NOTICIA DE LAS COSAS MEMORABLES DE GUIPUZCOA / PABLO GOROSABEL

LIBRO VIII

DE LAS COSAS DE GUERRA Y MARINA

CAPÍTULO II

DE LOS CASTILLOS Y PLAZAS FURTES

Sección I

De los antiguos castillos

 

/037/ Según se deduce de la historia general del reino y de la particular de Guipúzcoa, en  los tiempos antiguos se conocieron en esta provincia varios puntos fortificados llamados castillos. De contado, D. Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, en su célebre obra De rebus Hispaniae, al tratar de los sucesos correspondientes al año de 1200, dice que a D. Alonso VIII se le entregaron, entre otras fortalezas de fuera, las de San Sebastián, Fuenterrabía, Veloaga y Aizorroz. El mismo historiador cita también entre los puntos sometidos a dicho monarca el de Athavit, el cual en la edición complutense se lee Athagun, y se supone corresponde al de Atáun, aunque no es cosa segura. Como se ve, este autor no hace ninguna mención de los castillos de Arrasate y Elosua; pero su grande antigüedad es indisputable, y la creencia vulgar es /038/ que existían en el tiempo de la citada unión de la provincia. D. Alonso Núñez de Castro en Ja crónica del mismo monarca, aunque es escritor muy posterior, así lo asegura en el capítulo 53. Que el propio Rey castellano mandó fortificar las villas de Motrico y Guetaria, su historia y los privilegios despachados para ello lo demuestran suficientemente. Sábese también que las otras primitivas villas de la provincia estuvieron muradas, torreadas y fortificadas, en especial Tolosa, Villafranca, Segura, Mondragón y Hernani. Peto en los tiempos modernos no se han conocido otras fortificaciones que las de San Sebastián, Fuenterrabía y Guetaria, que prestan alguna materia de explicación; y dejándola para las secciones inmediatas, reuniré en la presente las cortas noticias que arrojan los documentos que han estado a mi alcance.

 

ACHORROZ O AITZORROZ.

Este castillo se hallaba construido en la cima de una peña de forma muy aguda, situado en jurisdicción de la villa de Escoriaza, de difícil acceso por todos los lados, y por consiguiente, de mucha fortaleza en los tiempos en que no era conocida la artillería. Su establecimiento en punto próximo a la raya de Alava y aun de Vizcaya da a entender que era para la defensa de Guipúzcoa contra gentes extrañas. Que éstas fuesen romanos, godos, moros, castellanos, alaveses o vizcaínos, es cosa difícil de conjeturar con acierto, y así las opiniones sobre este punto serán diferentes. Sin embargo, la circunstancia de haberse hallado en su proximidad muchos huesos Humados, cascos de morriones, pedazos de lanzas y otros objetos de hierro, así que como una media docena de monedas romanas de. plata del tamaño de las medias pesetas, hace presumir pertenezca a la época romana. Igual conjetura se saca del hecho de haberse encontrado /39/ en una heredad que está debajo de dicha peña, aunque algo apartada, en e¡ año de 1843, una punta de lanza de pedernal de cuatro pulgadas de largo y una tercia de ancho, cuyo uso era propio de los romanos. En fin, su forma de construcción indica ser obra de estos guerreros, o a lo menos de una antiquísima época. Pero sea de todo esto lo que se quiera, es indudable que después que Guipúzcoa se agregó a Castilla) esta fortificación dejó de tener: objeto, y cuando más, podía ser de alguna utilidad en tiempo de los bandos que dividieron a esta provincia y al Señorío de Vizcaya, poniendo a sus naturales en lucha. Consta que este castillo estuvo ocupado por los tercios guipuzcoanos en 1461 con motivo de las revueltas políticas que afligieron a la nación. Descúbrese esta verdad de una Real cédula de 18 de Mayo del mismo año, en la cual D. Enrique IV dio gracias a la provincia por la. defensa que sus naturales habían hecho de é4 y los grandes trabajos que habían experimentado con este motivo. Con posterioridad a este acontecimiento no se encuentra cosa alguna notable concerniente a este punto fuerte, que por innecesario o inútil se abandonó, especialmente con el adelanto del arte militar. Sin embargo, ya se sabe que aun en tiempo de la última guerra civil estuvo ocupado por la tropa carlista para defensa contra las entradas del ejército leal por la parte de la provincia de Alava.

ARRASATE.

Tal era el nombre primitivo de la villa de Mondragón, derivado del monte llamado ahora Santa Bárbara, que la domina por la parte del medio día, el cual en lo antiguo estuvo fortificado con aquel dictado.  Según la tradición vulgar, este castillo1ué mandado construir por D. Sancho Abarca, Rey de Navarra, por los años de 901, para defensa de la provincia /040/ contra las invasiones de las partes de Alava y Vizcaya. Pero tal creencia no pasa de una mera conjetura, fundada en el deseo natural de un pueblo de remontar su existencia a una alta antigüedad, sin que por eso tenga un apoyo sólido en documentos auténticos, ni en la historia del país. Como quiera que sea, lo que se sabe es que este castillo en tiempo de los bandos oñacino y gamboino llegó a ser un receptáculo de revoltosos y malhechores, a cuyo abrigo cometían todo género e crímenes. Por esta razón, a súplicas de la misma villa de Mondragón, D. Enrique IV expidió en Vitoria a 31 de Marzo de 1457 una cédula mandando su demolición, así como la de otras fortificaciones de la provincia. Así se ejecutó sin tardanza, no habiendo quedado sino algunos vestigios para  memoria de su existencia antigua, como noticia histórica.

ATAUN.

Es indudable que en jurisdicción de la villa de esta denominación hubo en lo antiguo un edificio o punto fortificado, cuya situación no se puede señalar con seguridad. Sin embargo, según todas las probabilidades, estuvo donde ahora existe la iglesia de San Gregorio, con una casa fuerte avanzada inmediata, cuya grande antigüedad es indisputable. Tal fortaleza, establecida a la orilla del río Agaunza en el confín de Navarra, indica a las claras que era una defensa contra las invasiones de los habitantes de este reino; por consiguiente, si el Athavit expresado por el arzobispo D. Rodrigo Jiménez corresponde a Atáun, el origen de su construcción se ha de remontar hasta el siglo IX. La historia descubre, en efecto, que esta provincia se incorporó por aquel tiempo a los monarcas navarros para guerrear en unión contra los moros. En el caso contrario, se debe deducir que este castillo fue construido por disposición de los /041/ Reyes de Castilla para contener a los navarros en las pretensiones que conservaron a la posesión de esta provincia después de su sumisión a D. Alonso VIII. No . son más que conjeturas, a falta noticias exactas. "

BEHOBIA.

La fortaleza de este nombre existió en territorio de la villa de Irún en paraje algo elevado sobre el río Vidasoa, cerca del paso a Francia. Su fundación se atribuye comúnmente a las disposiciones tomadas por el Rey Católico D. Fernando V para resguardo del reino contra las entradas de los franceses; y en efecto, en Real cédula librada en Logroño a 21 de Noviembre de 1512 dijo a la provincia: «yo he acordado que se faga una recia fortaleza en Jrún, que es la entrada etc. En su confirmación se halla que en 1518 ya existía esta fortaleza, y la gobernaba con título de tenedor o alcaide Gonzalo de la Torre, según se ve de una Real cédula de 15 de Mayo del mismo año. También subsistía en 1539, siendo su alcaide Sancho de Alquiza, quien recurrió a las J untas del mismo año, suplicando rogasen al emperador Carlos V, a su tránsito a Flandes, que fuese a ver dicho castillo, le pagase el sueldo devengado y mandase acabar de reedificarlo. Construido en forma triangular, y guarnecido con el correspondiente presidio militar, este castillo se conservó en su ser hasta el reinado del emperador D. Carlos, por cuya orden parece se demolió. No existen de él más que algunas ruinas de paredes.

ELOSUA.

Hal1ábase este castillo donde en la actualidad subsiste la iglesia de San Andrés en el barrio de su denominación, situado entre las villas de Vergara y Azcoitia, en jurisdicción de la primera. Según Esteban /042/ de Garibay, a quien sigue D. Alonso Núñez de Castro, es una de las fortalezas de la provincia que en el año de 1200 se entregaron al Rey de Castilla, aunque el arzobispo D. Rodrigo no hace mención de ella al hablar de aquellos sucesos. No estando situado en frontera de provincia, sino en paraje algo interior de ella, parece que el objeto de su construcción, más bien que el de contener a los enemigos exteriores, debió ser el de poner respeto a los malhechores comunes o afiliados en los bandos indicados. Es probable que fuese demolido en el reinado de D. Enrique IV, como sucedió con otras varias fortalezas y torres; y de todos modos, es tradición que la expresada iglesia parroquial fue construida con la piedra que se utilizó de aquellas antiguas fortificaciones.

GAZTELU.

Este castillo, cuyas ruinas se descubren todavía, existió en la cima del monte del lugar de la misma denominación fronterizo a la provincia, de Navarra. Su situación en este punto da a entender claramente que era construido para la defensa del país contra las incursiones de los navarros, y lo confirma la circunstancia de que estos tenían en el pueblo de Gorriti, próximo al de Gaztelu, otra fortificación análoga de donde amenazaban de continuo. De aquí se deduce que la de Gaztelu fue construida después de la agregación definitiva de Guipúzcoa a la Corona de Castilla e1 l. 1200. Es, en efecto, cosa constante en la Historia que los navarros no consintieron en semejante desmembramiento, y que antes bien aspiraron en mucho tiempo a su recuperación; y de aquí las enemistades de los naturales de ambas provincias, sus recíprocas guerras y entradas, así que la necesidad de construir puntos fortificados para su vigilancia y respeto. Lo probable es que este castillo se demoliese /043/ a. consecuencia, de la conquista del reino de Navarra hecha por el Rey Católico en 1512, pues desde entonces era inútil su conservación.

SAN ADRIAN.

Llamóse en lo antiguo fortaleza de este nombre al puerto o paraje más eminente, que sobre grandes peñas existe en el confín de esta provincia con la de Alava, yendo por el antiguo camino real de Cegama a Salvatierra. A la verdad, su mucha elevación era en los tiempos antiguos una barrera o dificultad considerable para el tránsito de las gentes de una provincia a otra, dificultad que la industria humana venció, abriendo paso en bóveda por debajo de la peña en más de treinta pasos de longitud y quince de latitud. Dentro de esta cueva se halla la célebre ermita de San Adrián y una casa de habitación, que sirve de venta para descanso de los viajeros, todo en el territorio de la villa de Cegama. En este punto, fortalecido más bien por la naturaleza que por obras de arte, solía haber un alcaide encargado de su conservación y defensa, revestido de la jurisdicción militar correspondiente, cuyo nombramiento hacía el Rey. Percibía además de los tragineros viajantes de una provincia a otra los derechos de pasaje, peaje y castillaje, si bien con mucha oposición de los mismos. Guipúzcoa tomó también en diferentes Juntas generales disposiciones para impedir semejantes exacciones; y 1ós alcaldes de la villa de Segura, en tiempo en que la de Cegama dependía de su jurisdicción, procedieron algunas veces criminalmente contra los encargados de la recaudación de aquellas gabelas.

Hállase que por los años de 1523 ejercía el cargo de alcaide de esta fortaleza Juan Martínez de Zuazo, con quien la provincia seguía pleito en la Chancillería de Valladolid sobre dichas exacciones. Vese también que en 1543 la misma se hallaba bajo el gobierno /044/ del comendador Ortuño de Aguirre, el cual tenía puesto en ella como teniente a Juan Hurtado de Luco, vecino de Cegama. Consta así bien que en 1617 el Rey expidió a favor de D. Ortuño de Aguirre y Zuazo el título de alcaide perpetuo de la propia fortaleza, no obstante la contradicción que la provincia. Se ve igualmente que en 1630 se despachó otro título a favor de D. Juan de Aguirre y Alava; en 1678 al de D. Felipe Ortuño de Aguirre e Isunza; en 1697 a D. Eugenio de Agarto y Alava, durante la menor edad de D. Francisco Antonio de Aguirre y Salcedo. Después del fallecimiento de éste, se libró en 1746 igual Real cédula de sucesión en dicha alcaidía perpetua a favor de su hijo D. Francisco Tomás de Aguirre, marqués de Monte-hermoso, la cual se presentó al uso foral de la provincia. Reconociéronse con este motivo por el consultor los documentos que exhibió el interesado para fundar sus derechos; y viéndose que el ejercicio de estos se hallaba en oposición con los fueros, franquicias y exenciones del país, se le negó aquel requisito. No se halla que dicho, marqués hubiese hecho después gestión alguna sobre el particular, ni que a sus sucesores se hubiese renovado aquel título, y debe considerarse por abolido entonces.

VELOAGA O JELOAGA.

Este castillo o fortaleza existía en jurisdicción del valle de Oyarzun cerca del antiguo camino real que desde este pueblo se dirige a la villa de Irún, siendo su situación en paraje eminente lleno de grandes peñascos y solitario. Su cercanía a la-raya de Francia indica que era un punto de defensa para contener las invasiones de los ejércitos de este reino. No faltan quienes atribuyan la construcción de esta fortificación a los romanos o godos, considerándola como obra ejecutada para complemento de la de Fuenterrabía. /045/ Pero sea lo que quiera de este particular, no cabe duda en que tenía una muy grande antigüedad, puesto que ya subsistía el año de 1200, según la relación citada al principio, del Arzobispo D. Rodrigo Jiménez de Rada. D. Enrique IV mandó a la provincia en 1466 que por cuanto desde dicho castillo se habían hecho y esperaban hacer algunos males en esta tierra, se apoderase del mismo y derribase por el sue1o, sin permitir su reedificación mientras no precediese real mandato especial. Según se deduce de otra Real cédula del año de 1468, este castillo se hallaba a la sazón en poder de los guipuzcoanos, y por consiguiente, no se había demolido todavía, cuyo hecho no consta cuándo se verificó. Incapaz de resistir a un Ejército enemigo, no servía ya Sino para abrigo de malhechores de todas clases, que asaltaban de continuo a los viandantes.