NOTICIA DE LAS COSAS MEMORABLES DE GUIPUZCOA / PABLO GOROSABEL

LIBRO VIII

DE LAS COSAS DE GUERRA Y MARINA

CAPÍTULO II

DE LOS CASTILLOS Y PLAZAS FURTES

Sección IV

De las plazas de Guetaria y Motrico

 

/064/ Es indudable que una de las villas marítimas de esta provincia que mandó fundar y poblar D. Alonso VIII, fue la de Guetaria. Si su carta-puebla primitiva, cuya fecha era de 1º de Septiembre de 1209, ha /065/ desaparecido con el largo transcurso del tiempo, no deja de saberse por la Historia que el objeto de semejante fundación era el de fortificar esta costa contra las invasiones enemigas. Así lo dicen Esteban de Garibay y Zamalloa y la Crónica general, asegurando que dicho monarca pobló para este efecto las villas de Castro Urdiales, Guetaria, Laredo, Motrico, Santander y San Vicente de la Barquera. De contado, que la villa de que me ocupo estaba cercada de murallas antes del año de 1393 se deduce de la concordia que entonces celebró con la de Zarauz sobre la entrada de esta en la vecindad de aquella. Uno de los capítulos bajo los cuales se verificó semejante anexión consistía, en efecto, en estipular que los vecinos de Zarau.z no estuviesen obligados a ir a velar a Guetaria, ni a pagar cosa alguna para la reparación de su cerca; cuya existencia anterior se da de esta manera por supuesta, así como el hecho de velar en la villa da entender que esta se hallaba cercada de murallas.

La plaza de Guetaria, cuya importancia principal era como punto de la marina para la defensa de su  puerto, apenas figuró en las guerras sostenidas por la provincia contra los franceses en los siglos XV y XVI. N o aparece tampoco que su fortificación se hubiese extendido en estas épocas del cuerpo de la población, o sea, comprendiendo el monte de San Antón. Solamente se descubre que en el año de 1600 el Rey había mandado librar tres mil ducados para la fábrica del fuerte que se había de hacer en esta villa. También se halla que la misma representó a las Juntas de San Sebastián el estado de indefensión en que estaba sin fortaleza ni baluarte, y que las celebradas en Elgóibar el año inmediato acordaron a Guetaria las cartas de favor necesarias para Su Majestad para el logro de su pretensión. Consta que en el de 1637, por orden .el duque de, Nochera) Capitán general /066/ de esta provincia, el ingeniero militar D. Antonio Gandolfo trazó algunas obras para la defensa de esta plaza, para cuya ejecución entregó la Real Hacienda 57916 reales. Consta también que estas obras se remataron por el maestro D. Cristóbal de Zuinarrista; que la distribución de dicha suma estuvo al cargo de D. Francisco de Zarauz; que, en fin, la villa dio la competente carta de pago de la misma cantidad como recibida. Se ve igualmente que en 1667 por despacho del duque de San Germán, virrey de Navarra y Capitán general de esta provincia, se libraron al alcalde de la propia villa 1271 reales de plata para ]a reparación de sus fortificaciones. Fueron estas principalmente la construcción de las puertas de tierra y mar, garitas, puente levadizo, cureñas de los cañones del puerto y monte de San Antón, cuya cuenta dio dicho alcalde. En 1673, a consecuencia de haber un navío francés sacado otro inglés surto en este puerto, mandó la reina gobernadora colocar la artillería necesaria para la defensa del mismo, de manera que no ocurriese en ade1ante un caso semejante. A la verdad, la p1aza se hallaba entonces muy mal parada: no había tropa de guarnición; los cañones útiles se hallaban en tierra por falta de cureñas; tampoco había artilleros para su manejo. Tan fatal estado de la plaza no era desconocido al gobierno, y antes bien, confesándolo, quería que se pusiese el oportuno remedio; pero el resultado fue que por no haber librado fondo alguno para el efecto, se dejó de poner el puerto en estado de una regular defensa. Otro tanto sucedió en 1684, a pesar de haber representado la provincia al Rey la necesidad de colocar en ella competente artillería, de que carecía, por haberse sacado para la expedición de Burdeos la que existía de antes.

De los registros de las Juntas del año de 1685 se ve que se acordó en ellas representar a Su Majestad /067/ el estado indefenso y totalmente desprevenido de esta plaza, así como de las demás de la provincia. Sin embargo, no se ve que el gobierno hubiese tomado ninguna disposición sobre el particular en medio de sus muchas promesas. Por eso la provincia en las Juntas del año de 1689 volvió a hacer presente la importancia de la seguridad de este puerto en las ocasiones de guerra, la poca prevención que había para el efecto, y la necesidad de que se estableciesen baterías en la isla de San Antón y en otros puntos, según solía haber antes. A su consecuencia sin duda, el duque de Canzano, Capitán general de la provincia, empezó a hacer dos baterías y fortificaciones en dicho monte el año de 1690. La villa reiteró en 1693 al gobierno las súplicas anteriores de que se atendiese a la reparación de esta plaza, representando la ruina de un trozo de la muralla, de los puentes levadizos, puertas de entrada, estacadas, cureñas, etc. Hizo también presente la necesidad de construir en la isla de San Antón un baluarte servido de seis cañones de bronce, de alcance de una legua, a fin de que el enemigo no hiciese surgidero de su armada, como sucedió en 1638. Sin resultado alguno positivo de parte del gobierno aun en esta ocasión, a pesar de las gestiones hechas por la provincia en el mismo sentido, fue preciso que ofreciese esta el donativo de veinte mil ducados con destino a las fortificaciones de sus plazas. Al disponerse de esta cantidad por la Real orden de 30 de Enero de 1696, mencionada anteriormente, se mandó con respecto a esta plaza lo siguiente: 1º Que se hiciese una batería cerrada debajo de la Casa Concejil baja y que miraba al puerto, capaz de catorce piezas, seis de bronce y ocho de fierro. 2º Que se continuase la muralla principiada debajo de la misma Casa Concejil, de ochenta pies de longitud y cuarenta de altura. 3º Que se reparase la casa fuerte o torre que /068/ servía de almacén de pólvora. 4º Que se construyesen los puentes levadizos, puertas de la parte de mar y tierra, estacadas, etc. 5º Que para todas estas obras se consignaban en dicho donativo cuarenta mil reales, que se consideraban por bastantes. Consta la entrega de esta cantidad por la provincia al encargado de la villa, así que los remates hechos por esta de las obras trazadas por el ingeniero D. Diego Luis Arias.

D. Pedro Fernández Navarrete, Capitán general de esta provincia, representó en 1707 a la misma de orden del Rey la necesidad de hacer reparaciones en las fortificaciones del puerto de esta villa. Las Juntas celebradas el propio año, estimando semejante reclamación, acordaron servir a Su Majestad, encargándose la misma provincia de su ejecución, así como también del montaje de su artillería, por lo que se dieron muchas gracias de Real orden. Trazaronse las obras que se debían hacer por el ingeniero militar D. Hércules Torreli, de quien se habló antes. Consistían ellas principalmente en el arreglo y explanación de la indicada batería de catorce años al frente del puerto, en una segunda de siete piezas, la tercera de cinco, y la cuarta de dos, con todo lo necesario para su servicio. De su ejecución se encargó la misma villa, para cuyo efecto las Juntas la relevaron del pago de la foguera por tiempo de seis años. La provincia construyó además de su cuenta en San Sebastián veinte y tres cureñas, cuya conducción a Guetaria satisfizo también, por haberse negado esta villa a hacerla de su cargo. Consta que aquellas obras se ejecutaron por la misma villa, a lo menos el arreglo de la dicha batería, así que el derribo de la pared de una casa inmediata, que embarazaba en parte la retirada de la artillería con su correspondiente explanación. También se halla que el gobierno envió de Santander diez cañones de grueso calibre con su competente dotación de balas, por cuyo medio quedó /069/ esta villa regularmente resguardada y defendida.

La plaza de Guetaria en las épocas a que me be referido precedentemente nunca estuvo guarnecida de tropa de infantería, solo sí de algún destacamento de artillería pata el servicio de las baterías. Sin gobernador, ni otro jefe militar, estuvo por consiguiente confiada al patriotismo de sus propios vecinos, que vigilaron por su conservación y defensa; y solamente en ocasiones de guerra extranjera cuidó el Capitán general de enviar a su servicio desde San Sebastián alguna fuerza, en particular para el resguardo de la isla. Durante la guerra de la Independencia esta plaza estuvo guarnecida por los franceses, quienes al evacuarla en 1º de Julio de 1813 dejaron al pie de dicho monte de San Antón una mina, cuya explosión causó daños considerables en la fortificación y muelle. Ocupada de nuevo por la tropa nacional a la salida de aquellos estuvo guarnecida por la misma hasta el año de 1814, en que la abandonó completamente, haciendo entrega de todos los cañones y demás efectos militares al ayuntamiento bajo inventario. Estos efectos se trasladaron después a la plaza de San Sebastián por disposición de la autoridad militar, demoliéndose las obras ejecutadas en el monte de San Antón.

Con motivo de esta evacuación se suscitó entre la misma villa y el Comandante de artillería de la provincia la cuestión sobre a quién pertenecía la propiedad y aprovechamiento de yerbas de dicho monte. La primera alegaba en su favor la antigua e inmemorial posesión de su goce, al paso que el segundo pretendía corresponder al Rey, y en su nombre a las autoridades militares, bajo el concepto de ser una fortaleza. El Capitán general D. Juan Carlos de Areyzaga decidió esta cuestión en 17 de Mayo del, propio año, mandando que a los tres artilleros existentes se dejase la parte precisa al cultivo de las legumbres /070/ y verduras para su consumo, y que lo demás se entregase a la villa. Quedó, pues, esta desde entonces en plena posesión y aprovechamiento de las yerbas y demás usos de aquella propiedad. Pero ocurrió de nuevo en 1824 otra disputa análoga entre la misma villa y el Comandante del destacamento de la tropa que la guarnecía; disputa que el Capitán general D. Manuel Llauder decidió a favor de aquella; mandando que no se le impidiese disponer del usufructo y aprovechamiento de dicho 'monte. Solamente impuso a la villa la obligación de cuidar que no se causase deterioro en su fortaleza y fábrica, que según Real orden debía conservarse para los objetos del servicio que pudiesen ocurrir.

Principiada la guerra civil, se dictó, en 26 de Julio de 1834 una Real orden, por la cual se dispuso la inmediata fortificación de esta plaza. Así se verificó, habiéndose enviado desde San Sebastián algunos artilleros, practicando algunas obras precisas con el auxilio de los pueblos inmediatos, que contribuyeron a ello con materiales y operarios. Los carlistas derribaron el lienzo de la muralla principal de esta villa que mira a la parte de tierra por el mes de Diciembre de 1835, y habiendo penetrado por su brecha el día 1º de Enero siguiente, retirándose la guarnición al monte de San Antón, continuaron en su posesión hasta el mes de Octubre de 1837. Se volvió a asegurar entonces la defensa de la plaza por medio de un magnífico murallón que se construyó por disposición de la autoridad militar de la provincia, Concluida la guerra civil, se desmanteló enteramente la fortificación del monte de San Antón, cuyos aprovechamientos por la villa respetó otra vez el Comandante general, no obstante la contradicción hecha por el gobernador de la plaza, con el empeño manifestado de utilizarse el mismo de sus yerbas. En 31 de Mayo de 1844 se desplomaron en gran parte las fortificaciones /071/ de la izquierda sobre el punto denominado catrapona-Chiquia, a cuya consecuencia quedó obstruído el paso para el muelle. Se reparó esta avería con el auxilio de la provincia, pero noi tardó en retirarse la tropa de la guarnición, así que el gobernador, con lo cual quedó abandonado este punto militar. Como plaza de armas para 1a defensa de la parte de tierra, es incapaz de sostener un sitio regular, por estar dominada de montes inmediatos; y para el resguardo del puerto parece que el monte de San Antón es el más apropósito, como la experiencia lo ha demostrado. De contado, las baterías de la villa no pudieron defender en 1638 a la escuadra del almirante D. Lope de Hoces, que habiéndose refugiado a este puerto, fue destruida dentro del mismo por la francesa enemiga.

MOTRICO.

También se sabe que el rey D. Alonso VIII mandó cercar y fortificar esta villa en 1209, principalmente para la defensa de la parte marítima, o la entrada de su puerto.  Consiguiente a este intento, se ve que D. Alonso X en el privilegio que despachó en Burgos a 16 de Mayo de 1256, al tiempo de señalarla su término jurisdiccional, decía a los de esta villa: mando vos que vos ayuntedes todos de las comarcas a facerme esta mi villa, e esta mi puebla, e que fagades vuestra cerca muy buena, etc.  Por otro privilegio librado en Va1ladolid a 3 de Agosto de 1374 se hizo a esta villa la merced de la renta anual de dos mil maravedís de la moneda usual de diez dineros cada uno para reparación de sus muros. Fundóse para ello en la consideración de que esta dicha villa se hallaba en frontera y mal reparada, y convenía se poblase para el mejor servicio de Su Majestad.

/072/ En vista de los precedentes datos, no puede dudarse que Motrico quedó cercada, murada y resguardada con más o menos fortaleza en los tiempos inmediatos a su fundación, pero hay que confesar al mismo tiempo que nunca estuvo guarnecida de tropa, ni era reconocida como una verdadera plaza de armas, Hallo que por la primera vez se trató de fortificarla en el año de 1696, al mismo tiempo que las plazas de San Sebastián, Fuenterrabía y Guetaria. De la Real orden de 30 de Enero del propio año, citada anteriormente, se ve que la villa de Motrico había representado al gobierno lo indefensa que se hallaba para el resguardo de su puerto, no teniendo más que seis piezas de fierro mal montadas, con otras cuatro de a diez y ocho, que al capitán general don García Sarmiento había entregado. Consiguiente. mente, se mandó que se reconociese el estado de esta plaza, y para las obras que se considerasen necesarias se señalaron dos mil reales en el reparto del donativo ofrecido por la provincia. Las que debían ejecutarse para el efecto expresado fueron trazadas el mismo año, así como las de las demás plazas, por el ingeniero D. Diego Luis Arias, quien propuso se hiciese una batería de cuatro cañones en el punto denominado Ibirriaga, propio para flanquear toda la entrada del puerto. También indicó la conveniencia de que para la mayor defensa de este se colocasen en el muelle de afuera dos o tres piezas pequeñas; que se hiciese en él una banqueta en toda su largúra para el disparo de la mosquetería, etc. Consta que la provincia entregó a la villa la mencionada suma; que habiendo ella puesto en pública, almoneda la ejecución de dichas obras, las remató Juan de Elola, maestro cantero vecino de la tierra de Alquiza. Después de esta época no resulta de los papeles que he podido reconocer haberse ejecutado obra alguna importante de fortificación en esta villa. Tampoco aparece /073/ que hubiese estado guarnecida de tropa de infantería ni artillería, sino es por los franceses durante la guerra de la Independencia, hallándose en las demás épocas al cargo de la autoridad local, auxiliada del vecindario.