diremos algo de las viejas-industrias del país, para luego circunscribirnos a
las de nuestros tiempos.
Ferrerías. -Los documentos más antiguos de la Provincia nos dan noticias
de hallarse ya establecida en los tiempos a que se refieren aquéllos, la
fabricación del hierro en nuestro suelo, y podríamos citar al efecto el Fuero de San Sebastián, de mediados del siglo XI,
en donde se habla del
Almirantazgo y de los derechos del fierro; el privilegio que Alfonso X concedió
a la villa de Mondragón en 1262 para que no pagasen derechos los ferrones; la
carta-puebla de la villa de Segura, dada el año 1290, en que se hace mención de
las ferrerías masuqueras del valle de Legazpia, etc.
Los procedimientos primitivos para la fabricación de este artículo parece que
consistieron en calcinar la vena a campo libre y sin hoyos, empleando el carbón
vegetal y leña. También se fundía el mineral en hoyos ú hornos de cal y
canto, activando la combustión con el soplo de los hombres por medio de tubos
cilíndricos y sacudiendo el aire con movimiento; de vaivén. Es probable que los
hornos de calcinación se hiciesen con troncos de árboles, recubiertos de arcilla
y ladrillo o piedra, pues todavía al finalizar el siglo XVIII, las Juntas de la
Provincia ordenaban a los ferrones de Cegama que fabricasen hornos para la
calcinación de vena en lugar de fundirla con troncos de árboles cortados por el
pié. ,
Claro es que, para fundir el hierro con estos procedimientos, se precisaba
inmensa cantidad de combustible, y esto, unido a las dificultades del
transporte y a la ninguna ventaja que se alcanzaba con la conducción de las
primeras materias a otro punto, se establecían estas primitivas fábricas en
sitios alejados, cerca de los bosques y criaderos de hierro, al igual de lo que
hacían y siguen haciendo los carboneros, que montan sus chondarras ó
carboneras en las proximidades de los bosques para no tener que fatigarse en
arrastrar la leña a sitios más distantes.
Más tarde se estudió la manera de aprovechar los saltos de agua para producir
el viento por medio de trompas y aún por toscas ruedas hidráulicas o rodeznos,
que ponían en movimiento los fuelles ó barquines y los martillos o mazos, y
entonces las ferrerías se establecieron en las orillas de los ríos y regatas.
Como es notorio, este nuevo elemento, el agua, no abundaba en el país menos
que el mineral y el combustible, y pudo por esta causa, después de este adelanto
tan importante, proseguir la fabricación del hierro, desarrollándose en el
país en las mejores condiciones apetecibles.
Se cree que, a mediados del siglo XV, bajaron las ferrerías del monte a las
orillas de los ríos, pero desde luego se puede afirmar, si hemos de creer
/489/ lo que nos dice el P. Henao ( 207 ), que antes de 1540 se utilizaba ya el
agua para el trabajo de las ferrerías, y si en esto hubiere duda, en tiempo de
Galribay, 1571, se ve que se utiliza, al objeto indicado, este líquido elemento
( 208).
Según el P. Henao, era fama que, desde 1540, se pusieron las herrerías a la
genovesa, con rueda mayor y martinete, que era como se labraba el hierro todavía
en su tiempo, 1687. El procedimiento que se empleaba para la fabricación, según
nos lo refiere este autor, era el siguiente: «Sin fuerza de brazos la misma agua
mueve ruedas, hincha de aire los barquines para que
enciendan y aviven las fraguas, mueve los martinetes y hace otros muchos
ministerios. Es cosa dignísima de ver una oficina de éstas. Primeramente se
refina la vena con mucho fuego en una grande hoya que llaman arragua.
Después se echa en la fragua tan ardiente que arroja hasta el cielo las
llamaradas. Sale de ella la primera masa, centelleando raspas de fuego,
vertiendo escoria derretida. Manéjanla con tenazas y ganchos tan diestramente,
que, sin dificultad, con ser pesadísima, la sujetan al martinete: allí, a
repetidos golpes, causadores de un músico estruendo, contrastan su dureza, y
volviéndola ya de un lado ya de otro, condensan aquel pedazo, al parecer más de
fuego que de hierro, purificándolo de cualquier maleza».
Los fuelles que se usaban en los primeros tiempos eran de cuero de gamo o de
cabra, que se movían a mano. En la parte correspondiente al cuello del animal se
adaptaba un tubo hecho con cañas, dejando por la parte posterior una abertura
que podía abrirse, a voluntad, para admitir el aire, y cerrarse cuando se quería
soplar con el fuelle. Se inventaron para alimentar los hornos de viento, que
antes funcionaban sólo con el viento natural.
Los fuelles de madera no se usaron hasta el año 1620, en que fueron
inventados por el Obispo de Ramberg en Bohemia.
Por el año 1633, Pablo Antonio de Rivadeneira, minero del Perú, inventó un
nuevo método de fundir sin fuelles ni barquines, produciendo el aire por medio
del agua, obteniendo al efecto privilegio de invención del rey Don Felipe IV, y
aunque se puso en uso en el país, resultaba que con más combustible producía
menos hierro, por cuya razón seguían muchos con el sistema anterior .
Sin duda los tres sistemas de fuelles siguieron usándose en las ferrerías
vascongadas, encontrando cada cual ventajas al suyo, a juzgar por el acuerdo
adoptado por la Sociedad de Amigos del País el año 1766. Al efecto, creó un
premio de 250 pesetas para el que determinase por cálculos y demostraciones
geométricas, fundados en experiencias, cual de las tres especies de fuelles o
barquines de ferrería, conocidas hasta entonces, era la mejor: los de cuero, los
de tabla, o las trompas o aize-arkas .
/490/ Esta cuestión de fuelles siguió preocupando a los industriales del país. Así
vemos que don Pablo Areizaga, prior de Caparroso, y natural y habitante en
Villa-Real, a fines del siglo XVIII mandó construir una trompa ó aize-arka,
conforme a las instrucciones publicadas por la Academia de Ciencias de
París, deduciendo ventajas respecto a los barquines de cuero.
Tenemos también que don Pedro Martín de Larrumbide, caballero de la Orden de
Carlos III, vecino de Elgóibar, inventó los fuelles de piedra por el
mismo tiempo, y con éste son ya cuatro o cinco los sistemas de fuelles en uso en
las ferrerías del país. Estas eran de dos clases: mayores y menores. A las
mayores llamaban zearrolas, y eran aquellas en que se fundía mayor masa
de mineral, llamada agoa, con más fuerza de aire, desplegada en las
fraguas u hornos. A las menores se llamaban martinetes o tiradoras,
y eran aquellas en que se fundían masas menores, llamadas tochos, y
se fabricaba lo menudo, como el varillaje, alambres, planchas, etc.
Según datos que hemos visto, había en 1625: 80 ferrerías grandes y 37 martinetes. Cada una de las primeras
fabricaba, al año, 1.500 quintales de a 150 libras de a 16 onzas, 6 sean
120.000 quintales, en junto. Se gastaban en labrar esta cantidad de hierro 3.000
cargas de carbón de a 10 arrobas, que hacen 240.000 cargas, sin contar el gasto
de los martinetes.
1773: Se cuentan 75 ferrerías, 22 martinetes y 6 fábricas de acero.
1776: 94 ferrerías.
1789: 75 ferrerías que fabricaban 60.000 quintales, que a 100 reales uno,
próximamente, importaban 6.000.000 de reales.
1802: 94 ferrerías, en donde se labraban más de 100.000 quintales.
1847: 51 ferrerías, con una producción de 24.000 quintales métricos.
1860: 31 ferrerías que produjeron 19.800 quintales métricos.
En tiempos más cercanos a los nuestros, tenemos datos oficiales, por los
cuales nos podemos guiar .
Años |
Número de
ferrerías en actividad |
Operarios ocupados |
Producción en
quintales métricos |
1864 |
20 |
No consta |
12.230 |
1865 |
18 |
89 |
11.200 |
1866 |
18 |
89 |
11.200 |
1867 |
14 |
No consta |
8.280 |
1868 |
- |
- |
8.730 |
1870 |
14 |
- |
7.120 |
1871 |
9 |
44 |
6.430 |
1872 |
9 |
44 |
6.430 |
1873 |
9 |
65 |
5.980 |
1874 |
9 |
59 |
4.250 |
1875 |
4 |
18 |
1.800 |
1876 |
8 |
39 |
5.440 |
1877 |
6 |
30 |
3.700 |
1878 |
6 |
30 |
3.700 |
1879 |
- |
- |
3.300 |
1880 |
4 |
- |
2.600 |
Después del año 1860 empieza a decrecer el número de ferrerías a consecuencia
del establecimiento de fábricas con altos hornos en Vizcaya, Navarra y Alava, y
por último en Beasain (Guipúzcoa), y en 1880 desaparecieron las últimas,
después de haber constituido durante muchos siglos la «principal /491/ sustancia de la
tierra», pues hay que tener presente que, además de los
operarios que ganaban su jornal en la fabricación del hierro, era muy crecido el
número de braceros que se ocupaban, con motivo de esta industria, en sacar vena,
en conducir ésta en machos y carros a las ferrerías, en hacer carbón en los
montes, en transportarlo a las fraguas, conducción del hierro elaborado a los
puertos, etc.

Fábrica de cañones, en Placencia
|
La riqueza que esto suponía para la vida de Guipúzcoa, especialmente en
aquellos primeros tiempos en que eran tan escasos los medios de ganar el
sustento, bien merecía que se le atendiera con la mayor solicitud, y así se hizo,
en efecto, por los monarcas de Castilla a petición de la Provincia, concediendo, en beneficio de esta industria,
diferentes privilegios de la
mayor importancia. Uno de ellos fue el fuero de ferrerías, dado a la tierra de
Oyanun por Don Alfonso XI en Burgos a 15 de Mayo de 1338, a petición de los
habitantes
del citado valle y de los de Irún, en que se disponía la forma en que debían
gobernarse las ferrerías, y abarcaba todo lo relativo a la saca de los minerales,
corte de leñas para el carbón, construcción de presas, casas y molino" etc.
Idénticos privilegios consiguieron las ferrerías del valle de Legazpia, y no
hay duda que los obtuvieron también las que se hallaban establecidas en las
márgenes del Leizarán, Oria, Urumea y Deva. En el valle de Mendaro hubo alcaldes
del fuero de las ferrerias, con jurisdicción paca conocer de los asuntos de
ferrones, con sus arrendadores, braceros, etc.
/492/Además de estos fueros especiales, las ferrerías de Guipúzcoa tuvieron, en
común, otros privilegios importantes; como son la prohibición de sacar vena
de la Provincia, de sacar carbón, de importar el hierro, etc.
Por R. C. de 22 de Noviembre de 1621 y otra de 5 de Septiembre de 1675, se
prohibió el que entrase en Indias, islas y tierra firme del mar Océano, ningún
hierro de Lieja ni otra parte del extranjero sino era de España, y como a pesar
de tales prohibiciones se embarcaba en varios puertos de la nación hierro forastero, confundiéndolo con el de estas provincias,
pusieron éstas veedor en Cádiz por su cuenta con encargo de examinar el hierro
que se embarcaba.
En el siglo XVI se llevaba hierro de este país a Castilla, Andalucía y al
resto de España, a Portugal, Francia, Inglaterra, Flandes, Italia, Sicilia y a
África y a las Indias Orientales y Occidentales, según nos dice un escritor de
aquel tiempo.
La, fabricación del hierro en el país traía consigo el establecimiento de
diversas industrias más, en las cuales entraba como artículo esencial este
producto. Una de las más importantes era la fabricación de anclas, que recibió
gran impulso, merced a los adelantos adquiridos en Holanda por el guipuzcoano
Fermín de Guilisasti, que fue el autor de las primeras anclas de grandes
dimensiones, fabricadas en España. Al principiar el siglo XIX había fábricas de
anclas en San Sebastián, Usúrbil, Hernani, Urnieta y otros pueblos más.
Los astilleros que se dedicaban a las construcciones navales, no sólo para la Provincia, sino para los arsenales del Estado, necesitaban también, además de
madera abundante, gran cantidad de hierro en forma de clavazón, argollas,
pernos, bisagras, etc., y tomó tanto impulso esta industria en Guipúzcoa, que
había talleres de este género en la mayor parte de los pueblos de la costa, como son San Sebastián, Pasajes, Usúrbil, Orio, Zarauz, Deva, Zumaya,
lrún y Fuenterrabía.
También se construían verjas para los edificios del Estado: la del jardín
botánico de Madrid, obra notable por su elegancia y solidez, se hizo en esta
Provincia; así como otras muchas que existen en algunos arsenales, catedrales e
iglesias, son así bien producto de la industria guipuzcoana.
Las fábricas de armas de fuego y blancas, de cuya existencia en el país hay
noticias que alcanzan al siglo XV, tomaron después gran incremento,
estableciéndose en Placencia, Eibar, Mondragón, Vergara, Tolosa, Alegría, lbarra,
etc., merced a la abundancia de hierro y a la necesidad en que se encontraban en
esta frontera de hallarse los vecinos continuamente armados. Al mediar el siglo
XVI se hacían arcabuces, mosquetes, versos y otras armas de fuego. Se labraban
también armas blancas con sus astas, como picas, lanzas, medias lanzas,
alabardas, porqueras, partesanas, así como dardos, azconas, venablos, alfanjes,
machetes, cuchillos, navajas, etc.
/493/ En otro orden de trabajos se fabricaban herraduras, clavazón, cadenas,
calderas, sartenes, parrillas, cerrajas, candiles, asadores de torno, yunques,
bigornias, porras, mazos, hachas, azadones, arados, esquilas para el ganado,
campanas, espuelas, bocados, eslabones, balcones, camas y otras manufacturas
de hierro que se exportaban por mar y tierra.
En Eibar y Placencia se fabricaban relojes de campanario y otros de sobremesa.,
de bronce y de repetición, muy curiosos, y en el primero de estos pueblos hubo
también una fábrica de quincalla ordinaria que sostenía unos 60 operarios.

La Papelera Española, en Rentería
En Tolosa se estableció, en 1773, una fábrica de palanquetas, y se hacían
también ollas y marmitas y demás vasijas de hierro batido, estañadas por dentro con mucha curiosidad, de que se
surtían el ejército y los
particulares, por ser de mayor duración y menos expuestas que las de cobre. En
los comienzos del siglo XIX existía un taller de batería de cocina y chapas, con
las cuales se elaboraban cotas, morriones y otros útiles análogos. También
había: una fábrica de espadas, sables, baquetas y bayonetas, de las cuales se
surtían el ejército y la marina. Así bien se trabajaba el cobre, procedente de
las minas de Aralar, por medio de martinetes, haciéndose calderas y otros
artefactos con aquel metal, que se extraía en cantidad respetable en las minas
de Aralar, habiendo años en que se obtuvieron 800 quintales de este miperal.
A fines del siglo XVIII se establecieron también dos fanderías, en donde se
trabajaban cortadillos y flejes de hierro, una en Rentería, propiedad del
Marqués de Iranda, y otra en lraeta (Cestona), del Duque de Granada. En esta
última fábrica se hacían también frascos de hierro para el Estado, con destino
al transporte del azogue.
/494/ El acero, que hacía siglos se venía trabajando en Mondragón, llegó a adquirir
gran perfección en el siglo XIX, siendo de este punto el que se empleaba en la
fábrica de Toledo para la elaboración de sus famosas armas. También se
elaboraban botones de acero de clase superior, los cuales, por su buena
ejecución, podían competir con los ingleses. El descubrimiento de este ramo de
industria se debió al ingenio de Ignacio de Zabalo, el cual, a fuerza de
perseverante trabajo, consiguió hallar el secreto de la fusión de aquel metal.
La Sociedad Vascongada de Amigos del País hizo, en 1777, una representación a la
Junta de Comercio sobre este descubrimiento, habiendo conseguido, para el
inventor, un privilegio privativo por ocho años.

Fundición de plomo y plata, de la Real
Compañía Asturiana, en Rentería
En Vergara se estableció también un horno de cimentación, en donde se obtenía
un acero de superior calidad, que fue muy estimado por el Gobierno del Rey y sus
dependencias.
Otro de los ramos importantes de la antigua industria guipuzcoana fue el de
los molinos. Su antigüedad en el país es tanta, que en el fuero de San
Sebastián, dado por Don Sancho el Mayor en la segunda mitad del siglo XII, se
habla ya de ellos, imponiendo penas a los que entrasen a la fuerza en aquellos
establecimientos. Refiriéndose a la misma población, vemos que Don Alfonso XI de
Castilla, el 16 de Enero de 1332, despachó en Valladolid una R.C. para que
pudieran fabricarse molinos de viento dentro del palenque y cercas de San
Sebastián y también en la Atalaya.
Generalmente estos artefactos los levantaban los pueblos por su cuenta en
beneficio del vecindario, y constituyeron, con el tiempo, un arbitrio para los
municipios.
En un país donde abunda tanto el agua, el número de molinos harineros era muy
crecido. No sólo se utilizaban los ríos y los saltos de agua para /495/ montar estos establecimientos, sino que se aprovechaban también las mareas en
los pueblos de la costa. Al efecto abrían tierra adentro grandes depósitos, en
donde penetraba el agua al subir las mareas, y cuando éstas empezaban a bajar,
comenzaba a trabajar el molino, que seguía funcionando hasta que se desocupaba
completamente el depósito habilitado a este objeto. De esta clase de molinos los
había en San Sebastián, Zumaya; Fuenterrabía y otros puntos, y se conocían con
el nombre de Marea-errota, o sea «molino de marea» .
Por el año 1860 se contaban en los pueblos de Guipúzcoa hasta 335 molinos
harineros. Algunos de ellos ocupaban un solar tan reducido, que fueron causa
de que un inglés que recorría el país escribiera a su tierra diciendo que había
visto varias fábricas cuyos tejados se cubrían con un ciento escaso de tejas
(2O9).
La pesca de la ballena era también antiquísima en esta Provincia, como se
puede comprobar con los privilegios de varios pueblos de la costa, de los siglos
XIIl y XlV, en muchos de estos pueblos había hornos en donde se beneficiaba la
grasa o sein de ballena.
La industria pesquera tuvo después otras derivaciones, como son la pesca del
bacalao en las costas de Terranova, en la que fueron tan diestros los navegantes
guipuzcoanos, y las fábricas de escabeche de sardinas, que figuran ya el siglo
XVIII.
Las tejerías y alfarerías databan de muy remotas edades en la Provincia,
merced a las tierras arcillosas que tanto abundan en este suelo y que tan aptas
son para la fabricación de este artículo.
Garibay nos habla de la fabricación, en el siglo XVI, de los lienzos, que en
Castilla llamaban beatillas, de las cuales las mejores se 'labraban en Azpeitia y Azcoitia, y más delicadas y de mejor color en Eibar .
Don Manuel de Iturralde instaló, el año 1777, en las cercanías de San
Sebastián, a orillas del Urumea, una fábrica de indianas, telas pintadas y
pañuelos de color, llegando a producir, con gran perfección, banderas con
escudos estampados, surtiendo a la Marina Real de estos artículos y mereciendo
los mayores elogios en vista de los buenos resultados obtenidos por la fijeza y
estabilidad de los dibujos y colores. Esta fábrica decayó a últimos del siglo
XVIII a causa de no poderse exportar a América sus productos en las
condiciones que hasta entonces lo verificaba.
Igual contrariedad sufrió la de productos similares a ésta, fundada por
don Domingo Caste, y lo mismo aconteció a las dos que existían de naipes, las
cuales llegaron a producir dos mil gruesas al año, antes de su completa
desaparición.
Del monte Igueldo se sacaban grandes cantidades de piedra de afilar /496/ para los diversos usos de la industria y los reales arsenales, exportándose
algunos cargamentos para el extranjero.
También eran objeto de explotación las canteras de jaspe y mármol de la
Provincia, con los cuales se ejecutaron obras notables. No hemos de omitir
tampoco el producto que se extraía de las canteras del país para la fabricación
de la cal en hornos especiales, y para la del cemento, que ha motivado el
establecimiento de muchas fábricas, que hemos dejado señaladas al hablar de las
canteras en la página 122 y siguientes de este tomo.

Vista parcial de la fábrica de hielo
"Otziturri", en Irún
Asimismo existían
varias fábricas y obradores donde se construían remos, jarcia, tejido ordinario,
llamado márraga, duelas y otros géneros de industria de menor consideración.
Debido a las continuas guerras que asolaban nuestro suelo y a la competencia
de productos similares importados de otros países, los establecimientos
fabriles d e Guipúzcoa fueron decayendo completamente, sin que fuera posible el
renacimiento industrial con las leyes
que regían por entonces en las Provincias Vascongadas. Sabido es que, entre los fueros importantes
de Guipúzcoa, se hallaba la exención de aduanas, o sea la franquicia de derechos
para la introducción de los artículos necesarios para el uso y consumo de sus
habitantes, así por mar como por tierra, de donde resultaba que, mientras la
Provincia se hallaba abierta a las importaciones extranjeras, nuestros productos
estaban sujetos a tributo arancelario en las aduanas interiores, hasta que se
establecieron éstas en las costas y fronteras de Guipúzcoa por el Duque de la
Victoria, Regente del Reino, en virtud de decreto fechado en Vitoria el 29 de
Octubre de 1841.
Este puede considerarse como punto de partida de la industria contemporánea.
Al amparo de la paz y de las aduanas comenzó pronto a renacer la
vida industrial de Guipúzcoa, estableciéndose importantes fábricas en las
orillas de los ríos. Más tarde la ciencia ha venido a enseñar el medio de
transportar la fuerza, reducida a energía eléctrica, al punto en que se quiere
emplear, y gracias a esta utilísima aplicación de la electricidad, importantes fuerzas
naturales, condenadas a completa esterilidad por la dificultad ó imposibilidad de aprovecharlas en los puntos de su producción, se utilizan en los puertos,
en las proximidades de los ferrocarriles, de las carreteras, en fin, allí donde
las circunstancias geográficas, las comunicaciones o la índole de las
poblaciones brindan con mayores facilidades y ventajas para el emplazamiento de
las industrias.
Pronto se ha penetrado la provincia de Guipúzcoa de las favorables
condiciones que la naturaleza le depara para la aplicación de este
descubrimiento, como lo atestigua la: importancia que en poco tiempo ha
adquirido la industria hidro-eléctrica,.
Actualmente, en esta Provincia, las tres cuartas partes de los pueblos tienen
alumbrado público de electricidad, hay medio ciento de estaciones de fluido que
suministran luz y son muchas las concesiones de aguas registradas para la
producción de energía eléctrica.
Al hablar de hidrografía, en la página 98 de este tomo, hemos dicho que en
1909, había 563 aprovechamientos con 46.990 caballos de fuerza, que aumentan
considerablemente de año en año. No sólo constituyen una gran riqueza creada,
sino que son instrumentos eficacísimos para un gran desarrollo industrial
ulterior. La baratura de la fuerza determinada por la concurrencia; la
facilidad de comunicaciones terrestres y marítimas, el genio industrial del
país, el arancel, etc., son factores .decisivos para que se despierten y
estimulen las iniciativas. Empléense en éstas o aplíquense a otras, es
indudable que las instalaciones eléctricas establecidas aquí representan un
gran paso en el progreso del país y son una excelente preparación para su futuro
engrandecimiento industrial.
Como dice muy bien en uno de sus trabajos, con la competencia que acostumbra,
el digno letrado e industrial don Wenceslao de Orbea, la industria eléctrica
constituye el fundamento más sólido de nuestras esperanzas en lo porvenir.
He aquí ahora una relación de las fábricas y talleres mecánicos de Guipúzcoa
en 1915:
Aduna, una fábrica de cartón; hornos de yeso, y una fábrica de tejas,
ladrillos y yeso.- Aizarnazabal, una de electricidad.-.Albistur, una de electricidad. - Alegría, una de papel. - Alza, una de aparatos eléctricos; una
calderería de hierro; una de chapas de hojadelata; una carpintería mecánica; una
de gaseosas; dos serrerías para envases. -Andoain, una de hilados, tejidos y
estampación; una de papel; una de productos químicos; una serrería mecánica. -'Anzuola,
tres de curtidos. - Asteasu, hornos de yeso. -Astigarraga, una carpintería
mecánica.- Aya, una serrería mecánica.- Azcoitia, seis fábricas de alpargatas; una
de boinas; una de harinas; dos de hilados, tejidos de yute y telares para
alpargatas; una de gaseosas; una serrería mecánica /498/. -Azpeitia, cuatro carpinterías mecánicas; una de curtidos; dos de
fuelles y muebles; una fundición de objetos de hierro; una de gaseosas; una <le
harinas; hornos de yeso; una imprenta; un taller de muebles; dos fábricas de
objetos de mimbre; dos talleres de órganos. -Beasain, una de gaseosas; una de
tintas; una de vagones. - Bélaunza, dos de papel. -Berastegui, una de papel.- Berrobi,
una de papel, - Cegama, una de papel; una de telas para alpargatas. - Cestona,
seis de cemento; una fundición y ajustaje; una de tejas y ladrillos; una de
telares mecánicos; tres sierras mecánicas. Cizurquil, una carpintería mecánica;
una fábrica de estampados; una de mantequillas; una de papel; una serrería
mecánica; una fábrica de tejas y ladrillos.- Deva, dos de curtidos; una de
harinas.- Eibar, cuarenta fábricas y talleres de armas; siete carpinterías
mecánicas; dos talleres de forjas; tres fundiciones para piezas de armería; una
de gaseosas; una de limas. -Elgóibar, cinco fábricas de armas; una de
alpargatas; una de baldosas y bañeras; una fundición de hierro y acero; una de
harinas; una de hierros y aceros; una de piezas de hierro; dos sierras
mecánicas. -Elgueta, cuatro sierras mecánicas. -Escoriaza, una sierra mecánica.
- Fuenterrabía, un astillero; dos de gaseosas; una de zapatillas. - Hernani, una
de almidón; una carpintería mecánica; una de cemento; una de ceras; dos de
curtidos; una fundición; una de galletas; una de harinas; dos de ladrillos; dos
de mármoles comprimidos; dos de papel; una de poleas y envases; una de tejidos;
una de vinagre. Ibarra, una calderería de cobre; una de cápsulas; una de papel
couché. - Irún, una de 'cal; seis carpinterías mecánicas; una de cemento; dos
talleres de coches; una de curtidos; tres de gaseosas; una de hielo; tres
imprentas, dos de peines.- Irura, una de papel.- lsasondo, tres pizarrerías.- Lazcano,
una carpintería y herrería mecánicas. - Leaburu, una herrería mecánica. - Legazpia,
una de cartón; una de cemento; una de cerámica; una de herramientas; hornos de
minerales. - Legorreta, una de cartón; una carpintería mecánica. - Lezo, una de
galletas. -Mondragón, una de cal; dos carpinterías mecánicas; tres de cerrajas;
dos de gaseosas; una de harinas; una de Juguetes; una de piedras de esmeril,
una de tejas y ladrillos. - Motrico, una de hilados y tejidos de yute. - Oñate,
una de curtidos; una de gaseosas; cinco de herramientas; una de palillos; una
de pinturas; cuatro serrerías mecánicas, - Orio, una de hilados de yute; dos de
ladrillos refractarios; una de muebles. - Ormaiztegui, dos talleres de carros;
una ebanistería mecánica; una de tejas y ladrillos. - Oyarzun, una de cal.
- Pasajes, un taller de ajustaje; dos astilleros; una fábrica de colas; una de
cuerdas; una de gaseosas; una fundición y ajustaje; una refinería de petróleo;
una serrería para envases, una fábrica de tapices; una de tapiocas, una de tinte para el cabello.
- Pla-cencia,
trece fábricas y talleres de armas; una carpintería mecánica; una de fieltros y
cachas; una fundición maleable; una de juguetes; un taller de reparaciones. - Rentería,
una de achicoria.; una de alpargatas; dos talleres de /499/ ajustaje; dos
carpinterías mecánicas; una cerería; una de estampados en
hierro; tres fundiciones; una fundición de plata y plomo; una de galletas; dos
de harinas; una de hilados y tejidos de lana; una de hilados, tejidos de lana y
trenzas de yute; dos imprentas y litografías; un taller de lámparas eléctricas; una de minio
y albayalde; una de papel; una sierra mecánica de mármoles; una tapicería; tres
de tejidos; una de telares; una de telas para alpargatas; tres tintorerías.

Aduana de Irún
San Sebastián, una de cajas de madera; una de
calzado; una de caramelos; veintitrés carpinterías mecánicas; una carpintería y
herrería mecánicas; dos de cartonaje; dos de cementos; una de cepillos; una de
cerámica; una de cerería; una de cerrajería; una de cerveza; tres /500/ de
chocolates; dos de corsés; una ebanistería mecánica; una de espejos; una
de fideos; tres fumisterías; dos talleres de fundición y ajustaje; una de
galletas; cinco de gaseosas; dos herrerías mecánicas; tres de hielo; diez y
siete imprentas; una de jabón y bujías; una de juguetes; dos latonerías
mecánicas; cinco de tejías; dos litografías; una de losetas; una de maquinaria;
cuatro de mármoles; veinte panaderías mecánicas;. cinco de paraguas; una de
pasta para sopa; una perfumería mecánica; dos de piedra artificial; una de
productos farmacéuticos; una de medicinales, una de puntas de París; un taller
de reparación de coches; un taller de reparación de lámparas; una de barcos; una
serrería mecánica; una de sombreros; cinco talleres mecánicos; una de vidrios. -Tolosa,
una de achicoria; una de bicicletas; una de boinas; una de cajas; una de
cápsulas metálicas, cinco carpinterías mecánicas; una de cartón; una de carros;
una de cepillos; una de clavos; seis de curtidos; cuatro imprentas; una de
jabón; tres de lejías; dos litografías; diez de papel; una resmillería; una de
tejidos; una de tejidos Pirineos; una de telas metálicas. - Urnieta, una de aceite
de coco; una de hielo; una de hilados y tejidos de algodón; una de ladrillos. - Vergara, tres de calzado; dos de curtidos; una de harinas; dos de
hilados; una de hierros; hornos de yeso; tres imprentas; , dos talleres de
reparaciones; dos serrerías; una de tejidos y estampación; cuatro de tintorería y
estampación. - Villabona, una de estampados; una de papel; una de máquinas de
bordar. -Villafranca, cuatro carpinterías mecánicas; una de jabón; una de
licores; un taller de reparaciones; una de tornillos. -Villa-Real, una
carpintería mecánica; una herrería mecánica; una de hilados; una de hilados y
tejidos de lana; una de objetos de mimbre; dos de muebles. - Zaldivia, tres
carpinterías mecánicas. - Zarauz, cinco carpinterías mecánicas; una fábrica de
hielo; dos de tejidos. - Zumarraga, una de muebles de mimbre y otra de muebles de
mimbre y peines. -Zumaya, un taller de ajustaje; una de cemento; dos herrerías
mecánicas; una fábrica de yute; una de muebles.
Habráse notado en la relación precedente, que, a pesar de su importancia, son
muy escasos los establecimientos industriales que figuran en las ciudades de
Irún y Fuenterrabia y en el Valle de Oyarzun, y es que por el artículo 252 de
las Ordenanzas de la Renta de Aduanas, ha estado prohibida la instalación de
industrias en la zona fronteriza, hasta una distancia de 10 kilómetros de la
línea divisoria de Francia y España. Estos mismos días, por R. O. de 23 de
Marzo de 1916, publicado en la Gaceta del 25, se autoriza el
establecimiento de nuevas industrias en la zona fronteriza, sobre las pocas que
por excepción se hallaban consentidas anteriormente, limitando a un kilómetro de
la frontera, la distancia anterior de lO kilómetros. El criterio que domina en
el asunto, es, sin duda, el de prohibir la instalación de aquellas industrias
que necesiten importar de Francia las primeras materias, para que no sean éstas
objeto de contrabando.
/501/ Las ciudades de Irún y Fuenterrabía, que tanto han trabajado por suprimir las
trabas impuestas a su expansión industrial, han recibido con gran júbilo esta
real disposición, a pesar de ser muy limitado el número de industrias cuyo
establecimiento se faculta, pues no pasan de once las clases señaladas.
No debemos omitir en este lugar, el magno proyecto que se puso a estudio de
la Diputación para el fomento de la industria guipuzcoana, con la formación de
pantanos que sirvieran para abastecer los ríos, a causa de que en el estiaje
proporcionan escasas cantidades de agua, obligando a los industriales a consumir muchas toneladas de hulla. Se trató de la materia en las
sesiones de Mayo de 1901, pero no se dio forma al proyecto, sin duda, por las
muchas dificultades que ofrece su realización.

Museo Industrial y Comercial de Tolosa
Comenzó a trabajar para implantar en esta Provincia la cría del gusano de
seda (Bombix o Attacus Pernyi), que se alimentaba de hoja de roble, don Federico
Pérez Nueros, catedrático en Barcelona. La Diputación, en 1823, le subvencionó
con 3.000 pesetas eé hizo ensayos en grande escala en los
montes Irisasi de Usúrbil. Don Gregorio de Lopetedi y Lecumberri, de San
Sebastián, se dedicó también a la explotación de esta industria. recolectando en
1878, en los términos de Goyaz-aundi, en San Sebastián, 49.000 capullos. Uno y
otro escribieron folletos dando instrucciones al público acerca de la cría de
este gusano. Su ejemplo fue por muchos secundado.
Pérez Nueros llegó a cubrir los árboles con lona para ahuyentar a los
pájaros, y Lopetedi, en los montes de Rentería, detrás de Urdaburu, extremó
/502/ también las medidas, poniendo guardas que disparasen tiros continuamente,
'y a fuerza de precauciones llegaron
a recolectar buen numero de capullos.
Lopetedi ensayó, en Lyon: las sedas aquí producidas, obteniendo tan magnífico
resultado, que se animó a montar una fábrica ó hilandería en el barrio de Gros,
titulada Lembicicoa «la primera», Con capullos de la Provincia se fabricó seda, que resultaba blanca, y se hicieron telas. Pagaba 1,25
pesetas el kilogramo de capullos y entraban en un kilogramo 125 capullos.
Pero todos los buenos deseos de los que tomaron con calor estos laudables
propósitos, se frustraban ante el gran número de enemigos que destruían el
attacus. Las arañas, hormigas, avispas y otros insectos, así como los
ratones y los pájaros insectívoros, hacían horribles destrozos en los gusanitos
que se mantenían sobre los árboles ó caían al suelo. Especialmente los pájaros,
se cebaban de tal manera, que casi se dejaban coger con la mano antes de
abandonar el árbol que tan copiosamente les regalaba con bocaditos de su gusto.
Tampoco son de omitir la industria pesquera, que tanta importancia tiene en
todos los pueblos de la costa, especialmente en San Sebastián, en donde hay
Compañías que se dedican a la pesca con vapores de mayor tonelaje que en los
otros puertos, y la industria agrícola.
COMERCIO
Las leyes de comercio marítimo con tenidas en el fuero otorgado a
San Sebastián por el rey Don Sancho el Sabio de Navarra, después de mediar el
siglo XII, y confirmado por Don Alfonso VIII en 1202, están consideradas como
las más antiguas de las publicadas. Se enumeran en este fuero varios ramos de
comercio, como son hierro, cobre, estaño, 'toneles, cueros, pez, pimienta, cera,
cotonías y otras telas, cuerdas, paños de lana y lino, barbas, pipas, incienso,
pieles de ciervo, de conejo, etc. Se expresan también los derechos que se
pagaban por estos efectos, entre ellos el que se llamaba lezda, tan
conocido en otras regiones, y se señalan los derechos que cobraba sobre el
hierro el almirante. Este mismo fuero de San Sebastián, con todas sus leyes
mercantiles, se comunicó por diferentes reyes de Castilla a los pueblos
marítimos de Guipúzcoa, menos al de Deva, al cual se le dio el de Vitoria. Esto
prueba que todos los pueblos de esta costa se dedicaban al comercio en fechas
muy lejanas. El hierro era el principal artículo de exportación de que se
disponía en el país, y también la sidra y el vino, este último procedente de
Navarra.
Guipúzcoa ha sido una tierra pobre, que no recogía frutos suficientes para
la manutención de sus habitantes, y tenía que recurrir al tráfico para importar
de otras provincias lo necesario para la vida. Álava sufría a Guipúzcoa de
grandes cantidades de trigo, y también de cebada y otras mieses, en los mercados
de Tolosa, Vergara y Segura. Navarra le facilitaba también trigo y vino, y
Guipúzcoa, en retorno, les daba sus especiales cebones y cerdos, pescado y
también hierro.
/503/ Castilla y Andalucía le surtían de aceites, jabón, lino, etc., y Guipúzcoa
exportaba pescado, especialmente besugo y herrajes de sus herrerías.
También comerciaban los guipuzcoanos con Asturias, Galicia y Portugal, de
donde se traía la simiente de lino, y de sus relaciones con Cataluña, a donde
iban muchos barcos de San Sebastián y Fuenterrabía, existían memorias en el
archivo del Consulado de Barcelona, donde tenían una factoría desde mediados del
siglo XIV.
Pero era mayor el tráfico de nuestra Provincia con los reinos del Norte, como
lo prueban las alianzas y tratados entre los guipuzcoanos, ingleses y franceses
en el siglo XIV. En el año 1353 se hizo también un tratado de confederación y
comercio en la iglesia de Santa María de Fuenterrabía entre los Diputados de
Bayona, Castro Urdiales, San Sebastián, Guetaria, Fuenterrabía, Motrico y
Laredo, y no es éste el único convenio de esta clase concertado entre estos
pueblos.
Otra de las pruebas del comercio de los guipuzcoanos en el Norte es la lonja
nacional que establecieron el año 1348 con los demás vascongados en Bruxas
(Bélgica), célebre emporio en aquellos tiempos, habiéndose adelantado a los
irlandeses, escoceses, portugueses, catalanes, ingleses, repúblicas anseáticas y
venecianos en la formación de sus factorías en .aquella ciudad comerciante,
centro de toda la correspondencia mercantil de los pueblos marítimos del Norte y
Mediodía de la Europa.
También había en la Rochela (Francia), por ese mismo tiempo, otra Compañía de
mercaderes guipuzcoanos.
En el siglo xv era muy próspero el comercio de Guipúzcoa, según se ve por un
arancel de los derechos que debía llevar la entonces villa de San Sebastián por
todos los géneros que se introducían en su puerto, y se expresan con la mayor
individualidad en dicho arancel, dispuesto por Don Enrique IV, hallándose en esta población el 15 de Abril de 1463. Además del abadejo y
aceite de ballenas (en vascuence numera) y sobre todo el hierro, era
grande el tráfico que se hacía de lanas que se traían a Guipúzcoa desde
Castilla, Navarra y Aragón (210). Se embarcaban en los puertos de Guipúzcoa con
destino a las provincias del Norte, manteniéndose con vigor este comercio en
todo el siglo XVI y aún a principios del XVII, pero entre los años 1645 y 1649
empezó a decaer visiblemente, hasta que desapareció del todo, y por más
esfuerzos que se hicieron para restablecer este tráfico al mediar el siglo XVIII,
buscando la manera de que dicho artículo volviera a los puertos de Guipúzcoa en
vez de conducirlo al de Bayona, no pudo lograrse.
A reanimar el estado de decadencia y abatimiento en que se hallaba el
comercio en Guipúzcoa en los comienzos del siglo XVIII, vino la formación de la
"Compañía de Caracas" dedicada a importar el cacao de Venezuela a /504/ España. A petición de la Provincia, el Gobierno autorizó su establecimiento
por R. C. de 25 de Septiembre de 1728 y comenzó su tráfico saliendo de Pasajes
los primeros navíos el 15 de Julio de 1730. Llegó a contar la Compañía más de
treinta naves y estableció un comercio importantísimo. Se extinguió esta
Compañía en Marzo de 1784 para formar en su lugar la "Compañía de
Filipinas".
Después de la guerra de la Independencia, a principios del siglo XIX, quedó
sumido el comercio guipuzcoano en la mayor postración, sin que pudiera
rehabilitarse en mucho tiempo a causa de las guerras civiles y trastornos
políticos que absorbieron completamente las fuerzas del país, haciendo imposible la vida industrial y comercial. Pero ya en estos
últimos tiempos
se había normalizado el tráfico, y la vida comercial se desarrollaba próspera y
floreciente, cuando ha sido detenida en su marcha ascendente por la guerra
europea comenzada en 1914, que ha hecho imposible la importación de muchos
productos.
Una buena parte del comercio interior se sostiene con las ferias anuales,
semestrales, mensuales, quincenales y semanales, que se celebran en muchos
pueblos de la Provincia. En ellas son objeto de compra-venta los. ganados, aves,
granos, .comestibles, objetos agrícolas, herramientas, calzados, telas y otros
enseres de la vida ordinaria. Merecen citarse la feria de Santo Tomás, en San
Sebastián; las de Santa Cruz y Pascua de Pentecostés, en Lezo; la de Pascua de
Resurrección, en Vergara; la de Santa Lucía, en Zumarraga y Villa-Real; la de
Loinaz, en Beasain; las ferias o mercados semanales de Tolosa, Villafranca,
Azpeitia, etc.
A continuación publicamos los estados oficiales del movimiento habido en las
Aduanas de Guipúzcoa los años de 1913 y 1914.
Movimiento general de
navegación de entrada y salida en Guipúzcoa
ENTRADA |
SALIDA |
Buques |
Toneladas de arqueo |
Toneladas de mil
kilogramos de mercancías descargadas |
Buques |
Toneladas de arqueo |
Toneladas de mil
kilogramos de mercancías descargadas |
406 |
361.722 |
206.997 |
242 |
197.931 |
63.405 |
El estado de los valores de las mercancías importadas, exportadas, importadas
y exportadas temporalmente y devueltas al extranjero por las -Aduanas de
Guipuzcoa en 1913, es como sigue: San Sebastián, 2.597.564; Behovia,
84.801.886; Fuenterrabía, 6.080; Irún, 131.706.153; Pasajes, 43.652.209;
Zumaya,1.798,800.
La recaudación obtenida por las Aduanas de Guipúzcoa en 1913, es la siguiente: San Sebastián, 1.024.066; Behovia, 259.636; Deva, 385;
Fuenterrabía, 1.063; Irún, 18.441.873; Pasajes, 4.970.917; Zumaya, 13,745.
Movimiento general de nave
acción de entrada y salida en Guipúzcoa
ENTRADA |
SALIDA |
Buques |
Toneladas de arqueo |
Toneladas de mil
kilogramos de mercancías descargadas |
Buques |
Toneladas de arqueo |
Toneladas de mil
kilogramos de mercancías descargadas |
380 |
328.353 |
177.791 |
204 |
159.950 |
73.007 |
El estado de los valores de las mercancías importadas, exportadas, importadas
y exportadas temporalmente y devueltas al extranjero por las Aduanas de
Guipúzcoa en 1914, es como se expresa: San Sebastián, 3.247.756; Behovia,
46.330.253; Deva, 12.750; Fuenterrabía, 3.239; Irún, 96.317,503; Pasajes,
33.302.093; Zumaya, 1.580.283.
La recaudación obtenida por las Aduanas de Guipúzcoa en 1914, es la que
sigue: San Sebastián, 1.064,829; Behovia, 284,728; Deva, 587; Fuenterrabía, 525;lrún,
13.215,381; Pasajes, 4.357,244; Zumaya, 20,611.
Hay que tener presente que los meses de Agosto a Diciembre de este año (1914)
no representan el comercio normal, porque hubo gran perturbación comercial a
consecuencia de la guerra. Sabido es también que no todas las mercancías
importadas y exportadas por las Aduanas de Guipúzcoa, especialmente las que
pasan por Irún, pertenecen al comercio de esta Provincia, sino en gran parte a
los del interior de España.
No terminaremos esta parte de nuestro trabajo sin dedicar un elogio al Museo
Industrial y Comercial establecido en Tolosa, merced a la iniciativa de los PP.
Escolapios, que fue acogida con la mayor. simpatía desde el primer momento por
los industriales y Ayuntamiento de la villa, así como por la Diputación
Provincial, que contribuyeron gustosos a su instalación. Constituyó la
inauguración del Museo (26 Julio 1913) uno de los números de las «Fiestas
Euskaras» que se celebraron en dicha villa el año 1913, quedando instalado en el
edificio de las Escuelas Pías, donde contemplará el visitante todos los
productos de la variada industria tolosana y una buena parte de los géneros que
se producen en otras localidades de esta Provincia.
NOTAS
{207) Antigüedades de Cantabria, tomo II, cap.
cm.
(208) Garibay,
tomo I, libro IV, cap. XXVI.
(209) Véase el cap. de Hidrografía, pág. 80 de este mismo tomo.
(210) Véase el cap. de Hidrografía, pág. 32 de este tomo.
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