NOTICIA DE LAS COSAS MEMORABLES DE GUIPÚZCOA / PABLO GOROSABEL

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LIBRO I

DESCRIPCIÓN DE LA PROVINCIA

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CAPITULO VI

DE LA REGIÓN LLAMADA CANTABRIA

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SECCION II

De la Cantabria de los tiempos primitivos

 

/240/ Los pueblos situados desde el límite Oriental de las Asturias hasta el promontorio Oeaso, aparatados del teatro de las guerras de los romanos, sin trato ni comunicación con estos; no fueron bien conocidos por sus historiadores y geógrafos hasta los tiempos del emperador Augusto. Polibio mismo, este juicioso historiador romano, que acompañó a Escipión Emiliano al sitio de Numancia, hablando en general de la España, decía que de todos los escritores que habían hablado de la situación y naturaleza de su territorio, no había ninguno, o casi ninguno, que no hubiese caído en frecuentes errores. «La parte que está situada sobre el Océano, dice en otro pasaje, no está aún designada por ninguna denominación general, porque no hace sino poco tiempo que ha sido explorada, y que ella es habitada por una gran porción de poblaciones bárbaras.» Así que no se descubre los escritores anteriores a  la época del establecimiento del imperio romano les hubiesen dado otro nombre que el de Cántabros, aplicable genéricamente a cuantos habitaban las partes montañosas. Los dictados de vascones, várdulos, caristos y autrigones fueron denominaciones de distritos particulares, /241/ introducidas después a medida que sus territorios iban conociéndose mejor, como lo demuestra el Rdo. P. Risco en la España Sagrada, tomo, 32, página 60, «Ninguno de los escritores, dice, que precedieron al imperio de Augusto mencionó caristos, várdulos, autrigones y vascones; y solo se encuentra, hablando de las gentes que vivían desde los términos orientales de las Asturias hasta el Pirineo, memoria de cántabros. Lo que hace sospechar que los referidos nombres no se u[s]aron hasta que los geógrafos dividieron todo aquel trecho en varias regiones.» Esta ver dad se hará todavía más patente con la exhibición de los testimonios de los escritores coetáneos, que paso a hacer con la posible brevedad, ya que la naturaleza de esta obra no permite otra cosa.

Julio César en el libro III, capítulo XXIII, de sus comentarios sobre la guerra de Francia, De bello gallico, dice a este propósito lo que paso a manifestar. En primer lugar, refiere que los de Aire y Bazas, atemorizados con la pérdida de Léitoure, despacharon embajadores a las ciudades de España más inmediatas a la Aquitania, de donde llevaron tropas auxiliares, eligiendo por jefes a los que habían servido con Sertorio en todas sus campañas. Hablando después en otro párrafo de la derrota de los aquitanos y españoles, manifiesta que Craso, dejando vivos apenas una cuarta parte de los 90000 hombres que habían venido de Aquitania y Cantabria, se retiró a sus reales muy entrada y a la nocheMittuntur etiam,dice el texto latino, ad eas civitates legati, quae sunt citerioris Hispaniae finitimae Aquitania... Ex millium quinquaginta número, quae ex aquitanis Cantabrisque constabant, etc.Combinados estos dos pasajes, resulta con bastan te claridad que la Cantabria era territorio confinante /242/ con la Aquitania, o sea, la Gascuña francesa. A la verdad, en el primero se expresa que los de las dos ciudades francesas primeramente citadas pidieron auxilios a las inmediatas de España; y en el segundo se declara que estas tropas auxiliares eran de los pueblos cántabros, y por consiguiente de Guipúzcoa, Navarra y de sus comarcas inmediatas. Si por Cantabria hubiese aludido César en este lugar al territorio de la provincia de Santander, hubiera cometido sin duda una notable inexactitud, que no es de suponer en un escritor tan correcto, y menos en un general tan conocedor de la España. Hallábanse, en efecto, interpuestas entre la Cantabria legítima y el Pirineo las regiones de los vascones, várdulos, caristos y autrigones; y no podía la Aquitania ser limítrofe de aquella en manera alguna, ni era regular pidiese auxilios a los más remotos omitiendo a los inmediatos. Sábese, por otra parte, que los españoles que militaron con Sertorio eran los vascones, como lo prueba el memorable sitio de Calahorra. El historiador Paulo Orosio confirma aquel mismo concepto, esto es, de hallarse la Aquitania y Can tabria confinantes, puesto que, al hablar de la mis ma guerra, dice de los 50000 hombres que fueron de estas dos comarcas como auxiliares de César, 38000 fueron muertos. Ex aquitanis et Cantabris. dice, quorum quinquaginta millia in auxilium venerunt, triginta et octo cesa referunt.-

Los aquitanos y vascones, ya por razón de la vecindad, ya por la identidad de la lengua; ya, finalmente, como descendientes de una misma raza, estaban entre sí, desde tiempos muy antiguos, en continua comunicación, y conservaban estrechas relaciones de amistad. Nada era por lo tanto más natural que el que los primeros, constituidos /243/ en el aprieto, pidiesen auxilios a lo segundos, que eran los que con más seguridad y presteza, podían enviárselos.  Semejantes circunstancias no concurrían con las gentes habitadoras en el nacimiento del Ebro, las cuales ni tenían tales vínculos, ni comunidad alguna de intereses, y cuyos socorros, ,en todo caso debían ser muy tardíos, a causa de su mucha distancia. El proceder contrario no tendrá la menor verosimilitud, y no debe suponerse de manera alguna. Ni hace fuerza para esto el decir que uno de los socorros enviados por la España citerior fue el de los expresados moradores de la parte de Santander, gente más conocida y famosa; pero que esto no quita el que también acudiesen los del territorio limítrofe entre los mismos y los aquitanos, cuyos [...] se omitieron como bárbaros y no conocidos. La historia contesta a esta argumentación, que si los primeros adquirieron el con cepto de valerosos y se hicieron más notables, fue desde el tiempo del emperador Augusto y de las guerras que éste les hizo. Anteriormente los vascones aparecen más conocidos, más distinguidos y más célebres; y su nombre no era ciertamente para [ser] omitido por Julio César, a no estar comprendidos bajo la denominación general de cántabros. No así los montañeses del origen del Ebro, los cuales en aquella época antigua, según resulta de los historiadores. Por otra parte se hallaban en un estado de incivilización, no habían guerreado con Sertorio, ni podían tener jefes instruidos en el arte militar, cuales fueron los que los cántabros enviaron a la guerra de la Aquitania. Dedúcese de todo esto que la mención que aquel historiador hizo de estas gentes no significa otra cosa, sino que en su tiempo se entendían comúnmente con nombre de cántabros los navarros y guipuzcoanos, únicos limítrofes de los aquitanos.

/244/ A pesar de lo manifestado precedentemente, no faltan algunos autores de nota que contradigan semejante modo de pensar. Los hay también quienes pretendan deducir de los mismos textos relatados que bajo el nombre de cántabros no se comprenden en ellos los vascones y, habitantes de esta provincia. Uno de ellos, tan erudito, por otra parte, es el maestro Flórez, quien se funda para ello en lo que suscribe el mismo César en el Comentario de la guerra guerra civil, libro I, §. IX Dice, en efecto, en este lugar que Petreyo pidió gente de caballería e infantería a la Lusitania, y Afranio a los celtíberos, cántabros y a todos los bárbaros de la costa del mar Océano, usando de estas palabras: celtiberis, cántabris barbarisque, omnibus qui ad Oceanum pertinent. De esto deduce dicho sabio escritor que en la costa septentrional vivían cántabros y otras gentes, a quienes los romanos tenían por bárbaros; que por lo tanto éstas eran diferentes de aquellos, y las regiones que habitaban eran también distintas. Pero examinadas bien estas palabras, se verá que con ellas no se da a entender que los habitantes de la costa a que se refiere César, fuesen de diferente nación de los cántabros, o que no se comprendiesen bajo el nombre de éstos. A mi ver, de ellas se deduce al contrario que Afranio pidió socorros a los cántabros que vivían, tanto en el Mediterráneo, como en el litoral. Los textos anteriormente expresados comprenden más bien a unos y otros pueblos bajo el nombre de cántabros, y aquí el mismo escritor no podía darles otra significación sin incurrir en una contradicción manifiesta.  Por otra parte, los cántabros a que alude César en el último pasaje, no podían ser los pueblos situados al nacimiento del Ebro; porque estos en la época no estaban sujetos a la república romana, /245/  ni los ejércitos de ésta habían penetrado todavía en su territorio. Así que, no bien para con ellos la frase de que Afranio les había mandado enviar auxilios, ab Afranio imperantur, y debe en tenderse de los vascones y de sus aledaños.

Que los guipuzcoanos fueron conocidos con frecuencia y denominados en estilo común bajo el nombre de cántabros; considerándolos como pertenecientes a la  región general de la Cantabria, consta también de los pasajes de algunos escritores coetáneos. Uno de estos es el de la Sátira XV del célebre poeta laico Juvenal. Resulta de esta con bastante claridad que los vascones eran llamados también cántabros; y puesto que la región de los primeros estaba fuera del territorio verdadero de los segundos, hay la misma razón para aplicar igual nombre a los demás confinantes con los Pirineos. Tachando, en efecto, aquel poeta a los egipcios de que no atreviéndose a morder a un puerro, comiesen carne humana, alega como en manera de disculpa el hecho de que también los vascones, según era la fama, hicieron otro tanto, aunque obligados por una extrema necesidad en el sitio que Pompeyo puso a Calahorra en la guerra de Sertorio. Más dichosos nosotros, añade, que observamos los preceptos de Cenón, que no todo lo hace permitido por la vida. ¿ Pero cómo podía ser estoico el cántabro, sigue diciendo, principalmente en la época de Metelo el viejo? Vascones, ut fama est, dice, alimentis talibus usi produxere animas, etc... Sed cantaber unde stoicus, antiqui presentim etate Meteli? De aquí se deduce que Juvenal a los sitiados de Calahorra denomina promiscuamente vascones y cántabros, usando del nombre propio que tenían y del general con que también eran conocidos muchas veces. Bajo este /246/ supuesto, en el estilo vulgar la Cantabria com prendía a la Rioja, y debe suponerse que las demás gentes que habitaban las montañas septentrio nales hasta el Pirineo merecerían el mismo concepto de cántabros, ya por su proximidad, ya también por la semejanza de costumbres.

Verdad es que la ciudad de Calahorra pertenecía a la Vasconia antigua, y que no tenía nada que ver con esta región la mayor parte de Guipúzcoa, que era de los várdulos. También lo es que Juvenal no trató en el pasaje transcrito de describir los términos de la Cantabria, sino que incidentalmente y como poeta tomó el nombre de vascón por sinónimo de cántabro. Pero no por eso dejará de ser cierto que reputaba en el concepto común que el vascón era llamado también cántabro, y esto basta consignar para mi propósito. Ni sirve decir, como el P. Flórez, que dicho poeta llamó cántabros a los vascones en el nuevo concepto de habitantes de las montañas septentrionales, por ser la voz más conocida y famosa en punto a fiereza de ánimo, de quienes dijo Estrabón que vivían todos de un mismo modo. Se ve, en efecto, que este último escritor los distingue en gallegos, asturia nos, cántabros y vascones, considerándolos como distintos pueblos. Es claro por lo tanto que si Juvenal re refirió a Estrabón, no pudo confundir el vascón con el cántabro; y lo que de su relato se deduce es que en el concepto vulgar, por más que no fuese propio, el primero tomaba también la denominación del segundo.

Silio Itálico, poeta del tiempo de los primeros emperadores romanos, en su poema sobre la segunda guerra púnica, supone igualmente que los habitantes de las faldas del monte Pirineo eran tenidos por cántabros. Así es que, haciendo relación /247/ ción de las tropas que tenía Aníbal en la batalla de Canas, dice que se incorporaron en el ejército africano las gentes ligeras que había enviado el formidable Pirineo de España, quienes con vario tumulto de voces ocuparon el lado del río. Continúa diciendo que se vio brillar a la juventud abroquelada, el cántabro antes que otros, y el vascón de cabeza no cubierta. Subiere leves, dice , quos horrida misit Pyrene, populi, varioque auxere tumultu fluminen latus. Effulget cetrata juventus, cantaber ante alios, nec tectus tempora vasco. Aquí se ve cómo Silio ltálico llama cántabros a los pueblos de las laderas del Pirineo; pues aunque pone con separación y como de distinta región a los vascones, nunca dejará de ser cierto que a aquellos y a estos los hace habitadores de dicho monte. La enunciación de estos es genera1; la de cántabros y vascones particular; es por lo tanto declaratoria de las gentes que fueron del formidable Pirineo. ¿Se concibe, sino, que otros, pueblos, fuera de los comarcanos a este monte, pudieron ser comprendidos en la intención de.aquel poeta? ¿Los cántabros propiamente tales, o sea, los naturales de las montañas de Santander, pudieron ser aludidos en esta relación? No, sin duda alguna,p orque habitan a mucha distancia delas faldas del Pirineo mencionadas en ella. Luego es claro que los cántabros a que se refiere no son otros que las gentes de las provincias Vascongadas; como más próximas al dicho monte; a lo cual concurre, lejos de contradecir, la misma diferencia que Silio itálico hace en tre ellos, distinguiéndolos de los vascones, o sea, nayarros.

El porqué este escritor hace tal distinción entre cántabros y vascones, siendo así que Juvenal hace a ambos como de una misma nación, no es /248/ fácil contestar con acierto. Seáme permitido, no obstante, hacer presente que siendo Silio Itálico y Juvenal poetas, nada extraño sería que falta en algunas veces en la expresión de sus pensamientos a la exactitud de las palabras a fin de acomodarse mejor a la propiedad de la medida del verso, como acontece diariamente. Ésta sea, tal vez, la razón de su diversidad de lenguaje, que no sin fundamento se les achaca. Pero de todos modos, semejante cuestión en mi concepto no tiene interés ni ,objeto en el presente caso, pues que solo se trata de averi guar si en la expresión de cántabros, usada por Sitio Itálico fueron realmente comprendidos los guipuzcoanos. He opinado por la afirmativa, fun dado en que este poeta da la denominación a los pueblos de las faldas del monte Pirineo, de Cuyoconcepto no se les puede excluir a los habitantes dé esta provincia.

Para confirmación de cuanto dejo manifestado, no es de omitir otro pasaje del geógrafo Estrabón, en el libro III de su citada obra. Dice, pues, este escritor que a los romanos ocurrió en la Cantabria, que hubo tal plaga de ratones, que tuvieron que asalariar gentes pata cazarlos, y que aún así fue difícil su exterminio; añade que a esto se agregó la escasez, así de trigo como de otras cosas, porque era molesto portearla de la Aquitania por causa de la gran aspereza de los caminos. Semejante lenguaje da a entender que la Cantabria y Aquitania eran territorios confinantes, o cuando menos muy próximos el uno del otro. Estrabón, en efecto, supone que los romanos se hubiesen podido surtir de trigo y demás cosas de la Aquitania, y no lo hicieron por impedírselo los malos caminos. Siendo, pues, lo más regular que cuando en una comarca hay escasez de bastimentos  se acuda a proveerse a la más cercana y no a otra mas lejana, dedúcese la proximidad territorial de las expresa das dos regiones. Y si  no, ¿cómo se ha de creer que la Cantabria a que se refiere dicho geógrafo fuese la rigurosa de las montañas de Santander? Esto no puede conciliarse de manera alguna, atendida la gran distancia que hay desde Francia, la dificultad de los malos caminos, y la necesidad de tener que atravesar regiones tan diversas, cuya sumisión completa a los romanos tampoco es segura. Por más que el suceso de que me ocupo no tuviese, pues, relación con la guerra cantábrica, sino que fuese posterior a ella, como dice Flórez; no dejará de ser cierto que el indicado texto de Estrabón supone que la: Cantabria y Aquitania eran países contiguos o muy cercanos, que es el punto verdadero de la dificultad. De aquí se sigue que bajo el nombre de la primera, se comprendieron Navarra y estas provincias Vascongadas, puesto confinan con Francia.